El emperador Naruhito elogió la «perseverancia y fuerza» de los japoneses ante la pandemia

El emperador Naruhito de Japón dijo, con motivo de su cumpleaños número 61, sentirse agradecido por la “perseverancia y fuerza del pueblo” de su país frente a la pandemia de Covid y expresó su aprecio por los profesionales médicos que la han enfrentado.

En una conferencia de prensa, el emperador ofreció sus condolencias por las numerosas pérdidas sufridas en el último año a causa del Covid, reconociendo los esfuerzos que han realizado las personas para prevenir una mayor propagación de infecciones, así como las dificultades y el estrés provocado por la pandemia.

“Espero un futuro brillante después de que el público supere la pandemia de coronavirus con paciencia al cooperar entre sí”, dijo el monarca.

El emperador también expresó su esperanza de que visite la región nororiental de Tohoku de Japón, que conmemorará el décimo aniversario del terremoto, tsunami y desastre nuclear del 11 de marzo que mató a unas 16.000 personas y dejó unas 2.500 desaparecidas, la mayoría en las prefecturas de Fukushima, Iwate y Miyagi.

“Si tengo la oportunidad, espero visitar las zonas afectadas con más de 10 años transcurridos”, dijo. “Siento que las heridas de las personas afectadas por el desastre aún no se han curado”.

El fuerte temblor que azotó el noreste de Japón a principios de este mes le recordó una vez más que Japón “necesita pensar en el Gran Terremoto del Este de Japón como parte del presente, y no solo del pasado”, según publicó la agencia Kyodo News.

Este año, como el anterior, el tradicional saludo del emperador en el palacio imperial de Tokio fue cancelado por la pandemia. Naruhito dijo que es “desafortunado” que no pueda reunirse con sus padres y su hermano menor, el príncipe heredero Fumihito, pero que se comunica con ellos con frecuencia.

En la conferencia de prensa, el emperador también expresó su preocupación por el aumento de los casos de violencia doméstica y abuso infantil, junto con las crecientes tasas de suicidio entre las mujeres y la población más joven debido a la pandemia.

Respecto a su familia inmediata, el emperador dijo que continuaría apoyando a su esposa, la emperatriz Masako, de 57 años, quien «todavía está en proceso de recuperación». La emperatriz es propensa a sufrir episodios de agotamiento después de eventos importantes, dijo.

También habló sobre su hija, la Princesa Aiko, una estudiante de la Universidad de Gakushuin que se convertirá en un miembro adulto de la familia cuando cumpla 20 años en diciembre.

«Espero que aprenda de muchas personas y que las experiencias que ha tenido amplíen sus puntos de vista», dijo el emperador sobre su hija, quien actualmente asiste al Departamento de Lengua y Literatura Japonesa de la universidad.

Aiko es la única hija de los emperadores pero no es la heredera al trono. Cuando se le preguntó sobre el futuro de su hija, el emperador dijo que cree que habrá oportunidades para hablar sobre ello con la princesa, incluso sobre su matrimonio.

Covid-19 obliga a cancelar nuevamente el cumpleaños del emperador de Japón

Japón está en estado de Emergencia y la Agencia de la Casa Imperial anunció la cancelación de la celebración pública de cumpleaños del emperador Naruhito en el Palacio Imperial de Tokio para evitar la propagación del coronavirus. Se trata de la segunda vez que el cumpleaños del monarca se cancela debido a la pandemia.

El evento, que debía celebrarse el 23 de febrero, fue cancelado porque se llevaría a cabo “a fines de febrero cuando hace frío”, mientras que “mucha gente se congregaría en el palacio”, dijo Kenji Ikeda, vice gran administrador de la Agencia imperial, citado por The Japan Times.

En el cumpleaños imperial, más de 80.000 ciudadanos suelen ingresar al palacio imperial para escuchar el mensaje del emperador. Antes de la pandemia, el cumpleaños del emperador se canceló por última vez en 1996 de acuerdo con los deseos del entonces emperador Akihito debido a la crisis de rehenes en la embajada japonesa en Perú.

El tradicional discurso imperial de Año Nuevo, que generalmente tiene lugar el 2 de enero, también fue cancelado este año, aunque el emperador y su esposa, la emperatriz Masako, publicaron un video el día de Año Nuevo para expresar a los japoneses sus buenos deseos.

En Japón, los pacientes con Covid-19 ingresados en hospitales, cuyas condiciones se consideran graves, aumentaron a niveles récord esta semana. Las cifras de nuevos casos diarios se consideran récord y el país registra un total de 330.544 infecciones. La semana pasada, Japón notificó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) el hallazgo de varios casos de infectado con la nueva cepa del coronavirus.

Japón: cómo funciona la corte más estricta y misteriosa del mundo

La ‘Kunaicho’ o Agencia Imperial es una poderosa burocracia secreta que ejerce un enorme control sobre los asuntos de la familia del emperador.

La familia imperial japonesa es un fenómeno extraordinario, muy querida por el pueblo nipón, pero cargada de tabúes que la mayoría de los japoneses se abstienen de discutir. Incluso sin contar su mítica prehistoria, es mucho más antigua que cualquier otra monarquía hereditaria existente. A diferencia de la realeza europea o los antiguos emperadores de China, los emperadores japoneses eran considerados seres divinos, descendientes directos de la diosa del sol Amaterasu Omikami.

Pero después del siglo XII, perdieron la mayor parte de su poder temporal y pasaron a tener peso espiritual. Una larga línea de “shoguns” (señores feudales) utilizó a los emperadores para validar su propio gobierno. Los emperadores fueron recluidos, a menudo sirviendo como símbolos decorativos. Muchos de ellos fueron coronados siendo niños y obligados a abdicar a edad temprana, para responder a los intereses políticos del shogun de turno. De hecho, después de ocho siglos de gobierno militar muchos japoneses a principios del siglo XIX ni siquiera sabían que todavía existía un emperador.

“La historia de Japón comienza con el emperador”

El emperador Hirohito y la emperatriz Nagako.

La revolucionaria ‘Restauración Meiji’ cambió todo eso. En 1867, un grupo de samurais derrocó al último shogun. Temerosos de que el poder occidental invadiera Japón, colocaron al emperador Mutsuhito (conocido póstumamente como Meiji), de 15 años de edad, en el centro del gobierno y lo convirtieron en el punto focal de sus esfuerzos por estimular una nueva conciencia nacional. Por primera vez, todo Japón se vio obligado a jurar lealtad a un emperador, y efectivamente el sistema se convirtió en una teocracia. El Shinto, la religión nativa de Japón, que nunca había desarrollado un dogma u ortodoxia formal, se reconfiguró para centrarse en el emperador. Los lazos imperiales con el budismo fueron cortados. Codificado por una constitución y una serie de nuevas leyes, todo poder terrenal y religioso emanaba ahora del emperador, un dios encarnado.

Los historiadores japoneses entonces reforzaron la nueva legitimidad imperial mediante el uso de textos antiguos para trazar una línea directa –de dudosa existencia– de 120 emperadores entre Meiji y Jimmu, el primer emperador mitológico que comenzó su reinado el 11 de febrero de 660 a.C. Dice el profesor Mori, de la Universidad de Doshisha: “Es de conocimiento general que los primeros nueve emperadores fueron inventados”. “No creo que la mayoría de la gente se dé cuenta de que toda la concepción actual del sistema imperial tiene solo 135 años, y es un producto de la política», escribe Kyosuke Itagaki, autor de un libro sobre el sistema imperial. “Una serie de tradiciones que muchos japoneses consideran antiguas, incluyendo la bandera y el sello imperial del crisantemo, en realidad provienen de finales del siglo XIX”, agrega.

