Quién es quién en la realeza: Astrid de Bélgica, la soñada “reina” de los belgas, cumple 60 años

Trabajadora incansable por causas justas, la hija de Alberto II y Paola sonó como posible sucesora del rey Balduino cuando la popularidad de su hermano Felipe estaba por los suelos.

La princesa Astrid es uno de los miembros más populares y respetados de la familia real de Bélgica, sobre todo por su labor en el marco económico y cultura del país. Al igual que sus hermanos, realiza giras internacionales presidiendo comitivas económicas belgas para establecer relaciones comerciales con países en vía de desarrollo y muchos años atrás estuvo en la mira de la opinión pública al ser la favorita de los belgas para ocupar el trono y convertirse en la primera reina de Bélgica por derecho propio, después de su tío Balduino I.

De nombre completo Astrid Joséphine-Charlotte Fabrizia Elisabeth Paola Marie, vino al mundo el el 5 de junio de 1962 como la segunda hija de los entonces príncipes de Lieja, Alberto, hermano menor del rey Balduino, y Paola, noble de origen italiano, los cuales habían contraído matrimonio el año anterior. Antes que ella, que en el momento de su nacimiento adquirió la condición de Princesa de Bélgica con tratamiento de alteza real, nació el príncipe Felipe -actual rey- en 1960, y un año después que Astrid nació el príncipe Laurent.

De los tres, la primero en casarse, antes de que los padres cambiaran la condición principesca por la real, fue Astrid. Su boda el 22 de septiembre de 1984 con el archiduque Lorenz d’Aviano, cabeza de la Casa Archiducal de Austria-Este, reunió a un sinfín de príncipes y princesas euroepas en Bruselas y la convirtió en Archiduquesa de esta casa de Habsburgo con los tratamientos de Alteza Imperial y Real.

Astrid y Lorenz dieron a Alberto y Paola sus primeros nietos: Amadeo (1986), María Laura (1988), Joaquín (1991) y Luisa María (1995), a los que posteriormente iba a sumarse Leticia María (2003). Todos ellos son Archiduques de Austria-Este y Príncipes de Bélgica y ocupan un puesto en la sucesión al trono. Astrid tiene, además, dos nietos.

El hecho de que los reyes Balduino y Fabiola no tuvieran hijos colocó al padre de Astrid al frente de la línea sucesoria, pero sólo sobre el papel. En la década de los ochenta la opinión pública se convenció de que Alberto, que ya era cincuentón y había arrastrado una imagen de cierta indolencia mundana o de desapego a las obligaciones institucionales, terminaría renunciando a sus derechos sucesorios, probablemente en favor de su vástago mayor, con el que las relaciones en público, empero, no destacaban por su calidez.

En efecto, el discreto príncipe Felipe, cuya personalidad era descrita como introvertida y lacónica, quizá insegura, muy diferente al carácter de su padre cuando tenía su edad, venía recibiendo una instrucción tal que sugería su preparación para convertirse en el sucesor directo de su tío cuando llegara el momento. Pero también podría estar pensándose en su hermana Astrid, tal como sugirió la abolición de la ley sálica en 1991. Esta nueva regla modificó el orden sucesorio, ubicando a Astrid por delante de su hermano menor y después de Felipe, lo que aumentó las chances -y las esperanzas de muchos belgas- de convertirse en la primera mujer que ocupa el trono de los Sajonia-Coburgo.

Cuando el rey Balduino murió en 1993 hubo un momento de confusión cuando los diarios comenzaron a mencionar a Astrid como la posible nueva heredera del trono en detrimento de Felipe, pues al fin y al cabo era la favorita de Alberto (el nuevo rey) y la más popular de la familia real. Los belgas sabían que sería muy difícil sustituir a Balduino, un hombre que había llegado a una profesionalidad y a un rigor en el ejercicio de su trabajo de difícil parangón entre sus pares. Paralelamente, Felipe a los 33 años aún no estaba casado y al parecer no se había mostrado interesado en asumir su destino real.

La princesa Astrid siempre demostró especial preocupación por aquellos en la sociedad que corren el riesgo de caer a través de redes de abuso, violencia y trata de personas, y apoya iniciativas que ayudan a las personas desfavorecidas, en particular a las madres solteras y a las personas que carecen de educación y habilidades. Su amplio currículum incluye la membresía honoraria del Comité Paralímpico Internacional (IPC), presidenta honoraria de la organización benéfica Action Damien / Damiaanactie, cargo en el que sucedió a la reina Fabiola, Presidenta Honoraria de la Fundación Médica Reina Elisabeth y de los Fondos Científicos y Médicos de la Fundación Rey Balduino, estas dos destinadas a apoyar la investigación médica fundamental.

Astrid también está involucrada en la lucha contra las epidemias y pandemias, como Representante Especial de la Alianza Roll Back Malaria (RBM), y enfocó sus esfuerzos por combatir las minas antipersonal como Enviada Especial de la Convención de Prohibición de Minas Antipersonal de Ottawa, liderando un grupo de trabajo encargado de promover el tratado a nivel diplomático en los estados que aún no lo habían hecho. Unido. La princesa Astrid se incorporó a las Fuerzas Armadas belgas el 22 de mayo de 1997 y es coronel de la Unidad Médica.

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Delphine de Bélgica ocupará un rol secundario en el futuro de la familia real, según informes

Si bien ha sido invitada a presenciar el desfile militar de la Fiesta Nacional por primera vez desde su reconocimiento como hija de Alberto II, la princesa Delphine de Sajonia-Coburgo conservará un lugar secundario dentro de la familia real y no se espera que esto cambie a corto plazo, según informes de la prensa belga.

La princesa Delphine ahora es completamente parte de la familia real, aunque su papel será diferente al de Astrid y Laurent”, escribe el periodista Wim Dehanschutter. El cronista real del diario Het Nieuwsblad asegura que si bien su presencia en la fiesta nacional es “una señal importante”, el futuro papel de Delphine en la familia real “seguirá siendo limitado”.

La Fiesta Nacional será la tercera vez que la princesa Delphine se reúne con miembros de la familia real desde que la Justicia le reconoció su derecho a titularse princesa, poniendo punto final a la disputa que comenzó en 2013.

El próximo 21 de julio, la princesa Delphine compartirá la tribuna real con el rey Felipe y la reina Matilde, pero estará ubicada después de sus hermanos, el príncipe Laurent y la princesa Astrid. La princesa Delphine asistirá con su pareja, Jim O’Hare, pero no la acompañarán sus hijos, Joséphine y Oscar, que recibieron el título de príncipes tras el reconocimiento de su madre en octubre de 2020.

Desde su reconocimiento en la corte a principios de octubre de 2020, se le han abierto las puertas en Laeken”, recordó el cronista. Pero pese a esto, “Delphine solo jugará un papel pasivo en la monarquía belga en el futuro”. “A lo sumo, aparecerá en eventos familiares públicos. En febrero ya asistió a un servicio conmemorativo de la familia real en la cripta de Laeken”, aseguró.

El periodista remarcó que el estatus real de Delphine “es diferente al de la Princesa Astrid y el Príncipe Laurent, quienes realizan actividades oficiales durante todo el año y reciben una donación por ello”. Y recordó: “Las apariciones públicas con las que la nueva princesa ha estado en los medios de comunicación en los últimos meses, no lo hizo en nombre del palacio real, sino como persona privada”.

Habiendo pasado toda su vida fuera del ojo público, Delphine manifestó tras su reconocimiento como hija de Alberto II que seguiría su vida como era, más allá de su título real. “Delphine, que no recibe una donación, continúa haciendo lo que hizo antes de su reconocimiento: hacer arte”, dice Wim Dehandschutter.

“Ahora también se ha añadido una línea de ropa: vende vestidos por 1.550 euros. Según nuestra información, Delphine no llevará su propia creación el 21 de julio. No quiere dar la impresión de que utiliza la fiesta nacional como medio para promover sus actividades comerciales”, finalizó.

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Delphine de Bélgica se unió a la familia real en un homenaje a sus antepasados reales

La princesa Delphine de Sajonia-Coburgo, recientemente reconocida como hija del ex rey Alberto II de Bélgica, participó junto a su esposo de un sentido homenaje a los miembros fallecidos de la familia real en la Cripta Real de la Iglesia de Nuestra Señora de Laeken.

Después del encuentro con su hermano el rey Felipe, en el Castillo de Laeken, y con el rey Alberto II y la reina Paola en el Castillo de Belvédère, este es el tercer encuentro privado que se hace público desde el reconocimiento oficial de la artista Delphine Boël como Princesa de Bélgica.

Desde el 1 de octubre, fecha en la que el Tribunal de Apelación de Bruselas dictó sentencia, Delphine Boël es considerada hija legítima del rey Alberto II.

La fecha para la reunión familiar, que contó además con la presencia de la princesa Astrid (hermana de Delphine) no fue elegida al azar. El 17 de febrero de 1935 se celebró en Laeken una misa en conmemoración de la muerte del rey Alberto I, quien había muerto accidentalmente en un accidente de montañismo Marche-les-Dames exactamente un año antes.

Tras la trágica muerte de la reina Astrid (madre de Alberto II) el 29 de agosto de 1935, se decidió conmemorar cada 17 de febrero a todos los miembros fallecidos de la familia real.

Se trata de la tercera vez que Delphine se reúne con miembros de la familia real desde que la Justicia le reconoció su derecho a titularse princesa, poniendo punto final a la disputa que comenzó en 2013.

Desde entonces, cada año se celebra una misa en esta fecha en la iglesia de Laeken, a las afueras de Bruselas. Si bien este año no se pudo celebrar misa por las medidas sanitarias, los miembros de la familia real, incluidos la princesa Delphine y su esposo Jim O’Hare, se turnaron para rezar en la cripta.

