El tío de Isabel II de Inglaterra fue asesinado durante sus vacaciones el 27 de agosto de 1979 por el Ejército Republicano Irlandés.
Artículo publicado originalmente el 27 de agosto de 2019 y actualizado el 16 de noviembre de 2020.
Lord Louis Mountbatten se encontraba navegando en su yate en aguas de la República de Irlanda, a unos 22 kilómetros de la frontera con el Ulster. El paseo formaba parte de una actividad familiar, en medio de las vacaciones anuales que el conde pasaba en Mullagmore.
De repente, una explosión, que se cree activada por un aparato de relojería, voló la pequeña embarcación, matando al conde y a su nieto, Nicholas Knatchbull, de 14 años y un niño de nacionalidad irlandesa, Paul Maxwell, de 15 años. Los restantes ocupantes del yate, Lady Patricia –hija del conde–, su esposo Lord Brabourne y su hijo Timothy, quedaron gravemente heridos. Lady Brabourne, suegra de lady Patricia, resultó herida y falleció al poco tiempo. Por primera vez en la historia, la familia real británica era víctima de las acciones terroristas del Ejército Republicano Irlandés (IRA).


Lord Mountbatten llevaba 30 años veraneando en su castillo de Mullaghmore. Cuando la Garda, la policía irlandesa, le comentó que corría peligro allí, despreció el consejo con un “estoy acostumbrado a dar órdenes, no a recibirlas”. La policía irlandesa dijo que la explosión se produjo alrededor de cinco minutos después de que lord Mountbatten abandonase el puerto de Mullagmore y pudo verse desde la playa.
En pocos minutos, una flotilla de pequeñas embarcaciones se dirigió al lugar para intentar rescatar a los supervivientes mientras el el lrish National Liberation Army (IRA) se adjudicaba la responsabilidad del atentado. Mountbatten, un elegante héroe de las dos guerra mundiales, último Virrey de la India, ex jefe del Estado Mayor de la Defensa, estaba vivo pero la bomba le había arrancado las dos piernas. Segundos más tarde, un bote llegó a la playa pero el conde ya estaba muerto.
«El tumulto y la algarabía desaparecen: los capitanes y los reyes se van»
La sobrina de Mountbatten, Isabel II, dijo sentirse “profundamente conmovida” por la tragedia, pero las palabras dicen poco con respecto a la pérdida del más poderoso consejero que tuvo la familia real británica durante décadas. En el funeral en la Abadía de Westminster, siguiendo los deseos del conde, el coro cantó el himno fúnebre de Rudyard Kipling, íntimamente ligado al sentimiento de imperialista compartido por muchos británicos, y que concluye un verso que dice “El tumulto y la algarabía desaparecen: los capitanes y los reyes se van”.
El príncipe Carlos, que adoraba a Lord Louis como a un abuelo, hizo una lectura de los Salmos en la que se recuerda a aquellos que se hunden en la mar con sus barcos. El arzobispo de Canterbury, Donaid Coggan, describió al difunto como un “hombre excepcional”, y destacó su “dedicación a la causa de la libertad y de la justicia, su servicio a los pueblos del sudeste asiático y a la India en un período crítico de su historia”.


