El día que dispararon a la reina Isabel II en las calles de Londres

Los extraordinarios eventos ocurrieron el 13 de junio de 1981 y comenzaron con la reina Isabel II encabezando la procesión ceremonial a lo largo de The Mall a caballo. En un instante, Marcus Sarjeant, un joven de 17 años de la ciudad de Kent oculto entre la multitud que vitoreaba a la reina, apuntó con una pistola directamente hacia ella, disparando seis cartuchos de fogueo antes de que la policía lo tirara al suelo.

La reina mantuvo una calma sobrenatural, ofreciendo a su caballo Birmano de 19 años una palmadita tranquilizadora antes de montar “tan fresca como un pepino, como si nada hubiera pasado”, según recordó su ex guardia Alec Galloway. Los informes de la BBC en ese momento dijeron que la monarca “parecía conmocionada por el episodio, pero pronto recuperó la compostura”.

Alec Galloway, entonces de 37 años, y un cabo Lance de la Guardia Escocesa estaban en el lugar. “Escuché unos seis disparos que sabía que estaban cerca de mí. Miré a mi alrededor a la derecha y vi a un pistolero apuntando directamente a la Reina y los disparos se dispararon. Todo sucedió muy rápido. Todo lo que quería hacer era agarrar a este hombre por el pelo y tirar de él por encima de la barrera. Sentí mucha ira cuando lo alcancé. Usé todas mis fuerzas para tirar de él sobre la barrera y tirar la pistola al suelo”, relató.

“Un Joven de 17 años disparó seis balas de fogueo contra la reina de Inglaterra cuando la soberana se dirigía a caballo a la ceremonia de la presentación de la bandera, conocida como el Trooping the colour, que desde 1755 se celebra anualmente en la explanada de Horse Guards, en uno de los confines de St. James’s Park, muy cerca de Downing Street».

«La pistola utilizada por Marcus Simon Serjeant, residente en Folkestone, sur de Ingleterra, no era ni auténtica ni tampoco un juguete. La policía ha descrito el arma como ‘una buena réplica’ que pudo disparar seis balas de fogueo fingiendo seis disparos reales”, informó entonces la prensa.

El relato de los periódicos de la época continúa: “La reina se asustó. Su semblante quedó demudado por unos segundos. Se volvió hacia atrás para mirar a su marido, el príncipe Felipe, y a su hijo, el príncipe Carlos, que montaban sendos caballos a una corta distancia. Pocos minutos antes habían desfilado en carrozas abiertas la reina madre y lady Diana Spencer, acompañada en el carruaje regio por el príncipe Andrés (…).

«El caballo de su majestad, un ejemplar birmano de 19 años, rompió el ritmo de su marcha y saltó un poco alocadamente mientras la reina, a juzgar por los testigos presenciales, se volvió pálida. Superado el susto inicial la soberana, montando de lado, tomó las riendas con las dos manos y consiguió sujetar al caballo. Más de una docena de ‘bobbies’ (soldados) cruzaron la marcha real montada para avalanzarse hacia donde se encontraba el pistolero. Un miembro de la escolta de su majestad rompió el protocolo y se interpuso entre Isabel II y el público que acudió a contemplar el festejo en el primer día primaveral y caluroso del año”.

Tres meses después del tiroteo, el 14 de septiembre de 1981, Sarjeant fue acusado en virtud de la Ley de traición de 1848 y encarcelado durante cinco años. Sarjeant, según quienes le conocieron, era un joven tranquilo y muy activo en la sociedad. Sus pasatiempos incluían coleccionar sellos y mariposas y se decía que tenía un póster de Charles y Diana en la pared de su habitación.

Sus amigos lo describieron además como un hombre tímido, solitario y obsesionado con los asesinatos del presidente John F. Kennedy y John Lennon, el adolescente había escrito en su diario: “Voy a aturdir y desconcertar al mundo entero con nada más que un arma: me convertiré en el más adolescente famoso en el mundo”.

Reflexionando sobre el incidente durante un documental de la BBC de 2016, el príncipe Carlos, quien cabalgaba junto a su madre ese día, dijo: “Es una amazona maravillosa; tiene un trato maravillosa con los caballos. Está hecha de material fuerte, ya sabes”.

Como hacía desde su cumpleaños 17, la reina continuó liderando el desfile con su amado caballo hasta que murió en 1986, año en que no volvió a montar en la ceremonia. En cuanto a Sarjeant, fue puesto en libertad en octubre de 1984 a la edad de 20 años y se le dio una nueva identidad. Escribió cartas a la reina desde la prisión para disculparse, pero nunca recibió una respuesta.

El rey bipolar: por qué Jorge III apenas aparece en la nueva serie “Bridgerton”

La nueva y adictiva serie de Netflix, «Bridgerton», retrata a la Inglaterra del período de Regencia, a principios del siglo XIX, como un patio de recreo indulgente para los miembros de la sociedad, impulsado por «mamás ambiciosas», jóvenes debutantes y chismes anónimos de la nobleza.

Aunque Chris Van Dusen, el creador del programa, tergiversó la historia mientras creaba el universo pintado en colores pastel, sí incorporó la misteriosa enfermedad del rey Jorge III. Pero el monarca, apodado históricamente como el «Rey loco», apenas aparece en la pantalla y, cuando lo hace, encarnado por el actor James Fleet, muestra un comportamiento maníaco. «¿Dónde diablos lo tienen?», se pregunta el ficticio príncipe Friedrich en el capítulo tres.

La enfermedad de Jorge III es un enigma en «Bridgerton», que centra su historia en la reina Carlota, interpretada por la actriz negra Golda Rosheuvel. En declaraciones a Insider, la actriz dijo que tomaron en cuenta las teorías de los historiadores de que Jorge III tenía trastorno bipolar y porfiria, un trastorno genético de la sangre que puede causar confusión, alucinaciones y paranoia.

«En aquel entonces, en el siglo XIX, no habrían sabido qué era el trastorno bipolar», señaló Rosheuvel sobre el trastorno mental que está marcado por cambios extremos de humor. «Lo desconocido de eso sería aterrador, creo. Los arrebatos serían aterradores». La actriz siente que hay una “importancia real” en mostrar la dinámica de la realeza para que los espectadores comprendan mejor a la reina consorte.

En público, es muy lujosa. Es muy divertida. Es muy traviesa. Es muy real. Hay una posición de poder. En privado, creo que la ves como un ser humano real que ama desesperadamente, desesperadamente, desesperadamente a su esposo y tiene que lidiar con lo desconocido”, dijo Rosheuvel. “Ella es un personaje completo”, agregó.

Durante la mayoría de las escenas de Carlota, ella domina la vida social de la nobleza inglesa, urde alianzas, se sumerge en las intrigas reflejadas en los periódicos de sociedad de Londres. Solo en el capítulo cinco, la reina comparte una interacción con el rey durante la cena. Carlota le dice a su esposo que tanto ella como sus súbditos lo «extrañan», y él reacciona con confusión, explicando que está justo frente a ella.

Cuando Jorge III pregunta por su hija, Amelia, Carlota le recuerda gentilmente que murió varios años antes. (En la vida real, la princesa Amelia, que supuestamente era la hija favorita del rey, murió siendo muy joven después de contraer tuberculosis). El rey, en un ataque de locura, arroja su plato al suelo y acusa a Carlota de haber matado a Amelia.

«Esa fue la primera escena que hice con él», dijo Rosheuvel a Insider, refiriéndose a su coprotagonista. «Antes, habían sido bailes y fiestas de té. Era la primera vez que podía mostrar su lado íntimo y su lado privado y estaba muy emocionada de que la gente lo viera».

La reina Carlota de la vida real nació como la duquesa Sofía Carlota de Mecklenburg-Strelitz de un duque y una princesa alemanes en 1744. Se convirtió en reina de Gran Bretaña después de casarse con el rey Jorge III en Londres en septiembre de 1761. La joven real tenía 17 años en ese momento, mientras su esposo tenía 23 años, casándose solo seis horas después de haberse conocido.

La verdadera reina Carlota dio a luz a 15 niños, de los cuales 13 sobrevivieron hasta la edad adulta. Su hija menor, la mencionada princesa Amelia, murió a los 27 años en 1810, solo tres años antes de la fecha en que está ambientada “Bridgerton”. Sin embargo, sus hijos 13 y 14, el príncipe Octavio y el príncipe Alfredo, murieron a los cuatro y dos años respectivamente.

Aunque la serie de Netflix muestra a la reina como una mujer majestuosa e imperturbable, la verdadera reina sufrió mucho con el progresivo declive del estado mental de su esposo. Los primeros años de matrimonio fueron de una gran felicidad, pero el primer “ataque de enfermedad mental” se mantuvo oculto de la reina en 1788, cuando Jorge III experimentó un episodio maníaco de meses que lo dejó incapaz de cumplir con sus deberes reales.

Este fue el primero de cuatro períodos de enfermedad a lo largo de los siguientes 32 años que le valieron el apodo de «Rey Loco» y fracturó permanentemente la estrecha relación entre él y su esposa. El rey sucumbió a la demencia en 1811, lo que significó que su hijo mayor Jorge, Príncipe de Gales, se convirtiera en Regente hasta la muerte de su padre en 1820. Carlota fue leal a su marido y actuó como su tutora y guardiana de sus intereses hasta su propia muerte en 1818.

