Los últimos años de vida de la princesa Margarita de Inglaterrason objeto de enorme interés público. La estrella de la princesa, popular y hermosa en los años 50, se apagó lentamente hasta llegar a ser casi olvidada por la prensa en los 80.
Cuando superó los 50 años de edad, Margarita era apenas una sombra de la princesa esplendorosa de hermosos ojos azules que había encantado al mundo con su tragedia romántica. Los años 90 la vieron ocultarse entre los dramas de la familia Windsor y finalmente falleció en el silencio de un hospital. Pero, ¿cuál fue exactamente la causa de su muerte?
La princesa Margarita era la hija menor del rey Jorge VI y la reina madre Isabel. Murió a los 71 años en 2002.
La princesa Margarita era la hija menor del rey Jorge VI y la reina madre Isabel. Ella era la única hermana de la reina Isabel II y, pese a ser toda su vida un personaje secundario de la monarquía, increíblemente la segunda en la línea del trono después de que su padre se convirtiera en rey y durante toda la Segunda Guerra Mundial. El mundo habló de ella en 1955, cuando anunció dramáticamente que no se casaría con el amor de su vida, Peter Townsend, porque deseaba obedecer la llamada del deber y por fidelidad a su hermana.
La princesa Margaret Rose fue el primer miembro de la familia real británica que nació en Escocia durante más de 300 años. En el momento en que nació, el 21 de agosto de 1930 en el Castillo de Glamis, hogar ancestral de su familia materna, era la cuarta en la línea de sucesión al trono como nieta del rey Jorge V. Pero después de que su tío Eduardo VIII abdicó, a los 6 años Margarita pasó a ser la segunda en la fila del trono, quien tendría que hacerse cargo de la corona si algo imprevisto ocurría con su padre y su hermana mayor.
Última aparición pública de Margarita (der.) en el centenario de su tía la duquesa de Gloucester.
Margarita creyó haber encontrado el amor cuando conoció al fotógrafo de sociedad Antony Armstrong-Jones en 1959, después de enterarse que el Capitán Townsend se había casado con otra mujer. Su esposo fue nombrado conde de Snowdon y vizconde Linley más tarde ese año, y posteriormente nacieron sus dos hijos: Lord Linley, actual Conde Snowdon, nacido en 1961, y Lady Sarah Frances Elizabeth, nacida en 1964. La pareja permaneció casada durante varios años, pero su matrimonio se disolvió en mayo de 1978.
En sus últimos años, la princesa Margarita, víctima de una depresión que la acompañó toda su vida adulta, sufrió graves problemas de salud. Sufrió un derrame cerebral en febrero de 1998 mientras estaba en su casa de vacaciones en la caribeña isla de Mustique y graves quemaduras en los pies durante un accidente en el baño 12 meses después, lo que afectó drásticamente su movilidad. Más tarde requirió apoyo para caminar y en ocasiones apareció públicamente en una silla de ruedas. La princesa tuvo nuevos accidentes cerebrovasculares en 2000 y 2001.
Capilla ardiente de la princesa Margarita en la Capilla de la Reina del palacio de St. James
La salud de Margarita se deterioró rápidamente a medida que el público británica se olvidó de ella. Esto, sin embargo, no le impidió poder emprender algunos compromisos públicos en estos últimos años y continuó apoyando el trabajo de muchas de sus organizaciones benéficas. Sus últimos compromisos públicos fueron una visita al Chelsea Flower Show el 21 de mayo de 2001 y el 80 cumpleaños del príncipe Felipe semanas más tarde. La última aparición pública de la princesa fue en el centésimo cumpleaños de su tía, la princesa Alice, duquesa de Gloucester, en diciembre de 2001.
La princesa era conocida por por su amor por el tabaco y el alcohol, lo que provocó especulaciones a lo largo de los años de que desarrolló cáncer de pulmón, enfermedad que había conducido a la muerte a su padre en 1952. Sin embargo, Margarita nunca fue diagnosticada con cáncer. Murió finalmente a los 71 años de edad el 9 de febrero de 2002, tres días después del 50 aniversario de la muerte de su padre, y tras sufrir otro derrame cerebral que resultó en problemas cardíacos. Su féretro reposó en solitario en la capilla de St. George y sus cenizas fueron depositadas junto a la tumba de su padre.
Una cronología detallada de lo ocurrido la noche en que el rey Jorge VI murió mientras dormía y la llegada de su hija desde África para convertirse en reina. Ocurrió el 6 de febrero de 1952.
Desde hace tiempo se sabe que la reina Isabel II se Inglaterra se enteró de la muerte de su padre, el rey Jorge VI, durante una visita a Kenia. Pero la verdadera historia de lo que ocurrió el 6 de febrero 1952 apenas ha salido a la luz, 68 años después de que ocurriera.
La historia comienza con Isabel, por entonces princesa, partiendo de Inglaterra el 31 de enero de 1952 para iniciar una visita a aquel país africano en representación de su padre, que desde hacía tiempo tenía problemas cardíacos y pulmonares.
La complicación en la salud del rey Jorge llegó tras el nacimiento del príncipe Carlos, su primer nieto, en 1948. Sus médicos confirmaron que sufría de arteriosclerosis, una forma de trombosis, y ordenaron un largo período de reposo absoluto.
En la primavera de 1949, pareció recuperarse, pero la mejoría fue breve. En marzo de 1951 el rey Jorge VI fue operado por un cáncer de pulmón y, si bien la operación fue un éxito, persistía el riesgo de otra trombosis que probablemente fuera fatal.
Su esposa, la reina Isabel, y su familia, decidieron ocultarlo al rey, y continuaron su ronda interminable de deberes públicos, con la princesa Isabel emprendiendo un importante viaje por Canadá y Estados Unidos.
Cuando regresaron se sintieron muy aliviados al encontrar algo mejorada la salud del rey. Se celebró un Día de Acción de Gracias Nacional el 2 de diciembre de 1951, y la familia real se fue a Sandringham House para pasar la Navidad.
Los Windsor volvieron a Londres brevemente a finales de enero, para que el rey fuera atendido por los médicos y para despedirse de la princesa Isabel y del duque de Edimburgo, que partían en avión para otro largo viaje por África del Este, Australia y Nueva Zelanda. Fue una despedida triste.
Lord Chandos, el Secretario de las Colonias dice: «Recuerdo muy bien la última vez que vi al rey. Cuando la princesa y el príncipe Felipe abandonaron Heathrow con rumbo a Kenia, el rey y la reina fueron a verlos despegar… Me quedé muy sorprendido por la aparición del rey. Yo estaba familiarizado con su aspecto y porte, pero parecía muy alterado y tenso. Tuve una sensación fea, que creció a medida que pasaban los minutos durante la despedida. El rey fue a la azotea del edificio para despedirse. El viento fuerte desordenó su cabello. Tuve el presentimiento de que esta sería la última vez que vería a su hija, y sé que él pensó lo mismo».
A pesar del fuerte viento helado, el rey insistió en permanecer de pie y descubierto frente a la pista del aeropuerto hasta que el avión era apenas un punto en el cielo. En su rostro, efectivamente, el rey y su hija reflejaban la preocupación de que nunca más se verían.
La princesa Isabel y el príncipe Felipe llegaron a Nairobi el 1 de febrero. Fueron recibidos por el Gobernador de Kenya, Sir Philip Mitchell, quien les ofreció una recepción en el jardín de la Casa de Gobierno. Al día siguiente asistieron a un almuerzo cívico y visitó el Parque Nacional de Nairobi. Por la noche, se quedaron en el Sagana Hunting Lodge, un regalo de boda de Sudáfrica. John Jochimsen, de la Oficina Central de Información, uno de los seis fotógrafos de prensa que cubrieron la gira, diría: «Me acuerdo de la princesa muy feliz y despreocupada. Creo que no pensaba en convertirse en reina tan pronto…»
Hyde Park Corner!
El 6 de febrero el rey, que pasaba sus vacaciones invernales en Sandringham (Norfolk) estuvo de muy buen humor la noche anterior, a su regreso de una cacería con su amigo lord Fermoy y otros arrendatarios y agricultores de la finca real, con un total de 20 armas, a través de los campos congelados, el rey y sus amigos cazaron un total de 280 liebres. Pasó la tarde jugando con sus dos nietos, el príncipe Carlos (de 3 años) y la princesa Ana (de 1 año), y cenó con su hija menor, la princesa Margarita. Juntos escucharon un informe de la BBC acerca de Isabel y Felipe, que estaban en un parque de caza en Kenia.
22.30 Hs
El rey Jorge VI se retira a su habitación de Sandringham House (Norfolk), donde la Familia Real acostumbra a pasar el invierno. Se trata de la misma residencia donde nació en 1895, durante el reinado de su bisabuela, la reina Victoria I. Poco después de quedarse dormido, el rey sufre una trombosis coronaria que le quita la vida. Tenía 56 años de edad. Se estima que falleció después de la medianoche, ya que a las 00.00 hs un vigilante observó que el rey cerraba las ventanas de su habitación.
07.30 Hs
El valet real James MacDonald golpea la puerta de la habitación real, para despertar al rey y anunciarle que estaba listo su baño. Al no recibir respuesta a su llamada, ingresa en la habitación del rey y lo encuentra muerto en su cama.
08.00 Hs
Llamado a Sandringham House, el Dr. James Ansell, cirujano de la Familia Real firma el certificado de defunción del rey. Su esposa, la reina Isabel, pidió que se mantuviese una vigilia frente a la puerta de la habitación: «No debe dejárselo solo». Más tarde escribió a su suegra, la reina Mary: «Me enviaron un mensaje que decía que su mayordomo no podía despertarlo. Volé a su habitación, pensando que estaba durmiendo profundamente, se le veía tan apacible… pero luego me di cuenta de lo que había sucedido».
«¿Qué ha pasado?», preguntó el príncipe Carlos (de 3 años) a su niñera Helen Lightbody. «El abuelo se ha ido a dormir para siempre», dijo ella, haciéndole una reverencia, la primera de su vida, al nuevo heredero del trono. El príncipe se convirtió automáticamente en el Duque de Cornualles, Duque de Rothesay, Conde de Garrick, Barón Renfrew, Lord de las Islas y Gran Senescal de Escocia, títulos que le corresponden como heredero del trono. Isabel, en Kenia, tardaría muchas horas más en saber la noticia.
08.45 Hs.
El jefe del Gabinete del rey, Sir Alan Richardson, telefonea a su asistente en Londres, Sir Edward Ford, con la frase en clave que anuncia la muerte del monarca: «HYDE PARK CORNER. Vaya y dígaselo al señor Churchill y la reina Mary [la Madre del rey]». Antes de que un sirviente le diera la noticia, la reina Mary se anticipó: «¿Se trata del rey?». Ese día, la anciana reina escribió en su diario: «Me llevé un susto terrible cuando Cynthia [Colville] vino a verme a las 9.30, después del desayuno, para decirme que mi querido ‘Bertie’ murió mientras dormía la madrugada de hoy». La madre del rey jamás se recuperó de esta muerte. Se la vio cada vez más frágil y retraída durante el año siguiente, falleciendo apenas 13 meses después. En Nueva York, el Duque de Windsor (ex rey Eduardo VIII) se enteró de la muerte de su hermano. Al mismo tiempo se le anunciaba que no sería bienvenida su esposa, la duquesa Wallis, en los funerales del rey. Emprendió viaje urgente a Londres a bordo del buque Queen Mary.
«¿Malas noticias? ¡Las peores!»
09.00 Hs.
Sir Edward llega al número 10 de Downing Street, residencia del Primer Ministro, Sir Winston Churchill: «Tengo malas noticias, primer ministro. El rey murió ayer por la noche. No sé nada más». «¿Malas noticias?», exclama Churchill. «¡Las peores!».
John Colville, secretario privado de Churchill, dijo: «Cuando fui a la habitación del Primer Ministro estaba sentado solo, con lágrimas en los ojos, con la mirada perdida. No prestaba atención ni a sus documentos oficiales ni a los periódicos. No me había dado cuenta de lo mucho que el rey significaba para él. Traté de animarlo diciéndole lo bien que iba a seguir adelante con la nueva reina, pero todo lo que podía decir era que él no la conocía y que era sólo una niña». El primer ministro llama a una reunión extraordinaria de gabinete para discutir los asuntos constitucionales derivados de la muerte del monarca, entre ellas el anuncio a la nueva reina, al pueblo británico y países de la Commonwealth. Hubo preocupación sobre el regreso de la princesa en avión.
10.15 Hs.
Se permite a las agencias nacionales y extranjeras de noticias liberar la confirmación oficial de la muerte del rey Jorge VI:
«Se anunció desde Sandringham a las 10.45 de hoy, 6 de febrero de 1952, que el rey, quien se retiró a descansar la noche anterior en su estado de salud habitual, murió pacíficamente mientras dormía esta mañana».
11.15 Hs.
El locutor de la BBC John Snagge es elegido para dar la noticia a los oyentes de radio en todo el mundo: «Esto es Londres. Es con el mayor dolor que anunciamos…»
11.45 Hs.
Como el telegrama enviado a la princesa Isabel se pierde en algún punto, la presunta heredera -de gira oficial Kenia- no pudo enterarse inmediatamente de su ascensión al trono.
Isabel Alejandra Mary -nacida el 21 de abril de 1926- se encontraba desde el 31 de enero en una gira oficial por África, acompañada por su marido, el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, su dama de compañía»BoBo» MacDonald, su secretario privado Martin Charteris y por Michael Parker, amigo y asesor personal del duque.
La nueva reina había pasado la noche sobre un árbol en el famoso Hotel Treetops, a unos 30 kilómetros de Sagana, en Kenia. Se trataba de un asombroso edificio construido encima de un árbol enorme que domina una especie de laguna a la que acuden a beber los animales de la selva. Isabel II se convirtió en reina sentada en lo alto de un árbol viendo a los rinocerontes tomando agua del estanque. Casi 400 años antes, otra princesa Isabel estaba sentada debajo de un gran árbol en Hatfield Park, cuando los emisarios de la Corte le anunciaron que se había convertido en la reina, Isabel I.
Los restos de ese árbol siguen en pie y una placa recuerda lo que sucedió allí. Del mismo modo, otra placa fue colocada en el gran árbol mgugu, en cuya cima estaba Isabel II al momento de convertirse en reina. Esa mañana fueron a pescar truchas y después de la comida se retiraron a descansar. El Comandante Michael Parker convenció a la princesa de ver el amanecer sobre la selva. Un águila se cernió sobre él y temieron que pudiera atacarlos: «Nunca pensé en ello hasta más tarde, pero ese fue, más o menos, el momento en que el rey murió«.
La noticia llegó a Kenia mediante un periodista llamado Granville Roberts, quien trabajó en el East African Standard y que estaba cubriendo la visita real. Sus colegas desde Europa le dijero que la agencia Reuters había enviado un cable diciendo simplemente: «El rey ha muerto«. Roberts pidió inmediatamente a una recepcionista a buscar el teniente coronel Charteris para informarle de la noticia. Consultado sobre si el mensaje es correcto, simplemente respondió: «Muy seguro».
Roberts llamó por teléfono a Michael Parker, secretario privado de Felipe para darle la noticia, que fue confirmada más tarde por la radio cuando Parker en sintonía con la BBC.Los asesores de la princesa Isabel necesitaron seis horas para confirmar las noticias que habían legado incompletas por telégrafo. Michael Parker regresó al hotel, donde comunicó la noticia a Lady Pamela Mountbatten (prima de Felipe, que se desempeña como dama de honor), quien, por su parte, informa al duque. «Fue como si se le hubiera caído la mitad del mundo encima», dijo Parker.
