La amante del último zar de Rusia: ¿quién era y por qué su relación sigue siendo un misterio?

Un simple encuentro inició una historia que sigue suscitando polémica 120 años después. La cita tuvo lugar en la primavera de 1890, cuando la familia real rusa asistió a una noche de baile en la famosa Escuela Imperial de Ballet de San Peterburgo.  

El emperador Alejandro III presentó personalmente a una de las alumnas de la escuela, Matilda Kshesínskaia, a su hijo, cuya abdicación pondría fin al gobierno de la dinastía Romanov. Se cree que Alejandro III pudo haber organizado el encuentro para animar al joven heredero presentándole al futuro zar un potencial interés amoroso.

“Alejandro III podría haber organizado la reunión para animar al joven heredero presentándole al futuro zar un potencial interés amoroso”.

“Había una práctica en la familia real que permitía a un heredero soltero y a sus hermanos salir con actrices y bailarinas de ballet antes de casarse para adquirir ciertas experiencias sexuales”, explicó Vladislav Aksenov, investigador principal del Instituto de Historia de Rusia, a Russia Beyond.

El susceptible heredero quedó prendado tras hablar con Matilda, y su enamoramiento de ella no hizo más que intensificarse tras ser enviado a Oriente durante un año.

La ‘pequeña K’

Dos largos años después de su encuentro, el heredero intentó encender las cosas con la bailarina. Envió a un confidente a Matilda y le exigió que le diera una foto de ella. Ella se alegró al saber que Nicolás no la había olvidado después de tanto tiempo y, al parecer, se dio cuenta de que tenía cierta influencia sobre el ansioso emperador.

“No puedo describir lo que me ocurrió cuando llegué a casa. No podía comer y corrí a mi habitación; lloraba y me dolía mucho el corazón. Por primera vez sentí que no se trataba de un simple enamoramiento, como pensaba antes, sino que amo al príncipe heredero con locura y profundidad y que nunca podré olvidarlo”, escribió Kshesínskaia en su diario después de que ambos se conocieran por fin en un teatro en enero de 1892.

“El amor llenó rápidamente sus jóvenes corazones y pronto Nicolás exigió que Matilda se mudara de la casa de sus padres a una nueva mansión que él compró para ella”.

Los pensamientos del príncipe estaban igualmente ocupados por la bailarina. Sus diarios de invierno de 1892 a 1893 están llenos de relatos breves pero embelesados de sus frecuentes encuentros, en los que Nicolás llama cariñosamente a Kshesínskaia “Pequeña K”.

El amor llenó rápidamente sus jóvenes corazones y pronto Nicolás exigió que Matilda se mudara de la casa de sus padres a una nueva mansión que él había comprado para ella. El padre de la bailarina protestó al principio, pero más tarde cedió al deseo de su hija y ésta se trasladó a la casa, donde pudo tener encuentros con el príncipe sin impedimentos.

Hijo ilegítimo

“25 de enero de 1893. Lunes. Por la noche fui a ver a mi M.K. y he pasado la mejor velada con ella hasta ahora. Estoy impresionado, la pluma me tiembla en la mano”, garabateó Nicolás tras un encuentro. Esta anotación en el diario daría más tarde motivos para especular con la existencia de un hijo ilegítimo que, de ser real, sería el único vástago del último emperador ruso que sobrevivió a la Revolución.

Efectivamente, en la familia de Matilda apareció un recién nacido, pero mucho más tarde, en 1911, pero sería descendiente de su hermano: Iósif Kshesinski.

La niña, llamada Celina, se quedó en Rusia después de la Revolución y dio a luz a un hombre que más tarde se convertiría en un político de éxito que se presentó a la alcaldía de San Petersburgo. Su nieto, Konstantin Sevenard, intenta actualmente convencer al público ruso de que es el heredero directo del último emperador ruso.

Sevenard dice que cree que el niño recién nacido pertenecía a Nicolás y Matilda, pero que fue adoptado por el hermano de ella para enterrar el secreto familiar, ya que el emperador era ya un hombre casado por aquel entonces.

Konstantín Sevenard cree que el niño recién nacido pertenecía a Nicolás y Matilda, pero que fue adoptado por el hermano de ella para enterrar el secreto familiar, ya que el emperador ya era un hombre casado en esa época.

“Si Matilda hubiera dado a luz al hijo de Nicolás II, el emperador y la corte lo habrían sabido. Matilda era una mujer muy ambiciosa que sabía lo que quería y siempre utilizó sus contactos de forma eficaz. Si hubiera tenido una baza como el hijo del emperador, sin duda la habría utilizado, con todas las consecuencias imaginables”, explicó el historiador Aksenov, refutando la afirmación de la posible heredera en una conversación con Russia Beyond.

De hecho, los historiadores coinciden en que Nicolás II era un hombre de familia modélico, como muestran sus diarios. Salvo este párrafo de autoanálisis:

“Un fenómeno muy extraño que noto en mí mismo: Nunca he pensado que dos sentimientos idénticos, dos amores al mismo tiempo, puedan ser compatibles dentro de una misma alma.”

CEDIDO POR RBTH PARA MONARQUIAS.COM

Clarisa Shahovskoy, la argentina que busca saber si es descendiente de los zares de Rusia

Clarisa vive en la provincia argentina de Chaco, en el norte del país, y es nieta de Juan Shahovskoy, un ruso nacido en la ciudad de Tver. Desde hace años está investigando sus orígenes, para descubrir la verdadera identidad de su abuelo, llamado Juan, quien decía ser descendiente de la dinastía Romanov de Rusia.

“Ojalá podamos un día saber la verdad. Yo no quiero dejar de ser una Shahovskoy. Pero, por lo menos, quiero que mi papá realmente sepa si su papá era aparentemente John (Iván) Konstantínovich Románov”, dijo la mujer en declaraciones a la radio estatal rusa Sputnik.

«Mi abuelo llega con 40 años a Argentina. Tiene una historia un poco trágica. Siempre decía que era primo del zar Nicolás, con quien tenía una relación muy estrecha. Era militar y estaba a cargo del ejército imperial ruso. Estaba casado con la princesa Elena», explicó Clarisa.

La mujer se refiere al príncipe Iván Constantinovich, bisnieto del zar Nicolás I de Rusia, nacido en 1886 y ejecutado por los revolucionarios en julio de 1918 en Alapaievsk, junto a otros miembros de la familia imperial.

Iván se casó con la princesa Elena Pedrovic, hija del rey Pedro de Serbia, con quien tuvo dos hijos: Vsévolod Ivánovich y Catalina Ivanovna. Décadas después fue declarado víctima de la opresión soviética por la Iglesia ortodoxa rusa, fue canonizado junto a sus hermanos.

«Cuando comienza la Revolución Bolchevique matan a los zares, al zar Nicolás y a toda su familia. Y él [Juan Shahovskoy] en 1918 decide huir, pasa por varios países hasta que en 1924 llega a la República Argentina», agregó.

Con respecto a la investigación sobre la identidad verdadera de su abuelo, Clarisa destacó que «hace unos años, se contactó con la familia una historiadora interesada en la dinastía Romanov. (…) a través de sus contactos, llegó a nosotros. Nos fue brindando información, brindando muchos datos que nos empezaron a hacer dudar de nuestra identidad».

MONARQUIAS.COM

Cómo se salvaron los tesoros imperiales del Kremlin tras la Revolución Rusa

Una vez establecido el poder soviético y recuperado de la Guerra Civil, los bolcheviques empezaron a decidir cómo reconstruir y mantener la economía del nuevo país, atenazado por el hambre, la pobreza y la devastación. En la segunda mitad de la década de 1920, se iniciaron a gran escala las ventas de tesoros artísticos del Imperio Ruso a Occidente. Se vendieron a millonarios de EE UU y Europa cantidades al por mayor de coronas zaristas, diamantes, huevos de Fabergé, iconos y cuadros de antiguos maestros e impresionistas de los museos rusos, incluido el Hermitage.

Corona Imperial. 1890. Museo Hillwood en Washington

Corona Imperial.

Sin embargo, gracias a los esfuerzos del personal del museo, se pudieron salvar y conservar muchas piezas importantes. Uno de estos protectores de museos fue Dmitri Ivánov, director de la Armería, uno de los museos del Kremlin de Moscú.

Nacionalización de objetos de valor

El personal de Gojran trabaja en la nacionalización de las joyas de la corona

El personal de Gojran trabaja en la nacionalización de las joyas de la corona

Las galas imperiales, las joyas y los objetos de valor de la familia imperial fueron evacuados de San Petersburgo al Kremlin al comienzo de la Primera Guerra Mundial, debido al peligro de un ataque alemán a la entonces capital del imperio.