Esta es la primera vez que la familia real invita a Delphine de Sajonia-Coburgo a esta ceremonia, en un nuevo intento por mostrar una familia unida y reconciliada con el pasado. “La princesa Delphine fue invitada como sus hermanos y hermanas y respondió positivamente”, dijo el director de comunicación del Palacio, Francis Sobry.

Delphine de Bélgica: “Me trataban mal y el día que me reconocieron, la gente cambió”

La princesa Delphine de Sajonia-Coburgo, hija del exrey Alberto II de Bélgica, reconoció haber sufrido el desprecio público durante su batalla por el reconocimiento.

“Me trataban mal. El día que me reconocieron, la gente cambió”. Incluso los círculos nobles “cambiaron por completo” en su trato hacia ella. “Pero eso puede suceder en todos los niveles de la sociedad”, reconoció la princesa en una entrevista concedida al canal de televisión belga LN24.

Delphine, de 52 años, reconoció que “es importante que los hermanos y hermanas sean tratados por igual”, meses después de que su medio hermano, el rey Felipe, la recibiera en su residencia de Laeken. Después fue recibida en el castillo de Belvedere por su padre, el rey Alberto II, y la reina Paola, dos encuentros que calificó como “dos pasos en la dirección correcta”.

Ya sea un hijo ilegítimo o el hijo de un primer matrimonio que no es admitido en una familia recién formada: una persona repudiada es vista sesgada por la sociedad”, dijo.

“Un niño no ha pedido nacer. Por eso es importante que la familia deje claro que es parte de nuestra vida. Para que el mundo exterior también lo acepte. Entonces, la aceptación comienza con la familia, luego sigue la sociedad”, agregó la princesa.

Delphine, nacida en 1968 de la relación secreta entre el entonces príncipe Alberto y la baronesa Sibile de Selys-Longchamps, dijo en el reportaje tener “mucha suerte de tener un hombre que es extremadamente dulce y muy leal”, refiriéndose a su esposo. Además, dijo que es “absolutamente” monárquica pero volvió a aclarar que no quiere dinero del Estado: “Eso no está en mi naturaleza”.

Felipe de Bélgica, nombrado ‘Personalidad del año’: «Volvió a hacer viable la monarquía»

El rey Felipe I de Bélgica fue nombrado como una de las personalidades del año 2020 de su país su papel en la tarea de reparar los errores del pasado de la familia real belga.

Se trata de la primera vez que el rey de los belgas, de 60 años, aparece en la lista de personas destacadas realizada por el diario Het Nieuwsblad, ya que «completó su año más fuerte en el trono belga» y «volvió a hacer viable la monarquía», según el periódico.

El corresponsal de la realeza Wim Dehandschutter explicó que “la cálida bienvenida de su media hermana Delphine (19.215 días después de su nacimiento), las disculpas a la ex colonia belga Congo y sus exitosos trucos para formar un gobierno (494 días después de las elecciones)” fueron los momentos decisivos del rey Felipe durante 2020.

Como príncipe heredero, a veces socavó la existencia continua de la monarquía, como rey resuelto reanima la institución amenazada. ¿Una persona tiene que haber cumplido 60 años para convertirse en un buen rey?”, se pregunta Dehandschutter en diálogo con MONARQUIAS.COM.

En junio, Felipe I expresó su «más profundo pesar» al Congo por el reinado del rey Leopoldo II

“Y pensar que toda su vida fue visto como un torpe, un inepto, una amenaza para la monarquía más que una fortificación. Los belgas parecen comprender gradualmente que Felipe compensa su falta de apariencia con ganas de trabajar y buenas intenciones. Está creciendo en su papel”, agregó el experto.

El cronista recordó que en junio de este año el monarca expresó su “más profundo pesar” al Congo por el reinado del rey Leopoldo II (1865-1909), quien es recordado por su mandato sobre el Estado Libre del Congo, en el que se estima que murieron millones de congoleños al infligir un régimen de violencia y explotación, extrayendo la riqueza del país para su propio beneficio personal.

En una carta al presidente Félix Tshisekedi, el rey Felipe mencionó explícitamente los “actos de violencia y atrocidades que continúan pesando en nuestra memoria colectiva”, incluso en las décadas posteriores a la muerte de Leopoldo II.

En octubre, el rey recibió a su media hermana Delphine de Sajonia-Coburgo en Laeken.

Felipe es, por lo tanto, el primer rey belga que habla de los horrores del pasado. Porque, dice, ‘es hora de aceptar el pasado’”, explicó Dehandschutter. “Su carta a Tshisekedi es un gran paso adelante en la mejora de las relaciones entre Bélgica y su antigua colonia”, agregó.

Otro de los aciertos del año para Felipe fue recibir en su residencia a su hermana, la artista Delphine Boel, quien fue finalmente reconocida como hija biológica del ex rey Alberto II tras una extensa batalla judicial. Como resultado de la sentencia, la artista fue nombrada Princesa, con el apellido dinástico de Sajonia-Coburgo.

El rey “hizo lo que el rey Alberto no pudo hacer durante años e incluso se opuso legalmente”, remarcó el periodista. “Fue una reunión cálida”, escribieron en un comunicado de prensa conjunto, firmado por Felipe y Delphine. “Despojados de sus títulos de Rey y Princesa. Solo se mencionan sus primeros nombres. La sangre los conecta, hermano y hermana”, dijo.

“Delphine y Congo, dos capítulos dolorosos de la historia de la familia real. Dos capítulos que el rey Felipe no escribió él mismo. Pero en el que se encargó de las rectificaciones, con efectos secundarios positivos”, dijo Dehandschutter. Felipe trabajó en su autoridad moral, el arma más importante que todavía tiene un rey”, agregó

El acercamiento del rey Felipe con su hermana menor, Delphine, “fue un rompehielos para el rey Alberto”, quien semanas después la recibió junto a la reina Paola en su Castillo de Belvédere. “Su encuentro con Delphine fue un golpe maestro. Detuvo el programa de malas noticias para la monarquía. Y se presentó, nuevamente, como un cálido hombre de familia”, dice el experto.

¿Volverá Felipe a convertir a los belgas en monárquicos? “Eso puede parecer demasiado trascendente en un país donde más de cuatro de cada diez ciudadanos votan por un partido de mentalidad flamenca (antimonárquicos), pero se puede concluir que Felipe ha vuelto a hacer viable la monarquía”, responde Dehandschutter.

Efecto Delphine: los reyes Alberto y Paola de Bélgica modificaron su contrato matrimonial

Los exmonarcas dividieron sus bienes en una jugada legal que podría reducir ampliamente el legado que le corresponde a la hija extramatrimonial de Alberto II.

Los ex reyes de Bélgica, Alberto II y Paola, modificaron su contrato matrimonial, en un arreglo que reduce la herencia a la hija reconocida del exmonarca, Delphine de Sajonia-Coburgo. Hasta el momento, los ex reyes, con 61 años de matrimonio, mantenían un contrato matrimonial de bienes comunes, pero recientemente han decidido enmendarlo para dividir la propiedad.

La ley de enmienda consiste en dividir la propiedad común de la pareja de ancianos. Si la mayor parte de la propiedad va a Paola, Alberto reduce la herencia de su hija recién reconocida Delphine”, explicó el periodista y conocedor de la monarquía belga Wim Dehandschutter.

El reconocimiento de la artista Delphine Boel como hija extramatrimonial de Alberto II con la baronesa Sibile de Selys-Longchamps, tras muchos años de batalla judicial, implica que la ahora princesa de Sajonia-Coburgo adquiriera el derecho a recibir parte de la herencia de su padre tras su muerte.

Primer encuentro de Delphine con Alberto II y Paola en octubre.

“Hasta hace poco, Alberto y Paola estaban casados bajo un contrato matrimonial con una separación de bienes con una comunidad de bienes limitada. Convirtieron eso en una separación de bienes. Eso significa que vuelven a ser económicamente independientes entre sí. Todo lo que estaba incluido en su propiedad común, el rey retirado y la reina lo dividieron de común acuerdo”, explicó Dehandschutter.

Para el rey Felipe, Astrid y Laurent, la división de bienes de sus padres no cambia nada, porque ya sea que los bienes se agreguen a los activos de Alberto o Paola, los heredarán de todos modos. “Pero para Delphine hace una gran diferencia si la mayor parte fue para Paola”, agregó el experto. No se sabe qué porcentaje del patrimonio común fue a parar a cada uno de los cónyuges.

Delphine de Sajonia-Coburgo con su hermano, el rey Felipe.

Citando a un juez de familia, el periódico belga Nieuwsblad explica que “la ley belga no define si hay que dividirlo en cincuenta por ciento”, por lo que “bien podría ser el 80 por ciento para uno y el 20 por ciento para otro”.

“De modo que puede asegurarse de que la mayor cantidad posible vaya a uno de los dos”, dijo la fuente. “De esta manera evitan que, por ejemplo, el dinero, los bienes raíces o las joyas preciosas terminan en el lado equivocado de la familia. Entonces parece que Alberto está asegurando su patrimonio”.

Los hijos ilegítimos del rey Leopoldo I de Bélgica: quiénes fueron y cómo vivieron

Ennoblecidos por la dinastía Sajonia-Coburgo, Georg y Arthur von Eppinghoven mantuvieron buenas relaciones con la familia real belga.

Ya no es un secreto que algunos reyes belgas fueron infieles a sus reinas: de hecho, desde Leopoldo I (1790-1865), el primer rey de los belgas, varios de sus descendientes no solo vivieron notorias relaciones extramatrimoniales, sino que además tuvieron hijos con mujeres que no eran sus esposas.

El último ejemplo es Alberto II, quien abdicó en 2013 y este año finalmente reconoció que la artista Delphine Boel es su hija. Su ancestro, Leopoldo de Sajonia-Coburgo, mantuvo una efímera amistad con la actriz y cantante de ópera alemana Caroline Bauer (1807-1877) y una apasionada relación durante más de veinte años con su amante Arcadie Clairet (1826-1897) con quien tuvo dos hijos ilegítimos.