Felipe invitó a su esposa a dar un paseo por los alrededores del lodge. Allí en el transcurso de la caminata, le dio la noticia de la muerte de su padre. Cumpliendo con su deber protocolar, Martin Charteris, jefe del personal que los acompaña, toma la caja que contenía los documentos de ascensión al trono, se acerca a la princesa Isabel, se inclina y pregunta qué nombre deseaba a adoptar, pues era necesario firmar los documentos de ascensión al trono.
— «Mi propio nombre, por supuesto», respondió ella. «¿Acaso puedo usar otro?».
Muchos años más tarde, Charteris describió así la reacción de la nueva reina: «Me acuerdo de haberla visto poco después de convertirse en reina; muy poco, no llegaría a la hora. No lloraba. Estaba ahí, muy erguida, un poco más roja que de costumbre. Esperando su destino… Con Felipe fue muy distinto. Se sentó a leer el Times con mala cara. Era lo último que quería. Su vida iba a sufrir un cambio radical«.
12.00 Hs.
Las banderas de todo el Imperio Británico son colocadas a media asta. Una multitud comenzó a congregarse en torno a las residencias reales de Londres y otros puntos de la ciudad en silencio. Los diplomáticos establecidos en Londres acudieron al Palacio de Buckingham para ofrecer oficialmente las condolencias de sus respectivas naciones.
«Shauri Mbaya kabisa!» (¡Lo peor ha pasado!)
13.00 Hs.
Después de un paseo emocional en los terrenos de Sagana Lodge con su marido, la princesa Isabel regresó a su habitación. La dama «BoBo» MacDonald y lady Pamela Mountbatten recibieron a la nueva reina con reverencias y abrazos. «Gracias, gracias», dijo Isabel. «¡Siento tanto que nuestro regreso a Inglaterra desbarate los planes de todo el mundo!»
En su escritorio para redactar telegramas de cancelación de los compromisos restantes a los gobiernos de Australia y nueva Zelanda. Envía además telegramas a su madre, su hermana, a su abuela y a sus tíos los Duques de Gloucester. Comienzan los arreglos para que la comitiva real comience el arduo y largo camino de regreso desde las montañas Aberdare hasta Londres.
Martin Charteris convoca una conferencia de prensa para solicitar a los fotógrafos que respetasen la intimidad y no hiciesen fotos de su partida. Los fotógrafos, obedeciendo, se alinearon al borde de un camino y vieron pasar a la nueva reina, con la cámara en la mano izquierda y la mano derecha en el corazón. Solamente existe una fotografía de Isabel II recién convertida en reina, que fue tomada en Kenia:
14.00 Hs.
«Quiso Dios Todopoderoso llevar a su Misericordia a nuestro fallecido y Gracioso Señor Soberano Rey Jorge, de bendita memoria«. Con estas palabras el speaker Morrison suspendió las sesiones de la Cámara de los Comunes en el Parlamento. Antes de esto, el primer ministro Churchill firma en la Cámara sus condolencias: «No podemos en este momento sino más que expresar espontáneamente nuestro dolor«. «Durante estos últimos días«, manifestó Churchill, «el rey caminaba con la muerte, como si la muerte fuera su compañero, un conocido a quien reconoció sin miedo… Yo, que nací en la gloriosa época Victoriana, siento emoción al evocar, una vez más, la oración y el himno: God Save The Queen«.
15.00 Hs.
La nueva reina llega al aeropuerto keniano de Nanyuki para abordar el avión DC3, dispuesto apresuradamente, que la llevaría al avión real. Los habitantes de Kenia se reúnen espontáneamente a lo largo de 40 kilómetros de carreteras y caminos y en los alrededores del aeropuerto al grito de «Shauri Mbaya kabisa!» («¡Lo peor ha pasado!»). La partida del avión real fue demorada por una gran tormenta. «Durante el vielo a Londres se habló poco«, recordó John Dean, miembro de la comitiva. «Yo estaba sentado al lado de BoBo, con la pareja real justo detrás (…). La reina se levantó un par de veces, y al volver a su asiento daba la impresión de haber estado llorando«.
17.00 Hs.
El Consejo de Ascensión al Trono se reúne, como es tradición, en el Salón del Trono del Palacio de St James, Londres, para la proclamación de la Reina Isabel II: «Por la Gracia de Dios, Reina de Gran Bretaña, Irlanda y los dominios británicos más allá de los mares, defensora de la Fe«. Los 150 consejeros privados asistentes -vestidos con trajes medievales escarlata y oro- firman el documento que al otro día sería leído públicamente desde los balcones del palacio por el Rey de Armas de la Jarretera. Se trata de la monarca más joven que ascendía al trono desde Victoria I -que lo hizo en 1837 cuando tenía 18 años- y la séptima mujer reina entre los sucesores de Guillermo el Conquistador.
19.00 Hs.
El presidente de la Cámara de los Comunes vuelve a su banca después de haber jurado lealtad a la nueva monarca para comenzar a oír los juramentos de los demás miembros de su Cámara.
19.15 Hs.
El avión Argonaut BOAC, encargado de llevar de regreso a Londres a la comitiva real, despega del aeropuerto de Entebbe, en Uganda. El gran problema al que se enfrentó la comitiva fue la ausencia de ropa negra para que Isabel vistiera, en señal de duelo.
Pese a que se asegura que el vestido negro que lució Isabel II al bajar del avión formaba parte del equipaje (por si en el viaje los sorprendía la muerte de alguien), en realidad el avión hizo una escala en Libia, norte de África. Desde allí, la comitiva envió un mensaje cifrado a Londres para que en el aeropuerto hubiera un traje negro esperando a la nueva soberana.
La princesa Alicia de Grecia le escribe a su hijo Felipe: «Todos mis pensamientos están con ustedes en esta triste pérdida. Sé lo mucho que significaba tu suegro para ti, y lo mucho que le echarán de menos. Creo que esto significa un gran cambio en sus vidas. Significará mucho sacrificio personal para ti, como soy plenamente consciente, pero todo sacrificio trae su recompensa en forma que no podemos prever«.
21.45 Hs.
Tras los juramentos a la reina, se levanta la sesión del Parlamento. En el Reino Unido, teatros, cines, pubs y restaurantes están vacíos. La BBC suspende sus programas de entretenimiento adhiriendo al luto nacional.
El avión real aterriza en una zona remota del aeropuerto londinense. Allí le es alcanzado el vestido negro a la reina, quien se cambia de ropa rápidamente. Según la historiadora Kitty Kelley, en el momento de aterrizar la reina se asomó por una ventanilla y vio a Churchill al frente de un grupo de hombres de avanzada edad con traje y brazaletes negros. La larga fila de automóviles negros marca Daimler le cortó la respiración: «¡Dios! Han traído el cortejo fúnebre», susurró.
Al descender, Isabel es recibida por el primer ministro Churchill, el ex primer ministro Clement Attlee, el ministro de Relaciones Exteriores Anthony Eden y el duque de Gloucester, tío de Isabel. La comitiva de recibimiento tenía la orden de no inclinarse ni besar la mano de la nueva soberana. «Trágico regreso«, dijo Isabel a Churchill. «Pero el vuelo ha ido bien«. Después de dar las gracias y estrechar las manos de toda la tripulación, Isabel y Felipe suben al Daimler de la familia real rumbo al centro de Londres.
En Clarence House, su residencia, Isabel fue recibida por su abuela, la reina Mary. La joven Isabel se acercó a su abuela como de costumbre, para besarla en ambas mejillas y hacerle una reverencia, pero la reina abuela frunció el entrecejo y negó con la cabeza, afirmando que le correspondía a ella rendir el homenaje.
Vestida de un profundo luto, haciendo caso omiso a su grave artritis, la reina Mary se inclinó profundamente ante su nieta y le dijo: «Tu anciana abuela y fiel súbdita debe ser la primera en besar la mano de Su Majestad». Acto seguido, la anciana reina se incorporó y reprendió a su nieta: «¡Lilibet, tu falda es demasiado corta para ser de luto!».
A los 86 años, Mary (viuda del rey Jorge V) había visto morir a tres hijos y terminar cinco reinados desde la reina Victoria. Fue aquella anciana de ochenta y cinco años quien había establecido las normas del duelo real. Después de haber enterrado a su esposo Jorge VI, en 1936, y a dos de sus cinco hijos, declaró que el negro era el color de la muerte, y debía reservarse a las ocasiones relacionadas con ella. De ahí que las mujeres de la casa de Windsor nunca vistiesen de negro, salvo cuando lo exige el luto.
8 de febrero
Se celebra el Consejo de Ascensión en el Palacio de St. James, ante el cual se presenta Isabel II para anunciar su entronización «a causa de la súbita muerte de mi querido padre«. «Mi corazón está excesivamente agobiado y hoy sólo puedo decirles que siempre trabajaré como lo hizo mi padre en el curso de su reinado, para defender el gobierno constitucional y promover la felicidad y la prosperidad de mis pueblos…»
Su discurso concluyó: «Ruego a Dios que me ayude a afrontar meritoriamente esta pesada tarea que ha recaído sobre mis hombros en una etapa tan temprana de mi vida«.
Lord Chandos: «Cerca de 200 consejeros privados estuvieron presentes en la gran sala junto de la galería de arte. La puerta se abrió, y la reina, vestida de negro, ingresó. De pronto, los miembros del Consejo Privado parecieron infinitamente viejos y grises. La reina dio uno de los discursos más conmovedores que he escuchado, y yo, como muchos otros, casi no pude controlar mis emociones».
Harold Macmillan escribió en su diario: «La encantadora voz con la que pronunció su alocución y cómo se comportó a través de las diversas ceremonias del rito produjo una profunda impresión en todos nosotros».
Vincent Massey, Gobernador General de Canadá, recordó: «Fue una ocasión muy emocionante. La reina, una figura pequeña vestida de luto riguroso, entró en la gran sala por sí misma y, con gran emoción, pero perfectamente controlada, asumió las exigentes tareas que la Constitución prescribe. Sus discursos fueron pronunciados perfectamente. Después de esto, el príncipe Felipe, que estaba en el salón como un Consejero Privado más, dio un paso adelante en silencio y salió con ella por la puerta».
Se realizan las proclamaciones públicas del ascenso al trono de Isabel II en diferentes puntos de Londres: Charing Cross, el Temple, la Bolsa Real, la Torre de Londres y el Ayuntamiento de Middlesex. Los cañonazos retumban a través de Hyde Park.
Ese mismo día, la nueva reina emprendió viaje hacia Sandringham House, en el condado de Norfolk, donde yacía su padre. El féretro permanecía todavía en su habitación del primer piso, custodiado a todas horas por los empleados de la finca, vestidos con los mismos atuendos verdes con que habían acompañado al rey en su cacería del día anterior. Fue el fin de un reinado, y el comienzo otro que ha durado hasta el día de hoy.
La princesa era conocida por por su amor por el tabaco y el alcohol, lo que provocó especulaciones a lo largo de los años de que desarrolló cáncer de pulmón, enfermedad que había conducido a la muerte a su padre en 1952. Sin embargo, Margarita nunca fue diagnosticada con cáncer.
Murió finalmente a los 71 años de edad el 9 de febrero de 2002, tres días después del 50 aniversario de la muerte de su padre, y tras sufrir otro derrame cerebral que resultó en problemas cardíacos. Su féretro reposó solitariamente en la capilla de St. George durante algunos días.
Margarita fue el primer miembro de la familia real británica que es cremado y sus cenizas fueron depositadas en la Capilla Conmemorativa de su padre, el rey Jorge VI (1895-1952), ubicada en un lateral de la Capilla de San Jorge, en el castillo de Windsor.
¿Por qué fue cremado el cuerpo de la princesa Margarita?
Hija menor del rey, la princesa Margarita sostuvo toda su vida que Jorge VI fue el único hombre que la amó verdaderamente. Se asegura que la princesa, que tenía apenas 21 años cuando murió su padre, nunca se recuperó psicológicamente del golpe sufrido en 1952.
La Capilla Conmemorativa contiene una lápida con los nombres de Jorge VI y su esposa, la reina Isabel, Reina Madre. A su lado se encuentra una lápida dedicada a la princesa: “En agradecida memoria a Su alteza Real la Princesa Margarita, Condesa de Snowdon, nacida el 15 de agosto de 1930, muerta el 9 de febrero de 2002”.
La Capilla Conmemorativa contiene una lápida con los nombres de Jorge VI y su esposa, la reina Isabel, Reina Madre
Tras realizarse la incineración en el Crematorio Slough (cercano a Windsor) junto a los cuerpos de otros cinco fallecidos, las cenizas de la princesa se colocaron en un ataúd junto al ataúd de su padre, el difunto rey Jorge VI, en la Cripta Real ubicada en el subsuelo de la Capilla de San Jorge.
La ruptura con la tradición real aparentemente reflejaba el deseo de la princesa de reunirse con su amado padre en la muerte, pero se cree que la cremación era la única opción, ya que no hay más espacio en la bóveda real donde está enterrado.
La hermana menor de Isabel II murió el 9 de febrero de 2002 después de una agitada vida sentimental y en eterna pugna entre la libertad y el deber.
La princesa Margarita de Inglaterra, quien murió el 9 de febrero de 2002 en un hospital de Londresdespués de sufrir un tercer derrame cerebral a los 71 años, es recordada como la princesa más caprichosa y conflictiva dela monarquía británica en la segunda mitad del siglo XX, y ni siquiera la princesa Diana fue protagonista de historias tan conmovedoras.
En su juventud, Margarita fue la antagonista de su hermana mayor, la reina Isabel II: la mayor era seria y responsable, mientras la menor resplandecía como frívola y rebelde, además de mucho más hermosa. Los caminos de las hermanas se separaron cada vez más a medida que atravesaron distintas tragedias personales, pero al final de la vida de Margarita, ambas sentían el mismo amor de siempre la una por la otra.
1. La primera princesa británica nacida en Escocia
La princesa Margaret Rose de Yorknació el 21 de agosto de 1930 en Escocia, siendo la segunda hija del duque y la duquesa de York, seis años antes de que su padre se convirtiera en el rey Jorge VI con la abdicación de su hermano, Eduardo VIII. Su hermana mayor, la reina Isabel II, había nacido cuatro años antes en Londres.
El lugar de nacimiento de Margarita, el hogar ancestral de su madre en el castillo de Glamis, fue un guiño a las sutilezas de relaciones públicas reales más antiguas (se decía que los escoceses estaban muy complacidos con el gesto). Pero no pasó mucho tiempo antes de que las preocupaciones más modernas comenzaran a presionar.
2. Educada durante la guerra
Después de la abdicación, el nuevo rey y la reina se mudaron con sus hijas al Palacio de Buckingham, donde las niñas fueron educados, con la excepción de los años de guerra cuando fueron enviados al Castillo de Windsor. La princesa más joven continuó contrastando con su hermana: Margarita era extrovertida o voluntariosa, imaginativa, mientras que Isabel era encantadora y altruista.
Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando el rey y la reina intentaron presentar una imagen de estoicismo y buen humor a una nación golpeada, rechazaron la sugerencia de que sus dos hijas fueran enviadas a Canadá para estar a salvo del peligro del bombardeo. En cambio, las dos niñas permanecieron con sus padres, muy a la vista del público.
Pero con la princesa Isabel claramente preparada como la próxima reina, la princesa Margarita con frecuencia fue relegada a un segundo plano. Según algunos cortesanos, sus padres intentaron compensarla complaciéndola. “Cuando mi hermana y yo crecimos, ella se hizo pasar por la buena”, dijo la princesa a Andrew Duncan. “Eso era aburrido, así que la prensa trató de hacer ver que yo era mala como el infierno”.
