Hace 100 años, la boda de Carol de Rumania y Elena de Grecia: una «espantosa y trágica» historia de amor

Hace un siglo, el 10 de marzo de 1921, el problemático príncipe de Rumania se casaba con la princesa griega en un intento por demostrar que no estaba descarriado. El resultado fue una tragedia para la monarquía rumana y un escándalo mediático nunca antes visto.

«Esta es la historia completa, espantosa, trágica, llena de insoportables dolor, sufrimiento, pesar, humillación y vergüenza para todos nosotros, que despertó en el país una verdadera tormenta de pasión…». Estas dramáticas palabras, escritas por la reina María de Rumania a su hijo menor, resumen a la perfección el capítulo de la historia reservado a su hijo mayor, el rey Carol II, y su esposa, Elena de Grecia, los padres del rey Miguel de Rumania (1921-2017).

Definida por su único hijo como «una mujer maravillosa… con una sólida moral… un ser muy dulce, muy amoroso», la princesa Elena nació en Atenas en 1896, durante el reinado de su abuelo el rey Jorge I (1845-1913), que había fundado la nueva dinastía griega. El asesinato de su abuelo el rey y el primer derrocamiento de su padre, cuando Elena tenía 21 años, pusieron fin a la felicidad y armonía de la que gozaba la familia real griega. A esta tragedia se sumó en 1921 la muerte de Alejandro, hermano de Elena, que había quedado en Grecia como «títere» del dictador Elefterios Venizelos.

Fue en el año 1920 cuando las reinas Sofía de Grecia y María de Rumania, dos primas hermanas, ambas nietas de la reina Victoria, concertaron unas vacaciones familiares, en las que la reina griega y su familia se sintieron muy bien recibidos, y fascinados, por la corte de Bucarest. María abrigaba la secreta esperanza de que su apuesto hijo mayor, Carol, el heredero de la corona de Rumania, sentara cabeza definitivamente uniéndose en matrimonio con alguna de las hijas de su prima.

Fue así que en esas mismas vacaciones las dos familias consintieron el matrimonio del príncipe heredero griego Jorge con la revoltosa Isabel de Rumania, hermana de Carol, y para las ceremonias toda la exiliada familia griega viajó a la esplendorosa corte de Bucarest. Allí, Elena conoció a su futuro marido, un joven muy atractivo que ya había creado importantes problemas a la familia rumana. Elena describió a Carol, en sus recuerdos de aquel viaje, como un personaje retraído y poco amistoso.

Pocos días después de la trágica muerte de Alejandro I de Grecia -hermano de Elena-, Carol le pidió matrimonio a la enlutada princesa y ella aceptó sin dudarlo. Se sentía atraída por el príncipe rumano, pero, como ella explicó más tarde, lo que le decidió realmente a aceptar aquella proposición matrimonial fue el hecho de que «durante todo el exilio mi única esperanza había sido volver al país que ambos (ella y Alejandro) amábamos, y ahora que él ya no estaba no podía enfrentar el volver a Atenas y a Tatoi de nuevo. Casarme con Carol e ir a Rumania, y no tener que vivir en un palacio en el que mi herida se vería constantemente abierta por los recuerdos, parecía una amable liberación en aquellos tiempos de dolor«.

Muy feliz, la reina María escribió: «¡Carol está salvado! Elena es muy dulce y es una dama. Además, es una de la familia, pues todos descendemos de la abuela, la reina [Victoria de Inglaterra]».

Carol el desagradable

rumania 6

Carol era la antítesis de la princesa griega. De los cuatro reyes que se sentaron en el trono real de Rumania, indudablemente el menos popular fue él. Algunos lo recuerdan como el primer monarca rumano nacido en Rumania, muchos le acusan de responsable de la desintegración de la monarquía al inicio de la Segunda Guerra Mundial, mientras que otros lo rememoran como el desalmado hijo que le negó atención médica a su madre moribunda. A pesar de las historias amorosas, que le costaron el trono varias veces, la carga más pesada de la vida de Carol fue el haber sido acusado de corrupto, libidinoso y con una obsesión desmedida por el sexo.

Carol, nacido en 1893, era el hijo del rey Fernando y de María de Sajonia-Coburgo. El niño descubrió su apasionada afición por los sellos postales siendo niño, cuando a los cinco años le regalaron su primer álbum de sellos, pasión que compartió con dos reyes de su época, Jorge V de Inglaterra y Farouk de Egipto. Mantuvo estrechas relaciones con comerciantes y coleccionistas de su época y logró reunir una valiosa y extensa colección de sellos, de unas 11.000 piezas, muchas de ellas únicas.

El príncipe Carol fue un muchacho difícil desde sus primeros años. María y Fernando fueron padres indulgentes y no dudaron en dejar a sus hijos bajo el cuidado de infinidad de criados y bajo la fea influencia de la reina Isabel (esposa del rey Carol I) y la gobernanta Winter, que se esforzó inútilmente en corregir la conducta del príncipe. Al crecer se transformó en un joven hermoso e inteligente, y con un notable elemento de inestabilidad en su carácter.

En 1919, años después de que Carol hubiera sido despreciado por la zarina Alejandra de Rusia para casarse con su hija, la gran duquesa Olga, el príncipe desertó del ejército y se escapó con su amante Ioana (“Zizi”) Lambrino hija de un Mayor del Ejército que después llegaría a General, protagonizando así el primero de una serie de escándalos que afectarían mortalmente a la monarquía y a su familia. Al violar la Constitución (casándose morganáticamente) y desertar al ejército, el hijo del rey Fernando cometió un gravísimo error, que le costaría el trono, e incluso el haber abandonado su regimiento le podía cortar la vida.

Los reyes se sintieron completamente abatidos y avergonzados. Él era un joven de 24 años, elegante, con bigotes, y encantadores ojos azules y cabellos rubios cuando se fugó a Odessa, Ucrania, y se casó en septiembre de 1918 con Ioana, joven de cabellos y ojos oscuros de 18 años y nacida en Moldavia. La reina María describió la crisis como una «tragedia de familia que nos golpeó repentinamente, un golpe contunden para el cual nosotros no estábamos preparados«. En agosto de 1919 Carol renunció al trono, para sorpresa de todos, y los reyes se sintieron, nuevamente, insultados y heridos por su hijo.

Carol y Zizi tuvieron un hijo, al que nombraron Mircea Gregor Carol, pero el matrimonio fue declarado nulo y el príncipe se vio obligado a retornar a Rumania y darle una pensión a la madre de su hijo. La noticia causó un tremendo escándalo. No sirvió de nada encarcelar a Carol en un castillo ni enviarlo a hacer un largo viaje oficial. La reina María sabía que lo mejor que podía hacer por él era buscarle una buena esposa: Elena de Grecia.

Un gran casamiento balcánico

rumania 5

Todos vieron en Elena de Grecia a la esposa ideal para el «príncipe playboy» rumano. Era una joven muy inteligente, y a la vez elegante y responsable, que hablaba seis idiomas y dibujaba a la perfección. La boda se celebró en la Catedral de Atenas el 10 de marzo de 1921 pese a la resistencia de la reina de Grecia, que todavía no consideraba a Carol como un buen esposo para su hija.

«¡Qué poco me daba cuenta entonces de lo ciertas que eran sus palabras de advertencia! -escribió Elena años más tarde-. «De haberla escuchado me habría ahorrado muchos años de desgracia«.

Tras la luna de miel, Carol y Elena fueron padres del príncipe Miguel, el 25 de octubre de 1921. Hasta entonces todo marchó felizmente, y la familia de príncipes herederos irradiaba en la prensa europea la imagen de familia unida, moderna, con una princesa dedicada a su casa y un marido atento y apuesto. Sin embargo, al cabo de poco tiempo, empezarían a surgir, tanto en un lado como en otro, los primeros roces.

«Dado que el entorno y los intereses de Carol eran fundamentalmente diferentes de los míos«, diría Elena, «nuestra unión comenzó a debilitarse muy de a poco, y así comencé a sospechar que nuestros temperamentos no estaban tan en sintonía como yo había imaginado en un principio«.

Preocupada por la peligrosa situación política en la que estaba sumida su propia familia en Atenas, tras la muerte del rey Alejandro, Elena partió hacia Grecia con su hijo, y se ausentó de Rumania durante muchos meses, cosa que, si bien disgustó en principio al príncipe Carol, luego éste aprovechó para lanzarse a los brazos de otra mujer que conoció en aquellos tiempos, en marzo de 1923.

A Carol le pareció una buena excusa aquellas ausencias de Elena para culparla del fracaso matrimonial, quejándose de que su esposa siempre se hallaba rodeada de sus hermanas griegas a quienes él detestaba, y a partir de allí todo se desarrolló con velocidad increíble. De pronto Elena comenzó a sentirse realmente infeliz en Rumania y solo las visitas de su hermana Irene, de sus primas griegas, y de su tía María, aliviaban su soledad y sensación de fracaso.

“Como si nos hubiera caído un rayo”

rumania 2

No pasó mucho tiempo entre la vez que el príncipe Carol conoció a la cautivante y voluptuosa Elena Wolf, más conocida como “Magda Lupescu”, hija de un farmacéutico judío casada con un oficial del ejército, Ion Tampenu. Los secretos encuentros entre Carol y Magda -de quien se decía era hija ilegítima del rey Carol I- terminaron en 1925 cuando abiertamente comenzaron una relación estable. Elena no era bien vista en lacorte porque era muy extrovertida y caminaba moviendo atrevidamente las caderas. Para los rumanos Elena Lupescu, era todo lo opuesto a la princesa.