ARCADIE CLARET

A principios de 1844, Leopoldo I conoció a Arcadie, entonces una adolescente de apenas dieciocho años, con quien casi de inmediato inició un romance. El rey, de 54 años, le compró un lujoso edificio en el municipio de Sint-Joost-ten-Node, cerca de Bruselas, pero no pudo lograr que su relación pasara mucho tiempo desapercibida y fue ampliamente comentada en la prensa. Para poner fin a las críticas, el rey organizó un matrimonio de conveniencia entre su amante y su caballerizo Ferdinand Meyer.

En noviembre de 1849, oculta en un monasterio de Lieja, Arcadie dio a luz a Georg, el hijo de Leopoldo (quien ya tenía tres hijos con la reina María Luisa). Cuando al año siguiente, en octubre de 1850, la reina Luisa María murió repentinamente por los efectos de la tuberculosis, el rey poco no tardó mucho en instalarse junto a Arcadie en el Castillo de Stuyvenberg, que estaba a solo unos pasos del palacio real de Laeken. Fue allí Stuyvenberg donde nació el segundo hijo de ese amor, Arthur.

La gran frustración de Leopoldo

Aunque ambos niños fueron anotados en el registro civil con el apellido Meyer, Leopoldo I se aseguró de que recibieran una educación principesca en el castillo. Lo único que les faltaba era un título nobiliario belga y, pesar de la reiterada insistencia de la corte, el entonces ministro del Interior, Alphonse Vandenpeereboom, se negó a darles un título los bastardo. Leopoldo logró entonces que su sobrino Ernesto II, duque de Sajonia-Coburgo y Gotha, les otorgara los títulos de hereditarios de barones von Eppinghoven.

Arcadie también fue ennoblecida y en adelante podría llamarse baronesa von Eppinghoven por gracia del duque de Sajonia-Coburgo. Vandenpeereboom confrontó con el rey recordándole que un Real Decreto anterior estipulaba que los títulos nobiliarios extranjeros no estaban reconocidos por la ley belgay, por lo tanto, no ni los hijos ni Arcadie podrían formar parte de la nobleza belga.

Georg von Eppinghoven (1849-1904)

Georg Friedrich Ferdinand Meyer von Eppinghoven, como era su nombre estaba completo, pasó algún tiempo en la Corte Ducal de los Coburgo tras la muerte de su padre, en 1865, y posteriormente se unió al ejército prusiano como oficial. Permaneció soltero durante mucho tiempo, pero finalmente se enamoró de Anna Maria Brust, la camarera de su madre, muchos años más joven, que desaprobaba la relación. Georg, que tuvo tres hijos con Anna, esperó hasta después de la muerte de Arcadie para casarse. En 1901, la pareja se instaló en una finca en Langenfeld, Alemania, donde Georg murió a la edad de apenas cincuenta y cuatro años.

Barón Arthur von Eppinghoven (1852-1940)

Christian Friedrich Arthur Meyer von Eppinghoven logró construir una carrera exitosa. Se convirtió en Gran Mariscal de la Corte de Coburgo y ayudante del zar búlgaro Fernando I, también descendiente de la Casa de Sajonia-Coburgo y, por lo tanto, primo suyo. En 1887 se casó con Anna Harris, hija de un cónsul británico, con quien tuvo una hija en 1894, Louise-Marie, que lleva el nombre de su madrina bautismal, la princesa Luisa María de Bélgica, la hija mayor de su medio hermano, Leopoldo II.

Después de la derrota alemana en 1918, la situación cambió para la familia. Arthur perdió su puesto en la Corte de Coburgo y con el zar de los búlgaros. Sin ingresos, la familia pronto se encontró con serias dificultades financieras. A principios de los años 20, se vio forzado a regresar a Bélgica y pedir ayuda monetaria a su sobrino, el rey Alberto I. Ennoblecido y favorecidos por reyes, a partir de entonces tuvo que llevar una vida modesta con un suma anual todavía más modesta.

Arthur murió enfermo y solo en noviembre de 1940. Se le dio su lugar de descanso final en el cementerio de Laeken, en una tumba bastante simple que, irónicamente, está a solo veinte metros del imponente mausoleo que se erigió en la cripta real para su padre Leopoldo I. Después de su muerte, el príncipe regente Carlos de Bélgica (hermano de Leopoldo III) se aseguró de que su viuda y su hija continuaran recibiendo el apoyo financiero y material de la corona.

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Stéphane Bern sobre la reunión de Delphine y Alberto II: «El acto de perdonar viene de la reina Paola»

Según el periodista especializado, la razón por la que fue necesario esperar tantos años para una reconciliación está en la crisis conyugal por la que atravesaron Alberto y Paola en los años 70 y 80.

El encuentro de la princesa Delphine de Sajonia-Coburgo primero con su hermano, el rey Felipe, y después con su padre, el rey Alberto II, es emblemático: después de años de escándalos que desprestigiaron a la monarquía belga, la familia real busca perdón y reconciliación, pero no sólo entre puertas adentro del palacio sino con los ciudadanos.

La familia real anunció este martes que llegó a hora de la reconciliación después de años de amargas batallas judiciales, con el reencuentro del exrey Alberto II y la reina Paola con su hija extramatrimonial y ahora princesa, Delphine. El palacio real sorprendió a todos al divulgar una carta firmada por el exmonarca, su esposa y Delphine, acompañada de una fotografía en que se puede ver a los tres en una sala del Castillo de Belvedere, en las afueras de Bruselas.

La nota -firmada por «Delphine, Paola y Alberto«- dice que el exmonarca y su hija decidieron «abrir un nuevo capítulo», después de una guerra judicial entre ambos que se arrastró por siete años en tribunales belgas para que Alberto II asuma la paternidad de la escultora Delphine Boel. «Después de los escándalos, las heridas y el sufrimiento, ha llegado el momento del perdón, de la cura y de la reconciliación», afirmaron los tres personajes de esta historia que durante muchos años mantuvo en vilo a los belgas.

Según el periodista especializado en asuntos de la realeza Stéphane Bern, la razón por la que fue necesario esperar tantos años para una reconciliación está en la crisis conyugal por la que atravesaron Alberto y la exreina Paola en los años 70 y 80. «Alberto no quería herir a la reina, por eso no reconoció a Delphine. Cuando él y Paola se reconciliaron, intentaron borrar los obstáculos», dijo. «Hoy podemos decir que el acto de perdonar viene de la reina Paola», consideró.

Delphine nació en febrero de 1968 de la larga relación (1966-1984) que mantuvo su madre, la baronesa Sibylle de Sélys Longchamps, con Alberto, quien era en ese entonces el príncipe heredero de la corona belga y estaba casado con la italiana Paola Ruffo di Calabria. Alberto asumió el trono belga en 1993, con el nombre de Alberto II, y su esposa se convirtió en la reina Paola. El monarca abdicó en 2013, en favor de su hijo mayor, Felipe, manchado por las acusaciones y los rumores sobre su intensa vida sentimental fuera del matrimonio.

Educada en el Reino Unido y Suiza, la joven Delphine Boel (apellido del marido de su madre) se transformó en una reconocida artista plástica y escultora. El caso llegó a los tribunales en 2013 y según Delphine eso ocurrió a raíz de la negativa del exrey de admitir su paternidad o incluso de ayudar a la baronesa Longchamps. Finalmente a fines de 2019 un tribunal belga obligó a Alberto II a someterse a un examen que, en enero de 2020, confirmó la paternidad. Finalmente, a inicios de octubre de este año la justicia le concedió el título Princesa de Bélgica.

«¡Que giro increíble en toda esta situación!», exclamó Stéphane Bern. En su opinión, el gesto que abrió la puerta a esta reconciliación familiar fue la decisión del actual rey de los belgas, Felipe, de recibir a su media hermana a inicios de octubre. Otro especialista en la familia real belga, Vincent Dujardin, profesor de historia contemporánea, coincidió plenamente con Bern y apuntó que el rey Felipe «impulsó» a su padre, para recomponer su imagen, afectada por su anterior negativa a aproximarse de su hija.

“Después de 21 años de silencio obstinado y 7 años de duros litigios, de repente invita a su hija ilegítima Delphine con los brazos abiertos”, opinó el periodista especializado Flip Feyten. “Aparentemente, Alberto y Paola acaban de reconocer cuán anticuados son sus puntos de vista sobre los valores familiares y los privilegios reales”.

Refiriéndose al rey Felipe, Feyten explicó que “sus manos estuvieron atadas durante el proceso” judicial ya que “cada declaración suya podría interpretarse como un intento de influir en el proceso”, pero tras el juicio decidió reconciliarse con Delphine y despejar “la sombra que todo este asunto arrojó sobre la monarquía y su autoridad moral”. “Felipe tiene un compromiso personal sincero y su padre debió de mirarlo asombrado ”, apuntó.

Para Patrick Weber, un analista de temas reales belgas, la reaproximación «es muy positiva para la familia real porque esto se había convertido en una cosa sucia», y en cambio el encuentro «permite iniciar la vía de la reconstrucción entre Alberto y Delphine». Alberto II “sólo recientemente ha comenzado a darse cuenta de que su actitud fue percibida por la población”, dijo Feyten.

“Los devastadores comentarios de la prensa y las redes sociales no son una mentira”, agregó el experto. “Hijos, hijos ilegítimos, hijos biológicos: son todos los hijos. Incluso en una familia real. El hecho de que Alberto y Paola aparentemente aún no se dieran cuenta de esto dice algo sobre su falta de mundo y sus ideas obsoletas sobre los valores familiares y los privilegios reales”.

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La suerte de Delphine: qué sucedió con los hijos ilegítimos de los anteriores reyes de Bélgica

Delphine Boel no es la única: desde 1831 se cuentan al menos 8 personas que aseguraron ser hijos de monarcas belgas, nacidos de amores fugaces extramatrimoniales.