Pero tras la refundación del sistema imperial, ya no fueron los shogun, sino los funcionarios de la corte, quienes mantuvieron el control absoluto sobre el emperador. Para antes de la Segunda Guerra Mundial, el Ministerio de la Casa Imperial se había convertido en una de las burocracias más poderosas del país. Manejaba las propiedades más grandes de Japón y estaba entre sus instituciones financieras más grandes, con amplias participaciones en el Banco colonial de Corea y el Ferrocarril de Manchuria del Sur. Gracias a los inmensos poderes para operar independientemente del parlamento, el ministerio funcionaba casi como un gobierno en la sombra.

Tras la guerra, el general estadounidense Douglas MacArthur y el gobierno de Estados Unidos decidieron que retener a la corte imperial era esencial para la legitimidad de la ocupación, aunque el emperador fue obligado a renunciar a su divinidad. Para los ultranacionalistas aún poderosos de Japón, que desean restablecer una reverencia por el emperador, el linaje imperial conserva una importancia mística, incluso religiosa. Akira Momochi, profesor de derecho constitucional en la Universidad de Nihon, lo cree: “El emperador posee una existencia divina, una existencia sagrada”. Norifumi Shimazu, jefe de teología de la Asociación conservadora de santuarios sintoístas, subraya el supuesto papel central del emperador en la historia: “Japón no puede existir como país sin el emperador. La historia de Japón comienza con el emperador. El emperador se encuentra en la raíz de quienes somos como japoneses”.

Más de un millar de cortesanos

Proclamación de Akihito como príncipe heredero en 1952.

La ocupación vio una reducción masiva de la Casa Imperial, que se transformó en la “Kunaicho”, la Agencia de la Casa Imperial: final de la guerra, tenía más de 6.000 empleados y actualmente consta de 1.100 personas que velan por las tradiciones imperiales con mano de hierro. Responsable de administrar todos los asuntos de la familia imperial de Japón, incluidos los palacios imperiales, la agenda oficial y las ceremonias rituales, se dice que es la agencia más secreta en Japón, incluso más que la oficina de Inteligencia del Estado, y que su principal misión es ocultar todo lo que sucede puertas adentro del palacio.

La agencia está dividida en dos partes: el omote, o «frente», y el oku, o «atrás». El “frente” son un grupo de funcionarios administrativos que sirve de enlace con los miembros del gabinete, los ministerios y otras agencias estatales. La «parte posterior» consiste en 80 personas que cuidan la vida cotidiana de los emperadores. El jefe del “oku” es el “jijucho”, o gran chambelán, a quien asisten cortesanos menores y damas. “Cuidan del emperador y de su esposa las 24 horas del día”, dice el periodista Kiyoshi Kubo, del diario Yomiuri Shimbun. “El oku incluye a las criadas y otros que sirven comidas, se cambian de ropa y limpian sus habitaciones. También incluye a los médicos de la corte”. Hasta la década de 1970, cuando el gobierno decidió que trajes, corbatas y automóviles serían más apropiados, los chambelanes vestían túnicas blancas y viajaban en carruajes tirados por caballos para rezar en los santuarios del palacio.

Los críticos dicen que la Kunaicho utiliza sus poderes para dibujar una «cortina de crisantemo» casi impenetrable alrededor de la familia imperial en una búsqueda sostenible y eficiente por mitificar al emperador y los suyos. La agencia controla estrechamente el flujo de información sobre la monarquía japonesa, no solo al público sino al resto del gobierno, y orquesta las “conferencias de prensa” en la que los miembros de la familia imperial aparecen ante periodistas para repetir de memorias repuestas previamente escritas por el chambelán.

La Kunaicho es una agencia dependiente directamente del Ministerio de la Casa Imperial una organización a nivel de gabinete. Bajo las reformas de la Posguerra, se rebajó a una oficina adjunta a la oficina del primer ministro, con el gran administrador designado por el primer ministro. La agencia tiene 1.130 empleados, con un presupuesto anual de alrededor del Estado. La familia imperial, a diferencia de la familia real británica, por ejemplo, no tiene otra fuente de ingresos que no sea ese presupuesto anual. La mayor parte, US$ 66 millones en el último año fiscal, se destinó a los costos administrativos de la agencia, que incluyen el mantenimiento de los palacios imperiales y varias funciones oficiales. El resto, alrededor de US$ 24 millones, fue directamente a la propia familia imperial, incluido el príncipe heredero (actual emperador Naruhito).

En otros tiempos, el emperador generalmente pasaba parte de su día en su oficina tratando con sus limitados deberes oficiales, como firmar documentos. “Si el Emperador tiene una pregunta que hacer mientras trabaja” explicó Kubo, “sus chambelanes le ayudarán y, si es necesario, se comunicarán con el omote”. Estos funcionarios escriben cuidadosamente las apariciones públicas del emperador, incluidas sus reuniones ceremoniales con jefes de estado visitantes. Por tradición, cuando el emperador se encuentra con un invitado, los contenidos de la discusión nunca se revelan, pero el gran chambelán y el gran maestro de ceremonias asisten a esas reuniones y luego informan a la prensa. La mística que rodea al oku se ha visto agravada por el hecho de que, hasta hace unas décadas, los que ocupaban sus primeros puestos eran de familias aristocráticas de alto nivel. De hecho, hasta el inicio del reinado del emperador Akihito el gran chambelán era un descendiente de la poderosa dinastía Tokugawa que gobernó a Japón como shogunes durante 250 años. Pasó más de 50 años en su cargo.

Proteger la divinidad imperial

Akihito fue el primer emperador que llegó al trono como un ser humano común y no como un semidiós shinto.

Para muchos japoneses, la actitud de la Agencia de la Casa Imperial es un vestigio incómodo de la era anterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando el emperador se mantuvo totalmente alejado del pueblo, no podía ser visto a los ojos, su nombre jamás podía ser mencionado y era tratado como una figura divina de acuerdo con los antiguos mitos. Los cuerpos de los emperadores Meiji y Taisho (que reinaron a principios del siglo XX) no podía ser tocados por los médicos sino con guantes de seda, y la leyenda dice que los sastres tomaban medidas a los emperadores desde lejos. La divinidad imperial no podía ser vulnerada al punto que, cuando el carruaje imperial pasaba (velado por cortinas para que nadie pudiera ver a su imperial pasajero), las ventanas de los edificios debía cerrarse inmediatamente, y la torre del cuartel de Policía de Tokio, en los años 20, no se terminó de construir porque desde ella se veían los jardines del palacio.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, dentro de los muros palaciegos los cortesanos de más alto rango se encargaban de mantener intacta la sacralidad de los emperadores, que incluso tenían prohibido comunicarse con nobles cuyos linajes no se remontasen a más de 2.000 años de antigüedad. Los escasos retratos que la casa imperial publicaba se cubrían con una tela semitransparente y una vez un funcionario se negó a responder a un embajador acerca del aspecto físico del emperador Hirohito porque no era concebible que el “Mikado” (término de la literatura clásica nipona que significa “Puerta de los cielos” y que designaba indirectamente al emperador) pudiera ser descrito, de la misma forma que el aire o el Sol. En 1936, la revista norteamericana “Time” publicó en su portada uno de esos escasos retratos de Hirohito y centenares de súbditos japoneses escribieron a la editorial suplicando a quien tuviera un ejemplar que jamás lo apoyara con la portada hacia abajo o pusiera ningún objeto sobre ella.