Durante años se teorizó que un trastorno sanguíneo genético llamado porfiria causaba el declive mental del rey Jorge III. Esta idea está representada en la película nominada al Oscar de 1994, La locura del rey Jorge, protagonizada por Helen Mirren y Nigel Hawthorne. Pero investigaciones modernas rechazaron este diagnóstico, y un documental de la BBC en 2013 reveló que los médicos encontraron que muchos de los síntomas del rey imitaban a alguien que «experimentaba la fase maníaca de enfermedades psiquiátricas como el trastorno bipolar«.

Bridgerton: una actriz negra interpreta a la reina Carlota de Inglaterra en la nueva serie de Netflix

Historiadores critican la puesta en escena del drama “Bridgerton”, que muestra los rasgos africanos de la esposa de Jorge III. ¿Por qué?

Una nueva serie histórica del gigante del streaming Netflix Inc. podría despertar la crítica de los historiadores al retratar a la reina Carlota (1744-1818), consorte del rey Jorge III, como una mujer negra y de rasgos africanos. Golda Rosheuvel, de 49 años, interpreta a la reina en “Bridgerton”, un drama ambientado en el período de la Regencia a principios del siglo XIX.

La autor de los libros que inspiraron el nuevo drama de Netflix, Julia Quinn, respaldó la decisión de elegir a la esposa del rey Jorge III como negra recordando que “muchos historiadores” creen que Carlota tenía “algunos antecedentes africanos”.

Hablando en una entrevista con The Times, Quinn dijo: “Muchos historiadores creen que ella tenía algunos antecedentes africanos. Es un punto muy debatido y no podemos realizarle una prueba de ADN, así que no creo que jamás haya una respuesta definitiva”.

Carlota de Mecklemburg-Strelitz (1744-1818) fue la esposa de Jorge III.

La teoría de que Carlota de Mecklemburg-Strelitz, que nació en una familia aristocrática alemana, tenía ascendencia africana se basa en parte en cómo luce en algunos retratos. También genealogistas han afirmado que era descendiente de una amante del rey portugués Alfonso III del siglo XIII, que pudo haber llegado del norte de África.

Sin embargo, los historiadores son escépticos de la teoría sobre Carlota, quien se convirtió en reina consorte en 1761 después de su matrimonio con Jorge III, haya tenido apariencia africana. La historiadora Kate Williams dijo anteriormente que “si clasificamos a Carlota como negra” debido a la supuesta herencia lejana, “entonces, ergo, la reina Victoria y toda nuestra familia real, hasta el príncipe Harry, también son negros”.

La serie Bridgerton está ambientada en la Inglaterra de la Regencia, el período de principios del siglo XIX cuando el rey Jorge III estaba sumergido en una enfermedad mental y no podía reinar, por lo que su hijo, el príncipe de Gales, gobernó como príncipe regente.

La serie Bridgerton está ambientada en la Inglaterra de la Regencia, a principios del siglo XIX.

¿Quién era la reina Carlota y por qué algunos afirman que era de ascendencia africana?

Charlotte de Mecklenburg-Strelitz nació el 19 de mayo de 1744 como la hija menor del duque Carlos Luis Federico de Mecklemburgo y su esposa, la princesa Isabel Albertina de Sajonia-Hildburghausen. Mecklenburg-Strelitz era un ducado en lo que hoy es el norte de Alemania, pero en ese entonces formaba parte del Sacro Imperio Romano.

La idea de que la consorte era negra fue en parte popularizada por el historiador Mario de Valdés y Cocom, cuya teoría se basa en parte en algunos retratos de Carlota que, según algunos, muestran que tenía rasgos africanos estereotipados.

El historiador afirmó que Carlota era descendiente lejana de una rama negra de la familia real portuguesa y la relaciona con Margarita de Castro e Souza, una noble portuguesa del siglo XV cuya propia ascendencia se remonta al rey Alfonso III del siglo XIII y su amante Madragana.

Carlota fue madre de los sucesivos reyes Jorge IV y Guillermo IV.

Valdés afirmó que Madragana era mora y, por lo tanto, de raza africana negra. Refiriéndose al retrato de Carlota realizado por Sir Allan Ramsay, escribió que tenía “características negroides” a pesar de que “se esperaba que los artistas de ese período minimizaran, suavizaran o incluso borraran los rasgos ‘indeseables’ del rostro de un sujeto”.

“Pero Sir Allan Ramsay fue el artista responsable de la mayoría de las pinturas de la reina, y sus representaciones de ella fueron las más decididamente africanas de todos sus retratos”, dijo el historiador, quien sugiere que el artista era un activista contra la esclavitud que pudo haber enfatizado las verdaderas “características africanas” de Charlotte por razones políticas.

Desmond Shawe-Taylor, consejero de arte de la colección real, dijo anteriormente sobre el mismo retrato: “Para ser honesto, no puedo verlo. Tenemos una versión del mismo retrato. Lo miro con bastante frecuencia y nunca se me ha ocurrido que tenga rasgos africanos de ningún tipo. Parece que la ascendencia está ahí y no es imposible que se refleje en sus rasgos, pero no puedo verlo”.

Citado por el Daily Mail, Shawe-Taylor agregó que ninguna de las caricaturas de la reina Carlota que se encuentran en el Museo Británico la muestra como africana y que probablemente lo hubieran hecho si ella fuera “visiblemente” de ascendencia africana.

La reina Carlota fue madre de los sucesivos reyes Jorge IV y Guillermo IV, y murió el 17 de noviembre de 1818, un año antes del nacimiento de su nieta, la futura reina Victoria.

Intruso en palacio: la reina estaba «más preocupada por la sangre en sus sábanas que por su seguridad», dice ex mayordomo real

La reina Isabel II de Gran Bretaña estaba “más preocupada por la sangre en sus sábanas que por su propia seguridad” cuando el ciudadano Michael Fagan irrumpió en su habitación del Palacio de Buckingham en julio de 1982, afirmó Paul Burrell, quien sirvió como lacayo de la reina y más tarde como mayordomo de la princesa Diana durante 10 años.

En declaraciones al Channel 4, Burrell se refirió al momento en que Fagan, entonces de 33 años, escaló la pared del palacio por segunda vez en dos meses, se deslizó por una tubería de desagüe y trepó por una ventana abierta.

“La reina dijo: ‘Estaba profundamente dormida y de repente escuché a alguien entrar en mi habitación. Sentí presión en mi cama, alguien se sentó en la cama’”, relató Burrell.

“Ella dijo: ‘Pensé que era Peggy que venía a despertarme, pero Peggy no se sienta en mi cama. Encendí la luz y hay un hombre que está agarrando un cenicero roto y sangraba en mis sábanas’. Estaba más preocupada por que se estropearan las sábanas que por su propia seguridad. Práctica la reina”, relató el exmayordomo.

El exempleado de Buckingham continuó su relato: “Ella dijo: ‘Apreté el botón y, finalmente, vino el policía y se lo llevó’ Yo dije: ‘¿Por qué estaba allí?’ y la reina respondió: ‘Le pregunté eso y me dijo que vendría a hablarme de su esposa’. Ella le dijo: ‘¡No creo que seas la persona con la que deberías hablar eso!’”

The Crown: llegada de Diana a la temporada 4 augura más dolor para los príncipes Guillermo y Harry

La princesa de Gales “regresará” al palacio de Buckingham en la temporada 4 de la aclamada serie personificada por la actriz Emma Corrin.

Veintitrés años después de su trágica muerte, la princesa Diana hace su entrada en la familia real británica… en la esperada cuarta temporada de la serie «The Crown», que Netflix estrena el domingo de la mano de un personaje todavía controvertido. Una actriz hasta ahora desconocida de 24 años, Emma Corrin, protagonizará a la joven Diana, imitando su voz suave y su mirada tímida bajo un espeso flequillo. Interpretarla representa «mucha presión», reconoció Corrin al diario Sunday Times.

Ambientada en 1980, en la serie Diana aparece como una adolescente ingenua y luego como una prometida solitaria, que mata el aburrimiento patinando en los pasillos del Palacio de Buckingham. Una vez casada, es víctima de la angustia y la bulimia. Acababa de cumplir 20 años cuando en 1981 contrajo matrimonio con un príncipe Carlos de más de 30, heredero al trono presionado para encontrar esposa. El hijo mayor de Isabel II aceptó casarse con Diana, pero siguió enamorado de su novia de juventud, Camilla. 

Retratado en temporadas anteriores como un joven sensible e incomprendido, Carlos se convierte en un marido frío e infiel, que reprocha la «fragilidad» de su joven esposa. Carlos «fue probablemente un poco insensible a veces, pero no creo que haya sido nunca arrogante o indiferente, creo que realmente trató de hacer funcionar su matrimonio», dijo Penny Junor, autora de la biografía «Carlos, víctima o villano«.

Por su parte, Diana era una chica «muy afectada» por su infancia: «su madre se fue de casa cuando tenía seis años y creció sin sentirse amada ni deseada», explicó Junor. La ruptura de su relación, con un telón de fondo de infidelidades, y una entrevista que dio a la BBC provocaron un escándalo que aún hoy sigue causando revuelo. En ella, la princesa dijo: «Éramos tres en este matrimonio, es demasiada gente».