Durante la posguerra, la prensa a menudo retrató a Margarita como una joven glamorosa y alegre que disfrutaba con los viajes a París y bailando toda la noche en los clubes de moda de Londres. Después de que Isabel se casara con el príncipe Felipe de Grecia en noviembre de 1947, Margarita se convirtió en una de las mujeres solteras más “codiciadas” del mundo, y su nombre se relacionó con varios jóvenes atractivos.
3. Renunció al amor a los 25 años
Atractiva y amante de la diversión, Margarita se ganó una reputación en su juventud como un espíritu libre. Según un biógrafo, Theo Aronson, una vez le dijo al poeta y cineasta francés Jean Cocteau: “La desobediencia es mi alegría”. Pero cuando tenía 20 sufrió por un desafortunado romance con el capitán de grupo Peter Townsend, de la Royal Air Force, un héroe de la Batalla de Gran Bretaña del que se enamoró cuando sirvió como escudero de su padre, el rey Jorge VI.
En muchos sentidos, el capitán de grupo podría haber sido un marido ideal. Pero el hecho de que estuviera divorciado planteó fuertes objeciones por parte del propio Establishment que representaba la familia real.
Isabel II era la gobernadora suprema de la Iglesia de Inglaterra, que prohibía el divorcio. Además, a principios de la década de 1950, la tormenta política que rodeó la abdicación de Eduardo VIII en diciembre de 1936 para casarse con una estadounidense divorciada dos veces, Wallis Warfield Simpson, era un mal recuerdo todavía muy fresco.
El escrutinio de los medios de comunicación fue implacable y la presión fue tan intensa sobre la princesa Margarita que tuvo que romper la relación. Cediendo a las exigencias de un código moral que una década más tarde parecería pintoresco a muchas personas, decidió no casarse con él.
4. Primera princesa casada con un plebeyo
En 1958, después de tres años de depresión y extensas giras al extranjero, Margarita conoció a Antony Armstrong-Jones, un fotógrafo de revistas. Medio plebeyo (su padre abogado y su madre, la condesa de Rosse, se habían divorciado cuando él tenía cuatro años), educado en Eton pero enviado desde Cambridge, tenía una pequeña dosis de rebeldía que atrajo enormemente a la princesa.
La pareja se casó en mayo de 1960 en la Abadía de Westminster ante una congregación de 2.000 personas. Después tuvieron una luna de miel de seis semanas en Britannia y regresaron para comenzar su vida matrimonial juntos en apartamentos en el Palacio de Kensington. Su hijo, David, nació el 3 de noviembre de 1961 después de que Armstrong-Jones fuera ennoblecido con el título de Conde de Snowdon. Lady Sarah nació el 1 de mayo de 1964.
5. Enamorada de un hombre 17 años menor
Las vidas privadas de Margarita y Tony reflejaron la cultura de los años 60. Ambos tuvieron aventuras extramatrimoniales.
En 1968, Robin Douglas-Home, sobrino de Lord Home, se suicidó 18 meses después de que la princesa terminara su relación. En 1973, con su matrimonio casi deshecho, la princesa conoció a Roddy Llewellyn, hijo del conocido jinete Sir Harry Llewellyn, y 17 años menor que ella.
Tres años después, en 1976, News of the World publicó una foto de ellos en traje de baño en Mustique, la isla de las Indias Occidentales donde tenía una villa, lo que provocó una cobertura de prensa sin precedentes sobre la vida privada de un miembro de la familia real.
Dos días después, los Snowdon anunciaron su separación, dando cobertura a la prensa con algún tipo de resultado y otro precedente. En mayo de 1978, los condes de Snowdon anunciaron su divorcio. La relación de Margarita con Llewellyn duró otros tres años, pero la relación dañó su reputación.
6. “Una tristeza hannoveriana”
Margarita también se hizo impopular porque casi nunca ponía buena cara cuando se enfrentaba a la monotonía de las apariciones públicas: los cortes de cintas en las inauguraciones de hospitales, las recepciones diplomáticas y otras innumerables ocasiones oficiales en las que debía participar.
Margarita, que se aburría fácilmente y a menudo era petulante, era conocida por complacer sus estados de ánimo, que podían cambiar de repente, como escribió Charles Hussey, un periodista británico en The New York Times Magazine en 1965: “Va de una alegría que a veces era febril a una tristeza hannoveriana”.
Su estilo extravagante también provocó indignación. Su boda le costó al gobierno británico £ 25.000, entonces el equivalente a $ 65.000, y su luna de miel de seis semanas en el yate real Britannia le costó £ 40.000, o alrededor de $ 115.000. En años posteriores fue criticada por exigir escoltas en motocicleta y helicópteros del gobierno para viajar por Gran Bretaña.
7. Declive y olvido
Funeral de la princesa Margarita el 15 de febrero de 2002.
Un año más tarde, nuevamente en Mustique, en su villa “Les Jolies Eaux”, se quemó los pies con agua hirviendo en ña bañera. La recuperación fue lenta y sólo parcial antes de una recaída en la Navidad de 2000. En marzo de 2001, sufrió un nuevo derrame cerebral, que afectó su movilidad y visión.
Los problemas de salud de Margarita encontraron poca simpatía por parte de los comentaristas, justo en momentos en que la Casa de Windsor se hallaba en lo más bajo de su popularidad histórica. “Las únicas constantes en la deslumbrantemente mediocre vida de la princesa Margarita parecerían ser los privilegios, la enfermedad y las dosis de alcohol”, comentó un periodista sobre sus últimos años de vida.
Un grupo de expertos analizó en un documental la amorosa relación de la reina y la princesa, separadas por sus personalidades pero unidas por el amor a la Corona.
La princesa Margarita de Inglaterra fue una “compañera constante” en la que la reina Isabel II podía confiar en todo momento, y su muerte en 2002 la dejó sin apoyo de confianza, dijo el biógrafo real Hugo Vickers.
“Ella fue la compañera de su infancia”, recordó en declaraciones al documental de Channel 5 ‘Elizabeth: Our Queen‘. “Hablaban mucho, más o menos todos los días, y ella era una presencia muy, muy constante en su vida”.
Los conocedores siempre han remarcado que la reina y su hermana compartían un entendimiento de la importancia del papel de la monarquía hacia el Reino Unido a pesar de las profundas diferencias de carácter que había entre ambas.
“La princesa Margarita siempre había sido la hermana glamorosa y traviesa de la reina y se complementaban mutuamente. Al crecer, la familia de la reina había sido un nucleo muy unido, se llamaban a sí mismos ‘nosotros cuatro’. Después de la muerte de su padre, las dos hermanas se acercaron aún más”, dijo el especialista James D’Arcy en el documental.
Por su parte, la historiadora Kate Williams dijo en el documental que la muerte de Margarita poco antes del Jubileo de Oro de la reina fue “catastrófica” para Isabel II, ya que valoraba los sacrificios que su hermana menor había hecho a lo largo de su vida para apoyarla a ella ya la Corona. “La pérdida de Margarita fue realmente catastrófica para la reina. Fue algo muy, muy doloroso”, dijo.
“La reina vio que la salud de Margarita se había visto afectada por lo que le había sido negado emocionalmente. Margarita no eligió sacrificarlo todo por la Corona porque amaba a la Corona sobre todo”, apuntó Williams. Y agregó: “Lo eligió porque amaba a su hermana por sobre todas las cosas. No se estaba sacrificando por la Corona, se estaba sacrificando por su hermana”.
Funeral de la princesa Margarita el 15 de febrero de 2002.
El historiador Ed Owens sugiere que la muerte de Margarita había hecho que la reina Isabel II se enfrentara a una “soledad” aun mayor en su posición real. “Es un lugar muy solitario estar sentado sobre un trono. Y tener una compañera, tener una confidente en quien confiar y a quien también contar secretos, y que también comparta esa vida fue muy importante para ambas mujeres”, dijo.
“Cuando miramos hacia atrás en la vida de las princesas juntas, podríamos decir que Margarita terminó sacrificando bastante. En algunos casos, había renunciado a algo por lo que quería mantener la fuerza del reinado de su hermana”, relató Owens.
La princesa no terminó su romance con Peter Townsend presionada por el deber hacia la monarquía, sino que realmente quería tener la última palabra.
La hermana menor de la reina Isabel II de Gran Bretaña, la princesa Margarita (1930-2002), solo se casó una vez durante su vida, pero su matrimonio con el fotógrafo Antony Armstrong-Jones, terminó más tarde en divorcio. Antes de su matrimonio, la princesa había estado involucrada con el capitán Peter Townsend, un hombre divorciado que muchos consideraban una pareja inadecuada para la joven princesa, hija de rey y hermana de reina.
La familia real, liderada por la implacable reina madre, no estaba a favor del matrimonio, pero la evidencia descubierta en años recientes sugiere que la princesa Margarita no rompió definitivamente su relación con su amor prohibido. Como miembro de la Familia Real y con un lugar privilegiado en la sucesión al trono, Margarita no era completamente libre de casarse con quien quisiera e Isabel II tenía que darle un permiso para que se casara, como se indica en la Ley de matrimonios reales de 1772.
El capitán Peter Townsend era escudero del rey Jorge VI, padre de Margarita.
Sin embargo, en el momento de la relación de la princesa Margarita con Peter Townsend, la Iglesia de Inglaterra se oponía al divorcio. Como jefa de la Iglesia, se cree que la reina no podía permitir que su hermana se casara con un hombre divorciado. La familia real también todavía no se recuperaba de la crisis que desató el rey Eduardo VIII, tío de Margarita, cuando quiso casarse con la mujer estadounidense dos veces divorciada Wallis Simpson.
En 1955, presionada por la familia y el Establishment, Margarita publicó una carta en los periódicos anunciando que renunciaba a casarse con el hombre que amaba para obedecer su destino de servicio a la reina. Si bien a menudo se retrata a la princesa como indefensa ante la situación, en 2009 se publicó por primera vez el contenido de una carta con fecha de 1955 que mostraba que Margarita estaba decidida a no permitir que otros tomaran decisiones sobre su vida privada.
El romance se reveló en la prensa inglesa después de la coronación de Isabel II en 1953.
Seis días antes de cumplir 25 años, la princesa Margarita le escribió al entonces primer ministro, Anthony Eden, diciéndole: “Le escribo para informarle, en la medida de lo posible, de cualquier plan personal durante los próximos meses… Durante el último mes de agosto y todo el mes de septiembre estaré aquí en Balmoral, y no tengo ninguna duda de que durante este tiempo, especialmente en mi cumpleaños el 21 de agosto, la prensa alentará todo tipo de especulaciones sobre la posibilidad de que me case con el capitán Peter Townsend”.
Margarita proseguía en su carta: “No voy a verlo durante este tiempo, pero en octubre regresaré a Londres, él se tomará sus vacaciones anuales; ciertamente espero verlo mientras esté allí. Porque sólo al verlo de esta manera siento que puedo decidir adecuadamente si puedo casarme con él o no. A fines de octubre o principios de noviembre, espero estar en condiciones de decirles a ustedes ya los demás primeros ministros del Commonwealth lo que pretendo hacer. La reina, por supuesto, sabe que le escribo sobre esto, pero, por supuesto, nadie más lo sabe, y como todo es tan incierto, sé que lo considerará sin duda una confianza”.
Al cumplir 25 años, Margarita anunció que terminaría su relación con Townsend llamada por el deber a la Corona.
El biógrafo oficial de la princesa Margarita, el historiador Christopher Warwick, dice que este documento “le dan un tono completamente diferente a la versión aceptada de los hechos”. “Esta carta reescribe la historia, porque aquí tienes a una joven muy decidida y segura que controla la situación, diciéndole al Primer Ministro que no ha decidido y que está vacilando, lo cual está en desacuerdo con lo que el público le hizo creer y ciertamente con lo que ella me dijo”.
La carta revela que Margarita no renunció a su amor presionada por el deber hacia la monarquía, sino que realmente quería decidirlo por sí misma. “La percepción era que ella renunció al amor de su vida por el deber y el protocolo, pero esta carta pone un signo de interrogación sobre eso. Demuestra que el amor, posiblemente, no fue tan fuerte como al principio”, dijo Warwick. “Es probable que Margarita no quisiera que nadie más que Eden supiera que había tenido dudas, porque había llegado muy lejos”.
Como monarca de una de las familias reales mejor emparentadas del mundo, Balduino de Bélgica logró reunir una importante masa de invitados de sangre azul cuando se casó el 15 de diciembre 1960, exactamente hace 60 años, con Fabiola de Mora y Aragón.
El joven monarca, de 30 años, a quien muchos imaginaban soltero de por vida, sorprendió a Europa en septiembre de 1960 al anunciar que se casaría con la aristócrata española. En Madrid, la joven de 33 años, que estaba a punto de convertirse en monja, dejó boquiabierta a toda su familia al anunciarles que tenía novio y que ese joven era un rey.
Catalogada como la boda del año, el romance despertó un frenesí de alegría en Bélgica, que hacía años no celebraba un casamiento real y veía con tristeza cómo la familia real aún no podía recuperarse de los años amargos de las trágicas muertes del rey Alberto I (1934) y la reina Astrid (1935), la guerra y la posguerra.
Con tantos motivos para celebrar, el gobierno belga ofreció a Balduino la boda real más grande que vivió Bélgica en el siglo XX y, en, respuestas, decenas de miembros de la realeza viajaron hasta Bruselas para presenciar el evento. La relación de la familia real con las cortes de Europa quedó reflejada en la inmensa lista de invitados de sangre azul y casi no hubo ausencias notables.
La reina viuda Isabel de Bélgica con la reina Juliana de Holanda.
La reina abuela viuda de Alberto I, Isabel de Baviera (sobrina de la emperatriz Sissi), no quiso perderse el casamiento de su nieto. Fallecería cinco años más tarde, en 1965, y fue sepultada junto a la tumba de su esposo. Artística, intelectual, la denominada “reina enfermera” había sido muy popular por su labor solidaria en la Primera Guerra Mundial, pero al enviudar se sumergió en un estilo de vida bohemio, cercano al comunismo, que le hizo perder la simpatía de los belgas. Pocos ciudadanos lloraron su muerte.
La presencia del ex rey Leopoldo III y su segunda esposa, Lilian, princesa de Réthy, no despertó una gran emoción entre el público que se congregó en Bruselas. Impopular por su papel y por su segundo matrimonio mantenido en secreto durante la Segunda Guerra Mundial, se había visto obligado a abdicar en Balduino en 1951, retirándose mayomente de la vida público. Su hermano Carlos, conde de Flandes y tío de Balduino, declinó la invitación a la boda porque se encontraba desde hacía años distanciado de la familia.
Leopoldo III con su hijo Alberto y su yerno, Juan de Luxemburgo.
Tres jefes de Estado en la boda real
También asistieron a la boda todos los hermanos de Balduino: la mayor, Josefina-Carlota (1927-2005), estaba casada desde hacía siete años con el gran duque heredero de Luxemburgo, Juan (1921-2019); la pareja asistió a la boda acompañada de sus dos hijos mayores, el príncipe Enrique y la princesa Marie-Astrid. La representación de la familia real luxemburguesa estuvo presidida por la gran duquesa Carlota, por entonces la soberana más antigua de Europa (con 41 años de reinado), quien abdicaría en 1964, y su esposo el príncipe consorte Félix, príncipe de Borbón-Parma.