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Durante los últimos veinte años años, el rey Alberto II de Bélgica ocupó los titulares de la prensa mundial a causa de la disputa legal que mantuvo contra él una de sus supuestas hijas ilegítimas, la artista y aristócrata Delphine Boël, quien finalmente fue reconocida como tal. Sorprendente, pero no inusual: desde la fundación de la monarquía belga, hace casi 190 años, todos los reyes, excepto Balduino, ocultaron hijos extramatrimoniales alrededor del mundo.

A lo largo de los años, algunos nombres nuevos podrían haberse agregado al árbol genealógico de la dinastía Sajonia-Coburgo-Gotha, o al menos eso sucedería si todas las salvajes historias y los rumores difundidos por la prensa a través de las décadas son ciertas: desde 1831 se cuentan al menos 8 personas que aseguraron ser hijos de monarcas belgas, nacidos de amores fugaces extramatrimoniales.

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ARCADIE CLARET FUE LA MADRE DE GEORGES Y ARTHUR, PRESUNTOS HIJOS DE LEOPOLDO I.

La larga tradición de reyes adúlteros con hijos ilegítimos hizo necesaria la creación de un fondo especial que, según la historiadora belga Kathy Pauwels, se usa para apoyar monetariamente a los hijos extramatrimoniales de la familia real y “para apaciguar su propia conciencia”. “Es una tradición de larga data, pero que aún existe. Los hijos ilegítimos, por lo tanto, todavía reciben dinero de ellos «, dijo la experta.

El historiador Victor Capron, quien escribió un libro sobre el amor secreto de Leopoldo I, el primer rey de los belgas, confirmó la existencia de esa ayuda económica. Según él, el fondo existe desde mediados del siglo XIX y fue utilizado por primera vez, en el mayor secreto, por Leopoldo I, quien depositó unos 2,4 millones de francos en la cuenta en ese momento una cantidad inmensa, para sus hijos bastardos.

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BLANCHE DELACROIX Y SUS HIJOS, LUCIEN Y PHILIPPE DURRIEUX.

El primer rey belga, Leopoldo I, fue el primero en dar el mal ejemplo. El tío amado de la reina Victoria de Inglaterra engendró dos hijos con su amante, la joven Arcadie Claret, de 36 años, hija de un soldado. Una aventura que comenzó cuando aún era menor de edad.

Los hijos Georges y Arthur recibieron el nombre de “von Eppinghoven” en el momento de su nacimiento, y también fueron elevados a su nobleza por decisión del rey. Los dos vivieron juntos con su madre, que ocultó su relación con Leopoldo I, en una mansión especial cerca del palacio real. Sin embargo, algunos creen que Arcadie vivió vivió allí poco tiempo, porque Leopoldo habría necesitado el lugar para instalar a nuevas amantes.

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Leopoldo II siguió el ejemplo de su predecesor. De todos los reyes, sus aventuras sexuales son, sin duda, las más difundidas. Entre otras cosas, tuvo un romance con Blanche Delacroix, una prostituta que tenía apenas 16 años cuando comenzó a compartir las sábanas con el viejo rey de 66 años, según relata el periodista Eigen Berichtgeving, del diario belga Het Laatste Nieuws.

Los dos se habrían conocido en la Exposición Universal de 1900 en París, tras lo cual Delacroix tuvo dos hijos de Leopoldo II: Lucien y Philippe Durrieux, llamados así por el proxeneta y el marido oficial de su madre. Al igual que su padre, Leopoldo II también cuidó de su familia extramatrimonial: sus hijos pronto fueron elevados a Duque de Tervuren y al Conde de Ravenstein, respectivamente, y su madre fue obsequiada con un castillo en el sur de Francia.

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ALBERTO I Y SU ESPOSA, ISABEL DE BAVIERA.

El historiador Bram Bombeek también mencionó en el pasado las aventuras parisinas de Leopoldo II, donde habría corrido detrás de conocidas damas de nobleza belga. Su presunta aventura con la bailarina y aristócrata Cléo de Merode le valió el apodo de «Rey Cléopold». Y también en Londres se difundieron rumores sobre sus aventuras escandalosas: Leopoldo II aparece mencionado en el «escándalo de Jefferson», en el que una prostituta de Londres lo habría ayudado con prostitutas menores de edad.

Alberto I, sobrino y sucesor de Leopoldo II, fue apodado “Rey Caballero” a causa de su valeroso papel contra los alemanes en la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, en su libro ‘The Fall of Albert‘, el autor Jacques Noterman escribe que tuvo entre cinco y seis hijos ilegítimos, uno de los cuales luego se convertiría en secretario del palacio real.

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LA PATINADORA LISELOTTE LANDBECK HABRIA SIDO MADRE DE UNA HIJA DE LEOPOLDO III.

Los rumores nunca fueron probados, pero el rey Alberto, en cualquier caso, mantuvo una vida amorosa llena de acontecimientos. Cuando se estrelló en Marche-les-Dames, surgieron todo tipo de teorías: el monarca no me había caído de las rocas, sino que fue asesinado por una amante o incluso por su esposa, la reina Isabel, que estaba cansada de su infidelidad.

Leopoldo III, al contrario de su padre, fue el rey belga más impopular a causa de su actitud pasiva sostenida ante la invasión nazi, que fue catalogada de colaboracionismo, lo cual le costó el trono en 1951. Padre de ocho hijos, Leopoldo III fue, en cualquier caso, el más fértil de los reyes belgas.

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EL CONDE MICHEL DISISHEIM, PRESUNTO HIJO DEL REY LEOPOLDO III.

Leopoldo III sería en padre de una hija de la campeona de patinaje Liselotte Landbeck, llamado Ingeborg Verdun. O al menos eso dijo la mujer que murió en 2013. En una revista belga, Ingeborg aseguró que cuando tenía cincuenta años supo que era hija de un rey belga.

Según Leo Van Audenhaeghe, quien escribió el libro «De Küssnacht a Argenteuil» sobre los dramas en la casa real belga, Leopoldo III también tuvo un hijo ilegítimo: el conde Michel Didisheim (actualmente de 88 años), quien fue durante un cuarto de siglo el secretario privado de Alberto II. El conde habría recibido el apellido del esposo de su madre, pero en realidad sería un hijo de Leopoldo III.

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«Felipe y Delphine tienen mucho en común porque sufrieron la falta de amor paterno»

El rey «demostró que no está de acuerdo con las decisiones de su padre» y «que realmente ve a la nueva princesa como un familiar», dijo Mario Danneels, el periodista que descubrió el caso Boel.

“Un evento único en la historia de la familia real belga”. Así es como el periodista belga Mario Danneels se refirió al encuentro entre el rey Felipe y la más reciente incorporación de la casa real, la princesa Delphine de Sajonia-Coburgo: “Ambos han carecido de amor paternal. Así que deben haber tenido suficiente material para charlar”, dijo Danneels, quien tenía 18 años cuando publicó un explosivo libro sobre la relación entre el rey Alberto II y la reina Paola y mencionó por primera vez el nombre de Delphine Boël.

Pero aunque conoce bien la historia, Danneels dice que le sorprendió mucho la reunión en el Castillo de Laeken. “No podía creer lo que veía cuando vi el comunicado de prensa sobre la reunión entre Delphine y nuestro rey”, dice. “Había escuchado que había tenido lugar un evento importante, pero nunca pensé que se trataría de esto. Ésta es una señal muy positiva”, opinó en el diario belga Het Laaste Nieuws.

“El comunicado también contrastaba con los anuncios habituales del palacio real. Por ejemplo, el mensaje fue firmado con ‘Felipe y Delphine‘ sin mencionar sus títulos. Esto demuestra que realmente ven a la nueva princesa como una familia. Que ella pertenece y que su contacto es muy casual. Es un gesto muy lindo. Por supuesto, esto es importante para Delphine, aunque ella misma no habrá presionado para este anuncio público”, dijo el periodista.

Para Danneels, el rey Felipe merece respeto el gesto con su hermana. “Porque, por supuesto, esto es difícil para sus padres. Sus palabras y hechos contrastan marcadamente con los de Alberto en ese momento”, explicó. El exmonarca, quien abdicó en 2013, “seguía insistiendo en que nunca había tenido una conexión emocional con Delphine y que no estaba involucrado en su educación. Esas fueron mentiras descaradas y, además, fue un balde de agua fría para Boël”.

Danneels recuerda que “sorprendentemente” el comunicado posterior a la reunión afirma que el vínculo continuará desarrollándose dentro de la familia. “Por tanto, los contactos permanecerán. Eso abre la puerta a las reuniones con la reina Mathilde y sus hijos. Ahora todo es posible. También estoy seguro de que Felipe y Delphine tenían mucho de qué hablar. Ambos han experimentado una falta de amor paterno. Eso crea un vínculo”.

El rey Felipe, opina el periodista, “demuestra que no está de acuerdo con las decisiones de su padre”. Para los reyes Alberto II y Paola el asunto sería “una píldora amarga de tragar de todos modos”, y que “lucharon durante 21 años contra el reconocimiento de Delphine y utilizaron todos los procesos legales para arrastrar todo”. “Dado que la salud de Paola se había deteriorado, después de su fractura de cadera y un derrame cerebral, hubo más contacto entre Felipe y su madre, pero esta decisión nuevamente no habrá ayudado a su vínculo. Esto habrá sido difícil para Paola en particular”, opinó.

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Cómo reaccionó Astrid de Bélgica tras el reconocimiento de su hermana Delphine

El rey Felipe la recibió en su palacio, el príncipe Laurent le ofreció todo su apoyo y Alberto II y Paola dijeron estar «felices» con eso: pero qué hay de la otra hermana del rey.

