El jubileo de diamante formó parte de un verano dorado para el Reino Unido, que también fue escenario de los Juegos Olímpicos de Londres. Además, un año antes, la boda del príncipe Guillermo con Kate Middleton renovó la imagen de la familia real británica y aumentó su popularidad.
Las celebraciones, del 2 al 5 de junio, se inspiraron en jubileos pasados, con un desfile de embarcaciones por el río Támesis, una misa de acción de gracias y un concierto de música pop.
El desfile de 1.000 barcos fue la mayor flotilla en el Támesis en 350 años y 1,2 millones de personas se agolparon en las orillas del río para verlo, pese a una lluvia torrencial.
El concierto, esta vez frente al Palacio de Buckingham, fue organizado por Gary Barlow, de Take That, y contó con Kylie Minogue, Robbie Williams, Elton John, Stevie Wonder, Ed Sheeran, Madness y Paul McCartney.
Los festejos se vieron empañados por la ausencia del príncipe Felipe, de 91 años, que tuvo que ser hospitalizado de urgencia.
El príncipe Carlos, en su discurso de clausura, dio gracias a su «mami» por «hacernos sentir orgullosos de ser británicos», entre grandes ovaciones.
Isabel II y su marido recorrieron el país mientras otros miembros de la familia real visitaron países de la Commonwealth para celebrar el jubileo a lo largo del año.
En el balcón del Palacio de Buckingham, la familia real apareció en versión reducida, solo Isabel, Carlos y su familia, señalando la dirección futura de la monarquía.
«Me dedico de nuevo a su servicio», dijo la reina en su mensaje del jubileo, que calificó como «un momento para dar gracias por los grandes avances que se han hecho desde 1952 y para mirar hacia el futuro con la cabeza clara y el corazón caliente«.
La década de 1990 estuvo marcada por los problemas familiares.
En 1992, «annus horribilis» en sus propias palabras, estallaron los matrimonios de sus hijos Carlos, Ana y Andrés, y su querido castillo de Windsor sufrió un incendio descomunal.
Pero enfrentó una crisis peor en 1997 cuando la muerte de Diana, ya divorciada de Carlos, estuvo a punto de romper el afecto de los británicos por ella, que un primer momento apareció fría y distante.
Todo esto, y una caída en la popularidad de la familia real, hicieron prever que el evento sería un fracaso, pero no fue así.
Además, el año del jubileo comenzó con malas noticias para la reina: en febrero murió su hermana menor, la princesa Margarita, y dos meses después falleció su madre, la reina madre, a los 101 años. El último adiós de la longeva reina provocó una simpatía renovada hacia Isabel II.
Un concierto pop en los jardines del Palacio de Buckingham ante 12.000 personas fue coronado por el guitarrista de Queen, Brian May, tocando el himno nacional desde el tejado, mientras un millón de personas abarrotaban las calles aledañas.
Entre los artistas figuraron Paul McCartney, Eric Clapton, Tom Jones, Brian Wilson, Shirley Bassey, Rod Stewart, Tony Bennett, Cliff Richard y Ozzy Osbourne. Un avión supersónico Concorde sobrevoló el lugar escoltado por cazas.
«Han sido 50 años muy notables», dijo la reina en un discurso. «Ha habido altibajos, pero cualquiera que recuerde cómo eran las cosas después de esos seis largos años de guerra, aprecia los inmensos cambios que se han logrado desde entonces».
Además de recorrer el Reino Unido durante tres meses, la reina visitó Jamaica, Nueva Zelanda, Australia y Canadá.
La reina Isabel II de Inglaterra prometió hacer dos apariciones en el balcón del Palacio de Buckingham el próximo 2 de junio, el primer día de las celebraciones de su Jubileo de Platino, que conmemora sus 70 años de reinado.
Para ello, la reina, que enviudó del príncipe Felipe en abril de 2021, se aseguró de contar con la compañía de su entrañable primo hermano el príncipe Eduardo, duque de Kent, de 86 años.
“La decisión de pedirle que esté junto a ella en esta importante aparición también subraya los estrechos lazos familiares entre ellos”, dijo The Royal Central.
“El duque ha asumido compromisos reales para la reina desde los primeros días de su reinado y ha hablado varias veces de la importancia que le da a su deber”.
Los longevos primos saldrán al balcón del palacio de Buckingham para contemplar el paso del Primer Batallón de Guardias Irlandeses y más de 1.500 oficiales y soldados de la División Doméstica al cierre del desfile militar.
El duque de Kent reemplazó en varias ocasiones al príncipe Felipe cuando no pudo asistir al Trooping the Colour y estuvo con la reina cuando la ceremonia se realizó en el Castillo de Windsor debido a las restricciones del coronavirus en 2020 y 2021.
A pesar de su avanzada edad, el duque todavía asume funciones oficiales en representación de la reina Isabel y tiene más de 140 patronatos y asociaciones militares.
Las apariciones de la monarca, que se producirán a pesar de los recientes problemas de movilidad, tendrán lugar durante el desfile oficial de cumpleaños, el Trooping the Colour, que dará inicio al fin de semana festivo de cuatro días.
“La reina está decidida a participar en las celebraciones del Jubileo. El desfile militar se adelantó una semana para ser parte del Jubileo de este año y la reina tiene muchas ganas de ser parte de él”, dijo una fuente del palacio citada por The Daily Mail.
La monarca, de 96 años, se ausentará del desfile, pero saldrá al balcón del palacio en compañía de su primo Eduardo, duque de Kent, de 86 años, para contemplar el paso de las tropas.
El príncipe Carlos, de 73 años, reemplazará a su madre inspeccionando las tropas a caballo.
Cuando la familia real regrese, en una procesión de carruajes, al Palacio de Buckingham, la reina Isabel volverá a aparecer en el balcón para ver el desfile aéreo de la Fuerza Aérea Real.
Junto a ella aparecerán el príncipe Carlos y la duquesa de Cornwall, los duques de Cambridge con sus tres hijos, los condes de Wessex con sus hijos, la princesa Ana y su esposo el vicealmirante Sir Timothy Laurence, los duques de Gloucester, el duque de Kent y la princesa Alejandra.
El Palacio de Buckingham dijo que “después de una cuidadosa consideración”, la reina no invitaría al príncipe Andrés ni a los duques de Sussex a unirse a ella porque ya no eran miembros activos de la familia real.
En febrero de 1977, Isabel II superó los 25 años de reinado y un millón de personas se congregó en el centro de Londres para presenciar un desfile de carruajes con la monarca, que también realizó un viaje en barco por el río Támesis.
Con motivo del jubileo, la reina y su marido, el príncipe Felipe, realizaron una gira por el Reino Unido y visitaron varios países de la Commonwealth, de las islas del Pacífico, al Caribe, pasando por Nueva Zelanda, Australia y Canadá.
Se acuñaron nuevas monedas de 25 peniques y la nueva línea del metro de Londres fue bautizada Jubilee Line.
«Estos 25 años han supuesto un gran cambio para Gran Bretaña», dijo Isabel II en un discurso ante el Parlamento. «Hemos dejado de ser una potencia imperial y estamos asumiendo lo que esto significa para nosotros mismos y para nuestras relaciones con el resto del mundo», subrayó.
Señaló asimismo que la adhesión británica a la Comunidad Europea, precursora de la Unión Europea, había sido «una de las decisiones más importantes» de su reinado.
Prima de la reina de Inglaterra, renunció a su status real para ayudar a los necesitados. Solidaria y sencilla, causó controversia al convertirse al catolicismo.
La duquesa de Kent, Katharine Mary Lucy Worsley, nació el 22 de febrero de 1933 y creció en el campo, en la casa familiar de Hovingham Hall, Yorkshire. Sus padres, Sir William y Lady Joyce la enviaron a la St Margaret’s School y a Runton Hall, en Norfolk, donde se destacó en música. A los 23 años Katherine conoció al príncipe Eduardo de Inglaterra. Nieto del rey Jorge V y primo hermano de la reina Isabel II, Eduardo había heredado el título de duque de Kent siendo muy joven, al morir su padre en un accidente de aviación en 1942. Su madre era la princesa Marina de Grecia. Símbolo de sus orígenes plebeyos, Katharine era descendiente directa de Frances, hija de Oliver Cromwell, famoso por liderar la revolución que derrocó a la monarquía y decapitó al rey Carlos I en 1649.