En opinión de Junor, la princesa «quería hacer daño a Carlos, pero también era una mujer muy frágil». «Creo que mucha gente la explotó para sus propios fines, incluyendo la BBC», afirmó la biógrafa en declaraciones a la agencia AFP. Pero la incursión del personaje de Diana de Gales a la serie británica también abrirá la puerta a más dolor para sus hijos, los príncipes Guillermo y Enrique, especialmente el menor, quien tenía 12 años cuando su madre murió, y dijo en 2017 que la pérdida de su madre tuvo “un efecto bastante grave no solo en mi vida personal sino también en mi trabajo”.

“Después de su muerte, suplicaron a la gente que dejara descansar a su madre en paz porque les resultaba increíblemente perturbador”, dijo Penny Junor en una entrevista con Reuters. “Creo que ha sido increíblemente duro para ellos. Quizá simplemente bajen las persianas y no lo miren y puedan cerrar sus oídos a todo, no lo sé. Pero realmente lo siento por ellos”, agregó. Nick Bullen, editor jefe de True Royalty TV, dijo que para muchos jóvenes Diana “es un personaje de la historia”. Y agregó: “No me gustaría ver el casamiento de mis padres en televisión”.

Éxito de público y crítica, The Crown, cuya primera temporada se emitió en 2016, ha ganado varios premios, entre ellos tres Globos de Oro y diez Emmy, los galardones  de la televisión estadounidense. Setenta y tres millones de hogares en todo el mundo han visto al menos parte de la serie, afirmó en enero Ted Sarandos, director de contenidos de Netflix.

La reina volverá a ser interpretada por Olivia Colman, ganadora del Óscar a la mejor actriz por «La favorita» en 2019, mientras estadounidense Gillian Anderson, famosa por «Expediente X», da vida a la inflexible Margaret Thatcher, la primera jefa del gobierno británico, en una temporada muy ampliamente protagonizada por las mujeres.

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The Crown, temporada 4: el destino de las primas de Isabel II que fueron encerradas en un manicomio

Sin amor, descuidadas, desatendidas y declaradas muertas: Nerissa y Katherine Bowes-Lyon constituyeron la máxima vergüenza de la familia materna de la reina.

La serie de Netflix “The Crown” pone una mirada más crítica sobre la familia real británica en su cuarta temporada. Dos nuevas personalidades prominentes, la princesa Diana de Gales y la primera ministra Margaret Thatcher, son puestas en el centro de la escena y el trato que reciben de parte de la familia real promete sorprender a los televidentes. Pero quizás la historia más vergonzosa de la serie escrita por Peter Morgan se presentará en el episodio que cuenta la historia de Nerissa y Katherine Bowes-Lyon.

La tercera y quinta hijas de John y Fenella Bowes-Lyon, siendo John el hermano mayor de la reina Isabel, reina madre, nacieron con graves discapacidades del desarrollo. Ninguna de ellas aprendió a hablar y su diagnóstico médico revela las actitudes contemporáneas hacia tales condiciones: oficialmente, eran “imbéciles”. En 1941, cuando Nerissa tenía 22 años y Katherine 15, la familia las internó en el Royal Earlswood Hospital, en Redhill, Surrey, aparentemente por consejo médico. Tres de sus primas, Idonea, Rosemary y Ethelreda, los hijos de la hermana de Fenella, quedaron igualmente discapacitadas y fueron enviadas al mismo hospital.

Nerissa Bowes-Lyon

Earlswood fue la primera instalación de este tipo construida especialmente, pero no era un lugar feliz. Enfermeras y familiares de ex reclusos, entrevistados en 2011 como parte de un documental de Channel 4 sobre las hermanas, recordaron una institución que estaba terriblemente reglamentada y carecía de diversión. Había pabellones de hasta 40 personas, atendidos por dos enfermeras. “Les dabas un baño, les cortabas las uñas, les dabas de comer si necesitaban ayuda”, recordó una exempleada.

Las niñas fueron enviadas a Earlswood solo cuatro años después de que la abdicación de Eduardo VIII pusiera a los hijos de Bowes-Lyon en la línea directa de sucesión. Las hermanas Bowes-Lyon, primas hermanas de la reina Isabel II, parecen haber sido abandonadas por completo por la familia, además de las £ 125 al año que pagaban a Earlswood. Según el documental, nadie, ni siquiera los padres de las mujeres, los visitó ni recordó sus cumpleaños ni les envió tarjetas de Navidad. Hablando con Thames News en 1987, un representante del hospital dijo de Nerissa: «Hasta donde yo sé, fue visitada por última vez por familiares directos a principios de la década de 1960».

Katherine Bowes-Lyon

En 1963, la entrada de la familia en el Burke’s Peerage, el libro de genealogía más prestigioso sobre la nobleza y la aristocracia de Gran Bretaña e Irlanda, declaró que ambas estaban muertas. No está claro qué tan involucrado estuvo el círculo íntimo de la familia real en la vida de Nerissa y Katherine. The Crown sugiere que en la década de 1980, habían sido casi olvidadas y que la reina, aparentemente una lectora religiosa del Burke’s Peerage, creía que ambos habían fallecido.

EL ROYAL EARLSWOOD HOSPITAL, anteriormente The Asylum for Idiots y The Royal Earlswood Institution for Mental Defectives, en Redhill, Surrey, fue el primer establecimiento en atender específicamente a personas con discapacidades del desarrollo. Anteriormente habían sido alojados en asilos para enfermos mentales o en asilos. Se le otorgó un estatuto real en 1862 y se le cambió el nombre a The Royal Earlswood Institution for Mental Defectives en junio de 1926. John Langdon Down (de quien se nombró el síndrome de Down) fue superintendente médico del hospital de 1855 a 1868.

A muchos les resulta difícil creer que la Reina Madre, tía carnal de las jóvenes, no fuera consciente o no fuera cómplice de la ocultación de las dos hijas de su hermano. Tampoco se ha aclarado hasta ahora por qué la familia Bowes-Lyon trató así a Nerissa y Katherine y su historia recuerda el caso del príncipe Juan, el hijo menor de Jorge V, hermano de Jorge VI y Eduardo VIII, a quien le diagnosticaron epilepsia a los tres años. Cuando su condición se deterioró, lo enviaron a vivir a un rincón apartado de la finca de Sandringham con una niñera, lejos del ojo público y de la familia. Murió allí a la edad de 13 años, luego de una convulsión severa.

Nerissa murió en 1986 y fue enterrada en el cementerio Redhill. Solo el personal del hospital asistió a su funeral y su tumba fue marcada con etiquetas de plástico y un número de serie. Katherine siguió viviendo, y cuando la noticia de su existencia se conoció en 1987, gente de toda Gran Bretaña le envió flores a su asilo.

Los miembros de la familia Bowes-Lyons intentaron defender las acciones de la familia y desligar a la reina madre de lo que, según dicen, fue una confusión burocrática. El sobrino nieto de Fenella Bowes-Lyon, Lord Clinton, dijo a la prensa que el informe oficial de la muerte debe haber sido un accidente porque la persona que manejaba los formularios de Burke, era “muy vaga”. En ese momento, el Palacio de Buckingham dijo que la reina estaba al tanto del informe y nada más: «Es un asunto de la familia Bowes-Lyon«, dijeron.

KATHERINE Y NERISSA padecieron un severo retraso mental debido a una condición genética del linaje de su madre. Eran hijas de John Bowes-Lyon, el segundo hijo del decimocuarto conde de Strathmore y Kinghorne y la condesa de Strathmore y Kinghorne, y hermano de la reina Isabel, esposa de Jorge VI, conocida la mayor parte de su vida como la Reina Madre. Se casó con Fenella Hepburn-Stuart-Forbes-Trefusis, la hija menor del 21 Baron Clinton en septiembre de 1914. Las hermanas tuvieron la desgracia de haber nacido en una época en la que la discapacidad mental se consideraba una amenaza para la sociedad y estaba vinculada a la promiscuidad, la crianza irresponsable y pecados, características de las clases bajas.

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The Crown, temporada 4: hitos de la Casa de Windsor que veremos en la serie

Con la esperada llegada, el próximo 15 de noviembre, de la cuarta temporada de “The Crown” a Netflix, comienza a sentirse en el Reino Unido una oleada de nostalgia.

La serie recorrerá los turbulentos años que vivieron la reina Isabel II y su familia desde el asesinato de Lord Mountbatten hasta la crisis matrimonial del príncipe Carlos y Diana Spencer. Pero también cubrirá ampliamente la relación política entre la reina y la primera ministra Margaret Thatcher, la guerra de las Islas Malvinas, la boda de los príncipes de Gales y los desesperados últimos años de la princesa Margarita.

Antes del regreso del programa de Netflix, repasamos algiunos de los hitos de la Familia Real británica que se reflejarán en la serie:

La cuestión de Carlos: soltero a los 30 y una larga lista de novias

A medida que la década de 1970 llega a su fin, la Familia Real, los medios de comunicación y la población se preocupan cada vez más por el príncipe Carlos: ¿por qué, después de los 30 años, el heredero al trono aún no está casado y no muestra signos de querer sentar cabeza? Visto como un príncipe playboy a finales de los 70, cada tantos días la prensa lo relacionaba con alguna mujer de la alta sociedad sin que los rumores de noviazgo no se acallaran. Con de una década de novias, la lista difundida por los tabloides era interminable: entre ellos se contaba Lady Sarah, hija de los condes Spencer.