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El encuentro del rey Felipe de Bélgica con su media hermana Delphine de Sajonia-Coburgo, una semana después de que la justicia belga la declarara oficialmente hija de Alberto II, marca un antes y un después en la historia de la familia real. Si durante años el rey Alberto se negó a tener una relación con su hija extramatrimonial, su sucesor busca que los errores de las anteriores generaciones no hagan mella en su reinado. De esta forma, abrió las puertas de su residencia, el Castillo de Laeken, para recibir a su nueva hermana y flamante princesa.

El rey emérito, inesperadamente, saludó el acercamiento familiar protagonizado por Delphine y Felipe y agregó que «mi esposa (la reina Paola) y yo estamos muy felices por esto que ha sido realizado por iniciativa del rey», y señaló que es el inicio de «días mejores para todos y en particular para Delphine».

Ese mismo día, el príncipe Laurent, durante muchos años llamado el “enfant terrible” de la monarquía belga y enemistado a sus padres, dijo a la prensa que su hermana puede contar con su apoyo: “Delphine debe saber que puede contar conmigo. Sin duda, ella ya lo sabe. Nos conocemos hace mucho tiempo”, reveló al periódico en holandés Het Nieuwsblad.

Pero hay un miembro de la familia real que guarda silencio, y es la hermana de Delphine, la princesa Astrid (58), única mujer entre los vástagos de Alberto II y Paola.

En entrevista con MONARQUIAS a principios de octubre, el periodista belga y conocedor de los asuntos de la familia real belga Wim Dehanschutter había anticipado: “Delphine sabe que Laurent siente simpatía por ella. Se conocieron una vez en una fiesta y él conversó ostentosamente con ella mientras era filmado por un equipo de televisión. Pero ella no se acerca a él. Creo que a Laurent le gusta Delphine porque ambos tienen una mala relación con su padre, Alberto. Delphine sin embargo no puede contar con el apoyo de la princesa Astrid. La princesa, que a menudo visita a sus padres y también viaja con ellos, está claramente del lado de su padre”.

Unas semanas después, y tras el significativo encuentro del pasado 9 de octubre, las cosas parecen no haber cambiado en este sentido. “Astrid está atrapada entre dos fuegos. Por un lado, es hija de un padre y el contacto con Delphine sería una traición hacia el papá Alberto”, reveló Wim Dehanschutter en Het Nieuwsblad. “Por otro lado, Astrid es leal a su hermano, el rey Felipe. El actual jefe de la monarquía recibió a Delphine con humanidad y gracia a la familia real. El tono del rey Alberto en su nota de prensa deja a Astrid más espacio para seguir el ejemplo de su hermano”.

“Astrid no quiere poner en peligro la cálida relación con sus padres. A diferencia de Felipe y Laurent, ella salió relativamente ilesa de su traumatizante niñez, que estuvo marcada por la falta de calidez y amor paternal. Ella es la única de los tres niños que perdonó a Alberto y Paola por sus errores”, relató.

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Experto real: “El encuentro de Felipe y Delphine da a Alberto II una lección de humanidad y humildad”

El encuentro del rey con la princesa Delphine es un «gesto histórico, con el que le da a Alberto una lección de humanidad y humildad”, dijo el periodista belga y experto en asuntos reales Wim Dehandschutter a MONARQUIAS.COM.

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La visita de la princesa Delphine al Castillo de Laeken para reunirse con su hermano, el rey Felipe I de Bélgica, es vista como un acto simbólico de reconciliación con el pasado. Los expertos belgas creen que tanto la artista, ahora Delphine de Sajonia-Coburgo, como el monarca belga tienen un vínculo especial debido a la que ambos “sufrieron la carencia de afecto paternal” durante toda su infancia y remarcan que la reunión es un ejemplo para las generaciones anteriores.

“Primero el Congo, ahora Delphine: el rey Felipe ha curado dos heridas supurantes del pasado real en menos de cuatro meses. Felipe abraza públicamente a su media hermana apenas una semana después de su reconocimiento por parte de la corte de Bruselas. Un gesto histórico, con el que le da a Alberto una lección de humanidad y humildad”, dijo el periodista belga y experto en asuntos monárquicos Wim Dehandschutter a MONARQUIAS.

El rey de los belgas, Felipe, se reunió con la princesa Delphine de Sajonia-Coburgo, que ya forma parte de la familia real luego de que la justicia la reconoció como hija del exmonarca Alberto II, informó el jueves al palacio real. De acuerdo con un comunicado del palacio, el encuentro tuvo lugar el 9 de octubre y fue el inicio de un “largo y rico intercambio” entre ambos. La nota, firmada por ambos, agrega que la relación entre el rey y su media hermana “se va a desarrollar en un marco familiar”.

Dehandschutter opina que “al firmar el comunicado de prensa con sus nombres de pila, en lugar de sus títulos de rey y princesa, Felipe y Delphine indican claramente que se ven como familia, unidos por su falta de amor paterno”. Dejando en claro que el rey y la princesa quieren desarrollar un vínculo familiar, el periodista no descarta que “la próxima vez la reina Mathilde y los niños se unirán al grupo, al igual que el compañero de vida de Delphine, Jim, y su descendencia” el príncipe Oscar y la princesa Joséphine.

Según revela el experto, el rey Felipe informó “discretamente” a su padre que se reuniría con Delphine, con quien el exrey mantuvo una relación más que tensa y angustiante desde que ella comenzó a reclamar el reconocimiento de paternidad.

“Que quede claro: el rey Felipe está rompiendo con el pasado. Cree que el futuro de la monarquía es más importante que su relación con el papá Alberto. No es que esta relación fuera buena, para usar un eufemismo. Pero la última oportunidad de reconciliación en Laeken parece haberse perdido”.

Dehandschutter destaca que la importancia que el rey Felipe da a la reconciliación con el pasado quedó demostrada el pasado mes de junio, cuando expresó su “más profundo pesar” por las atrocidades cometidas por los belgas, con el rey Leopoldo II (1865-1909) al mando, en el Congo. “Al corregir él mismo los errores de sus predecesores, trabaja en la credibilidad de la monarquía”, opina.

El comunicado del rey Alberto II y su esposa, la reina Paola, en reacción al encuentro entre el rey y Delphine, este viernes, fue “una sorpresa”, afirma Dehandschutter a MONARQUIAS. El texto “involucra enfáticamente a ‘mi esposa’, la reina Paola”, en un mensaje mensaje en el que ambos manifestaron su felicidad por el encuentro en Laeken. “Paola siempre fue vista como la razón principal por la que Alberto guardó silencio sobre Delphine durante años y se negó a reconocerla”, agrega.

En la nota, Alberto II dijo que él y la reina Paola están “muy felices por esto que ha sido realizado por iniciativa del rey”, y señaló que es el inicio de “días mejores para todos y en particular para Delphine”. El anciano monarca, de 86 años, ahora “parece estar aludiendo a un nuevo comienzo, sea lo que sea que eso signifique”, finalizó Dehandschutter.

Alberto II, quien abdicó en 2013 en parte debido a las batallas legales sobre las reclamaciones de paternidad hechas por Boël, se vio obligado a reconocer que ella era su hija en enero después de que un tribunal ordenó una prueba de ADN. Boël fue el resultado de una relación extramarital entre el entonces príncipe de Lieja y la baronesa Sybille de Selys Longchamps en los ños 60, cuando su matrimonio con Paola estaba prácticamente roto. Boël pasó mucho tiempo con Alberto cuando era niña, llamándolo «Papillon», pero nunca obtuvo un reconocimiento tácito. Finalmente lanzó una batalla legal para demostrar la paternidad en junio de 2013, luego de que la mayor de sus dos hijos, Joséphine, ingresara en el hospital con neumonía y sintiera la ausencia de su padre biológico.

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Los diarios belgas destacan como «momento histórico» el encuentro de Delphine y el rey Felipe

Het Laaste Nieuws titula que los expertos creen que Felipe y la princesa Delphine tienen un vínculo especial porque “ambos carecieron de amor paternal”.

La foto del rey Felipe I de Bélgica con su hermana, la recientemente reconocida princesa Delphine, ocupa las portadas de todos los diarios de su país, que califican el encuentro como reconciliador. De acuerdo con un comunicado del palacio, el encuentro tuvo lugar el 9 de octubre y fue el inicio de un «largo y rico intercambio» entre ambos.

El diario Het Nieuwesblad dijo que se trató de un encuentro “sereno y emotivo” en el palacio real de Laeken, residencia de los reyes de los Belgas. “La reunión duró tres horas”, indica el periódico. “Felipe y Delphine almorzaron juntos. Los dos solos. Felipe invitó deliberadamente a Delphine al castillo de Laken, donde vive, porque era una reunión privada. El palacio real de Bruselas como lugar, su entorno de trabajo, casi lo convertiría en una audiencia oficial”.

“Felipe no estaba en el cargo de rey, sino como un hermano que quería conocer a su ‘nueva’ hermana. Los íntimos hablan de un encuentro entre dos personas que descubrieron que son parientes y sentían mucha curiosidad el uno por el otro”, dijo el Nieuwesblad, que destaca que “Felipe ha curado dos heridas supurantes del pasado real en menos de cuatro meses”, recordando que pidió perdón por las atrocidades cometidas por Leopoldo II en el Congo y la bienvenida a Delphine. Además, cita al príncipe Laurent, hermano menor, quien dijo: “Delphine necesita saber que puede contar conmigo. Pero sin duda ella lo sabe”.

Het Laaste Nieuws titula que los expertos creen que Felipe y la princesa Delphine tienen un vínculo especial porque “ambos carecieron de amor paternal”. El diario define el encuentro como un “momento histórico” para una familia real atormentada por muchos años de escándalos. “El 1 de octubre, el rey Felipe no solo pudo inaugurar un nuevo gobierno después de 494 días, horas después, la familia real ganó repentinamente tres nuevos miembros: la princesa Delphine, la princesa Josephine y el príncipe Oscar, los hijos de la artista y su esposo texano Jim O’Hare”.

