«Felipe y Delphine tienen mucho en común porque sufrieron la falta de amor paterno»

El rey «demostró que no está de acuerdo con las decisiones de su padre» y «que realmente ve a la nueva princesa como un familiar», dijo Mario Danneels, el periodista que descubrió el caso Boel.

“Un evento único en la historia de la familia real belga”. Así es como el periodista belga Mario Danneels se refirió al encuentro entre el rey Felipe y la más reciente incorporación de la casa real, la princesa Delphine de Sajonia-Coburgo: “Ambos han carecido de amor paternal. Así que deben haber tenido suficiente material para charlar”, dijo Danneels, quien tenía 18 años cuando publicó un explosivo libro sobre la relación entre el rey Alberto II y la reina Paola y mencionó por primera vez el nombre de Delphine Boël.

Pero aunque conoce bien la historia, Danneels dice que le sorprendió mucho la reunión en el Castillo de Laeken. “No podía creer lo que veía cuando vi el comunicado de prensa sobre la reunión entre Delphine y nuestro rey”, dice. “Había escuchado que había tenido lugar un evento importante, pero nunca pensé que se trataría de esto. Ésta es una señal muy positiva”, opinó en el diario belga Het Laaste Nieuws.

“El comunicado también contrastaba con los anuncios habituales del palacio real. Por ejemplo, el mensaje fue firmado con ‘Felipe y Delphine‘ sin mencionar sus títulos. Esto demuestra que realmente ven a la nueva princesa como una familia. Que ella pertenece y que su contacto es muy casual. Es un gesto muy lindo. Por supuesto, esto es importante para Delphine, aunque ella misma no habrá presionado para este anuncio público”, dijo el periodista.

Para Danneels, el rey Felipe merece respeto el gesto con su hermana. “Porque, por supuesto, esto es difícil para sus padres. Sus palabras y hechos contrastan marcadamente con los de Alberto en ese momento”, explicó. El exmonarca, quien abdicó en 2013, “seguía insistiendo en que nunca había tenido una conexión emocional con Delphine y que no estaba involucrado en su educación. Esas fueron mentiras descaradas y, además, fue un balde de agua fría para Boël”.

Danneels recuerda que “sorprendentemente” el comunicado posterior a la reunión afirma que el vínculo continuará desarrollándose dentro de la familia. “Por tanto, los contactos permanecerán. Eso abre la puerta a las reuniones con la reina Mathilde y sus hijos. Ahora todo es posible. También estoy seguro de que Felipe y Delphine tenían mucho de qué hablar. Ambos han experimentado una falta de amor paterno. Eso crea un vínculo”.

El rey Felipe, opina el periodista, “demuestra que no está de acuerdo con las decisiones de su padre”. Para los reyes Alberto II y Paola el asunto sería “una píldora amarga de tragar de todos modos”, y que “lucharon durante 21 años contra el reconocimiento de Delphine y utilizaron todos los procesos legales para arrastrar todo”. “Dado que la salud de Paola se había deteriorado, después de su fractura de cadera y un derrame cerebral, hubo más contacto entre Felipe y su madre, pero esta decisión nuevamente no habrá ayudado a su vínculo. Esto habrá sido difícil para Paola en particular”, opinó.

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Cómo reaccionó Astrid de Bélgica tras el reconocimiento de su hermana Delphine

El rey Felipe la recibió en su palacio, el príncipe Laurent le ofreció todo su apoyo y Alberto II y Paola dijeron estar «felices» con eso: pero qué hay de la otra hermana del rey.

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El encuentro del rey Felipe de Bélgica con su media hermana Delphine de Sajonia-Coburgo, una semana después de que la justicia belga la declarara oficialmente hija de Alberto II, marca un antes y un después en la historia de la familia real. Si durante años el rey Alberto se negó a tener una relación con su hija extramatrimonial, su sucesor busca que los errores de las anteriores generaciones no hagan mella en su reinado. De esta forma, abrió las puertas de su residencia, el Castillo de Laeken, para recibir a su nueva hermana y flamante princesa.

El rey emérito, inesperadamente, saludó el acercamiento familiar protagonizado por Delphine y Felipe y agregó que «mi esposa (la reina Paola) y yo estamos muy felices por esto que ha sido realizado por iniciativa del rey», y señaló que es el inicio de «días mejores para todos y en particular para Delphine».

Ese mismo día, el príncipe Laurent, durante muchos años llamado el “enfant terrible” de la monarquía belga y enemistado a sus padres, dijo a la prensa que su hermana puede contar con su apoyo: “Delphine debe saber que puede contar conmigo. Sin duda, ella ya lo sabe. Nos conocemos hace mucho tiempo”, reveló al periódico en holandés Het Nieuwsblad.

Pero hay un miembro de la familia real que guarda silencio, y es la hermana de Delphine, la princesa Astrid (58), única mujer entre los vástagos de Alberto II y Paola.

En entrevista con MONARQUIAS a principios de octubre, el periodista belga y conocedor de los asuntos de la familia real belga Wim Dehanschutter había anticipado: “Delphine sabe que Laurent siente simpatía por ella. Se conocieron una vez en una fiesta y él conversó ostentosamente con ella mientras era filmado por un equipo de televisión. Pero ella no se acerca a él. Creo que a Laurent le gusta Delphine porque ambos tienen una mala relación con su padre, Alberto. Delphine sin embargo no puede contar con el apoyo de la princesa Astrid. La princesa, que a menudo visita a sus padres y también viaja con ellos, está claramente del lado de su padre”.

Unas semanas después, y tras el significativo encuentro del pasado 9 de octubre, las cosas parecen no haber cambiado en este sentido. “Astrid está atrapada entre dos fuegos. Por un lado, es hija de un padre y el contacto con Delphine sería una traición hacia el papá Alberto”, reveló Wim Dehanschutter en Het Nieuwsblad. “Por otro lado, Astrid es leal a su hermano, el rey Felipe. El actual jefe de la monarquía recibió a Delphine con humanidad y gracia a la familia real. El tono del rey Alberto en su nota de prensa deja a Astrid más espacio para seguir el ejemplo de su hermano”.

“Astrid no quiere poner en peligro la cálida relación con sus padres. A diferencia de Felipe y Laurent, ella salió relativamente ilesa de su traumatizante niñez, que estuvo marcada por la falta de calidez y amor paternal. Ella es la única de los tres niños que perdonó a Alberto y Paola por sus errores”, relató.

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Experto real: “El encuentro de Felipe y Delphine da a Alberto II una lección de humanidad y humildad”

El encuentro del rey con la princesa Delphine es un «gesto histórico, con el que le da a Alberto una lección de humanidad y humildad”, dijo el periodista belga y experto en asuntos reales Wim Dehandschutter a MONARQUIAS.COM.

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La visita de la princesa Delphine al Castillo de Laeken para reunirse con su hermano, el rey Felipe I de Bélgica, es vista como un acto simbólico de reconciliación con el pasado. Los expertos belgas creen que tanto la artista, ahora Delphine de Sajonia-Coburgo, como el monarca belga tienen un vínculo especial debido a la que ambos “sufrieron la carencia de afecto paternal” durante toda su infancia y remarcan que la reunión es un ejemplo para las generaciones anteriores.

“Primero el Congo, ahora Delphine: el rey Felipe ha curado dos heridas supurantes del pasado real en menos de cuatro meses. Felipe abraza públicamente a su media hermana apenas una semana después de su reconocimiento por parte de la corte de Bruselas. Un gesto histórico, con el que le da a Alberto una lección de humanidad y humildad”, dijo el periodista belga y experto en asuntos monárquicos Wim Dehandschutter a MONARQUIAS.