El romance causó un escándalo sin precedentes en la monarquía rumana y se vio agravado por los antecedentes del príncipe con Zizi Lambrino, así como por la enemistad entre Carol y el muy poderoso clan político de los Brătianu. Inicialmente, sin embargo, el conocimiento del escándalo real fue restringido a la élite de Bucarest y a la prensa extranjera; a la prensa rumana se le prohibió divulgar informaciones al respecto, incluso cuando todos sabían que las relaciones entre Carol y Elena se deterioraron gravemente.

El anunciado fracaso matrimonial de Carol y Elena amargó a Fernando y María, y Sofía de Grecia vio cumplidos sus peores temores. El mundo conoció la noticia del nuevo amor ilegal del príncipe Carol en diciembre de 1925, cuando él, viajando a Londres en representación de la familia real rumana en el entierro de la reina Alejandra de Inglaterra, llegó a Milán en compañía de Lupescu, lo que le valió la portada de todos los diarios italianos. Como ya se había hecho costumbre, poco después de irse a París, otro escándalo sacudió a la corte rumana.

Lupescu fue deportada para mantenerla alejada de la corte, pero Carol no lo soportó y salió en busca de su amante. Desde entonces Magda dominó la vida de Carol y se establecieron en París, donde el príncipe trató de vivir en el anonimato con el nombre de “Carol Caraiman”. Sobre el momento en que todos se enteraron de que Carol había abandonado a su familia, la reina María dijo: «Los tres [el rey, Elena y ella misma] nos sentamos como si nos hubiera caído un rayo encima«.

El rey Fernando harto de su insoportable heredero, le confesó a Elena estar realmente cansado del comportamiento de Carol, y le aclaró que “en aquella ocasión-durante su aventura con Zizi Lambrino-, se salvó de la pena de muerte porque intervino la reina, pero ahora nadie va a intervenir». El rey decidió desheredar a Carol y lo obligó a renunciar a sus derechos al trono, nombrando sucesor a su pequeño nieto, Miguel.

Como resultado de ello, Elena quedó sola en Bucarest y su hijo se convirtió automáticamente en el heredero del trono que entonces ocupaba su abuelo. Tan humillante, doloroso y escandaloso fueron aquellos acontecimientos que la princesa decidió no volver a mostrarse en público hasta el año siguiente.

«Tú y Carol nunca tendrían que haberse conocido»

rumania 4

Tremendamente dolida, la reina María prefirió escribirle a su primogénito una larga y emotiva carta: «¿Qué te puedo decir, Carol? ¿Qué puede decirle una madre a un hijo que la está apuñalando en el corazón por segunda vez? Nada te falta: tienes un país, una esposa linda y buena, un hijo adorable, unos padres que te adoran (…) A todo esto arruinaste, todo lo hiciste añicos, lo tiraste como si fuera basura«. «Papá, con el corazón hecho trizas, aceptó su renuncia y lo excluyó de la herencia…», le escribió María su hijo Nicolás. «Es una pena, la más amarga, la más absoluta, la más horrible de las penas«.

Dos veces Carol le rogó a su esposa que le concediese el divorcio, pero ella había prometido a su suegro que nunca haría semejante cosa. En señal de adhesión y respeto a la princesa Elena, adorada por los rumanos y compadecida por la Familia Real, el gobierno firmó un decreto por el que Elena sería elevada a la dignidad de “Reina Madre” en el momento en que su hijo se convirtiera en rey. En julio de 1927 el momento llegó: Fernando I murió y Elena acompañó a su hijo hasta el Parlamento para su proclamación como rey. Tenía 5 años.

La relación entre Carol (que ahora se hacía llamar «Su majestad Carol II») y Elena se rompió para siempre. En 1928, Carol decidió volver a Rumania y dar un golpe palaciego para derrocar a su hijo, pero los servicios secretos británicos lograron impedírselo. Ese mismo año, Elena le concedió el divorcio. «Espero que él pueda comenzar una mejor vida», escribió Elena, «y pueda entrar al fin en la paz que conmigo no halló. Yo puedo perdonar, pero nunca podré olvidar los errores que cometió conmigo y con mi hijo».

El cometido de Carol se cumpliría finalmente en 1930, cuando el Parlamento le permitió el regreso al país y lo nombró rey. La coronación resultó en un desastre que dividió para siempre a la familia real. En el palacio de Foishor, Elena quedó mucha al saber la noticia y le dolió tener que explicarle a su hijo de 9 años que ya no era rey: «¿Cómo puede ser que papá sea el rey, si yo soy el rey»?, le preguntó el niño.

Carol II estableció la orden de eliminar de todos los archivos reales, decretos parlamentarios, leyes y documentos históricos cualquier cosa que recordara que su hijo había sido Rey entre 1927 y 1930, y cualquier indicio de que él mismo había renunciado alguna vez al trono. De hecho, la renuncia nunca existió, y Carol II proclamó ser rey desde 1927. También suspendió la fabricación de sellos postales y monedas con el rostro del rey Miguel, y comenzó una increíble purga en la familia real, la corte, el servicio diplomático y los ejércitos.

La niñez de Miguel quedó arruinada. La segunda decisión de Carol II -y su primer gran error- fue separar al hijo de su madre, ordenar un arresto domiciliario e incomunicarla para que pudiera influenciar en su contra. El nuevo rey rodeó la casa de su exesposa con policía que la vigilaron día y noche, estableció severas restricciones en cuanto a las visitas que podía recibir. Elena recibió la prohibición de mantener contacto con políticos y hacer apariciones públicas.

Cuando el gobierno rumano le advirtió a Carol que no podía ser coronado sin Elena, madre del futuro rey, este se negó rotundamente y la coronación jamás se celebró. Carol II se negó a volver a vivir con su esposa, dejando perpleja a la reina María cuando le explicó, con mucho odio, que «cuando se declaró el divorcio [Elena] le envió un telegrama a su madre y le digo que ‘por fin se liberaba de tal pesadilla’. Así que ¿por qué tengo que atarme a una mujer que me aborrece y a quien yo detesto?».

El arrogante Carol estaba enfurecido con Elena, celoso de su popularidad, y aprovechó su nueva posición para hacerle la guerra: «Cuando salí de Rumania y abandoné todos mis derechos al trono, era el deber de mi esposa seguirme«, se defendió. «Al mundo entero, incluyendo a mis padres, quizás les puede ser justificada su oposición hacia mí, pero a mi esposa no. A pesar de todo, ella me abandonó, y pasó al campo de mis enemigos«.

Carol II dio a su exesposa un trato tan salvaje, que provocó que la reina María quisiera desaparecer del mundo, y escribió en su diario: «¡Negarle la comida a la madre de su hijo!… Eso le hace a una querer taparse la cara de vergüenza». Y, dolida, se lamentó ante Elena: “Tú y Carol nunca tendrían que haberse conocido«. El encierro de Elena duró varios años hasta que Carol le permitió volver a Grecia a condición de no regresar jamás a Rumania y ver a Miguel solo con su permiso.

El pequeño Miguel, testigo silencioso de esa guerra, fue sometido a la misma vigilancia de su celoso padre. Durante los diez años que duró el desastroso reinado de Carol II, el niño fue utilizado como objeto de extorsión ante Elena y fue la víctima de los súbitos ataques de ira de su padre. Muchos años más tarde, Miguel I resumiría la historia de su penosa infancia: «Cuando necesité un padre, tuve una madre; cuando necesité una madre, tuve un padre«.-

El salón del Parlamento de Rumania será rebautizado en honor al rey Miguel

Una ceremonia simbólica inaugurará el «Salón del Rey Miguel I de Rumania» cuando se conmemore el centenario de su nacimiento, en octubre.

La Cámara del Parlamento de Rumania será rebautizada con el nombre de Miguel I, último rey de Rumania, derrocado por el comunismo en 1947 y fallecido en 2017.

Esta decisión se tomó la semana pasada, después de que un miembro del Partido Liberal Nacional Rumano sugirió que se renombre la cámara principal del Parlamento rumano «Salón del Rey Miguel I de Rumania». La propuesta fue votada y adoptada por una amplia mayoría.

El personaje del rey Miguel es conocido en todo el mundo como símbolo del verdadero patriotismo, dignidad y respeto por los valores duraderos de la democracia”, explicaba la propuesta.

Hijo único de Carol II de Rumania y Helena de Grecia, Miguel (der) pasó gran parte de su infancia junto a Felipe de Grecia (izq), el futuro esposo de la reina Isabel II de Inglaterra.

La propuesta legislativa resaltaba las “valientes decisiones” tomadas por el joven rey durante la Segunda Guerra Mundial, tras lo cual “se convirtió en uno de los líderes más importantes del siglo pasado y fue apreciado y honrado en todas las principales capitales”.

“La valentía con la que se opuso al Establishment del comunismo en nuestro país, en condiciones particularmente duras, debe conservarse en la memoria colectiva de nuestro pueblo”, proclamaba la presentación.

La inauguración de la sala con el nombre del monarca se celebrará el 25 de octubre de 2021, cuando se cumpla el centenario de su nacimiento y una década después de que pronunciara un histórico discurso ante el Parlamento.

En 1947 se vio obligado a exiliarse después de que los comunistas tomaran el poder y no regresó a Rumania sino hasta la caída de la Unión Soviética en 1990.

Nacido en 1921, hijo de Carol II de Rumania y Helena de Grecia, Miguel I reinó en dos ocasiones políticamente turbulentas. Su primer reinado comenzó en 1927, cuando murió su abuelo Fernando I. Su padre había renunciado a su derecho al trono, pero regresó al país en 1930 y derrocó a Miguel.