El asesinato de Lord Mountbatten

Vestigio del Imperio Británico e influyente personaje de la Casa de Windsor, el conde Lord Louis Mountbatten fue el tío más cercano, mentor y consejero del príncipe Carlos. A instancias suyas, el príncipe de Gales dejó a la inapropiada Camilla Shand pero la relación jamás se debilitó. En 1978, Mountbatten fue asesinado por un atentado con bomba perpetrado por el IRA en Mullaghmore (Irlanda). El crimen, en el que también falleció un nieto del conde y varios familiares resultados gravemente heridos, conmocionó al príncipe Carlos, que lució apesadumbrado en los funerales nacionales. Lord Mountbatten fue asesinado poco después de escribir una carta a Carlos instándole a poner el deber primero, encontrar una novia adecuada y olvidar a Camilla.

El helado enfrentamiento de Isabel II con Margaret Thatcher

La reina mantuvo una relación “fría” con la primera mujer que ocupó el cargo de premier en el Reino Unido, según biógrafos reales. El cronista real Kenneth Rose afirma que a la reina no le agradaba la primera ministra y que incluso en dos ocasiones la monarca no fue generosa con la gobernante. La primera vez fue durante una cena con Jean Barker, baronesa Trumpington, el 18 de septiembre de 1985, cuando la baronesa transmitió un duro comentario que hizo la reina sobre la primera ministra: “Se queda demasiado tiempo y habla demasiado. Ha vivido demasiado entre hombres”. “Su Majestad no estaba de acuerdo con la política de Thatcher. La consideraba un peligro”, explicó el ex primer ministro australiano Robert Hawke. La reina pensaba que las reformas modernistas en el ámbito social podría afectar la continuidad de la monarquía y Thatcher decidía sola sus propios asuntos, sin consultar a la reina, y evitaba visitar el palacio siempre que le era posible.

Olivia Colman, quien interpreta a la reina en The Crown, dijo: “Isabel y Margaret tienen la misma edad, tienen el mismo impulso y la misma devoción por sus padres, la misma ética de trabajo. Pero aun así no se llevan bien. No es la hermosa amistad que la Reina espera que sea. Es increíble trabajar con Gillian (Anderson), de vez en cuando tengo un escalofrío adecuado, ella era tan parecida a la real cosa, pero tan capaz de sonreír y ser tonto en el momento en que cortamos”. Anderson, quien ofrece una interpretación magistral de Thatcher, dijo: “Tienen muchas similitudes. Pero donde la Reina se inclina hacia atrás, Thatcher se inclina; donde la reina se queda callada, Thatcher deja muy claras sus opiniones; donde la reina no hace nada, Thatcher entra en acción”.

El día que dispararon a la reina

The Crown refleja los extraordinarios eventos del 13 de junio de 1981, que comenzaron con la reina Isabel II encabezando la procesión ceremonial a lo largo de The Mall a caballo. En un instante, Marcus Sarjeant, un joven de 17 años de la ciudad de Kent oculto entre la multitud que vitoreaba a la reina, apuntó con una pistola directamente hacia ella, disparando seis cartuchos de fogueo antes de que la policía lo tirara al suelo. La reina mantuvo una calma sobrenatural, ofreciendo a su caballo Birmano de 19 años una palmadita tranquilizadora antes de montar “tan fresca como un pepino, como si nada hubiera pasado”, según recordó su ex guardia Alec Galloway.

Los informes de la BBC en ese momento dijeron que la monarca “parecía conmocionada por el episodio, pero pronto recuperó la compostura”.Alec Galloway, entonces de 37 años, y un cabo Lance de la Guardia Escocesa estaban en el lugar. “Escuché unos seis disparos que sabía que estaban cerca de mí. Miré a mi alrededor a la derecha y vi a un pistolero apuntando directamente a la Reina y los disparos se dispararon. Todo sucedió muy rápido. Todo lo que quería hacer era agarrar a este hombre por el pelo y tirar de él por encima de la barrera. Sentí pura ira cuando lo alcancé. Usé todas mis fuerzas para tirar de él sobre la barrera y tirar la pistola al suelo”, relató.

La boda del siglo (el desastre del siglo)

La temporada 4 centrará la mirada en la desastrosa relación del príncipe Carlos con Diana Spencer. El romance empezó un mes después del 19 cumpleaños de Diana en agosto de 1980, al coincidir ambos en el Castillo de Balmoral. Ella vivía entonces en Londres, donde trabajaba como profesora en un jardín de niños. Salieron juntos durante medio año hasta que el príncipe se declaró y le propuso matrimonio el 3 de febrero de 1981 durante una cena privada en el palacio de Buckingham. Ella aceptó y se fijó la fecha de la boda; se celebraría cinco meses después, el 29 de julio. Los contrayentes seleccionaron esta fecha coincidiendo con las vacaciones parlamentarias para que los ciudadanos contasen con un día festivo. Diana conectaba con los ciudadanos: «Quiero tener montones y montones de niños. Tantos como la reina Victoria», declaraba con gesto virginal en una entrevista.

Infidelidad, bulimia, intentos de suicidio

Diana no tardaría mucho en descubrir el secreto de Carlos. Los biógrafos reales relatan que ella descubrió antes de la boda un regalo que el príncipe le enviaría a Camilla Shand, a la que jamás había dejado. La vida de Diana en la Casa de Windsor estuvo jalonada de escándalos y la presión real se hizo sentir: Diana fue criticada por su personalidad inestable pero pese a su fragilidad, consiguió hacerse muy popular tanto por sus colaboraciones en obras humanitarias como por su personalidad.

Codiciada por la prensa, considerada un sex simbol, pronto cambió su imagen recatada e ingenua por otra sofisticada y glamourosa. El nacimiento de Guillermo (1982) y Harry (1984) no unió a la pareja. Según el biógrafo Andrew Morton, Diana sufrió depresiones nerviosas, cinco intentos de suicidio y bulimia. A finales de los 80, Carlos fortalecía su relación con Camilla y Diana tendría un romance con el capitán de caballería James Hewitt, relación que terminó confesando en una entrevista con la BBC. El 10 de diciembre de 1992, el primer ministro británico John Major anunció la separación oficialmente. Dos años después el príncipe Carlos reveló su relación adúltera con Camilla y la separación terminó en divorcio en 1996.

El ocaso de Margarita

La hermana alegre, extrovertida y fiestera de la reina Isabel II se convertiría en una señora amargada y aburrida en los años 80. Apodada la “princesa rebelde” en su juventud, Margarita dio mucho de qué hablar en los años 50 y 60 por sus “locuras” e hizo temblar las tradiciones y los convencionalismos, pero al cumplir 50 años consideraba que su vida no tenía sentido. Refugiada en el alcohol y el tabaco, la depresiva Margarita sufrió severos problemas de salud, que preocuparon a su hermana, y de a poco desapareció de la vida pública. Sus allegados aseguran que abandonó el tabaco cuando los médicos le extirparon parte del pulmón izquierdo, en 1985.

El verano de 1999, cuando sumergió las piernas en una bañera con agua hirviendo en “Les Jolies Eaux”, su finca en la caribeña isla de Mustique, Margarita no notó la excesiva temperatura porque sufría del mal de Raynaud, una enfermedad que afecta la circulación y que es particularmente grave entre los fumadores porque la nicotina incrementa la constricción de las arterias. El resultado fue devastador: quemaduras de gravedad que alcanzaron hasta los tobillos y que la sumieron en una silla de ruedas durante sus últimos años. Murió en 2002. Su amigo, Colin Glenconner, dijo que la princesa pasaba “por una turbulencia interior y una profunda sensación de desesperación”.

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The Crown, temporada 4: el intruso que llegó hasta la cama de Isabel II no se arrepiente de lo que hizo

La serie de Netflix “The Crown” dedicará un episodio a Michael Fagan, quien entró como intruso en el palacio de Buckingham en lo que significó la violación de seguridad más infame de la familia real. Hoy asegura que no se arrepiente de lo que hizo.

El incidente, que fue noticia en todo el mundo en 1982, será dramatizado en la nueva temporada de la serie de Netflix “The Crown”.

Michael Fagan, pintor y decorador desempleado, trepó por las rejas y se deslizó por las tuberías de desagüe del Palacio de Buckingham, entró por una ventana abierta y deambuló por los pasillos, encontrándose finalmente cara a cara con la reina Isabel II.

Michael Fagan, que ahora tiene 70 años y se está recuperando de un ataque cardíaco reciente y las secuelas del covid, hasta vive actualmente en Islington, al norte de Londres. Hablando antes del estreno del drama este domingo, Fagan dijo en declaraciones a The Telegraph que no está arrepentido de lo que hizo: «Hay muchas personas que se han arrodillado ante la reina, pero no hay muchas que se hayan sentado en su cama y hayan tenido una charla, ¿verdad?»

A pesar de los informes en ese momento de que Fagan se involucró con la reina en una charla de 10 minutos, en realidad se intercambiaron muy pocas palabras: “Abrí la cortina y ella dijo: ‘¿Qué estás haciendo aquí?’”. Su tono, dijo, no fue tan corto como esperaba. “Habla como tú y yo, normal. Bueno, sueno un poco común, así que tal vez no sea así».