El diario Het Beland van Limburg destaca que la foto del monarca y la princesa es “para los libros de historia real”. “Fue una conversación a veces emotiva sobre el doloroso pasado. Pero también miraron hacia el futuro: se acordó mantenerse en contacto y verse más a menudo en el futuro”, informaron. De Standaard afirma que el rey Felipe “abrazó Delphine como un verdadero miembro de la familia”, mientras De Morgen destaca que “el rey Felipe se reconoce e la princesa Delphine: en realidad, ambos son víctimas de la relación entre Alberto II y Sybille [madre de Delphine]”.

El 1 de octubre, la justicia belga decidió que la escultora Delphine Boel, de 52 años e hija extramatrimonial del que fue rey Alberto II, tenía derecho al título de princesa. Alberto II reinó entre 1993 y 2013, antes de abdicar en favor de su hijo Felipe. El rumor de que Boel era hija del monarca empezó a circular ya en 1997, pero la escultora tuvo que esperar hasta el año pasado, cuando un tribunal obligó al monarca a someterse a la prueba de ADN, que en enero de este año confirmó el parentesco.

Delphine nació en febrero de 1968 de la larga relación (1966-1984) que mantuvo su madre, la baronesa Sibylle de Sélys Longchamps, con Alberto. Este último era por entonces príncipe heredero, casado desde 1959 con la futura reina Paola. Alberto y su esposa, respectivamente con 86 y 83 años, tuvieron tres hijos: Felipe, nacido en 1960, que subió al trono en 2013, la princesa Astrid (nacida en 1962) y el príncipe Laurent (1963).

Delphine vio todos sus reclamos aceptados por la justicia, que dictaminó que tenía derecho a llamarse a partir de ahora «Su Alteza Real Delphine de Sajonia-Coburgo». Pero la larga batalla de siete años con su padre la hirió profundamente, según explicó a la prensa, ante la cual manifestó el 5 de octubre que no esperaba nada de su progenitor. En cuanto a su hermano Felipe, la ahora princesa se manifestó en el mismo sentido: «Ya no pido nada más, no voy a arrodillarme para pedir un gesto. Sucederá o no sucederá, no lo sé».

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Felipe de Bélgica busca superar el pasado y se reunió con la princesa Delphine

La que fuera hija ilegítima del rey Alberto II de los Belgas hasta que los tribunales reconocieron el parentesco este año, Delphine Boël, fue recibida la semana pasada en el palacio por su hermano y actual monarca de Bélgica, el rey Felipe, según reveló la Casa Real este jueves. El gesto es visto como un acto de reparación del pasado, después de muchos años en que la existencia y el reclamo de Delphine atormentó a la familia real belga.

Ambos hermanos se encontraron por primera vez de manera oficial en el Castillo Real de Laeken, tradicionalmente residencia de los reyes en Bruselas, días después de que una nueva sentencia diera la razón a Boël en su derecho a recibir el título de princesa y el nombre de Sajonia-Coburgo., informó la prensa belga.

El encuentro lo anunciaron los dos hermanos a través de un mensaje publicado una semana después en la cuenta de Instagram de la Casa Real belga en la que se puede ver una imagen de ambos sonrientes, pero respetando la distancia física que imponen ahora las normas de seguridad por el coronavirus. La prensa dijo que el encuentro fue conocido por el rey Alberto II.

«Fue un encuentro cálido, tuvimos la ocasión de aprender a conocernos durante un largo y emotivo intercambio que nos ha permitido hablar de nuestras respectivas vidas y de centrarnos en el interés común», explica el comunicado emitido en nombre del Rey y de la princesa Delphine. El comunicado concluye señalando que el «vínculo» creado entre los hermanos seguirá «desarrollándose a partir de ahora dentro del marco familiar».

El encuentro «duró tres horas, fue tranquilo, pero emotivo», dijo el periodista belga y conocedor de asuntos reales Wim Dehandschutter, quien reveló que el rey y la princesa «acordaron mantenerse en contacto y verse más a menudo». «El rey Felipe y Delphine han esperado casi una semana para comunicarse con su conocido. Eso indica que la reunión les impactó. Necesitaron un tiempo para que todo se asimilara», dijo el periodista citando a personas familiarizadas con el asunto.

El 1 de octubre, la justicia belga decidió que la escultora Delphine Boel, de 52 años e hija extramatrimonial del exrey Alberto II, tenía derecho al título de princesa. Alberto II reinó entre 1993 y 2013, antes de abdicar en favor de su hijo Felipe, actual monarca. El rumor de que Boel era hija del monarca empezó a circular ya en 1997, pero la escultora tuvo que esperar hasta el año pasado, cuando un tribunal obligó al exrey a someterse a la prueba de ADN, que en enero de este año confirmó el parentesco.

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Efecto Delphine: Dinamarca se pregunta si aparecerán hijos ilegítimos de sus reyes

Históricamente, explicaron expertos, muchos reyes daneses tuvieron hijos fuera del matrimonio y generalmente eso no ha sido ningún secreto. Pero la corte supo manejar los asuntos discretamente.

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La victoria de la artista belga Delphine Böel en su demanda de paternidad contra el rey Alberto II de Bélgica sorprendió: no porque un rey tuviera un hijo extramatrimonial, sino porque la Justicia otorgó a esa hija los mismos derechos, títulos y apellidos que ostentan los hijos legítimos del monarca.

La noticia llegada desde Bélgica llevó a muchos en Dinamarca si cabría esperar la aparición de hijos o descendientes ilegítimos de anteriores monarcas. “Es bastante significativo y también bastante nuevo que a los niños que no son del matrimonio real se les pueda dar el estatus de príncipes y princesas. Esto es bastante espectacular, porque puede ser que haya otros que lo intenten ahora”, dijo el historiador y experto real Michael Bregnsbo de la Universidad del Sur de Dinamarca.

“Esta es la primera vez que ves a un hijo que se equipara de esa manera [con los hijos legítimos]. Lo tradicional es que se les ayude, se les apoye o se les dé una bonita pensión. Cualquier otra cosa que no sea esto”, dijo a la prensa danesa Ditlev Tamm, profesor emérito de historia jurídica en la Universidad de Copenhague.

Históricamente, explicó el experto, muchos reyes de Dinamarca tuvieron hijos fuera del matrimonio y generalmente eso no ha sido ningún secreto. Por ejemplo, las grandes familias nobles Gyldenløve y Danneskiold-Samsøe descienden de los hijos que los reyes Federico III (1609-1670) y Christian V (1646-1699) tuvieron fuera del matrimonio. “Y esa es precisamente la razón por la que no es seguro que veas un caso del mismo tipo en Dinamarca”, evalúa Ditlev Tamm.

“Aunque anteriormente ha habido casos de hijos fuera del matrimonio con reyes daneses, evalúa que en los últimos tiempos en Dinamarca se los ha tratado de forma más discreta”, explicó. “Por lo que tengo entendido, los casos se han tratado con discreción y los hijos en cuestión han recibido la herencia a la que pueden haber tenido derecho”, dijo Tamm.

Si en el futuro aparece una persona desconocida que sea descendiente de un miembro de la familia real, Ditlev Tamm cree que la Corte real intentaría resolverlo sin llegar a la instancia de un juicio.

“Estoy seguro de que Dinamarca se ha asegurado un registro sensato de los casos que pudieron existir, para que no terminen en una situación como la de Bélgica. También se trata de que la casa real actúe con sensatez y de manera proactiva y deje claro que quiere evitar este tipo de situaciones, y así tenerlo bajo control y asegurarse de que los derechos se hagan valer y la casa real mantenga su popularidad”, finalizó.

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Delphine, decepcionada con Alberto II: «Su comportamiento se sintió como un cuchillo en la espalda»

La hija reconocida dijo a la prensa que sabe si la victoria legal se traducirá en nuevos lazos familiares en el corto plazo. «No espero nada, voy a continuar mi trabajo. «Si muestran una señal de vida, nunca les daría la espalda. Eso es seguro», afirmó.

La artista belga Delphine Boël, convertida ahora la princesa Delphine de Bélgica, afirmó que se siente decepcionada de la forma en que su padre biológico, el ex rey Alberto II de Bélgica, manejó el caso. «Tengo una buena relación con él desde que tenía diecisiete años, así que me sentí como un cuchillo en la espalda», dijo Boël.

«Yo no cambiaré, pero me sentiré mejor en mi interior, más libre, más feliz, por mis hijos también», afirmó en una conferencia de prensa este lunes.

Delphine cree que este caso no ha mejorado la imagen de su padre, quien abdicó en 2013 después de varios años de controversia. Una mejor comunicación entre ellos, pero también del propio rey, podría haber evitado esto, según Boël. «Para que los dos saliéramos ganadores. Con esto no me refiero a acuerdos financieros ni nada, sino que podríamos simplemente discutir la situación entre nosotros».

Lo único que la artista dice que quería es que la equiparan con sus hermanos y hermanas. «Vengo de una familia muy rica (su padre legal, Jacques Boël, es uno de los belgas más ricos), así que habría sido loco si hubiera hecho esto por el dinero». Dijo, además, que si la familia real invitara a Boël a asistir a un evento u otra reunión, podría aceptar la invitación. 

«Pero porque ellos mismos lo quieren, no porque deban hacerlo. Si hay simpatía, entonces acepto con gusto la invitación. Continuaré con mi propio trabajo, pero si aún dan señales de vida, entonces no les daré la espalda», agregó.

La princesa dijo que decidió acudir a la justicia se trataba de obtener el reconocimiento de la familia y el amor de un padre que siempre la había abrumado. «Para mí ir a la corte, especialmente por eso, ser reconocida por mi propia sangre, mi propio padre, se sintió tan antinatural», dijo a los periodistas. «Es una especie de vida antinatural que estaba viviendo que era muy dolorosa», agregó.