Josefina-Carlota se convertiría en la gran duquesa consorte de Luxemburgo cuatro años más tarde, en 1964, cuando su suegra abdicó al trono granducal y su esposo, Juan, se convirtió en el nuevo soberano. La gran duquesa, tercera princesa de la historia belga que se convertía en soberana en el extranjero, tuvo una enorme familia (5 hijos y más de 20 nietos) y murió de cáncer en 2005. El gran duque Juan abdicó en 2000 y murió en 2019. Están sepultados en la cripta granducal de la Catedral de Notre-Dame de Luxemburgo.
Josefina Carlota de Luxemburgo junto al ex rey Humberto II de Italia.
Alberto, príncipe de Lieja, y su esposa italiana Paola Ruffo di Calabria, fueron los que se llevaron la mayor cantidad de aplausos del público, admirados por su juventud y su belleza. También asistieron los hermanastros de Balduino (hijos de Lilian), los príncipes Alejandro, María Esmeralda y María Cristina.
El príncipe de Lieja, en tanto, sucedería a Balduino en el trono en 1993 porque, como se sabe, la reina Fabiola no tuvo hijos. Paola de Lieja fue una reina popular, pero una figura ensombrecida por los escándalos protagonizados por su esposo. Pese a la reticencia de Balduino y Fabiola de dejar el trono a la díscola y rebelde pareja, y de preferir en su lugar al príncipe Felipe, el destino siguió su curso. Alberto II abdicó al trono en 2013, tras veinte años de reinado.
Nacida en la familia real belga, como hija de Alberto I e Isabel, asistió a la boda la última reina de Italia, María José (1906-2001). Le acompañaban su esposo, Umberto II (1904-1983), y sus hijas, las princesas María Pía, María Gabriela y María Beatriz. Conocido como el “rey de mayo”, Humberto I había abdicado tras la Segunda Guerra Mundial y la caída del fascismo en 1946. Convertida Italia en una república, las autoridades prohibieron el regreso al país de toda la dinastía con excepción de María José, que no hizo uso de ese privilegio. Separada entonces de su marido y poco relacionada con la familia belga, María José viviría tranquilamente en Suiza hasta su muerte.
La doble boda (civil en el Palacio Real de Bruselas y religiosa en la Catedral de San Miguel y Santa Gúdula) contó con la presencia del rey Olav V de Noruega (1903-1991), primo hermano de Balduino. Reinante desde hacía tres años, era viudo y se rumoreaba entonces que tenia un romance con la empleada de una tienda de ropa de Oslo pero tuvo que sacrificar la relación por el bien de la corona. Reinaría hasta su muerte en 1991, después de haber sido el segundo rey de la moderna monarquía noruega. A la boda le acompañó su segunda hija, la princesa Astrid, que solía ejercer como primera dama por ausencia de una reina. Tres años después protagonizaría su propia boda con un plebeyo, asistente de un comercio de Oslo.
La reina Juliana de Holanda (1909-2004) y el príncipe consorte Bernardo (1911-2004) se hallaban en el máximo de su popularidad cuando asistieron a la boda de Balduino y Fabiola. Asistieron con su hija mayor, la princesa Beatriz, quien sería reina de los Países Bajos desde 1980, cuando Juliana abdicó.
En los años 70, Bernardo fue acusado de haber recibido sobornos de una fábrica de aviones estadounidenses y perdió no solo su popularidad y su prestigio internacional, sino también sus cargos oficiales. Avergonzada, Juliana abdicó poco después alegando estar (a los 71 años) demasiado mayor para reinar. Juliana y Bernardo murieron en 2004, después de haber alcanzado los 67 años de matrimonio, mientras Beatriz reinó hasta su abdicación en 2013.
Los reyes de Suecia y Dinamarca no asistieron a la boda belga pese a estar ampliamente relacionados con Balduino. El rey sueco Gustavo VI Adolfo envió en su representación a su hijo, el príncipe Bertil, duque de Halland (1912-1997). Soltero a los 48 años, era el único de los cuatro hijos del rey que no había perdido su estatus real ni sus derechos sucesorios a causa de sus matrimonios con plebeyas. El propio Bertil estaba entonces en pareja con la inglesa Lilian Davies, pero no se casó con ella sino hasta 1977 porque antepuso sus deberes reales justo cuando la casa real sueca se encontraba en un grave peligro sucesorios: su sobrino y heredero del trono, Carlos Gustavo, era apenas un adolescente.
Desde la casa real de Dinamarca, viajaron a la boda de los reyes belgas el príncipe Axel, de 72 años, y su esposa Margarita. Hija mayor del fallecido príncipe Carlos de Suecia, duque de Västergötland, Margarita era la única hermana sobreviviente de la fallecida reina Astrid, madre de Balduino. Axel moriría en 1964 y su viuda regresó a su país natal para reintegrarse como miembro de la casa real de Suecia y participó de numerosos actos oficiales hasta su fallecimiento a los 78 años en 1977.
La familia real española, exiliada y sin patria, no podía estar ausente de la boda belga a causa de la estrecha relación que mantenían con la familia de Mora y Aragón. En una presencia censurada en los medios españoles por el régimen franquista -adverso a los Borbones-, viajaron a Bruselas don Juan de Borbón y Battenberg (1913-1993), jefe de la casa real y conde de Barcelona, su esposa doña María de Borbón-Dos Sicilias (1910-2000), su hijo el príncipe don Juan Carlos y la infanta María Cristina, hermana de don Juan.
Pese a haber luchado incansablemente para restituir la monarquía española, don Juan no logró su cometido por oposición del general Francisco Franco, quien “heredó” la corona al príncipe Juan Carlos. Don Juan, después de años de distanciamiento con su hijo a causa de la sucesión, retorno a España donde murió en 1993 y fue sepultado con honores de rey, con el nombre de “Juan III”. Juan Carlos reinaría 39 años, desde la muerte de Franco hasta una abdicación envuelta en escándalos en 2014.
Las familias reales destronadas después de la Segunda Guerra Mundial aistieron en masa a la boda de Balduino y Fabiola. El ex rey Simeón II de Bulgaria, quien había ascendido al trono en 1943, a los 6 años de edad, y abdicado en 1946, encabezaba la lista, seguido por el ex rey Miguel y la reina Ana de Rumania. El heredero del último emperador austrohúngaro, el archiduque Otto de Habsburgo-Lorena y los duques de Braganza, pretendientes del trono de Portugal, completaban la lista de asistentes.
Margarita de Inglaterra, la estrella de la boda
La familia real británica, que durante bastante tiempo había tenido una relación fría con la familia real belga desde 1962, cuando, contra el deseo de su pueblo y los deseos británicos, Balduino se negó a asistir al funeral del rey Jorge VI en 1952. Según el protocolo belga, el monarca solo podía asistir a un funeral de Estado en el extranjero si ya había visitado ese país oficialmente. Como Balduino reinaba desde apenas siete meses antes y aún no había visitado el Reino Unido, rechazó la invitación para asistir al funeral y envió a su hermano Alberto en su representación.
En represalia, los británicos no asistieron a la boda de Alberto y Paola en 1959, en una escalada que continuó en mayo de 1960, cuando Balduino se negó a asistir a la boda de la princesa Margarita de Inglaterra. Al igual que el resto de las casas reales, el rey belga consideraba absolutamente inapropiado que una princesa inglesa se casara con un fotógrafo. En lo que muchos entendieron como una sutil “revancha”, la reina Isabel II aceptó la invitación a la boda de Balduino y Fabiola enviando, en su lugar, a su hermana Margarita y al fotógrafo.
La hermosa princesa Margarita (1930-2002) acaparó la atención de todos los medios de prensa acreditados en Bruselas y fue la que más gritos de admiración cosechó entre las multitudes. Famosa por haber renunciado al amor en 1955 para obedecer los preceptos reales, había logrado su cometido de casarse con Tony Armstrong-Jones, pero el matrimonio no fue feliz. Primera divorciada de la familia real en 400 años, Margarita tuvo un final amargo ensombrecido por diversos problemas de salud. Tony, casado en segundas nupcias con una amante, murió en 2008.
La “princesa rebelde” de Inglaterra estuvo en constante desacuerdo con su hermana Isabel II a causa de su estilo de vida mientras luchaba por descubrir su rol en la familia.
La popularidad de la fallecida princesa Margarita de Inglaterra aumentó en las últimas semanas tras el lanzamiento de la nueva temporada de The Crown, que repasa sus dolorosos fracasos románticos en su vida posterior y constante lucha por romper los moldes. Descrita como la «princesa rebelde» de la familia real, Margarita se encontraba constantemente en los titulares y sin embargo jamás se rebeló ante su hermana, Isabel II. Su lucha más contante, que nunca ganó, fue contra lo establecido.
El episodio siete de The Crown, titulado El principio hereditario, se centra principalmente en las luchas de la princesa Margarita. Muestra que, después de que la familia real celebró el cumpleaños 21 del príncipe Eduardo en marzo de 1985, Isabel II anunció a su hermana que ya no sería parte del Consejo de Estado porque su hijo menor había alcanzado la mayoría de edad para ocupar su lugar. Lo cual es totalmente cierto.
La Ley de Regencia de 1937 permite que el monarca tenga una lista de seis miembros de la realeza de alto rango, conocidos como Consejeros de Estado, que podrían ser llamados para suplentes del monarca si se declarara incapaz. Cuando el príncipe Eduardo cumplió 21 años, fue agregado automáticamente a la Lista de regencia, remplazando a su tía.
Pero si bien fue desplazada de su lugar en el Consejo, y el nacimiento de sobrinos y sobrinos nietos la había alejado de los primeros lugares en la sucesión, Margarita no perdió todos sus otras obligaciones oficiales y asistiendo a compromisos, como sugiere en The Crown. Momentos antes de ser degradada, Margarita le había suplicado a la reina que asumiera más responsabilidades, según la serie. Sin embargo, se desconoce si esto sucedió en la vida real.
A lo largo de su vida, desde que botó un trasatlántico en 1947 (su primer compromiso público) Margarita llevó a cabo muchos compromisos reales oficiales en representación de la reina hasta que su salud se lo impidió.
Se sabe que a finales de los años 80 y los 90, comenzó a sufrir severos problemas debido a su afición al tabaco y al alcohol, que la dejaron completamente incapaz de moverse sin la ayuda de una silla de rueda. Al final de su vida, tras sufrir varios accidentes cerebrovaculares, Margarita quedó casi ciega.
Sin embargo, durante variad décadas Margarita fue la estrella de la familia real y reunía multitudes adonde fuera. Se embarcó en muchas giras, entre ellas Sudáfrica, el Caribe, África Oriental, Estados Unidos, Japón y Canadá. También realizó una gira por Australia en 1975, Filipinas en 1980, Swazilandia en 1981 y China en 1987.
La princesa tenía un gran interés en el trabajo de caridad, la música y el ballet y se desempeñó como presidenta de la Sociedad Nacional para la Prevención de la Crueldad contra los Niños y de la Real Sociedad Escocesa para la Prevención de la Crueldad contra los Niños. Además, la Gran Presidenta de la Brigada de Ambulancias de St John y la Coronel en Jefe del Cuerpo de Enfermería del Ejército Real de la Reina Alejandra. Margarita también fue patrocinadora de las Guías, el Northern Ballet Theatre, el Birmingham Royal Ballet y el Scottish Ballet hasta su muerte en 2002.
La princesa de Gales arruinó su alguna vez “estrecha” relación con la hermana de la reina Isabel II cuando participó en el polémico reportaje de 1995, afirmó su biógrafo Andrew Morton.
Hace 25 años, la princesa Diana sorprendió al mundo al participar en una entrevista reveladora con Martin Bashir de la BBC. En ella, contó a millones de espectadores sobre la infidelidad de su esposo, el príncipe Carlos de Inglaterra, y afirmó que era un “matrimonio de tres”.
La entrevista fue un movimiento tan impactante por parte de un miembro de la realeza que la reina Isabel II inmediatamente exigió que Diana y Carlos se divorciaran, para evitar que volvieran a ventilar sus asuntos privados en público. Sin embargo, hubo otra relación dañada por la entrevista: la conexión de Diana con la hermana de la reina, la fallecida princesa Margarita.
La temporada 4 de The Crown de Netflix juega con la potencial afinidad entre las dos mujeres, y el personaje de Margarita fue uno de los primeros en notar la infelicidad de Diana en el período previo a su boda. La serie muestra a Margarita intentando advertir a su familia que Diana “se romperá” si siguen tratando de obligarla a amoldarse a las exigencias de la familia, después de que ella pasara muchos años luchando por encontrar un lugar en la monarquía.
El autor de la biografía ‘Diana: Her True Story‘, Andrew Morton, explicó que la princesa de Gales había hablado una vez de Margarita con afecto. En las sinceras cintas grabadas en secreto para su biografía de 1992, Diana dijo: “Siempre he adorado a Margo, como la llamo. La amo mucho y ha sido maravillosa conmigo desde el primer día”.
Morton también especuló que cuando, en 1993, Margarita destruyó todas las privadas entre Diana y la Reina Madre, pudo haber intentado proteger a la joven princesa de Gales así como a su propia madre. “Ella podría, en ese momento, haber sido consciente de la futura vergüenza de Diana. Después de todo, se esperaba que sobreviviera a todos ellos”, dijo Morton.
A las dos princesas se las vio asistir juntas al teatro y, a veces, compartían un automóvil de camino a los compromisos reales. Margarita incluso observaba a su vecina mientras pasaba de contrabando a sus varios amigos varones a su apartamento del Palacio de Kensington, según el biógrafo.
El vínculo había comenzado a enfriarse después de la publicación de ‘Diana: Her True Story‘, pero como muchos miembros de la familia real, Margarita hizo la vista gorda ante las afirmaciones de que la Princesa de Gales había contribuido a la escandalosa biografía Sin embargo, en el momento del funeral de Diana en 1997, muchos observadores vieron a la hermana de la reina negándose a inclinar la cabeza en señal de respeto frente al ataúd de la difunta princesa de Gales cuando pasó por el palacio de Buckingham.
Morton comentó en The Telegraph: “Fue un momento que de alguna manera simbolizó no solo el distanciamiento entre dos antiguos vecinos reales, sino la distancia genuina que existía entre Diana y la Familia Real”. Explicó además que la entrevista de 1995 fue el punto de inflexión en su relación: “El hielo sólo entró realmente en su alma después de que Diana hizo su infame aparición en el programa insignia de la BBC, Panorama”.
Escribiendo en 2009, el biógrafo dijo: “A partir de ese día, la princesa Margarita no quiso tener nada más que ver con ella, y le envió a Diana lo que luego describió como una carta ‘hiriente y repugnante’ sobre su comportamiento”. Aunque la propia Margarita había soportado la infidelidad y el colapso de un matrimonio brutalmente público, Diana había traspasado la tradición real al aceptar hablar de su vida privada en público. Eso fue visto como “impactante e imperdonable”, según Morton.
En los años siguientes, Margarita evitó cuando pudo a la princesa Diana, especialmente en los actos públicos. Su biógrafo, Craig Brown, contó que ella le dijo a sus amigos: “La pobre Lilibet (apodo familia para Isabel II) y Carlos han hecho todo lo posible para deshacerse de la miserable niña, pero ella simplemente no se irá”. Margarita supuestamente argumentó que la princesa de Gales no debería haber tenido un funeral real o que fuera velada en la capilla real, lo que demuestra cómo su relación había cambiado completamente al final de la vida de Diana.
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El 13 de octubre de 1940 la actual reina habló desde el Castillo de Windsor, a los niños británicos que tuvieron que abandonar sus hogares y su país debido a la Segunda Guerra Mundial.