Pasados setenta años de la capitulación de Japón, y de que los Estados Unidos hubieran presionado para eliminar aquellos “mitos y leyendas” que adjudicaban divinidad al emperador, la Kunaicho aún procura mantener intacta la sacralidad imperial al preservar rituales, costumbres y protocolos de varios siglos de antigüedad. “La agencia está orgullosa de su sistema secreto, que mantiene al Emperador rodeado de muchos tabúes”, explicó una vez un funcionario. “Incluso el Primer Ministro no habla directamente con el emperador sin pasar primero por la Agencia”, dijo Hakubun Shimomura, un parlamentario del Partido Demócrata Liberal y partidario de la sucesión imperial femenina. La Agencia rara vez permite que los medios de comunicación accedan a la familia imperial y no oculta su aversión a la prensa.

Al tiempo, los burócratas de la agencia niegan que estén ocultando información del público y, en comparación con el período anterior a la guerra, los últimos años se encargaron de mostrar unos emperadores mucho más activos. Sin embargo, la vida de la familia real continúa en gran medida en los alrededores distantes del Palacio Imperial, al que el público casi no tiene acceso. Dentro del palacio, el emperador todavía realiza rituales de varios siglos de antigüedad asociados con las antiguas creencias del culto a los antepasados y el sintoísmo. “El principio de la agencia es no decir nada de lo que ocurre dentro de la institución imperial”, dice el periodista Hiroshi Takahashi.

A diferencia de los miembros de la realeza europea, que tienen sus propios intereses y objetivos y presiden organizaciones benéficas, los miembros de la familia imperial de Japón prácticamente no tienen voz en sus calendarios. En su determinación de administrar por etapas la vida de la familia real y moldear su imagen pública, la Kunaicho incluso va tan lejos como para bloquear ciertas líneas de investigación académica para evitar revalorizaciones incómodas de la historia imperial. “Los miembros de la familia imperial no pueden elegir a dónde van o qué hacen», dice Shinji Yamashita, un ex jefe del departamento de relaciones públicas de la agencia.

«Nunca se les podría permitir favorecer a una organización benéfica sobre otra”, agrega el exfuncionario. No pueden decir que les gustan las manzanas, porque si las tuvieran, ¿qué dirían los cultivadores de naranjas?” De manera significativa, los miembros de la realeza japonesa, por diseño, todavía habitan el reino celestial: no tienen apellido, ni riqueza ni posesiones personales, ni pasaportes y pocos derechos legales, si es que tienen alguno, y el derecho del emperador Akihito a jubilarse fue discutido ampliamente durante tres años por el gobierno y el parlamento. Akira Asada, profesor de la Universidad de Kyoto, reflexiona: “A los miembros de la familia imperial no se les permite vivir como los seres humanos normales. Se les obliga a vivir en una situación miserable, despojados de muchos derechos humanos básicos”.

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La esperanza de ver a la princesa Aiko convertida en Emperatriz se rompe definitivamente

El futuro de la princesa definitivamente no es ocupar el trono, pero podría ser distinto al de las anteriores princesas.

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Pese a que las encuestas demuestran que la inmensa mayoría (más del 75%) de los japoneses desea ver a la princesa Aiko convertida en emperatriz después de su padre, esta esperanza está definitivamente roto: la única hija de los actuales soberanos nunca podrá reinar en Japón. El ascenso al trono de Naruhito, en mayo de 2019, significó la ‘entronización’ de su hermano menor, el príncipe Akishino, como primero en la línea sucesoria al Trono del Crisantemo y en los próximos meses será investido como tal en ceremonias tradicionales. La confirmación oficial de Akishino enterrará definitivamente la esperanza de ver a la joven princesa convertida en emperatriz.

El gobierno japonés dijo que pronto comenzarán los debates entre políticos, expertos, historiadores, intelectuales y funcionarios de la corte para “solucionar” el tema más preocupante de la monarquía japonesa: la falta de herederos y “mano de obra”. El prohibición de que las mujeres hereden el trono, reinante desde finales de la II Guerra Mundial, agrava la situación: cada vez que una princesa imperial contrae matrimonio, ésta pierde su estatus dentro de la corte, su apellido y su capacidad para llevar a cabo tareas oficiales de representación. Sucedió esto con las hermanas, las primas y la hija del emperador Akihito.

La prohibición, además, significa que solo los varones imperiales pueden reinar: en estos momentos, el emperador Naruhito cuenta con solo tres potenciales herederos. El príncipe Akishino, próximamente entronizado como heredero, será definitivamente el próximo emperador y luego le tocará a su hijo, el joven príncipe Hisahito, de 14 años. Existe un posible heredero, además, en la persona del príncipe Hitachi, tío del emperador, que a sus más de 83 años enfrenta graves problemas de salud. Más allá de estos tres hombres, la familia imperial no tiene más herederos y muchos se preguntan: ¿qué sucederá si el príncipe Hisahito no tiene descendencia?

La solución más próxima para el gobierno de Japón no es permitir que las mujeres como Aiko hereden la corona: la línea sucesoria actual (Akishino, Hisahito y Hitachi) es inamovible, y los expertos deberán encontrar una solución al problema posterior. Una de estas soluciones, la más osada y criticada por los conservadores, sería permitir que las princesas imperiales conserven su estatus dentro de la corte una vez que contraen matrimonio para que continúen apoyando al emperador en sus tareas oficiales.

Las princesas, asimismo, podrían legar sus derechos sucesorios a sus hijos, tal como ha sucedido en el pasado: siete mujeres se cuentan entre los 126 emperadores de la línea imperial japonesa, de las cuales muchas traspasaron sus derechos a sus hijos. Pero existe además una idea aún más conservadora: la de devolver a los antiguos príncipes de ramas imperiales secundarias sus títulos y su estatus y de propiciar matrimonios con las princesas imperiales, con el fin de procrear herederos legítimos de sangre puramente imperial.

El futuro de la princesa Aiko definitivamente no es ocupar el trono, de más de 2.600 años de antigüedad, pero en el futuro podría convertirse en la primera mujer de la Familia Imperial que conserva su rango, su estatus y sus deberes reales, lo cual podría ser un apoyo valioso en una dinastía menguada y en peligro de extinción. Lo mismo podría suceder con las hijas del próximo emperador, las princesas Mako y Kako. Aunque será su hermano pequeño quien herede el trono, en el futuro ellas podrían apoyarlo en el desarrollo de la actividad real y (en el caso de que Hisahito no tenga hijos), podrá dejar la corona a los hijos de sus hermanas.

Naruhito pidió «no repetir» los horrores de la II Guerra Mundial en 75 aniversario

El emperador Naruhito de Japón manifestó hoy su «profundo arrepentimiento» por los «estragos» causados por la II Guerra Mundial y expresó su deseo de que eso «nunca se repita», en la conmemoración del 75 aniversario de la rendición nipona al término del conflicto internacional. «Echando la vista atrás al largo período de la paz de posguerra, reflexionando sobre nuestro pasado y teniendo en mente sentimientos de profundo arrepentimiento, espero sinceramente que los estragos de la guerra no vuelvan a repetirse», dijo Naruhito durante el acto de conmemoración en el estadio Nippon Budokan de Tokio frente a medio millar de participantes entre representantes gubernamentales, políticos y familiares de las víctimas, un número muy por debajo de los 6.000 invitados del año pasado.