Tras la Revolución de 1917, se creó un departamento de museos en el Comisariado del Pueblo para la Educación, con una subsección para la protección del arte y las antigüedades. Dmitri Ivanov pertenecía a este departamento y fue enviado al Kremlin para proteger la propiedad zarista del uso espontáneo. Descendiente de una familia noble, desde pequeño estuvo rodeado de objetos de arte y antigüedades. En la Rusia zarista recibió una educación clásica, se graduó en la Universidad de Moscú, se hizo abogado y trabajó para el Ministerio de Justicia. Siempre se interesó por la conservación de los valores culturales. Incluso 40 años antes de que se fundara la UNESCO, pidió a la comunidad mundial que aprobara una ley internacional para proteger las obras de arte. Ivanov consideró insustituible la pérdida artística que suponían para la cultura las guerras y revoluciones.

Dmitri Ivanov realizó un inventario de los tesoros de la iglesia

Dmitri Ivanov realizó un inventario de los tesoros de la iglesia

Tras la Revolución, decidió quedarse en Rusia y se ofreció como voluntario para trabajar en el Comisariado del Pueblo para la protección de monumentos históricos y artísticos.

Guardar elementos de la bóveda del estado

Los bolcheviques prohibieron a los particulares sacar objetos de valor del país y los nacionalizaron. También recogieron enormes cantidades de arte, tesoros eclesiásticos, metales y piedras preciosas de todo el país. En 1920 se emitió un decreto sobre la creación del Depósito Estatal de Valores (Gojran). La oficina se encargó de centralizar el almacenamiento y la contabilidad de los tesoros nacionalizados. El objetivo era vender el mayor número posible de tesoros en el extranjero para impulsar la economía del país.

Empleados de Gojran con reliquias zaristas

Empleados de Gojran con reliquias zaristas

En 1922, Dmitri Ivanov fue nombrado director de la Armería, un museo especial del Kremlin. Se encargó de que el personal de la Armería pudiera realizar exámenes expertos de los tesoros de Gojran.

La armería del Kremlin de Moscú

La armería del Kremlin de Moscú

“Desde la mañana hasta la noche, a un ritmo inusualmente rápido, examinando en un día bastantes cientos de artículos de la más variada calidad, desde los más finos del mundo hasta los más diminutos, determinando su destino y significado en cuestión de pocos momentos…”, escribió en su informe.

Regalos de coronación de los zares rusos de la colección de los Museos del Kremlin de Moscú

Regalos de coronación de los zares rusos de la colección de los Museos del Kremlin

Tuvo que seleccionar los más importantes de entre los 80.000 objetos de valor del Gojran y convencer a los bolcheviques de que los mantuvieran en el país, tal y como se exhiben, por ejemplo, en Francia e Inglaterra.

Corona de Ana de Rusia de la colección de los Museos del Kremlin de Moscú

Corona de Ana de Rusia de la colección de los Museos del Kremlin de Moscú

Gracias a Ivanov muchos tesoros del Imperio Ruso, que más tarde formaron una división especial del museo, el Fondo del Diamante, permanecieron en el país. Consiguió proteger miles de reliquias de la iglesia rusa, y crear en la exposición de la Cámara de la Armería también un departamento eclesiástico. Ivanov siguió buscando más tarde diversos objetos de valor en los anticuarios, y a veces incluso se llevó objetos de los talleres de fundición.

El diamante Orlov

El diamante Orlov

No saqueó, no vendió, no se escondió

En 1924, Ivanov fue detenido por un caso falsificado de los contrarrevolucionarios del museo, pero Natalia Sedova, jefa del departamento de museos y esposa del todopoderoso Lev Trotski se encargó de su liberación. Pero pronto Trotski y su esposa se vieron obligados a huir también.

Personal de la embajada extranjera inspeccionando las joyas de los Romanov en Gojran

Personal de la embajada extranjera inspeccionando las joyas de los Romanov en Gojran

La política artística del Estado fue acompañada de la impensable destrucción de los monumentos e iglesias del Kremlin; Ivanov sufrió un derrame cerebral. Dejó su puesto de director de la Armería, pero siguió siendo investigador e intentó por todos los medios impedir la venta de los tesoros.

Sin embargo, tras una oleada de “purgas”en las instituciones culturales, los bolcheviques volvieron a su plan de mantener la economía a costa de los tesoros zaristas. Esta vez, Gojran recibió instrucciones de encontrar en la Armería objetos “no museables” por valor de 30 millones de rublos para venderlos en el extranjero.

Invitado extranjero del Gojran se prueba la corona de los emperadores rusos, y en sus manos tiene los símbolos del poder zarista: el cetro y el orbe

Invitado extranjero del Gojran se prueba la corona de los emperadores rusos, y en sus manos tiene los símbolos del poder zarista: el cetro y el orbe

“Ivanov no saqueó, ni vendió, ni comercializó, ni escondió tesoros, pero su papeleo fue caótico, cometió muchos errores y equivocaciones”, este era el contenido exacto de la nota encontrada a Ivanov tras su misteriosa muerte en 1930. Por el tono desesperado, muchos pensaron que Ivanov se había suicidado a causa de las bárbaras acciones de las autoridades.

“Nuestra Señora de Vladímir”, siglo XVIII De los tesoros del Kremlin de Moscú

“Nuestra Señora de Vladímir”, siglo XVIII De los tesoros del Kremlin de Moscú

Al día siguiente de la muerte de Ivanov, se firmó un decreto para la confiscación de 100 piezas de plata francesa, incluidas las que él había logrado salvar. En junio de 1930, el Gojran se incautó de más de 300 piezas de antigüedades y 11 huevos de Pascua de Fabergé.

Los huevos de Pascua Fabergé Mosaico y Cesta de flores silvestres vendidos en los años 30 a la monarquía británica

Los huevos de Pascua Fabergé Mosaico y Cesta de flores silvestres vendidos en los años 30 a la monarquía británica (Colección de la Reina Isabel II)

Durante otros cinco años los bolcheviques confiscaron y vendieron valiosos bienes de la Armería. Y, sin embargo, la mayor parte del tesoro -y el Fondo del Diamante, creado a partir de los tesoros rescatados por Ivanov- permanecieron como bienes culturales de Rusia.

Cedido por RBTH para MONARQUÍAS.COM

Hace 137 años nació Alicia de Battenberg, la princesa que salvó a una familia judía del Holocausto

Mujer profundamente religiosa, la madre del fallecido duque de Edimburgo sería reconocida formalmente por el Estado de Israel por su valentía al albergar a una madre judía y algunos de sus hijos en la II Guerra Mundial. Nació el 25 de febrero de 1885, hace 137 años.

«Durante mucho tiempo me inspiré en las acciones desinteresadas de mi querida abuela, la princesa Alicia de Grecia, quien en 1943 en la Atenas ocupada por los nazis, salvó a una familia judía llevándolas a su casa y escondiéndolas”, dijo el príncipe Carlos de Inglaterra en el 5ª Foro Mundial del Holocausto celebrado en el centro conmemorativo del Holocausto Yad Vashem de la ciudad de Jerusalén.

A cientos de metros de ese sitio, se encuentra la tumba de su abuela, en el Monte de los Olivos: “Ella tiene un árbol plantado a su nombre aquí en Yad Vashem y se cuenta como uno de los Justos entre las Naciones, un hecho que nos da a mí y a mi familia un orgullo inmenso”, aseguró el príncipe de Gales en la semana en que se cumplen 75 años desde la liberación del mayor campo de concentración del nazismo, el de Auschwitz-Birkenau.

La princesa Alicia de Battenberg nació en el seno de la realeza y murió pobre. Nacida en 1887, fue una de las bisnietas alemanas de la reina Victoria de Inglaterra.

Sorda desde su nacimiento y muy hermosa en su juventud, Alicia se casó con el príncipe Andrés de Grecia en 1903 y tuvo cinco hijos, cuatro princesas (Margarita, Cecilia, Sofía y Teodora) y el príncipe Felipe, el futuro duque de Edimburgo y consorte de la reina Isabel II.

La familia fue llevada al exilio en dos ocasiones en una Grecia que no lograba estabilizarse políticamente, y se vio obligada a pedir asistencia económica a sus parientes europeos debido a la crisis que atravesaban.

Tras ser abandonada por su marido, Alicia fue diagnosticada con esquizofrenia paranoide y pasó un tiempo en un sanatorio después de sufrir una crisis nerviosa. Sigmund Freud fue consultado sobre la salud mental de las princesas, y concluyó que sus delirios fueron el resultado de «frustración sexual». En su libro de memorias «Bubbikins» (el apodo de su hijo), la princesa hace referencia al psicólogo, diciendo: «No era un hombre amable. Estuve allí por poco más de dos años y logré escapar».

Su gran secreto

Después de escapar del asilo, la princesa llevó una existencia nómada y monástica, dejando de tener contacto con su familia durante años. En 1928 se convirtió después en una monja ortodoxa griega mientras vivía en Francia, y regresó a Atenas sola en 1940, viviendo en la residencia de tres pisos de su cuñado.

Durante la Segunda Guerra Mundial, trabajó con la Cruz Roja de Suecia y Suiza para ayudar a los necesitados. Más tarde fundó una orden de monjas conocidas como la Hermandad Cristiana de María y Marta. Gran parte de su dedicación a la fe nació después del gravísimo accidente de avión que le costó la vida a su hija Cecilia, en 1937.