En 1940, cuando Carol II abdicó y se mudó a París con su amante y Miguel fue entronizado nuevamente en los albores de la II Guerra Mundial. En 1947 se vio obligado a exiliarse después de que los comunistas tomaran el poder y no regresó a Rumania sino hasta la caída de la Unión Soviética en 1990.

En 2016, el ex rey Miguel, ya una figura altamente respetada por los rumanos, fue ingresado en una clínica en Lausana, Suiza, donde recibió tratamiento continuo después de su enfermedad. Poco antes de su muerte, al rey le diagnosticaron cáncer y murió en Suiza el 5 de diciembre de 2017, a la edad de 96 años. En Bucarest, recibió honores de jefe de Estado.

Una calle de Florencia llevará el nombre de la reina Helena de Rumania

Por iniciativa de organizaciones cívicas que representan a las comunidades rumana e italiana, el Ayuntamiento de Florencia (Italia) votó a favor de nombrar una calle o un parque público de la ciudad en honor de la reina Elena de Rumania, madre del último monarca rumano. En esta ciudad, Elena vivió muchos años en la Villa Sparta, propiedad de su hermana la duquesa de Aosta.

“El mérito de iniciar este enfoque patriótico e histórico, digno de toda admiración, es de la Sra. Melania Cotoi, presidenta de la Asociación AlterNATIVA. Durante mayo de 2021 se llevará a cabo la conmemoración de la reina Elena en Florencia, y el próximo año se inaugurará el lugar público que llevará su nombre”, informó la casa real rumana.

Definida por su único hijo como “una mujer maravillosa… con una sólida moral… un ser muy dulce, muy amoroso”, la princesa Elena de Grecia nació en Atenas en 1896, durante el reinado de su abuelo el rey Jorge I (1845-1913), que había fundado la nueva dinastía griega. Sus padres fueron el rey Constantino I y la princesa Sofía de Prusia.

En 1921, cuando la familia real griega se hallaba en el exilio, se casó con el príncipe Carol, hijo y heredero de los reyes Fernando y María de Rumania. Ese año dio a luz a su único hijo, el futuro rey Miguel, pero su vida como princesa heredera fue infeliz. El príncipe Carol solicitó el divorcio en 1922 y Elena fue separada de su hijo durante muchos años por decisión de su exmarido.

Elena perdió el control legal sobre el destino de Miguel y Carol la sometió a una campaña de difamación y maltrato que escandalizó a Europa. Condenada al exilio en Florencia, sólo regresó al país cuando el príncipe Miguel ya era mayor de edad. Aunque como exesposa de Carol II nunca fue reina consorte, Elena recibió el título de Reina Madre en 1940.

Durante la II Guerra Mundial, la reina madre tuvo un papel preponderante en el rescate de miles de rumanos judíos que corrieron peligro de ser deportados a campos de concentración nazi. Por su valiente labor, el Yadh Vashem la declaró «Justa entre las Naciones». Murió en 1982 en Suiza y su cuerpo fue sepultado en Rumania con honores de reina en 2019.

Así es la Corona de Acero, testigo de glorias y dramas de los reyes de Rumania

Incluso después de que los comunistas abolieran la Monarquía en 1947, continuó siendo venerada por los rumanos como símbolo de la libertad y la democracia perdidas.

Los historiadores coinciden en que difícil encontrar un objeto con un valor simbólico tan grande para la historia de Rumania que la Corona de Acero de los reyes. Desde el principio, la Corona, representada en el escudo nacional, se erigió como un poderoso símbolo de independencia, continuidad dinástica y un tremendo desarrollo de un país.

Junto a la corona de la reina Elisabeta, de 1881, es uno de los tesoros más preciados que se exhiben en la Sala del Tesoro del Museo Nacional de Historia en Bucarest.

La corona de acero fue creada para la proclamación del príncipe alemán Carol de Hohenzollern-Sigmaringen como primer rey de Rumania el 22 de mayo de 1881, y estuvo presente en los momentos más importantes de la historia de la monarquía: el establecimiento del Reino de Rumania en 1881 y la unificación de todas las provincias rumanas en 1918, además de las entronizaciones de todos sus reyes, desde la proclamación de Carol I hasta el funeral de Miguel I, último hombre que ocupó el trono rumano.

Por pedido de Carol I, fue construida con acero proveniente de uno de los cañones otomanos capturados por el ejército rumano en la batalla de Pleven en 1877.

El rey Carol I expresó su deseo de que esta corona se hiciera en el arsenal del Ejército, con un diseño sugerido por destacadas personalidades de la cultura y las artes, entre ellos artistas, lingüistas e historiadores. Los historiadores Bogdan Petriceicu Hasdeu, Alexandru Odobescu y Grigore Tocilescu, así como el artista Theodor Aman, formaron parte de ese encargo.

Durante la ceremonia de su proclamación, Carlos fue ungido con los santos óleos por el Metropolitano de la Iglesia Ortodoxa Rumana, pero pero se negó que colocaran la corona en su cabeza. “Con orgullo, sin embargo, recibo esta Corona, que fue hecha del metal de un cañón rociado con la sangre de nuestros héroes y que fue consagrada por la Iglesia. Lo recibo como un símbolo de la independencia y el poder de Rumanía”, proclamó.

“La corona real, respetando las normas heráldicas, está compuesta por un círculo frontal de acero, adornado con piedras oblongas, rómbicas y perlas también de acero”, explicó el historiador rumano Florin Georgescu.

“En la parte superior del círculo se colocaron ocho grandes ornamentos, tallados en forma de hoja (florones), alternando con ocho figuras más pequeñas, con perlas en la parte superior. Desde las puntas de los florones parten hacia el centro de la corona ocho hojas estrechas, arqueadas, adornadas con perlas, que se unen en un globo en el que está montada la cruz del ‘Cruce del Danubio’. Todos los elementos de la corona son de acero, incluso las perlas, solo el forro interior es de terciopelo violeta”.

El primer rey que utilizó la corona sobre su cabeza, como símbolo de la unidad nacional, fue su sucesor, Fernando I, quien después de la unificación de todas las provincias históricas rumanas en 1918 fue coronado Rey de la Gran Rumania en la ciudad Alba-Iulia, junto a su esposa británica, la popular reina María. Era el 15 de octubre de 1922.

El nieto de Fernando, Miguel I, se convirtió en rey por primera vez el 20 de julio de 1927, con solo 5 años y 9 meses, y no fue coronado. En 1930, su padre, el príncipe heredero Carol, regresó del exilio y recuperó el trono destronando a su hijo.

Diez años más tarde, el 6 de septiembre de 1940, tras la abdicación de su padre, Miguel I volvió a ser rey. Testigos presenciales informan que en la mañana de ese día, el patriarca ortodoxo Nicodemo y el primer ministro Ion Antonescu fueron al Palacio Real para que el joven rey prestara juramento sobre una cruz mientras que en una habitación contigua, Carlos II estaba haciendo sus maletas.

Después de la sencilla ceremonia, los presentes se dirigieron a la Catedral Patriarcal donde Nicodemo ofició una liturgia, y Miguel I fue ungido y coronado con la corona de acero de Rumania. Fue el último hombre que usó la corona y no existen fotos del momento. Setenta y seis años más tarde, la corona reapareció adornando el féretro de quien fuera el último rey rumano.

Prohibido estrictamente copiar completa o parcialmente los contenidos de MONARQUIAS.COM sin haber obtenido previamente permiso por escrito y sin incluir el link al texto original. Puede encontrarnos en Facebook o Instagram.

«Te amo y te bendigo con mi último aliento»: la emotiva carta de adiós de María a Rumania a sus súbditos

Hace 145 años, el 29 de octubre de 1975, nació María, princesa británica que sería una de las soberanas europeas más destacadas del siglo XX.

Durante la Primera Guerra Mundial, la reina María de Rumania (1875-1938) se convirtió en un faro de fortaleza para los rumanos. La esposa del rey Fernando I -además, nieta de la reina Victoria de Inglaterra- recorrió campos de batalla, visitó ciudades destruidas y asistió a los heridos con una dignidad que la convirtió ante los ojos de los rumanos en la «Mamma Regina», la madre del pueblo. Ni siquiera la trágica muerte de su hijo menor, el príncipe Mircea, de tres años, restó horas de la dedicación de María a los rumanos.

María trabajó infatigablemente en hospitales de campaña aun a riesgo de contagiarse alguna enfermedad. Al regresar por las noches al palacio, se bañaba en agua hirviendo para matar los piojos que se contagiaba durante sus visitas a hospitales. La esposa del rey Fernando se negaba a usar guantes para mantener un contacto lo más directo posible con los enfermos más graves, por lo que su vida estuvo en constante peligro. Una enfermera dijo una vez que la reina era «nuestro talismán, cuya presencia nos inmuniza mejor que todas las vacunas».

«En su papel de ‘primera enfermera’ de su reino», escribe Jean Des Cars, «al que el horror de los campos de batalla y las terribles epidemias dieron una trágica importancia, su ejemplo no fue su único don. (…) Cuando las fatalidades -la invasión, la retirada, la hambruna, las epidemias, la traición de Rusia- se conjuraron entre 1916 y 1918 contra Rumania, debió enfrentar sin ninguna ayuda exterior, una situación que el mundo entero consideraba como desesperada. Y sin embargo, jamás mujer semejante fue más bella que bajo esa corona de diamantes negros… A la cabecera de los contagiosos, desafió la muerte cien veces».