El rey de los belgas, Felipe, se reunió con la princesa Delphine de Sajonia-Coburgo, que ya forma parte de la familia real luego de que la justicia la reconoció como hija del exmonarca Alberto II, informó el jueves al palacio real. De acuerdo con un comunicado del palacio, el encuentro tuvo lugar el 9 de octubre y fue el inicio de un “largo y rico intercambio” entre ambos. La nota, firmada por ambos, agrega que la relación entre el rey y su media hermana “se va a desarrollar en un marco familiar”.

Dehandschutter opina que “al firmar el comunicado de prensa con sus nombres de pila, en lugar de sus títulos de rey y princesa, Felipe y Delphine indican claramente que se ven como familia, unidos por su falta de amor paterno”. Dejando en claro que el rey y la princesa quieren desarrollar un vínculo familiar, el periodista no descarta que “la próxima vez la reina Mathilde y los niños se unirán al grupo, al igual que el compañero de vida de Delphine, Jim, y su descendencia” el príncipe Oscar y la princesa Joséphine.

Según revela el experto, el rey Felipe informó “discretamente” a su padre que se reuniría con Delphine, con quien el exrey mantuvo una relación más que tensa y angustiante desde que ella comenzó a reclamar el reconocimiento de paternidad.

“Que quede claro: el rey Felipe está rompiendo con el pasado. Cree que el futuro de la monarquía es más importante que su relación con el papá Alberto. No es que esta relación fuera buena, para usar un eufemismo. Pero la última oportunidad de reconciliación en Laeken parece haberse perdido”.

Dehandschutter destaca que la importancia que el rey Felipe da a la reconciliación con el pasado quedó demostrada el pasado mes de junio, cuando expresó su “más profundo pesar” por las atrocidades cometidas por los belgas, con el rey Leopoldo II (1865-1909) al mando, en el Congo. “Al corregir él mismo los errores de sus predecesores, trabaja en la credibilidad de la monarquía”, opina.

El comunicado del rey Alberto II y su esposa, la reina Paola, en reacción al encuentro entre el rey y Delphine, este viernes, fue “una sorpresa”, afirma Dehandschutter a MONARQUIAS. El texto “involucra enfáticamente a ‘mi esposa’, la reina Paola”, en un mensaje mensaje en el que ambos manifestaron su felicidad por el encuentro en Laeken. “Paola siempre fue vista como la razón principal por la que Alberto guardó silencio sobre Delphine durante años y se negó a reconocerla”, agrega.

En la nota, Alberto II dijo que él y la reina Paola están “muy felices por esto que ha sido realizado por iniciativa del rey”, y señaló que es el inicio de “días mejores para todos y en particular para Delphine”. El anciano monarca, de 86 años, ahora “parece estar aludiendo a un nuevo comienzo, sea lo que sea que eso signifique”, finalizó Dehandschutter.

Alberto II, quien abdicó en 2013 en parte debido a las batallas legales sobre las reclamaciones de paternidad hechas por Boël, se vio obligado a reconocer que ella era su hija en enero después de que un tribunal ordenó una prueba de ADN. Boël fue el resultado de una relación extramarital entre el entonces príncipe de Lieja y la baronesa Sybille de Selys Longchamps en los ños 60, cuando su matrimonio con Paola estaba prácticamente roto. Boël pasó mucho tiempo con Alberto cuando era niña, llamándolo «Papillon», pero nunca obtuvo un reconocimiento tácito. Finalmente lanzó una batalla legal para demostrar la paternidad en junio de 2013, luego de que la mayor de sus dos hijos, Joséphine, ingresara en el hospital con neumonía y sintiera la ausencia de su padre biológico.

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Felipe de Bélgica busca superar el pasado y se reunió con la princesa Delphine

La que fuera hija ilegítima del rey Alberto II de los Belgas hasta que los tribunales reconocieron el parentesco este año, Delphine Boël, fue recibida la semana pasada en el palacio por su hermano y actual monarca de Bélgica, el rey Felipe, según reveló la Casa Real este jueves. El gesto es visto como un acto de reparación del pasado, después de muchos años en que la existencia y el reclamo de Delphine atormentó a la familia real belga.

Ambos hermanos se encontraron por primera vez de manera oficial en el Castillo Real de Laeken, tradicionalmente residencia de los reyes en Bruselas, días después de que una nueva sentencia diera la razón a Boël en su derecho a recibir el título de princesa y el nombre de Sajonia-Coburgo., informó la prensa belga.

El encuentro lo anunciaron los dos hermanos a través de un mensaje publicado una semana después en la cuenta de Instagram de la Casa Real belga en la que se puede ver una imagen de ambos sonrientes, pero respetando la distancia física que imponen ahora las normas de seguridad por el coronavirus. La prensa dijo que el encuentro fue conocido por el rey Alberto II.

«Fue un encuentro cálido, tuvimos la ocasión de aprender a conocernos durante un largo y emotivo intercambio que nos ha permitido hablar de nuestras respectivas vidas y de centrarnos en el interés común», explica el comunicado emitido en nombre del Rey y de la princesa Delphine. El comunicado concluye señalando que el «vínculo» creado entre los hermanos seguirá «desarrollándose a partir de ahora dentro del marco familiar».

El encuentro «duró tres horas, fue tranquilo, pero emotivo», dijo el periodista belga y conocedor de asuntos reales Wim Dehandschutter, quien reveló que el rey y la princesa «acordaron mantenerse en contacto y verse más a menudo». «El rey Felipe y Delphine han esperado casi una semana para comunicarse con su conocido. Eso indica que la reunión les impactó. Necesitaron un tiempo para que todo se asimilara», dijo el periodista citando a personas familiarizadas con el asunto.

El 1 de octubre, la justicia belga decidió que la escultora Delphine Boel, de 52 años e hija extramatrimonial del exrey Alberto II, tenía derecho al título de princesa. Alberto II reinó entre 1993 y 2013, antes de abdicar en favor de su hijo Felipe, actual monarca. El rumor de que Boel era hija del monarca empezó a circular ya en 1997, pero la escultora tuvo que esperar hasta el año pasado, cuando un tribunal obligó al exrey a someterse a la prueba de ADN, que en enero de este año confirmó el parentesco.

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Sangre azul: quién es quién en la línea sucesoria al trono de Bélgica

Dieciséis personas, todos ellos descendientes del rey Alberto, ostentan el derecho a reclamar la corona belga.

La confirmación de que la artista belga Delphine Boel es hija del ex rey Alberto II de Bélgica ha traído interrogantes sobre si ella y sus descendientes tienen derechos al trono, es decir, si son “elegibles” en el caso de que la actual familia real se viera incapacitada, imposibilitada o extinguida. En total, 16 personas tienen derecho a ascender al trono belga, todos ellos descendientes del rey Alberto II.

El trono ahora lo ocupa el rey Felipe, sexto monarca de los belgas. De nombre completo Philippe Léopold Louis Marie en el original en francés (Filip Leopold Lodewijk Maria en flamenco), vino al mundo el 15 de abril de 1960 como el primogénito de los entonces príncipes de Lieja, Alberto, hermano menor del rey Balduino, y Paola, noble de origen italiano, los cuales habían contraído matrimonio el año anterior. Al niño, que en el momento de su nacimiento adquirió la condición de príncipe de Bélgica con tratamiento de alteza real, le siguieron dos hermanos, Astrid y Laurent.

