Absolvieron a un escritor de 80 años condenado por cuestionar a la monarquía en Tailandia

Un escritor de 80 años acusado de difamar a la monarquía de Tailandia en 2015 por comentarios que hizo en un seminario público sobre la constitución fue absuelto el martes por la Corte Penal de Bangkok. Se trata de Bundit Aneeya, para quien según la corte no había violado la ley de lesa majestad porque no se había referido específicamente a la realeza y no había utilizado un lenguaje grosero contra la corona, la monarquía o la familia real.

La semana pasada, el tribunal dictó una sentencia récord de 43 años y medio a una mujer arrestada hace seis años que publicó clips de audio en línea considerados críticos con la monarquía. A la ex funcionaria se le redujo a la mitad su sentencia nominal de 87 años porque se declaró culpable. En los últimos dos meses, las autoridades han llevado casos de lesa majestad contra al menos 54 personas, según el grupo de asistencia legal Thai Lawyers for Human Rights.

Después de que el rey Maha Vajralongkorn asumiera el trono en 2016 tras la muerte de su padre, informó al gobierno que no deseaba que se aplicara la ley de lesa majestad. Pero a medida que aumentaron las protestas el año pasado y las críticas a la monarquía se hicieron más duras, el primer ministro Prayuth Chan-ocha advirtió que se había cruzado una línea y que se usaría la ley.

Bundit fue procesado por decir en un seminario en la Universidad Thammasat de Bangkok que «el valor humano y la dignidad de los tailandeses deben ser más altos que el polvo bajo los pies de alguien», según informó el diario Khaosod. Por tradición, los ciudadanos tailandeses que se consideran como súbditos del rey se refieren a sí mismos como «el polvo bajo tus pies» cuando se dirigen formalmente al monarca.

El seminario fue convocado por un grupo activista opuesto a la junta militar que asumió el poder en un golpe de 2014 y solicitó comentarios públicos sobre un proyecto de constitución para reemplazar el anulado en la toma del poder por parte del ejército. Agentes policiales y militares monitorearon la reunión y detuvieron a Bundit tan pronto como hizo una propuesta de cinco principios que deberían estar consagrados en la carta, incluida la dignidad humana.

El castigo por violar la ley de lesa majestad es de tres a 15 años de prisión por cada cargo. Bundit fue acusado formalmente solo en 2017, cuando un fiscal militar alegó que su comentario era una referencia despectiva al difunto rey Bhumibol Adulyadej, reverenciado por los tailandeses. Se supone que la ley de lesa majestad cubre al rey, su familia inmediata y cualquier regente, pero a veces se ha aplicado de manera más amplia.

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La ONU expresó su «preocupación» por la ley de lesa majestad en Tailandia

La legislación castiga los delitos de lesa majestad con penas de hasta 15 años de prisión, algo que los críticos consideran una manera de silenciar las críticas contra la monarquía.

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos dijo el viernes que estaba «profundamente preocupada» por la aplicación de las leyes de lesa majestad en Tailandia a por lo menos 35 manifestantes, entre ellos un menor de 16 años. La ley «conlleva sentencias que van desde los tres a los quince años de prisión», dijo la portavoz de la Oficina, Ravina Shamdasani.

«Estamos particularmente preocupados por un manifestante de 16 años que fue llevado ayer [jueves] por la policía a un tribunal de menores con una solicitud de detención«, dijo Shamdasani, aunque se felicitó del rechazo del tribunal de la demanda de detención. También recordó que muchas instancias, incluido el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, habían exhortado repetidamente a Tailandia a armonizar esa legislación con las obligaciones internacionales del país.

Naciones Unidas pidió a las autoridades tailandesas que dejen de recurrir al delito de lesa majestad para imputar a los manifestantes que llevan semanas protestando por la regeneración política en el país, tanto por la dura pena de cárcel que conlleva como por la propia encarcelación en sí, en especial cuando amenaza a un menor de edad, como ha ocurrido en los últimos días. «Es sumamente decepcionante que después de un período de dos años sin ningún caso [de aplicación de esta legislación], veamos de repente un gran número de casos incluyendo uno, y esto es chocante, contra un menor«, dijo la portavoz.