La pareja se comprometería cinco años después y celebró una gran boda real en York, en 1961, a la que asistieron las reinas Ingrid de Dinamarca y Victoria Eugenia de España, y en la que se conocieron Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia. El escenario elegido para la boda, el 8 de junio de aquel año, fue York Minster, donde Katherine había aprendido a tocar el órgano y también donde, 600 años antes, se habían casado el rey Eduardo III y Filipa de Hainaut. La cobertura noticiosa del evento hizo hincapié en que ella era «una chica de Yorkshire» que se casaba con el nieto de un rey, mientras que miles de lugareños se alinearon en la ruta desde York Minster para ver a la pareja mientras se dirigían a la fiesta. Sir Richard Buckley, quien fue el secretario privado del duque durante 28 años, recordó a Katharine como «una novia de cuento de hadas«.
Katherine, duquesa de Kent, es la esposa del príncipe Eduardo, duque de Kent, primo hermano de la reina Isabel II. Su suegra fue la famosa Marina de Grecia.
Muy celebrada como la primera boda de un príncipe británico con una plebeya, la unión tuvo una ferviente opositora, la madre del príncipe. Marina, duquesa de Kent, princesa por vía doble y descendiente de los zares de Rusia, odió la idea de que su hijo se casara con una chica de clase media y lo envió a estudiar a Alemania durante un año con la idea de que se olvidara a de ella. Viendo que los chicos estaban muy enamorados, la duquesa viuda no vio otra opción más que dar su permiso al matrimonio y deslumbró en la ceremonia.
La joven duquesa de Kent inmediatamente se compenetró muy bien en sus obligaciones reales y también, como esposa de un oficial del Ejército, acompañó al duque cuando fue enviado a Hong Kong y Alemania. Sir Richard Buckley fue testigo de la influencia positiva de Katherine sobre su esposo, quien, cuando asumió por primera vez sus citas reales en el extranjero, era bastante tímido. Katharine, que era «una duquesa moderna y una gran admiradora de Pink Floyd«, le dio confianza al príncipe. Durante su visita a la Feria Mundial de Brisbane: Expo 1988, Katherine fue vista como la princesa Diana de su época. Los Kents establecieron su residencia en Anmer Hall, en dentro de la propiedad real de Sandringham, que era el lugar ideal para criar a sus hijos. En 1962 nació el primero, George Windsor, conde de St. Andrews. Lady Helen Windsor nació en 1964 y seis años más tarde nació el tercero, Lord Nicholas Windsor.
Lamentablemente, la mala salud persiguió a la duquesa durante gran parte de su vida: en 1975, durante su cuarto embarazo, sufrió un aborto espontáneo, y dos años más tarde dio a luz a un niño que nació muerto. El dolor fue abrumador: “Tuvo el efecto más devastador en mí”, reveló en una entrevista años más tarde. “No tenía idea de lo devastador que podía ser para una mujer. Me ha hecho extremadamente comprensiva con otros que sufren el nacimiento de un bebé muerto”. Una profunda depresión comenzó a alejar lentamente a la duquesa del esplendor real para sumergirla en en la vida espiritual. Dos años después, toda esa emoción llegó a un punto crítico y fue ingresada en el hospital durante siete semanas de «tratamiento y descanso supervisado». «Creo que sería una persona bastante rara si no cedo bajo esas circunstancias», reflexionó en 1997. «Fue algo horrible lo que sucedió y no pensé que debía darme tiempo para superarlo. No fue un buen período, pero una vez que salí y volví a un estado de normalidad, rápidamente me di cuenta de que a muchas personas les sucede. Nunca he tenido depresión desde entonces”.
En busca de respuestas espirituales, rompió con la tradición de la Familia Real y se convirtió al catolicismo en 1994, con la aprobación de la reina: “Me encantan las pautas y la Iglesia Católica te ofrece pautas. Siempre he querido eso en mi vida. Me gusta saber qué se espera de mí. Me gusta que me digan: irás a la iglesia el domingo y si no lo haces, ¡te lo perderás!” Hasta que se retiró de la vida pública, Katharine fue muy popular por su papel en el campeonato de Wimbledon,donde entregaba los trofeos: última vez que lo hizo fue en 2001, a Venus Williams.
Un año más tarde se retiró oficialmente de la vida pública, renunciando a sus deberes reales para vivir en privado en su propio apartamento alquilado lejos de la corte real. Además, renunció al tratamiento de Alteza Real, pasando a ser conocida como “Katherine, duquesa de Kent” o simplemente “Katharine Kent”. “No me gusta ser una figura pública y lo digo con mucha humildad”, reveló en una entrevista. “Es mi naturaleza, la forma en que nací. Me gusta hacer las cosas en silencio detrás de las escenas. Soy una persona muy tímida”. Un asesor real la describió como “una figura tímida, casi solitaria”, aunque asistió a la boda del príncipe Guillermo con Catalina Middleton y a otros grandes eventos de la familia real.
Las especulaciones sobre el estado de su matrimonio la han perseguido desde finales de los años setenta cuando sufría depresión, y muchas personas creen que ella y el duque de Kent han estado llevando vidas separadas. También se dijo que su decisión de convertirse al catolicismo en 1994, el primer miembro de la familia real en hacerlo desde 1685, fue tomada por sentirse incómoda con la fe anglicana del duque. Sin embargo, el propio duque de Kent acompañó a su esposa cuando ella juró en la Iglesia Católica y posteriormente asistió a misa con ella. Hablando en un documental de la BBC en 2004, todo lo que diría sobre el tema de su matrimonio fue: “Cuido de mi familia y cocino para mi esposo”.
En el plano íntimo, la duquesa sin embargo continuó desarrollando actividades que encuadran con su perfil solidario: enseñó música en secreto durante 10 años en la escuela primaria estatal Wansbeck en Kingston-upon-Hull y en la que su verdadera identidad como miembro de la Familia Real permaneció oculta: “Siempre me ha gustado el talento, me encanta el cosquilleo cuando ves talento y comencé a darme cuenta de que estaba enseñando a niños muy, muy dotado”. En los últimos años, dio clases como maestra voluntaria a los niños que vivían en el edificio Greenfeld, que se incendió en 2017. En una visita a la India en la década de 1990, habló le dijo a un periodista: “Me encantan las personas, las valoro ¿De qué se trata el mundo? No de las posesiones sino de personas que se cuidan unas a otras”.
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El primo de la reina, nació el 9 de octubre de 1935 y se convirtió en duque a los 6 años, al morir su padre en un accidente de aviación. Isabel II siente una gran admiración y respeto por él.
Primo hermano de la reina Isabel II, el duque de Kent nació el 9 de octubre de 1935 en la casa de su familia en el número 3 de Belgrave Square, Londres. El secretario del Interior, Sir John Simon, estuvo presente para verificar el nacimiento, como era tradición en la monarquía inglesa desde finales del siglo XVII.
El niño, nieto del rey Jorge V, fue bautizado en la Capilla Privada del Palacio de Buckingham el 20 de noviembre de 1935 por el arzobispo de Canterbury Cosmo Lang, y sus padrinos fueron sus abuelos paternos Jorge V y la reina María, su abuelo materno, el príncipe Nicolás de Grecia; su tío el Príncipe de Gales ; su tía la princesa María; su tío bisabuelo el duque de Connaught (hijo de la reina Victoria); y su tía bisabuela la princesa Luisa, duquesa de Argyll (también hija de Victoria).
El padre del príncipe Eduardo fue el príncipe Jorge, duque de Kent (1902-1942) y su madre fue la princesa Marina, hija del príncipe Nicolás de Grecia y de la gran duquesa Elena Vladimirovna de Rusia, lo cual es descendiente de los reyes de Grecia y Dinamarca y de los zares de Rusia. La familia de los duques de Kent se amplió un año más tarde, con el nacimiento de la princesa Alejandra, y en 1942 nació el último hijo, el príncipe Miguel. En 1942, su padre, el príncipe George, entonces duque de Kent, murió en un accidente aéreo durante la guerra cerca de Caithness en Escocia mientras estaba en servicio activo. Fue entonces cuando el príncipe Eduardo, de 6 años de edad, heredó los títulos de duque de Kent, conde de St. Andrews y Barón Downmpatrick.