Cuando los nazis entraron en Atenas en 1943, la Hermana Alicia albergó a tres miembros de la familia Cohen. El padre de la familia, el ex parlamentario Haim Cohen, había estado cerca de la familia real hasta que falleció ese año. La princesa Alice no conocía a la esposa de Cohen, Rachel, ni a su hija, Tilde, pero de todos modos los escondió en su residencia ateniense, y más tarde también albergó al hijo de Rachel, Michael.

Yad Vashem dice que la princesa visitaba regularmente a la familia y quería aprender más sobre su fe judía. Muchas veces Alicia no comía los alimentos que el régimen daba a cuentagotas para poder alimentar a los Cohen. En un momento, cuando oficiales de la Gestapo llegaron a la casa para interrogarla, la princesa usó su sordera para evitar responder a sus preguntas.

La propia familia de la princesa Alicia luchó en ambos lados de la Segunda Guerra Mundial. Mientras el joven príncipe Felipe sirvió en la Marina Real Británica, sus tres yernos reales alemanes fueron partidarios de Adolfo Hitler y ocuparon puestos en la jerarquía nazi, que mató a seis millones de judíos. Muchos años después, el príncipe Felipe dijo que no había sabido de la existencia de la familia Cohen sino hasta mucho tiempo después del fallecimiento de su madre.

Sepultada en Jerusalén

“Era casi sorda de piedra y, por lo tanto, algo remota, bastante franca y bastante austera”, dijo el historiador británico Hugo Vickers, autor de una biografía de Alicia.“Fue una santa y, de hecho, era una filántropa. Ella fundó una hermandad de enfermería, escondió a una familia judía durante la guerra y regaló todo lo que poseía”.

“El príncipe Felipe lo adoraba, y él era bueno con ella”, relató Vickers. “A diferencia de lo que dice la serie The Crown, él había estado tratando de que ella viniera a vivir con ellos en Londres durante años. Solo cuando su hija Sofía le dijo que la invitación venía de parte de la reina, ella accedió de inmediato a venir”.

En 1967, después del golpe militar que destronó a la monarquía en Grecia, Alicia voló a Londres por pedido de su nuera, Isabel II, quien la alojó en el Palacio de Buckingham, donde se recluyó. Hugo Vicker recuerda: “Al final de su vida, el público en general apenas recordaba que estaba viva y desconocía en gran medida que estaba en el Palacio de Buckingham”.

Dos años después murió allí y, siguiendo su deseo, su cuerpo fue llevado a la Iglesia ortodoxa rusa de Santa María Magdalena, cuyas cúpulas de cebolla dorada se elevan desde el Monte de los Olivos, a las afueras de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Cerca suyo están las tumba de su tía, la gran duquesa Elisabeth de Rusia, quien también había dedicado su vida a la caridad, fue ejecutada por los bolcheviques en 1918 y fue canonizada como una santa ortodoxa rusa.

La princesa Estelle, la futura reina de Suecia, cumple 10 años

La princesa Estelle de Suecia cumple 10 años este 23 de febrero. Se trata de la hija mayor de la princesa Victoria y nieta mayor del rey Carlos Gustavo de Suecia, y gracias a las igualitarias leyes sucesorias del país nórdico está llamada a ser reina por derecho propio.

Estelle nació el 23 de febrero de 2012, y es la primogénita de la princesa heredera y su esposo, Daniel Westling. El nacimiento de un hermano varón, el príncipe Oscar, cuatro años más tarde, no modificó en absoluto el derecho sucesorio de Estelle, como hubiera ocurrido en otros tiempos.

Un día después del nacimiento de la princesa, el rey Carlos Gustavo anunció ante el Consejo de Estado que la niña recibiría los nombres de Estelle Silvia Ewa Mary y le otorgó, como es tradición, el ducado de Östergötland.

Tres meses más tarde, la niña fue bautizada en la Iglesia del Palacio Real de Estocolmo, en una gran ceremonia en la que actuaron como padrinos el príncipe de Orange (ahora rey de Holanda), el heredero del trono noruego Haakon, la princesa Mary de Dinamarca y dos tíos de Estelle, el príncipe Carlos Felipe y Anna Westling Söderström.

El 21 de agosto de 2018, la princesa Estelle comenzó en la clase de preescolar en la escuela primaria Royal de Campus Manilla. Djurgården en Estocolmo. La niña y su familia residen actualmente en el Castillo de Haga, construido en 1802 por el arquitecto Carl Christoffer Gjörwell a pedido del rey Gustavo IV Adolfo.

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Quién es quién en la realeza: «Katherine Kent», la duquesa que escapó del esplendor y abrazó el catolicismo

Prima de la reina de Inglaterra, renunció a su status real para ayudar a los necesitados. Solidaria y sencilla, causó controversia al convertirse al catolicismo.

La duquesa de Kent, Katharine Mary Lucy Worsley, nació el 22 de febrero de 1933 y creció en el campo, en la casa familiar de Hovingham Hall, Yorkshire. Sus padres, Sir William y Lady Joyce la enviaron a la St Margaret’s School y a Runton Hall, en Norfolk, donde se destacó en música. A los 23 años Katherine conoció al príncipe Eduardo de Inglaterra. Nieto del rey Jorge V y primo hermano de la reina Isabel II, Eduardo había heredado el título de duque de Kent siendo muy joven, al morir su padre en un accidente de aviación en 1942. Su madre era la princesa Marina de Grecia. Símbolo de sus orígenes plebeyos, Katharine era descendiente directa de Frances, hija de Oliver Cromwell, famoso por liderar la revolución que derrocó a la monarquía y decapitó al rey Carlos I en 1649.

La pareja se comprometería cinco años después y celebró una gran boda real en York, en 1961, a la que asistieron las reinas Ingrid de Dinamarca y Victoria Eugenia de España, y en la que se conocieron Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia. El escenario elegido para la boda, el 8 de junio de aquel año, fue York Minster, donde Katherine había aprendido a tocar el órgano y también donde, 600 años antes, se habían casado el rey Eduardo III y Filipa de Hainaut. La cobertura noticiosa del evento hizo hincapié en que ella era «una chica de Yorkshire» que se casaba con el nieto de un rey, mientras que miles de lugareños se alinearon en la ruta desde York Minster para ver a la pareja mientras se dirigían a la fiesta. Sir Richard Buckley, quien fue el secretario privado del duque durante 28 años, recordó a Katharine como «una novia de cuento de hadas«.

Katherine, duquesa de Kent, es la esposa del príncipe Eduardo, duque de Kent, primo hermano de la reina Isabel II. Su suegra fue la famosa Marina de Grecia.

Muy celebrada como la primera boda de un príncipe británico con una plebeya, la unión tuvo una ferviente opositora, la madre del príncipe. Marina, duquesa de Kent, princesa por vía doble y descendiente de los zares de Rusia, odió la idea de que su hijo se casara con una chica de clase media y lo envió a estudiar a Alemania durante un año con la idea de que se olvidara a de ella. Viendo que los chicos estaban muy enamorados, la duquesa viuda no vio otra opción más que dar su permiso al matrimonio y deslumbró en la ceremonia.

La joven duquesa de Kent inmediatamente se compenetró muy bien en sus obligaciones reales y también, como esposa de un oficial del Ejército, acompañó al duque cuando fue enviado a Hong Kong y Alemania. Sir Richard Buckley fue testigo de la influencia positiva de Katherine sobre su esposo, quien, cuando asumió por primera vez sus citas reales en el extranjero, era bastante tímido. Katharine, que era «una duquesa moderna y una gran admiradora de Pink Floyd«, le dio confianza al príncipe. Durante su visita a la Feria Mundial de Brisbane: Expo 1988, Katherine fue vista como la princesa Diana de su época. Los Kents establecieron su residencia en Anmer Hall, en dentro de la propiedad real de Sandringham, que era el lugar ideal para criar a sus hijos. En 1962 nació el primero, George Windsor, conde de St. Andrews. Lady Helen Windsor nació en 1964 y seis años más tarde nació el tercero, Lord Nicholas Windsor.

Lamentablemente, la mala salud persiguió a la duquesa durante gran parte de su vida: en 1975, durante su cuarto embarazo, sufrió un aborto espontáneo, y dos años más tarde dio a luz a un niño que nació muerto. El dolor fue abrumador: “Tuvo el efecto más devastador en mí”, reveló en una entrevista años más tarde. “No tenía idea de lo devastador que podía ser para una mujer. Me ha hecho extremadamente comprensiva con otros que sufren el nacimiento de un bebé muerto”. Una profunda depresión comenzó a alejar lentamente a la duquesa del esplendor real para sumergirla en en la vida espiritual. Dos años después, toda esa emoción llegó a un punto crítico y fue ingresada en el hospital durante siete semanas de «tratamiento y descanso supervisado». «Creo que sería una persona bastante rara si no cedo bajo esas circunstancias», reflexionó en 1997. «Fue algo horrible lo que sucedió y no pensé que debía darme tiempo para superarlo. No fue un buen período, pero una vez que salí y volví a un estado de normalidad, rápidamente me di cuenta de que a muchas personas les sucede. Nunca he tenido depresión desde entonces”.