«Actualmente nos enfrentamos a más dificultades debido a la propagación del nuevo coronavirus, pero espero sinceramente que estemos trabajando juntos para superar esta difícil situación y que continuemos buscando la felicidad y la paz», dijo Naruhito, de 60 años y el primer emperador nipón nacido tras la II Guerra Mundial. «Junto con toda nuestra gente, me gustaría rendir un sentido homenaje a todos aquellos que perdieron la vida durante la guerra … y orar por la paz mundial y por el desarrollo continuo de nuestro país». Sus comentarios fueron consistentes con su discurso inaugural como emperador el año pasado, en el que reconoció la responsabilidad de Japón al expresar un «profundo remordimiento» por su pasado en tiempos de guerra.

Este 15 de agosto se cumplieron 75 años desde que los japoneses oyeron por primera vez la voz de un emperador, cuando Hirohito (abuelo de Naruhito) anunció mediante un mensaje radial la rendición de Japón, una semana después de que las bombas atómicas destruyeran Hiroshima y Nagasaki. «El enemigo ha comenzado a utilizar una nueva y terrorífica arma, cuyo poder destructor es incalculable y que causa sus víctimas entre la población inocente. Si continuásemos luchando, el resultado no sólo consistiría en la destrucción y aniquilamiento del pueblo japonés, sino que también conduciría a la extinción de la civilización humana”, anunció Hirohito.

La familia imperial de Japón, angustiada por la pandemia, paraliza sus ceremonias

La Casa Imperial también adoptó medidas estrictas al respecto, ya que parte de su staff debe seguir en contacto directo con sus miembros.

El gobierno de Japón anunciaron que, a causa de la pandemia de coronavirus, fue aplazada sine die la ceremonia de proclamación del príncipe Akishino como heredero del Trono del Crisantemo, que estaba prevista para el 19 de abril. En esa fecha estaba programado que se desarrollaran dos actos ceremoniales en el palacio imperial de Tokio, pero teniendo en cuenta que varias regiones del país están bajo un estado de emergencia equivalente a una alerta sanitaria se decidió aplazar la ceremonia. El gobierno de Shinzo Abe acordó el pasado martes colocar a Tokio y otras seis prefecturas de Japón bajo estado de emergencia para contrarrestar un repunte del COVID-19, que hasta la fecha contagió en este país a 5.347 personas y mató a 121, según Japan Times.

Los miembros de la Familia Imperial no son los únicos que se esfuerzan en prevenir el contagio; la Agencia de la Casa Imperial también adoptó medidas estrictas al respecto, ya que parte de su plantilla debe seguir en contacto directo con sus los miembros de la familia para servirlos, a pesar de las circunstancias actuales. También la Guardia Imperial ha de continuar ofreciéndoles sus servicios de seguridad y protección. Las medidas preventivas que pone en práctica el personal de Palacio son usar mascarillas sanitarias, evitar lugares concurridos y, a ser posible, teletrabajar o escalar los horarios laborales. Hay que empezar por aplicar medidas para evitar que se infecten los trabajadores.

La cancelación y la reducción de los acontecimientos imperiales

En estos momentos, actos y ceremonias en los que suele participar la Familia Imperial se están cancelando y hace tiempo que los emperadores no comparecen en público. Asimismo, se tuvo que cancelar la visita de los ciudadanos al palacio por el cumpleaños del emperador, que iba a celebrarse el 23 de febrero, y la apertura de la calle Inui en el Palacio Imperial, que se realiza anualmente coincidiendo con la floración de los cerezos, informó el portal de noticias Nippon.com.

La agenda imperial se está ajustando para limitar las visitas a palacio y evitar que la Familia Imperial entre en contacto con demasiadas personas. Otras de las alteraciones que sufrió el calendario de acontecimientos fue la cancelación de uno de los banquetes para festejar la entronización del emperador Naruhito (Kyōen no Gi), que debía tener lugar el 21 de abril. En la ceremonia que se efectuó el 3 de abril para conmemorar el fallecimiento del emperador Jinmu, la asociación de voluntarios que trabajan en los Tres Santuarios de Palacio recibieron el saludo del emperador cubriéndose la cara con una mascarilla y guardando las distancias. Los tradicionales vítores de Banzai Sanshō se anularon en esta ocasión.

La propagación del nuevo coronavirus

En ocasión de la ceremonia de graduación de la princesa Aiko en el instituto femenino de bachillerato Gakushūin, Naruhito y Masako emitieron la siguiente declaración oficial: “Nos preocupa la actual expansión del nuevo coronavirus y nuestros pensamientos están con los ciudadanos japoneses y todas aquellas personas del mundo que se enfrentan a distintos problemas y dificultades. Deseamos de todo corazón que la pandemia se contenga lo antes posible”.

En Japón, como en el resto del mundo, las personas vienen luchando contra hambrunas, guerras y enfermedades a lo largo de toda la historia. En la antigüedad y la Edad Media, hubo incluso emperadores que fallecieron víctimas de una epidemia. Cada vez que proliferaba una enfermedad infecciosa como la viruela, el sarampión o la disentería, los emperadores de aquellos tiempos oraban por su superación. Cuando una epidemia de viruela asoló la castigada capital de Kioto en la segunda mitad del siglo XV —en pleno periodo Sengoku—, el emperador Katsuhito, apenado, copió el Sutra del Corazón y lo ofrendó al templo Ninna-ji para rogar por la paz de todos sus súbditos. Su hijo, el emperador Tomohito, copió el mismo sutra en letra de oro, pero añadió una nota al final para expresar su sensación de impotencia ante la situación, una anécdota que solo conocerán los muy duchos en historia.

El Sutra del Corazón del emperador Go-Nara

El 7 de agosto de 2016, el mismo día en que el emperador Akihito grabó el mensaje de vídeo que puso en marcha su proceso de abdicación, el emperador Naruhito (entonces príncipe heredero) pudo contemplar el Sutra del Corazón copiado por el emperador Tomohito en la biblioteca Iwase Bunko de la prefectura de Aichi. Su Alteza lo mencionó en la rueda de prensa que mantuvo por su cumpleaños al año siguiente: “Aunque se conservan varias copias del Sutra del Corazón firmadas por el Emperador Tomohito (Go-Nara) en tinta dorada sobre papel azul marino, la de la biblioteca Iwase Bunko es la única que incluye una nota final en la que el soberano expresa sus pensamientos escribiendo ‘Como padre de todos los japoneses, me duele el corazón no poder contribuir con virtud’. Teniendo en mente estas acciones de mis antecesores, quisiera seguir pensando en el pueblo y rogando por él, manteniéndome cercano a la gente en sus pensamientos y compartiendo sus alegrías y sus penas, como hacen los Emperadores”.

La familia imperial japonesa se recluye ante la “alerta total” por el coronavirus

La casa imperial suspendió numerosos compromisos y eventos mientraslos trabajadores dejan de presentarse al palacio.

