El especial pasatiempo del emperador Akihito de Japón tras su abdicación

El emperador emérito japonés Akihito, quien abdicó al Trono del Crisantemo en abril de 2019, aprovecha su tiempo libre para dedicarse a su gran pasión científica y, en el transcurso de estos años, ha descubierto dos nuevas especies de peces gobio.

El artículo sobre el descubrimiento se publicó online en mayo en la versión en inglés de la revista de la Sociedad Ictiológica de Japón, de la cual el emperador es miembro honorario, y se trata del 34º artículo de Akihito relacionado con esta el pez gobio y el primero desde que abdicó.

El último descubrimiento es el primero de su tipo realizado por el emperador emérito en 18 años, lo que eleva el número total de nuevas especies de peces gobio que ha encontrado a 10”, dijo el Japan Times.

Las dos nuevas especies fueron recolectadas en las islas de Zamami e Iriomote en la prefectura de Okinawa entre 2001 y 2008 por personal del instituto de investigación biológica del Palacio Imperial de Tokio.

El emperador Akihito, ahora de 87 años, descubrió que se trataba de una nueva especie después de analizar los órganos sensoriales de la cabeza de los peces y otras características.

El emperador, que se ha dedicado a la clasificación de peces gobio desde que era príncipe heredero, inició su investigación hace cuatro años, pero solo pudo poner todas sus energias y su tiempo en ello después de su abdicación. Ahora está considerando revisar y reorganizar su investigación anterior, pero aún no se ha fijado un plan detallado.

Un apasionado investigador

Hombre de grandes inquietudes científicas, Akihito se dio a conocer a sus súbditos como un experto en taxonomía, ictiología, historia natural y conservacionismo, aptitud y devoción investigadoras que heredó directamente de su padre Hirohito, el cual, tras la guerra, había dedicado muchas horas de su vida al estudio de especies biológicas marinas en su laboratorio instalado en el Palacio Imperial.

En 2005 una nueva especie de pez de la familia de los góbidos, en cuya taxonomía Akihito estaba especializado, fue bautizada con el nombre de Exyrias akihito en honor al ictiólogo emperador. Dos años después, los ictiólogos Watson, Keith y Marquet definieron el nuevo género Akihito de góbidos, exclusivo de las aguas dulces del archipiélago de Vanuatu y la isla de Futuna, y formado por dos especies, Akihito futuna y Akihito vanuatu.

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Akihito de Japón reaparece en su cumpleaños 87 tras meses de silencio y encierro

Desde el inicio e la pandemia, el emperador emérito vive con su esposa, Michiko, en la Residencia Imperial de Takanawa, su hogar temporal.

El ex emperador de Japón, Akihito, cumplió 87 años el miércoles 23 de diciembre, después de haber pasado gran parte del año tranquilamente en su residencia de Tokio en medio de la nueva pandemia de coronavirus.

Se trata del segundo cumpleaños que vive como Emperador Emérito desde que dejó el Trono del Crisantemo en abril del año pasado cuando se convirtió en el primer monarca japonés en abdicar en unos 200 años.

La casa imperial informó con motivo del cumpleaños que Akihito se abstuvo de salir a la calle excepto para visitar el Palacio Imperial y no ha aceptado visitantes desde el inicio de la crisis sanitaria mundial.

Por el contrario, el emperador pasó gran parte de su tiempo realizando investigaciones sobre peces gobio en un instituto de investigación biológica dentro del Palacio Imperial en el centro de Tokio y escribiendo una tesis sobre una especie que se encuentra en el sur de Japón.

En marzo, Akihito y la ex emperatriz Michiko, su esposa desde hace 61 años, abandonaron el Palacio Imperial de Tokio después de 27 años de vivir allí para instalarse temporalmente en la Residencia de Takanawa, en el primer paso para cambiar de residencia con el emperador Naruhito y su familia.

A lo largo de la pandemia, los emperadores eméritos disfrutaron de realizar largas caminatas diarias por la propiedad, informó la Agencia de la Casa Imperial.