La reina, como sugiere The Crown, no se dirigió a Fagan con la frase «¿Has llegado lejos?».

“No sabía lo que quería preguntarle y cuando llegué allí solo estaba temblando y muy sorprendida. No sabía por qué estaba allí. Ella dijo: ‘Sólo un minuto y conseguiré a alguien‘ y salió corriendo de la habitación”, dijo dos años atrás en una entrevista al Islington Gazette.

“La habitación estaba bien. Era bastante simple, solo las habituales mantas y edredones. Era más pequeño de lo que pensaba. La seguridad debería haber dicho que me encontraron en el palacio y no en el dormitorio, lo que habría ahorrado mucha vergüenza”, relató Fagan.

“Hay 700 habitaciones en el palacio y la primera en la que entré fue su habitación, estaba tan sorprendido como ella”, relató el hombre. “Estuve caminando descalzo por el palacio [había perdido sus zapatos en el techo] y había una mujer haciendo la limpieza. Ella no dijo nada, solo me miró y debió de pensar que era parte del personal del palacio”.

Después de un breve momento en el que el señor Fagan se sentó en la cama e Isabel II le dijo: «Regresaré en un minuto» y salió rápidamente de la habitación. “Ella salió con sus pequeñas piernas. Entonces entra un lacayo y dice: ‘Parece que necesita un trago, amigo'», relató Fagan a The Telegraph.

El lacayo, Paul Whybrew, llevó al intruso por el pasillo. “Me sirbió un whisky de la despensa. Luego vinieron los policías y estaban por todos lados; no habían arrestado a nadie durante años, estaban en un puesto de retiro, de guardia. Uno de ellos buscaba a tientas su cuaderno”.

«Nunca tuve intenciones maliciosas»

Hasta que la reina se sentó y habló, Fagan confiesa no se había dado cuenta de que era su dormitorio, ya que no le parecía lo suficientemente grande como para pertenecer a un monarca. “Ella no tenía tuvo una cama con dosel. Y tiene una cosita donde hace sus tés y cafés”, recordó.

“Tengo mucho respeto por la Reina y la monarquía porque hace dinero para el tesoro nacional. Nunca tuve intenciones maliciosas”, dijo Fagan.

La próxima temporada de The Crown sugerirá que Fagan lanzó a la reina una queja sobre la entonces primera ministra Margaret Thatcher, diciéndole había arruinado el país. En realidad, dijo, ese no era el caso y Peter Morgan, el autor de la serie “usa mucha licencia artística”, reconoce Fagan

El instruso más famoso del palacio de Buckingham todavía no tiene una explicación de por qué entró al palacio de Buckingham, aunque estaba mal por el desempleo y la ruptura de su matrimonio. Ahora admite que compartía el sentimiento anti-Thatcher. “Mucha gente pensaba así. Hizo mucho daño a los niños. Ella era como Trump”, dijo.

Fagan fue arrestado pero no acusado de intrusión, ya que entonces era un delito civil. Increíblemente, era la segunda vez que irrumpió en el Palacio; en la primera, una doncella lo descubrió y él huyó sin que nadie se percatara de su presencia. Más tarde fue acusado de robar una botella de vino durante esa primera intrusión, pero fue absuelto.

Sobre esa intrución, Faga contó al Islington Gazette: “Me senté en los tronos como Ricitos de Oro y los tres osos. Entré en la sala de secretarias privadas. Y había una botella de vino para el príncipe Carlos. Tenía sed, así que la bebí y sabía a néctar. Me fui [sin ser detectado] y no podía creer que había estado allí”.

Fagan fue enviado por la justicia a un hospital psiquiátrico durante tres meses antes de regresar a casa. En 1997, fue encarcelado durante cuatro años por delitos relacionados con la heroína y ahora vive con su pareja de 17 años, Rhian, y tiene tres bisnietos.

“Me he encontrado con niños en la planta baja que dicen: ‘Estábamos aprendiendo sobre ti en nuestras lecciones’. A los niños se les enseña sobre mí en la escuela, lo juro”, dijo Fagan.

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Cómo se llevan la princesa Ana y Camilla 40 años después de disputarse a Andrew Parker Bowles

Una experta en lenguaje corporal llegó a sorprendentes conclusiones sobre la princesa británica y su cuñada, la duquesa de Cornualles.

La temporada 3 de la serie de Netflix “The Crown” trajo a la actualidad la disputa interna que existió en los años 70 en torno al breve romance de la princesa Ana, hija de la reina Isabel II de Gran Bretaña, con Andrew Parker Bowles, quien finalmente terminarían casándose en 1972 con Camilla Shand, que había sido novia del príncipe Carlos. La princesa real, por su parte, se casó en 1973 con el capitán Mark Phillips y actualmente está casada con el comandante Timothy Laurence.

Separada de Andrew y de regreso con el príncipe de Gales, Camilla pasó a integrar la familia real británica en 2005, convirtiéndose en cuñada de la que, en su juventud, había rivalizado con ella por el amor de Parker-Bowles. Aunque la princesa Anne había salido anteriormente con Andrew, la experta en lenguaje corporal Judi James dijo en una entrevista a Express que la princesa y la duquesa tienen una muy buena relación.

“Todo el mundo sabe cómo se desarrolló el romance entre Carlos y Camilla, pero en lugar de casarse con el propio Parker Bowles, Ana terminó con Mark primero y luego con su actual esposo Tim. Sin embargo, su lenguaje corporal con Andrew sugiere que, al igual que las emociones de su hermano por su esposa, existen al menos algunos lazos duraderos de amistad y afecto entre ellos”, agregó.

La experta dijo que la princesa “luce relajada y confiada con Andrew y su lenguaje corporal a lo largo de los años a menudo ha sugerido que está junto a un hombre que participa en un flirteo suave y halagador. Al igual que su ex esposa, Parker Bowles parece tener la habilidad de ser encantador y divertido, y Ana responde con un buen humor que está en desacuerdo con sus expresiones faciales de apariencia a menudo severa”.

La princesa Ana y su exnovio comparten el mismo “sentido del humor” que los unió en los años 70. «Sorprendentemente, poco ha cambiado a lo largo de los años en la dinámica del lenguaje corporal entre la pareja», dijo James. “Es posible que los ojos de Andrew se hayan caído con la edad, dándole una expresión de tristeza divertida, pero en todo caso, las señales de compasión entre los dos se han fortalecido, con Ana luciendo confiada y relajada en su compañía».

Tanto la princesa Ana como Camilla fueron novias de Andrew, pero esto no se interpuso en su relación. De hecho, la experta en lenguaje corporal sugiere que la princesa y la duquesa tienen una amistad cercana y mencionó su reunión en las carreras de Ascot, donde las dos mujeres reales se mostraron mutuamente un afecto sincero.

«Sus rituales de contacto en público son reveladores», explicó Judi James. «Una reunión en un hipódromo muestra a ambas mujeres luciendo lo que parecen son sonrisas de felicidad y contacto visual, y ana ha extendido una mano con la palma hacia arriba, y Camilla luego colocó su propia mano en señal de afecto

«El afecto tampoco es unilateral, los dedos de Ana están enrollados alrededor del pulgar de Camilla en un gesto recíproco», notó la experta, quien comentó en la entrevista que este vínculo es aún más significativo ya que la princesa Ana no siempre actúa así en público.

«Con cualquier otro miembro de la realeza, excepto Ana, esto podría no haber sido importante”, dijo, porque “la hija de la reina es una mujer que a menudo parece mantener una distancia educada y, a veces, fría con algunas de las esposas reales”.

La experta dice que Ana y Camilla comparten “una amistad tranquila y divertida” pese a que Camilla “a menudo puede parecer tensa y bastante ansiosa en público”. «Ana nunca ha mostrado signos de ser particularmente cercana a su hermano Carlos, pero parece compartir una amistad natural que incluso podría rayar en un vínculo de hija y madre con Camilla”, finalizó.

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The Crown: cómo fue la relación entre la reina Isabel II y Margaret Thatcher

Cordiales, educadas, pero muy, muy distantes: así fueron las relaciones entre la “Dama de Hierro” y la reina.

La reina Isabel II de Gran Bretaña lleva casi siete décadas en el trono británico y se ha convertido en la monarca con el reinado más largo de la historia británica. A lo largo de todo este tiempo, conoció y trabajó con más de una decena de primeros ministros, incluida Margaret Thatcher, con quien mantuvo una relación «fría», según biógrafos reales.

La soberana y la primera mujer británica que ocupó el cargo de Primer Ministro aparecerán en pantalla de Netflix en la cuarta temporada de la serie “The Crown”, que se estrena el próximo mes el 15 de noviembre. Pero la naturaleza altamente dramatizada del programa suscitó preguntas sobre la relación de la política conservadora y la monarca, quienes debieron manejar con altura sus con frecuencia tensas reuniones semanales en el palacio de Buckingham.

A veces, la relación laboral gravita más allá del compañero de trabajo y se convierte en amistad, como sucedió con Sir Winston Churchill. Pero en el caso de Lady Margaret Thatcher, su conexión no fue tan cálida como la de otros, dice el cronista Kenneth Rose, quien pasó un tiempo cubriendo noticias sobre la familia real y afirma que a la reina no le agradaba la primera ministra. Señaló incluso dos ocasiones en las que la monarca no fue tan generosa con la gobernante.