El hecho de que los reyes Balduino y Fabiola no tuvieran hijos colocaba a su hermano Alberto, con el título de príncipe de Lieja, al frente de la línea sucesoria, pero sólo sobre el papel. En la década de los 80 la opinión pública se convenció de que Alberto, que ya era cincuentón y había arrastrado una imagen de cierta indolencia mundana o de desapego a las obligaciones institucionales, terminaría renunciando a sus derechos sucesorios, probablemente en favor de su vástago mayor, con el que las relaciones en público, empero, no destacaban por su calidez.

En efecto, el discreto príncipe Felipe, cuya personalidad era descrita como introvertida y lacónica, quizá insegura, muy diferente al carácter de su padre cuando tenía su edad, venía recibiendo una instrucción tal que sugería su preparación para convertirse en el sucesor directo de su tío cuando llegara el momento. Pero también podría estar pensándose en su hermana Astrid, más popular entre los belgas, tal como sugirió el cambio de reglas del juego sucesorio realizado por Balduino.

En 1991, en sus últimos años de reinado, Balduino impulsó que el derecho al trono se adquiera por primogenitura absoluta entre todos los descendientes del entonces príncipe Alberto. Pero los descendientes de monarcas y príncipes de generaciones anteriores solo tienen derecho al trono si son descendientes del rey Leopoldo I en línea masculina, lo que significa que los descendientes de todas las princesas belgas no descendientes de Alberto II están excluidos del trono.

Aquel cambio se vio apoyado por la preocupación sobre la soltería del príncipe Felipe, quien era entonces el segundo en la línea sucesoria y, a los 31 años, aún no había contraído matrimonio. La opinión pública belga se mostró favorable a que la ley sálica (que niega a las mujeres el derecho de sucesión) fuera abolida para ubicar a la princesa Astrid en el tercer lugar, desplazando al cuarto puesto al príncipe Laurent. Astrid, más popular que Felipe, era considerada una princesa ejemplar y tenía una nutrida descendencia de su matrimonio con un miembro de la Casa de Habsburgo.

El rey Balduino murió en 1993 y fue sucedido por su hermano menor, Alberto II. Nacido en 1934 y titulado príncipe de Lieja contrajo matrimonio en 1959 con Donna Paola Ruffo di Calabria (n. 1937), hija de Fulco Ruffo di Calabria, VI Duque de Guardia Lombarda, y la Condesa Luisa Gazelli di Rossana e di San Sebastiano. En 2013, Alberto II abdicó al trono. Fue sucedido por su hijo, el actual rey Felipe I, casado desde 1999 con la condesa Mathilde d’Udekem d’Acoz (n. 1973), hija del Conde Patrick d’Udekem d’Acoz y la condesa Anna Maria Komorowska.

Según lo dispuesto, los padres del nuevo monarca conservaron la condición real, lo que convirtió a Bélgica en una insólita monarquía parlamentaria con dos reyes, Felipe –el único reinante- y Alberto II, y tres reinas, Mathilde, Paola y Fabiola, los cinco con tratamiento de majestades. Mathilde se convirtió en la primera reina de origen belga en la historia del país, después de una francesa, una austríaca, una alemana, una sueca, una española y una italiana, las esposas respectivamente de Leopoldo I, Leopoldo II, Alberto I, Leopoldo III, Balduino y Alberto II.

Esta es la línea sucesoria al trono belga:

1) Princesa Isabel (nacida en 2001): es la heredera natural del trono, por lo tanto llamada a ser la primera Reina de los Belgas después de su padre, Felipe I. Ostenta el título de Duquesa de Brabante, tradicionalmente otorgado al heredero del trono (anteriormente lo llevaron antes de ascender al trono Leopoldo II, Leopoldo II, Balduino y Felipe).

2) Príncipe Gabriel (n. 2003), segundo hijo de los reyes Felipe y Mathilde.

3) Príncipe Emmanuel (n. 2005), tercer hijo de los reyes Felipe y Mathilde.

4) Princesa Eléonore (n. 2008), cuarta hija de los reyes Felipe y Mathilde.

5) Princesa Astrid (n. 1962); segunda hija de los reyes Alberto II y Paola; contrajo matrimonio en 1984 con el archiduque Lorenz de Austria-Este, creado Príncipe de Bélgica en 1995 (n. 1955), hijo del archiduque Robert de Austria-Este y la princesa Margherita de Saboya-Aosta. Astrid se convirtió en la primera mujer ubicada en la sucesión al trono tras la abolición de la Ley Sálica en 1991.

Los hijos de la princesa Astrid ostentan los títulos de Príncipes de Bélgica y Archiduques de Austria-Este, aunque no transmitirán los títulos de Príncipes de Bélgica a sus descendientes, desde 2015 derecho solo otorgado a los hijos del monarca y los hijos del heredero al trono. (Debido a que son descendientes de la infanta Luisa Fernanda de Borbón, el archiduque Lorenz y sus hijos tienen además derecho a sucesión en el trono de España).

6) Príncipe Amedeo de Bélgica (n. 1986); primogénito de la princesa Astrid y el archiduque Lorenz; contrajo matrimonio en 2014 con Elisabetta Rosboch von Wolkenstein (n. 1987).

7) Archiduquesa Anna Astrid de Austria-Este (n. 2016), primera hija del príncipe Amedeo y la princesa Elisabetta.

8) Archiduque Maximiliano de Austria-Este (n. 2019), segundo hijo del príncipe Amedeo y la princesa Elisabetta.

9) Princesa Maria Laura de Bélgica, archiduquesa de Austria-Este (n. 1988), segunda hija de la princesa Astrid y el archiduque Lorenz.

10) Príncipe Joachim de Bélgica, archiduque de Austria-Este (n. 1991), tercer hijo de la princesa Astrid y el archiduque Lorenz.

11) Princesa Luisa Maria de Bélgica, archiduquesa de Austria-Este (n. 1995), cuarta hija de la princesa Astrid y el archiduque Lorenz.

12) Princesa Laetitia Maria de Bélgica, archiduquesa de Austria-Este (n. 2003), quinta hija de la princesa Astrid y el archiduque Lorenz.

13) Príncipe Laurent de Bélgica (n. 1963); tercer hijo del matrimonio formado por el rey Alberto II y la reina Paola; contrajo matrimonio en 2003 con la británica Claire Coombs (n. 1974), quien recibió el título de Princesa de Bélgica por matrimonio.

Sus hijos ostentan los títulos de Príncipes de Bélgica:

14) Princesa Louise de Bélgica (n. 2004), primogénita del príncipe Laurent y la princesa Claire.

15) Príncipe Nicolas de Bélgica (n. 2005), segundo hijo del príncipe Laurent y la princesa Claire

16) Príncipe Aymeric de Bélgica (n. 2005), tercer hijo del príncipe Laurent y la princesa Claire.

La descendencia de la princesa Josefina-Carlota (1927-2005), hermana mayor del rey Alberto II y consorte del fallecido gran duque Juan de Luxemburgo, se encuentra fuera de la línea sucesoria belga, al igual que la descendencia de la princesa María José de Bélgica (1906-2000), hermana menor del rey Leopoldo III y consorte del último rey de Italia, Umberto II. Ninguna persona nacida fuera de Bélgica puede ser llamada a reinar.

Elisabeth Van Belgïe: la futura reina de Bélgica comenzó a recibir entrenamiento militar

La hija mayor de los reyes Felipe y Mathilde está realizando una pasantía en el campo militar de Elsenborn.

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La princesa heredera belga, Isabel, ha comenzado un entrenamiento de iniciación militar en el campamento del ejército belga de Elsenborn en Butgenbach como parte de los preparativos para heredar el trono de su país.