Dos mil personas se congregaron en Westminster y decenas de miles contemplaron en silencio el cortejo fúnebre cuando cruzaba algunas de las calles más céntricas de Londres. El ataúd, sobre un armón de artillería y cubierto con la bandera británica, fue escoltado por fuerzas armadas de Birmania, India, Estados Unidos, Francia y Canadá, junto con las británicas.
El mismo lord Mountbatten, como buen caballero inglés, había planeado su propio funeral poniendo en ello toda la meticulosa precisión que desplegara en su larga carrera de servicios como líder militar, diplomático y gobernante. El conde también redactó la lista de quienes deberían encontrarse en el funeral, no mucho antes de su muerte, y no incluyó a ninguna representación de Japón. Lord Louis, rehusó perdonar y olvidar a su enemigo de los tiempos de guerra.
Bisnieto de la reina Victoria, consejero de reyes
Mountbatten, quien en el momento de su nacimiento fue el príncipe Louis de Battenberg, fue uno de los personajes más poderosos e influyentes de la familia real británica a lo largo de más de seis décadas. Nacido el 25 de julio de 1900, fue el hijo del príncipe Ludwig-Alexander de Battenberg, de sangre alemana, y la princesa Victoria de Hesse, una de las nietas de la reina Victoria de Inglaterra. La matriarca de la inmensa familia real, que extendía sus lazos a todas las casas reales de Europa, asistió al bautismo de ese nuevo bisnieto, cuya escasa sangre azul y escasa fortuna familiar, no dejaban entrever un futuro exitoso dentro del Establishment británico.


En 1917, Ludwig-Alexander de Battenberg, que se había naturalizado como súbdito británico, renunció a su título principesco y asumió el apellido Mountbatten (la conversión de Battenberg al inglés), como consecuencia de la Primera Guerra Mundial. Figura importantísima en la Armada Británica, el cambio de apellido lo hizo a pedido de su primo, el rey Jorge V, quien también trocado el nombre familiar de Sajonia-Coburgo-Gotha por el de Windsor. Al renunciar su padre a su nombre y títulos, Luis se convirtió en Lord Luis Mountbatten, y en octubre de 1947 recibió de parte de Jorge VI los títulos de Conde Mountbatten de Birmania y Barón de Romsey.
Además de los vericuetos dinásticos, la historia de Lord Mountbatten es fascinante: luchó como guardiamarina en la famosa y decisiva batalla de Jutlandia de la Primera Guerra Mundial, fue un héroe de la Segunda, firmando la expulsión de los japoneses de Birmania y Singapur, vivió en primera persona la desintegración del Imperio Británico, siendo el último virrey de la India y durante nueve meses el primer jefe del flamante Estado. En el plano cortesano, ejerció toda la presión en su amigo, Eduardo VIII, para lograr que cancelara su escandaloso matrimonio con Wallis Simpson y no pudo evitar su abdicación. Además, urdió un encuentro “casual” de su sobrino Felipe con la joven princesa Isabel, cuando ella tenía 13 años, soñando con una próxima boda.
Lord Louis también era primo de Victoria Eugenia de Battenberg, reina de España por su matrimonio con Alfonso XIII, y sobrino de la última zarina de Rusia, Alejandra Feodorovna: la muerte de la abuela de ambos, la princesa Alicia de Inglaterra, la ejecución de la zarina y su familia, el penoso destino de la reina de España y otras muertes traumáticas a lo largo del siglo XX, como la de Mountbatten, hacen imaginar que esta rama de la monarquía británica estaba marcada por el infortunio.


Tras enamorarse de su prima, la gran duquesa María Nikolaievna, hija del zar Nicolás II y de Alejandra, el conde se casó con una rica mujer de la alta sociedad inglesa, Edwina Ashley, rica hija y heredera de un banquero judío y una de las mujeres más elegantes de su tiempo, con quien tuvo dos hijas: lady Patricia y lady Pamela. Una de las hermanas de Mountbatten, la princesa Luisa de Battenberg, contrajo matrimonio con el rey Gustavo VI Adolfo de Suecia, mientras otra, la princesa Alicia, se casó a principios del siglo XX con el príncipe Andrés de Grecia.
De este último matrimonio nació en 1921 el príncipe Felipe, futuro duque de Edimburgo, quien en 1947, al anunciarse su compromiso con la futura reina Isabel II renunció a sus derechos al trono de Grecia y se convirtió en un súbdito británico tomando el apellido de su tío, Mountbatten. La boda de su amado sobrino con Isabel fue el máximo orgullo del conde, quien brindó por el nacimiento de la “Dinastía Mountbatten” en el trono británico.
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