A mediados de diciembre de 1916, María escribió en su diario personal que muchísimos rumanos acudían a ella implorándole ayuda y comida y, abrumada por todo aquello, tenía ganas de gritar «¡Basta, basta!», pero siguió adelante. Según la historiadora Julia Gelardi, «María se ocupó de las rondas del hospital con su consabido uniforme de enfermera y enfrentó con valentía el hedor y la sangre que la aguardaban cada día. Las rondas diarias se complicaron a causa de mortales brotes de tifus. La enfermedad, que se propagó con rapidez, no discriminaba a la hora de cobrar víctimas. Pero María continuó co las visitas, a sabiendas de que, en cualquier momento, podía abatirla la tan temida enfermedad…».

María creía que era necesario el contacto directo con los heridos, enfermos y moribundos para que pudieran experimentar, quizás por última vez, la calidez humana. Por las noches, la reina regresaba a palacio y se sumergía por completo en una bañera de agua hirviendo con la ropa puesta y las botas de montar, que era lo único que la salvaba de morir quemada. Finalmente, María de Rumania se quitaba la ropa y la arrojaba al agua hirviendo para matar los piojos que transmitían el tifus y que se adherían a las prendas.

maria 1

Los soldados, los moribundos, los niños heridos y malnutridos vitoreaban a la reina con reverencia y admiración, agradecidos por su valentía. Era «Mamma Regina», la madre reina de Rumania. En cierta ocasión, la reina visitó a un soldado herido que estaba a punto de morir y quedó perpleja: ante ella yacía un hombre gravemente herido, con las vendas empapadas de sangre. Cuando le anunciaron que la reina María estaba a su lado, el hombre, que ya no podía ver, estiró las manos hacia María y dijo sus últimas palabras: «Que el Gran Dios te proteja, que te deje vivir para convertirte en emperatriz… ¡Emperatriz de todos los rumanos!«

«Todos venían a verme…», escribió ella en su diario. «… y cada uno tenía alguna protesta o una queja… Yo debía tratar de no perder la cabeza. Yo misma era una refugiada sin casa propia, con la mayor parte de mis posesiones mundanales en Cotroceni, y lo que tenía conmigo estaba embalado en grandes cajones en el tren… Yo, la reina, no tenía adónde ir, de modo que mal podía ayudar a alguien». En esos momentos de desesperación, la reina plasmó en sus diarios una oración que la ayudaría a superar la desgracia: «Tú has hecho brillar mi rostro ante los humildes de este mundo, Tú me has puesto la púrpura sobre mis hombros, una corona en mi cabeza, y me has encomendado que las use como si no fueran un fardo… ¡Por lo tanto, te invoco, oh Dios! Dame fuerza para encarar cualquier destino, vencer cualquier temor, enfrentar cualquier tormenta… Y si alguien me recuerda en esta tierra, Señor, que me vean con la sonrisa en los labios, un don en la mano y en mis ojos la luz de esa fe que mueve las montañas».

Cuando yacía enferma en su lecho de muerte, en 1938, la reina María escribió una extensa y conmovedora carta de adiós a todos los rumanos: «Cuando leas estas líneas, pueblo mío, yo ya habré cruzado el umbral del silencio eterno… Sin embargo, a causa del gran amor que siempre te he tenido, quiero hablarte una vez más… Tenía diecisiete años cuando llegué a ustedes; era joven e ignorante, pero estaba muy orgullosa de mi país de origen y todavía lo estoy: estoy orgullosa de haber nacido en Inglaterra, pero cuando acepté por completo la nueva nacionalidad, tuve que esforzarme mucho para convertirme en una rumana digna de tal nombre.

«Al principio no fue tarea sencilla. Yo era una extraña en una país extraño, sola entre desconocidos… una joven princesa tiene que viajar para convertirse en la princesa de otro país que la convoca. Me convertí en la princesa de de los rumanos en la alegría y en el dolor. Cuando miro atrás, es difícil decir qué fue más grande, la alegría o el dolor. Creo que la alegría fue más grande… pero la tristeza fue muy larga. (…) Te bendigo, mi querida Rumania, tierra de mis alegrías y mis dolores, hermoso país que vive en mi corazón… Hermoso ´país que vi unificado y con el que compartí la suerte durante treinta años; también soñé el sueño ancestral… que siempre seas grande e íntegra… Y ahora, me despido para siempre… recuerda, pueblo mío, que te amo y te bendigo con mi último aliento. María».

Prohibido estrictamente copiar completa o parcialmente los contenidos de MONARQUIAS.COM sin haber obtenido previamente permiso por escrito y sin incluir el link al texto original. Puede encontrarnos en Facebook o Instagram.

La fortuna que el último rey de Rumania se llevó al exilio: telegramas diplomáticos revelan la verdad

Telegramas diplomáticos y del servicio secreto rumano de 1948 revelan que los comunistas mintieron a los rumanos sobre las posesiones que el exmonarca se llevó al extranjero.

La fortuna que se llevó el rey Miguel I (1921-2016) cuando abandonó el país en 1947 ha sido un tema muy debatido en Rumania en los últimos años. La propaganda de la dictadura comunista se encargó de decirle a la gente que vivía en la pobreza extrema que el exmonarca, obligado a abdicar a punta de pistola, se había ido con todas las riquezas del país y la verdad se mantuvo oculta durante muchos años. Los pocos monárquicos que escaparon de la ira de los comunistas prefirieron esperar días mejores y callaron, y el asunto jamás pudo ser aclarado del todo.

Los documentos oficiales muestran cómo el dictador comunista Nicolae Ceaușescu se aseguró de que la Securitate, la policía estatal, difundiera información falsa sobre la forma en que el rey vivía en el exilio. “De forma lenta pero segura, el olvido y el miedo se han apoderado de un país como si estuviera maldito por décadas de oscuridad”, dijo el diario rumano Adevarul, que afirmó recientemente que no existe ningún documento que respaldara los rumores comunistas sobre el presunto acuerdo entre el rey y el poder comunista en Bucarest a cambio de su libertad para salir ileso de Rumanía, junto con su familia y miembros de su corte.

Extraoficialmente, los comunistas hicieron todo lo que estuvo a su alcance para desacreditar al rey, un personaje cuya popularidad temían, difundiendo leyendas sobre trenes cargados de riquezas, pinturas, lingotes de oro, autos y dinero robado por el monarca. En 2005, Calin Popescu Tăriceanu, en ese momento primer ministro de Rumania, lanzó una defensa a la casa real diciendo que las acusaciones comunistas formuladas contra el rey Miguel de pinturas del patrimonio rumano eran «más que dudosas» y que el gobierno rumano no tiene pruebas de tales acciones.

De qué vivió el rey en el exilio

Miguel I tuvo que trabajar para ganarse la vida y no llevó una vida lujosa en absoluto, financiada por una supuesta fortuna tomada de Rumania o por un acuerdo con los comunistas. Era agricultor, trabajaba como piloto, como corredor, pero también estaba desempleado. «En el exilio, nuestra soledad fue tanto mayor cuando se cuestionó u olvidó nuestro anhelo por el país y la necesidad de convivir con los rumanos”, diría el exmonarca. “Varias veces me preguntaron cuál era mi sensación cuando salí de Rumanía. Entonces no encontraba otra manera de decir la verdad sobre mi estado que que me fui con la muerte en el alma”.

El rey Miguel también negó repetidamente que el gobierno comunista le hubiera permitido llevar al exilio cualquier valor financiero o propiedad que no fueran cuatro baúles con objetos personales, cargados en dos vagones de tren. También aparecieron varios documentos oficiales en su apoyo, como un telegrama del 3 de enero de 1948 en el que Rudolf Schoenfeld, embajador estadounidense en Bucarest, escribió en un documento ultrasecreto al Departamento de Estado de EEUU:

«A menos que surjan dificultades inesperadas, la suite real partirá esta noche hacia Lausana, vía Viena. Los pasajeros principales de la suite serán el rey, en cuyo pasaporte está escrito Príncipe de Hohenzollern; La reina madre; Negel, el mariscal de la corte; Mircea Ionițiu, secretario privado del rey; Jacques Vergotti, ayudante del rey; La señora Catargi, la dama de honor de la reina madre; Vania Negroponte (con su esposa e hijo), quien era el administrador de algunas propiedades reales. Los servidores personales también acompañarán al grupo. En total, se espera que el número de personas aumente a 35. Rădulescu dijo que al rey se le prometió un anticipo en moneda extranjera contra una posible venta de propiedad personal aquí, como vinos y caballos”.

Miguel se vio obligado a abdicar el 30 de diciembre de 1947. Petru Groza y Gheorghiu-Dej lo obligaron, la noche del 29 de diciembre, a volver a Bucarest desde su residencia en Sinaia con el pretexto de discutir un importante tema y urgente, pero le presentaron el acta de abdicación y dieron media hora para pensar después de que inicialmente se negó. Mientras tanto, las tropas de la división «Tudor Vladimirescu» entraron y rodearon el palacio real. El rey mantuvo su decisión, pero Groza amenazó con iniciar una guerra civil.

Además, el rey fue amenazado con que los aproximadamente mil estudiantes que se encontraban presos en los distintos centros penitenciarios de Bucarest serían ejecutados si se negaba a firmar el acta de abdicación de manera inmediata e incondicional. Ante el riesgo de derramamiento de sangre, Miguel I cedió y firmó, el 30 de diciembre, a las 14.00 horas, convirtiéndose en el último monarca de la dinastía Hohenzollern. Los comunistas anunciaron la abolición de la monarquía y el establecimiento de una república popular, mediante una ley adoptada por la Cámara de Diputados, y difundieron la grabación de la proclamación del rey de su propia abdicación.