La princesa de 18 años participará en todo tipo de actividades que están en la lista del programa de entrenamiento, incluidas las rutinas de ejercicios matutinos y la práctica del uso de un rifle de asalto. Este año, el curso de entrenamiento militar del campamento se redujo de seis a cuatro semanas en medio de la pandemia de coronavirus en curso.

Capitán Gilles Marx, comandante de la promoción de alumnos de primer año de la Real Academia Militar: «Es un curso de formación común a todo el personal de Defensa. Antes de poder pretender ingresar a una unidad, los candidatos deben pasar la fase iniciación militar. Se convertirán estrictamente en militares, haciendo así la transición del mundo civil al mundo militar».

La princesa aprenderá a disparar, a camuflarse, pulirá su condición física y estudiará algunas tácticas militares, informó RTBF. La mayor Isabelle Vanhavermaet, instructora principal, explicó: «Hay que saber que algún día será comandante de las fuerzas armadas. Por eso es muy importante que sepa lo que es ser soldado». Y no se trata de ser un privilegiado gracias a su estatus. 

La princesa está alojada en el mismo barco que los demás estudiantes, como subraya Vanhavermaet: «Es una estudiante normal, y también es la voluntad del Palacio. Lo respetamos, y es muy bonito. para ver cómo se ha integrado en su grupo. Se llama Van Belgïe, porque está en un pelotón de habla holandesa. Si hace algo que no es correcto, se lo diremos y le ‘llamar por su nombre, Van Belgïe, como llamamos a otra persona por su apellido también. No distinguimos entre los estudiantes porque en este caso, no daría la imagen real de ser militar».

La princesa Isabel nació el 25 de octubre de 2001 y es la hija mayor del rey Felipe I y la reina Mathilde de los belgas. En 2013, su padre prestó juramento como rey y la princesa Isabel se convirtió en la heredera aparente del trono y, como tal, lleva el título de duquesa de Brabante. Su entrenamiento responde a una larga tradición de relación entre la casa real y las fuerzas armadas belgas.

Su padre fue ascendiendo en el escalafón militar en preparación del día en que, como rey, se convirtiera en el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas belgas. En 2001 fue promovido a mayor general del Ejército y de la Fuerza Aérea, y a almirante de división de la Fuerza Naval. En 2010 pasó a ser teniente general del Componente de Tierra (ex Ejército), teniente general del Componente del Aire (ex Fuerza Aérea) y vicealmirante del Componente de Marina (ex Fuerza Naval). En 2004 se sacó la licencia de piloto civil de helicóptero.

(SPUTNIK / RTBF)

La reina Paola de Bélgica detuvo a Alberto II en su intento de reconocer a Delphine Böel

«Paola es italiana y los valores familiares son importantes para ella. Para ella fue muy difícil descubrir que su marido tenía un hijo secreto», explica el experto belga Wim Dehandschutter a SECRETOS CORTESANOS.

¿Qué sucedió tras las puertas del palacio para que el rey Alberto II retardara tantos años el reconocimiento de que Delphine Boel es su hija? Wim Dehandschutter, periodista belga especializado en asuntos de la monarquía para el diario Het Nieuwsblad explica que existieron cuatro factores importantes en la lucha de la corte contra Delphine, mencionando primero que el rey, quien abdicó en 2013, “no quería recordar el doloroso pasado” de sus años en los que su matrimonio con la princesa Paola estuvo prácticamente roto. Además, reconoce que Alberto “ha sido acorralado como figura pública” para que acepte su responsabilidad pero la reina Paola “lo detuvo en su intento de reconocer a Delphine”. Por otra parte, lo más doloroso para Delphine, fue que Alberto II “no creía que ella fuera su hija” pese al enorme parecido que la artista guarda con otros miembros de su familia como la reina Astrid (su abuela) o la gran duquesa Josefina-Carlota de Luxemburgo (hermana mayor de Alberto). “Nunca digas que te pareces a mi madre. ¡Nunca vuelvas a decir eso!”, habrían sido las últimas palabras que Alberto II le dijo a su hija antes de que el asunto llegara a la Justicia.

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¿Quién es Delphine Boel y por qué su caso es tan resonante?

Las conclusiones científicas muestran que el rey Alberto II es el padre biológico de Delphine Boël, anunció el rey retirado en un seco comunicado de prensa tras recibir los resultados de una prueba de ADN en enero. La comparación de su material genético confirmó su conexión sanguínea. La noticia no fue una sorpresa. Las similitudes físicas eran demasiado llamativas para eso: la misma nariz de los Sajonia-Coburgo, la misma frente alta, el mismo mentón. De tal palo tal astilla. Como su abuela, porque Delphine se parece aún más a la reina Astrid, la madre de Alberto. Mira sus ojos. La vida anónima de Delphine terminó definitivamente en 1999, cuando su existencia fue revelada en los medios. Ella tenía 31 años en ese momento y se ganaba la vida como artista en Londres. Su marca registrada: esculturas de colores brillantes en papel maché. Alberto, mientras tanto, rey de los belgas, se negó a admitir públicamente que era su hija y también dejó de enviar entradas. Cuando Delphine lo llamó, él respondió furiosamente: «¡No eres mi hija!» Delphine respondió: «¡Ridículo! Cualquiera puede ver que tengo los ojos de la reina Astrid». Él de nuevo: «Nunca digas que te pareces a mi madre. ¡Nunca vuelvas a decir eso! ¿Cómo te atreves?» Fue el último contacto entre Alberto y Delphine, quien comenzó a usar su arte como una salida para sus frustraciones. Incorporó coronas, banderas belgas y lenguaje rudo (¡Mierda! ¡Hipócrita!…) en su papel maché y luego en pinturas y esculturas. Era su grito artístico de atención. Su atención. Pero él no quiso escuchar. Los años pasaban en un silencio ensordecedor, y Delphine parecía resignarse gradualmente a su destino.

«Este reconocimiento es una victoria moral para Delphine, pero Alberto no tiene absolutamente ningún sentimiento paternal por ella. Y creo que se da cuenta de que es imposible crear una relación».

WIM DEHANDSCHUTTER

Una cuestión interesante es por qué acudió repentinamente a los tribunales en junio de 2013. Para comprender esa decisión, es necesario saber qué sucedió un mes antes. Su hija Josephine había terminado en el hospital con neumonía. Fueron días difíciles para Delphine, que desde el nacimiento de Josephine en 2003 ha vuelto a vivir en Bélgica con su marido irlandés-estadounidense Jim O’Hare. Sus dos hijos (también tiene un hijo, Oscar, que nació en 2008) habían llegado a una edad en la que preguntaban por sus abuelos. También sobre el hombre que conocieron por los retratos oficiales en la escuela, los discursos navideños en la televisión y su imagen en sellos y monedas de euro. Allí, en el hospital, Delphine cambió de opinión. Si su verdadero padre había roto todo contacto, tendría que hacer un último intento. Decidió exigir su test de ADN. Eso resultó ser una prueba larga y dolorosa. Alberto se negó a cooperar durante años, hasta que se vio obligado a hacerlo, bajo amenaza de una multa.

El análisis de ADN del rey Alberto II demostró sin duda que es el padre biológico de Delphine, ¿por qué se niega a tener una relación con ella después de reconocerla?

—Este reconocimiento es una victoria moral para Delphine, pero Alberto no tiene absolutamente ningún sentimiento paternal por ella. Y creo que se da cuenta de que es imposible crear una relación. .

¿Por qué Alberto escondió la existencia de esa hija y qué papel jugaron el rey Balduino y la reina Fabiola en esa situación?