La primera vez fue durante una cena con Jean Barker, baronesa Trumpington, el 18 de septiembre de 1985, cuando la baronesa transmitió un duro comentario que hizo la reina sobre la primera ministra: “Se queda demasiado tiempo y habla demasiado. Ha vivido demasiado entre hombres”. En otra ocasión, en la que se reunió con el filósofo Isaiah Berlin, descubrió que la reina «ignoró» una solicitud de Thatcher para reunirse.

Rose escribió: «A Headington para tomar el té con [el filósofo] Isaiah Berlin. «Hablamos de las relaciones entre la Reina y sus Primeros Ministros. La reina tiene cuidado de no revelar nunca lo que piensa de cada uno, aunque se sabe en general que ella y Margaret Thatcher tenían fuertes desacuerdos sobre la importancia de la Commonwealth. Isaiah ahora tiene una prueba importante. Tanto la reina como Thatcher asistieron a una gala en Covent Garden, pero se sentaron en diferentes partes de la casa».

“En el intervalo”, continuó Rose, “la reina hizo saber que no quería encontrarse con la señora Thatcher, quien fue enviada a un salón superior para tomar una copa, al igual que Isaiah. Thatcher luego dijo que le gustaría despedirse de la reina, una solicitud que fue ignorada”.

Los rumores sobre los desencuentros entre las dos damas ya eran bastante difundidos cuando Thatcher aún era la primera ministra. En los 80, la reina y su premier no quedaron afuera del programa satírico de televisión “Spitting Image”, en una de cuyas escenas (que la propia reina encontró muy graciosas) se mostraba un títere que personificaba a Thatcher, demasiado maquillada, con su nariz puntiaguda. Hablaba con un muñeco que representaba a la reina, vestida con un saco viejo y un pañuelo atado a la corona: “Al menos yo no voy por ahí luciendo ridículos sombreros”. A lo que la reina retrucaba: “Pero… ¡a que te gustaría!”.

El tiempo hizo que la reina quedara muy desencantada con las medidas conservadoras de la primera ministra, pero no pudo hacer nada más que transmitir de vez en cuando sus inquietudes a los jefes de Estado de las naciones de la Commonwealth, asociadas a Gran Bretaña. Los expertos en monarquía británica aseguran que las dos mujeres nunca estuvieron de acuerdo en algo.

“Su Majestad no estaba de acuerdo con la política de Thatcher. La consideraba un peligro”, explicó el ex primer ministro australiano Robert Hawke. La reina pensaba que las reformas modernistas en el ámbito social podría afectar la continuidad de la monarquía y Thatcher decidía sola sus propios asuntos, sin consultar a la reina, y evitaba visitar el palacio siempre que le era posible.

En las reuniones que mantenía con la reina, Thatcher quería dirigir el curso de la charla en forma imperiosa, imitaba los modismos de la reina y se refería a sí misma como “Nos”, en lugar de “yo”, un trato anticuado permitido a la realeza. El escritor Anthony Bampson llegó a decir que en las reuniones la reina era “simple y directa” mientras Thatcher “parece que ella es la reina”.

La reina no se privaba de sus pequeñas venganzas. Disfrutaba imitando a Thatcher en privado, y su esposo la ridiculizaba: le decía “la hija del verdulero”. En 1983, cuando la ‘Dama de Hierro’ fue a rendirle cuentas de una situación importante (la invasión estadounidense de Granada), Isabel II no le ofreció el asiento, y “Maggie” tuvo que quedarse de pie.

Tres años después, The Times reveló las críticas de la reina hacia la premier: deploraba la “falta de compasión de Thatcher por los pobres” y los “estragos irremediables” causados por la manera en manejó ciertos temas de importancia, como una huelga de mineros.

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Dominic West será el príncipe Carlos en la temporada 5 de The Crown

The Crown cambiará su reparto de cara a la temporada 5. Tras anunciar las incorporaciones de Imelda Staunton, Jonathan Pryce, Lesley Manville y Elizabeth Debicki, ahora se ha unido a la ficción Dominic West.

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Según The Sun, el actor de The Wire ha firmado para interpretar al príncipe Carlos en la quinta temporada de The Crown. La próxima entrega de la serie de Netflix narrará la ruptura del matrimonio entre Carlos y la princesa Diana, interpretada por Debicki, después de que salieran a la luz las infidelidades del príncipe con Camilla Parker Bowles. West tomará el testigo de Josh O’Connor, quien ha dado vida al hijo de la reina en las temporadas 3 y 4.

The Crown cubre el largo reinado de Isabel II desde su coronación en 1953. Claire Foy encarnó a la monarca en las temporadas 1 y 2, mientras que la ganadora del Oscar Olivia Colman asumió el rol en las entregas 3 y 4. El personaje de Lady Di aparecerá por primera vez en la temporada 4 y será interpretado por Emma Corrin.

West es conocido por sus papeles en las series The Wire y The Affair. El intérprete también ha participado en películas como Chicago, 300, Punisher 2: Zona de guerra o La sonrisa de Mona Lisa.

La cuarta temporada de The Crown llegará a Netflix el próximo 15 de noviembre. Los nuevos episodios cubrirán la vida de la reina Isabel y la casa real británica desde 1979 hasta 1990. Entre las nuevas incorporaciones al reparto destaca Gillian Anderson, que se meterá en la piel de la primera ministra británica Margaret Thatcher.

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The Crown 4 retratará a Isabel II y Thatcher como “gemelas que no son iguales”, dice su creador

La cuarta temporada del programa de Netflix cubrirá los años 1977-1990 e incluirá recreaciones de las audiencias de la primera ministra con la reina.

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La cuarta temporada de The Crown retratará a la reina Isabel II de Gran Bretaña y la primera ministra Margaret Thatcher como «gemelas» que están unidas por muchas similitudes, dijo Peter Morgan, escritor de la serie de Netflix, a quien le sorprendió lo mucho que tenían en común las dos mujeres, a pesar de que diversos informes menciona que su relación era fría. La fallecida política será interpretada en la nueva temporada por la actriz Gillian Anderson.

“Cuando me enteré de que nacieron con solo seis meses de diferencia, fue un gran avance para mí. Son como gemelos que no son iguales”, dijo Morgan en declaraciones a Vanity Fair. “Ambas son muy resistentes, muy comprometidas, trabajan increíblemente duro y tienen un extraordinario sentido del deber. Ambas están realmente comprometidos con el país. Ambas tienen una fuerte fe cristiana. Ambas son chicas de la generación de la guerra que apagan las luces cuando salen de una habitación. Pero finalmente tenían ideas muy diferentes sobre cómo dirigir el país”.

La nueva temporada cubre los años 1977 a 1990 e incluirá recreaciones ficticias de las audiencias semanales de la baronesa Thatcher con Isabel II. El biógrafo de Lady Thatcher, Lord Moore, brindó una idea de su relación con la reina en su volumen de 2015, describiendo sus audiencias semanales: “La audiencia rara vez era muy productiva, porque la señora Thatcher estaba nerviosa. Lejos de ser, como lo han representado algunos docudramas y obras de teatro, pequeños discursos en los que Thatcher imponía la ley a la reina, lo que solía decir era una recitación anodina de asuntos actuales”, dijo.

Pero su relación se hizo más cálida con el paso de los años, y la reina asistió a las fiestas de cumpleaños número 70 y 80 de la baronesa Thatcher. En el último, dijo Lord Moore, “las dos ancianas se veían cómodas juntas, dos abuelas divirtiéndose”. Anderson, por su parte, dijo acerca de interpretar a una de las figuras políticas más divisivas de Gran Bretaña: “No creo que alguna vez haya asumido un papel que haya presentado tanta presión. Hay muchas opiniones muy fuertes y contradictorias sobre ella y sus políticas y el impacto que tuvo, tanto en el Reino Unido como en todo el mundo. Así que enfrentarse a alguien que es odiado tanto como Thatcher es otra cosa”.

Diana irrumpe en la cuarta temporada

Paralelamente a la historia de Margaret Thatcher, la nueva temporada de The Crown trazará el deterioro del matrimonio del príncipe Carlos (interpretado por Josh O’Connor) y con Diana, princesa de Gales (Emma Corrin). El príncipe, interpretado por Josh O’Connor, fue una figura simpática en la última temporada, pero ahora se presentará “una versión más defectuosa de ese personaje… alguien que ha sido agraviado en numerosas ocasiones y está atrapado en un matrimonio infeliz”, dijo el actor. El drama lo mostrará acercándose a la reina para pedirle consejos. El drama además cubrirá el primer fin de semana de la princesa Diana en Balmoral, el nacimiento de los príncipes Guillermo y Enrique y su turbulenta gira por Australia en 1983, además de la entrevista televisada que ofrecieron después de anunciar su compromiso en la que se le preguntó al príncipe si estaba enamorado y respondió: “Lo que sea que signifique ‘amor’”.

Historia de Christiansborg, el palacio real escenario de la serie de Netflix “Borgen”

Desde el siglo XV, los distintos castillos y palacios han sido el centro de poder del reino, independientemente de que este poder haya sido ejercido por reyes o políticos electos.