El ex emperador ha mostrado interés en la «nueva normalidad» mientras la sociedad lidia con la pandemia de coronavirus, dijo la Agencia. Con frecuencia durante estos meses ha recibido informes de un médico experto sobre las características del nuevo virus y cómo se compara la epidemia actual con la pandemia de gripe española de hace unos 100 años, agrega el informe de la Agencia.

Japón ha salido relativamente bien parado desde el inicio de la pandemia, con más de 201.000 infecciones y más de 2.800 muertos a nivel nacional, estadísticas bajas si se comparan con las de otros países. Pero el número de infecciones diarias de covid-19 está en fuerte aumento desde noviembre. Tokio, que ahora teme por un colapso de sus hospitales, estuvo en las últimas semanas batiendo récords de nuevos casos.

Japón: cómo funciona la corte más estricta y misteriosa del mundo

La ‘Kunaicho’ o Agencia Imperial es una poderosa burocracia secreta que ejerce un enorme control sobre los asuntos de la familia del emperador.

La familia imperial japonesa es un fenómeno extraordinario, muy querida por el pueblo nipón, pero cargada de tabúes que la mayoría de los japoneses se abstienen de discutir. Incluso sin contar su mítica prehistoria, es mucho más antigua que cualquier otra monarquía hereditaria existente. A diferencia de la realeza europea o los antiguos emperadores de China, los emperadores japoneses eran considerados seres divinos, descendientes directos de la diosa del sol Amaterasu Omikami.

Pero después del siglo XII, perdieron la mayor parte de su poder temporal y pasaron a tener peso espiritual. Una larga línea de “shoguns” (señores feudales) utilizó a los emperadores para validar su propio gobierno. Los emperadores fueron recluidos, a menudo sirviendo como símbolos decorativos. Muchos de ellos fueron coronados siendo niños y obligados a abdicar a edad temprana, para responder a los intereses políticos del shogun de turno. De hecho, después de ocho siglos de gobierno militar muchos japoneses a principios del siglo XIX ni siquiera sabían que todavía existía un emperador.

“La historia de Japón comienza con el emperador”

El emperador Hirohito y la emperatriz Nagako.

La revolucionaria ‘Restauración Meiji’ cambió todo eso. En 1867, un grupo de samurais derrocó al último shogun. Temerosos de que el poder occidental invadiera Japón, colocaron al emperador Mutsuhito (conocido póstumamente como Meiji), de 15 años de edad, en el centro del gobierno y lo convirtieron en el punto focal de sus esfuerzos por estimular una nueva conciencia nacional. Por primera vez, todo Japón se vio obligado a jurar lealtad a un emperador, y efectivamente el sistema se convirtió en una teocracia. El Shinto, la religión nativa de Japón, que nunca había desarrollado un dogma u ortodoxia formal, se reconfiguró para centrarse en el emperador. Los lazos imperiales con el budismo fueron cortados. Codificado por una constitución y una serie de nuevas leyes, todo poder terrenal y religioso emanaba ahora del emperador, un dios encarnado.

Los historiadores japoneses entonces reforzaron la nueva legitimidad imperial mediante el uso de textos antiguos para trazar una línea directa –de dudosa existencia– de 120 emperadores entre Meiji y Jimmu, el primer emperador mitológico que comenzó su reinado el 11 de febrero de 660 a.C. Dice el profesor Mori, de la Universidad de Doshisha: “Es de conocimiento general que los primeros nueve emperadores fueron inventados”. “No creo que la mayoría de la gente se dé cuenta de que toda la concepción actual del sistema imperial tiene solo 135 años, y es un producto de la política», escribe Kyosuke Itagaki, autor de un libro sobre el sistema imperial. “Una serie de tradiciones que muchos japoneses consideran antiguas, incluyendo la bandera y el sello imperial del crisantemo, en realidad provienen de finales del siglo XIX”, agrega.