Miguel salió del país el 3 de enero de 1948 a las 8 pm con un tren especial desde Sinaia, viajando a través de Hungría y Austria hasta Suiza. Seis días después, en otro telegrama, John Carter Vincent, el diplomático estadounidense en Berna, escribió a George Marshall: «En términos de finanzas, Miguel rechazó rotundamente la oferta de Petru Groza de recibir una cantidad de dinero no especificada. A Miguel se le permitió sacar pertenencias personales fuera del país, pero no objetos valiosos, como obras de arte. Se le informó que se le enviaría el precio de la venta de este último, pero no esperaba recibir nada. Aparentemente, su capital líquido en Suiza asciende a 50.000 dólares estadounidenses y 200.000 francos suizos”.

Las personas que acompañaron al rey, incluida la reina madre Elena, fueron desvestidas y registradas. Rudolf Schoenfeld, el ministro estadounidense en Bucarest, escribió unos días después, nuevamente al Departamento de Estado estadounidense afirmando que aunque a los miembros de la familia real rumana se les permitió salir del país, el gobierno rumano los trató con su característica actitud hostil, revisando cada prenda de vestir en el momento de empacar, reduciendo el límite de equipaje en el último momento y requisando las casas y sus propiedades antes de que el grupo partiera”.

El 22 de enero de 1948, Thomas Maitland Snow, el ministro británico en Berna, escribió al Ministerio de Relaciones Exteriores: «El equipaje del rey y la madre-reina no fue abierto en la frontera por los rumanos, pero todas las pertenencias del séquito real fueron registradas, incluso las personas de la suite fueron desvestidas y registradas”.

«Se le considera el más pobre de los antiguos reyes en el exilio. No escribe ni se publicita. Y la prensa extranjera lo presenta como un hombre trabajador y modesto con evidente preocupación por la mecánica, el automovilismo, el turismo y la familia. Los últimos datos muestran que no goza de la atención de los estadounidenses, hecho por el cual los organismos especializados estadounidenses lo monitorean constantemente, revisan todas sus relaciones e interceptan tanto las conversaciones telefónicas como la correspondencia”, dice un extracto de una nota de la Securitate destinada a reflejar “la situación actual de Miguel de Hohenzollern” en 1973.

De cara al pueblo rumano, el régimen difundió información falsa sobre el monarca, afirmando que el exmonarca vivía con una impresionante fortuna en Suiza mientras su pueblo luchaba en la pobreza. Sin embargo, el mismo archivo de la Securitate relataba que el ex rey vivía en Suiza en una casa alquilada y, como no tenía dinero para mantenerse, se mudó con su familia a Inglaterra, donde alquiló un edificio antiguo sin amueblar. Pese a los controles a los que fue sometido, logró enviar mensajes a través de radio Europa Libre mensajes que los monárquicos del país escuchaban con esperanza.

Prohibido estrictamente copiar completa o parcialmente los contenidos de MONARQUIAS.COM sin haber obtenido previamente permiso por escrito y sin incluir el link al texto original. Puede encontrarnos en Facebook o Instagram.

Nicolae, el príncipe “desterrado” de Rumania, espera que el nacimiento de su hijo reconcilie a la familia real

El nieto del rey Miguel dice que cree “posible” que se restaure la monarquía en su país: “Debemos estar unidos y trabajar juntos en este objetivo”.

Anuncios

En una entrevista publicada por el diario rumano “Adevărul, el príncipe Nicolae de Rumania habló sobre el próximo nacimiento de su hijo y sobre su deseo de reconciliarse con la Familia Real, que ha estado dividida durante varios años, y sobre las posibilidades de que la monarquía regrese a Rumania. Nicolás, nieto del fallecido Miguel I (último rey de Rumania), anunció el 1 de junio que su esposa, Alina-Maria Binder, está embarazada y dará a luz en noviembre de este año. Ambos se casaron el 30 de septiembre de 2018 en la iglesia de San Elías en Sinaia, sin que ningún miembro de su familia asistiera a la boda.

Ahora, espera que el próximo nacimiento reúna a su familia: “Invitaré a mi familia y espero que la llegada de un niño nos acerque. Me gustaría presentarles a mi tía (la princesa heredera Margarita) y mi tío a mi hijo, creo que él tendría mucho que aprender de ellos”.

Nacido y criado en el extranjero, llegó por primera vez a Rumanía en 1992, cuando tenía siete años, con motivo de la primera visita de su abuelo después del comienzo del exilio de 1948. Graduado en 2012 del Royal Holloway College de la Universidad de Londres, especializado en gestión, Nicolás se hizo muy popular en Rumania por participar durante muchos años en numerosas acciones benéficas, centradas especialmente en los jóvenes. “Es un honor para mí que la gente nos apoye de esta manera”, dijo Nicolae. “Pero lo importante es estar unidos y mantener viva la memoria de reyes y reinas y continuar con sus valores morales. Estoy muy contento de que la memoria del rey Miguel siga viva”.

El príncipe, desterrado de su lugar de la sucesión por desavenencias con su tía, cree que es importante que la familia real rumana, aunque Rumania no sea una monarquía, transmita los valores que defendieron sus ancestros. “No como en un reino, por ejemplo. Tratamos de vivir con estos valores morales especiales, se los transmitiré a mi hijo. Y creo que todos podemos hacer lo mismo. Cada uno de nosotros puede decirle a nuestros hijos lo que cada rey y cada reina hicieron por el país y cómo se comportaron con la gente”, dijo en la entrevista.

Consultado sobre si espera ver al país convertido en una monarquía, respondió: “Es muy difícil dar una respuesta en este momento. Pero creo que es posible que durante mi vida Rumania vuelva a la monarquía. Pero creo que todos debemos querer eso, y debemos estar unidos y trabajar juntos en este objetivo”.

“Como creo que todo el mundo sabe, soy padre desde hace algunos años, pero claro que ahora el contexto es diferente. Estoy seguro de que a partir de noviembre mi vida cambiará mucho y por supuesto para mejor. Ahora nos estamos preparando más mentalmente. Estamos muy felices de escuchar esta noticia y nuestro futuro hijo”, dijo Nicolae, quien agregó: “Nuestros esfuerzos estarán enfocados en criar al niño y en estar sanos y felices, eso es lo más importante”. El niño nacerá a principios de noviembre en Bucarest y, aunque tiene varios nombres “en mente”, el príncipe dice que aún no se decidieron: “Esperaremos hasta que aparezca este milagro y luego decidiremos”.

Reina sin corona: la princesa Margarita, elegida la «mujer más influyente» de Rumania por Forbes

Titulada “Custodio de la Corona”, la heredera del rey Miguel se convirtió en un símbolo de los cambios que sufrió su país.

La actitud hacia ella como figura central de la familia real rumana sirve como un verdadero termómetro de la democracia.

Anuncios

Durante la Gala de Mujeres Forbes de 2020, organizada por la revista económica «Forbes Rumania» por novena vez, la princesa Margarita de Rumania recibió el título de «personalidad femenina más importante» del país balcánico. La Gala de la Mujer de Forbes lleva nueve años animando a las personalidades femeninas más valiosas en diversos campos, para que sirvan de modelo en toda la sociedad rumana y Margarita fue galardonada con este título por Forbes Romania en 2016, 2017, 2018 y 2019 y ocupó el primer lugar entre las 50 mujeres más influyentes de Rumania en 2014.

¿Quién es la princesa Margarita?

Margarita de Rumania ocupa un puesto único en el mundo: es la heredera del último rey de su país, pero no es reina. Sin embargo, los rumanos y su gobierno la reconocen como un símbolo del Estado y la tratan de “Majestad”. Su presencia y su influencia son altamente importantes para el gobierno republicano de Bucarest y tanto ella como su familia son tratados como si realmente Rumania fuera una monarquía. No fue sino hasta 1990 cuando Margarita pudo pisar por primera vez su país. En 2007 el rey Miguel la designó como heredera del Trono y le otorgó el título de «Custodia de la Corona Rumana». En marzo de 2016, cuando su salud ya se encontraba seriamente deteriorada, el rey le cedió la jefatura de la dinastía y en 2017, al morir su padre, se convirtió en la cabeza de la dinastía. Si la monarquía se restaurara en Rumania, Margarita sería su primera reina.

“Desde el punto de vista pragmático, cada capa de la sociedad rumana reconoce el papel de la Familia Real, un cambio psicosocial que conduce lógicamente a la restauración de la monarquía mediante un acto democrático de refuerzo de la legitimidad histórica de la casa real”, escribió el periodista rumano Claudiu Pădurean en Romania Libera. Aunque no tiene papel político, las reuniones entre los miembros de la Familia Real Rumana y las autoridades públicas -del gobierno, del parlamento, de la justicia, y de las gobernaciones locales- se convirtieron en una rutina. La presencia de la princesa o de su familia en ceremonias nacionales o recepción de jefes de Estado extranjeros es casi obligada. A cambio, la República les concede una residencia oficial, un presupuesto y permiso para vivir en otras antiguas residencias reales.

En la actualidad, las relaciones entre la familia real rumana y los poderes políticos son de naturaleza más bien institucional que constitucional. Aunque Rumania todavía conserva su sistema republicano por el momento, los deberes públicos de la familia real rumana no difieren mucho de los de la familia real británica. Esto llevó a algunos teóricos a hablar del concepto de “Nueva Monarquía”, o “República Coronada”, en el que la institución real trasciende la forma de gobierno.