En busca de respuestas espirituales, rompió con la tradición de la Familia Real y se convirtió al catolicismo en 1994, con la aprobación de la reina: “Me encantan las pautas y la Iglesia Católica te ofrece pautas. Siempre he querido eso en mi vida. Me gusta saber qué se espera de mí. Me gusta que me digan: irás a la iglesia el domingo y si no lo haces, ¡te lo perderás!” Hasta que se retiró de la vida pública, Katharine fue muy popular por su papel en el campeonato de Wimbledon,donde entregaba los trofeos: última vez que lo hizo fue en 2001, a Venus Williams.

Un año más tarde se retiró oficialmente de la vida pública, renunciando a sus deberes reales para vivir en privado en su propio apartamento alquilado lejos de la corte real. Además, renunció al tratamiento de Alteza Real, pasando a ser conocida como “Katherine, duquesa de Kent” o simplemente “Katharine Kent”. “No me gusta ser una figura pública y lo digo con mucha humildad”, reveló en una entrevista. “Es mi naturaleza, la forma en que nací. Me gusta hacer las cosas en silencio detrás de las escenas. Soy una persona muy tímida”. Un asesor real la describió como “una figura tímida, casi solitaria”, aunque asistió a la boda del príncipe Guillermo con Catalina Middleton y a otros grandes eventos de la familia real.

Las especulaciones sobre el estado de su matrimonio la han perseguido desde finales de los años setenta cuando sufría depresión, y muchas personas creen que ella y el duque de Kent han estado llevando vidas separadas. También se dijo que su decisión de convertirse al catolicismo en 1994, el primer miembro de la familia real en hacerlo desde 1685, fue tomada por sentirse incómoda con la fe anglicana del duque. Sin embargo, el propio duque de Kent acompañó a su esposa cuando ella juró en la Iglesia Católica y posteriormente asistió a misa con ella. Hablando en un documental de la BBC en 2004, todo lo que diría sobre el tema de su matrimonio fue: “Cuido de mi familia y cocino para mi esposo”.

En el plano íntimo, la duquesa sin embargo continuó desarrollando actividades que encuadran con su perfil solidario: enseñó música en secreto durante 10 años en la escuela primaria estatal Wansbeck en Kingston-upon-Hull y en la que su verdadera identidad como miembro de la Familia Real permaneció oculta: “Siempre me ha gustado el talento, me encanta el cosquilleo cuando ves talento y comencé a darme cuenta de que estaba enseñando a niños muy, muy dotado”. En los últimos años, dio clases como maestra voluntaria a los niños que vivían en el edificio Greenfeld, que se incendió en 2017. En una visita a la India en la década de 1990, habló le dijo a un periodista: “Me encantan las personas, las valoro ¿De qué se trata el mundo? No de las posesiones sino de personas que se cuidan unas a otras”.

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Hace 174 años murió Alejandro, el príncipe holandés que puso casarse con la reina Victoria

Un 20 de febrero, de 1848, falleció tempranamente el príncipe holandés que pudo haber sido rey consorte de Inglaterra si hubieran prosperado los planes matrimoniales con su contemporánea, la reina Victoria.

Alejandro (cuyo nombre completo era Willem Alexander Frederik Constantijn Nicolaas Michiel) nació el 2 de agosto de 1818 en el Palacio de Soestdijk y era el segundo hijo del rey Guillermo II de los Países Bajos y su esposa, Sofía de Wurttemberg.

Alejandro cursó estudios universitarios en Leiden y sirvió en el ejército como teniente general e inspector de caballería. Por entonces su nombre estaba en la lista de posibles consortes para la joven reina Victoria, coronada en 1837, que era solo un año más joven que Alejandro.

La madre de Victoria, la ambiciosa duquesa viuda de Kent, pensaba que el príncipe Alejandro, hijo de un rey, era un excelente candidato para su hija, pero esta había puesto la mirada, desde mucho antes, en su primo alemán Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, con quien finalmente se casó en 1840.

Alejandro de Holanda sufría de tuberculosis y por eso visitó Madeira en noviembre de 1847, convencido de que el agradable clima beneficiaría su salud. Sin embargo, después de unos meses, murió a causa de su dolencia el 20 de enero de 1848. El príncipe tenía solo 29 años y fue enterrado en la Nieuwe Kerk de Delft.

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El drama de Luisa María de Bélgica, la princesa que huyó de un manicomio con la ayuda de su amante

El nacimiento de la princesa Luisa María de Bélgica no podría haber sido más decepcionante. Aquel 18 de febrero de 1858, en el castillo de Laeken, sus padres esperaban un príncipe que heredara el trono, pero cuando nació la niña cundió la tristeza. Esa decepción se tradujo de inmediato en una crianza sin amor ni afecto hacia la princesita, bautizada Luisa María en honor a su abuela, Luisa María de Orleáns, primera reina de los belgas. Los historiadores afirman que Luisa experimentó una educación espartana, que incluyó incluso severos castigos corporales.

Su padre, el futuro rey Leopoldo II, en particular no se preocupó por Luisa, mucho menos después del nacimiento de su segundo hijo, el príncipe Leopoldo, en 1859. De hecho, el niño recibió toda la atención de su padre como futuro heredero al trono. En 1864, nació otra hija, la princesa Estefanía, que mereció de su padre la misma falta de amor. Enorme fue el drama en 1869 cuando el príncipe Leopoldo murió repentinamente y dejó a Leopoldo sin heredero, un dolor que se acrecentó en 1872 cuando la reina Enriqueta dio a luz a una tercera hija, Clementina.

Agobiado por el dolor, Leopoldo II se alejó cada vez más de su esposa e hijas y solo se fijó en las niñas cuando los funcionarios de la corte lo convencieron de que las tres podían ser muy útiles en el juego de la política matrimonial internacional. Primero usó a Luisa: el 4 de febrero de 1875 se casó en Bruselas con el príncipe Felipe de Sajonia-Coburgo y Gotha. Ella tiene poco menos de 17 años mientras el novio tenía casi 31, pero era rico y eso le agradaba a Leopoldo. Los novios estaban estrechamente relacionados, ya que la madre de Felipe, Clémentine, era hermana de la reina Luisa María de Bélgica.

El matrimonio de Luisa y Felipe no fue un gran éxito. De hecho, fue un desastre. Las cosas comenzaron a ir mal desde la mismísima noche de bodas, cuando la princesa adolescente y sin experiencia se horrorizó ante los deseos sexuales de su nuevo marido y huyó a refugiarse a los invernaderos del castillo de Laeken. Pronto descubrió que a Felipe le gustaban la literatura erótica y las imágenes pornográficas, una preferencia que insistió en compartir con su esposa.

El 4 de febrero de 1875 se casó en Bruselas con el príncipe Felipe de Sajonia-Coburgo y Gotha.

Poco tiempo después, Luisa y Felipe abandonaron Bruselas para instalarse en la corte imperial de Viena, el lugar donde creció la reina María Enriqueta. Aunque le había contado mucho a su hija sobre la esplendorosa vida de los Habsburgo, la princesa tuvo que acostumbrarse a su entorno. Gracias a sus orígenes tan reales, Felipe de Sajonia-Coburgo obtuvo acceso a los densos círculos que rodean al emperador Francisco José y la princesa Luisa pronto conoció la vida cosmopolita en la capital, convirtiéndose en una princesa glamorosa.

Aunque Luisa y Felipe tuvieron dos hijos, los esplendores de Viena pronto los obligaron a seguir sus propios caminos, y ambos comenzaron a una vida libertina en la que no les preocupaba mucho la fidelidad conyugal. Luisa de Bélgica se convirtió en el objetivo de los chismes de la corte y los informes sobre su comportamiento extravagante llegaron hasta Bruselas. La reina María Enriqueta le aconsejó repetidamente que lleve una vida más sobria, pero su hija ignoró ese consejo. Su reputación fue de mal en peor, para disgusto del emperador Francisco José, pero ello no impidió que en 1880 aprobara el matrimonio de su hijo y heredero, el archiduque Rodolfo, con la hermana menor de Luisa, la princesa Estefanía.

Poco antes del cambio de siglo, Luisa conoció al conde croata Géza Mattacic. Los dos se enamoraron apasionadamente y comenzaron una tormentosa aventura mientras toda Viena difundía los detalles. Las consecuencias no tardaron en llegar: Luisa perdió el favor del emperador Francisco José, factor imprescindible para quienes desean mantenerse en pie en la corte de Viena, y Felipe interrumpió el suministro de dinero a su esposa.

En poco tiempo, la princesa comenzó a sumergirse en deudas y tuvo que vender todas sus posesiones valiosas, incluida su ropa interior. Para evitar la vergüenza, Felipe compró casi todo, pero los acreedores continuaron persiguiendo a la princesa, que incluso comenzó a falsificar la firma de su hermana Estefanía para recaudar dinero.

