El 31 de mayo de 1906, hace 116 años, el rey Alfonso XIII de España se casó con la princesa británica Victoria Eugenia de Battenberg, en una magnífica boda en Madrid celebrada por multitudes. De esta forma, Victoria Eugenia se convirtió en la nueva reina consorte del país, que durante meses había especulado sobre la princesa que llevaría la corona.
En 1905, el rey Alfonso XIII tenía veinte años y era el “soltero de oro” de Europa. La búsqueda de una esposa para el joven monarca alimentó las febriles especulaciones de la prensa europea y los ciudadanos de a pie comentaban por todas partes sobre la posible futura reina.
En Madrid, el diario monárquico “ABC” hizo una encuesta popular en la que se preguntaba “¿Quién será la futura reina de España?” y adjuntaba retratos y datos biográficos de varias princesas solteras y en edad de casarse. Entre ellas figuraba la que, en efecto, fue la esposa del rey, Victoria Eugenia de Battenberg.

La encuesta se hizo inesperadamente popular y los madrileños compraban las boletas de votaciones en las tiendas, oficinas del gobierno, clubes, cafés y hasta en los más humildes almacenes. A Alfonso XIII el asunto le parecía tan divertido que, cuando iba a desayunar, tomaba el periódico del día y se preguntaba: “¿Hoy con qué princesa me casan los periódicos?”
La lista de ABC incluía a cuatro princesas inglesas -Ena de Battenberg, Beatriz de Sajonia-Coburgo, Patricia de Connaught y su hermana, Margarita, todas ellas nietas de la reina Victoria-, una princesa francesa y varias princesas alemanas, entre ellas la hija del káiser alemán y una descendiente de los reyes de Gran Bretaña y Hannover. ¿Qué sucedió con ellas después de sonar como posibles prometidas del rey?

Olga de Cumberland (1884-1964), nacida en Gmunden, Austria, era la hija del Príncipe Heredero Ernesto Augusto de Hannover y de la princesa Thyra de Dinamarca. Tataranieta del rey Jorge III de Inglaterra, era, además, nieta del rey Christian IX de Dinamarca y sobrina de la entonces reina consorte de Inglaterra, Alejandra. Aunque tenía riqueza y belleza, la postulación de Olga como reina de España fracasó y ella permaneció soltera por el resto de su vida hasta su muerte en Austria.
Victoria Luisa de Prusia (1892-1980) parecía la candidata de más importancia en cuanto a linaje. Era nada menos que la única hija mujer del entonces emperador Guillermo II de Alemania y tenía sangre británica (condición muy importante para ser consorte en cualquier país de Europa). Su problema es que era bastante joven, ya que tenía solo 13 años cuando ABC la colocó en la lista de favoritas, y el káiser se hubiera negado a apoyar a su hija si se convertía al catolicismo.

En 1913, Victoria Luisa contrajo matrimonio en Potsdam con el príncipe Ernesto Augusto de Hannover (hermano de la mencionada Olga de Cumberland), logrando que el emperador alemán restituyera a su dinastía el tesoro de la corona de Hannover y el ducado hereditario de Brunswick, que ocupó hasta la caída del imperio en 1918. Si bien Victoria Luisa no fue reina de España, sí llegó a serlo su nieta, Sofía de Grecia.
Wiltrude (1884-1975), de la casa real de Baviera, era otra princesa alemana que sonó como posible esposa de Alfonso XIII y, si bien no fue reina de España, puso haber sido reina de Lituania. Décima de los 13 hijos de Luis III, último rey bávaro, y sobrina del “rey loco” Luis II, Wiltrud de Baviera se casaría a los 30 años con el aristócrata alemán Wilhelm, duque de Urach, quien sería brevemente rey de Lituania durante tres meses en 1918, bajo el nombre de «Mindaugas II».
La princesa británica y nieta de la reina Victoria Patricia de Connaught (1886-1974) era la favorita del gobierno de España y, de hecho, se organizó el viaje de Alfonso XIII a Londres con el objetivo de que la conociera. Ese noviazgo, sin embargo, no se concretó ya que en medio de las recepciones y fiestas que la corte británica ofreció en su honor, el joven rey español quedó encandilado con una prima de Patricia, Ena de Battenberg.