La princesa nació en 1949 en Lausana, Suiza, siendo la primera de las cuatro hijas del rey Miguel I -derrocado por los soviéticos en 1947- y de su esposa Ana de Borbón-Parma, descendiente de reyes daneses y franceses. Su padrino de bautismo fue el príncipe Felipe, esposo de Isabel II de Inglaterra, y recibió su nombre en honor a su abuela materna, Margarita de Dinamarca (1895-1992). La princesa asistió a escuelas en Italia, Suiza y Gran Bretaña y con el asesoramiento de su abuela, la reina Elena, asistió a la Universidad de Edimburgo, donde obtuvo un título en Sociología, Ciencias Políticas y Derecho Internacional Público.

Siguiendo el ejemplo establecido por sus familiares en la familia real e imperial de Habsburgo, Margarita optó por una carrera en organizaciones internacionales bajo los auspicios de las Naciones Unidas. Trabajó para la Organización Mundial de la Salud, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola. Luego renunció a su carrera internacional en el contexto de los dramáticos cambios introducidos en 1989, que selló la caída de los regímenes comunistas en Europa Central y Oriental.

En los últimos años, entre otras cosas, la princesa Margarita se convirtió en presidenta de la Sociedad de la Cruz Roja Rumana, la posición que una vez tuvo su bisabuela, la reina María, leyendaria por su valentía y solidaridad durante la Primera Guerra Mundial, y los miembros de la familia real rumana gradualmente llegaron a ocupar un lugar central dentro de la élite rumana. Además de la pareja real, la princesa María vive en Bucarest.

El sistema de condecoraciones reales revivió, los miembros de la familia real representan al país en varias acciones internacionales oficiales, patrocinan jóvenes talentosos y familias necesitadas, brindan asistencia a los ancianos, y apoyan la cultura, las artes, el deporte, la economía, los medios de comunicación y las escuelas y universidades. Instituciones como el Comité Olímpico y Deportivo de Rumania, del High Royal Patronage, y las federaciones deportivas nacionales, como la liga de rugby, que organizan las Copas Reales.

Margarita y su hermana, la princesa Sofía, fueron los primeros miembros de la familia real en regresar a Rumania, el 18 de enero de 1990. Las dos hijas de Su Majestad el Rey Miguel I fueron recibidas con alegría por algunos rumanos, pero con hostilidad por los miembros de la élite política. Pasaron ocho días en el país, y sus recuerdos de esa época fueron evocados en el discurso que dio Margarita en 2015, cuando Rumania celebró el 25° aniversario del regreso de dinastía a su tierra natal:

Su Majestad el Rey y su madre, la reina Elena, salieron de Rumania la noche del 3 de enero de 1948. Pasaron cuarenta y dos años antes de que pisara suelo rumano el bendito día del 18 de enero de 1990, acompañado por mi hermana, la princesa Sofía. Fue un viaje de retorno, un viaje de integración personal e histórica. Hoy celebramos juntos un cuarto de siglo durante el cual día tras día hemos estado al lado de nuestros compatriotas, y al lado de los más vulnerables de Rumania, sobre todo, continuando el pacto de nuestros antepasados”.

“En 1990, la Rumania más profunda no conocía la Corona, como un niño que nunca ha conocido a sus padres”, agregaba Margarita. “El último cuarto de siglo le ha dado a la Corona el rol de educadora y modelo, en los campos principales de la vida rumana, tal como Carol I nos enseñó. Bajo la dirección del rey Miguel, la Familia Real construyó un edificio social, cultural y educativo, así como una institución real respetada, en un momento en el que ha necesitado modelos, amor, inspiración y ejemplo personal”. «Todos estos años han arraigado a Rumania más firmemente, han vuelto a tejer su identidad y tradiciones desenmarañadas. Hoy en día, la mayoría de los rumanos tienen la Corona con afecto y respeto. Hace un cuarto de siglo, nos detuvieron en la carretera Bucarest-Pitești, con ametralladoras apuntando a la caravana real. Veinte años después, el rey se dirigió al Parlamento de Rumania en sesión solemne ”.

Anuncios

Desde Isabel hasta Ana: Rumania homenajea el estilo de sus reinas con serie de sellos postales

«Las reinas en ocasiones se salieron de las normas de la época, notándose visiblemente con la moda abordada en el extranjero”, destacó la casa real.

Anuncios

Rumania lanzó una serie de sellos postales que conmemoran el estilo de las reinas Isabel (consorte de Carol I), María (esposa de Fernando I), Helena (primera esposa de Carol II) y Ana (consorte de Miguel I, último rey de Rumania”

“Las reglas de vestimenta para las cabezas coronadas son muy estrictas y se utilizan varios materiales para hacerlas, que deben cumplir con los estándares de decencia. Sin embargo, algunas reinas de Rumanía en ocasiones se salieron de las normas de la época, notándose visiblemente con la moda abordada en el extranjero”, explicó la casa real rumana.

Isabel de Wied (1843-1916) a menudo era considerada por familiares o invitados como auténtica y atrevida en su forma de vestir. “Los vestidos de túnica blanca estaban cubiertos no exactamente con joyas reales, sino con grandes fantasías, así como con todo tipo de encajes y bordados inesperados”, dijo la casa real. “Bajo un rico abrigo de piel, la reina vestía una prenda holgada de terciopelo rojo muy oscuro, que parecía más una bata, adornada con bordados jaspeados, en la cintura con un fino cordón de seda, que parecía más bien un sforicică. Llevaba sombreros de ala pequeña con un velo al que sujetaba sus tenazas”.

María de Sajonia-Coburgo (1875-1938) logró imponer su propio estilo de vestir, y en muchas de sus fotografías se la puede ver con atuendos que parecen mucho más ligeros que otros soberanos de la época, pero también más vanguardistas, abordando la moda de la década de 1880. Maria, así como sus hijas, contrataron a famosos diseñadores de moda franceses, como Coco Chanel, Jean Patou, Paul Poiret, Redfern y Cheruite. “Los trajes tradicionales también fueron apreciados por la reina, pero fueron estilizados y modernizados, sin estropear su encanto ni su especificidad”, dijo la casa real.

Helena, primera esposa de Carol II, nunca fue reina consorte debido a que se separó de su esposo, pero su hijo Miguel I la nombró “Reina Madre”. Miembro de la familia real de Grecia, “estaba encantada de promover las auténticas tradiciones rumanas, siendo famosas sus fotografías con trajes típicos en ese momento”, dijo la casa real. Tras la proclamación de Miguel como rey, en 1927 y 1940, secundó a su hijo en elegantes atuendos, según la moda de la época. “La tiara con motivos griegos de la reina Elena fue un accesorio extraordinario, y fue usada con honor en ocasiones especiales”, además, por su nuera Ana y su nieta, la princesa Margarita, actual jefa de la casa real.

Ana de Borbón-Parma (1923-2016) fue discreta tanto en la vida pública como en la vestimenta. “La menor atención de la reina Ana por la moda y los trajes de gala fue heredada de su madre, la princesa Margarita de Dinamarca, quien solía decir: ‘No me visto, me cubro’”, relató la casa real. En una entrevista en 2008, la reina dijo que prefería cuidar la casa, y la idea del protocolo no le atraía. Pero la modestia es la razón por la que la reina Ana omite recordar un período de la Segunda Guerra Mundial, cuando vestía con orgullo y respeto el uniforme de las fuerzas militares francesas libres, siendo condecorada con la Cruz de Guerra Francesa.

Anuncios

Enfoque: A 30 años de su retorno a Rumania, la familia real está dividida y sin herederos

Popular y respetada, la princesa heredera «custodia» la Corona pero no supo reconciliar a su familia.

Por Darío Silva D’Andrea | @dariosilvad

Este mes de enero se cumplieron 30 años desde que la familia real de Rumania volvió desde el exilio a su país después de 42 años de ausencia. Habían pasado apenas unas semanas desde que los revolucionarios ejecutaron públicamente al dictador Nicolau Ceausescu, en 1989, tras lo cual cayó definitivamente el último y más sangrienro régimen comunista de Europa del Este. El retorno de las dos hijas mayores del exiliado rey Miguel I, las princesa Magarita y Sofía, fue el sueño cumplido de la familia real y de miles de rumanos que añoraban la época de la monarquía, derrocada en 1947.

Treinta años después, sin embargo, las cosas no son tan esperanzadoras para la familia real rumana, que reside en el país, tiene un palacio subvencionado por el Estado y cumple funciones oficiales en la estructura constitucional del país a cambio de un estipendio a cargo de los contribuyentes. Fallecida la reina Ana en 2016 y su esposo, el rey Miguel I en 2017 (70 años después de ser obligado a abdicar), la jefatura de la casa real de Hohenzollern quedó a cargo de la mayor de sus hijas, la princesa Margarita, titulada “Su Majestad la Custodia de la Corona Rumana”.

Años antes de morir, el rey Miguel había designado a su nieto, Nicholas Medforth-Mills, como príncipe y presunto heredero de Margarita, quien no tuvo hijos. Desde entonces el joven estuvo inmerso en un proceso de aprendizaje a marchas forzadas para asumir algún día la jefatura de la Casa y se ganó el aprecio de la sociedad rumana. Apenas puso un pie en Rumania, los rumanos lo adoptaron. Nicholas aprendió a hablar a la perfección el idioma y recorrió con su abuelo ciudades, pueblos y aldeas para conocer la situación de los rumanos después de la feroz dictadura comunista. Desde entonces, el joven inició un proceso de aprendizaje a marchas forzadas para asumir algún día la jefatura de la Casa. Bien asesorado por expertos en comunicación política, Nicholas se involucró en numerosos proyectos de carácter humanitario y benéfico, recorriendo Rumanía para darse a conocer y asistiendo a cada vez más actos públicos en representación de su abuelo.