Pero tras la refundación del sistema imperial, ya no fueron los shogun, sino los funcionarios de la corte, quienes mantuvieron el control absoluto sobre el emperador. Para antes de la Segunda Guerra Mundial, el Ministerio de la Casa Imperial se había convertido en una de las burocracias más poderosas del país. Manejaba las propiedades más grandes de Japón y estaba entre sus instituciones financieras más grandes, con amplias participaciones en el Banco colonial de Corea y el Ferrocarril de Manchuria del Sur. Gracias a los inmensos poderes para operar independientemente del parlamento, el ministerio funcionaba casi como un gobierno en la sombra.

Tras la guerra, el general estadounidense Douglas MacArthur y el gobierno de Estados Unidos decidieron que retener a la corte imperial era esencial para la legitimidad de la ocupación, aunque el emperador fue obligado a renunciar a su divinidad. Para los ultranacionalistas aún poderosos de Japón, que desean restablecer una reverencia por el emperador, el linaje imperial conserva una importancia mística, incluso religiosa. Akira Momochi, profesor de derecho constitucional en la Universidad de Nihon, lo cree: “El emperador posee una existencia divina, una existencia sagrada”. Norifumi Shimazu, jefe de teología de la Asociación conservadora de santuarios sintoístas, subraya el supuesto papel central del emperador en la historia: “Japón no puede existir como país sin el emperador. La historia de Japón comienza con el emperador. El emperador se encuentra en la raíz de quienes somos como japoneses”.

Más de un millar de cortesanos

Proclamación de Akihito como príncipe heredero en 1952.

La ocupación vio una reducción masiva de la Casa Imperial, que se transformó en la “Kunaicho”, la Agencia de la Casa Imperial: final de la guerra, tenía más de 6.000 empleados y actualmente consta de 1.100 personas que velan por las tradiciones imperiales con mano de hierro. Responsable de administrar todos los asuntos de la familia imperial de Japón, incluidos los palacios imperiales, la agenda oficial y las ceremonias rituales, se dice que es la agencia más secreta en Japón, incluso más que la oficina de Inteligencia del Estado, y que su principal misión es ocultar todo lo que sucede puertas adentro del palacio.

La agencia está dividida en dos partes: el omote, o «frente», y el oku, o «atrás». El “frente” son un grupo de funcionarios administrativos que sirve de enlace con los miembros del gabinete, los ministerios y otras agencias estatales. La «parte posterior» consiste en 80 personas que cuidan la vida cotidiana de los emperadores. El jefe del “oku” es el “jijucho”, o gran chambelán, a quien asisten cortesanos menores y damas. “Cuidan del emperador y de su esposa las 24 horas del día”, dice el periodista Kiyoshi Kubo, del diario Yomiuri Shimbun. “El oku incluye a las criadas y otros que sirven comidas, se cambian de ropa y limpian sus habitaciones. También incluye a los médicos de la corte”. Hasta la década de 1970, cuando el gobierno decidió que trajes, corbatas y automóviles serían más apropiados, los chambelanes vestían túnicas blancas y viajaban en carruajes tirados por caballos para rezar en los santuarios del palacio.

Los críticos dicen que la Kunaicho utiliza sus poderes para dibujar una «cortina de crisantemo» casi impenetrable alrededor de la familia imperial en una búsqueda sostenible y eficiente por mitificar al emperador y los suyos. La agencia controla estrechamente el flujo de información sobre la monarquía japonesa, no solo al público sino al resto del gobierno, y orquesta las “conferencias de prensa” en la que los miembros de la familia imperial aparecen ante periodistas para repetir de memorias repuestas previamente escritas por el chambelán.