Desde Bruselas, Leopoldo II le dijo a su hija que no pagaría ninguna de sus deudas y rechazó aprobar su divorcio. En lo que a él concernía, su hija ya estaba muerta. Los dos hijos de la princesa y su marido le dieron la espalda, en parte por temor a que la reputación de su madre perjudique sus propias oportunidades en la vida y su posición dentro de la realeza. Solo su hermana Estefanía le sigue siendo fiel.

Sumergida en deudas, Luisa tuvo que vender todas sus posesiones valiosas, incluida su ropa interior.

El escándalo gradualmente se volvió demasiado grande para ocultarlo y el emperador Francisco José tuvo que actuar: hizo arrestar a Mattacic por cargos de fraude y le ofreció a Luisa las opciones de regresar sumisamente con su esposo o ingresar a una institución psiquiátrica. Deseosa de escapar de aquella cárcel que significaba para ella estar casada con un hombre que no amaba, eligió la celda de un psiquiátrico.

Después de unos años, Mattacic fue liberado de la prisión e inmediatamente comenzó a buscar a Luisa, a la que amaba sinceramente. Cuando dio con su paradero, la ayudó a escapar de la institución y huyeron juntos. En los años siguientes, están constantemente huyendo e instalándose sucesivamente durante algunas temporadas en Berlín, París y Budapest.

En 1907, un juez en Gotha finalmente responde a la solicitud de divorcio de Luisa y Felipe de Sajonia-Coburgo. Para Leopoldo II, esta fue la excusa perfecta para apartarla de su voluntad, el mismo destino que también sufriría la princesa Estefanía, que ya era viuda del archiduque Rodolfo. Cuando murió en 1909, las princesas descubrieron escandalosamente que su padre dejó todo su dinero a su amante la baronesa de Vaughan. Luisa y Estefanía iniciaron una demanda contra el Estado belga, pero perdieron la batalla. Aún así, el estado belga les otorgó una buena suma de dinero, que recibieron muchos años después debido al estallido de la Primera Guerra Mundial.

Después de la guerra, Luisa y Géza Mattacic regresaron a París, donde la princesa escribió sus memorias «Autour des trônes que j’ai vu tomber» («Alrededor de los tronos que vi caer»), el que habla de las personas más importantes de su vida, incluido Leopoldo II. En 1923, la salud de Mattacic se deterioró, muriendo rápidamente. Luisa se trasladó por última vez a Wiesbaden en Alemania, donde murió el 1 de marzo de 1924, sola y pobre. Cuenta la historia que abrazaba una foto de Mattacic contra su pecho cuando exhaló su último aliento.

Quién es Marie-Astrid de Luxemburgo, la princesa católica que casi fue Reina de Inglaterra

Años antes de que el príncipe Carlos se casara con Lady Diana Spencer, la prensa británica se hizo un banquete con las posibles “novias” del heredero al trono, una lista que incluía a riquísimas aristócratas, a amigas de la juventud y a princesas como Carolina de Mónaco. Una de las “pretendientes” más famosas fue la hija mayor de los grandes duques de Luxemburgo, la princesa Marie-Astrid, cuya fotos aparecieron ávidamente en la prensa sensacionalista de Londres.

Un viaje de la reina Isabel y el príncipe Carlos a Luxemburgo, a finales de los años 70, alimentó los rumores sobre los preparativos de un compromiso real. El enlace hubiera unido aún más a dos familias reales muy cercanas, ya que el padre de Marie-Astrid, el gran duque Juan (1921-2019) fue durante su juventud amigo de Isabel II y su hermana, Margarita, y pasó con ella largas temporadas antes y durante la II Guerra Mundial.

Algunos informe serios dijeron que la reina Isabel “consideró” una buena idea casar a Carlos, que permanecía soltero a sus 30 años, con Marie-Astrid. Y algunos periódicos británicos afirmaron que el palacio la consideraba “adecuada”. El problema, sin embargo, residía en que la joven era católica y no estaba dispuesta a renunciar a su fe para ser reina de Inglaterra, condición inexpugnable para ser coronada.

La princesa luxemburguesa con la que Carlos no se casó en realidad era mucho más cercana a su edad que Diana Spencer, ya que Marie-Astrid nació el 17 de febrero de 1954, solo seis años después que el príncipe. Hija mayor del gran duque Juan y de su esposa, Josefina-Carlota de Luxemburgo, la princesa fue bautizada como Marie-Astrid Liliane Charlotte Léopoldine Wilhelmine Ingeborg Antoinette Élisabeth Anne Alberte.

Educada en el seno de una familia real con una profunda devoción católica, Marie-Astrid tuvo cuatro hermanos: el actual gran duque Enrique de Luxemburgo, la princesa Margarita, el príncipe Juan y el príncipe Guillermo. En 1964 la joven de 10 años presenció la entronización de su padre como nuevo soberano, tras la abdicación de su abuela, la gran duquesa Carlota.

Educada en Luxemburgo y Bélgica -donde su tío Balduino era rey-, Marie-Astrid obtuvo un diploma como enfermera a los veinte años y se especializó posteriormente en medicina tropical. Desde entonces, fue presidenta de la Cruz Roja para la Juventud de Luxemburgo y se dedicó, discretamente, a apoyar las tareas de beneficencia y asistencia humana. Además, todavía participa en diferentes organizaciones sanitarias y culturales, aunque su presencia no es frecuente en los actos oficiales de la familia real luxemburguesa.

El estatus real de Marie-Astrid cambió radicalmente cuando se casó con otro príncipe. El 6 de febrero de 1982 se casó en la Catedral de Notre-Dame de Luxemburgo con un primo lejano, el archiduque Carl-Christian de Austria, nieto del último emperador austrohúngaro, Carlos I de Habsburgo, cuya esposa, la emperatriz Zita, era hermana del abuelo de Marie-Astrid, el príncipe Félix de Borbón-Parma.

Con este matrimonio, la princesa asumió los títulos de “Su Alteza Imperial, Archiduquesa Marie-Astrid de Austria, Princesa Imperial de Austria, Princesa Real de Hungría, Croacia y Bohemia”, que sumó a sus títulos de nacimiento: “Su Alteza Real, Princesa de Luxemburgo, Princesa de Nassau y Princesa de Borbón-Parma”.

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Dónde está la tumba del rey Jorge VI, el padre de Isabel II, sepultado hace 70 años

Hace 70 años, durante la noche del 6 de febrero de 1952, el rey Jorge VI, último hombre que ocupó el trono de Gran bretaña, falleció mientras dormía en una muerte que conmocionó a los británicos.

El rey Jorge VI tenía 56 años y padecía problemas cardíacos y pulmonares que lo llevaron a suspender una gira por el continente africano en la que fue remplazado por su hija, la princesa Isabel. De la noche a la mañana, la princesa se convirtió en la reina Isabel II a los 25 años y emprendió un rápido regreso a Londres.

Once días después, tras un impresionante cortejo fúnebre que paralizó Londres, el cuerpo del rey Jorge VI fue sepultado en las entrañas del Castillo de Windsor, más puntualmente en la cripta subterránea de la Capilla de San Jorge (St. George’s Chapel).

Una lápida negra con la inscripción “GEORGE VI, 1894-1952” se encuentra actualmente en una capilla conmemorativa. Bajo el suelo de la capilla, los restos de Jorge VI descansan junto a los de su esposa, Isabel Bowes Lyon, y de su hija menor, la princesa Margarita, ambas fallecidas en 2002.

La cripta de San Jorge, en Windsor, alberga hoy los restos de todos los monarcas del siglo XXexcepto uno: Eduardo VII y la reina Alejandra, Jorge V y la reina María, Jorge VI y la reina Isabel.

También se encuentran allí las sepulturas de Jorge III y la reina Carlota, Jorge IV y los reyes Guillermo IV y Adelaida. Eduardo VIII, el rey que abdicó para casarse con una plebeya, descansa bajo la sombra de los árboles del parque que rodea el mausoleo real de Frogmore.

En Windsor también se encuentran los huesos de Enrique VIII y el mutilado cadáver de Carlos I, a quien algunos días después de su ejecución en Londres llevaron en medio de una noche de tormenta de nieve a Windsor, fue depositado en la misma bóveda que Enrique VIII. Su féretro de plomo fue abierto en 1813 para satisfacer la curiosidad del entonces príncipe de Gales ante las dudas sobre el paradero de la cabeza del rey ejecutado.

