La muy esperada boda de la princesa Mako y Kei Komuro, tras cuatro años de un polémico compromiso, significó para la monarquía más antigua del mundo la pérdida de un miembro, lo que redujo a la familia real a solo 12 mujeres y 5 hombres encargados de llevar a cabo los deberes oficiales y perpetuar el linaje.
Había 67 miembros de la familia real de Japón después de la Segunda Guerra Mundial, pero actualmente se compone del emperador Naruhito y la emperatriz Masako, quienes solo tienen una hija, la princesa Aiko. Se completa con el príncipe heredero Fumihito, padre de Mako, su esposa la princesa Kiko y su único hijo varón, el príncipe Hisahito, el único hombre nacido en los últimos 60 años y el único de su generación, en cuya persona recae la tarea de perpetuar el linaje imperial. El tercero en la línea sucesoria es el príncipe Hitachi, de 83 años, que no tuvo descendencia, mientras que el anterior emperador, Akihito, abdicó en 2019 y se retiró de la vida oficial con el título de “emérito”.
Los expertos temen que, pese a la escasez de miembros trabajadores de la familia imperial, los sucesivos gobierno conservadores se muestren decididos a mantener las tradiciones incluso si eso significa el fin de la monarquía. Según la historia oficial, el linaje imperial se originó en la diosa del sol Amaterasu, hace 2.600 años, y hasta el momento han reinado 126 emperadores.
La princesa Mako, de 30 años, hija del príncipe heredero y sobrina del emperador Naruhito, perdió su título imperial y su lugar entre los miembros trabajadores de la familia imperial tras su boda civil este 26 de octubre. La princesa tuvo que dejar, además, los cargos de patrocinio que había dirigido, aumentando aún más la carga laboral a la menguante y envejecida familia imperial.
“Es una desviación radical de lo que se espera de las mujeres de la familia imperial”, opinó Shihoko Goto, subdirectora de Geoeconomía del Wilson Center, un grupo de expertos con sede en Washington y especialista en asuntos asiáticos. La princesa Mako, dijo “se sacrifica y se desarraiga de la comodidad, la seguridad y los privilegios de su vida para seguir su propio camino”.
La boda de la princesa Mako aumentó destacado los llamamientos para permitir que las mujeres formen parte de la línea de sucesión al Trono del Crisantemo, como una forma de apuntalar la monarquía hereditaria continua más antigua del mundo y de alinearla con las ideas más modernas sobre la igualdad de género.
“Irónicamente, la familia imperial no puede hacer nada al respecto. El papel de la monarquía, incluida su línea de sucesión, se rige por la ley japonesa. En las últimas dos décadas, varios altos funcionarios políticos han considerado en vano cambiar las reglas”, opinó el periódico The Japan Times.
Pese pese a las reticencia de los gobiernos y del conservador panel de expertos que lo asesora, esta una idea abrumadoramente popular, según una encuesta de Kyodo News realizada en marzo y abril. De los encuestados, el 85% dijo que estaba a favor de una emperatriz reinante, y casi la misma cantidad (el 79%) dijo que apoyaría dejar que las princesas transmitan sus derechos al trono a sus propios hijos.
“El matrimonio de la princesa Mako es una señal de advertencia”
En 2006, la legislación propuesta para permitir que las princesas fueran incluidas en la línea sucesoria fue archivada después del nacimiento del príncipe Hisahito. En 2012, el entonces primer ministro Yoshihiko Noda consideró permitir que las princesas crearan sus propias ramas imperiales y mantuvieran su estatus cuando se casaran, una iniciativa que se estancó cuando Shinzo Abe llegó al poder.
Más recientemente, el ex primer ministro Yoshihide Suga creó un panel de expertos para investigar el asunto y buscar salidas apropiadas a la disminución de la monarquía, pero los debates se agotaron cuando Suga no se presentó a las elecciones de liderazgo del partido gobernante. Su sucesor, el primer ministro Fumio Kishida, se opone a tajantemente a que las mujeres asciendan al trono, pero cree que podrían adoptarse descendientes de antiguos emperadores como solución.
Si bien el número de miembros de la realeza disminuyó, este año les costó a los contribuyentes japoneses 25 mil millones de yenes (US$ 219 millones) en alimentos, educación, gastos personales y los salarios de 1.080 empleados, incluidos choferes, jardineros y archiveros de registros imperiales. En comparación, la familia real británica incurrió en gastos de alrededor de £ 50 millones (US$ 69 millones) en 2019-20.
Considerando la controversia que desató la disputa financiera de la familia de su esposo, la princesa Mako renunció a la suma de 1,3 millones de dólares que tradicionalmente se entrega a las princesas que abandonan la familia imperial, para mantener un estilo de vida acorde y digno. Después de la boda, los recién casados planean vivir en los Estados Unidos, sin apoyo financiero de la familia imperial o del gobierno japonés. Komuro consiguió un trabajo en un bufete de abogados de Manhattan, mientras que la princesa Mako, que tiene una maestría en estudios de museos de arte, no anunció sus planes.
Kenneth Ruoff, profesor de historia japonesa moderna en la Universidad Estatal de Portland, dijo: “El matrimonio de la princesa Mako es una señal de advertencia”, lo que indica que el sistema imperial de Japón podría enfrentar una crisis en el futuro. A pesar de un número cada vez menor de miembros de la familia imperial, el matrimonio de la princesa Mako señaló el hecho de que otros miembros de la familia imperial, incluidos los herederos varones del trono, podrían seguir una vida basada en su elección personal y dejar el palacio en el futuro, según Ruoff.
Actualmente, el príncipe Hisahito, que ocupa el segundo lugar en la línea de sucesión al trono, es el único heredero de su generación, ya que la Ley de la Casa Imperial de 1947 limita la sucesión a los hombre descendientes de emperadores: “Todos estarán conteniendo la respiración, esperando a ver si el príncipe Hisahito puede encontrar una esposa y tener un hijo”, dijo Ruoff, describiéndolo como “una carga increíble sobre los hombros del príncipe”. El experto alertó que el príncipe Hisahito podría decidir en el futuro que no quiere tener nada que ver con los asuntos imperiales y que tal vez desee irse a otro país. “Eso sería una crisis” para la monarquía, agregó.
“Los miembros de la familia imperial, incluida la princesa Mako, se encuentran en una posición en la que no pueden responder fácilmente a la difamación por sí mismos”, ya que se han sacrificado a expensas de su privacidad y libertad, ddijo Hideya Kawanishi, profesor asociado de la Escuela de Graduados de Humanidades de la Universidad de Nagoya, experto en asuntos imperiales. “El matrimonio de la princesa Mako reveló la cuestión muy importante sobre los deseos y las elecciones personales de los miembros de la familia imperial en la que no habíamos pensado lo suficiente antes. El hecho de que el tema saliera a la luz en el caso de la princesa nos dice que debemos pensar seriamente en el sistema imperial de Japón”.
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