— En primer lugar, porque no quería recordar el doloroso pasado. Delphine es un recuerdo vivo del período más doloroso del matrimonio del rey, luego el príncipe, Alberto y Paola. Ya no quiere rasgar esas heridas. Alberto conoció a su amante, la baronesa Sybille de Selys Longchamps, en el verano de 1966. Delphine nació en 1968. Alberto y Paola vivían separados el uno del otro. Y cuando ambos estaban en el castillo de Belvédère en Laeken, cerca de Bruselas, cada uno dormía en un ala diferente. Al final, Balduino accedió al divorcio, al igual que el gobierno. Pero fue, según Sybille, quien detuvo el proceso de divorcio. Y entonces sucedió algo maravilloso: a principios de la década de 1980, las tensiones entre Alberto y Paola se habían suavizado. Una versión es que la religiosa princesa Astrid ha vuelto a unir a sus padres a través del Movimiento Carismático.

«Delphine está relacionada con una página muy dolorosa en la historia de la familia real, causó demasiado daño a la imagen. Si Alberto hubiera admitido su existencia desde el principio, se habría ahorrado mucho sufrimiento«

WIM DEHANSCHUTTER

En segundo lugar, porque Paola lo detuvo en su intento de reconocer a Delphine. Paola es italiana y los valores familiares son importantes para ella. Para ella fue muy difícil descubrir que su marido tenía un hijo secreto. Paola incluso le habría prohibido a Alberto hablar de Delphine en casa y, desde luego, en público. A su edad y en esta (feliz) parte de su matrimonio, Alberto no quiere perturbar la armonía. Entonces él guarda silencio. Aunque esto significa que será mencionado en la historia como “el rey infiel que rechazó a su hija biológica”.

En tercer lugar, porque ha sido acorralado como figura pública. Bélgica conoció a Delphine Boël en 1999. Poco después, en su discurso de Navidad, el rey Alberto se refirió a la crisis matrimonial de treinta años antes. No mencionó a Delphine por su nombre, pero admitió su existencia de manera velada. Desde entonces ha guardado silencio sobre ella en todos los idiomas. Sin embargo, varias personas han intentado hacerle cambiar de opinión. Especialmente en 2005, cuando Delphine concedió cada vez más entrevistas. El ministro que aconsejó al rey que resolviera el problema de Delphine recibió un mensaje claro: “Yo también quiero. Pero cada vez que el nombre Delphine cae en casa, algo me detiene». Así que otra vez, Paola. Esto sería algo doloroso en cualquier familia. Pero como figura pública, Alberto está completamente acorralado. Supongamos que de repente cedió, algo que rechazó durante veinte años, lo experimentaría como una pérdida de prestigio.

Y además, porque ya no creía que Delphine sea su hija. Hay fotos de Alberto con la pequeña Delphine. A principios de la década de 1970 vivieron con Sybille de Selys Longchamps y su hija en Knokke, una ciudad elegante y cara en la costa belga, y tendría una presencia destacada durante toda su infancia. Ella le dio el sobrenombre de «Papillon», en francés para mariposa. Sin embargo, Delphine no se enteró de quién era su padre biológico hasta los dieciocho años. Incluso después de la separación con Sybille, Alberto siguió viéndola. Pero en 2001, dos años después de que se filtrara su existencia a los medios, hizo estallar todo contacto.

«Paola es italiana y los valores familiares son importantes para ella. Para ella fue muy difícil descubrir que su marido tenía un hijo secreto».

WIM DEHANDSCHUTTER

¿Cómo crees que se sienten ahora los otros tres hijos de Alberto?

—Los tres hijos tienen otra actitud hacia Boël. Delphine sabe que Laurent siente simpatía por ella. Se conocieron una vez en una fiesta y él conversó ostentosamente con ella mientras era filmado por un equipo de televisión. Pero ella no se acerca a él. Creo que a Laurent le gusta Delphine porque ambos tienen una mala relación con su padre, Alberto. Delphine sin embargo no puede contar con el apoyo de Astrid. La princesa, que a menudo visita a sus padres y también viaja con ellos, está claramente del lado de su padre. ¿Y Felipe? Siempre afirmó que el caso era un «problema de su padre». Aunque, y esa es mi opinión personal, el reconocimiento oficial de Delphine Boël debe ser una buena noticia para el rey Felipe. La obstinada negativa del rey Alberto repercutió negativamente en la familia real. Y de esa manera al rey Felipe, que ha estado a cargo allí durante siete años. Mientras no hubiera claridad sobre la conexión sanguínea, le resultaría difícil acercarse a ella. Ahora no tiene excusa para ignorarla. No, no tiene que organizar una ceremonia de bienvenida para Delphine en el palacio real ni tiene que enviarle una invitación para la fiesta nacional o el Día del Rey. Tampoco tiene que comprarle un cuadro y colgarlo en el palacio entre el arte de Jan Fabre y Michael Borremans. Puede acercarse a ella como una mujer con el mismo padre que él. Y respetarla. Esa sería la victoria tanto para Felipe como para Delphine.

Una corona para Delphine Boël: ¿se convertirá en princesa la hija de Alberto II?

El periodista belga Wim Dehandschutter explica que la artista no buscaba “venganza” sino un reconocimiento amoroso. “El dinero, el prestigio y otros beneficios, ni siquiera lo pensó”, aclara, pero algo la hizo cambiar de opinión.

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Delphine Boël, la artista reconocida como hija del ex rey Alberto II de Bélgica, está dispuesta a ir más lejos después de que el análisis de ADN confirmara sus orígenes reales. En la última audiencia sobre el reclamo de paternidad hecho por la artista contra Alberto II, celebrada este jueves 10 ante el Tribunal de Apelación de Bruselas, Delphine pidió «tener exactamente las mismas prerrogativas, títulos y derechos que sus hermanos y su hermana», según indicó su abogado Marc Uyttendaele. De esta forma, la Justicia belga tiene tiempo hasta el 29 de octubre para decidir si Delphine y sus dos hijos tienen derecho a ostentar el título de Príncipes de Bélgica, de adoptar el apellido dinástico de Sajonia-Coburgo, y de reclamar derecho a la sucesión al trono.

Para arrojar claridad sobre estas posibilidades, entrevisté a Wim Dehandschutter, periodista belga especializado en asuntos de la monarquía para el diario Het Nieuwsblad, quien explica: “Sus abogados suplicaron que la nombraran Princesa de Bélgica. «Para mí, es especial que use las palabras ‘hermanos y hermana’, porque teóricamente Philippe y Laurent son sus hermanastros y Astrid su hermanastra. Y en la vida real, no tienen ningún vínculo emocional, ni siquiera hablaban entre ellos, a pesar de una cita por coincidencia con Delphine y Laurent en una fiesta, en el pasado”. “Pero es simbólico utilizar la frase ‘hermanos y hermana’: Delphine quiere ser tratada de la misma manera y es por eso que su opinión es ‘Merezco convertirme en Princesa de Bélgica’”, reflexiona.

Respecto al apellido que Delphine Boël puede adoptar ahora que las pruebas de ADN comprobaron que pertenece a la familia real belga, Dehandschutter baraja varias posibilidades: “Se rumoreaban algunas opciones en el pasado … Por ejemplo, Delphine de Bélgica, Delphine de Sajonia-Coburgo, Delphine de Sélys Longchamps… En el tribunal, su abogado se declaró en favor de Saxe-Coburg. Por cierto, la familia real belga se llamó Sajonia-Coburgo hasta el final de la Primera Guerra Mundial. Posteriormente, decidieron arriesgarlo a la Familia de Bélgica para romper con los alemanes”. “Solo en los últimos años las cosas han cambiado, los lazos entre la familia real belga y el linaje de las raíces alemanas se estrechan”, advirtió.