En el apogeo de la Batalla de Inglaterra, Isabel, la actual reina de Gran Bretaña, se dirigió a los niños de la Commonwealth desde el Castillo de Windsor. Tenía 14 años y estaba acompañada por su hermana, la princesa Margarita, de 10 años. Su mensaje, transmitido como parte de la popular “Hora de los niños” de la radio BBC, tenía la intención de elevar la moral de los evacuados del Reino Unido bajo la amenaza de un bombardeo enemigo.
El programa inició una serie de transmisiones semanales para los evacuados y fue una creación del presentador de radio Derek McCulloch. Conocido por su joven audiencia como “Tío Mac”, había solicitado permiso al Ministerio de Información y al Palacio de Buckingham para la participación de la princesa Isabel. A pesar de algunas preocupaciones de que Isabel era demasiado joven, el rey aceptó la solicitud.
Marion Crawford, la institutriz de la princesa, escribió más tarde sobre el arduo trabajo que implicaba ensayar el discurso, que se pronunció sin fallas. “La princesa Isabel habló por primera vez por la radio en aquellos desastrosos días de 1940, cuando las familias habían tenido que separarse y cada pueblo o aldea se veía invadido por pobres niñitos llenos de angustia al encontrarse lejos de sus mamás. Como Isabel y Margarita vivían también evacuadas en lo que se llamaba ‘una casa en el campo’, participando así en la dispersión general de la vida familiar, se decidió que Isabel dirigiese un mensaje a los demás niños en idéntica triste situación”.
“Después de realizar interminables ensayos”, escribió Crawford, “la consideramos suficientemente preparada para expresarse de una manera correcta. Aquel trabajo resultó largo y aburrido para una niña. Varias veces hubo de leer su alocución ante sus padres. Aunque los discursos reales siempre están orientados en un determinado sentido político, hay veces en que influyen en su redacción otras consideraciones. Para el de Lilibet, la reina pensó que quizás emocionara más a los oyentes y resultase más eficaz si se le daba un tono íntimo, mejor que un aspecto puramente oficial. La misma Lilibet incluyó en el mensaje algunas frases de su cosecha, y todos cuantos escucharon aquella original alocución recordarán su espontáneo y divertido final”.
La princesa comenzó diciendo:
“Al desearles a todos ‘buenas noches’, siento que estoy hablando con amigos y compañeros que han compartido con mi hermana y conmigo muchas horas felices de los niños. Miles de ustedes en este país han tenido que dejar sus hogares y ser separados de sus padres y madres. Mi hermana Margarita Rosa y yo sentimos mucho por ti, ya que sabemos por experiencia lo que significa estar lejos de aquellos a quienes más amamos. A ti, viviendo en un nuevo entorno, te enviamos un mensaje de verdadera simpatía y al mismo tiempo queremos agradecer a las amables personas que te han recibido en sus hogares en el país.
“Todos los niños que todavía estamos en casa pensamos continuamente en nuestros amigos y parientes que se han ido al extranjero, que han viajado miles de millas para encontrar un hogar en tiempos de guerra y una amable bienvenida en Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica y Estados Unidos. de América. Mi hermana y yo creemos que sabemos bastante sobre estos países. Nuestro padre y nuestra madre nos han hablado muy a menudo de sus visitas a diferentes partes del mundo. Por lo tanto, no es difícil para nosotros imaginarnos el tipo de vida que todos ustedes están llevando, y pensar en todas las nuevas vistas que deben estar viendo y las aventuras que deben tener.
“Pero estoy segura de que tú también piensas a menudo en el Viejo País. Sé que no nos olvidarás; Es solo porque no los estamos olvidando que quiero, en nombre de todos los niños de la casa, enviarles nuestro cariño y nuestros mejores deseos, a ustedes y también a sus amables anfitriones. Antes de terminar, puedo decirles con sinceridad que los niños aquí estamos llenos de alegría y coraje. Estamos tratando de hacer todo lo posible para ayudar a nuestros valientes marineros, soldados y aviadores, y también estamos tratando de soportar nuestra propia parte del peligro y la tristeza de la guerra.
“Todos sabemos que al final todo saldrá bien; porque Dios se preocupará por nosotros y nos dará la victoria y la paz. Y cuando llegue la paz, recuerden que será para nosotros, los niños de hoy, hacer del mundo de mañana un lugar mejor y más feliz”. La princesa terminó diciendo: “Mi hermana está a mi lado y las dos les vamos a dar las buenas noches. Vamos, Margarita”. “Buenas noches, niños”, dijo la princesa Margarita. “Buenas noches y buena suerte a todos».
Los documentos almacenados en los Archivos de la BBC en Caversham revelan los antecedentes y la reacción al primer discurso transmitido por la Reina. Derek McCulloch, apodado tío Mac, fue el hombre responsable de organizar la transmisión de la princesa Isabel y, según un informe del Daily Mirror, “asedió” a la dirección de la BBC para averiguar si se le daría permiso. El discurso de la princesa marcaría el inicio de una serie mensual de funciones en La Hora del Niño dedicada a los niños en tiempos de guerra. Estos incluían mensajes de padres y hermanos y hermanas para niños que se habían ido a vivir a Estados Unidos.
Unos días después, desde su residencia en Badmington, la reina María (viuda de Jorge V, madre de Jorge VI y abuela de Isabel) le escribió a Marion Crawford: «Mi mayor pena es el estar lejos de mi familia, y, por lo tanto, no poder ver a mis queridas nietas, con las que no he estado desde mayo pasado. Supongo que encontraré un gran cambio en ellas, en todos los aspectos. La alocución radiofónica de la princesa Isabel resultó excelente y me emocionó hasta las lágrimas, por su naturalidad y su falta de afectación».
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La reina admitió sentirse preocupada porque la princesa, que tenía 21 años cuando vio morir a Jorge VI, ya no era “importante” a los ojos del público británico después de que toda la atención se dirigiera a ella y a su familia.
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La reina Isabel II de Gran Bretaña expresó su preocupación por el impacto que tendría un cambio dramático dentro de la Familia Real en dos de sus parientes más cercanos, reveló un documental emitido por la TV británica. Según los informes, a la monarca le preocupaba que su hermana, la princesa Margarita, y su madre la reina madre se sintieran «solitarias» tras la muerte de su padre, el rey Jorge VI, en 1952. El biógrafo de Margarita, Christopher Warwick, reveló que la reina le escribió a un amiga expresando sus preocupaciones sobre su hermana después de perder a su amado padre.
En declaraciones al documental “Isabel y Margarita: amor y lealtad”, emitido por el Channel 5, Warwick dijo: “En mi opinión, el gran amor de la vida de la princesa Margarita fue su padre. Ella lo adoraba absolutamente. Y su muerte, teniendo en cuenta que ella solo tenía 21 años, la dejó completamente anonadada. Estaba devastada. Pero Margarita durante todo este período estuvo muy sola, estaba muy sola. Y la princesa Isabel, que instantáneamente se había convertido en reina, estaba muy consciente de esto”.
Según Warwick, Isabel “le escribió a una amiga diciéndole: ‘Tengo un marido, tengo hijos. Tengo un trabajo que hacer, pero para mi madre y mi hermana, lo encontrarán terriblemente solo’”. La historiadora Kate Williams agregó en el documental que la joven reina, quien tenía 25 años cuando ascendió al trono, atestiguó con preocupación la forma en que su hermana fue “marginada” cuando ascendió al trono. “Fue muy, muy difícil para Margaret y la Reina Madre”, dijo. “De repente, ya no eran importantes. Siempre fueron la Familia Real, ahora ya no lo era . Ahora los importantes eran la reina y Felipe”.
“La importancia de Margarita ha sido completamente desplazada por su hermana y es difícil para Isabel II ver a su hermana marginada de repente. Ya nadie se preocupa por Margarita, toda la atención está puesta en la Reina, Felipe, Carlos y Ana”, relató Williams.
En los primeros años del reinado de la reina, la princesa Margarita desarrolló una reputación de rebelde, apasionada y de “fiestera” debido a su frecuente asistencia a eventos sociales. Pero a lo largo de los años, la princesa continuó mostrando su total apoyo a su hermana a través de una serie de compromisos oficiales tanto en el Reino Unido como en el extranjero. Gran prueba de la lealtad de Margarita hacia la reina fue la cancelación de compromiso con Peter Townsend, un hombre divorciado.
Tras su divorcio del fotógrafo Anthony Armstrong-Jones en 1978, Margarita regresó a refugiarse en la familia real y aumentó su carga de trabajo hasta que enfermó a mediados de la década de 1990. La presentadora del documental, Kate Fleetwood, relató: “A partir de ahora, Margarita estaría al lado de su hermana, volviendo a ser como solía ser. Durante las décadas de 1980 y 1990, Margarita se puso a toda marcha, apoyando a su hermana en una interminable ronda de tareas”.
“Ella se retira al redil familiar de la Familia Real más amplia. La vemos básicamente diciendo que ya es suficiente con el sensacionalismo, ya es suficiente con los chismes. Ya es suficiente con el escándalo”, agregó el historiador Ed Owens.
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Expertos de la realeza se refirieron en TV a la cercana relación entre la reina y su hermana y cuán difícil fue continuar reinando «en soledad» tras su muerte en 2002.
La reina Isabel II de Gran Bretaña se vio obligada a adaptarse a una vida de “soledad” después de perder al único miembro de la Familia Real que comprendía plenamente la importancia de la monarquía británica. Expertos de la realeza dijeron en el recientemente estrenado documental «Elizabeth y Margarita: amor y lealtad» que la monarca quedó shockeada por la pérdida “catastrófica” de la princesa Margarita debido al importante papel que la realeza había desempeñado durante la vida de la reina.
La narradora Kate Fleetwood dijo: «El 9 de febrero de 2002 Margarita murió en un hospital de Londres. Tenía 71 años. Isabel había perdido a su hermana ya su mejor amiga».
La historiadora Kate Williams agregó por su parte: “La pérdida de Margarita fue realmente catastrófica para la reina. Fue muy, muy dolorosa. La reina vio que la salud de Margarita se había visto afectada por lo que le había sido negado emocionalmente. Margarita no decidió sacrificarlo todo por la Corona porque amaba la Corona sobre todo, lo eligió porque amaba a su hermana sobre todas las cosas. No se estaba sacrificando por la Corona, se estaba sacrificando por su hermana”.
A los 25 años, la princesa Margarita tuvo que renunciar a sus planes de matrimonio con el capitán del grupo Peter Townsend, antiguo escudero del rey Jorge VI, después de que el gobierno le propusiera que renunciara a sus títulos y posición en el orden de sucesión porque su novio era divorciado. En consecuencia, Margarita lo abandonó y cinco años después se casó con el fotógrafo Anthony Armstrong-Jones en 1960 y permaneció casada con él durante 18 años a pesar de las crecientes especulaciones sobre su tensa relación.
El experto Ed Owens sugirió que la pérdida de la princesa Margarita dejó a la reina enfrentando la soledad de su posición sin el apoyo de un aliado que, pese a la diferencia de caracteres, era muy comprensivo con ella. “Es un lugar muy solitario estar sentado sobre un trono. Y tener una compañera, tener una confidente en quien confiar y a quien también contar secretos, y que también comparta esa vida fue muy importante para ambas mujeres. Cuando miramos hacia atrás en la vida de las princesas juntas, podríamos decir que Margarita terminó sacrificando bastante”, dijo Owens.
La autora real Ingrid Seward dijo por su parte que comprender el “vínculo inquebrantable” que compartían la reina y la princesa Margarita sería difícil para quienes no pertenecen a la familia real. “Era un vínculo inquebrantable, de una manera que sería difícil de entender para cualquiera fuera de la Familia Real. Porque su vida es tan única y tan diferente y, básicamente, tan dedicada al deber. Y de alguna manera está destruido por el hecho de que siempre están en exhibición pública. Solo Margarita realmente sabría cómo se siente eso”.
La historiadora de la realeza Susan Abernethy, autora de The Frelance History Writer, trae a nuestro tiempo la apasionante historia de una princesa poco conocida. Criada para ser reina, ocupa un sitio importante en el corazón de Bélgica.
Desde que comencé a investigar la vida de mujeres históricas como Isabel de Portugal, María, la hija de Carlos el Temerario y Felipe de Hainaut, me interesaron los duques Valois de Borgoña y la historia de su imperio. Un día, mientras examinaba el árbol genealógico de los duques, descubrí que uno de sus antepasados era la princesa inglesa, Margarita Plantagenet, hija del rey Eduardo I. No hay muchos ejemplos de mujeres de Inglaterra que se casen con la nobleza de los Países Bajos y yo decidí investigar esto.
Margarita nació el 15 de marzo de 1275 en el Castillo de Windsor. Su madre fue Leonor de Castilla, quien tuvo muchos hijos. Los que sobrevivieron fueron Leonor, Juana, Alfonso, Margarita, Isabel y el futuro rey Eduardo II. Cuando era niña, Margarita vivía en Windsor, Woodstock o el palacio de Langley con sus hermanos menores. Aparte de las grandes ocasiones, Margarita no habría visto mucho a sus padres hasta que tuvo la edad suficiente para unirse al estilo de vida itinerante de la corte, aproximadamente a los ocho años.
Cuando Margarita tenía tres años, ya estaba comprometida con Juan, de tres años, heredero de Juan I, duque de Brabante. El duque tenía la reputación de ser un jinete consumado y famoso en los torneos del norte de Europa. El compromiso requería la confirmación por escrito del duque, su esposa y su hermano, junto con los nobles de Brabaçon y los alcaldes de las principales ciudades del ducado.
Además, había una lista de castillos, granjas, aldeas, bosques, rentas y molinos de viento que fueron asignados a Margarita en caso de muerte de su esposo, y el resto de la finca para sus herederos. Se estima que esta parte de las propiedades tenía un valor de ingresos anual de 3.100 libras Tournois (unas 800 libras esterlinas en 1278 o 555.000 libras esterlinas en moneda actual). A cambio, el rey Eduardo I tuvo que pagar la dote de Margarita de cincuenta mil libras, dinero que probablemente pidió prestado.
Educada para ser reina
Margarita y sus hermanos viajaban entre los castillos designados, generalmente criados por sirvientes y con visitas ocasionales de sus padres. Se les dio una educación que fue supervisada por su madre y se les enseñó los modales y las costumbres de la corte para que pudieran proyectar la realeza adecuada al integrarse a las actividades de la corte. Recibieron instrucción en teología, lógica y aritmética básica, modales y cortesía y leyeron textos seculares y litúrgicos. A Margarita se le enseñó a bordar y hay evidencia histórica de que tenía un huso, lo que indica que probablemente practicaba el tejido. Los niños fueron entrenados para montar y cazar, un pasatiempo que su madre disfrutaba mucho. Aprendieron a apreciar la música y tal vez incluso a tocar algunos instrumentos musicales.
En agosto de 1284, murió el hermano de Margarita, el príncipe Alfonso. Margarita y su hermana María habían pasado mucho tiempo con él. Ese mismo año, el prometido de Margarita, Juan llegó de Brabante para criarse en Inglaterra y completar su educación. Lo acompañó su séquito que incluía un caballero, maestro de caballos, sastre, cetrero y un laudista. Mostró una notable devoción por el arte de la caza y parece haber estado más centrado en las actividades cortesanas que en aprender el arte de gobernar.
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Al año siguiente, la hermana de Margarita, María, de seis años, hizo voto de castidad y se convirtió en monja en la iglesia de Amesbury. En 1286, el rey Eduardo y la reina Leonor abandonaron Inglaterra para ir a sus propiedades en Gascuña, en lo que hoy es Francia. Margarita salió de la corte y regresó a la guardería donde fue criada por institutrices y damas aristocráticas que llegaron para visitarla e instruirla.