La Agencia de la Casa Imperial de Japón se encuentra bajo «alerta total» y toma precauciones extremas en plena crisis global por el coronavirus COVID-19, para proteger al emperador y a otros miembros de la familia imperial de la infección a medida que aumenta la preocupación por el brote. En Japón se registran a la fecha 500 casos, pero la cifra total mundial superó los 108.000 a medida que la epidemia se expande por más de cincuenta países. La familia imperial ha decidido recluirse en sus palacios y numerosos compromisos y actividades, incluidos los homenajes a las víctimas del Gran Terremoto de 2011, se cancelaron o pospusieron.

«Se supone que es un momento para que la nueva casa imperial se ponga en movimiento después de una serie de ritos de sucesión, por lo que es triste que tengamos que cancelar un evento tras otro», dijo un funcionario de la Kunaicho, la agencia imperial. El Palacio Imperial, ícono turístico de Tokio, fue cerrado al público en el cumpleaños número 60 del emperador el 23 de febrero tras la decisión de la agencia de no hacer que la pareja imperial u otros miembros de la familia aparezcan en público y las restricciones aumentaron. Según la agencia japonesa Kyodo, la apertura anual del camino en los terrenos del palacio que generalmente, que atrae a unas 380.000 personas el año pasado cada primavera, se canceló este año.

Preocupación por los ancianos emperadores

La visita de Estado del presidente chino Xi Jinping al emperador Naruhito se canceló al igual que al menos cinco eventos relacionados con el príncipe heredero Akishino, el hermano menor del emperador, y su familia también sufrieron cambios. Dado que hay muchos miembros mayores en la familia, incluido el ex emperador Akihito, de 86 años, y la emperatriz Michiko, de 85, la corte ha tomado varias medidas para protegerse contra el coronavirus. Según The Japan Times, los funcionarios de palacio evitan los desplazamientos en horas pico y comienzan a trabajar a distancia. Los que necesitan reunirse con miembros de la familia deben utilizar barbijos mientras la casa imperial también dejó de aceptar cientos de limpiadores voluntarios del Palacio Imperial.

La epidemia del nuevo coronavirus contagió ya a más de 100.000 personas en todo el mundo, según la Agence France Presse. La Organización Mundial de la Salud (MS) calificó la propagación del virus como «profundamente preocupante», ya que una oleada de países reportó sus primeros casos de la enfermedad, que ahora mató a casi 3.500 personas e infectado a más de 100.000 en 92 naciones. Corea del Sur, el segundo país más afectado por la enfermedad, protestó contra las medidas que tildó de «irracionales» de cuarentena que impuso Japón a las personas que llegan de ese país.

Qué es el ancestral sistema Miyake que podría salvar a la monarquía japonesa de la desaparición

Una idea conservadora del gobierno pide regresar a la familia a los expríncipes que perdieron títulos y privilegios tras la II Guerra Mundial.

El gobierno de Japón comenzará a debatir muy pronto la restauración del sistema de ramas imperiales colaterales o “Miyake” con el objetivo de ampliar los horizontes sucesorios de una familia imperial reducida. El sistema, que durante muchos siglos estuvo vigente en Japón hasta el fin de la II Guerra Mundial, permitía que los hijos e hijas menores de los emperadores obtuvieran títulos nobles que pudieran heredar sus descendientes. Según la idea actual, la restauración de este sistema permitiría a las princesas japonesas mantener su estatus real después del matrimonio, encabezando sus propias ramas familiares.

Que los antiguos príncipes vuelvan al palacio

Las discusiones planeadas por el gobierno, que incluirán aportes de expertos, comenzarán después de que el príncipe Akishino (hermano del emperador Naruhito) sea investido como Príncipe Heredero. Este debate obedece a una resolución parlamentaria complementaria de la ley especial promulgada en 2017 que permitió que el emperador Akihito abdicara en 2019, donde se le pide al gobierno que considere los desafíos de garantizar una sucesión estable y busque soluciones.

La propuesta, lanzada por un sector conservador del gobierno del Partido Liberal Democrático, dice que se restablezca el estatus imperial de los hombres solteros de las ramas colaterales de la familia imperial que perdieron títulos y honores imperiales y se transformaron en plebeyos tras la II Guerra Mundial. Esta idea es apoyada públicamente por el primer ministro, Abe Shinzo, que aboga por restituir títulos principescos a los ex príncipes Kuni, Kitashirakawa, Kaya, Asaka, Higashikuniy Takeda y otras seis familias descendientes de antiguos emperadores. Algunos conservadores proponen incluso la concertación de matrimonios de las princesas solteras con los hombres de esas familias para volver a asociarlos a la dinastía reinante.

«Cuesta creer que personas que se separaron del linaje hace más de setenta años puedan garantizar la conservación de la cultura tradicional auténtica del imperio», dijo la socióloga japonesa Minashita Kiryū. Argumenta que «el emperador debe conocer una amplia variedad de ritos y los príncipes comienzan su aprendizaje desde la infancia» y que «el pueblo siente un vínculo emocional de cariño y respeto con la pareja imperial». «Me pregunto si los japoneses seguirían reconociendo el simbolismo permanente de la Casa Imperial al incluir en la línea sucesoria a esos nuevos miembros. Es muy probable que cambiase su visión de esos ritos ancestrales que incumben a las esferas nobles y que perviven al paso de los siglos sin guardar relación alguna con el pueblo llano». «El sistema imperial terminaría perdiendo su conexión con la vida cotidiana de la ciudadanía, y creo que eso significaría la banalización del simbolismo del imperio», afirma la experta.

Permitir que las mujeres conserven su título

Frente a esta iniciativa se encuentra el sector progresista del gobierno, que sin embargo contempla una solución parecida: la de permitir que las princesas japonesas solteras mantengan su título una vez que contraen matrimonio y, al mismo tiempo, permitan que sus hijos varones ostenten derechos sucesorios al trono. Esta iniciativa incluiría a la princesa Aiko (hija única de Naruhito) y las princesas Mako y Kako (hijas de los príncipes herederos Akishino y Kiko), entre otras. Esta propuesta se encuentra en sintonía con la realizada en 2005 por un panel de expertos comisionado por el gobierno del entonces primer ministro Junichiro Koizumi.

Según la Ley la Casa Imperial, las mujeres de la familia imperial deben abandonar la familia si se casan con plebeyos y en Japón la nobleza fue abolida después de la guerra. Como la familia actualmente está compuesta principalmente por mujeres, existe preocupación por una fuerte caída en el número de miembros de la familia imperial en el futuro. Por esa razón, algunos en el gobierno están pidiendo que se les permita a las mujeres permanecer en la familia incluso después del matrimonio y educar a sus hijos para reinar. Esto significaría que la princesa Aiko no podría reinar, pero sí su hijo mayor.

La posibilidad de una emperatriz reinante es popular entre el público. Según una encuesta de Kyodo News en 2019, el 81,9 por ciento de los encuestados dijo estar a favor de tener una emperatriz reinante, mientras que el 13,5 por ciento estaba en contra de la idea. Además, el 70 por ciento dijo que apoyaría a un emperador o emperatriz de la línea femenina, lo que significa que la madre del monarca descendería de la familia imperial en lugar de su padre, mientras que el 21,9 por ciento se opuso a la idea. Actualmente solo hay tres posibles herederos al trono. El príncipe Akishino tiene 53 años y es el primero en la línea sucesoria, seguido por su hijo Hisahito, de 14 años, y del príncipe Hitachi, el tío del emperador de 83 años.