— Lo más probable es que Delphine sea una nueva heredera del patrimonio privado de Alberto II, pero eso no es lo que está buscando, dijo en entrevistas. ¿Por qué?

—Inicialmente, su único objetivo era obtener su reconocimiento. Pero tomó una decisión: Delphine ahora quiere más. Esto contrasta con la modestia que ha mostrado hasta ahora. Delphine solo quería que Alberto declarara públicamente: soy tu padre. El dinero, el prestigio y otros beneficios, ni siquiera lo pensó, declaró. Pero el rey Alberto la quebró con su reconocimiento a finales de enero. Por supuesto, no admitiendo que él es su padre, eso es exactamente lo que ella quería escuchar de él durante veinte años. Pero a ella le sorprendió su estilo de comunicación. Sin emoción, en nota de prensa. Afirmar que nunca hubo una conexión, mientras que las fotos de su juventud demuestran lo contrario. Incluso con un dedo acusador de haber entrado en este “procedimiento largo y doloroso” (sus palabras). Su comunicación extremadamente fría la sorprendió. Había dejado a Alberto el espacio para comunicar los resultados de la prueba de ADN él mismo, para demostrar que se había arrepentido. Perdió la enésima oportunidad de reconocer su existencia de una manera elegante y humana para admitirlo. Ella no quiere venganza. Pero no ha sentido compasión desde entonces. Así que exige lo que cree que le corresponde. ¿Qué puede esperar ella? Que se deshaga de todas las dificultades. Descrita en los medios de comunicación y en Internet como la «hija ilegal del rey Alberto», ha terminado en una lista negra internacional de figuras sospechosas. Por ejemplo, ella y sus familiares no pudieron abrir cuentas en ciertos bancos. Y en el aeropuerto, a menudo la controlaban más estrictamente en el control fronterizo.

—Un decreto real estipuló que solo los hijos y nietos del rey y los hijos y nietos de la princesa heredera pueden llevar el título principesco, ¿podría Delphine ser una excepción?

—¡No! Según las nuevas reglas, Delphine no puede convertirse en princesa de Bélgica. El rey Felipe modificó la ley en 2015. La casa real se está ampliando gradualmente, pensó. Con tantos príncipes y princesas de Bélgica, el título amenazaba con devaluar. Así que endureció las reglas. En las próximas décadas, solo sus nietos (aún por nacer) recibirán el título de Príncipe y Princesa de Bélgica, y esto comprende a los hijos de Isabel, Gabriel, Emmanuel y Leonor. En la próxima generación, solo los nietos de Isabel recibirán el título de príncipes, pero no los de su hermana y hermanos. Pero Delphine puede convertirse en Princesa de Bélgica si el juez dicta sentencia con carácter retroactivo. Nació en 1968, por lo que se debe aplicar la legislación vigente. Por cierto, la artista inició su demanda en 2013, dos años antes de que se cambiaran las reglas. Si tiene razón en este punto, Delphine llevaría el mismo título que Astrid, la otra hija de Alberto. Por lo tanto, se le podría llamar Su Alteza Real. Lo sabremos a más tardar el 29 de octubre.

—¿Puede Delphine tener derecho a la sucesión al trono belga?

—No. Solo los descendientes directos del rey Alberto II y la reina Paola son elegibles para el trono. E incluso si ella fuera parte de la línea de sucesión al trono, Delphine su coloca al final de la lista: en el puesto 17, después de los hijos del príncipe Laurent.

—¿Y qué pasará con el apellido de Delphine? Cuales son tus alternativas?

—Se rumoreaban algunas opciones en el pasado … Por ejemplo, Delphine de Bélgica, Delphine de Sajonia-Coburgo (refiriéndose a las raíces dinásticas de la familia real belga en Alemania), Delphine de Sélys Longchamps (refiriéndose a ella nombre de la madre)… En el tribunal, su abogado se declaró ayer en favor de Saxe-Coburg. Por cierto, la familia real belga se llamó Sajonia-Coburgo hasta el final de la Primera Guerra Mundial. Posteriormente, decidieron cambiarlo por la Familia de Bélgica para romper con los alemanes. Solo en los últimos años las cosas han cambiado, los lazos entre la familia real belga y el linaje de las raíces alemanas se estrechan, recordemos que el rey Felipe y la reina Mathilde fueron a Alemania en el verano de 2019: visitaron la ciudad de Gotha y el Castillo Friedenstein y allí conocieron a su «familia» alemana.

Lea la segunda parte de esta entrevista este martes 15 de septiembre

Perfil: Felipe de Bélgica, el “príncipe tímido” que salvó a la monarquía, cumple 60 años

El séptimo rey de los belgas, de nombre completo Philippe Léopold Louis Marie en el original en francés (Filip Leopold Lodewijk Maria en flamenco), vino al mundo el 15 de abril de 1960 como el primogénito de los entonces príncipes de Lieja, Alberto, hermano menor del rey Balduino, y Paola Ruffo di Calabria, noble de origen italiano, los cuales habían contraído matrimonio el año anterior. Al niño, que en el momento de su nacimiento adquirió la condición de príncipe de Bélgica con tratamiento de alteza real, le siguieron dos hermanos, Astrid, en 1962, y Laurent, en 1963.

Educación de un futuro rey

Felipe recibió una escolarización bilingüe en sendos centros de enseñanza primaria y secundaria, el Collège Saint-Michel de Etterbeek (Bruselas) y la Abdijschool van Zevenkerken de Sint-Andries (Brujas). En 1978 ingresó en la Real Escuela Militar de Bruselas, un centro de dimensión universitaria, y dos años después obtuvo los despachos de subteniente del Ejército y la Fuerza Aérea. Bajo la atenta supervisión de su tío Balduino, quien, careciendo de su propia descendencia, se preocupó por la formación de un sobrino que estaba en la línea de sucesión de la corona, Felipe completó su instrucción militar en 1983. Antes de recibir los galones de capitán, el príncipe apasionado de la aviación, realizó cursos de piloto de caza, soldado paracaidista y comando.

A continuación, Felipe realzó su currículum universitario con unas temporadas lectivas en el Trinity College de Oxford, donde estudió Historia Constitucional, y la Universidad de Stanford en California, donde en 1985 se graduó con el título de Master of Arts en Ciencias Políticas. A su vuelta a Bélgica, el príncipe llevó a cabo, explica textualmente la web de la monarquía belga, «una inmersión en las realidades políticas, económicas y sociales de su país, un recorrido de ocho años durante el que conoce profundamente Bélgica y a los belgas, a través de un número considerable de visitas, encuentros, conferencias y misiones que le llevan a impregnarse del funcionamiento de su país». Desde 1992 disfrutó de una asignación especial del Gobierno que le permitió dotarse de un despacho particular de secretarios y asesores. Con 32 años, Felipe, que permanecía soltero, ya tenía un importante bagaje en un amplio abanico de temas culturales, europeos y humanitarios.

El duque de Brabante causa preocupación

El hecho de que los reyes Balduino y Fabiola (tío de Felipe) no tuvieran hijos colocaba a su hermano Alberto al frente de la línea sucesoria, pero sólo sobre el papel. En la década de los 80 la opinión pública se convenció de que Alberto, que ya era cincuentón y había arrastrado una imagen de cierta indolencia mundana o de desapego a las obligaciones institucionales, terminaría renunciando a sus derechos sucesorios, probablemente en favor de su vástago mayor, con el que las relaciones en público no destacaban por su calidez. Felipe fue muy cercano a Balduino. Tío y sobrino pasaban los fines de semana juntos en las Ardenas, jugaban al billar y al ajedrez, realizaban largas caminatas y mantenían largas conversaciones sobre el reinado, sobre el futuro de Bélgica y sobre la fe.