Los monárquicos vieron en él la gran esperanza de la restauración, pero en 2015, sorpresivamente, el rey Miguel firmó un decreto regio por el que su nieto Nicolás perdía el título de príncipe de Rumanía y el tratamiento de Alteza Real, y pasaba a convertirse en un ciudadano más. En el comunicado posterior se insinuaban motivos inquietantes que no han hecho sino avivar toda clase de especulaciones. “La familia real y la sociedad rumana de estos tiempos necesitarán un dirigente bajo el signo de la modestia, bien equilibrado, con firmes principios morales y que siempre piense en el servicio a los demás”.

La prensa rumana se llenó de especulaciones: desde una supuesta homosexualidad, un romance con una asesora a la que obligó a abortar (tema que se comprobó posteriormente que no era cierto) y un posible adicción a los juegos ilegales. Sin que jamás se supieran los motivos de la expulsión, la familia real impidió que Nicolás se despidiera de su abuelo en su lecho de muerte en un incidente que involucró a la policía de Ginebra. Su madre, la princesa Elena, lo acusó públicamente de perturbar la paz de la familia y de actuar con violencia contra los empleados: “No tiene las cualidades necesarias para asumir un puesto en la casa real de Rumania. Mi hijo ha demostrado desprecio por Rumania, su gente y los principios de la casa real”.

“La rápida desintegración de la familia real rumana es bastante alucinante”, dice el historiador Seth B. Leonard en Eurohistory. En 2014, la princesa Irina -tercera hija de Miguel y Ana- y su segundo esposo, John Wesley Walker, fueron condenados a tres años de libertad condicional en los EEUU después de que la justicia local los declarara culpables de operar un negocio de apuestas ilegales y, como parte del acuerdo de culpabilidad, la pareja decidió vender bienes raíces y pagar una fianza de US$ 200.000 para el gobierno. El 29 de octubre del mismo año, el viejo monarca publicó un documento según el cual desbancaba a Irina y a sus hijos de la línea de sucesión y la despojaba de sus títulos reales. Irina no fue invitada por Margarita a los funerales de su madre, dos años después.

En 2018, la princesa Sofía (acompañada de su única hija, Elisabeta-Maria de Roumanie Biarneix), abandonó Francia para volver a Rumania y asumir un papel secundario en casa real, aunque personas allegadas al Palacio Elisabeta aseguran que la joven tiene problemas para adaptarse a la vida en Rumania y desea abandonar el país balcánico para volver a su Suiza natal. Unos meses después, algunos medios rumanos publicaron que su hermana mayor, María, había renunciado a su papel como miembro de la casa real. Por otra parte, la princesa Elena nunca se mudó a Rumania y reside en el Reino Unido. Según Seth B. Leonard, “no ha habido indicios de que Elena alguna vez intente ser parte de la vida pública rumana y a pesar de ser la heredera directa de Margarita, solo aparece en el país para ciertos eventos familiares y, de lo contrario, rara vez viaja a Rumania”.

“Muchos podrían pensar que 2020 ha sido otro annus horribilis para la familia real británica. Podría decirse que 2020 podría ser el último año horrible para la realeza rumana”, opina el historiador. “Si la princesa Margarita se encuentra incapaz de unificar a su familia, es probable que pase a la historia real como un fracaso absoluto como Jefe de una Casa Real”. A sus 68 años y sin descendencia de su matrimonio con el príncipe Radu, Margarita debería “garantizar el futuro de la dinastía”, opina. “En el espíritu de la reconciliación cristiana, es su responsabilidad reunir a sus hermanas, sus sobrinos y sus sobrinas, para que todos puedan esforzarse por perpetuar el legado de los los reyes de Rumania en las generaciones futuras. Margarita de Rumania debe abrazar la máxima ‘el deber primero’. Si Margarita es incapaz de adaptar su comportamiento, entonces su mandato como Jefe de la Casa Real rumana no será considerado amablemente por la historia”, sentenció Leonard.

Una gran mayoría de los rumanos respeta a la princesa Margarita como a una reina, y una buena porción de ellos elegiría convertir al país en una monarquía al estilo británico. Sin embargo, gran parte de los ciudadanos ve con recelo al príncipe Radu, oscura influencia de Margarita tras bastidores y a quien muchos apuntan como el artífice del “destronamiento” de Nicholas por motivos de celos de popularidad. Radu Duda está casado desde 1996 con la princesa y es la “eminencia gris” de la casa real, quien controla la agenda, el patrimonio, el presupuesto, el protocolo y se encarga de mantener el vínculo entre la familia real y el establishment político.

El consorte, con un pasado como actor mediocre en televisión y teatro (y, según algunos, agente del todopoderoso secreto al servicio de Ceaucescu en los años 80), tiene fama de ser extremadamente ambicioso y de no conformarse con el papel de segundón. Los muchos críticos que cosechó Radu Duda en las últimas décadas creen que sus ambiciones llegan al punto de aspirar a ser él el auténtico rey algún día, un rey rumano de sangre rumana y nacido suelo rumano. Sin embargo, le falta algo importante para un rey que desea fundar una dinastía: hijos.

Margarita de Rumania a 30 años de su llegada al país: “Sentí por primera vez que era una persona completa”

Hija del último rey rumano, regresó apenas cayó la Cortina de Hierro para volver a poner a la familia real en el corazón del pueblo.

Sigue leyendo «Margarita de Rumania a 30 años de su llegada al país: “Sentí por primera vez que era una persona completa”»

Rumania cierra heridas del pasado al repatriar los restos de la última reina madre

FOTOS & VIDEOS. La pequeña ciudad de Curtea de Argeş, necrópolis real, albergará a partir de ahora los restos de todos los reyes y reinas que tuvo el país balcánico.

Sigue leyendo «Rumania cierra heridas del pasado al repatriar los restos de la última reina madre»

La vida de la reina Elena, la mano que meció el trono de Rumania en tiempos turbulentos

«Mi vida ha sido triste durante muchos años», lamentó esta princesa griega de destino cruel. Fue la madre del último rey rumano.

Sigue leyendo «La vida de la reina Elena, la mano que meció el trono de Rumania en tiempos turbulentos»

El cuerpo de la reina Elena de Rumania regresará a su tierra para ser sepultado junto a su hijo

Princesa griega que amargo destino, fue un personaje popular e influyente en su país de adopción. Murió en 1982 en Suiza, donde fue sepultada.

Sigue leyendo «El cuerpo de la reina Elena de Rumania regresará a su tierra para ser sepultado junto a su hijo»

El ex príncipe Nicholas de Rumania reconoció la paternidad de una niña de tres años

DESHEREDADO | Con su reconocimiento legal, Iris Anna, de 3 años, es la primera bisnieta del fallecido rey Miguel y su esposa, Ana de Borbón-Parma.

Sigue leyendo «El ex príncipe Nicholas de Rumania reconoció la paternidad de una niña de tres años»

En una ceremonia inédita, el funeral de la reina Ana vestirá de luto a Rumania

Este sábado 13 de agosto, varios miembros de la realeza europea y los representantes de los máximos organismos de la República de Rumania rendirán honores a la reina Ana, la esposa del último rey rumano, Miguel I, fallecida a los 82 años el 1 de agosto. Rumania es una república y la monarquía fue derrocada en 1947, por lo que se tratará de una ocasión inédita. Se trata, además, del primer funeral real celebrado en Bucarest desde la muerte de la reina María (1876-1938), abuela del rey Miguel.

ASÍ SERÁ LA CEREMONIA

A las 11.30, el ataúd con el cuerpo de la reina Ana será colocado en un carruaje en la Plaza del Palacio Real, donde se celebrará una una ceremonia religiosa. Al partir el cortejo fúnebre, sonarán las campanas de las iglesias ortodoxas de los alrededores y la catedral católica de «San José» de Bucarest. Desde allí, el cortejo fúnebre recorrerá diferentes avenidas y plazas de Bucarest rumbo a Curtea de Arges, la ciudad donde son sepultados los miembros de la casa real rumana desde el siglo XIX. Las banderas de los edificios gubernamentales, plazas y escuelas de Rumania ondearán a media asta este sábado, declarado día de duelo nacional por el presidente rumano, Klaus Iohannis.

De acuerdo con el sitio RomaniaRegala.ro, el cortejo no se detendrá, a lo largo del viaje, pero se ralentizará en algunos lugares. El funeral tendrá lugar a las 15.00 horas en la Catedral Nueva de Curtea de Arges en presencia de la familia real y miembros las casas reales extranjeras. El público tendrá acceso sólo al Parque de la Arquidiócesis de Curtea de Arges. La ceremonia será emitida por televisión, aunque el entierro será un momento reservado únicamente a la familia real.

CASAS REALES EN EL FUNERAL

La Casa Real publicó los nombres de los representantes reales que confirmaron su asistencia al último adiós de Ana de Borbon, esposa del exrey Miguel: el príncipe Lorenz de Bélgica, la princesa María Astrid de Luxemburgo con su esposo el Archiduque Christian de Austria, el Gran Duque Max de Baden, el Príncipe Georg Friedrich de Prusia, la gran duquesa María Vladimirovna de Rusia, el príncipe Carlos de Borbón, duque de Parma, (que también representará a la familia real de Holanda), el archiduque Martín de Austria-Este, el archiduque Dominic de Austria, la archiduquesa María Magdalena de Austria (descendiente del rey Fernando de Rumania) y su marido, el barón Hans von Holzhausen, el príncipe Eberhard de Württemberg, la princesa Ana de Ligne y la princesa Tatiana Radziwill. Los funerales se celebrarán en Budapest y Curtea de Arges este sábado 13, declarado dia de duelo nacional por el gobierno rumano.