Naruhito representa la séptima generación por línea directa masculina del emperador Kokaku, que reinó desde 1780 hasta su abdicación en 1817. Fue sucedido por Ninko (1817-1846), quien no era hijo de la emperatriz, sino de una de las “sokushitsu” o concubina. Lo mismo puede decirse de sus tres siguientes sucesores, los emperadores Komei (1846-1867), Meiji (1867-1912), y Taisho (1912-1926), hijos igualmente de sokushitsu. La esposa principal del emperador Meiji no le dio hijos de ninguno de los dos sexos. Akihito fue el primer emperador en varios siglos que es hijo de la emperatriz y desde entonces la familia imperial se vio sumida en una verdadera crisis hereditaria que incluso logró que algunos vaticinen que se extinguirá con el príncipe Hisahito a mediados del siglo XXI. (S.C.)

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Experta: “La sociedad japonesa está dejando de cuestionarse la Casa Imperial como sistema”

La socióloga Minashita Kiryū analizó el porvenir de la familia imperial desde el prisma emocional de los japoneses y los posible escenarios de la cuestión sucesoria.

Por Itakura Kimie (Nippon.com)

Después del reinado de 30 años del emperador Akihito, que “humanizó” la monarquía japonesa, y con el inicio de la Era Reiwa con el emperador Naruhito, Japón está “dejando de cuestionarse la Casa Imperial como sistema” y “cada vez hay menos interés en plantearse la institución en esos términos”, según explicó la socióloga nipona Minashita Kiryū en una entrevista en la que analizó el comportamiento y las expectativas de la monarquía japonesa. Reconoce, sin embargo, que ahora la familia imperial se ve sometida a otro tipo de cuestionamientos y a un “severo escrutinio” popular en lo que respecta a su comportamiento personal: “El pueblo quiere que se comporten con refinamiento, se casen con personas refinadas y creen hogares refinados”.

La especialista, profesora de la Universidad Kokugakuin, se refirió además a la polémica propuesta del gobierno japonés de restituir el rango imperial a las ramas familias masculinas que se excluyeron tras la guerra: “Cuesta creer que personas que se separaron del linaje hace más de setenta años puedan garantizar la conservación de la cultura tradicional auténtica del imperio”, opinó. “El emperador debe conocer una amplia variedad de ritos y los príncipes comienzan su aprendizaje desde la infancia, y además, el pueblo siente un vínculo emocional de cariño y respeto con la pareja imperial”.

“Me pregunto si los japoneses seguirían reconociendo el simbolismo permanente de la Casa Imperial al incluir en la línea sucesoria a esos nuevos miembros”, agregó. Por otra parte en la entrevista concedida al portal Nippon, Minashita cree que la responsabilidad que tiene la familia imperial sobre perpetuar el linaje será “muy difícil” de cumplir: “Para empezar, garantizar la sucesión masculina ininterrumpida del trono requeriría volver a instaurar el sistema premoderno de la poliginia, ya que la tasa de fertilidad media de las mujeres no permite mantener una línea directa de descendencia. De lo contrario, el número de herederos terminaría siendo insuficiente”.

P: ¿Qué impresiones le causó el cambio de era, comparado con el paso de la era Shōwa (1926-1989) a la era Heisei (1989-2019)?

R: El cambio de época que tuvo lugar al fallecer el emperador Hirohito, cuyo reinado se basaba en el sistema issei ichigen (un nombre de era por emperador), se realizó de forma solemne, con todo Japón apenado por su desaparición. En aquella ocasión, las mujeres de la Familia Imperial asistieron al Chōken no gi con el rostro cubierto por un velo negro en señal de duelo, mientras que esta vez lo hicieron destacando por su colorido atuendo. También llamó la atención el aspecto de los miembros de la familia, que participaron en silla de ruedas y apoyándose en un bastón, inspirando una imagen general de envejecimiento.

P: Da la impresión de que la cobertura mediática y la opinión pública en torno a la emperatriz Masako cambiaron ligeramente en estos últimos tiempos.

R: Hubo una época en que la indisposición de salud de la entonces princesa Masako para cumplir sus obligaciones oficiales se veía con escepticismo y crítica, mientras que ahora su figura goza de un tratamiento mediático favorable y pacífico. Con todo, su alteza atiende a sus obligaciones a pesar de seguir sufriendo problemas de salud. Creo que la influencia de las redes sociales y la evolución de los medios de comunicación tuvieron un papel muy importante en este cambio. Ahora que todos podemos expresar nuestras opiniones personales, los medios perdieron su credibilidad indiscutida y pasaron a ser más receptivos con la opinión pública.

P: Los medios no hacen hincapié en el debate que cuestiona el sistema imperial, pero sí insistieron mucho en temas como el vestuario de las mujeres de la Familia Imperial o las lágrimas que derramó la emperatriz Masako durante la interpretación de Kokumin Saiten (La celebración del pueblo) y el desfile.

R: Cuando falleció el emperador Hirohito y terminó la era Shōwa, hubo programas televisivos y periódicos que pusieron en duda la vigencia del sistema imperial, así como el papel que desempeñó en la Segunda Guerra Mundial. El hecho de que en aquel entonces hubiera mucha más gente que vivió la guerra que ahora fue un factor decisivo. Por otro lado, a finales de los ochenta Japón se encaminaba hacia la burbuja financiera, y el auge económico brindaba la tranquilidad necesaria para cuestionarse seriamente el sistema imperial. Hoy en día, sin embargo, seguimos intentando superar las “dos décadas perdidas”, el envejecimiento demográfico tiene a la mayoría de japoneses preocupados por el futuro (en especial sobre la sostenibilidad del sistema de pensiones) y la vida de los ciudadanos es cada vez más gris. Creo que existe un deseo subconsciente de vivir experiencias positivas, aunque sean efímeras; de ahí ese ambiente de “no agüemos la fiesta” y esa voluntad de conservar el humor festivo.

La pareja imperial como ideal de la familia moderna

P: ¿Cambió con los tiempos la relación entre los medios de comunicación y la Casa Imperial?

R: Lo que simboliza la Casa Imperial fue cambiando con la evolución de los medios. Antes de la Segunda Guerra Mundial, el medio que conectaba a la Familia Imperial —y, en especial, al emperador y la emperatriz— con el pueblo llano era la fotografía oficial que colgaba de las paredes de las escuelas y otros lugares públicos. Bajo la Constitución patriarcal de la era Meiji, el emperador reinaba sobre el país como una gigantesca figura paterna. El emperador Hirohito no se dejó ver mucho junto a su consorte ni siquiera después de la guerra.

Por el contrario, el emperador Akihito y la emperatriz Michiko, cuyo desfile nupcial en 1959 contribuyó a la difusión de la televisión en Japón, representaron a la familia moderna en la nueva era democrática. En el periodo del crecimiento económico acelerado de los años sesenta, cuando proliferaron los complejos de vivienda pública y cada vez más familias compraban vivienda en las afueras, resultó especialmente simbólica la visita de los emperadores al complejo de vivienda pública Hibarigaoka, construido en 1960 en el barrio tokiota de Kitatama. No es ninguna exageración afirmar que el emperador emérito Akihito y la emperatriz emérita Michiko fueron quienes crearon la imagen de familia moderna ideal que ahora representa la Familia Imperial. La emperatriz emérita, que salió en los medios mostrando cómo criaba a sus hijos —algo impensable en tiempos anteriores— contribuyó especialmente a construir esta imagen.