Margarita dedicó este tiempo a aprender a proyectar la imagen de la dama cortesana idealizada y altamente lograda. Todos los niños pasaron estos años en Langley, que sirvió como la residencia oficial del estado mientras el rey y la reina estaban fuera. Todos pasaron la Navidad allí en 1286, incluido el prometido de Margarita. El rey y la reina regresaron a Dover en el otoño de 1289 y Margarita y sus hermanos viajaron a la costa para recibirlos.
Mientras estaba en el continente, Leonor de Castilla había contraído una fiebre cuartana, que es una forma de malaria. A principios de 1290, estaba haciendo planes para su propia muerte y entierro. Debido a la enfermedad de su esposa, el rey Eduardo decidió acelerar el matrimonio de la hermana mayor de Margarita, Juana, con Gilbert de Clare, 8º conde de Gloucester, y de Margarita con Juan de Brabante, para que Leonor pudiera ser testigo de las bodas. Cuando se hicieron todos los arreglos, la familia fue a Winchester para un torneo y festividades para celebrar los matrimonios. Gilbert de Clare y Juan de Brabante participaron en los eventos y el rey Eduardo pagó los gastos de Juan. A esto siguió un banquete alrededor de una enorme mesa redonda de cinco metros de diámetro que cuelga en la pared del gran salón del castillo de Winchester hasta el día de hoy.
Todos regresaron a Westminster y Juana se casó la semana siguiente. Se hicieron los preparativos para la boda de Margarita. La madre de Margarita ordenó varias piezas de joyería de oro para ella, incluida una corona de plata para su boda y una corona de oro tachonada con trescientas esmeraldas y una corona de oro cubierta de rubíes y perlas con el leopardo heráldico de Inglaterra en zafiros. El padre de Juan llegó para las festividades.
Casados el 8 de julio de 1290 en medio de un gran espectáculo, el rey Eduardo estaba decidido a impresionar al duque de Brabante y su séquito. Después de la boda, hubo una fiesta en el Palacio de Westminster con cientos de invitados y la fiesta duró hasta altas horas de la madrugada. Estaba destinado a impresionar no solo a los Brabançons, sino también a la nobleza inglesa. El rey Eduardo vio este matrimonio y las ceremonias como una inversión en la expansión de la influencia política y económica inglesa.
Presionada para procrear un heredero
Margarita y Juan se unieron a sus padres en el verano. En septiembre, la pareja emitió su primer estatuto, un documento que formaba una comisión para cuidar de su dote. Juan usó su propio sello y Margarita usó el sello de su madre para verificar la carta. Poco después de esto, Juan se fue a visitar Brabante para continuar su educación en el arte de gobernar con su padre. Margarita probablemente estaba con su madre en el fatídico viaje de regreso a Londres cuando Leonor de Castilla murió en Harby. Es posible que haya acompañado los restos de su madre de regreso a Londres. Hubo un magnífico funeral y entierro en la Abadía de Westminster para la reina.
La abuela de Margarita, la reina viuda Leonor de Provenza, murió en junio de 1291. La vida siguió como de costumbre para Margarita y Juan, quienes regresaron a Inglaterra. En septiembre de 1293, la hermana mayor de Margarita, Leonor, se casó con Enrique III, conde de Bar. Esa primavera, en 1294, Margarita y su hermano Eduardo sufrieron una fiebre peligrosa y ambos estuvieron postrados en cama durante dos semanas, pero finalmente la fiebre desapareció y sobrevivieron.
Poco después de su recuperación, su hermana Leonor dejó Inglaterra para irse a vivir con su esposo Enrique. En mayo, hubo un torneo de bienvenida en Bar y el suegro de Margarita, mientras participaba en la justa, sufrió una herida fatal y murió. Su marido era ahora Juan II, duque de Brabante, y Margarita era duquesa, tras lo cual él regresó a su feudo.
Margarita tenía diecinueve años y había estado casada durante cuatro años sin ni siquiera un indicio de embarazo. La presión para producir un heredero estaba ahora y, en realidad, no había ningún argumento razonable para que ella y Juan permanecieran en Inglaterra. Juan zarpó de Harwich en junio de 1295 sin Margarita. Quizás se rebeló al salir de casa y estaba preocupada por cumplir con las expectativas de asumir los honores y deberes como duquesa. Puede que estuviera ansiosa porque no hablaba holandés. Cualesquiera sean las razones, definitivamente parece que no tenía prisa por ir a Brabante y ni su padre ni su marido insistieron en el tema.
Al final, cruzó el Canal de la Mancha y finalmente llegó a Bruselas en febrero de 1297 con un gran y costoso ajuar. Para Navidad, el rey Eduardo estaba en Gante, donde su ejército se había reunido para luchar contra los franceses. Se le unió la hermana de Margarita, Isabel, que se había casado con el conde de Holanda, así como con Leonor, condesa de Bar. Margarita y Juan celebraron la Navidad y el Año Nuevo con la familia. El rey Eduardo nombró caballero a Juan el día de Navidad. Margarita y Juan se fueron en febrero para regresar a Brabante y ella recibió a su padre en Bruselas más tarde, ese invierno.
Después de diez años de matrimonio y a la edad de veinticinco, Margarita por fin estaba embarazada. Un hijo, llamado Juan, a finales de 1300. Su marido tenía varias amantes y al menos cuatro hijos ilegítimos, todos llamados Juan. Margarita mantuvo su distancia de la corte mientras él se ocupaba de estos asuntos. Ella construyó un castillo en Tervuren, reemplazando un antiguo pabellón de caza real y el duque Juan pareció disfrutar el tiempo que pasó allí mientras se entregaba a su pasión por la caza.
A principios de 1306, aumentaron las tensiones en Brabante entre los tejedores y la clase mercantil aristocrática. Los tejedores se rebelaron en Bruselas. Vandalizaron muchas de las casas de los comerciantes antes de pasar a amenazar el palacio ducal de Coudenberg donde residía Margarita. En lugar de huir a un lugar seguro, Margarita habló con los tejedores y los convenció de que se disolvieran y regresaran a casa. Si bien no sabemos exactamente qué dijo, la turba se abstuvo de atacar el palacio. Después de regresar a Coudenberg de una expedición de caza en Tervuren, el duque Juan y sus hombres persiguieron a los tejedores de la ciudad. Luego reconfirmó los privilegios de la clase mercantil.
En julio de 1307, el rey Eduardo I murió y el favor especial que Margarita y sus hermanas recibieron en su nombre se disipó. El clima político en Inglaterra cambió drásticamente con la entronización del hermano de Margarita, el rey Eduardo II. En enero de 1308, Margarita, su marido y su hijo, junto con un gran séquito, viajaron desde Bruselas a Boulogne-sur-Mer, donde se instalaron en una gran casa dentro de las murallas de la ciudad. Su hermano, el rey Eduardo II, iba a casarse con Isabel, hija del rey Felipe IV de Francia. Fueron varios días de celebraciones y fiestas.
Margarita aprovechó esta oportunidad para renovar su relación con su hermano y se mantuvieron en términos amistosos desde ese momento en adelante. Todo el séquito luego se dirigió a Wissant para navegar a Inglaterra para presenciar la doble coronación de Edward e Isabel en la Abadía de Westminster el 25 de febrero de 1308. A principios de marzo, los duques regresaron a Brabante. Ella nunca volvió a ver Inglaterra. En 1311, cuando el favorito de Eduardo II, Piers Gaveston, fue exiliado, pasó un tiempo en la corte del duque y la duquesa de Brabante.
En 1312, el duque Juan promulgó la Carta de Kortenberg. Esto estableció un consejo gobernante de nobles y habitantes de Brabant para supervisar su gobierno. Aparentemente, sintió que esta limitación de su propia autoridad era apropiada. El duque Juan murió el 27 de octubre de 1312. El hijo de Margarita tenía solo doce años y ella podría haber insistido en su caso para que actuara como regente hasta su mayoría. Sin embargo, ella no jugó ningún papel formal en el gobierno de su hijo. Parece haber vivido tranquilamente fuera de la corte ducal. Hay pruebas de que todavía estaba viva en 1333 a la edad de cincuenta y ocho años. Después de eso, su nombre desaparece del registro histórico. Fue enterrada junto a su marido en lo que hoy es la Catedral de San Miguel y Santa Gúdula en Bruselas.
¿Cuál es la relación de Margarita con los Valois duques de Borgoña? Su hijo, Juan III, duque de Brabante se casó con Marie d’Évreux, miembro de la Casa de los Capetos, la familia real de Francia. Tuvieron tres hijas supervivientes, Juana, Margarita y María. La segunda hija, Margarita de Brabante, se casó con Luis de Varón, conde de Flandes. Su hija sobreviviente, Margarita de Male, se casó con Felipe el Temerario, el primer duque Valois de Borgoña.
Lecturas adicionales recomendadas: «Hijas de la caballería: las princesas olvidadas del rey Edward Longshanks» de Kelcey Wilson-Lee, «Flandes medieval» de David Nicholas, «Leonor de Castilla: la reina de las sombras» de Sara Cockerill, «Leonor de Castilla: reina y Sociedad en la Inglaterra del siglo XIII ”por Juan Carni Parsons.
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En nuestro tercer extracto exclusivo de los diarios de inéditos de Alathea Fitzalan Howard, amiga de toda la vida de la reina Isabel II y la princesa Margarita, ella describe picnics, cenas y juegos con la Familia Real y confiesa su miedo al cambio a medida que avanzaba la Segunda Guerra Mundial y “Lilibet” comenzaba a ser más consciente de su papael como futura reina, lo que significaría que las amigas pasarían cada vez menos tiempo juntas. En este fragmento, Alathea critica con mucha sinceridad a la princesa, sobre la que dijo que envidiaba “su naturaleza normal, racional y simple”.
“Me pareció triste que [Lilibet] cuente tan poco con sus amigos; parece que nunca cambiará: se casará y será una esposa y madre modelo, dedicada a su familia y perros, y nunca deseará nada más. Pero, de nuevo, ¿quién puede saber lo que nos espera?”, escribió Alathea en los diarios que serán publicados en octubre en Gran Bretaña. “¿Qué destino le esperaba a esta chica, que tenía un carácter y un sabor mucho más simple que yo?”, se preguntó la confidente “¿Se destacará en la historia como otra gran Isabel, o será simplemente una marioneta común en una monarquía en rápida degeneración? Parece no tener ningún deseo de ganar fama por sí misma”.
En otra parte de su diario, Alathea critica la redacción de Isabel, a quien ve como demasiado infantil para su edad: “Creo que es la mayor lástima que no pueda redactar una buena carta; da tan mala impresión, e incluso da miedo cuando se considera tiene 16 años y mañana podría ser reina. Mientras que tenga problemas y tristeza, no puede esperar ser grandiosa”.
“Desearía que Isabel no fuera tan desapasionada. Entre nosotros no se pueden pasar promesas de amistad eterna: yo soy parte de su entorno, que se da por sentado mientras estoy allí, pero ella no muestra ningún deseo de hablar o intercambiar pensamientos e ideas con alguien de su edad”, lamentó. “Su temperamento no es adecuado para formar vínculos fuertes; sin duda, esto es una bendición en una de sus posiciones y está completamente capacitada para ser reina, pero creo que su hermana será bastante diferente. Creo que, si no fuera por la diferencia de edades, podría hacerme mejor amiga de Margarita”.
A continuación, un nuevo fragmento de los diarios de Alathea:
Sábado 1 de agosto: “Me senté junto al rey en el almuerzo; Debo decir que no es fácil hablar con él y, sin embargo, nunca me siento tímido con él. Después leemos los periódicos en la sala de la reina. Más tarde, Lilibet y el Rey salieron a caminar y la Reina y yo hablamos mucho y con mucha naturalidad. La quiero mucho. Me sentí dichosamente feliz sentado aquí bajo la sombra de los árboles con esta familia tan feliz: cuatro personas que significan todo el uno para el otro, cuyas vidas forman un todo espiritual, independientemente de la ayuda de todos los extraños, o incluso pariente”.
Viernes 4 de septiembre: “Carta de la princesa Isabel. Fue dulce pero tan parecida a la de una niña de 11 años. Creo que es la mayor lástima que no pueda redactar una buena carta; da tan mala impresión, e incluso da miedo cuando se considera tiene 16 años y mañana podría ser reina. Mientras que tenga problemas y tristeza, no puede esperar ser grandiosa”.
Jueves 12 de noviembre: “La princesa Margarita me hizo reír al decir que soñó que [su prima] Margaret Elphinstone estaba sentada sobre las rodillas de Hugh y que la princesa Isabel y yo estábamos sentadas a sus pies muy celosas!
Sábado 14 de noviembre: “Fui en bicicleta a Queens Mead. Poco después de mi llegada, Barbara [Crichton] me dijo: ‘Quizás prefieras trabajar solo si no nos consideras lo suficientemente buenos para ti0’. Asombrada, le exigí saber a qué se refería y siguió diciéndome las cosas más espantosas. Corrí escaleras abajo hasta Drusilla [Maude, otra voluntaria] y entre sollozos y lágrimas la hice explicarlo: admitió que todos me habían considerado un poco presumida y que decía cosas que ofendían a la gente. Ella se puso de mi parte, aunque para mi horror dijo que alguien de afuera una vez le dijo que pensaba que debería estar trabajando con personas de rango superior. Sin duda fue algún viejo chismoso malintencionado que, porque voy al Castillo, supuso que debía ser así. Nunca, en mis sueños más locos, he dicho o siquiera pensado algo así: es horrible tener esa reputación y una vez que la tengo es difícil dejar de vivir”.
Domingo 15 de noviembre: “Todos fueron muy agradables, incluida Barbara, pero yo estaba más infeliz hoy y de repente me sentí abrumado sin ninguna razón en particular y mis lágrimas brotaron incontrolable y silenciosamente. Anhelaba el momento en que pudiera estar solo. Barbara podría haberlo lamentado, pero ¿había visto las lágrimas que derramé a su costa? Mientras lloraba pensé en lo infeliz que estaba, lo solo en el mundo. Luego me levanté, tomé mi cuchillo y me rasgué la carne del antebrazo hasta que me quedé exhausto y no pude llorar más. Nadie sabrá lo que hice esta noche. Satisface algún impulso extraño y consigue, más que cualquier otra cosa, aplacar mi dolor y mi rabia”.
Jueves 19 de noviembre: “Le conté a la princesa Isabel y la princesa Margarita sobre el encaje blanco que estaba pensando en comprar y cuando mencioné un baile de la victoria, ¡ambas dijeron que me vería tan llamativa y que todos estarían en harapos para ese momento! Sus gustos son muy claros desde la guerra y estoy seguro de que me desaprueban un poco de alguna manera. Salimos a ver a los ponis y me pregunté qué destino le esperaba a esta chica, que tenía un carácter y un sabor mucho más simple que yo. ¿Se destacará en la historia como otra gran Isabel, o será simplemente una marioneta común en una monarquía en rápida degeneración? Parece no tener ningún deseo de ganar fama por sí misma”.
Martes 24 de noviembre: “Mi decimonoveno cumpleaños. Las princesas vinieron con Crawfie [la institutriz Marion Crawford]. Me dieron un precioso bolso de gamuza verde. ¡Tomamos el té, jugamos charadas y nos reímos mucho! Todos se fueron a eso de las siete”.