En efecto, el discreto Felipe, cuya personalidad era descrita como introvertida y lacónica, quizá insegura, muy diferente al carácter de su padre cuando tenía su edad, venía recibiendo una instrucción tal que sugería su preparación para convertirse en el sucesor directo de su tío cuando llegara el momento. Pero también podría estar pensándose en su hermana Astrid, tal como sugirió la abolición de la ley sálica en 1991. La princesa, extrovertida como su padres, hermosa como su madre, y que hablaba fluidamente los tres idiomas del país, se estaba convirtiendo una joven popular. Sin embargo, estos planes sucesorios debieron quedar trastocados el 31 de julio de 1993, día en que Balduino, a los 62 años de edad, falleció de un repentino ataque al corazón mientras veraneaba en España.

Lo que Felipe no sabía es que Balduino había pactado secretamente su sucesión: al día siguiente, el Gobierno belga anunció, para sorpresa de muchos, que el nuevo monarca era el hermano del difunto. El 9 de agosto el príncipe de Lieja prestó juramento como rey de los belgas con el nombre de Alberto II. En ese momento, Felipe, al que al parecer los líderes políticos no consideraba plenamente maduro para reinar sobre un país, en adelante dividido por costuras federales, ligado a las relaciones armónicas entre sus dos grandes comunidades lingüístico-territoriales, los valones francófonos del sur y los flamencos neerlandófonos del norte, se convirtió de manera oficial en el príncipe heredero con el título de duque de Brabante. Tenía 33 años.

En los siguientes años, el príncipe heredero (titulado duque de Brabante) siguió ascendiendo en el escalafón militar en preparación del día en que, como rey, se convirtiera en el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas belgas. En septiembre de 1999 sorprendió a Bélgica al anunciar que se casaria con la logopeda y psicóloga Matilde (Mathilde Marie Christiane Ghislaine) d’Udekem d’Acoz, proveniente una familia aristocrática formada por los condes Patrick d’Udekem d’Acoz, de estirpe valona, y Anna Maria Komorowska, procedente de la nobleza polaca. La noticia, cuando nadie sabía que Felipe tenía novia, sorprendió a Europa.

Tras la boda real, se desata la tormenta

La boda de Felipe y Matilde, proyectada como un símbolo de la unidad nacional al ser los contrayentes dos perfectos representantes del bilingüismo (además, ella era belga de nacimiento, a diferencia de las cónyuges de todos los príncipes herederos y reyes de la dinastía Sajonia-Coburgo y Gotha), fue recibida con alborozo en un momento en que la opinión pública belga constataba el paulatino distanciamiento entre los partidos flamencos y valones. Los esponsales civiles tuvieron lugar en el Ayuntamiento de Bruselas y la ceremonia religiosa católica en la Catedral de Saint Michel el 4 de diciembre. Los príncipes tuvieron en los siguientes años cuatro hijos: la princesa Isabel en 2001; el príncipe Gabriel en 2003; el príncipe Emmanuel en 2005; y la princesa Eléonore en 2008. La mayor, Isabel, se convirtió en el momento de nacer en la segunda persona en la línea de sucesión al trono.

Los rumores, las revelaciones sensacionalistas y el escándalo envolvieron prácticamente de seguido a los miembros de la familia real a partir de 1999, año de publicación de una biografía no autorizada de la reina Paola que sacaba a la luz detalles del tormentoso matrimonio de los entonces príncipes de Lieja. La pareja a punto estuvo de naufragar por la prolongada infidelidad de Alberto con la baronesa Sybille de Selys Longchamps, con la que había tenido una hija ilegítima que resultó ser la escultora Delphine Boël, la cual confirmó la historia en 2005, al igual que su madre. La real guardó silencio sobre este asunto, si bien el propio Alberto, en su discurso de Navidad de 1999, había reconocido implícitamente su aventura extramarital con Sybille de Selys, aunque no la paternidad de Boël. Además, el hermano pequeño de Felipe, Laurent, se convirtió en un generador nato de titulares polémicos por su conducta errática.

Felipe no se libró de la pluma entrometida y ácida de los periodistas. En octubre de 2012 apareció a la venta “Question(s) royale(s)”, del redactor e investigador de la Radio Televisión Belga Francófona (RTBF) Frédéric Deborsu. En el libro, el autor insinuaba la homosexualidad del príncipe heredero, que «nunca tuvo ningún interés por las mujeres» y que antes de casarse había «vivido una intensa relación de amistad con un hombre», supuestamente un aristócrata belga. Deborsu opinaba que el matrimonio de 1999 con Matilde había sido «forzado», y que entre los cónyuges no había «afinidad» ni «complicidad», dados los «caracteres difícilmente compatibles» y la «diferencia de edad». Según el periodista, hacia 1996, cuando Felipe tenía 36 años, su padre le había advertido: «o te casas, o no serás rey».

Aunque aseguraba que él era «monárquico» y que no pretendía «atacar» a la familia real, Deborsu pintaba al príncipe heredero como un hombre «frustrado», «con complejo de inferioridad» y «atormentado» por la figura autoritaria de su padre, amén de «marcado por una infancia muy difícil en una escuela militar, en la que no tuvo cerca a sus padres ni a sus hermanos». El aludido, mediante una nota oficial, se limitó a señalar que «el día más feliz de mi vida fue cuando Matilde dijo sí a mi propuesta de matrimonio».

El revuelo creado por Question(s) royale(s) llegó cuando Felipe era el padre de cuatro hijos y cuando Bélgica ya llevaba siete meses aguardando un posible relevo inminente en el trono. La expectativa la había desatado en marzo de 2012 el diario francófono Le Soir al publicar que el rey Alberto tendría la intención de abdicar en favor de su hijo mayor en una fecha concreta, el 21 de julio de 2013, día de la fiesta nacional de Bélgica y al filo del vigésimo aniversario de su coronación. La hipótesis obtuvo entonces un aparente respaldo del duque de Brabante, quien, preguntado por los periodistas sobre el particular, se proclamó «listo para ocupar el trono».

La cuestión de una posible abdicación se mantuvo en el candelero en los meses siguientes, sobre todo cuando en de 2013, en la vecina Holanda, la reina Beatriz dejó paso a su hijo Guillermo Alejandro tras 33 años de reinado. A los pocos días, la baronesa Sybille de Selys, diciendo salir en defensa de su hija, concedió a los diarios Le Soir y De Standaard una larga entrevista en la que se explayó, contando numerosos detalles con tono almibarado, sobre su antiguo romance y relación, no exactamente clandestinos, con Alberto, que según ella se habían prolongado desde 1966 a 1984, es decir, durante buena parte de la infancia y juventud de Felipe. Estas últimas informaciones desagradables, unidas a una polémica fiscal que venía rodeando a la reina viuda Fabiola, criticada por haber empleado una fundación privada como ardid para ayudar a sus sobrinos a eludir el impuesto de sucesión por la herencia de Balduino, asuntos todos que eran claramente negativos para el prestigio de la Corona, pusieron la antesala a un solemne comunicado del monarca a la nación.