El duque fue a la escuela preparatoria Ludgrove en Berkshire (a la que más tarde también asistió el príncipe Harry) y luego pasó a estudiar en Eton, donde le gustaba remar. Su madre, la duquesa viuda de Kent, perdió su asignación oficial y debió mudarse al campo con sus tres hijos, donde fueron criados de forma muy simple. La princesa Marina quedó sumergida en una pobreza refinada, pero continuó con su trabajo como Comandante del Servicio Naval Real de Mujeres, o Wrens, hasta su muerte en 1968. Los únicos lujos que la familia podía darse eran los que compraban con el dinero que la abuela, la reina María, enviaba a sus nietos de sus fondos privados. Posteriormente, el joven pasó a estudiar en Le Rosey en Suiza, donde fue capitán del equipo de esquí de regimiento en los campeonatos del Ejército.
Cuando su tío, el rey Jorge VI, murió en 1952, el duque de Kent caminó en la procesión detrás del ataúd del monarca durante el funeral de estado. Un año después, en 1953, asistió a la coronación de su prima, la reina Isabel II, y por tener el rango de Duque real durante el servicio de coronación hizo una promesa de lealtad al soberano, después del príncipe Felipe y de su tío, el duque de Gloucester. Ese año, el joven duque acompañó a la princesa Marina en una gira de un mes por el Lejano Oriente y posteriormente se unió a la Royal Military Academy Sandhurst en Surrey, donde ganó el premio Sir James Moncrieff Grierson de idiomas extranjeros y se graduó como intérprete de francés.
En 1961, el duque de Kent se comprometió con la señorita Katharine Worsley, una joven maestra hija de una familia burguesa que conoció a su novio mientras él tenía su base en la base del ejército de Catterick Camp en Yorkshire. Una espectacular boda se celebró en la ciudad de York el 8 de junio del mismo año en presencia de toda la familia real británica y representantes de otras monarquías, como el príncipe heredero Harald de Noruega, la princesa heredera Margarita de Dinamarca, Irene de Holanda, el heredero del trono griego, Constantino, con su hermana Sofía, la reina viuda Victoria Eugenia de España con su hijo, don Juan, y su nieto Juan Carlos, la reina madre Helena de Rumania, entre otros.
Sir Richard Buckley, quien fue secretario privado del Príncipe Eduardo durante 28 años, recuerda a Katharine como «una novia de cuento de hadas».
Los Kent se establecieron en Anmer Hall en Sandringham Estate de la reina, ahora hogar del duque y la duquesa de Cambridge, que era el lugar ideal para criar a sus hijos tres hijos (George, conde de St Andrews, Lady Helen y Lord Nicholas). Sir Richard describió al duque como un padre «devoto» y, en su ancianidad, sigue siendo un hombre de familia comprometido y, como fotógrafo entusiasta, disfruta fotografiándolos a todos juntos.
En años reciente, sin embargo, hubo informes que indicaban que la duquesa podía ser agorafobia y que estaban sufriendo problemas maritales, ninguno de los cuales fue comprobado. Sir Richard Buckley fue testigo de la influencia positiva de Katherine sobre su esposo, quien, cuando asumió sus cargos reales en el extranjero, era bastante tímido. Katharine, que era «una duquesa muy moderna y una gran fan de Pink Floyd», le dio confianza al príncipe Eduardo. Actualmente el duque, que prefiere ser conocido como «Príncipe Eduardo», aún es patrocinador, presidente o miembro activo de más de 100 organizaciones benéficas y organizaciones.
Actualmente, los duques viven en Wren House, una casa ubicada dentro del palacio londinense de Kensington, y en Oxfordshire. El duque cuenta la música y la ópera; ingeniería, innovación y ciencia; e historia militar entre sus intereses. A la vez, mantiene estrechos vínculos con el ejército en la actualidad y tiene varios nombramientos de alto nivel y visita sus regimientos con regularidad. También realizó varias visitas tanto a Irak como a Afganistán para visitar sus regimientos cuando estaban involucrados en operaciones de combate en esas regiones.
Según Sir Richard, el duque “nunca pierde los estribos ni se enoja”, tiene buen ojo para los detalles y una memoria excelente, a menudo recuerda los nombres de las personas a las que solo vio una vez. La reina, que eligió al duque de Kent como compañero en el desfile de su cumpleaños cuando su esposo no pudo estar, siente una gran admiración y respeto por su primo.
Las familias reales de todo el mundo comparten vínculos más estrechos de lo esperado. La reina Victoria, que gobernó el Imperio británico durante 64 años, entabló relaciones familiares con la mayoría de las principales familias reales europeas, lo que significa que actualmente muchos otros miembros de la realeza, incluidos monarcas de la actualidad, tienen a la soberana como antepasada. La reina Victoria fue la monarca británica que más tiempo reinó en la historia hasta que la reina Isabel II batió su récord.
El reinado de la reina Victoria duró 63 años y siete meses, más que cualquiera de sus predecesores. Heredó el trono a la edad de 18 años después de que los tres hermanos mayores de su padre murieran sin hijos legítimos sobrevivientes. Durante su vida, la reina Victoria tuvo nueve hijos con su esposo, el príncipe Alberto, muchos de los cuales se casaron con otras familias reales europeas.
JORGE V EN LA RECEPCIÓN OFICIAL DE SU YERNO, EL REY HAAKON VII DE NORUEGA.
A través de la reina Victoria y su contemporáneo el rey Christian X de Dinamarca, la reina Isabel II y el príncipe Felipe de Inglaterra, el rey Harald V de Noruega, la reina Margarita II de Dinamarca, el rey Carlos XVI Gustavo de Suecia, el rey Felipe VI de España, el rey Felipe de Bélgica y el gran duque Enrique de Luxemburgo tienen amplias conexiones sanguíneas. Pero, ¿qué familia real europea está más vinculada a la familia real británica?
A lo largo de la historia, las casas reales de Gran Bretaña y Noruega han estado estrechamente relacionadas. Esto se remonta a la época vikinga, cuando los reyes noruegos gobernaban partes de lo que hoy es Gran Bretaña. En los tiempos modernos, la relación diplomática entre los dos países ha sido más armoniosa que hace 1.000 años.
MAUD, PRINCESA INGLESA QUE FUE REINA DE NORUEGA, CON SU HIJO Y SU NUERA EN LA CORONACIÓN DE JORGE VI (1937)
Las familias reales noruega y británica descienden del rey Eduardo VII (1901-1910), que era hijo de la reina Victoria, lo que significa que los miembros de ambas familias están estrechamente relacionados. La hija menor de Eduardo VII, la princesa Maud, se casó con el príncipe Carlos de Dinamarca, quien más tarde fundaría la actual Familia Real de Noruega al aceptar la corona del país nórdico con el nombre de Haakon VII. Su hijo, Olav V, era bisnieto de la reina Victoria.
Maud y Carlos de Dinamarca vivieron principalmente en Inglaterra antes de ser coronados en Noruega, y ella mantuvo una fuerte conexión con su país natal, visitando a su familia durante los meses de invierno. En 1937 Maud asistió a la coronación de su sobrino, Jorge VI, y un año más tarde murió en Londres tras ser sometida a una cirugía. La casa real guardó luto por la última británica que fue reina de un país europeo.
ISABEL II EN EL CASTILLO DE WINDSOR CON SU TÍO, OLAV V DE NORUEGA
Maud estuvo en el bautizo de su sobrina nieta, la actual reina Isabel II, en 1926. Isabel es nieta del rey Jorge V, el hijo y sucesor de Eduardo VII y rey fundador de la Casa de Windsor, tras haber renunciado al apellido Sajonia-Coburgo-Gotha. El padre de Isabel, Jorge VI, era primo hermano del rey Olav V, hijo de la princesa Maud, reina de Noruega.
El rey Harald V y la reina Isabel II son primos segundos, lo que significa que es el miembro de la realeza extranjera más estrechamente relacionado con la reina inglesa. Las visitas de Estado ocurridas a lo largo de las últimas décadas también fueron visitas familiares y el rey Olav, sobre quien pesaron rumores de un posible matrimonio con la reina madre de Inglaterra, estuvo muy presente en los acontecimientos familiares más importantes de la Casa de Windsor. Por descender de Eduardo VII, el rey Harald V ocupa actualmente el puesto 84 en la línea de sucesión.