Lista de personas sepultadas en la capilla de San Jorge

Tumba del rey Jorge V

Rey Enrique VI (1471)

Rey Eduardo IV (1483)

Isabel Woodville, esposa de Eduardo IV (m. 1492)

Enrique VIII (1547)

Jane Seymour, tercera esposa de Enrique VIII (m. 1537)

Carlos I (1649)

Hijo sin nombre de la reina Ana (1696)

Princesa Carlota de Gales, hija de Jorge IV (m. 1817)

Hijo nacido muerto de la princesa Carlota de Gales (m. 1817)

Princesa Amelia, hija de Jorge III (1810)

Princesa Augusta, duquesa de Brunswick, hermana de Jorge III (1813)

Carlota de Mecklemburg-Strelitz, esposa de Jorge III (1818)

Príncipe Eduardo, duque de Kent, padre de la reina Victoria (1820)

Rey Jorge III (1820)

El príncipe Alfredo, hijo de Jorge III (1782, colocado en la bóveda de 1820)

Príncipe Octavio, hijo de Jorge III (1783, colocado en la bóveda de 1820)

Princesa Isabel de Clarence, hija de Guillermo IV (1821)

Príncipe Federico, duque de York, hijo de Jorge III (1827)

Príncipe Guillermo, duque de Gloucester (1805)

Princesa María, duquesa de Gloucester, hija de Jorge III (m. 1807)

Príncipe Guillermo, duque de Gloucester (1834)

Princesa Sofía de Gloucester (1844)

Princesa María, duquesa de Gloucester (1857)

Rey Jorge IV (1830)

Hija muerta del príncipe Ernesto Augusto, hijo de Jorge III (1818)

Princesa Luisa, duquesa de Sajonia-Weimar, sobrina de la reina Adelaida (1832)

Rey Guillermo IV (1837)

Princesa Sofía, hija de Jorge III (1840)

Adelaida de Sajonia-Meiningen, esposa de Guillermo IV (1849)

Príncipe Federico de Schleswig-Holstein, hijo de la princesa Christian (1876)

Rey Jorge V de Hannover, nieto de Jorge III de Inglaterra (1878)

Victoria von Pawel Rammingen, hija de la princesa Frederica de Hannover (1881)

Princesa María Adelaida, duquesa de Teck, madre de la reina María (1897)

Príncipe Francisco, duque de Teck, padre de la reina María (1900)

Princesa Federica de Hannover (1926)

Príncipe Adolfo, duque de Cambridge, hijo de Jorge III (1850, colocado en la bóveda de 1930)

Princesa Augusta, duquesa de Cambridge (1889, colocada en la bóveda de 1930)

Rey Eduardo VII (1910)

Alejandra de Dinamarca, esposa de Eduardo VII (1925)

Rey Jorge V (1936, colocado allí en 1939)

Reina María (1953)

Rey Jorge VI (1952, enterrado en la capilla de 1969)

Reina Isabel, esposa de Jorge VI (2002)

Princesa Margarita, hija de Jorge VI (2002, cremada)

La coronación de Jorge VI e Isabel, la última vez que un rey y una reina subieron al trono británico

Mientras Gran Bretaña se prepara para celebrar el Jubileo de Platino de la reina Isabel II y se adentra en los últimos años de vida de la monarca, los planes para la coronación del príncipe Carlos avanzan a paso firme pero discreto.

Para hallar un precedente, los organizadores de la “Operación Golden Orb” (los planes secretos de la coronación del próximo rey) deben remontarse a 86 años atrás, cuando Jorge VI y su esposa, Isabel, fueron el último rey y la última reina consorte en ser coronados.

Escenas de la coronación de Jorge VI (1937)

Jorge VI, anteriormente conocido como el príncipe Alberto, duque de York, había accedido al Trono el año en diciembre de 1936 tras la tormentosa abdicación de su hermano mayor, Eduardo VIII. El monarca, que reinó apenas 11 meses, renunció ante el impedimento de convertir en reina a su amante, Wallis Simpson.

La fecha de la coronación de Eduardo VIII ya se había establecido para el 12 de mayo de 1937, pero el nuevo rey mantuvo intacto en el calendario. Solo hubo que hacer algunos cambios en el programa, puesto que la coronación de Eduardo VIII no contemplaba la presencia de una reina consorte.

Escenas de la coronación de Jorge VI (1937)

Durante la coronación en la Abadía de Westminster, que no fue televisada pero sí grabada, el padre de la reina Isabel II fue reconocido, proclamado, ungido, bendecido y coronado antes de que los duques de Kent y Gloucester y los demás lores del Reino le rindieran homenaje y prestaran fidelidad.

Posteriormente, la reina Isabel (Lady Elizabeth Bowes-Lyon, de orígenes nobles escoceses) fue bendecida y coronada. La reina María, madre de Jorge VI y Eduardo VII, y viuda del rey Jorge VI, contempló la ceremonia desde un palco especial en compañía de sus nietas, las princesas Isabel y Margarita.

Escenas de la coronación de Jorge VI (1937)

Los reyes viajaron de regreso al Palacio de Buckingham a bordo del Carruaje Dorado (Golden Coach) y luego aparecieron en el balcón con sus hijas, ambas con pequeñas coronas diseñadas especialmente para ellas.

La coronación de Jorge VI fue la última vez que un rey británico fue coronado y aquella ceremonia, de la que se conservan videos, proporcionará el modelo para los futuros reyes el príncipe Carlos y Camilla, duquesa de Cornualles.

La siguiente coronación no tendría a un rey y una reina consorte como protagonistas. La reina Isabel II, monarca por derecho propio, fue coronada en solitario mientras su esposo Felipe, duque de Edimburgo, tuvo que prestar fidelidad de rodillas ante su mujer.

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Hans Adam II de Liechtenstein, «empresario a la mañana y príncipe a la tarde», cumplió 77 años

En apenas décadas, el Principado de Liechtenstein, en el centro de Europa, pasó de ser un estado agrícola a un lugar industrial y de servicios reconocido internacionalmente. Y sin duda, el príncipe Hans-Adam II, que cumplió 77 años este 14 de febrero, jugó un papel importante en esto.

Desde 1989, el príncipe Hans Adam es el jefe de Estado del único país del mundo que debe su nombre a un apellido familiar y dirige hoy una dinastía con US$4.400 millones en sus arcas según el Índice de Millonarios Bloomberg, es la dinastía reinante más rica de Europa.

El príncipe es dueño de un exclusivo banco privado y posee tierras, castillos, dos palacios en Viena, inversiones desconocidas, una valiosa colección renacentista que incluye obras de Rembrandt y Rubens y, lo más importante, un banco privado cuyos clientes son empresas y billonarios llamado LGT Group.

Hans Adam se casó con la condesa Marie von Wchinitz en 1967.

Hijo mayor de los fallecidos príncipes Francisco José II y Gina (ambos fallecidos con pocos días de diferencia en 1989, tras 50 años de matrimonio), Hans-Adam II vive en un castillo construido en un acantilado aunque sus propiedades inmobiliarias en el extranjero son más vastas que el propio principado.

“Desde que era muy joven estuvo involucrado en la conducción del país y, después de obtener una licenciatura en Economía y Negocios de la Universidad de San Gallen en Suiza, su padre le encomendó que reorganizara el imperio familiar, para mejorar la eficiencia de su gestión”, explicó la BBC.

En 1967, el príncipe se casó con la condesa Marie-Aglaé Kinsky von Wchinitz und Tettau, nacida en Praga en 1940, cuya noble familia fue expulsada cinco años después de lo que entonces era Checoslovaquia y huyera a Alemania.

Como princesa, Marie estuvo, hasta su fallecimiento en 2021, muy comprometida con la promoción de las instituciones sociales. En 2004, Hans Adam delegó la regencia a su hijo mayor, el príncipe heredero Alois, aunque oficialmente es él quien tiene las riendas del poder que le fue confirmado por un referéndum en 2003.

Hans Adam y Marie con los príncipe hereditarios, Alois y Sofía.

El país se rige como hay una Monarquía Constitucional, donde la soberanía del Estado es compartida entre el príncipe y los ciudadanos, pero en 2003 un 64% de la población votó a favor de darle amplios poderes políticos a Hans-Adam II en un referendo constitucional.

Realmente, esa consulta era importante para la supervivencia de la monarquía, porque Hans Adam II había dijo que, en caso de que se redujera su poder, estaría dispuesto a abandonar el país y venderlo a Bill Gates. Según Business Insider, los ciudadanos del principado no pagan impuestos y Hans Adam II no recibe remuneración como jefe de Estado. “Trabajo como un empresario en la mañana para poder vivir como un príncipe en las tardes”, dijo en una entrevista al Daily Telegraph.

Los 90 años de Astrid de Noruega: la princesa que desafió a la corona y se casó por amor

Última princesa noruega 100% de sangre azul, a sus 90 años la Astrid es la única hermana sobreviviente del rey Harald V de Noruega.

Nació el 12 de febrero de 1932 en el Palacio Real de Oslo, dos años después que su hermana mayor, la ya fallecida princesa Ragnhild, y cinco años antes de que Noruega festejara el nacimiento de su único hermano varón, el primer príncipe nacido en suelo noruego en más de 300 años.

Sus padres eran el entonces príncipe Olav (1903-1991) y la princesa Martha de Suecia (1904-1954). El nombre completo de la princesa es Astrid Maud Ingeborg, en honor a su tía, la reina Astrid de Bélgica, y sus dos abuelas, la reina Maud de Noruega y la princesa Ingeborg de Suecia.