El nuevo sistema imperial que esbozó la Constitución de la posguerra, que situaba al emperador como símbolo del Estado, tenía un carácter muy abstracto y a los ciudadanos les resultó extremadamente difícil asumirlo desde el plano emocional. A pesar de ello, el emperador Akihito y la emperatriz Michiko, ya desde su etapa como príncipes, realizaron un esfuerzo encomiable para lograr el cariño y el respeto del pueblo. La cobertura televisiva de la Casa Imperial fue clave en el proceso de crear ese simbolismo cargado de emoción para los japoneses.

P: Juzgando por el cotilleo presente en las redes sociales y las revistas del corazón sobre los problemas de la Casa de Akishino, da la sensación de que el pueblo japonés alberga una visión de la Familia Imperial todavía más emocional que antes.

R: Eso sucede por dos motivos. El primero es, como ya he mencionado antes, que en la sociedad japonesa está dejando de cuestionarse la Casa Imperial como sistema; cada vez hay menos interés en plantearse la institución en esos términos. El segundo es que, en la era de internet, los medios de comunicación se han vuelto más receptivos con los sentimientos de la ciudadanía. El efecto sinérgico de estos dos factores ha provocado que el tratamiento mediático se centre solo en temas emocionales.

En cierto sentido, además, a los medios les resulta más fácil meterse con personalidades que despiertan el interés emocional de los ciudadanos. Son buenos ejemplos de ello la manipulación del antagonismo entre la emperatriz Masako y la princesa Kiko o los problemas de la Casa de Akishino. Hay medios que critican duramente al príncipe heredero Fumihito y abundan los artículos sobre sus dos hijas; la mayor, por el escándalo relacionado con las deudas de la familia de su prometido, y la pequeña, por su afición por el baile hip-hop, entre otras cosas.

Tras este tratamiento mediático está el descontento porque la Familia Imperial no cumple con sus obligaciones como realeza. El pueblo quiere que se comporten con refinamiento, se casen con personas refinadas y creen hogares refinados. El alboroto por la boda de la princesa Mako surgió seguramente porque no se adapta a esas expectativas. Por otro lado, la sociedad es implacable con las madres que “fracasan” en la crianza de sus hijos, motivo por el cual la princesa Kiko es sometida a un severo escrutinio. En las familias corrientes, si el matrimonio tiene dos hijas que al crecer devienen adultas respetables y un hijo adorable, no reciben quejas. Sin embargo, la mayoría de las personas ven a la Casa Imperial como una entidad oficial, por lo que no admiten que sus miembros se salgan de los cánones establecidos y, cuando esto sucede, los critican duramente desde la emoción.

La preferencia por los hijos varones de los hombres de la Familia Imperial

P: Las encuestas de opinión pública revelan que una mayoría de los japoneses creen que “no es necesario” limitar la sucesión del trono a los hombres. ¿Qué opina usted del problema de la sucesión?

R: El pueblo espera que la Familia Imperial y el emperador desempeñen tres roles: la sucesión del linaje sanguíneo imperial, la continuidad de la cultura tradicional y la consolidación de un simbolismo permanente por parte de la Casa Imperial (de la unión del pueblo). Pero resulta muy difícil que estos tres objetivos se cumplan a la vez. Para empezar, garantizar la sucesión masculina ininterrumpida del trono requeriría volver a instaurar el sistema premoderno de la poliginia, ya que la tasa de fertilidad media de las mujeres no permite mantener una línea directa de descendencia. De lo contrario, el número de herederos terminaría siendo insuficiente.

En cuanto a la propuesta de volver a incluir en la realeza ramas imperiales masculinas que se excluyeron tras la guerra, cuesta creer que personas que se separaron del linaje hace más de setenta años puedan garantizar la conservación de la cultura tradicional auténtica del imperio. El emperador debe conocer una amplia variedad de ritos y los príncipes comienzan su aprendizaje desde la infancia. Además, el pueblo siente un vínculo emocional de cariño y respeto con la pareja imperial. Me pregunto si los japoneses seguirían reconociendo el simbolismo permanente de la Casa Imperial al incluir en la línea sucesoria a esos nuevos miembros. Es muy probable que cambiase su visión de esos ritos ancestrales que incumben a las esferas nobles y que perviven al paso de los siglos sin guardar relación alguna con el pueblo llano. El sistema imperial terminaría perdiendo su conexión con la vida cotidiana de la ciudadanía, y creo que eso significaría la banalización del simbolismo del imperio.

Opino que la propuesta del ex primer ministro Koizumi de incluir a las mujeres en la línea sucesoria era la opción idónea para satisfacer las expectativas del pueblo respecto al papel de la Casa Imperial que mencionaba arriba. Al quedar desestimada, los políticos esquivan la cuestión a toda costa, porque se trata de un problema gravísimo que divide la opinión pública en dos e incluso amenaza con fraccionar ideológicamente al Partido Liberal Democrático. La oposición tampoco entrará a discutir sobre el tema a menos que le permita ganar votos. Nadie está dispuesto a asumir la responsabilidad de abrir la caja de los truenos.

El nuevo símbolo de la familia en la era Reiwa

P: ¿Qué pueden llegar a simbolizar para el pueblo el emperador Naruhito y la emperatriz Masako?

R: La era Heisei fueron treinta años en los que abundaron los desastres naturales, con el Gran Terremoto de Hanshin-Awaji, el Gran Terremoto del Este de Japón y los supertifones. El emperador Akihito y la emperatriz Michiko se ganaron el corazón de las víctimas de estos desastres con sus constantes visitas a las zonas damnificadas. Las quejas de la población por los cortes de luz programados después del Gran Terremoto del Este de Japón se acallaron cuando se anunció que los propios emperadores colaboraban motu proprio en el ahorro energético. Esa anécdota me confirmó el importante papel simbólico de la unión del pueblo que la Casa Imperial desempeña para los japoneses.

Con el rito del Chōken no gi que tuvo lugar al estrenar la nueva era, el emperador demostró su intención de continuar con el legado de Akihito como símbolo nacional y de actuar en pos del pueblo. Sin embargo, creo que es mejor que los nuevos emperadores no se empeñen en mantener la imagen de “superhumanos” de los ahora emperadores eméritos. Al igual que el paso de la era Shōwa a la era Heisei marcó la transición entre la sociedad patriarcal y la democrática, cuando el emperador Naruhito y la emperatriz Masako se casaron, la mayoría de los japoneses esperaban que la emperatriz siguiera con su carrera profesional y se formase así un nuevo modelo de Familia Imperial con un matrimonio potente en que ambos cónyuges trabajasen. No obstante, vistas las lamentables críticas que cayeron especialmente sobre la emperatriz (entonces, princesa), de quien quedó la impresión de que no era capaz de soportar el peso de la tradición y el rancio abolengo imperial, creo que los emperadores no deben forzarse a seguir los pasos de sus antecesores. En mi opinión, lo mejor será que la pareja cree un nuevo simbolismo para la Casa Imperial y para la familia.

Naruhito reconoce que la emperatriz Masako todavía sufre “altibajos” en su salud mental

El monarca habló en una conferencia de prensa con motivo de su cumpleaños 60: “Está en camino a la recuperación”, señaló.