Los hijos y nietos del rey Harald también ocupan un lugar en la sucesión al trono británico: el príncipe Haakon Magnus, el príncipe Sverree Magnus, la princesa heredera Ingrid Alejandra, la princesa Martha Luisa, y posteriormente sus hijas Maud A. Behn, Leah I. Behn, Emma T. Behn. En los siguientes puestos se encuentran los hijos y nietos de la fallecida princesa Ranhild de Noruega, hermana de Harald V; la princesa Astrid de Noruega, otra hermana de Harald, viene después, seguida por sus hijos y nietos.
Aunque desconocido por gran parte del público, y eclipsado y por las jóvenes generaciones de la realeza, el Duque de Gloucester es un auténtico príncipe real, nieto de reyes, sobrino de reyes y primo de la reina Isabel II. Este 26 de agosto cumplió 77 años.
El príncipe Ricardo es el segundo hijo del príncipe Enrique, duque de Gloucester, el hermano menor del rey Eduardo VIII y el rey Jorge VI, y nieto del rey Jorge V. Al nacer, el príncipe era el quinto en la línea de sucesión al trono británico, pero es actualmente ocupa el puesto 27. Nunca esperó heredar el ducado de su padre y tenía la intención de ejercer a tiempo completo como arquitecto.
Sin embargo, el hermano mayor de Richard, el príncipe Guillermo de Gloucester, murió en agosto de 1972 a los 30 años en un accidente mientras pilotaba su avión en una competencia. Poco después del despegue y a muy baja altitud, su Piper Cherokee viró bruscamente a babor, con un aumento extremo en la velocidad de giro y la correspondiente pérdida de altitud.
El ala chocó contra un árbol y se desprendió y el avión fuera de control volcó y se estrelló contra el suelo, estallando en llamas frente a 30.000 espectadores. Tanto el príncipe Guillermo como su copiloto Vyrell Mitchell murieron en el incendio que tardó dos horas en estar bajo control. Sus cuerpos fueron identificados en la investigación al día siguiente a partir de registros dentales.
En ese momento, el padre del príncipe estaba tan mal de salud que su esposa, Alicia, dudó si siquiera decirle que su hijo había muerto. Fue entonces cuando el príncipe Ricardo se convirtió en el heredero del ducado de su padre y otros títulos (conde de Ulster y barón Culloden), y tuvo que asumir obligaciones familiares adicionales y deberes reales. Así, renunció a su sociedad y comenzó a representar a la reina en numerosas actividades.
Todo esto sucedió solo un mes después de que el príncipe Ricardo se casara con la ciudadana danesa Birgitte van Deurs en julio de 1972. La pareja tuvo tres hijos (Alexander, Davina y Rose Windsor). Menos de dos años después de la muerte de su hermano, en junio de 1974, falleció su padre y Ricardo heredó sus títulos de Duque de Gloucester, Conde de Ulster y Barón Culloden. Su hijo mayor, titulado ahora Conde de Ulster, es el heredero del ducado, seguido de su nieto, Xan Windsor, barón Culloden.
Los duques de Gloucester no son miembros de la realeza particularmente conocidos en la actualidad, pero son patrocinadores de varias organizaciones benéficas y organizaciones y continúan representando a la reina en varios eventos clave en todo el mundo. Por ejemplo, en marzo de 2018, el Duque viajó a Malawi para asistir a las celebraciones del Día de la Commonwealth y visitó proyectos relacionados con los servicios de salud, la vida silvestre y el cambio climático.
En marzo de 2015, visitó la Royal School Dungannon, County Tyrone, Irlanda del Norte para celebrar su 400 aniversario desde la fundación de la escuela, presentando una placa conmemorativa y izando una bandera de aniversario en el terreno. También representó a la reina en las ceremonias de entierro del rey Ricardo III en la catedral de Leicester y la coronación del rey de Tonga.
El duque también es el patrocinador de numerosas organizaciones, incluidas Severn Valley Railway, Pestalozzi International Village Trust, Richard III Society, De Havilland Aircraft Heritage Center, la sucursal británica de Habitat for Humanity, St George’s Society de Nueva York, la Sociedad Británica. of Soil Science, el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, Action on Smoking and Health, la Asociación Británica de Amigos de los Museos, la Sociedad Mexicana Británica, el Hospital St Bartholomew’s, Construction Youth Trust, la Architects Benevolent Society, entre otros.
También es vicepresidente de Lepra y presidente de The London Society, la Society of Architect Artist y ex presidente del Institute of Advanced Motorists, donde aprobó el Advanced Driving Test, reseñó el diario Express. También es miembro corporativo del Royal Institute of British Architects, miembro honorario de la Institución de Ingenieros Estructurales, Comisionado de la Comisión de Monumentos y Edificios Históricos de Inglaterra y miembro de la Junta Internacional del Royal United Services Institute.
Una semana después de la acusatoria entrevista del príncipe Harry y Meghan con Oprah Winfrey, el duque de Edimburgo recibió el alta médico y regresó al castillo de Windsor.
La periodista real y editora de la revista Majesty Ingrid Seward comentó este martes: “Me emociona ver que Su Alteza Real el Duque de Edimburgo ha dejado el hospital y regresado a Windsor. Su regreso será un gran alivio y apoyo para la reina”.
El duque de Edimburgo, marido de la reina Isabel II, regresó al castillo de Windsor el 16 de marzo tras permanecer un mes hospitalizado, lo que a sus 99 años había hecho temer por su vida en un momento convulso para la monarquía británica.
Felipe, de 99 años, fue trasladado en un automóvil desde el Hospital King Edward VII, donde fue ingresado el 16 de febrero, hasta el Castillo de Windsor, donde la reina pasa su aislamiento por la pandemia. Según una nota del palacio el príncipe “desea agradecer a todo el personal médico que lo atendió” y “a todos los que le enviaron sus mejores deseos”.
Debido a la pandemia de coronavirus, la reina, de 94 años, y su esposo han estado el último año confinados en Windsor, excepto una estancia de verano que la pareja real pasó en su castillo escocés de Balmoral. La monarca mantiene su agenda oficial en gran medida por videoconferencia y no visitó al duque durante su hospitalización.
El consorte, que en junio cumplirá 100 años, fue ingresado en el primer centro el 16 de febrero como «medida de precaución» tras haberse sentido mal. Ante las especulaciones y preocupación por su avanzada edad, la casa real informó pocos días después de que la hospitalización no estaba relacionada con el covid-19, sino que se debía a una infección.
La noticia de que el duque de Edimburgo había dejado el hospital fue bien recibida por los conocedores de la realeza, incluido su biógrafo Phil Dampier, quien escribió en Twitter: “Una noticia fantástica”. La biógrafa real Angela Levin, por su parte, dijo que se trata de “maravillosas noticias”.
El duque de Edimburgo, marido de la reina Isabel II, regresó al castillo de Windsor el 16 de marzo tras permanecer un mes hospitalizado, lo que a sus 99 años había hecho temer por su vida en un momento convulso para la monarquía británica.
El comentarista real Richard Fitzwilliams agregó: “Fantásticas noticias de que el duque de Edimburgo ha sido dado de alta del hospital y ha regresado al Castillo de Windsor. El sobrenombre de Duque de Hierro seguramente se aplica y todos le enviarán buenos deseos. Esperamos conmemorar su centenario el 10 de junio”.
Una alta fuente del palacio real dijo a la prensa que la preocupación de la familia y el personal es grande desde que «todos empezaron a descubrir que el duque no volvería a casa pronto».
La Familia Real británica se mantiene hoy «unida en oraciones» después de que el príncipe Felipe, esposo de la reina Isabel II, fuera trasladado el lunes a un hospital especializado para recibir tratamiento por una infección y una afección cardíaca
El duque de Edimburgo, de 99 años, recibió este lunes el alta médica y fue trasladado a otro hospital, donde permanecerá bajo observación por una dolencia cardiaca previa.
Una alta fuente del palacio de Buckingham fue citada por el diario «The Mirror» diciendo: «El personal y toda la Familia Real están unidos en sus oraciones por el Duque».
«Ha habido un esfuerzo colectivo y todopoderoso para mantenerlo a él y a la reina a salvo durante la crisis del coronavirus en los últimos 11 meses», agregó, refiriéndose al confinamiento que la reina Isabel II y el duque mantuvieron desde marzo de 2020.
Sin embargo, la fuente agregó que hubo «un cambio significativo en el estado de ánimo cuando todos empezaron a descubrir que el duque no volvería a casa pronto».