El ex rey, cuyo hijo Felipe es el monarca reinante, aún podría presentar una apelación legal definitiva en el Tribunal de Casación, pero la princesa Delphine dijo que era poco probable que el caso llegara tan lejos: «Creo que ya está terminado». Explicó, además, que su trabajo en el mundo artístico será su seguirá definiéndola: «Seguiré siendo Delphine. No voy a estar pasando el rato en las calles diciendo, por favor llámenme princesa», dijo, y agregó que el trabajo de caridad podría ser una excepción.

«Hemos intentado reirnos mucho de mi situación, para llevarlo mejor. Creo que mis hijos están contentos de ver a su madre feliz, de ver a una mamá que no se ha dejado vencer. Espero haber dado un buen ejemplo».

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Delphine de Bélgica, tras su reconocimiento: “Ya no espero nada y no pido nada”

En entrevista con el diario ‘Le Soir’, dijo que el proceso judicial contra Alberto II que determinó su identidad fue “la forma más civilizada” que halló.

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La princesa Delphine de Sajonia-Coburgo, reconocida como hija del rey Alberto II de Bélgica, dijo que el proceso judicial que determinó su identidad fue “la forma más civilizada” que halló y que, a partir de ahora, no pedirá más nada a la familia real belga: “Ya no espero para nada y no pido nada”, dijo en una entrevista con el diario Le Soir.

“Llevaba una carga sobre mis hombros y, por primera vez desde los 17 años, me quito esa carga y encuentro la ligereza”, dijo Delphine. Consultada sobre en qué momento tomó la decisión de recurrir a la Justicia, la princesa de 52 años contó: “No hubo otra opción: era eso o podía haber caído muy bajo. No tenía depresión, pero podría haber sucedido. Y no debemos olvidar que intenté durante años hacerlo discretamente”.

“Pero como Alberto está muy rodeado, de asesores, guardaespaldas…, fue muy difícil llegar hasta él”, relató. “Así que durante un tiempo, en lugar de gritar «ayuda» en la prensa, pensé que la forma más civilizada de hacerlo era que la ley se ocupara de ello. Que la ley diga si tenía razón o no. Y cuando digo que me hubiera gustado llegar a un acuerdo con él, quiero que me entiendan: no se trata de dinero ni de otra cosa; solo quería que me explicara por qué me dijo que no era mi padre. Realmente fue eso”.

“Cuando empecé, estaba totalmente desesperada. Nunca creí que llegaría tan lejos. Más bien pensé que, por un momento, habría un gesto de Alberto, que diría que podría ser una buena idea comunicarnos, para ver cómo podíamos trabajar”, reflexionó. “Cuando todo salió a la luz y me preguntaba cómo se podía tratar así a una hija”.

Delphine afirma haberse sentido durante todo el proceso “el trapo sucio” de la familia real, pero afirmó que su objetivo no era causar problemas: “Mi objetivo no era dañar a Alberto”, dijo, recordando que el exmonarca había señalado que el caso había sido muy “doloroso”. “Gracias al sistema legal que me dio la razón, que confirmó que era lo correcto, es como si ahora pudiera vivir de verdad. Existo. Y sobre todo tengo derecho a existir”, zanjó.

El Tribunal de Apelación de Bruselas reconoció jueves el título de princesa a Delphine Boël, hija ilegítima del rey emérito Alberto II de los Belgas, según han informado medios locales que citan a los abogados de la artista, poniendo fin así a una larga batalla judicial que se remonta a 2013. Las pruebas de ADN a las que se sometió el rey emérito confirmaron en enero de este año que es el padre biológico de Boël, quien a partir de este jueves será considerada como princesa de Bélgica y podrá utilizar, al igual que sus hijos, el apellido de la familia real: Sajonia-Coburgo Gotha.

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“Efecto Delphine”: la nueva princesa podría inspirar a otras personas en la búsqueda de su identidad

La victoria de Delphine Boël en su lucha por el reconocimiento como hija biológica del rey Alberto II de Bélgica podría servir de inspiración a otras personas para iniciar procedimientos similares en busca de su identidad. Según el diario belga Het Nieuwsblad, el cierre exitoso de su batalla judicial comenzó a provocar un “efecto Delphine” en su país.

“Antes podíamos asesorar a los hijos ilegítimos con bastante facilidad: no empieces a litigar, no tienes ninguna posibilidad. Ahora tenemos que decir: inténtalo de todos modos, todo es posible. Al parecer, Delphine tampoco tuvo ninguna posibilidad. Se opuso a todas las disposiciones legales, pero finalmente ganó”, dijo el profesor y abogado Frederik Swennen de la Universidad de Amberes, citado por el periódico.

El Tribunal de Apelación de Bruselas reconoció el pasado jueves el título de princesa a Delphine por ser hija biológica del rey de los Belgas y su antigua amante, la baronesa Sibile de Selys-Longchampsponiendo fin así a una larga batalla judicial que se remonta a 2013. Las pruebas de ADN a las que se sometió el rey confirmaron que es el padre biológico de la artista, quien a partir de ahora será considerada Princesa de Bélgica y podrá utilizar, al igual que sus hijos, el apellido de la familia real: Sajonia-Coburgo Gotha.

“Sus otras demandas para que sea tratada igual que sus hermanos y su hermana también han sido satisfechas”, dijeron sus abogados. La princesa “celebra esta decisión de justicia que pone fin a un largo procedimiento particularmente doloroso para ella y su familia. Una victoria judicial nunca remplazará el amor de un padre pero ofrece un sentimiento de justicia, reforzado todavía más por el hecho de que muchos niños que han pasado por las mismas dificultades puedan encontrar la fuerza para afrontarlas”, dijeron.

Según el periodista belga Wim Dehandschutter, del Het Nieuwsblad, el caso de Delphine sienta un precedente importante ya que pudo eliminar todos los obstáculos paso a paso, como el período dentro del cual se puede disputar la paternidad y el hecho de que, según la ley belga, ya tenía un padre legítimo, el acaudalado empresario Jacques Boël. “Al desafiar con éxito eso, hasta el Tribunal Constitucional, abrió las puertas a sus compañeros de sufrimiento”, dijo Swennen.

La cantidad de demandas presentadas contra padres de renombre es enorme, dijo la abogada Elfri De Neve, quien describió esto como un cambio histórico. “Se está desarrollando una jurisprudencia completamente nueva en torno a estos temas”, dijo. “La legislación surgió en la época de Napoleón. El padre era el hombre que se casaba con la madre y no se hacían preguntas. Las pruebas de ADN no existían. Una vez que una familia formó una unidad legal, nada cambió. Pero ahora eso ha cambiado. La verdad de la sangre prevalece sobre la seguridad jurídica de una familia: una niña tiene el derecho fundamental a conocer a su padre”, afirmó.

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La princesa Delphine tiene derecho a una parte de la herencia familiar como hija de Alberto II

Para muchos, hizo un “mal negocio” porque la fortuna de la familia Boël es mucho mayor que la de la Familia Real belga.

La batalla legal que comenzó en 2013 terminó este 1 de octubre después de que la Justicia belga reconociera a la artista Delphine Boël, hija del rey Alberto II, como Su Alteza Real Delphine de Sajonia-Coburgo, princesa de Bélgica. A partir de ahora, aunque no tendrá derechos de sucesión al trono, Delphine Boël sí tendrá derecho a parte del legado personal de su padre. Sin embargo, para muchos en Bélgica ella está haciendo un “mal negocio” porque la fortuna de la familia Boël, en la que fue inscripta cuando nació, es mucho mayor que la de la familia real belga, según reveló el periodista financiero Ludwig Verduyn.

“Los activos de la familia Boël ascienden a 1.600 millones de euros”, dijo Verduyn al ser entrevistado en la televisión belga. “Con eso se ubica en el puesto 16 en la lista de los belgas más ricos, justo después de Christian Van Thillo de DPG Media y antes de Fernand Huts de Katoen Natie”. “La historia de la familia Boël comienza en 1880. En ese momento, Gustave Boël es el tenedor de libros de Ernest Boucquéau, dueño de una acería y sin hijos. Cuando muere, le deja todo a Boël”, relató el periodista.

En 1997, según Verduyn, “la familia Boël vendió la compañía por 125 millones de euros”. “Esa era la base de sus activos familiares. Fueron muy inteligentes al respecto. Lo invirtieron en otras compañías, incluido el grupo de distribución Colruyt”, agregó. “Hoy su dinero también está en compañías digitales como Zalando y Amazon. Esto les ha permitido elevar sus activos a 1.600 millones de euros. Otro punto notable: la familia siempre ha celebrado matrimonios razonables con personas ricas y poderosas”.

¿Cuánto dinero tiene el rey?

En cuanto a la fortuna del padre biológico de Delphine, las estimaciones son muy variadas. Según las informaciones oficiales, Alberto II, de 85 años y rey de Bélgica de 1993 a 2013, puede presumir de activos de no más de 12,5 millones de euros. “Estimaciones históricas anteriores dan como resultado activos entre 300 y 600 millones de euros”, agrega Verduyn. “La bifurcación es muy amplia y tiene mucho que ver con el rey Balduino. Estableció su legado en los Estados Unidos en ese momento, fuera de la legislación de sucesión en Bélgica. Cuando Rik Van Cauwelaert era editor en jefe de Knack, afirmó que esto había sido la evasión de impuestos”.

Un libro revelaría más tarde que la fortuna de Balduino había sido transferida al extranjero en 1982, año en que se produjo una devaluación del franco belga. “Balduino lo sabía y pudo evitar esta depreciación del dinero. Realmente no sabemos cuánto de ese dinero terminó con Alberto II”, acota el periodista.

¿Puede seguir contando con una herencia de la familia Boël?