Hermosa, solidaria, feminista y ferozmente inteligente, cortejada por reyes y príncipes de toda Europa, la bella Patricia viajó a todas partes con su amado loro (a menudo parado sobre uno de sus hombros) y se casó con un plebeyo por amor en 1919. Ese año, abandonó la “realeza” y adoptó un título secundario para vivir discretamente el resto de su vida. Patricia manifestó su apoyó al derecho de sufragio de las mujeres e hizo una declaración contundente al nombrar a una sufragista prominente como su dama de honor.
María Antonieta de Mecklemburg (1882-1944) tenía todo el apoyo del Papa Pío X y del káiser Guillermo II para casarse con Alfonso XIII, ya que era católica. También en España se consideraba una buena candidata que contentaría a carlistas y a los católicos más fervientes. En 1906 Alfonso viajó a Berlín, donde conoció a la duquesa en un banquete en su honor, pero no mostró demasiado interés en ella ya que, para entonces, estaba decidido a casarse con Victoria Eugenia.
María Antonieta nunca llegó a contraer matrimonio. Guardiana de los tesoros de su dinastía, mantuvo toda su vida buenas relaciones con distintas familias reales europeas, con las que habían emparentado sus hermanos, pero nunca encontró al príncipe ideal. María Antonieta murió en 1944 en Bled, después de nombrar como su heredera a su fiel dama de compañía, Antonia Pilars de Pilar, que la había acompañado durante gran parte de su vida.
Benefactora, elegante, rebelde y hasta escandalosa, Beatriz de Sajonia-Coburgo-Gotha (1884-1966) era nieta de la reina Victoria a través de su padre, el príncipe Alfredo, y del zar Alejandro II de Rusia. Y aunque no llegó a ser reina de España, sí se casó con un infante de la familia Borbón y vivió en España casi toda su vida. En 1906, en Madrid, después de asistir a la boda del su prima Ena con Alfonso XIII, conoció a su futuro marido, el infante don Alfonso de Orleáns-Borbón, primo del rey e hijo de la infanta Eulalia.

Alfonso y Beatriz se casaron pese a la oposición de la corte y del gobierno español, ya que la princesa se negó a convertirse al catolicismo. El acto le valió a Alfonso que se le despojara de su título real y durante veintidós meses debieron vivir en el extranjero. Se rumoreó que Beatriz mantuvo un affaire con Alfonso XIII, lo que la enfrentó a la reina Victoria Eugenia y le costó un nuevo exilio en 1916. De regreso, Beatriz y Alfonso conservaron el cariño y el respeto de los españoles después de la caída de la monarquía y continuaron viviendo en España el resto de sus vidas.
Luisa de Orleáns (1882-1958), tres años mayor que Alfonso XIII, fue otra de las protagonistas de la encuesta de ABC. Hija del conde de París, pretendiente del trono de Francia, ofrecía una buena dosis de sangre azul, ya que era nieta de la infanta española Luisa Fernanda, tía abuela del rey. La familia Orleáns vivía entonces en el exilio, esparcida en varias propiedades distribuidas por Europa, y las princesas de la familia eran muy codiciadas por los príncipes solteros.

Dos años después de que Alfonso XIII se casara con Victoria Eugenia, Luisa se casó con el infante don Carlos de Borbón-Dos Sicilias, quien era viudo de María de las Mercedes, princesa de Asturias y hermana mayor del rey Alfonso. Una de sus hijas, María de las Mercedes de Borbón y Orleans (1910-2000) fue casi reina al casarse con don Juan de Borbón, conde de Barcelona. El nieto de Luisa sería el rey Juan Carlos I de España, y su bisnieto, Felipe VI, ocupa actualmente el trono.