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Definida como una de las mejores series políticas de los últimos tiempos, la danesa “Borgen” relata la historia de Birgitte Nyborg, una candidata a primera ministra de Dinamarca sin muchas chances de gobernar que, tras un fantástico debate electoral y un caso de corrupción que envolvió al gobierno, se encontró encabezando un gobierno de coalición. La serie transcurre en Borgen, o como se denomina al magnífico Palacio de Christiansborg de Copenhague, centro político de Dinamarca relacionado durante mucho tiempo con la realeza danesa.

El actual Palacio de Christiansborg es sólo el último de varios edificios que se han situado en el Slotsholmen de la capital danesa durante más de ocho siglos a lo largo de los cuales el edificio ha sido reemplazado por otro debido a guerras, urgencias de modernización e incendios. Actualmente, el edificio es sede de los tres Poderes del Estado danés y, además, reserva una parte importante para los actos protocolares más solemnes de la Casa Real, entre ellos funerales, bautismos y la proclamación de cada nuevo monarca, cosa que ocurrió por última vez en 1972.

Base de poder del reino

El Tribunal Supremo ha tenido sus instalaciones en varios castillos desde su fundación en 1661. El Folketing (Parlamento) se trasladó a Christiansborg después de la introducción de la democracia en 1849, en el reinado de Federico VII, el último rey de la dinastía Oldenborg. Finalmente, partes de la oficina del Primer Ministro se trasladaron a Christiansborg en 1968, mientras que el resto lo hizo a partir de 1980.

Antes, el conjunto de palacios sirvió como residencia principal de la familia real desde el siglo XV y hasta 1794, cuando los reyes trasladaron su residencia al Palacio de Amalienborg. Hasta el día de hoy, la Familia Real utiliza gran parte de Christiansborg: el ala regia del reconstruido palacio de sigue albergando los locales de representación de la monarquía, destinados, entre otros usos, a banquetes de gala oficiales, convites reales, recepciones de Año Nuevo y audiencias públicas de la reina. Además, cuenta con la Capilla, donde se realizan funerales reales, y el Complejo Riding Ground, que por ejemplo alberga las Caballerizas Reales.

EN CHRISTIANSBORG SE REALIZA LA PROCLAMACIÓN DE CADA NUEVO MONARCA.

El castillo de Copenhague, cárcel para una princesa

El castillo de Copenhague, construido sobre las ruinas del antiguo castillo, se mantuvo durante varios cientos de años y fue reconstruido muchas veces en varios estilos diferentes. La parte más famosa del castillo fue la prisión de la «Torre Azul», donde la hija de Christian IV, la princesa Leonora Christina, una intelectual y talentosa escritora, estuvo encarcelada durante 22 años.

Leonora Christina era una de las hijas favoritas de Christian IV pero, poco después de su muerte en 1648, ella y su esposo, Corfitz Ulfeldt (el «rigshofmester», el funcionario de más alto rango de la corte real), entraron en conflicto con Federico III y, no menos importante, con la reina Sofía Amalia. La pareja huyó a Suecia en 1651 y participó en conspiraciones contra el gobierno danés regresando ocho años después. Detenidos de inmediato, la princesa y su marido fueron mantenidos cautivos en el castillo de Hammershus, Bornholm.

Federico III los hizo liberar al año siguiente, pero cuando Ulfeldt fue acusado de alta traición, en 1663, Leonora Christina fue arrestada en Inglaterra y entregada a Dinamarca. Hasta la muerte de Sofía Amalia, estuvo encarcelada en la Torre Azul y pasó el resto de su vida en una fundación para damas nobles en Maribo, Lolland.

Las ruinas del castillo aún existen y se pueden visitar en las excavaciones techadas debajo del actual palacio.

El primer Christiansborg

El conjunto del palacio fue terminado en general en 1745. Ya en 1794, sin embargo, un incendio arruinó el palacio y la capilla. Solo se salvó el Complejo Riding Ground, que hoy en día es la única parte que se conserva del edificio del primer lujoso palacio. En 1766 se estableció un Teatro de la Corte en los edificios del Riding Ground Complex, que hoy alberga el Museo del Teatro.

Durante la década de 1720, el rey Federico IV reconstruyó a fondo el antiguo castillo. Ya en 1731, sin embargo, su hijo, Christian VI, demolió el castillo de Copenhague y pidió a su maestro de obras Elias David Häusser erigiera el primer Palacio de Christiansborg con la ayuda de los dos talentosos arquitectos Nicolai Eigtved y Lauritz de Thurah. El resultado fue un magnífico palacio barroco que incluía un complejo de pistas de equitación y una capilla del palacio.

El segundo Christiansborg

En 1884, el segundo Christiansborg también fue destruido por un incendio. Esta vez, además del Riding Ground Complex, la capilla del palacio y los edificios contiguos a la capilla, los edificios ministeriales en Slotsholmsgade y el edificio Kunstkammer también se salvaron de las llamas. Este segundo palacio albergaba, además del poder real, muchas otras instituciones, incluida la Corte Suprema y la Colección Real de Arte. En relación con la introducción de la democracia en 1849, el palacio también se puso a disposición del nuevo parlamento.

CHRISTIANSBORG ES EL ESCENARIO DE LOS BANQUETES DE ESTADO.

Mientras la Familia Real residía temporalmente en Amalienborg, el arquitecto C.F. Hansen comenzó en 1803 a construir el segundo Christiansborg en el estilo neoclásico de la época. Cuando se completó el palacio en 1828, el rey Federico VI decidió no vivir en el palacio, pero lo usó solo con fines de representación. El único monarca que ha vivido en el palacio es el rey Federico VII, que residió allí en la última década de su vida, hasta morir en 1863.

El tercer Christiansborg

El arquitecto Thorvald Jørgensen fue seleccionado para realizar la construcción del tercer Christiansborg. La primera piedra se colocó en 1907, año a partir del que el palacio se empezó a utilizar por etapas, pero la inauguración de las Salas Reales de Recepción el 12 de enero de 1928, durante el reinado de Chrisian X, se consideró la finalización oficial del palacio. Sin embargo, las instalaciones del Rigsdag ya se empezaron a utilizar en 1918.

Netflix homenajeó a la princesa Helena, la «Enola Holmes» de la realeza británica

Se han erigido en varias ciudades inglesas estatuas de mujeres que han sido eclipsadas por sus hermanos más famosos. La hija de la reina Victoria es una de ellas.

La película Enola Holmes, protagonizada por Millie Bobby Brown, llegó esta semana a Netflix. Se trata de una comedia de acción que retrata a la hermana menor del famoso detective victoriano Sherlock Holmes mientras intenta desentrañar un caso misterioso por su cuenta. Henry Cavill coprotagoniza a Sherlock y Sam Claflin interpreta al tercer hermano de Holmes, Mycroft.

Para publicitar la película, Netflix instaló una nueva estatua dorada de la ficticia Enola junto a la famosa estatua de Sherlock Holmes en la calle Marylebone Road en Londres. Pero además de la estatua de Enola, Netflix también instaló otras estatuas en todo el Reino Unido en honor a mujeres reales cuyos logros han sido eclipsados ​​por sus hermanos más famosos, incluida la hermana de Charles Dickens, Frances Dickens. Entre ellas figura, además, la princesa Helena Victoria, hermana del rey Eduardo VII.

La estatua dorada de la princesa Helena fue erigida en la ciudad de Birmingham, a los pies de una estatua del rey Eduardo VII, que gobernó Gran Bretaña entre 1841 y 1910. Helena “fue miembro fundador de la Cruz Roja Británica y presidenta de la Royal British Nurses Association”, explicó Netflix, que elogió la figura muy poco conocida de la princesa: “Campeona de los trabajadores de la salud, luchó por mejores condiciones laborales, derechos y salarios, lo que llevó al registro de enfermeras”. Helena fue una trabajadora increíblemente ardua, ayudó en varias organizaciones benéficas y asumió gran parte del trabajo de la reina Victoria en su vida adulta, aunque su figura se vio eclipsada por la de sus hermanos, como la de Enola Holmes.

Nacida el 25 de mayo de 1846, fue cruelmente descrita como la «más sencilla» de las cinco hijas de la reina Victoria, y se decía que era una «tomboy» (una mujer poco femenina) que nunca prestó mucha atención a su apariencia ni siguió los dictados de la moda. En 1866, Helena se casó con el príncipe alemán Christian de Schleswig-Holstein y la pareja decidió vivir en Inglaterra, pero su vida marital fue muy desgraciada. Detrás de escena, ella era en gran medida la secretaria no oficial de su madre. También ayudó a proporcionar cenas gratuitas para familias necesitadas e incluso encontró tiempo para ayudar al autor Charles Gray a escribir una biografía sobre su padre, traduciendo cartas y varios artículos del alemán al inglés.

Helena y Christian de Schleswig-Holstein tuvieron seis hijos; cuatro vivieron hasta la edad adulta. Helena murió a la edad de 77 años luego de una serie de ataques cardíacos en 1923., durante el reinado de su sobrino, Jorge V.

Marie de Grecia, la princesa psicoanalista que le salvó la vida a Freud

Riquisima heredera de la dinastía Bonaparte y lanzada a un matrimonio sin amor con un hombre que amaba a otro, esta princesa fue una «rara avis» en la realeza del siglo XX. De alma generosa y apasionada por la lectura, su gran pasión fue el psicoanálisis.