El 3 de julio, con el esćandalo Delphine Boel en su máximo apogeo y la popularidad por el suelo, Alberto II dijo en un discurso televisado en directo desde su despacho en el Palacio Real de Bruselas, Alberto, de pie y papel en mano, leyó, dirigiéndose por turnos en francés, flamenco y alemán, el mensaje esperado. «He entrado en mi octogésimo año, una edad que nunca alcanzaron mis predecesores en el ejercicio de sus funciones. Constato que mi edad y mi salud no me permiten ejercer mis funciones como me gustaría (…) Tras veinte años de reinado, estimo que es el momento de pasar la antorcha a la siguiente generación». En cuanto a su hijo: «Constato que el príncipe Felipe está bien preparado para sucederme. Él disfruta, junto con la princesa Matilde, de toda mi confianza. Con el paso de los años, principalmente en el contexto de las misiones económicas en el extranjero, el príncipe Felipe ha destacado su compromiso con nuestro país, que lleva en el corazón.

El primer ministro, el socialista valón Elio Di Rupo, confirmó que «el príncipe Felipe ha sido preparado para su futura función con gran seriedad y sentido de la responsabilidad. Él ha demostrado en numerosas ocasiones lo mucho que ama a Bélgica. El príncipe está dispuesto a servir bien a nuestro país. Puede contar con el apoyo del Gobierno en el ejercicio de sus nuevas funciones. Di Rupo también expresó la gratitud del Gobierno a Alberto, del que destacó su «sinceridad», «su valentía» y su «lucidez» al tomar esta decisión, y su servicio a los belgas en sus veinte años de reinado, período en el que se había ganado el aprecio de los ciudadanos por «su entusiasmo, su empatía, su humor y su inteligencia». El 4 de julio, Felipe, en sus primeras palabras tras el anuncio de abdicación de su padre, pronunciadas desde Amberes, declaró ser «muy consciente de las responsabilidades» que tenía por delante y que como monarca seguiría empleándose «con todo mi corazón». También aprovechó para «rendir homenaje al rey por sus veinte años de reinado».

En la mañana del 21 de julio de 2013, día festivo en Bélgica que conmemora la proclamación constitucional en 1831 de Leopoldo de Sajonia-Coburgo, el iniciador de la dinastía familiar, como rey de los belgas tras producirse la revolución nacional y la independencia de Holanda, tuvo lugar la abdicación-entronización anunciada el día 3. Con un ceremonial más bien austero (ni siquiera fueron invitados a los actos los miembros de otras monarquías del mundo) y con moderadas expresiones de júbilo en la calle, Alberto II firmó el instrumento de abdicación en el Palacio Real de Bruselas.

Felipe I se convirtió en el séptimo rey de los belgas desde 1815. Según lo dispuesto, los padres del nuevo monarca conservaban la condición regia. Esto convertía a Bélgica en una insólita monarquía parlamentaria con dos reyes, Felipe –el único reinante– y Alberto II, y tres reinas, Matilde, Paola y Fabiola, los cinco con tratamiento de majestades. Matilde se convirtió en la primera reina de origen belga en la historia del país, después de una francesa, una austríaca, una alemana, una sueca, una española y una italiana, las esposas respectivamente de Leopoldo I, Leopoldo II, Alberto I, Leopoldo III, Balduino y Alberto II. La princesa Isabel, por su parte, se convirtió ahora en la primera en la línea de sucesión y, en el futuro, será la primera mujer que reinará en Bélgica.

Felipe de Bélgica tiene un cumpleaños 60 de «bajo perfil» en medio de la crisis del coronavirus

Con todos los planes suspendidos, el rey pasará su día en el castillo de Laeken, a las afueras de Bruselas, en compañía de su familia.

El rey Felipe de Bélgica cumple 60 años este miércoles 15 de abril y celebrará este hito con su círculo íntimo, en el palacio de Laeken, con la reina Mathilde (47) y sus cuatro hijos adolescentes. El monarca celebrará modestamente, porque considera que las fiestas son inapropiadas mientras el mundo se sumerge en una crisis sanitaria y económica causada por la pandemia del coronavirus. Con 31.120 personas infectadas y casi 4.200 fallecidas, Bélgica es el décimo país más afectado por la enfermedad (Covid-19) surgida en la ciudad china de Wuhan.

“Me gustaría agradecerles por los excelentes mensajes y los hermosos deseos para mi 60 cumpleaños», escribió el rey en un mensaje publicado en las redes sociales de la casa real. «Hoy estoy pensando en todos los que tienen dificultades y especialmente aquellos que han perdido a un ser querido. Estoy impresionado por las expresiones de solidaridad en todo el país. Vamos a superar esta prueba juntos”.

El palacio real publicará un mensaje en las redes sociales el miércoles por la mañana en relación con el sexagésimo cumpleaños de Felipe, séptimo rey de los Belgas. “El rey no quiere dar más publicidad a ese hito en su vida, dadas las extrañas circunstancias en las que se encuentran su país y la población”, dijo periodista Wim Dehandschutter del diario Nieuwesblad. “Las escuelas y las empresas están cerradas, las personas están separadas unas de otras, la vida social se ha detenido: no es el momento de divertirse, piensa el rey”, agrega.

El monarca pasará su cumpleaños en el castillo real de Laeken, a las afueras de Bruselas, en compañía de sus cuatro hijos, Elisabeth (18), Gabriel (16), Emmanuel (14) y Eléonore (11). Originalmente, los reyes iban a viajar en esta fecha a Copenhague para asistir a los festejos por el cumpleaños 80 de la reina Margarita II de Dinamarca, este 16 de abril. Además, la casa real tuvo que cancelar una gran fiesta de jardín en mayo a la que se había invitado a 100 ciudadanos que, como el rey, nacieron el 15 de abril de 1960.

Nacido en Bruselas durante el reinado de su tío Balduino, Felipe es el hijo mayor del exrey Alberto II y de la reina Paola. En los años 1960 y 1970, la relación entre Alberto, en ese entonces príncipe heredero, y de su esposa de origen italiano, Paola, atravesó una etapa difícil y la pareja descuidó la educación de sus tres hijos, que pasaron gran parte del tiempo alojados en casa de amigos. El joven príncipe era un niño tímido, un rasgo que ha conservado con el tiempo. Realizó estudios más bien mediocres en un establecimiento de jesuitas en Bruselas y después en un liceo católico en Flandes. Luego siguió una formación militar, en la que obtuvo su licencia de piloto de caza, de paracaidista y de comando, antes de ingresar a la universidad de Oxford (Inglaterra) y de Standford (EEUU).

Durante décadas Felipe fue considerado por el rey Balduino y la reina Fabiola como su favorito para sucederles en el trono, pero estos planes sucesorios debieron quedar trastocados en 1993, día en que el rey murió a los 62 años de edad mientras veraneaba en España. Al día siguiente, el Gobierno anunció, para sorpresa de muchos, que el nuevo monarca era el hermano del difunto, Alberto II, y Felipe se convirtió de manera oficial en el príncipe heredero con el título de duque de Brabante. Tenía 33 años.

Durante los siguientes 20 años, el príncipe siguió con su preparación, adquirió confianza en si mismo y presidió decenas de misiones económicas en todo el mundo. En 1999, a los 39 años y cuando todos pensaban que iba a quedar soltero, se unió en matrimonio con una aristócrata belga, Matilde d’Udekem d’Acoz, 13 años menor que él, dando un toque de glamour a esta monarquía tildada a menudo de aburrida. En los siguientes años tuvieron cuatro hijos, entre ellos la princesa Isabel, nacida en 2011, y que un día podría convertirse en la primera mujer que reina en Bélgica. Desde 2013, Felipe y Matilde llevan un reinado pacífico, carente de los escándalos que azotaron el reinado de Alberto II, aunque no exento de agitaciones políticas cuya resolución cosechó grandes elogios para el monarca.

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