La Kunaicho es una agencia dependiente directamente del Ministerio de la Casa Imperial una organización a nivel de gabinete. Bajo las reformas de la Posguerra, se rebajó a una oficina adjunta a la oficina del primer ministro, con el gran administrador designado por el primer ministro. La agencia tiene 1.130 empleados, con un presupuesto anual de alrededor del Estado. La familia imperial, a diferencia de la familia real británica, por ejemplo, no tiene otra fuente de ingresos que no sea ese presupuesto anual. La mayor parte, US$ 66 millones en el último año fiscal, se destinó a los costos administrativos de la agencia, que incluyen el mantenimiento de los palacios imperiales y varias funciones oficiales. El resto, alrededor de US$ 24 millones, fue directamente a la propia familia imperial, incluido el príncipe heredero (actual emperador Naruhito).

En otros tiempos, el emperador generalmente pasaba parte de su día en su oficina tratando con sus limitados deberes oficiales, como firmar documentos. “Si el Emperador tiene una pregunta que hacer mientras trabaja” explicó Kubo, “sus chambelanes le ayudarán y, si es necesario, se comunicarán con el omote”. Estos funcionarios escriben cuidadosamente las apariciones públicas del emperador, incluidas sus reuniones ceremoniales con jefes de estado visitantes. Por tradición, cuando el emperador se encuentra con un invitado, los contenidos de la discusión nunca se revelan, pero el gran chambelán y el gran maestro de ceremonias asisten a esas reuniones y luego informan a la prensa. La mística que rodea al oku se ha visto agravada por el hecho de que, hasta hace unas décadas, los que ocupaban sus primeros puestos eran de familias aristocráticas de alto nivel. De hecho, hasta el inicio del reinado del emperador Akihito el gran chambelán era un descendiente de la poderosa dinastía Tokugawa que gobernó a Japón como shogunes durante 250 años. Pasó más de 50 años en su cargo.

Proteger la divinidad imperial

Akihito fue el primer emperador que llegó al trono como un ser humano común y no como un semidiós shinto.

Para muchos japoneses, la actitud de la Agencia de la Casa Imperial es un vestigio incómodo de la era anterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando el emperador se mantuvo totalmente alejado del pueblo, no podía ser visto a los ojos, su nombre jamás podía ser mencionado y era tratado como una figura divina de acuerdo con los antiguos mitos. Los cuerpos de los emperadores Meiji y Taisho (que reinaron a principios del siglo XX) no podía ser tocados por los médicos sino con guantes de seda, y la leyenda dice que los sastres tomaban medidas a los emperadores desde lejos. La divinidad imperial no podía ser vulnerada al punto que, cuando el carruaje imperial pasaba (velado por cortinas para que nadie pudiera ver a su imperial pasajero), las ventanas de los edificios debía cerrarse inmediatamente, y la torre del cuartel de Policía de Tokio, en los años 20, no se terminó de construir porque desde ella se veían los jardines del palacio.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, dentro de los muros palaciegos los cortesanos de más alto rango se encargaban de mantener intacta la sacralidad de los emperadores, que incluso tenían prohibido comunicarse con nobles cuyos linajes no se remontasen a más de 2.000 años de antigüedad. Los escasos retratos que la casa imperial publicaba se cubrían con una tela semitransparente y una vez un funcionario se negó a responder a un embajador acerca del aspecto físico del emperador Hirohito porque no era concebible que el “Mikado” (término de la literatura clásica nipona que significa “Puerta de los cielos” y que designaba indirectamente al emperador) pudiera ser descrito, de la misma forma que el aire o el Sol. En 1936, la revista norteamericana “Time” publicó en su portada uno de esos escasos retratos de Hirohito y centenares de súbditos japoneses escribieron a la editorial suplicando a quien tuviera un ejemplar que jamás lo apoyara con la portada hacia abajo o pusiera ningún objeto sobre ella.