Al momento del nacimiento de Astrid, sus abuelos el rey Haakon VII y la reina Maud llevaban casi treinta años de reinado. Los tres príncipes crecieron en la finca real de Skaugum, en las afueras de Oslo, pero la infancia que parecía idílica se rompió brutalmente cuando los alemanes invadieron Noruega el 9 de abril de 1940. Para evitar ser detenidos por la potencia ocupante, la familia real, el gobierno y el Storting (parlamento) abandonaron Oslo en tren.

Los niños fueron despertados por sus padres en medio de la noche cuando les avisaron que había que escapar cuanto antes. La princesa Ragnhild recordó esa noche en una entrevista: “Nos despertamos en medio de la noche y nos dijeron que nos vistiéramos para una caminata. La señal más clara de algo inusual fue que fueron nuestros padres quienes nos despertaron”. Märtha y los tres niños huyeron a un lugar seguro a través de la frontera con Suecia, mientras que el príncipe heredero se separó de ellos en Elverum.

Astrid, entonces de ocho años, recuerda bien el viaje en automóvil a Suecia, que se hacía por las noches, hasta que el 10 de abril la princesa Martha y sus hijoz cruzaron finalmente la frontera de una manera particularmente dramática después de que los guardias incrédulos se negaran a permitirles el paso. Märtha, princesa sueca de nacimiento, llevó a sus hijos con padres (los príncipes Carlos e Ingeborg de Suecia) en Estocolmo. Ingeborg estaba muy preocupada por su hija y sus nietos y le entregó un conjunto de esmeraldas heredadas de su madre para vender en caso de que la familia necesitara dinero.

“Cuando los nazis invadieron Noruega, mi madre huyó con nosotros tres niños a través de la frontera sueca. Nos quedamos con la abuela y el abuelo (la princesa Ingeborg y el príncipe Carl) durante unos meses antes de decidir abandonar Suecia y viajar a los Estados Unidos a raíz de una invitación personal del presidente Franklin D. Roosevelt”, recordó Astrid muchos años después. El rey Haakon y el príncipe Olav se quedaron en Londres, mientras el resto de la familia vivió en Washington hasta que llegó la paz en 1945.

Cuando la familia regresó a Noruega el 7 de junio de 1945, por primera vez, la princesa Ragnhild conoció al hombre con el que luego se casó, Erling Sven Lorentzen, que estaba entre los guardias que escoltaron a la familia real cuando Haakon VII regresó a Noruega. Cuando se casó con Lorentzen en la Iglesia Asker el 15 de mayo de 1953, Ragnhild se convirtió en la primera princesa europea que se casaba con un plebeyo.

“Haz lo que te parezca natural”

Astrid siguió los pasos de su hermana y los latidos de su corazón, pero el camino no fue fácil. En 1954, Noruega lamentó la muerte de la princesa Martha, víctima del cáncer a los 50 años de edad. La princesa heredera tenía una salud en declive después de la guerra y y para sus tres jóvenes hijos fue una experiencia extremadamente difícil perder a su madre tan temprano en la vida. Su hija menor, muy a su pesar, se convirtió así en la primera dama del reino ya que su abuela también había fallecido prematuramente.

Joven e inexperta, asumió con mucho talento las tareas que hasta entonces había cumplido su madre, acompañando a su abuelo en las mayores pompas cortesanas. “No sabía lo que estaba pasando, y no tuve ningún entrenamiento sobre cómo comportarme”, relató Astrid. “Hoy en día, te entrenan para que estés preparado antes de cumplir tus funciones. Pero yo no estaba acostumbrada a ser la pieza central, solía esconderme detrás de las faldas de mi madre. Y nunca había estado en una visita de estado. Pero recibí buenos consejos de tía Ingrid [reina de Noruega]: Haz lo que te parezca natural”.

Pero la nueva condición no le permitiría contraer matrimonio con el hombre que amaba, Johan Martin Ferner, un empleado de las tiendas Harrod’s de Londres que se cansó de esperar y se casó con una modelo profesional de la que se divorció apenas dos años después. Astrid y Ferner volvieron a encontrarse pero debieron luchar durante 13 hasta hasta lograr el consentimiento al matrimonio. En 1960, Astrid empezó una especie de huelga, negándose a cumplir con sus obligaciones reales hasta que su padre, ya convertido en rey, dio su bendición.

“La casa real de Noruega conoce el drama más terrible de su existencia”, anunció un respetado periódico noruego, en una época en la que Europa aún no estaba acostumbrada a los matrimonios de príncipes con plebeyos. Y de verdad fue un escándalo: el vicepresidente Parlamento se negó a felicitar a la pareja, el osbispo de Oslo se negó a casarlos y un diario cuestionó la falta de cordura de la princesa por no saber “elegir el camino del deber”.

La boda finalmente se celebró en 1961, en presencia de numerosos príncipes extranjeros, incluida Margarita de Inglaterra con su flamante esposo, un fotógrafo de sociedad. Pero, a diferencia de su hermana mayor, Astrid no fue “castigada” porque la casa real la necesitaba: continuó desempeñándose como primera dama y no perdió su estatus real ni su asignación estatal, señales de una importancia dentro de la corte que todavía conserva.

En 2011, Astrid y Ferner celebraron sus 50 años de matrimonio cuando la princesa -ahora con cinco hijos y cinco nietos- todavía es un miembro muy activo de la casa real. En su 70 cumpleaños en 2002, la princesa recibió una pensión estatal honoraria como reconocimiento y agradecimiento por sus muchos años de esfuerzos, tanto como la primera dama del país y más tarde en relación con amplias tareas de representación.

Viuda desde 2015, la princesa Astrid no ha disminuido sus esfuerzos por apoyar a su hermano y durante su vejez sigue representando diligentemente a la casa real y a Noruega, involucrándose en trabajos sociales con niños y adolescentes que, como ella, tienen dislexia. Además, es presidenta del Fondo Memorial de la Princesa Heredera Märtha.

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El último heredero de la Casa de Saboya cumple 85 años muy lejos del trono italiano

Víctor Manuel de Saboya, que este 12 de febrero cumple 85 años, es el último príncipe heredero de Italia y sus chances de reinar algún día son extremadamente remotas.

Su impopularidad personal, tras una vida salpicada de desventuras y controversias, de haber estado en prisión por su participación en un sórdido escándalo de corrupción y prostitución, definitivamente no ayudaron.

A ello se suma el desprestigio histórico de la dinastía italiana por aliarse con el fascismo durante la II Guerra Mundial le impedirían perpetuamente restaurar la monarquía en el país que le prohibió la entrada durante más de medio siglo.

Si Italia todavía tuviera una monarquía, el príncipe Víctor Manuel, nacido el 12 de febrero de 1937 en Nápoles, sería el rey.

Vittorio Emanuele Alberto Carlo Teodoro Umberto Bonifacio Amedeo Damiano Bernardino Gennaro Maria de Savoia, es el único hijo varón del último rey de Italia Umberto II, que antes de morir lo desheredó por no aceptar su matrimonio morganático.

Su madre fue la popular y hermosa reina María José, nacida princesa de Bélgica, quien fue madre, además, de las princesas María Pía, María Beatriz y María Gabriela, y abandonó a su esposo una vez que perdió el trono, tras la caída de la monarquía en junio de 1946.

Umberto II, apodado “el rey de mayo” por haber reinado solo un mes (del 2 de mayo al 9 de junio de 1946) había ascendido al trono en un intento por salvar a la Casa de Saboya después del desastre provocado por Víctor Manuel III, aliado de Mussolini y Hitler que firmó las leyes raciales.

Víctor Manuel tenía solo nueve años cuando su familia se exilió en Portugal. La nueva constitución de la República Italia, que entró en vigor en 1948, impuso una prohibición de regreso a Italia de los miembros varones de la familia Saboya que permanecería en vigor durante 54 años.

En 1970, horrorizó a su padre al optar por casarse con una plebeya y ex campeona de esquí acuático, Marina Doria, que le dio un hijo, Emanuel Filiberto. Tuvieron una primera boda en Las Vegas y una segunda en Teherán como invitados del shah de Irán, cuya amistad del príncipe de Nápoles lo envolvió más tarde en una controversia sobre su papel como intermediario en la venta de helicópteros a Irán.

Por este matrimonio desigual, el ex rey Umberto II se enemistó con su hijo y, en su lugar, declaró que quería que su sobrino (el duque de Aosta) fuera el heredero del desaparecido trono, lo que desató una guerra entre dos ramas de la dinastía que perdura en nuestros días.

Pero eso no fue nada comparado con el escándalo que estalló el 17 de agosto de 1978 frente a las costas de Córcega, cuando el príncipe disparó con un un rifle e hirió de muerte a un joven turista alemán. Eso llevó a que fuera arrestado por primera vez, acusado y procesado, y no fue hasta 13 años después que un tribunal de París lo absolvió de homicidio involuntario.