«Los pensamientos de todos ahora están firmemente centrados en él saliendo de esta enfermedad», agregó la fuente.
A través de un comunicado del Palacio de Buckingham confirmó que el príncipe Felipe fue trasladado del Hospital King Edward VII, en donde permaneció dos semanas, rumbo al St. Bartholomew, también en Londres, donde seguirán realizándole pruebas.
«El duque se siente cómodo y está respondiendo al tratamiento, pero se espera que permanezca en el hospital al menos hasta el final de esta semana», informó Buckingham.
El pasado 16 de febrero, Felipe, quien cumplirá 100 años en junio, fue ingresado por «precaución» después de que «se sintiese mal». Considerado el consorte en activo más longevo de la historia de la familia real británica, anunció su retirada de la vida pública en 2017.
Hace unos días, su nieto, el príncipe Guillermo, adelantó que Felipe se encontraba «bien» y que los médicos continuarían «vigilando» la salud de su abuelo.
Días más tarde, el príncipe Eduardo dijo en declaraciones a la cadena Sky News que su padre estaba mejorando. “Hasta donde yo sé, está mucho mejor, así que está deseando salir, que es lo más positivo”, dijo.
A los 100 años, el exveterano logró recaudar US$42 millones para donar al servicio de salud. Meses atrás había sido condecorado por la reina en el Castillo de Windsor.
El capitán Tom Moore, exveterano de guerra que a los 100 años se convirtió en héroe del primer confinamiento en Inglaterra al recaudar más de 30 millones de libras para el servicio de salud, murió del covid-19, informó el martes su familia. Meses atrás había sido condecorado por la reina Isabel II de Gran Bretaña en el Castillo de Windsor.
La reina Isabel II envió «un mensaje privado de condolencia» a la familia, anunció poco después del Palacio de Buckingham, después de que una fotografía del anciano con su chaqueta cubierta de medallas, fuera publicada en Twitter para anunciar el fallecimiento.
«Los pensamientos de la reina y de la familia real están con la familia del Capitán Sir Tom Moore«, aseguró en Twitter.
Pese a que todas las investiduras reales que debían celebrarse el pasado junio y julio habían sido aplazadas por la pandemia, la monarca había hecho una excepción el 17 de julio para nombrar caballero a este hombre entrañable que conquistó el corazón de los británicos.
Fue el primer compromiso público de Isabel II desde que se aisló en marzo en el castillo de Windsor con su marido, el príncipe Felipe, debido al coronavirus.
Quién fue el Capitán Tom Moore
Veterano de la Segunda Guerra Mundial, el «capitán Tom» recaudó en abril la suma sin precedentes de 33 millones de libras, reconocida oficialmente como un récord individual por el Guinness, dando 100 vueltas a su jardín, durante varios días, ayudado de su andador. Todo había comenzado tres semanas antes cuando el anciano se propuso conseguir 1.000 libras para asociaciones vinculadas con el servicio público de salud británico NHS.
Su reto conmocionó a un país confinado por primera vez y provocó una afluencia de donaciones sin precedentes que llegaron a 33 millones de libras equivalente a unos 42 millones de dólares al cambio de la época.
Nombrado Coronel honorario cuando cumplió 100 años el 30 de abril, Moore «inspiró a todo el país y nos trajo a todos una luz en medio de la niebla del coronavirus», dijo entonces el primer ministro Boris Johnson.
Un documental de 1969 sobre la familia real que no era visto desde los años setenta, porque se consideró demasiado intrusivo, finalmente apareció durante algunas horas en YouTube antes de volver a ser bloqueado. El programa, creado por la BBC y titulado Royal Family, ofreció una vista de la reina Isabel II y su familia como ninguna otra que estamos acostumbrados a ver.
La película incluye imágenes de la reina preocupada por el hecho de que el príncipe Eduardo de cuatro años ensucie su coche, la princesa Ana adolescente preparando una barbacoa familiar en Balmoral, el duque de Edimburgo bromeando sobre los “hábitos estraños” de su suegro Jorge VI, y, en una escena, la reina describe indiscretamente a un visitante oficial como «un gorila» y trata de no reírse.
Cuando el documental fue filmado, Isabel II tenía 46 años y llevaba menos de veinte años de reinado. Producido conjuntamente por las cadenas ITV y BBC, fue encargado por la casa real con motivo de la investidura del Príncipe de Gales y se rodó a lo largo de todo un año en la vida de la familia.
Muestra a la reina en sus visitas de Estado a Brasil y Chile, y recibiendo en palacio a estadistas extranjeros como la primera ministra de India, Indira Ghandi, y el presidente Richard Nixon. Sin embargo, lo más revelador del documental son los detalles de la vida privada de la familia real. El programa sigue a los Windsor en sus vacaciones de verano en Escocia, en la Navidad en el Castillo de Windsor y en Sandringham para sus vacaciones de invierno.
El documental fue visto por 30 millones de espectadores cuando se emitió por primera vez y se repitió varias veces en los años setenta antes de que se ocultara silenciosamente a la vista. David Attenborough, entonces controlador de BBC Two, pensó que estaba en peligro de “matar a la monarquía” y su huella fue tan pesada que la actual serie “The Crown” presenta la filmación en su temporada 3 como un desastre total.
La cinta puso mucho empeño en demostrar el enorme trabajo que tenía la reina Isabel II: se informa que en su gira por Sudamérica, la reina y el príncipe asistieron a 104 compromisos en 14 días -«recepciones, almuerzos, cenas, banquetes… 23 recepciones, ocho terminados después de la medianoche»- y que dieron la mano a 2.500 personas. También se dan detalles sobre la posición de Felipe, entonces de 47 años, como un “un piloto calificado y activo” que volaba 47 tipos diferentes de aviones.
“La reina se beneficia principalmente de la exposición” del documental, dice un observador de la realeza. “Ella se presenta como una personalidad alegre y vivaz, que realmente parece estar disfrutando en la mayoría de las ocasiones. A veces hay indicios de timidez”. De todos modos, la monarca todavía se rehúsa a exhibir el programa y, por alguna razón no explicada, el video fue eliminado de YouTube.
Royal Family: las mayores revelaciones del documental
-El príncipe Felipe y su hija la princesa Ana son los parrilleros de la familia. Durante un picnic familiar en Escocia, trabajaron juntos cocinando la carne y las salchichas, rechazando todos los intentos de ayuda o consejo de cualquier otra persona. “Te das cuenta de que esto es un fracaso garantizado. Fracaso absoluto garantizado”, se queja la princesa, insinuando que jamás lo había hecho antes. La misma escena muestra a la reina cortando la comida en un Tupperware y al príncipe de Gales preparando la ensalada. “Demasiado aceitoso”, dice Isabel.
-En la escuela, el entrenador de fútbol del príncipe Andrés tenía que llamarlo “Príncipe Andrés”, incluso cuando daba instrucciones en medio de un partido.
-De niño, el príncipe Eduardo era goloso y es visto entrar a una tienda cerca de Balmoral para comprar golosinas. Esta escena hace un buen trabajo al romper el mito de que la soberana no toca el dinero en efectivo, ya que paga de su propio monedero el helado que compró para Eduardo. “Es asqueroso. Solo mira el desorden que habrá en el auto”, se quejó la madre.
-Se ve a Isabel II contando una historia sobre la capacidad de su tatarabuela, la reina Victoria, para controlarse cuando sucedían cosas divertidas, y luego agrega una propia: “A veces es extremadamente difícil mantener la cara seria” dice antes de contar el momento en que el secretario del Interior con la mano sobre la cara entró y dijo “viene un gorila”. “Qué comentario tan extraordinario, muy cruel”, dijo Isabel. “Me paré en el medio de la habitación y presioné el timbre; las puertas se abrieron y había un gorila. Tenía un cuerpo corto, brazos largos… y tuve el problema más espantoso, pero nadie más que yo sabía lo que había dicho”.
-La reina tiene gusto por las joyas llamativas. En el programa se la ve decir a su ayudante que quiere tener un vestido diseñado especialmente para poder usar el fabuloso collar de rubíes Timur regalado a su tatarabuela, la reina Victoria.
-Las comidas de la reina Isabel II tenían que recorrer un largo camino desde las cocinas hasta el comedor. Se ve a un sirviente empujando en un carrito por un pasillo de 200 metros hasta un ascensor para subir dos pisos hacia el apartamento de la reina.