Pasados setenta años de la capitulación de Japón, y de que los Estados Unidos hubieran presionado para eliminar aquellos “mitos y leyendas” que adjudicaban divinidad al emperador, la Kunaicho aún procura mantener intacta la sacralidad imperial al preservar rituales, costumbres y protocolos de varios siglos de antigüedad. “La agencia está orgullosa de su sistema secreto, que mantiene al Emperador rodeado de muchos tabúes”, explicó una vez un funcionario. “Incluso el Primer Ministro no habla directamente con el emperador sin pasar primero por la Agencia”, dijo Hakubun Shimomura, un parlamentario del Partido Demócrata Liberal y partidario de la sucesión imperial femenina. La Agencia rara vez permite que los medios de comunicación accedan a la familia imperial y no oculta su aversión a la prensa.

Al tiempo, los burócratas de la agencia niegan que estén ocultando información del público y, en comparación con el período anterior a la guerra, los últimos años se encargaron de mostrar unos emperadores mucho más activos. Sin embargo, la vida de la familia real continúa en gran medida en los alrededores distantes del Palacio Imperial, al que el público casi no tiene acceso. Dentro del palacio, el emperador todavía realiza rituales de varios siglos de antigüedad asociados con las antiguas creencias del culto a los antepasados y el sintoísmo. “El principio de la agencia es no decir nada de lo que ocurre dentro de la institución imperial”, dice el periodista Hiroshi Takahashi.

A diferencia de los miembros de la realeza europea, que tienen sus propios intereses y objetivos y presiden organizaciones benéficas, los miembros de la familia imperial de Japón prácticamente no tienen voz en sus calendarios. En su determinación de administrar por etapas la vida de la familia real y moldear su imagen pública, la Kunaicho incluso va tan lejos como para bloquear ciertas líneas de investigación académica para evitar revalorizaciones incómodas de la historia imperial. “Los miembros de la familia imperial no pueden elegir a dónde van o qué hacen», dice Shinji Yamashita, un ex jefe del departamento de relaciones públicas de la agencia.

«Nunca se les podría permitir favorecer a una organización benéfica sobre otra”, agrega el exfuncionario. No pueden decir que les gustan las manzanas, porque si las tuvieran, ¿qué dirían los cultivadores de naranjas?” De manera significativa, los miembros de la realeza japonesa, por diseño, todavía habitan el reino celestial: no tienen apellido, ni riqueza ni posesiones personales, ni pasaportes y pocos derechos legales, si es que tienen alguno, y el derecho del emperador Akihito a jubilarse fue discutido ampliamente durante tres años por el gobierno y el parlamento. Akira Asada, profesor de la Universidad de Kyoto, reflexiona: “A los miembros de la familia imperial no se les permite vivir como los seres humanos normales. Se les obliga a vivir en una situación miserable, despojados de muchos derechos humanos básicos”.

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Akihito y Michiko de Japón se mudaron del palacio imperial tras habitarlo durante 26 años

La octogenaria pareja se alojará primero en la Villa Imperial Hayama y más tarde se mudarán a la Granja Imperial Tochigi.

El emperador emérito Akihito de Japón, quien abdicó el trono hace casi un año, y su esposa la emperatriz emérita Michiko abandonaron el Palacio Imperial de Tokio, su hogar desde 1993, en un primer paso rumbo al intercambio de residencias con el emperador actual, su hijo Naruhito, y su familia.

La octogenaria pareja se alojará primero en la Villa Imperial Hayama en la Prefectura de Kanagawa y más tarde se mudarán a la Granja Imperial de la Prefectura de Tochigi, mientras que sus pertenencias se trasladarán a la Residencia Imperial de Takanawa, su residencia temporal en Tokio a partir del 31 de marzo. Los soberanos eméritos tienen programado vivir en allí hasta por un año y medio, antes de mudarse a la residencia de Akasaka.

Antes de mudarse, Akihito, de 86 años, y Michiko, de 85, donaron a distintos museos japoneses algunos de los aproximadamente 4.000 regalos que recibieron de dignatarios extranjeros desde que Akihito ascendió al trono, en 1989, hasta su abdicación el 30 de abril del año pasado. Se trata del primer monarca japonés que renunció al trono en unos 200 años. El hijo mayor, Naruhito, de 60 años, que ascendió al trono de crisantemo el día después de la abdicación de su padre, y su esposa, la emperatriz Masako, de 56 años, pronto se trasladarán al Palacio Imperial desde la cercana residencia imperial de Akasaka.

