Las conexiones de su familia con el nazismo, apenas dos años después de la Segunda Guerra Mundial, le crearon un enorme problema al consorte.
Al príncipe Felipe de Inglaterra, duque de Edimburgo, se le negó el permiso para invitar a sus hermanas a asistir a su boda con la entonces princesa Isabel de Inglaterra en 1947. Felipe Mountbatten, nacido príncipe Felipe de Grecia, naturalizado inglés con el apellido Mountbatten y creado duque de Edimburgo solo tuvo a su madre, la princesa Alicia, a su lado cuando llegó al altar de la abadía de Westminster el 20 de noviembre de ese año.
Las hermanas de Felipe, las princesas Margarita, Teodora y Sofía de Grecia, se habían casado con miembros de la nobleza alemana mientras la familia intentaba recuperar las conexiones perdidas después de que su tío, Constantino I de Grecia, fuera derrocado en una revolución en 1922. Las hermanas tuvieron que conformarse con escuchar la ceremonia por la radio. En Westminster, la princesa Alicia ocupó la primera fila junto a sus hermanos, Lord Mountbatten y la princesa heredera Luisa de Suecia.

La cuarta hermana del príncipe, la princesa Cecilia, también se había casado con un duque hereditario alemán, Georg-Donatus de Hesse, pero había muerto con casi toda su familia en un terrible accidente de avión en 1937. El propio Felipe, un adolescente de 16 años, caminó detrás del cortejo fúnebre de su hermana en Darmstadt (Alemania), en una procesión formada por cientos de guardias con cruces esvasticas en sus uniformes y el público haciendo el saludo nazi al paso de los féretros.
El biógrafo real Philip Eade, explicó: «Las hermanas del príncipe Felipe no fueron invitadas a la boda porque estaban casadas con oficiales alemanes de alto rango, uno de ellos miembro de las SS. Su padre había muerto durante la guerra, así que el único miembro de su familia era su madre”. La comentarista real Ingrid Seward dijo por su parte: “Creo Felipe que estaba un poco herido. Pero probablemente fue la decisión correcta porque todavía había un sentimiento anti-alemán muy, muy fuerte en este país”.

Pero años más tarde pudo vengarse de los funcionarios del Palacio de Buckingham que impidieron que las princesas asistieran a la boda, cuando asumió un papel de liderazgo en la planificación de la coronación de su esposa, Isabel II. La narradora del documental ‘Philip: The King Without Crown‘ de Channel 5, Glynis Barber, dijo: «Esta vez, Felipe, como presidente de la Comisión de Coronación, pudo asegurarse de que sus tres hermanas estuvieran en la lista de invitados para presenciar el extraordinario evento».
Las tres hermanas del duque pudieron asistir y presenciar el paso final de su hermano hacia una vida de deber tanto para la reina como para la monarquía, con la coronación de su cuñada Isabel II en la Abadía de Westminster. “El príncipe Felipe tuvo que inclinarse y rendir homenaje a su esposa. Y dijo que era su vasallo”, explicó Seward. “Ese fue un momento simbólico en el que realmente había decidido que su vida iba a estar dedicada a su vida, que estaba dedicada a la monarquía. Básicamente, ambos habían renunciado a todo por el deber porque no tenía sentido que ella lo dejara todo por el deber si él no estaba preparado para hacer lo mismo y apoyarla”.

Durante muchos años, Felipe contó con la desaprobación del enorme aparato cortesano de Buckingham que, como la mayoría de los ingleses, lo despreció por los contactos de su familia con el nazismo. Él, sin embargo, se consideraba inglés: desde muy pequeño había sido educado en Inglaterra al cuidado de sus tíos, el marqués de Milford-Haven y el conde Mountbatten (hermanos de la princesa Alicia). Antes de la boda con Isabel, además, renunció a todos sus títulos extranjeros y adoptó el apellido inglés de su familia.
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