-En una escena se ve al príncipe Carlos y a la princesa Ana siendo “volando” unos 50 metros en una tirolesa suspendida entre el Yate Real Britannia y un buque de guerra en alta mar. Se descubre, además, que a bordo del Britannia la tripulación usaba zapatos suaves y daba órdenes con la mano para preservar la paz y la tranquilidad de los miembros de la realeza.
-El documental revela que en el Palacio de Buckingham hay despensas separadas para platos de oro y plata. Además, se muestra que algunas de las sábanas que todavía se usaban en el Palacio de Buckingham en 1969 habían sido compradas durante el reinado de la reina Victoria y algunas de las mantas pertenecían a Jorge IV, fallecido en 1830.
La princesa británica María Adelaida de Cambridge fue probablemente uno de los personajes más populares de la realeza durante la era victoriana. Pionera de la beneficencia, visitó orfanatos, abrió escuelas y apoyó organizaciones benéficas.
Nieta del rey Jorge III, Mary Adelaide Wilhelmina Elizabeth Guelph fue descrita como una mujer «vivaz e imperiosa», de ademanes groseros, risa contagiosa y un gran sentido del humor que escandalizaba a la alta sociedad británica. Aunque sus buenas obras podrían haber eclipsado su apariencia física, popularmente se ganó el desafortunado apodo de “Fat Mary” (la Gorda Mary), que a ella le causaba mucha gracia. Las críticas no le importaron nunca, ni siquiera cuando los jóvenes rechazaban la idea de casarse con ella. Cuando era apenas una veinteañera, se estimaba que pesaba alrededor de 115 kilos y le costó encontrar un novio debido a su gran volumen. Pero también tenía un buen corazón: de profunda fe cristiana, apoyó multitud de obras caritativas y se convirtió en una de las filantrópicas reales más reconocidas.
La princesa María de Cambridge, que compartía el título con su hermana mayor, la princesa Augusta, nació el 27 de noviembre de 1833, hija del príncipe Adolphus, duque de Cambridge, y la princesa Augusta de Hesse-Cassel, y se crió en Hannover hasta que cumplió diez años, cuando la familia regresó a Inglaterra. “A pesar de sus preocupaciones sobre el peso, era hermosa, inteligente y bastante musical”, escribió la historiadora real Moniek Bloks. “Ya era popular entre el público, pero sus perspectivas matrimoniales no eran prometedoras. En el verano de 1856, el príncipe Oscar de Suecia visitó a María Adelaida varias veces, pero no le propuso matrimonio. Recibió una propuesta del rey de Cerdeña, que había enviudado recientemente, pero estaba muy angustiada ante la perspectiva cuando observó: ‘Mi corazón es verdaderamente protestante’”.
Cuando tenía 25 años, la princesa ya imaginaba terminar su vida como una solterona porque ningún príncipe digno quería casarse con ella. “Pobre princesa María, compadezco”, dijo su prima, la reina Victoria, quien se entregó a la tarea de encontrarle un marido. Finalmente, en 1886 se encontró un novio en la persona de Franz von Teck, hijo del duque Alejandro de Württemberg y de su esposa, la condesa Claudine Rhédey von Kis-Rhéde. Debido a que era hijo de un matrimonio desigual, Franz no tenía derechos al trono de Württemberg. A decir de los historiadores, era un príncipe pobre y sin prestigio, pero fue el único candidato que la familia real pudo encontrar para esta princesa poco atractiva.
“El cortejo no fue más que un asunto breve”, escribió la princesa. “Francis sólo llegó a Inglaterra el 6 de marzo y nos conocimos por primera vez el 7 en St. James’s. Una relación de un mes resolvió la cuestión, y el 6 de abril me propuso matrimonio durante un paseo por los rododendros en Kew Gardens y fue aceptado”. “Anhelo decirte lo feliz que estoy», escribió en otra carta a un amigo de la infancia, “y con qué confiada esperanza puedo esperar un futuro de promesas brillantes, él no solo es todo lo que podría desear, sino todo el corazón posiblemente podría desear a su hijo”. “Su futuro esposo poseía los atributos que más atraían a la princesa María”, escribió su biógrafo C Kinloch Cooke en 1900. “Era de altos principios, domesticado, un soldado cabal y, sobre todo, un protestante fuerte. Tenían, además, muchos gustos en común; estaba dotado de mucho talento natural para la música y también para el dibujo”.
La madre de la princesa, duquesa de Cambridge, estaba encantada y aliviada y en una carta escrita poco antes del matrimonio, escribió: “Me alegra decir que estoy segura de la futura felicidad de la querida María. El príncipe Teck parece ser un joven muy excelente, de buenos principios, muy religioso, de modales perfectos; en resumen, yo llamar a María una criatura muy afortunada por haber encontrado un marido así”. Con la bendición de la reina Victoria, Francis y María Adelaida se casaron el 12 de junio de 1866 “sin ningún tipo de pompa o pompa del Estado”, según un períodico de la época. “La princesa María deseaba que su boda fuera una boda en el campo en el verdadero sentido de la palabra”, escribió Kinloch Cooke.
El matrimonio fue muy feliz y produjo cuatro hijos: la princesa y futura reina de Inglaterra María, el príncipe Adolfo de Teck, el príncipe Francisco y el príncipe Alejandro. Sin embargo, la pareja comenzó a resultar incómoda para la familia real en una época en la que la reina Victoria se esforzaba por ofrecer una imagen más frugal y hogareña de la monarquía. Los duques de Teck organizaron fiestas lujosas en Londres y llevaron un estilo de vida mucho más allá de sus posibilidades al punto de verse obligados a exiliarse en 1883 para evitar a sus acreedores y huyeron a Florencia. Dos años más tarde regresaron a la residencia White Lodge, una casa ofrecida por gracia de la reina en Richmond Park, cerca del castillo de Windsor. Allí la reina Victoria tomó bajo su protección a su hija mayor, la princesa María de Teck.
La experiencia del exilio no aminoró la avidez de María Adelaida por el esplendor. Pero aunque extravagante en sus propios gastos de ropa y joyas, se dice que regaló al menos un quinto de la asignación anual de £5.000 a beneficencia. También comenzó a frecuentar los bazares locales y trabajaba como vendedora para ayudar a los comerciantes, y reclutó a mujeres de clase media para coser ropa para los pobres. Si antes avergonzaba a la reina por su estilo de vida ostentoso, ahora avergonzaba a toda la familia real por dedicarse a la benefiencia, una actividad que por entonces se consideraba indigna de la realeza.
En sus últimas décadas de vida, María Adelaida de Teck visitó orfanatos, escuelas, hospitales y estableció los cimientos para muchas otras causas sociales. En su mejor momento, un diario la definió como “posiblemente el miembro más trabajador de la familia real”. “Cuando dio su nombre, también dio su tiempo, energía y pensamiento”, escribió el biógrafo James Hope-Hennessy, en su libro sobre la hija de María Adelaida, la reina María (esposa del rey Jorge V y abuela de Isabel II). “Ella misma abriría todas las cartas dirigidas a ella, decidía cuáles eran dignas de atención inmediata, redactaba las respuestas y, con la ayuda de su hija, clasificaba cada caso en uno de sus libros de caridad”. Murió en 1897 de una insuficiencia cardíaca y fue sepultada en Windsor.
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La reina Isabell II de Gran Bretaña tardó “dos segundos” en vetar la presencia su nieto, el príncipe Harry, y la duquesa de Sussex en la ceremonia en el Día del Recuerdo el pasado mes de noviembre, reveló la prensa británica este 2 de enero. La fecha conmemorada en noviembre recuerda los sacrificios de los militares y civiles en los tiempos de guerra.
El pasado 8 de noviembre los duques de Sussex visitaron el cementerio nacional de Los Ángeles (EEUU) para rendir un tributo a los caídos.
Poco después, salió a la luz en los tabloides británicos que a Harry y Meghan se les había negado el permiso para colocar en el Cenotafio una corona de flores en su nombre. En la ocasión, se informó que fuentes del palacio tomaron la decisión sin discutirla con la reina.
Sin embargo, fuentes cercanas a la realeza británica han revelado que ha sido justamente la monarca quien estuvo detrás de la negativa a su nieto. «Puedo revelar que fue justamente la reina quien estuvo detrás de la negativa, y que tardó ‘dos segundos’ en tomar una decisión», escribió Rebecca English, columnista de The Daily Mail, tras consultar sus fuentes.