El delito de lesa majestad, que implica sentencias de entre tres y 15 años de cárcel por criticar, difamar o amenazar a la Familia Real, es el argumento esgrimido por las autoridades contra los detenidos. El Comité para los Derechos Humanos de Naciones Unidas lleva meses pidiendo a Tailandia que adapte el delito de lesa majestad a los estándares internacionales, en especial al Convenio Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

Desde mediados de año, además de una reforma de la monarquía, los manifestantes piden la dimisión del primer ministro Prayut Chan-O-Cha tras el golpe de Estado de 2014 y la reforma de la constitución, considerada demasiado favorable al ejército. El Alto Comisionado está preocupado por la respuesta judicial desproporcionada a las manifestaciones pacíficas de los últimos meses y pide al gobierno de Tailandia que no aplique acusaciones tan graves y que cambie la legislación de lesa majestad.

Tailandia: la implacable ley de Lesa Majestad cobra fuerza en medio de protestas

La justicia está impartiendo decenas de inculpaciones por crímenes contra el rey Vajiralongkorn en un momento crítico para la monarquía.

Catorce representantes del movimiento prodemocracia de Tailandia fueron inculpados el martes de «lesa majestad«, acusados de haber difamado al rey Maha Vajiralongkorn y a la realeza durante unas manifestaciones en las que reclamaban una reforma de la poderosa y riquísima monarquía.

Frente a las protestas que sacuden el reino desde el verano, las autoridades recurrieron al temible artículo 112 del código penal, que castiga con hasta 15 años de cárcel los insultos, difamaciones y críticas hacia el rey y su familia. Se trata de la primera vez en más de dos años que se lanza un proceso de lesa majestad contra ciudadanos tailandeses.

Pero eso no impidió que los manifestantes siguieran tomando las calles para pedir la abolición de esa ley, que según sus detractores persigue reprimir cualquier tipo de oposición. Además, reclaman que se controle la gigantesca fortuna real y la no injerencia del monarca en la política, algo nunca visto en un país en el que la monarquía era considerada un tema completamente tabú hasta hace bien poco. 

«El gobierno tailandés utiliza la monarquía y la sección 112 para apuntar contra personas con posiciones políticas distintas«, lamentó Panupong Jadnok, apodado «Mike», uno de los líderes acusados, al tiempo que advirtió que las manifestaciones no cesarían. «El artículo 112 es injusto, no le doy ningún valor«, dijo el líder de las protestas estudiantiles Arnon Nampa. «Estoy preparado para luchar legalmente hablando», destacó.

Junto a Arnon acudieron al juzgado los activistas Panupong Jadnol, Panusaya Sithijirawattanakul y Parit Chiwarak, todos ellos acusados de violar la legislación en el marco de las últimas protestas registradas en la capital, Bangkok. «Hemos negado los cargos», dijo Arnon, que explicó que son decenas las personas que se enfrentan a procesos judiciales en relación con las protestas.

Entre las demandas de los manifestantes se encuentra la dimisión del primer ministro, el general Prayuth Chan Ocha, la reducción de los poderes y la vigilancia de las cuentas de la Casa Real y la reforma de la Constitución. Los críticos con la monarquía lamentan que el poder de la Casa Real haya favorecido décadas de dominación militar, en un país que vivió trece golpes de Estado desde la caída de la monarquía absoluta, en 1932.

Monárquicos radicales se lanzan al rescate de la realeza, monstruo sagrado de Tailandia

La retórica de los realistas contra las protestas prodemocráticas es agresiva: «la gente que insulta a la monarquía merece morir».

Frente a las cada vez más audaces y osadas protestas de los estudiantes contra la monarquía en Tailandia, los monárquicos radicales endurecieron su discurso, con insultos, amenazas de muerte o fotos de féretros. Las imágenes violentas circulan desde hace algunos días en internet, como la de un partidario monárquico que, con un fusil automático en la mano, jura que protegerá al rey.

