La historia de la corona que recibirá la “reina Camilla” y su diamante “maldito”

El día que el príncipe Carlos sea coronado Rey de Gran Bretaña, como sucesor de la reina Isabel II, su esposa Camilla será coronada Reina Consorte y, como tal, recibirá la corona que le corresponde, una joya invaluable, histórica y adornada con un diamante “maldito”.

Se espera que la pareja sea ungida, bendecida y coronada en la Abadía de Westminster, como se realiza con los reyes de Inglaterra desde el siglo X, y la entronización de la duquesa de Cornualles con el título de reina cuenta con la aceptación de la reina Isabel II.

Siguiendo la tradición, durante la ceremonia Camilla recibirá del arzobispo de Canterbury la Corona de la Reina Madre minutos después de que Carlos reciba la Corona de San Eduardo.

La corona que reposará sobre la cabeza de Camilla cuenta con un marco de platino engastado con 2.800 diamantes, muchos de los cuales provienen de una diadema de la reina Victoria, y contiene el diamante “Koh-i-Noor” (que significa Montaña de la Luz), una de las joyas más grandes y controvertidas del mundo.

La reina Isabel, esposa del rey Jorge VI y madre de Isabel II, recibió esta corona durante la coronación de su esposo el 3 de mayo de en 1937, después de haberse descartado el uso de la corona de la reina Alejandra (coronada en 1902) y la reina María (1911).

Fabricada por los joyeros reales Garrard & Co, la reina Isabel usó la corona, pero sin sus arcos, en las ceremonias de apertura del Parlamento durante el reinado de su esposo y en la coronación de su hija Isabel II, en junio de 1953, cuando adoptó el título de Reina Madre.

La corona, que ahora forma parte de las joyas de la corona que se exhiben en la Torre de Londres, salió por última vez para descansar sobre un cojín de terciopelo que se colocó sobre el ataúd de la reina madre, fallecida el 30 de marzo de 2002.

El diamante Koh-i-Noor de 105,6 quilates llegó a manos británicas a mediados del siglo XIX como regalo para Victoria. Otro gran diamante de la corona, fue entregado en 1856 a Victoria por el sultán Abdulmedjid, gobernante del Imperio Otomano, como gesto de gratitud por el apoyo británico durante la Guerra de Crimea.

La historia de «Koh-i-Noor», el diamante «maldito» de la corona de la reina

El diamante Koh-i-Noor, que significa «montaña de luz», es el ejemplo perfecto de una joya maldita, propiedad de numerosos gobernantes asiáticos a lo largo de los años que con demasiada frecuencia perdieron sus imperios y sus vidas.

Según la leyenda del año 1306, la desgracia caería sobre todos los hombres que lo poseyeran.

El diamante pasó de dinastía en dinastía en India, Afganistán, Irán y Pakistán después de muchos combates y derramamiento de sangre, y tras el final de la Segunda Guerra Anglo-Sikh y la anexión del Reino de Punjab, los tesoros fueron confiscados por la corona británica.

Después de que la Compañía Británica de las Indias Orientales tomó posesión del diamante a bordo de uno de sus barcos, no pasó mucho tiempo antes de que el cólera se apoderara y matara a decenas a bordo.

Inmediatamente después de su llegada a Gran Bretaña, la reina Victoria fue atacada por un hombre con un bastón (que recibió un desagradable ojo morado) mientras su carruaje atravesaba las puertas del palacio.

Menos de un mes después, en julio de 1850, el primer ministro del país, Robert Peel, murió después de caerse de su caballo y ser pisoteado, todas las desgracias atribuidas a la llegada del diamante en ese momento.

Sin embargo, la mayoría cree que la maldición recae solo sobre los hombres vinculados a la piedra, no sobre las mujeres, por lo que a partir de entonces solo mujeres usaron el diamante.

La piedra finalmente se colocó en la corona de la reina María de Inglaterra, esposa de Jorge V, para su coronación en 1911, y luego en 1937, en la corona de la reina Isabel.

La “corona de la reina” Ranavalona III de Madagascar regresó a su país

Antigua propiedad colonial francesa, adornó el dosel de la coronación de la última reina malgache y tuvo una restitución muy celebrada.

La corona del dosel de la última reina de Madagascar, Ranavalona III (1861-1917), voló finalmente desde París hasta Antananarivo el jueves 5 de noviembre. Se trató de un acto simbólico, calificado de “histórico” por el presidente Andry Rajoelina, y que coincidió con la inauguración del renovado Palacio de la Reina, ubicado en las alturas de la capital malgache. Es en este palacio, el Rova, donde se exhibirá la pieza de dosel.

“No es una corona en el sentido en que la entendemos comúnmente”, explicó Ariane James-Sarazin, subdirectora del Museo del Ejército de París, y agregó: “Esta pieza es un elemento decorativo en forma de corona que coronó el dosel utilizado por la reina Ranavalona III durante los solemnes eventos denominados ‘Gran Kabary’ durante los cuales se dirigía a la población”.

En 1897 la reina Ranavalona III, última reina de la dinastía Merina y última soberana del país hasta la Independencia de 1960, fue depuesta por los franceses y obligada a exiliarse primero en Isla de Reunión y después en Argelia, donde murió en 1917.

El tocado de zinc dorado adornado con tela ocre y granate, de 70 cm de alto y 35 cm de diámetro, se encontraba desde 1910 en el Museo del Ejército, en Les Invalides, París, tras una donación del juez retirado Georges Richard establecido en la isla de Reunión.

El presidente Rajoelina había enviado oficialmente una carta a Emmanuel Macron en febrero pidiéndole la restitución de la «corona de la reina». Con la esperanza de que pueda conducir a la conmemoración del 60º aniversario de la independencia de la antigua colonia francesa en junio.

“El 5 de noviembre de 2020 seguirá siendo una fecha histórica para Madagascar. Marcó el regreso de la corona del estrado de la reina Ranavalona III, 123 años después de su confiscación. Esta joya simboliza nuestra riqueza cultural, ¡es un legado que dejaremos a nuestros hijos!”, celebró el presidente de Madagascar, quien definió a la joya real como el “símbolo de la soberanía nacional” de su país.

“Dado que el país está políticamente dividido y la recesión se afianza tras la epidemia de coronavirus, Andry Rajoelina espera hacer de esta ‘victoria’ un momento de unidad nacional”, analizó el diario francés Le Monde.

«Este gesto está totalmente en línea con la voluntad del presidente Macron de que se cumplan las condiciones para la restitución de los bienes patrimoniales en un plazo de cinco años”, dijo el embajador francés, Christophe Bouchard, en una pomposa ceremonia de repatriación.

“Este acuerdo forma parte del proceso de devolución a Madagascar de este bien cultural, símbolo de la historia malgache, en virtud del cual Francia se compromete a iniciar, lo antes posible, las medidas previas al procedimiento legislativo que permitan al transferencia de la propiedad de esta propiedad a Madagascar”, especificó el Ministerio de Cultura francés.

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