Jueves 26 de noviembre: “Me uní a las princesas y conduje hasta Londres con ellas y Miss Knight [niñera] (…) La Familia Real llegó más tarde [para una fiesta por la tarde] y recibió a todos los estadounidenses y al resto de los invitados. Luego salimos al corredor exterior, donde un buffet se extendía a lo largo del mismo, y hablamos con los estadounidenses. Había unas 300 personas en total; el rey y la reina se movían entre ellos y las princesas estaban juntas hablando con todos los que se les acercaban. La princesa Isabel llevaba ese horrible vestido de seda azul con la pequeña capa plisada, que es lo peor que podría llevar con su figura. La princesa Margarita tenía un vestido de seda indescriptible; ahora están tan mal vestidos, pero me alegré de que no vistieran iguales. A todos nos resultaba bastante difícil conversar. Nos reunimos con las princesas arriba a las seis y regresamos a Windsor en la oscuridad y hablamos de todo y de todos”.
Jueves 24 de diciembre: “Me hubiera gustado tener noticias de las princesas [que estaban en Sandringham], ya que parece que hace tanto tiempo que no las vi. Me pareció triste que [Lilibet] cuente tan poco con sus amigos; parece que nunca cambiará: se casará y será una esposa y madre modelo, dedicada a su familia y perros, y nunca deseará nada más. Pero, de nuevo, ¿quién puede saber lo que nos espera?”
Lunes 11 de enero de 1943: “Me sentí muy nerviosa al comenzar mis 50 horas [trabajo voluntario en el hospital]. Al principio me sorprendió ver tantas caras blancas y enfermas, pero pronto me acostumbré e incluso manejé bien las orinales, ¡aunque vomité por la ventana de la compuerta una o dos veces!”
Martes 2 de febrero: “Sonia me dijo que a menudo había escuchado a Hugh hablar como el ‘Príncipe Consorte’. Si tan solo, si tan solo, se casara conmigo antes de comprometerse aún más”.
Miércoles 21 de abril: “Decimoséptimo cumpleaños de la princesa Isabel [en Sandringham] – Pensé mucho en ella durante el día y la extrañé”.
Jueves 24 de junio: “La princesa Isabel fue dulce hoy y dijo que era una pena que no me vieran más ahora (¿de quién es la culpa?), Pero desearía que no fuera tan desapasionada. Entre nosotros no se pueden pasar promesas de amistad eterna: yo soy parte de su entorno, que se da por sentado mientras estoy allí, pero ella no muestra ningún deseo de hablar o intercambiar pensamientos e ideas con alguien de su edad. Su temperamento no es adecuado para formar vínculos fuertes; sin duda, esto es una bendición en una de sus posiciones y está completamente capacitada para ser reina, pero creo que su hermana será bastante diferente. Creo que, si no fuera por la diferencia de edades, podría hacerme mejor amiga de Margarita…”
Jueves 11 de noviembre: “La princesa Isabel estaba bastante distante hoy. La princesa Margarita es más amigable”.
Jueves 25 de noviembre: “Los sirvientes fueron maravillosos y sacaron toda la plata y la mejor porcelana, etc., y la mesa se veía hermosa. La princesa Isabel llegó poco después de las ocho. Era la primera vez que ella había salido a cenar y dijo que era encantador venir aquí primero. Su rostro estaba maquillado y se veía muy bonita, con una gracia digna que le era peculiar. Después de la cena le enseñé mis regalos mientras los hombres todavía estaban en el comedor y ella me dio el pañuelo más bonito, hecho de red rosa y encaje blanco con popurrí insertado. (…) Todos nos reímos mucho. No se fueron hasta las doce menos cuarto, así que debieron de disfrutarlo”.
Sábado 18 de diciembre: “Al castillo para la pantomima. El rey y la reina llegaron con la duquesa de Kent y el príncipe Felipe de Grecia, que es muy rubio y de aspecto mayor que cuando lo vi el año pasado. Parece tan apto para la educación física y hoy me sigo preguntando si será su futuro esposo. Creo que es el evento más deseable que podría suceder. A ella le gusta y, aunque él no podría estar enamorado de ella, creo que no se opone a la idea.
Martes 4 de enero de 1944: “Recibí una carta de mamá, quien me dijo que la princesa Isabel está ‘interesada’ en David Milford Haven, quien está enamorado de Bridget Elliott y haciendo todo lo posible por escapar de Isabel, a quien considera mortal . Personalmente, dudo que a la princesa Isabel le guste David MH de esa manera”.
Jueves 3 de febrero: “Fui en bicicleta a Queens Mead. Me sentí más aburrido que nunca con la interminable ronda de tareas domésticas. Hay momentos en los que con mucho gusto podría estrangular a todos los presentes”.
Jueves 2 de marzo: “¡Fui en bicicleta a dibujar, después de lo cual tuvimos competencias de escupir en el lago en Frogmore! Margarita fue bastante ingobernable mientras estábamos fuera, de alguna manera ella es muy joven e infantil, muy diferente a Isabel pero uno no puede evitar reírse de ella. La princesa Isabel estuvo hoy en Londres. Es triste, su vida se está volviendo cada vez menos propia”.
Viernes 21 de abril: “Bueno, llegó el día del cumpleaños de Lilibet en el que conté tanto, y terminó sin tener nada que hacer y mucho tiempo libre para pensar en mi querida princesa. Envidiaba su naturaleza: normal, racional y simple. El abuelo salió y tres autos reales lo pasaron; se detuvieron y le dijeron que al rey le gustaría verlo. La reina María estaba allí y conversaron durante unos minutos. Estaba tan complacido, muy honrado de que se hubieran detenido. Tenía razón: tuvieron una fiesta de almuerzo familiar completa”.
Lunes 15 de mayo: “Siento que nunca los volveré a ver, que se olvidarán de mi existencia, están tan ocupados y tan felices; no pueden darse cuenta de mi soledad o de cómo los amo y dependo de ellos”.
Miércoles 17 de mayo: “Crawfie me llamó después del desayuno y me dijo: ¡Volvería a dibujar! Mi oración había sido respondida”.
Jueves 25 de mayo: “La princesa Isabel me llevó a su habitación y me mostró algunos de sus [18] regalos de cumpleaños: un hermoso brazalete de diamantes y zafiros del rey, un reloj de diamantes y rubíes, que yo adoraba, de los Beaufort y los Cambridges. También me dijo que la reina María le dio un brazalete y un collar, el rey de Noruega un estuche y que también tenía una pequeña tiara de diamantes”.
Martes 6 de junio: “En las primeras horas de esta mañana, nuestras fuerzas aterrizaron en la costa de Normandía. La invasión tan esperada ha comenzado”.
Jueves 8 de junio: “Salí con la princesa Isabel a ver a los potros. Me contó lo terrible que fue la tensión para el Rey durante el fin de semana esperando la invasión y luego viviendo durante otras 24 horas, cuando tuvo que posponerse del domingo al lunes por la noche, y también que la Reina pasó Casi todo el lunes por la noche en la ventana mirando los aviones, sin poder dormir. Ella, Isabel, dijo que no sabía de antemano y estaba agradecida. Vinimos a tomar el té y nos reímos de que Crawfie imitaba a la gente”.
Martes 11 de julio: “Echando un vistazo al Times antes del desayuno, vi que Lady Mary Palmer había sido nombrada dama de honor de la princesa Isabel. La conmoción de mis sentimientos fue grande, aunque puse una alegría forzada todo el día. Es difícil que alguien a quien hasta hace diez días Isabel apenas conocía de vista ocupe el lugar que he anhelado durante años, aunque no es una de las amigas de Isabel como yo, ¡lo que lo hace soportable!”
Extraído de The Windsor Diaries: A Childhood With The Princesses, de Alathea Fitzalan Howard, editado por Isabella Naylor Leyland y publicado por Hodder & Stoughton.
Las memorias de Alathea Fitzalan revelan cómo las tres niñas jugaron juntas en Windsor, protegidas de las bombas nazis, y los primeros flirteos de «Lilibet» con su futuro esposo.
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Alathea Fitzalan Howard fue enviada a vivir con su abuelo, el vizconde Fitzalan de Derwent, en Cumberland Lodge, cerca del Castillo de Windsor, durante la Segunda Guerra Mundial después de que sus padres se separaron. Durante esos tormentosos años se hizo amiga cercana de la princesa Isabel y su hermana Margarita, visitándolas con frecuencia en el Castillo de Windsor y disfrutando de fiestas, bailes, picnics y celebraciones con la Familia Real y otros miembros de la Corte. Durante los años de la guerra, Alathea fue uno de los pocos contactos que las dos princesas mantuvieron con el mundo exterior. A su muerte, en 2001, Alathea dejó a su sobrina Isabella Naylor Leyland un total de 64 tomos de sus diarios, en los cuales se vuelcan todos los detalles de su vida durante la guerra cerca de las princesas “Lilibet” y Margarita. Un año antes, había dicho: «Mis diarios deben conservarse y publicarse».
Alathea Alys Gwendolen Mary Fitzalan Howard, nacida en 1923, era la hija mayor del vizconde Fitzalan de Derwent y de Joyce Langdale, quien más tarde se convirtió en la condesa Fitzwilliam. Su madre tenía poco interés en los niños y, al comienzo de la guerra, Alathea fue enviada a vivir con su abuelo y su tía Magdalen. “La suya fue una infancia solitaria y los diarios fueron su mejor amigo. Ella anotó todas sus esperanzas miedos y frustraciones y podía contarle a su diario lo que nadie más sabía: una perfecta confidente. Su único otro consuelo era la amistad que tenía con las princesas Isabel y Margarita”, recordó Isabella Naylor Leyland”. Ya en la edad adulta, Isabel II mantuvo su amistad con Alathea hasta la muerte de ella.
A continuación, un extacto de “Los diarios de Windsor: Una infancia con las princesas”, basado en los diarios de Alathea Fitzalan Howard y editado por Isabella Naylor Leyland:
1940
Domingo 21 de enero: “Lilibet me llamó para pedirme que patinara. Ella, Margarita y el rey me recogieron en el coche y nos dirigimos al lago. La reina bajó y miró. Jugaba al hockey con otras seis personas: policías y choferes, etc. de Royal Lodge. ¡Gran diversión! Lilibet es mucho más amable cuando está sola que en Guías (se refiere al grupo de Niñas Guías al que la princesa pertenecía).
Miércoles 20 de marzo: “[En] Royal Lodge todos arrastramos un viejo carro de jardín hasta el montón de basura debajo de la vicaría y lo llenamos con metal viejo, etc. ¡y lo arrastramos de regreso al jardín (el detective ayudó)! Luego jugamos charadas en el interior. Margarita es bastante tonta pero es muy dulce. Lilibet dejó de usar calcetines. Crawfie [la institutriz de las princesas, Marion Crawford] me dio un beso de despedida. Día celestial.
«Margarita es bastante tonta pero es muy dulce».
ALATHEA FITZALAN
Lunes 6 de mayo: “Las princesas vinieron a tomar el té hoy. Un día muy húmedo pero salimos y jugamos en el jardín hasta las seis, luego entramos e hicimos dos charadas, que fueron muy divertidas. Viernes 10 de mayo ¡Hitler invadió Holanda y Bélgica a las 3 am!”
Martes 14 de mayo: “Las princesas se han trasladado a Windsor para mayor seguridad. De alguna manera me siente sola al saber que no están a mi lado”.
Viernes 7 de junio: “Lilibet, Margarita y Crawfie me recibieron en la puerta y bajamos a la sala de guardia para tomar el té con algunos oficiales. Té enorme, tortas en abundancia, helados, cerezas, con las que teníamos competencias. Una vez, Lilibet y yo nos miramos y casi nos echamos a reír. Lilibet y Margarita por primera vez (que yo lo haya visto) no estaban vestidas igual”.
Lunes 17 de junio: “Escuché que Francia se ha rendido, así que ahora nos quedamos para enfrentar a Alemania solos. Naturalmente, si somos atacados, todos debemos esperar la muerte como nuestra única liberación”.
Martes 2 de julio: “Fui a York Hall para un ensayo del concierto del sábado. Lilibet hará claqué en ‘Una manzana para la maestra’ (ella es la maestra). Margarita también está involucrada. Ambas tocan el piano en el escenario…”
Sábado 13 de julio: “Crawfie estaba de mal humor. Creo que está bastante enojada porque le pedí prestado su bolso la semana pasada para el dinero del concierto y ahora no puedo recordar lo que hice con él. Las princesas también estaban bastante enojadas, porque Lilibet tocaba mal el piano y el telón cayó sobre la cabeza de Margarita”.
«Las princesas también estaban bastante enojadas, porque Lilibet tocaba mal el piano y el telón cayó sobre la cabeza de Margarita».
ALATHEA FITZALAN
Jueves 15 de agosto: “Todos dibujamos afuera. Después, ordené como de costumbre en la habitación de Lilibet y ella me dijo que sus medias de seda costaban ocho y seis. ¡Típico!”
Domingo 25 de agosto: “Me acosté alrededor de las diez y estaba en medio de la oración cuando tres terribles explosiones sacudieron mis ventanas. Todos bajamos al sótano entre más bombas y estruendos”.
Martes 27 de agosto: “En bicicleta al castillo con cosas de senderismo. Nos dividieron en dos grupos [de guías] con Lilibet y yo a cargo. Hicimos fuego y cocinamos salchichas en palitos”.
Lunes 23 de septiembre: “Fui en bicicleta al castillo para tomar el té. Todos escuchamos el discurso del Rey por radio en la guardería y hicimos punto”.
Martes 1 de octubre: “A las nueve en punto estalló [una] bomba de relojería [cerca]. Me quedé sin palabras, horrorizada, viendo cómo mis paredes se mecían violentamente de un lado a otro. Sé que la gente en el futuro leerá sobre esta guerra y la considerará con horror como comparable solo a las revoluciones francesa o rusa y sentirán lástima por la generación cuya juventud fue desperdiciada por ella”.
Sábado 9 de noviembre: “L. y M., Crawfie y yo salimos bajo la lluvia y jugamos hasta que la Reina se unió a nosotros, cuando le dimos algunas bufandas a algunos soldados y luego desbloqueamos un arroyo. ¡M. me empujó contra un alambre de púas, rompiendo mi media buena! Las tres tomamos té con la K y la Q y luego jugamos Racing Demon con la Reina. A las siete L y yo fuimos a nuestros baños. L y yo cenamos en nuestras cosas de noche en la guardería. Aproximadamente a las ocho, L y yo y Bobo [la niñera real, Margaret MacDonald] caminamos hacia su refugio, a millas de distancia. L y M duermen en dos literas una encima de la otra (M arriba) y la Sra. Knight [niñera] en una cama en la misma habitación. Me pusieron en una habitación contigua. M nos hizo reír mucho. El R y la R me miraron para decirme buenas noches”.
«Sé que la gente en el futuro leerá sobre esta guerra y la considerará con horror como comparable solo a las revoluciones francesa o rusa y sentirán lástima por la generación cuya juventud fue desperdiciada por ella».
ALATHEA FITZALAN
Domingo 10 de noviembre: “Salí del refugio a las ocho menos cuarto y me vestí. Almuerzo 1.15. Vinieron dos niños de Eton, el niño Spencer [más tarde Coend Spencer, padre de la princesa Diana] y otro. ¡L y yo tuvimos que conversar con ellos! Después, L, M y yo fuimos a dar un largo paseo por el Home Park con el Rey y la Reina y nos encontramos con el arzobispo de Canterbury. Té con ellas y cartas con la Reina nuevamente después. Ella era muy habladora conmigo. Simplemente la amo. (…) ¡Marchamos hacia el refugio nuevamente completo con manzanas, relojes, libros, etc.! Dejé la puerta abierta para hablar y entré en la habitación [de las princesas] dos veces para buscar algo y ellas entraron en la mía cuando se encendió una [luz] de emergencia en mi habitación. M me hizo morir de risa al preguntarme si pensaba que L, ella y yo éramos bonitas”.