La posibilidad de que la princesa Delphine algún día herede de su padre legal Jacques Boël es pequeña, porque ella renunció formalmente a ello, un paso que era necesario para permitir que se la reconociera como hija de Alberto II. Lo llamativo, apunta Verduyn, es que aunque el caso nunca había salido a la luz y todo hubiera permanecido igual, Delphine unca habría tenido que contar con el legado de Jacques Boël. “La familia Boël siempre ha mantenido buenos contactos con la familia real como puerta de entrada al éxito empresarial”, reveló.

“Delphine nació del romance entre Sybille de Selys Longchamps, la esposa de Jacques Boël y Alberto II”, dijo Verduyn en una conversación con VRT NWS. “Para no poner en peligro sus contactos comerciales, Jacques Boël cubrió esto con la capa de amor al reconocer a Delphine como su hija”. Aunque para el riquísimo empresario Delphine no era una Boël “auténtica”, habría hecho cualquier cosa para garantizar que la fortuna familiar nunca fluyera a Delphine, afirma Verduyn.

¿Cuánto le corresponde de la fortuna de Alberto II?

“Si tenemos en cuenta la cantidad mínima de 12,5 millones de euros que corresponde a la fortuna de Alberto II, entonces Delphine tiene derecho legal a una cuarta parte de la mitad de esta cantidad”, dice Verduyn. “Esa mitad, ese es el llamado legado reservado. Los hijos de Alberto II tienen derecho a eso, lo que él decida”.

“Un cuarto de la mitad es un octavo, y un octavo de 12,5 millones de euros, lo que equivale a 1.5 millones de euros. Si Delphine Boël continúa con todos los procedimientos legales y si Alberto II no muere durante esos procedimientos, entonces ella puede reclamar esta parte de la herencia”, afirmó.

Según el diario belga de lengua flamenca De Tijd, Alberto II y la reina Paola revisaron recientemente su contrato de matrimonio, firmado hace más de 60 años, y eso aún puede estropear la situación de la princesa Delphine. Cuando Alberto II fallezca, según el periódico, la mayor parte de su fortuna iría a manos de la reina Paola y ella, en el momento de su muerte, dejaría este patrimonio a sus hijos: el rey Felipe, la princesa Astrid y el príncipe Laurent.

Sangre azul: por qué el apellido de la princesa Delphine de Bélgica es «Sajonia-Coburgo»

La artista belga Delphine Boel, reconocida recientemente como la cuarta hija del ex rey Alberto II tras un examen de ADN, tiene derecho al título de princesa. Esta victoria ante la corte de apelaciones de Bruselas, última etapa de un combate de siete años, fue confirmada el jueves por el abogado de Boel, Marc Uyttendaele, por lo cual la escultora, de 52 años, podrá ostentar el patronímico “Saxe-Coburg”, que es el de la familia real. Pero, ¿por qué? Para entenderlo, hay que remontarse a los orígenes de la dinastía que reina en Bélgica desde 1815 y a la cual ahora pertenece Delphine.

“La familia real belga se llamó Sajonia-Coburgo hasta el final de la Primera Guerra Mundial. Posteriormente, decidieron cambiarlo por la Familia de Bélgica para romper con los alemanes. Solo en los últimos años las cosas han cambiado, los lazos entre la familia real belga y el linaje de las raíces alemanas se estrechan, recordemos que el rey Felipe y la reina Mathilde fueron a Alemania en el verano de 2019: visitaron la ciudad de Gotha y el Castillo Friedenstein y allí conocieron a su ‘familia’ alemana”, explicó a SECRETOS CORTESANOS el periodista belga experto en asuntos de la monarquía Wim Dehandschutter.

Leopoldo I, el primer rey de los Belgas, era el príncipe Leopoldo de Sajonia-Coburgo-Saafeld, de la Casa de los Wettin, antes de ser entronizado en Bruselas. Las raíces de la Casa de Wettin se remontan a la Alta Edad Media. Esta dinastía se elevó a la investidura del Ducado de Sajonia, uno de los feudos más grandes y prestigiosos del Sacro Imperio Romano Germánico, que tenía un asiento en el colegio de príncipes electores encargados de elegir al Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y ocupar el cargo hereditario de Archmarshall del Sacro Imperio Romano Germánico.

El primer antepasado conocido es Dedi, conde en Hassegau (Turingia), citado como tal en una carta de Otto I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, en 949. Thimo, primer conde de Wettin (fallecido en 1118), adquirió la fortaleza de Wettin con vistas al Saale mientras su hijo, Conrad, se convirtió en margrave de Misnia, cerca de Dresde. El nieto de Conrad, Thierry, fortaleció su posición considerablemente al casarse con la heredera del Landgraviate de Turingia (1249). Federico III el Fuerte († 1381) se casó con la heredera de Coburgo.

El surgimiento de la Casa de Wettin continuó en el siglo XV. En 1423, el emperador Sigismond confirió el ducado electoral de Sajonia a Federico I el Guerrero, Margrave de Misnia y Landgrave de Turingia. A partir de ese momento, él y sus descendientes llevarían el título de duque de Sajonia. Tras la muerte del Príncipe Elector Federico II el Bueno, las posesiones dinásticas se dividieron en 1485 (Tratado de Leipzig) entre sus hijos Ernesto y Alberto, dando lugar a las líneas Ernestina y Albertina.

La línea mayor, o Ernestina, retuvo el ducado electoral de Sajonia hasta la guerra entre el emperador Carlos V y la Liga Esmalcalda, una alianza de ciudades y príncipes protestantes en el Sacro Imperio Romano Germánico. Encabezada por el duque de Sajonia, Juan Federico I el Magnánimo, la Liga fue derrotada en Mühlberg y tras la firma de la Capitulación de Wittenberg en 1547, la dignidad del Príncipe Elector y muchas posesiones de Johan Friedrich pasaron a la línea Albertina. Este último produciría reyes de Polonia y Grandes Duques de Lituania y obtendría el título de Rey de Sajonia en 1806.

LEOPOLDO I Y SU FAMILIA

La línea ernestina se dividió gradualmente en muchos estados, los “ducados sajones”: Sajonia-Coburgo, Sajonia-Gotha, Sajonia-Weimar, Sajonia-Altenburgo, Sajonia-Eisenach, Sajonia-Meiningen, Sajonia-Saalfeld, etc., que se unieron a través de legados y tratados. Una de estas reorganizaciones se produjo tras la muerte del último duque de Sajonia-Gotha en 1826. Ernesto III, duque de Sajonia-Coburgo-Saalfeld, hermano mayor del futuro rey Leopoldo I, intercambió la región de Saalfeld por el ducado de Gotha y se convirtió en duque de Sajonia-Coburgo y Gotha bajo el nombre de Ernesto I.

En el siglo XIX, la rama de los Sajonia-Coburgo-Gotha adquirió una verdadera dimensión europea. Los descendientes del duque Francisco de Sajonia-Coburgo-Saalfeld (padre del rey Leopoldo I, fallecido en 1806), ascendieron a los tronos de Bélgica, Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Portugal y Bulgaria. Gracias a sus lazos familiares (fue en particular el tío y mentor de la reina Victoria de Gran Bretaña), y como Jefe de Estado de un país neutral, el rey Leopoldo I ejerció una gran influencia en la diplomacia en Europa de 1831 a 1865. de los estadistas más respetados de su época, conocido como el “Néstor de Europa“.

La Gran Guerra produjo la ruptura

Durante la Primera Guerra Mundial, el nieto de Leopoldo I, el rey Alberto I, se convirtió en el héroe de los belgas por su actuación en la batalla y se ganó el apodo de “Rey Caballero”. Su esposa, también alemana, Isabel de Baviera, adquirió el cariño popular por la misma razón y sus intervenciones solidarias le granjearon el mote de la “Reina Enfermera”. La guerra causó una gran división entre el rey Alberto y sus familiares de Sajonia-Coburgo, alineados al káiser, con lo cual la familia real belga, deseosa de enraizarse aún más en su reino, comenzó a dejar de usar el apellido dinástico.

A partir de 1920, los príncipes belgas dejaron de ser también “duques de Sajonia” en el momento en que nacían y el rey Alberto cambió el apellido dinástico a Van België, De Belgique o Von Belgien (“de Bélgica”) en los tres idiomas oficiales del país como respuesta al feroz sentimiento anti-alemán. El ejército alemán había matado a más de 6.000 ciudadanos belgas durante su invasión y ocupación en 1914, en lo que se conoció como la ” viola de la Belgique” , o violación de Bélgica. Y además de librar a la monarquía belga de su nombre alemán, al igual que la familia real británica en 1917, que reemplazó a Sajonia-Coburgo-Gotha con Windsor en 1917, Alberto I eliminó el escudo de su ascendencia alemana del escudo de armas real.

ALBERTO I Y LA REINA ISABEL

Un siglo más tarde, en lo que los comentaristas reales belgas describieron como un “reconocimiento oportuno” de los estrechos vínculos entre Bélgica y Alemania, a través de la OTAN y la UE, el escudo ancestral fue reintroducido por el rey Felipe en 2017 junto a la decisión de que solo las personas más estrechamente relacionadas al rey y cercanas al trono belga tomaran el apellido Van België, en lugar de Sajonia-Coburgo-Gotha, también puede haber sido un factor en el movimiento.

Mark Van den Wijngaert, profesor emérito de historia contemporánea en la Universidad Católica de Bruselas, dijo al periódico De Standaard que la eliminación del nombre alemán era comprensible en ese momento. “Pero mientras tanto estamos 100 años más allá y vivimos en estrecho contacto con Alemania, nos sentamos junto a ellos en la Unión Europea y la OTAN, y así sucesivamente”, dijo. “Y aunque la familia comenzó a llamarse ‘De Bélgica’, su origen es simplemente de Sajonia-Coburgo y Gotha, por lo que ya no es necesario ocultarlo”.