La retórica es también agresiva: «la gente que insulta a la monarquía merece morir», mientras que un grupo que se hace llamar «organización de recogida de basura» apela a una caza de brujas. Hay que «lanzar una operación para deshacerse de esta basura social», escribió en Facebook su fundador, el general Rienthong Nanna, «dispuesto a ir a la cárcel para defender al soberano».

En Tailandia, monarquía y nacionalismo están íntimamente vinculados. Cuestionar, criticar o insultar a la familia real, protegida por una de las más severas leyes de lesa majestad del mundo, es una aberración para una parte de la sociedad que creció bajo el reinado de Bhumibol Adulyadej el Grande, padre del monarca actual, que reinó el país durante más de 70 años.

La ONG Amnistía Internacional exigió este sábado la liberación de todos los manifestantes tailandeses todavía detenidos por expresar su oposición al Gobierno durante las últimas protestas de este mes, «criminalizadas por leyes vagas y draconianas», entre ellos los dos jóvenes considerados como líderes de las manifestaciones.

Un total de 90 personas han sido detenidas desde las marchas del 13 de octubre, 84 de ellas acusadas y solo seis en libertad sin cargos. El resto, excepto ocho personas todavía entre rejas, ha salido bajo fianza. Entre los todavía detenidos se encuentran los líderes de la protesta, los estudiantes Panusaya ‘Rung’ Sithijirawattanakul y Parit ‘Penguin’ Chiwarak.

«Las protestas en Tailandia son una prueba clara de cuánto valora la gente sus derechos a la libertad de expresión y reunión pacífica», declaró el director senior de Investigación, Promoción y Políticas de Amnistía Internacional, Rajat Khosla.

«República de Tailandia»

En sentido opuesto, parte de la juventud se atreve a desafiar a la poderosa y riquísima institución, pidiendo la abolición de la ley de lesa majestad, un control sobre la fortuna real y la no injerencia del rey en los asuntos políticos. Estos gestos de inéditos desafíos han sido observados en algunas de las manifestaciones prodemocracia, que congregaron hasta a 30.000 personas en Bangkok. Carteles con la inscripción «República de Tailandia» fueron entonces mostrados por militantes que no se arrodillaron al paso de una comitiva real, como lo exige la tradición secular.

El exjefe del ejército, general Apirat Kongsompong, comparó estas protestas  con una «enfermedad más difícil de curar que el covid-19», mientras proliferaban insultos y amenazas de muerte de parte de ultramonárquicos, informó la agencia AFP.

Esta situación aviva los temores a actos de violencia en un reino acostumbrado a los disturbios políticos: «En cuanto la monarquía se sintió amenazada, las autoridades respondieron recurriendo a la fuerza» recordó Patrick Jory, de la universidad australiana de Queensland. En 1976, decenas de estudiantes habían resultado muertos a manos de las fuerzas de seguridad, apoyadas por milicias ultramonárquicas.

Los líderes de la protestas, muchos de ellos encarcelados, afirman que quieren «modernizarla». Del otro lado, los ultramonárquicos se muestran prudentes sobre la controvertida personalidad del actual rey, Maha Vajiralongkorn, cuyos supuestos escándalos y polémicos viajes a Europa plantean no pocos interrogantes. «Algunos no aprueban su comportamiento, pero sigue siendo el que protege los intereses garantizados por la monarquía», destaca Patrick Jory.

El monarca no comentó los acontecimientos en curso en Tailandia pero apareció varias veces en público estos últimos días, rompiendo incluso el protocolo para felicitar el viernes a uno de sus partidarios que alzó un retrato de su padre frente a los manifestantes. «Muy valiente (…) Gracias». dijo, según un video publicado en Facebook.

A diferencia de su padre, el actual monarca «tiene un estilo autoritario» y «está tomando control personal en el dinero de la corona», algo que correspondía administrar a un comité especial, dijo el antropólogo John Marston, especializado en asuntos asiáticos. Además, sostuvo que «el estilo de vida» del rey –quien vive en un hotel de Alemania– influyó en el movimiento de protesta, sumado al sentimiento de que «no está gobernando de la misma manera en que lo hacían los monarcas tailandeses en el pasado».

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