Lunes 11 de noviembre: “Nos levantamos poco después de las 7.30 y subimos a través de kilómetros de pasillos y escaleras helados (…) En ese Castillo, con sus habitaciones doradas y pasillos rojos, hay una atmósfera de vida familiar feliz que yo mismo nunca he conocido”.
Domingo 17 de noviembre: “Quiero más que nada en el mundo ser una dama de honor cuando sea mayor, pero me gustaría ser siempre amiga de Lilibet pase lo que pase”.
Martes 3 de diciembre: “El cabello de Lilibet está peor ahora que está rizado que antes, creo, porque lo tiene en pequeños rizos planos cerca de su cabeza alrededor de la espalda, muy apretados por delante”.
«Quiero más que nada en el mundo ser una dama de honor cuando sea mayor, pero me gustaría ser siempre amiga de Lilibet pase lo que pase»
ALATHEA FITZALAN
Martes 21 de diciembre: “Lilibet hizo galletas de mantequilla [en el grupo de Niñas Guías] y yo hice budín de pan. ¡A Lilibet realmente le gusta fregar y hace más que el resto de nosotros juntos! Prefiero la costura, ¡que L. odia!
1941
Jueves 6 de marzo: “Lilibet, M y yo nos dirigimos al Salón Rojo, donde se nos unieron tres oficiales de granaderos. Luego todos los oficiales de la RAF pasaron por allí, estrechando la mano de L. Ella encuentra muy difícil conversar, como yo, pero lo hizo muy bien, ya que tuvo que permanecer sola durante más de una hora hablando con cada uno por turno. ¡Ella insistió en traer a los perros porque dijo que eran lo mejor para salvar la conversación!
Domingo 9 de marzo: “L se volvió el pelo hacia abajo y me preguntó si me gustaba y le dije que no. Jugamos a las cartas hasta el almuerzo y luego salimos. Nos reímos mucho y nos divertimos mucho escupiendo sobre un puente hacia un arroyo, ¡tratando de golpear las hojas mientras flotaban! Crawfie es muy divertida pero no creo que Monty apruebe escupir! No volvimos hasta las 4.30 y al final nos reímos mucho y nos pusimos muy tontos porque estábamos muy agotados. Crawfie y yo estábamos caminando lentamente tomados del brazo por la empinada pendiente desde la terraza y L nos empujó y nos precipitamos hacia abajo y colapsamos en un arbusto y nos reímos tanto que no pudimos levantarnos”.
Sábado, 15 de marzo: “Annabel [hija de Sir Cecil Newman] cree que Lilibet tiene un busto enorme. Es una lástima, ya que algún día será terrible”.
Sábado 22 de marzo: “La reina me preguntó si me empolvaba la cara. Ella es tan dulce y amable y sin ser hermosa tiene un encanto tan irresistible que uno no podría evitar amarla. Ella se ha ganado mi inquebrantable adoración, ¡oh, si tan solo tuviera una madre así!”.
«Ella es tan dulce y amable y sin ser hermosa tiene un encanto tan irresistible que uno no podría evitar amarla. Ella se ha ganado mi inquebrantable adoración, ¡oh, si tan solo tuviera una madre así».
ALATHEA FITZALAN
Jueves, 3 de abril: “Última lección de este trimestre [Alathea compartía lecciones de dibujo semanales con las princesas en el Castillo de Windsor]. Después, jugamos a las cartas hasta el té. dijeron algo sobre Felipe, así que dije: ‘¿Quién es Felipe?’ Lilibet me dijo: «Se llama Príncipe Felipe de Grecia» y luego ambos se echaron a reír. ¡Pregunté por qué, sabiendo muy bien! Margarita dijo: ‘No podemos decírtelo’, pero Lilibet dijo: ‘Sí, podemos. ¿Puede guardar un secreto?’ luego dijo que F era su ‘chico’. Monty me preguntó si tenía uno, y al final, les dije que era Robert Cecil [guardia de Windsor y futuro marqués de Salisbury], lo que hizo que L. y M dijeran que estaban muy contentas de que tuviera un ‘novio’. Todos nos reímos terriblemente. Debo decir que Lilibet es mucho más adulta que yo hace dos años”.
Miércoles 9 de abril: “Fui en bicicleta a Forest Gate y me reuní con las princesas. Condujimos hasta una parte hermosa del bosque, donde nos detuvimos y salimos a caminar, recogiendo prímulas. Tomé té en alfombras, que extendimos bajo los árboles. Encendimos un fuego para calentarnos. Me sorprendió mucho que las princesas vinieran solas sin la señora Knight; creo que debe haber sido la primera vez; por supuesto, tenían un detective. Empacamos y partimos en los autos para buscar el avión alemán derribado en el bosque anoche. Tomó algún tiempo encontrarlo, pero cuando lo hicimos, valió la pena. Era algo enorme, completamente destrozado, y recogimos trozos como souvenirs”.
Lunes 28 de abril: “Carta de Lilibet muy bonita, bastante larga. estaba firmado ‘Con amor de Elizabeth’. Me pregunto si uno no debería empezar a llamarla princesa ahora que es mayor”.
Lunes 5 de mayo: “Carta de Sonia diciendo que ha ido a tomar el té con las princesas y que hablaron sobre hombres jóvenes. Lilibet le dijo que adoraba a Hugh Euston, por lo que Sonia dijo que yo también, ¡así que se rieron y se rieron! Lilibet le dijo que tenía un novio, pero no dijo quién”.
«La Reina fue dulce y muy habladora conmigo y todos cantamos. M. me preguntó si me ella caía, ya que dijo que no estaba segura. ¿Cómo podría no gustarle a uno? Ha heredado todo el encanto de su madre, más que Lilibet»
ALATHEA FITZALAN
Sábado 24 de mayo: Baile. Tomamos galletas y jugo de naranja en la guardería con las princesas. Después del té la Reina, las princesas y yo jugamos a Racing Demon en su sala de estar. Con mucho gusto moriría por esa familia si hubiera una Revolución”.
Jueves 29 de mayo:“Monty me preguntó: «¿Admirez-vous Lord Euston?» y dije, ‘oui’. ¡Dijo que lo sabía por la forma en que hablé con él el sábado! Todos nos reímos terriblemente y Margarita preguntó si era mi novio, sabiendo muy bien que lo era!!! Ella es muy mayor para su edad de esa manera, de hecho, de muchas maneras”.
Sábado 7 de junio: “Después de la clase [de baile] me cambié en la habitación de M. ya que ella siempre me agarra pero L. dice que voy a ir a la de ella la próxima vez. En el almuerzo, esperaba que Hugh se sentara a mi lado, pero lo pusieron entre la Reina y Lilibet. ¡M. llamó mi atención y se rió! Después del almuerzo salimos con el Rey y la Reina. Los reyes jugaban al golf, así que nos desviamos y pronto llovió a cántaros y corrimos hacia el túnel y tuvimos que permanecer allí como media hora porque teníamos zapatos finos y no teníamos abrigos. La Reina fue dulce y muy habladora conmigo y todos cantamos. M. me preguntó si me ella caía, ya que dijo que no estaba segura. ¿Cómo podría no gustarle a uno? Ha heredado todo el encanto de su madre, más que LibiBet.
Jueves 12 de junio: “Pedaleé hasta el castillo. Dije que me encantaba venir a tomar el té. Margarita se rió y dijo: ‘Nos adora’ e hizo una de sus encantadoras caras”.
«Lilibet es graciosa de alguna manera, pero sin curiosidad y sobre todo sin temperamento. Pero no se puede tener todo».
ALATHEA FITZALAN
Domingo 6 de julio: “Después del desayuno nos sentamos y también fuimos a dar un pequeño paseo con Crawfie. Libiet no dijo nada de que me quedara hasta el lunes, tanto en contra de mis esperanzas secretas que tuve que resignarme a irme esta noche; Lilibet es graciosa de alguna manera, pero sin curiosidad y sobre todo sin temperamento. Pero no se puede tener todo. (…) Encontramos un buen lugar para comer nuestro almuerzo tipo picnic. Muy divertido: ¡bebimos cerveza de jengibre en botellas! Nos acostamos sobre una alfombra y hablamos y leímos. Nos divertimos mucho volviendo, ¡con el sombrero de Crawfie y dos perros cayendo al agua!”
Miércoles 23 de julio: Llegué [al castillo para un baile] y al principio me sentí miserable porque todos tenían guantes largos y blancos [y] me hubiera gustado usarlos. Todos entramos en el Salón Rojo, estrechando la mano del Rey, la Reina y las princesas. Había cerca de 200 allí. La Reina bailaba todos los ‘bailes divertidos’ y se veía preciosa con un vestido amplio de tul blanco, cubierto con lentejuelas plateadas y las princesas usaban vestidos bastante iguales a la Reina, también de Hartnell, en encaje blanco bordado con margaritas azul pálido, y tenían flores en el pelo y en la cintura. ¡Nada de chicos de Eton, lo cual me alegró, ya que entonces solo teníamos a los jóvenes y apuestos «caballeros» [oficiales]!”
Domingo 17 de agosto: “Mamá y yo salimos a caminar y comenzamos a hablar de papá, y ella dijo que no creía que pudiera seguir viviendo con él después de la guerra. Escuché con los ojos secos y el corazón apesadumbrado; de alguna manera no me sorprendió. sus temperamentos difieren demasiado, pero esto me ha afectado profundamente. Solo desearía que la tradición exigiera que permanecieran juntos y hicieran lo mejor que pudieran de la ruina de su propia infelicidad”.
Jueves 21 de agosto: “Mamá y yo tuvimos una conversación sobre mí. Dijo que soy anticuada a la manera de ‘solterona’, lo cual es HORRIBLE. Me acosté llorando; la vida me parecía tan, tan desesperada”.
Hace 75 años, el 8 de mayo de 1945, las hijas del rey Jorge VI se unieron al pueblo británico para celebrar el final de la Segunda Guerra.
El 8 de mayo de 1945, el mundo se regocijó cuando la Segunda Guerra Mundial llegó a su fin después de seis años de luchas, dificultades y la pérdida de millones de vidas humanas. En toda Europa, la gente salió a las calles para celebrar el “VE Day”, también conocido como el Día de la Victoria en Europa, después que las fuerzas aliadas anunciaron la rendición de la Alemania nazi. Habían pasado solo 9 días desde que el fuhrer Adolf Hitler se suicidó, según los registros oficiales, en la sede de la Cancillería de Berlín. En Londres, miles de ciudadanos inundaron la céntrica Trafalgar Square y la amplia avenida The Mall, que conduce al Palacio de Buckingham, donde el rey Jorge VI y la reina Isabel los saludaron desde el balcón.
Este año, el viernes 8 de mayo se conmemorará el 75 aniversario del Día VE. Isabel II, quien recientemente celebró su 94 cumpleaños, brindará desde su confinamiento en el Castillo de Windsor un discurso televisado especial para su país, que será transmitido por BBC, por la radio y los canales de redes sociales oficiales de la familia real. El discurso se emitirá a las 9 de la noche, la misma hora en que el padre de la reina, el rey Jorge VI, anunció la victoria en Europa por radio en 1945 después de “casi seis años de sufrimiento y peligros”. (ver video)
¿Dónde estaba Isabel hace 75 años? Sin el conocimiento de la mayoría del público, la por entonces princesa Isabel, de 19 años, y su hermana, la princesa Margarita, de 14 años, estaban escondidas entre la multitud, soltándose el pelo mientras se unían a las festividades jubilosas. En horas anteriores, habían aparecido en el balcón del Palacio de Buckingham en seis ocasiones durante el día junto a sus padres, el rey Jorge VI y la reina Isabel, así como con el primer ministro Winston Churchill, considerado el artífice de la victoria. Sin embargo, las adolescentes también deseaban celebrar fuera del Palacio, en contacto con la gente común, una idea de Margarita.
Después de la cena, las princesas salieron del palacio para participar en las celebraciones, con el permiso de los reyes, a condición de que un reducido grupo de oficiales de la Guardia, que eran amigos, las acompañaran. Si bien el rey puede haberse sentido preocupado por el hecho de que sus hijas se mezclaran con la multitud, en una entrada de su diario escrita ese día expresó su preocupación por las limitadas vidas sociales que sus hijas habían mantenido desde el inicio de la guerra, en 1940, cuando fueron enviadas a Windsor por su seguridad. “Pobres queridas, nunca se han divertido aún”, escribió el rey.
Las princesas aprovecharon al máximo sus horas de libertad, bailando el hokey cokey, el «Lambeth Walk» y la conga con miembros del público que no las reconocieron. En 2006, Jean Woodroffe, quien fue una de las primeras damas de compañía de la reina Isabel II, recordó que nadie “parecía prestar mucha atención” a las hermanas reales mientras participaban en la fiesta popular, la primera fiesta que Gran Bretaña celebraba desde el inicio de la contienda. «Lo que fue divertido es que entramos en el Hotel Ritz por una puerta y salimos por otra, al otro lado, haciendo la conga», dijo Woodroffe. “Luego nos paramos afuera del Palacio de Buckingham con la multitud y todos gritamos, ‘Queremos al Rey’ con todos los demás hasta que el los reyes salieron al balcón”.
La reina le dijo a la BBC en 1985 que trató de evitar ser vista en las calles de la capital y declaró: «Me puse la gorra del uniforme sobre los ojos».»Recuerdo las filas de personas desconocidas que unían los brazos y caminaban por Whitehall, y todos fuimos arrastrados por mareas de felicidad y alivio», recordó cuando se cumplieron 40 años del final de la guerra. En 1995, en el 50º aniversario, Isabel II, su hermana y su madre recrearon el saludo desde el balcón, con las notables ausencias del rey y Churchill. Las tres entonaron la canción “There’ll Be Bluebirds over the White Cliffs of Dover”, popularizada en la guerra. (Ver video)
La familia real había liderado con el ejemplo y levantado la moral durante el conflicto. Al estallar las hostilidades, se había sugerido que la reina Isabel y sus hijas debían ser evacuadas a la seguridad de Canadá o Estados Unidos. Pero a esto declaró: “Los niños no se irán sin mí. Yo no me iré sin el rey. Y el Rey nunca se irá”. Las princesas fueron evacuadas al Castillo de Windsor durante toda la guerra, tal como lo hizo ahora la reina en medio de la pandemia de coronavirus. Jorge VI y la reina Isabel, más tarde titulada ‘Reina Madre’, pasaron algunos días en Windsor, pero fueron elogiados por pasar sus días en el Palacio de Buckingham durante el Blitz, el bombardeo aéreo de los nazis sobre Londres. Después de que cayeron bombas alemanas en el palacio, la reina Isabel dijo: “Me alegra que nos hayan bombardeado. Me hace sentir que puedo mirar al East End (la zona más perjudicada) a la cara”.
El Día de la Victoria, la princesa Isabel, quien en febrero de 1945 a la edad de 18 años había realizado el Servicio Nacional en el Servicio de Transporte Auxiliar, usó su uniforme. Había sido registrada como “No. 230873 Segunda Subalterna Elizabeth Alexandra Mary Windsor” y tomó un curso de manejo y mantenimiento de vehículos en Aldershot, calificándose como mecánica y conductora. La princesa Margarita, por su parte, describió los años de guerra como “negros y sombríos”, pero dijo que ese día de 1945 fue un “maravilloso resplandor solar de gloria”.
David Armstrong-Jones, sobrino de Isabel II, desarrolló una pasión por las artes y la artesanía, y se convirtió en el «príncipe carpintero» de la familia real.