En su artículo del Daily Mail, Rebecca English puso de relieve que el Domingo del Recuerdo es «sacrosanto» para Isabel II.
“El Domingo del Recuerdo es sacrosanto cuando se trata del diario de Su Majestad”, dijo una fuente al Daily Mail. “Es una de las fechas más importantes de su calendario y no se hace nada sin su conocimiento. La gente estaba sugiriendo que la reacción del Palacio al pedido de Harry era mezquina, pero fue decisión de la reina. Y lo que es más, ella tenía opiniones muy sólidas sobre el tema”.
Otra fuente dijo: “Si bien la reina siente una enorme admiración por los logros de Harry tanto dentro como fuera del ejército, esto fue visto como un ejemplo de su falta de comprensión de lo que significa para él ser un miembro de la realeza que no trabaja. La reina opina firmemente que no se puede elegir lo que se hace en lo que respecta a la institución. O estás dentro… o estás fuera”.
El pasado junio, Harry y Meghan dieron inicio a un nuevo capítulo de su vida tras abandonar sus deberes como miembros de la familia real británica a principios del 2020. La pareja adquirió una residencia en Santa Bárbara, California, en donde vive actualmente con su hijo Archie.
En una idea respaldada por la reina, ocho miembros de la familia desplegarán una nueva forma de trabajo que excluye a Harry, Meghan y Andrés.
Lareaparición de la reina Isabel IIde Gran Bretaña en el Castillo de Windsor con otros siete miembros de la familia real parece ser el primer paso hacia una reducción de la monarquía, que no contará en su primera línea con los duques de Sussex ni el príncipe Andrés, afirmaron informes de la prensa.
“La reina ha dado el visto bueno para una nueva versión de The Firm (‘La Firma’) con ocho miembros de alto nivel de la Familia Real que asistirán juntos a los eventos del próximo año”, dijo The Mirror en revelaciones exclusivas.
“El grupo, que en particular no incluye al príncipe Harry, su esposa Meghan o el príncipe Andrés, trabajará en conjunto y ayudará a resaltar las causas de cada uno, ya que su objetivo es volver a sus funciones completas ‘lo antes posible’”, agregaba el periódico.
Se atribuye a la reina, de 94 años, la idea de reunir a su familia en las escaleras del Cuadrángulo en el Castillo de Windsor, donde ha estado aislada durante nueve meses, el pasado martes. Junto a ella estuvieron el príncipe Carlos, la duquesa de Cornualles, la princesa Ana, el príncipe Guillermo, la duquesa de Cambridge y los condes de Wessex, Eduardo y Sophie.
“El arreglo encaja con la visión a largo plazo del príncipe Carlos de una monarquía reducida, así como con el mantra de la reina de ‘hay que ser visto para ser creído’”, escribió el periodista experto en asuntos de la realeza Russell Myers.
La prensa británica asegura que los funcionarios de la casa real están “entusiasmados” con la perspectiva de organizar más eventos compartidos entre los miembros ‘senior’ de la familia real, ya que buscan comenzar a funcionar una vez más lo antes posible. Se les pidió que planifiquen eventos para los ocho miembros principales, denominados extraoficialmente la “Nueva Firma”.
A raíz de que el duque y la duquesa de Sussex renunciaron a sus roles oficiales para establecerse en los Estados Unidos a principios de este año, la reina pidió calma y el regreso de una actitud de “regreso a lo básico” entre la familia. De manera similar, cuando el príncipe Andrés fue desterrado de los deberes de primera línea debido a su relación con el difunto financiero pedófilo Jeffrey Epstein, el monarca enfatizó a la familia la importancia del tema central de la monarquía.
Mientras tanto, fuentes reales aseguran que una familia real “dedicada y trabajadora” está “siempre ocupada”, pero que durante la pandemia y los confinamientos ha actuado en gran medida discretamente. “La familia real está unida para explorar las posibilidades de trabajar juntos para resaltar las causas queridas en sus corazones, ayudándose mutuamente y al país al mismo tiempo. Ya están trabajando en oportunidades para el próximo año y más allá. Tan pronto como puedan, estarán todos disponibles para recuperar el tiempo perdido”.
El tío y confidente del príncipe Carlos de Inglaterra estaba “devastado” por la sucesión de amantes de su esposa, que incluían el primer ministro de la India.
Lord Louis, conde Mountbatten, primo lejano de la reina Isabel II, tío del príncipe Felipe y mentor del príncipe Carlos es destacado en la serie The Crown por su papel clave en la Familia Real y su importante influencia tanto sobre Felipe como sobre Carlos. En la cuarta temporada del drama de Netflix, el príncipe de Gales alude a la propia infidelidad de Mountbatten cuando habla de su relación con Camilla Parker Bowles. Pero si bien l serie de Netflix es un drama de ficción sobre la familia real británica, hay evidencia significativa de que Mountbatten y su esposa no limitaron su relación solo dentro del matrimonio.
El historiador británico Andrew Lownie afirma que el difunto Lord Louis Mountbatten (1899-1979), y su esposa Edwina Ashley pasaron la mayor parte de su matrimonio en brazos de sus respectivos amantes. En su nueva biografía The Mountbattens: They Lives and Loves, el autor contó cómo el último virrey de la India, asesinado en 1979 por una bomba del IRA, se mostró al principio devastado por las infidelidades de su esposa.
La condesa, quien fue aclamada como “la mujer más bella de Inglaterra” cuando se casó con Louis, fue descrita como “una mujer obsesionada por el sexo” y, según los informes, tuvo hasta 18 amantes, incluidos el primer ministro indio Nehru y el cantante Leslie ‘Hutch’ Hutchinson.
Según el libro, Lord Mountbatten, de quien se decía que era “más tímido en la cama”, acordó un matrimonio ‘abierto’ con Edwina, antes de embarcarse en sus propias aventuras, supuestamente con mujeres y hombres “jóvenes”, cómo revelaron documentos del FBI descubiertos recientemente.
Se decía que Mountbatten incluso admitió en una ocasión: “Edwina y yo pasamos toda nuestra vida de casados metiéndonos en las camas de otras personas”. Según la biografía, este bisnieto de la reina Victoria de Gran Bretaña y oficial de la Armada Real le escribió una vez: “Me gustaría saber cómo coquetear con otras mujeres, y especialmente con mi esposa”.
Según los informes revelados en el nuevo libro, el supuesto gusto de Edwina por las aventuras sexuales con el oficial del ejército Hugh Molyneux, antes de conocer al heredero millonario Stephen Sandford. Ello habría ocurrido muy pronto después de la boda con Mountbatten, en 1922.
Pero los problemas solo comenzaron realmente cuando su activa vida social comenzó a aparecer en la prensa, y su nombre apareció en una solicitud de divorcio de la esposa del colega naval de Louis, Henry Simpson, alegando que habían cometido adulterio. Se decía que Lord Mountbatten finalmente la había confrontado, y después de un enfrentamiento emocional, la pareja, según los informes, acordó un matrimonio abierto, ya que el divorcio era una vergüenza en la década de 1930.
Los amoríos más controvertidos de Edwina Mountbatten incluyeron al primer ministro indio Jawaharlal Nehru, y al actor del West End Paul Robeson, lo que causó un gran escándalo cuando las relaciones interraciales estaban socialmente mal vistas, lo que resultó en que el Palacio de Buckingham demandara al periódico The People por divulgar “mentiras” sobre la familia real.
En otros lugares se escucharon rumores de encuentros fogosos con el artista Leslie Hutchinson, y se decía que sus supuestos amantes con frecuencia se quedaban en la casa de los Mountbatten. La hija de los condes, Lady Pamela Hicks, reveló una vez: “Cuando mi madre regresó de las compras un día le dije: el señor Larry Gray en el salón, con el señor Sandford en la biblioteca, con el señor Ted Phillips en el tocador, con el señor Portago en la antesala y no sé qué hacer con el señor Molyneux”. Edwina murió mientras dormía por causas desconocidas a los 59 años de 1960 y, siguiendo sus deseos, su cadáver fue arrojado al fondo del mar.