CAPILLA ARDIENTE EN EL PALACIO DE BUCAREST

 

EL EX PRINCIPE NICOLAE, PRESENTE

Nicholas Medforth-Mills, ex Príncipe de Rumania, participará de los funerales de su abuela. Se trata de la primera vez desde su destitución como príncipe, que el nieto del rey Miguel se une a la Familia Real en un evento. La Casa Real anunció Nicholas estará presente en las ceremonias de este sábado junto a la princesa Margareta, Custodio de la Corona rumana, el príncipe Radu, la princesa Elena y su esposo Alexander Philips Nixon, la Princesa Sofía, la Princesa María y Elizabeth María Biarneix, nieta del rey.

EL REY NO PUEDE ASISTIR POR SU SALUD

Un grupo de cinco médicos de diferentes especiales que tienen a cargo la salud del rey Miguel, le recomendaron no viajar a Rumania para asistir al último adiós de su esposa. Según informó Romania Journal, el exmonarca permanecerá en su residencia de Suiza acompañado por varios amigos cercanos, empleados de la Casa Real y dos monjas ortodoxas que lo asisten. “La decisión fue tomada con gran dolor”, informó en un comunicado la Casa Real rumana. La primogénita del rey había manifestado que el rey y su familia acatarían la voluntad de los médicos. El último soberano de Rumania, derrocado por los soviéticos en 1947, tiene casi 95 años y se retiró de la vida pública en marzo de este año después de haber sido diagnosticado con leucemia crónica y carcinoma epidermoide metastásico.

LA PRINCESA IRINA, OTRA GRAN AUSENTE

Tampoco asistirá la exprincesa Irina, tercera hija de los reyes Miguel y Ana. La propia Irina (quien utiliza el apellido Walker). En octubre de 2014, Irina y su marido, John Wesley Walker, fueron condenados a tres años de libertad condicional. La hija del rey y su marido se declararon culpable de operar un negocio de apuestas ilegales y, como parte del acuerdo de culpabilidad, la pareja decidió vender bienes raíces y pagar una fianza de US$ 200.000 para el gobierno. El 29 de octubre del mismo año, el rey Miguel publicó un documento según el cual desbancaba a Irina y a sus hijos de la línea de sucesión y la despojaba de sus títulos.

CORONAS REALES estará cubriendo el evento a través de Twitter y Facebook

Quién es quién en la Familia Real de Rumania

En marzo de este año, una grave enfermedad obligó al ex rey Miguel I de Rumania a ceder la jefatura de la Casa Real a su hija mayor, la princesa Margarita. A pesar de que la monarquía fue abolida en Rumania hace 69 años, esta semana la familia real será el centro de la atención en las solemnes ceremonias fúnebres de la esposa del rey, Ana de Borbón-Parma, fallecida a los 92 años el pasado 1 de agosto en Suiza. En esta nota, repasamos la vida de cada uno de los miembros de la familia real.

Miguel I, el último Rey

Nacido en 1921, fue el único hijo de Carol II de Rumania y Helena de Grecia. En su juventud, gozó de la compañía de sus primos Pedro II de Yugoslavia y Felipe, el esposo de la reina de Inglaterra. Reinó entre 1927 y 1930, siendo apenas un niño, tras la muerte de su abuelo, Fernando I, y la abdicación obligada de su padre. Carol huyó temporalmente del país con su amante Elena Lupescu pero regresó al país y reinó entre 1930 y 1940. De regreso en el trono en 1940, el reinado de Miguel I se vio truncado por el triunfo del régimen comunista tras la Segunda Guerra Mundial. La familia real se vio obligada a exiliarse y Miguel I no pudo volver a su país hasta los años 90. En 1948 contrajo matrimonio con la princesa Ana de Borbón-Parma, hija de René de Borbón y Margarita de Dinamarca.

Margarita, la Custodia de la Corona

BODA DE LA PRINCESA VICTORIA DE SUECIA Y DANIEL WESTLING

Nacida en 1949, es la primera hija del rey Miguel y la reina Ana. Su padrino de bautismo fue el príncipe Felipe de Inglaterra. Recibió su nombre en honor a su abuela, la princesa Margarita de Dinamarca (1895-1992). Margarita nació en Lausana, estudió en internados suizos y cursó Derecho Internacional, Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad de Edimburgo. Fue en 1990 cuando pudo pisar por primera vez su país. En 2007 el rey Miguel la designó como heredera del Trono con los títulos de «Princesa Heredera de Rumanía» y «Custodia de la Corona Rumana». En 2016, el rey le cedió la jefatura de la dinastía. Si la monarquía se restaurara en Rumania, Margarita sería la primera reina.

Príncipe Radu

En 1996 la princesa Margarita contrajo matrimonio con Radu Duda. Nacido en Iasi, noreste de Rumania, en 1960, Radu es hijo de médicos y trabajó como actor en televisión, cine y teatro. Acusado de haber colaborado con la Securitate del fallecido dictador Nicolae Ceausescu, es también coronel del Ejército Rumano, obtuvo el título de doctor en Ciencias Militares y ha sido en el pasado representante especial internacional de varios gobiernos de su país.

Princesa Elena

elena

Nacida en 1950, es la segunda hija de los reyes Miguel y Ana. Recibió su nombre en honor a su abuela y madrina de bautismo, la princesa Helena de Grecia (1896-1982). La princesa y sus hermanas conocieron Rumania a principios de los años 90, luego de la Revolución que derrocó al dictador comunista Nicolae Ceausescu. En 1983 se casó con el profesor británico Robin Medforth-Mills (1942–2002) , de prestigioso abolengo británico, en la Iglesia Ortodoxa Griega de Lausanna. El matrimonio tuvo dos hijos, Nicholas y Karina, y terminó abruptamente en divorcio en 1991, mientras que Robin falleció súbitamente víctima de un ataque al corazón en el aeropuerto suizo de Cornavin el 2 de febrero de 2002. Tras su separación, la princesa Helena contrajo segundas nupcias en 1998 con el también británico Alexander Nixon McAteer. Elena ocupa el segundo lugar en la sucesión a la Corona rumana y su segunda hija.

Nicolae Medforth-Mills, ex Príncipe de Rumania

232-940x626

Nacido en Meyrin, cerca de Ginebra, en 1985, fue el primer nieto del rey Miguel, hijo de la Princesa Elena. En 2010, el rey le otorgó a Nicholas el título de Príncipe de Rumania y lo ubicó como presunto heredero de la Corona. Desde entonces el joven estuvo inmerso en un proceso de aprendizaje a marchas forzadas para asumir algún día la jefatura de la Casa y se ganó el aprecio de la sociedad rumana. En 2015, sorpresivamente, el rey Miguel firmó un decreto regio por el que su nieto Nicolás perdía el título de príncipe de Rumanía y el tratamiento de Alteza Real, y pasaba a convertirse en un ciudadano más. En el comunicado posterior se insinuaban motivos inquietantes que no han hecho sino avivar toda clase de especulaciones. «La familia real y la sociedad rumana de estos tiempos necesitarán un dirigente bajo el signo de la modestia, bien equilibrado, con firmes principios morales y que siempre piense en el servicio a los demás». La prensa rumana se llenó de especulaciones: desde una supuesta homosexualidad, un romance con una asesora a la que obligó a abortar y un posible adicción a los juegos ilegales. La pérdida de los derechos sucesorios del ya expríncipe dejó un escenario muy complicado a la Corona, dado que el rey Miguel no tiene hijos varones y la princesa Margarita, no tiene hijos.

Irina Walker, ex Princesa de Rumania

Nacida en 1953, Irina es la tercera hija del rey Miguel y la reina Ana. En 1983 contrajo matrimonio con John Kreuger, de quien se divorció. Sus dos hijos, Michael y Angelica, nacieron y se educaron en los Estados Unidos. En octubre de 2014, Irina y su segundo esposo, John Wesley Walker, fueron condenados a tres años de libertad condicional. La hija del rey y su marido se declararon culpable de operar un negocio de apuestas ilegales y, como parte del acuerdo de culpabilidad, la pareja decidió vender bienes raíces y pagar una fianza de US$ 200.000 para el gobierno. El 29 de octubre del mismo año, el rey Miguel publicó un documento según el cual desbancaba a Irina y a sus hijos de la línea de sucesión y la despojaba de sus títulos reales.

Princesa Sofía

Nacida en Atenas en 1957, Sofía es la cuarta hija de los reyes Miguel y Ana. En 1998, contra la voluntad de su padre, contrajo nupcias con un aristócrata francés de dudoso abolengo, llamado Alain Michel Léonce Biarneix, que gustaba de utilizar el seudónimo de «Conde de Laufenborg». Tuvieron una hija, Elisabeth Biarneix, en 1999. En enero de 1990 la princesa Sofía, que entonces terminaba sus estudios de arte en Washington DC, acompañó a su hermana Margarita en el primer viaje a Rumania.

Princesa Maria

La menor de las hijas de los reyes Miguel y Ana nació en Hellerp, Dinamarca, en 1964. Recibió su nombre en honor de su bisabuela, la princesa María de Inglaterra (1876-1938), que fue la reina consorte más querida de Rumania. En septiembre de 1995 contrajo matrimonio en Nueva York con Casimir Mystkowski, un polaco católico. La pareja residió en aquella ciudad, donde Mystkowski era analista de sistemas, pero se divorció en el año 2002. La pareja no tuvo hijos.