Pocos personajes de la realeza del siglo XX fueron tan peculiares como esta mujer, del linaje de Napoleón, discípula, amiga y salvadora de Sigmund Freud, autora de numerosos libros sobre psicoanálisis y especializada en el sexo femenino y tía de la reina Sofía. Se trata de Marie Bonaparte, una ‘rara avis’ entre las testas coronadas de Europa. Apasionada, inteligente, viajera, lectora y muy rica, sus grandes pasiones fueron un marido gay que nunca la amó y la conducta sexual femenina.

Nacida en París en 1882, era una de las herederas más ricas de Francia cuando conoció al príncipe Jorge de Grecia, hijo de los monarcas helenos y soltero empedernido, que a los 37 años no mostraba deseo por tener una mujer o una familia. Sin embargo, la razón de Estado exigía que el segundo hijo de los monarcas pasara por el altar y engendrara descendientes. Fue así que, durante una visita a París en que acompañaba a sus padres, Jorge de Grecia conoció a esta bonita princesa, que ya había rechazado las propuestas matrimoniales de varios príncipes (incluido el arruinado soberano de Mónaco) porque los Bonaparte deseaban algo de mayor nivel. Una cena, milimétricamente organizada, en el lujoso apartamento parisino del príncipe Roland Bonaparte dio como resultado un inmediato compromiso matrimonial entre Jorge y Marie. “¡Nunca vas a encontrar un partido semejante!”, dijo Roland a su hija, feliz de emparentar con la realeza cuando ninguna casa real quería casarse con príncipes de su linaje.

“¡Es el esposo que muchos padres querrían para su hija!”, decía Roland, feliz de la vida. Marie, por su parte, no se sintió ofendida ante las intenciones de Jorge, a quien no conocía en absoluto pero a simple vista era todo un galán, como ella lo describió: “Elegante, rubio, con un largo bigote rubio como el de su padre, nariz recta y ojos de un azul cielo que sonríen. Poco pelo, es casi calvo, pero ¿qué importa? Es hermoso, rubio y sobre todo, parece tan bueno, tan bueno… Además, parece que este gigante sufre un poco, lo cual lo hace aún más tierno”.

Casada con un príncipe homosexual

Parece que Marie se enamoró poco a poco de Jorge, aunque desde el principio sintió que no tenían nada en común. Aunque estaba feliz de tener un marido a quien escuchar, él no tenía ningún interés en ella ni en su vida. Tampoco quería dejar su vida en París y mudarse a Atenas, donde temía aburrirse, pero aceptó para complacer a su padre. Era el año 1907 cuando Marie, que había pasado toda su infancia en un ambiente frío, marcado por la tragedia de una madre muerta a la que no conoció, se convirtió en princesa de Grecia. Sin embargo, en un micromundo donde lo importante eran las sedas, las joyas y las apariencias, Marie siempre se sintió un sapo de otro pozo: prefería miles de veces una biblioteca a un salón de baile, y un libro a una tiara.

Las cosas cambiaron de la noche a la mañana cuando, una vez casados, comenzaron la vida marital. “Odio hacer esto tanto como tú, pero tenemos que hacerlo si queremos tener hijos”, fue la poco romántica y muy desafortunada frase que le dijo Jorge en la noche de bodas. Al poco tiempo, Marie descubrió que en realidad su marido era homosexual y mantenía desde hacía mucho tiempo un fuerte romance con un tío, el príncipe Valdemar de Dinamarca.

Desde aquel momento, Marie supo que jamás sería amada por su marido, y sin embargo, conocedora de la mente humanada, respetó aquella relación nacida entre tío y sobrino. De hecho, en 1957, cuando Jorge murió, la princesa se acercó a su cadáver y besó su frente porque sabía que los labios de su marido solo habían pertenecido a Valdemar. Pero, ¿por qué siguió casada con Jorge hasta que la muerte los separó? “Mi marido me ahoga, me restringe, pero es el único que me amará hasta la muerte”, explicó ella. “Nos haremos viejos y nos quedaremos solos, pero nos apoyaremos el uno al otro mientras la vida nos dure”.

Buscando el amor y el afecto que le había negado su esposo, Marie se entregó a una serie de romances muy discretos con el político y pensador francés Aristide Briand, y con uno de los discípulos de Freud, Rudolph Loewenstein, aunque ella siempre aseguró que sus romances no pasaron más allá de los platónico. Prefería el intelecto, al cuerpo humano. Ahogada en una corte austera y sin brillo, condenada a sufrir el desamor, desde entonces Marie volcó toda su vida al estudio. 

Amiga y salvadora de Freud

Fue justamente gracias a Loewenstein que Marie se interesó en el psicoanálisis. Esperaba que al ser psicoanalizada por Freud pudiera ayudarla con lo que se denominaba “frigidez” y disfrutara de este modo de la vida sexual. De hecho, se había sometido a una operación para que su clítoris estuviera más cerca de su vagina, después de realizar un estudio de 243 mujeres que mostró que las mujeres que tenían el clítoris más cerca de sus vaginas alcanzaban fácilmente el orgasmo durante el coito.

Absolutamente compenetrada con el tema, publicó sus descubrimientos en la revista médica “Bruxelles-Medical” bajo el seudónimo de A.E.Narjani, lo que significó el comienzo de un profundo estudio, que mantuvo toda su vida, sobre la sexualidad femenina que culminó en su libro “Feminine Sexuality” que se publicó en 1953 y se volvió a publicar en 1979. Paralelamente, sus encuentros con Freud derivaron en una amistad que duró toda la vida y la llevaron a una nueva carrera como psicoanalista.

El famoso comentario de Freud “La gran pregunta que nunca se ha respondido y que aún no he podido responder, a pesar de mis 30 años de investigación sobre el género femenino, es ‘¿qué quiere una mujer?» se lo hizo a Marie. El genio del psicoanálisis ayudó a la princesa a recordar hechos de su niñez que pudieran haberla traumado, descubriendo que cuando era niña había sido drogada por su niñera y el hermanastro de su padre, Pascal, para mantener relaciones sexuales sin que ella dijera nada. Alejada de la aburrida Atenas, Marie pasó cada vez más tiempo en Viena, no solo siendo psicoanalizada sino también estudiando a la par de Freud, para consternación de sus hijos, a quienes la lejanía de su madre marcó profundamente.

Marie de Grecia se convirtió en una de las amigas más cercanas de Freud. Cuando se sentía perseguido en Viena por los nazis, Marie le envió el dinero necesario para escapar de Austria, dinero que también sirvió para que él y su familia se instalaran en Hampstead. Además, compró las cartas de Freud a Wilhelm Fleiss para preservarlas a pesar del deseo del psicoanalista de que fueran destruidas, y cuando Freud murió, sus cenizas fueron colocadas en una urna que la princesa le había comprado. Más tarde se hizo muy buena amiga de Anna, la hija de Freud.

Sin embargo, el espíritu humanitario de Marie no se limitó a sus amistades. Dedicó una parte considerable de su fortuna para ayudar a rescatar a al menos 200 familias judías que se fueron de Alemania, salvándolas de morir a manos de los nazis, y usó su dinero para ayudar a establecer una escuela en París para entrenar psicoanalistas. Su riqueza contribuyó a la popularidad del psicoanálisis en Francia, convirtiéndose en una figura fundamental en la Sociedad Psicoanalítica Francesa.

Durante toda su carrera, Marie Bonaparte solo tomó 5 o 6 pacientes a la vez, haciendo crochet mientras conversaban. La mayoría de sus sesiones se llevaban a cabo en su jardín, y más tarde, cuando se hizo mayor, se encontraba con sus pacientes en su tocador mientras ella, ya anciana, usaba una adorable bata. En 1953, cuando asistió junto al príncipe Jorge a la coronación de la reina Isabel II de Inglaterra, pasó gran parte de la extensa ceremonia psicoanalizando al caballero que se encontraba sentado a su lado. Resultó ser Francois Mitterand, el futuro presidente de Francia.

La princesa también fue muy generosa con el más joven de sus sobrinos, el príncipe Felipe de Grecia, al que ahora conocemos como el duque de Edimburgo. Cuando Felipe, sus padres y sus hermanas se vieron obligados a abandonar Grecia, Marie les dieron una casa en St. Cloud (Francia) y ayudaron monetariamente a pagar la educación del joven príncipe, para quien manifestó siempre un interés permanente y cariñoso. Ese cariño llevó a Marie a organizar la internación de la madre de Felipe en Suiza, cuando fue diagnosticada con esquizofrenia.

El paso de los años y los azares políticos de la monarquía griega lograron unir a Marie con su esposo, junto al que vivió 50 años. Generosa hasta la muerte, Marie construyó una casa para que el príncipe Jorge pudiera vivir y pasar tiempo con Valdemar. El príncipe murió en 1957 y fue enterrado en la finca real de Tatoi, Atenas, bajo tierra llevada desde la casa de Valdemar en Dinamarca. “Pusimos en su féretro dos pequeñas banderas de esmalte, una griega y una danesa, su alianza y unos cabellos de Valdemar y la foto de Valdemar entre sus manos”. La princesa psicoanalista vivió cinco años más enfrascada en sus cientos de libros y estudios sobre la sexualidad femenina hasta su muerte, en 1962.

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