El emperador Naruhito de Japón dijo que su esposa aun sufre «altibajos» en su lucha por recuperarse de una enfermedad inducida por el estrés que la persigue desde hace más de una década. La salud de la emperatriz consorte Masako, que mostró estar bien al asistir a todas ceremonias de entronización celebradas en mayo y octubre del año pasado, es un tema permanente de conversación en Japón, y muchos confiaban en una total recuperación.

El emperador, sin embargo, advirtió este 23 de febrero que Masako «todavía está en camino a la recuperación». «Su condición tiene sus altibajos y su fatiga tiende a prolongarse después de un gran evento o cuando los eventos ocurren uno tras otro», dijo el monarca en una conferencia de prensa con motivo de su 60º cumpleaños. «Quiero que nunca se agote demasiado, sino que continúe trabajando en lo que puede hacer», dijo, describiéndola como «una buena consultora en asuntos privados y oficiales».

Naruhito ascendió al trono en mayo, tras la abdicación de su padre. Masako, educada en Harvard y Oxford, dejó de lado una prometedora carrera diplomática para casarse con Naruhito e ingresar a la familia real en 1993. En 2004, el palacio imperial reveló que había estado recibiendo tratamiento por un “trastorno adaptativo” inducido por el estrés, lo que la obligó a ausentarse de algunos compromisos reales. Se señaló que esa enfermedad se debió a las severas restricciones de la vida en Palacio y por la presión para que se quedara embarazada.

La emperatriz nunca se recuperó por completo de una depresión motivada por sus dificultades para amoldarse a las retrógradas reglas de la Corte y, tanto o más importante, por las urgencias para que diera a luz un heredero varón. En 2001 tuvo a su única hija, la princesa Toshi, después de haber sufrido un aborto en 1999. El estado de Masako posterior a estos eventos llevó a su marido, entonces príncipe heredero, a reconocer públicamente: «En estos años Masako ha intentado ajustarse todo lo mejor posible a la vida en Palacio, pero ha quedado agotada. Es cierto que ha habido movimientos para negarle su carrera y su personalidad».

Naruhito de Japón cumple 60 años con la mirada puesta en la crisis del coronavirus

Las celebraciones públicas organizadas por la corte fueron canceladas y el monarca expresó su solidaridad con sus miles de víctimas.

El emperador japonés Naruhito, que cumple 60 años este 23 de febrero, ofreció su simpatía a los afectados por el nuevo coronavirus que surgió en China y dijo que espera ver el brote contenido muy pronto. La edad del monarca, el primero desde que se convirtió en emperador, se considera una edad especial en el calendario zodiacal japonés, pero las festividades públicas se han atenuado en medio de las preocupaciones sobre el COVID-19 surgido en la ciudad china Wuhan, que ha matado a más de 2.300 personas y afectó hasta el momento a más de 76.000. Japón por su parte confirmó más de 750 casos, incluidos 634 del crucero ‘Diamond Princess’, que fue puesto en cuarentena en el puerto de Yokohama, cerca de Tokio.

Los planes de celebración de cumpleaños incluían la apertura del palacio imperial para que el emperador Naruhito saludara desde el balcón del palacio a decenas de miles de simpatizantes, pero fueron cancelados como medida preventiva contra la infección. «Al enfrentar las preocupaciones sobre la propagación del coronavirus, ofrezco mi simpatía a los pacientes y sus familias», dijo Naruhito a los periodistas en una nueva conferencia celebrada antes de su cumpleaños. «Espero que la escalada de las infecciones sea contenida lo antes posible».

Según informó The Japan Times, Naruhito se comprometió a apoyar a la gente de Japón para responder a la intensificación de los desafíos ambientales y sociales que van desde el cambio climático hasta el nuevo brote de coronavirus. «En esta sociedad que cambia rápidamente, estoy contemplando medidas en nuestros deberes oficiales que serían complementarias con tales cambios sociales», dijo el monarca en una conferencia de prensa ofrecida el viernes. «Creo que la familia imperial tiene una parte de la responsabilidad» de abordar tales desafíos”, agregó y señaló la crisis climática, que contribuyó a los tifones e inundaciones más graves que sufrió Japón, como uno de los principales desafíos que su país enfrentó en los últimos años.

Si bien la atención mundial se centró en el crucero, el virus ya llegó a Japón y se está extendiendo gradualmente en el país, desde Okinawa en el sur hasta Hokkaido en el norte. Los expertos dicen que la infección en Japón se encuentra en las primeras etapas de aceleración, lo que llevó al gobierno a prepararse para una mayor propagación del virus. Por esta razón, se canceló una serie de eventos, que incluyen conciertos, eventos deportivos y festivales, y algunas personas comienzan a preguntarse si Japón puede organizar los Juegos Olímpicos de Tokio de este verano según lo planeado, informó la agencia Kyodo News.

Naruhito, citando sus buenos recuerdos de los primeros Juegos Olímpicos de Tokio, que presenció cuando tenía cuatro años, dijo que espera ver que los juegos de este año se lleven a cabo con éxito. «Para mí, los Juegos Olímpicos de Tokio (1964) fueron mi primer encuentro con el resto del mundo», dijo Naruhito. Como joven príncipe, vio la ceremonia de clausura con sus padres. Dijo que ver a atletas de todas las nacionalidades marchar juntos le causó una fuerte impresión: «Creo que la escena que pude ver se convirtió en la base de mi compromiso y oración duraderos por la paz mundial», dijo Naruhito en una declaración pública emitida este domingo en Japón.

Naruhito y su esposa, Masako, que se está recuperando de una condición mental inducida por el estrés, tienen una hija de 18 años, la princesa Aiko, que se graduó de la escuela secundaria y estudiará literatura japonesa en la Universidad de Gakushuin, también el alma mater de Naruhito, donde se especializó en historia, según informó el periódico local The Mainichi. La joven, titulada Princesa Toshi, no es apta para heredar el trono de su padre bajo la regla de sucesión solo masculina de Japón, aunque hay un llamado creciente para permitirle ser una emperatriz en medio de una población real en declive y la escasez de sucesores masculinos.

Naruhito se convirtió en el 126º emperador el 1 de abril del año pasado, un día después de la abdicación de su padre, Akihito, de 85 años. Primer emperador nipón con ancestros plebeyos, Naruhito es un hombre culto y con amplia experiencia en los asuntos oficiales que ha heredado el carácter sencillo y afectuoso de su padre, el cual hizo del sometimiento estricto a las prescripciones constitucionales y la empatía popular las principales divisas de su reinado. Nació en febrero de 1960 en el Hospital de la Agencia de la Casa Imperial (Kunaicho), aledaño al Palacio Imperial, cuando sus padres solo llevaban diez meses casados.

El retrato que suele hacerse de Naruhito en la edad infantil (cuando era llamado Príncipe Hiro) es el de un muchacho alegre, curioso y participativo, como despegado de los encorsetamientos, muchas veces sofocantes -en especial para los miembros femeninos de la familia imperial- que imponían la tradición y el protocolo propios de la antiquísima monarquía nipona. Su padre, un hombre con inquietudes científicas ducho en biología marina, le alentaba a que practicara actividades deportivas al aire libre, como el tenis, la hípica, el esquí y el montañismo. Naruhito también se aficionó a las artes marciales, a tocar el violín y a estudiar cuestiones relacionadas con los transportes y las comunicaciones, en particular las vías acuáticas.

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