La residencia Takanawa, que consta de una planta baja y un sótano, fue construida en 1973 y anteriormente fue el hogar del difunto príncipe Takamatsu, tío del emperador Akihito, y su esposa, fallecida en 2004. La residencia de Akasaka, entre tanto, se renovará para acomodar a la anciana pareja, con ascensores y rampas para facilitar su movilidad. Su antigua residencia en el Palacio Imperial también será remodelada para el nuevo emperador y su familia.

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La familia imperial japonesa se recluye ante la “alerta total” por el coronavirus

La casa imperial suspendió numerosos compromisos y eventos mientraslos trabajadores dejan de presentarse al palacio.

La Agencia de la Casa Imperial de Japón se encuentra bajo «alerta total» y toma precauciones extremas en plena crisis global por el coronavirus COVID-19, para proteger al emperador y a otros miembros de la familia imperial de la infección a medida que aumenta la preocupación por el brote. En Japón se registran a la fecha 500 casos, pero la cifra total mundial superó los 108.000 a medida que la epidemia se expande por más de cincuenta países. La familia imperial ha decidido recluirse en sus palacios y numerosos compromisos y actividades, incluidos los homenajes a las víctimas del Gran Terremoto de 2011, se cancelaron o pospusieron.

«Se supone que es un momento para que la nueva casa imperial se ponga en movimiento después de una serie de ritos de sucesión, por lo que es triste que tengamos que cancelar un evento tras otro», dijo un funcionario de la Kunaicho, la agencia imperial. El Palacio Imperial, ícono turístico de Tokio, fue cerrado al público en el cumpleaños número 60 del emperador el 23 de febrero tras la decisión de la agencia de no hacer que la pareja imperial u otros miembros de la familia aparezcan en público y las restricciones aumentaron. Según la agencia japonesa Kyodo, la apertura anual del camino en los terrenos del palacio que generalmente, que atrae a unas 380.000 personas el año pasado cada primavera, se canceló este año.

Preocupación por los ancianos emperadores

La visita de Estado del presidente chino Xi Jinping al emperador Naruhito se canceló al igual que al menos cinco eventos relacionados con el príncipe heredero Akishino, el hermano menor del emperador, y su familia también sufrieron cambios. Dado que hay muchos miembros mayores en la familia, incluido el ex emperador Akihito, de 86 años, y la emperatriz Michiko, de 85, la corte ha tomado varias medidas para protegerse contra el coronavirus. Según The Japan Times, los funcionarios de palacio evitan los desplazamientos en horas pico y comienzan a trabajar a distancia. Los que necesitan reunirse con miembros de la familia deben utilizar barbijos mientras la casa imperial también dejó de aceptar cientos de limpiadores voluntarios del Palacio Imperial.

La epidemia del nuevo coronavirus contagió ya a más de 100.000 personas en todo el mundo, según la Agence France Presse. La Organización Mundial de la Salud (MS) calificó la propagación del virus como «profundamente preocupante», ya que una oleada de países reportó sus primeros casos de la enfermedad, que ahora mató a casi 3.500 personas e infectado a más de 100.000 en 92 naciones. Corea del Sur, el segundo país más afectado por la enfermedad, protestó contra las medidas que tildó de «irracionales» de cuarentena que impuso Japón a las personas que llegan de ese país.

Los emperadores eméritos de Japón quieren celebrar el Año Nuevo con el pueblo y los nuevos emperadores

Rompiendo una tradición de muchos siglos, el emperador Akihito no quiere ocultarse del ojo público tras su abdicación en abril.

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Akishino de Japón al cumplir 54 años: «La familia imperial debería amoldarse a los tiempos que corren»

Mientras tanto, debe continuar «compartiendo las alegrías y tristezas» de los japoneses, señaló el heredero del trono.

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