La nueva biografía revela que Louis Mountbatten comenzó sus propias aventuras fuera del matrimonio en 1932, cuando conoció a una mujer casada de unos veinte años, Yola Letellier, a la que habría frecuentado hasta su muerte. También se dijo que el conde era cliente de la encargada del burdel francés, Madame Claude, y, según los informes, utilizó sus servicios mientras “daba vueltas en el aire en un avión privado”.
“Me temo que una generación de espectadores que no vivió esos eventos puede confundir la ficción con la realidad”, dijo el ministro de Cultura.
El ministro de Cultura británico, Oliver Dowden, pidió a Netflix que deje claro que su serie «The Crown», sobre la familia real, es ficción para que el público no la confunda con la realidad. Según el periódico Mail on Sunday, que reclama lo mismo, el ministro pedirá formalmente a la plataforma que introduzca una advertencia al principio de cada episodio para explicar que la trama es ficción.
«Es una maravillosa obra de ficción, pero como otras producciones televisivas, Netflix debería ser muy claro desde el principio que solo es eso y nada más», dijo Dowden al periódico. «Sin esto, me temo que una generación de espectadores que no vivió esos eventos puede confundir la ficción con la realidad», añadió.
La cuarta temporada de la serie, disponible desde hace dos semanas, incluye la historia del matrimonio entre el príncipe Carlos y Lady Diana Spencer. El heredero de la corona aparece como un marido frío e infiel, un retrato que no es exacto, según la experta en realeza Penny Junor, que ha escrito una biografía del príncipe. Probablemente «fue un poco insensible a veces, pero no creo que fuera arrogante o indiferente, creo que realmente intentó que su matrimonio funcionara», dijo.
El año pasado, cuando se estrenó la tercera temporada, el exsecretario de prensa de la reina Isabel II, Dickie Arbiter, criticó la insinuación de que la soberana había tenido un romance con el entrenador de sus caballos de carreras, Lord Porchester. «Es de mal gusto y totalmente infundado», dijo entonces al periódico Sunday Times. «La reina es la última persona en el mundo que consideraría mirar a otro hombre» que no sea su marido, aseguró.
Alemán por nacimiento, británico por adopción, fue el primer miembro de la monarquía inglesa en dedicarse a los negocios y sobre él planean rumores, muy fuertes, de homosexualidad.
El marqués de Carisbrooke fue el último nieto sobreviviente de la reina Victoria de Gran Bretaña pero su figura se destacó más que nada por pasar desapercibida. Nacido en 1886, Alexander Albert, conocido en familia como ‘Drino’, era el hijo mayor del príncipe Enrique de Battenberg y la princesa Beatriz de Inglaterra, y hermano de la princesa Ena de Battemberg, que con el tiempo sería reina consorte de España.
Conocido como el príncipe Alejandro de Battenberg hasta 1917, nació en el Castillo de Windsor, la ancestral residencia de la monarquía inglesa, donde la familia Battenberg vivía bajo el abrigo y cuidado de la reina Victoria. La anciana monarca tardó muchos años en aceptar que la menor de sus nueve hijos, Beatriz, contrajera matrimonio, ya que deseaba tenerla a su lado. Pero ante la insistencia de la princesa de casarse con Enrique de Battenberg, la reina aceptó con la condición de que vivieran con ella.
Alejandro de Battenberg, al igual que su hermana, pasó toda su infancia y juventud en Inglaterra, a la sombra de la extensa e influyente familia real británica. En 1917, a petición de su primo hermano Jorge V, renunció al tratamiento de «Alteza», y al título de «Príncipe de Battenberg», proveniente del Gran Ducado alemán de Hesse, para sumir el apellido y escudo de armas de la familia Mountbatten, la versión inglesa de ‘Battenberg’.
El rey Jorge le concedió los títulos de Marqués de Carisbrooke, Conde de Berkhamsted y Vizconde Launceston con derecho de dejarlos como herencia a su descendencia. Al día siguiente, se casó con Lady Irene Denison, la única hija del conde de Londesborough, en una boda simple, sin damas de honor y pastel de bodas, según ‘The New York Times’.
Algunos comentaristas sociales han especulado que el matrimonio de Lord Carisbrooke pudo haber sido arreglado para ocultar la homosexualidad del marqués. El historiador y escritor, James Lees-Milne, lo describió en sus diarios como “una vieja gallina” y “una típica reina antigua”.
El fotógrafo gay Cecil Beaton también registró en sus diarios publicados que Carisbrooke fue durante muchísimo tiempo el amante del experto en antigüedades y socialité Simon Fleet. Aunque no existen demasiadas fuentes documentales que comprueben estas versiones, la personalidad extravagante y la infame falta de discreción de Lord Carisbrooke hicieron que su orientación sexual fuera un tema de chismes frecuentes en los círculos sociales de clase alta londinense.
El Marqués fue director de varias compañías y fue el primer miembro de la Familia Real en tomar vida comercial. Había ingresado en la Armada en 1902, a la edad de 16 años. Seis años más tarde, se trasladó a la Guardia de Granaderos y sirvió con distinción durante la Primera Guerra Mundial.
Fue después de la guerra que se convirtió en un hombre de negocios. Nunca recibió subsidio estatal y comenzó a trabajar como empleado ordinario en las oficinas de la banca ‘Lazard Brothers’. Más tarde se convirtió en director de ‘Lever Brothers’, entre otras actividades que le granjearon prestigio en el mundo empresarial. Una vida curiosa para quien era cuñado del rey de España.
Cuando Lord Carisbrooke se convirtió en director de una famosa tienda de cortinas de Oxford Street en 1936, anunció su intención de trabajar diariamente en la tienda. Sus deberes fueron descritos como «asesor de compradores de telas decorativas».
Antes de eso, trabajó durante un tiempo con la ‘Metropolitan Housing Corporation’, que controlaba muchas urbanizaciones para artesanos, y finalmente se hizo cargo de la labor social relacionada con las fincas. La Segunda Guerra Mundial interrumpió su actividad privada, cuando se unió a la Real Fuerza Aérea, poniéndose al servicio de su sobrino, el rey Jorge VI. Durante algún tiempo fue oficial del personal adjunto a Sir Trafford Leigh-Mallory y más tarde trabajó en la sede del Comando de Combate.
Por primera vez en casi 45 años, las renovaciones obligaron a retirar obras de arte invaluables de las paredes del palacio.
Se ha comenzado a reformar la galería de arte del Palacio de Buckingham de la reina Isabel II, que a menudo es el telón de fondo de las pomposas visitas de estado y las recepciones de la reina y, por lo general, alberga algunas de las obras maestras más reconocidas del arte europeo.
El palacio, residencia de los monarcas británicos desde el reinado de Victoria (1837-1901), se someterá a una remodelación de 10 años para reemplazar el cableado eléctrico y las calderas peligrosas, y renovar otra infraestructura vieja, un plan que costará alrededor de 494 millones de dólares y que finalizará en 2027.
Como parte de este trabajo, se reemplazará el techo de 200 años de antigüedad de la Pinacoteca y todas las pinturas, un total de 65 obras, incluidas las de Canaletto, Van Dyck, Vermeer y Rembrandt, se retirarán por primera vez en casi 45 años. “Su remoción es la culminación de meses de planificación entre la Oficina de Administración del Programa de Reservas y Royal Collection Trust”, dijo el palacio.
La Pinacoteca, una de las principales salas de estado del palacio, fue creada por el rey Jorge IV en la década de 1820 después de convertir la mansión Buckingham House en un palacio. “Las obras son ampliamente reconocidas como aspectos destacados de la Colección Real y 65 ahora se exhibirán al público en las cercanías de The Queen’s Gallery”, agregó Buckingham.
El experto en finanzas David McClure afirma que la colección de obras de arte, que incluye pinturas de Canaletto, Tiziano y Vermeer, se estima en un valor de £ 100 millones: “Seis Canalettos normalmente cuelgan en la Galería de Imágenes del Palacio de Buckingham junto con un Vermeer, un Tiziano, dos Rembrandt, dos Claude Lorrains, media docena de Van Dycks y varios Reubens excelentes”, dijo.
La reina Isabel, de 94 años, y el príncipe Felipe, de 99, se encuentran actualmente en el Castillo de Windsor, donde deben permanecer hasta que se levante el confinamiento actual. En el futuro, se cree que la Reina continuará trabajando desde el Castillo de Windsor y no regresará al Palacio de Buckingham a tiempo completo.