Aunque el príncipe Víctor Manuel ganó el derecho a regresar a Italia en 2002, después de más de medio siglo en el exilio, ha conservado su residencia suiza y vive la mayor parte del tiempo en su chalet en Gstaad o en una villa de 30 habitaciones en Ginebra.

Su regreso a Italia, en 2003, no fue triunfal. La policía antidisturbios disparó gases lacrimógenos en Nápoles para disolver las manifestaciones contra él y su familia por parte de una variedad de monárquicos acérrimos, neofascistas republicanos de línea dura y trabajadores desempleados que gritaban «Fuera de aquí, traidores».

Tres años más tarde volvió a ser repudiado por los italianos al ser acusado de ejercer como “líder indiscutible” de una red de tráfico de influencias y de proxenetismo, aunque él declaró ante un juez: Esas señoritas eran para mi consumo personal”. En declaraciones grabadas por la policía, el que hubiera sido rey de Italia dijo: «Ojo, que yo me he convertido en un tipo muy poderoso en Italia, mucho más de lo que esperaba. Ahora rompo el culo a quien me toca los huevos. O se hacen las cosas como yo digo, o el que falla va fuera, ¿entendido?».

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La historia de la corona que recibirá la “reina Camilla” y su diamante “maldito”

El día que el príncipe Carlos sea coronado Rey de Gran Bretaña, como sucesor de la reina Isabel II, su esposa Camilla será coronada Reina Consorte y, como tal, recibirá la corona que le corresponde, una joya invaluable, histórica y adornada con un diamante “maldito”.

Se espera que la pareja sea ungida, bendecida y coronada en la Abadía de Westminster, como se realiza con los reyes de Inglaterra desde el siglo X, y la entronización de la duquesa de Cornualles con el título de reina cuenta con la aceptación de la reina Isabel II.

Siguiendo la tradición, durante la ceremonia Camilla recibirá del arzobispo de Canterbury la Corona de la Reina Madre minutos después de que Carlos reciba la Corona de San Eduardo.

La corona que reposará sobre la cabeza de Camilla cuenta con un marco de platino engastado con 2.800 diamantes, muchos de los cuales provienen de una diadema de la reina Victoria, y contiene el diamante “Koh-i-Noor” (que significa Montaña de la Luz), una de las joyas más grandes y controvertidas del mundo.

La reina Isabel, esposa del rey Jorge VI y madre de Isabel II, recibió esta corona durante la coronación de su esposo el 3 de mayo de en 1937, después de haberse descartado el uso de la corona de la reina Alejandra (coronada en 1902) y la reina María (1911).

Fabricada por los joyeros reales Garrard & Co, la reina Isabel usó la corona, pero sin sus arcos, en las ceremonias de apertura del Parlamento durante el reinado de su esposo y en la coronación de su hija Isabel II, en junio de 1953, cuando adoptó el título de Reina Madre.

La corona, que ahora forma parte de las joyas de la corona que se exhiben en la Torre de Londres, salió por última vez para descansar sobre un cojín de terciopelo que se colocó sobre el ataúd de la reina madre, fallecida el 30 de marzo de 2002.

El diamante Koh-i-Noor de 105,6 quilates llegó a manos británicas a mediados del siglo XIX como regalo para Victoria. Otro gran diamante de la corona, fue entregado en 1856 a Victoria por el sultán Abdulmedjid, gobernante del Imperio Otomano, como gesto de gratitud por el apoyo británico durante la Guerra de Crimea.

La historia de «Koh-i-Noor», el diamante «maldito» de la corona de la reina

El diamante Koh-i-Noor, que significa «montaña de luz», es el ejemplo perfecto de una joya maldita, propiedad de numerosos gobernantes asiáticos a lo largo de los años que con demasiada frecuencia perdieron sus imperios y sus vidas.

Según la leyenda del año 1306, la desgracia caería sobre todos los hombres que lo poseyeran.

El diamante pasó de dinastía en dinastía en India, Afganistán, Irán y Pakistán después de muchos combates y derramamiento de sangre, y tras el final de la Segunda Guerra Anglo-Sikh y la anexión del Reino de Punjab, los tesoros fueron confiscados por la corona británica.

Después de que la Compañía Británica de las Indias Orientales tomó posesión del diamante a bordo de uno de sus barcos, no pasó mucho tiempo antes de que el cólera se apoderara y matara a decenas a bordo.

Inmediatamente después de su llegada a Gran Bretaña, la reina Victoria fue atacada por un hombre con un bastón (que recibió un desagradable ojo morado) mientras su carruaje atravesaba las puertas del palacio.

Menos de un mes después, en julio de 1850, el primer ministro del país, Robert Peel, murió después de caerse de su caballo y ser pisoteado, todas las desgracias atribuidas a la llegada del diamante en ese momento.

Sin embargo, la mayoría cree que la maldición recae solo sobre los hombres vinculados a la piedra, no sobre las mujeres, por lo que a partir de entonces solo mujeres usaron el diamante.

La piedra finalmente se colocó en la corona de la reina María de Inglaterra, esposa de Jorge V, para su coronación en 1911, y luego en 1937, en la corona de la reina Isabel.

Hace 45 años: en una lamentable tragedia murió la reina Alia de Jordania, antecesora de Noor

El 9 de febrero de 1977, hace 45 años, la familia real de Jordania recibió la estremecedora noticia de la muerte de la reina Alia, consorte del rey Hussein, en un trágico accidente de helicóptero.

El rey Hussein (1935-1999) tuvo cuatro esposas, de las cuales Alia Toukan fue la tercera. Conoció a la bellísima palestina después de repudiar a la princesa Muna, en 1972. Se casaron ese mismo año y, a diferencia de sus dos primeras esposas, Hussein le otorgó el título de Reina Consorte.

El matrimonio tuvo un hijo, el príncipe Alí, y una hija, la princesa Haya, a los que se sumó una hija adoptiva, Abir Muheisen, todos ellos hermanastros del actual rey jordano, Abdallah II bin Hussein.

Alia asumió un activo papel social en Jordania pero su reinado duró muy poco. Aquel día de 1977 el rey Hussein esperaba a su esposa en el aeropuerto, pero el helicóptero nunca llegó.

La aeronave en la que la reina regresaba tras haber visitado Tafileh, localidad situada a unos 300 kilómetros al sur de la capital, se vio envuelta por una tempestad, y algunas informaciones apuntan la posibilidad de que fuese alcanzado por un rayo.

En el accidente perdieron también la vida el ministro de Sanidad, Mohammad al Bashir y dos coroneles del ejército.

La tumba de la reina Alia yace hoy en el palacete de Al-Hashmiya, en la colina de Hummar, en el que había vivido con el rey, y desde el cual se pueden ver, en los días claros, las murallas de Jerusalén.

Los funerales reunieron a una inmensa cantidad de dolientes en las calles de la capital jordana. La desaparición de la hermosa Alia hizo que Hussein se encerrara por varios días, en una reclusión que incluso puso en peligro la estabilidad de la monarquía.

A pesar de su dolor, la prensa mundial insistió en busca amoríos al rey y se le vinculó románticamente con una espectacular guía de Disneylandia, llamada Honey Rech, de veintitrés años, y más tarde con Margaret Trudeau, la ex esposa del primer ministro canadiense.

En 1978 Hussein se casó con Elizabeth Halaby, de sangre siria y estadounidense, que recibió el nombre de Noor al Hussein (“luz de Hussein”) y con la que tuvo cuatro hijos. Aunque en un principio se dijo que Lisa no recibiría el título de reina, fue proclamada como tal en el momento justo de firmar el contrato matrimonial y se convirtió en la esposa que acompañaría a Hussein por el resto de su vida. “Mi vida ha sido un cúmulo de tragedias, pero ella me ha dado una fuerza y una felicidad que no creía posible volver a encontrar”, dijo él rey.

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60 fotos históricas de la princesa Margarita de Inglaterra, a 20 años de su muerte

La princesa Margarita de Inglaterra, hermana menor de la reina Isabel II, nació el 21 de agosto de 1930, en el Castillo de Glamis, un lugar elegido por sus padres como un guiño a los viejos lazos de la realeza con Escocia y los lugareños se sintieron muy felices de que allí naciera la princesa. Y murió el 9 de febrero de 2002, hace 20 años.

Margarita fue el primer miembro de la monarquía que vino al mundo en suelo escocés en más de tres siglos, pero a la vez fue el primero en casarse con un plebeyo después de 500 años y el primero en divorciarse desde Enrique VIII, 400 años antes. La princesa y su hermana fueron un imán para la creciente y enérgica prensa popular, y mientras Isabel era presentada en las revistas como una niña seria y responsable, Margarita ofreció una imagen más glamourosa y frívola. 

«Cuando mi hermana y yo crecimos, ella fue presentada como la buena», dijo Margarita. «Eso era aburrido, así que la prensa trató de hacer ver que yo era mala como el infierno». La abdicación de su tío, Eduardo VIII, cuando Margarita tenía seis años, no solo transformó el estatus de la joven princesa, sino también el de sus padres, los duques de York, que se convirtieron en el rey Jorge VI y la reina Isabel.

Tras la coronación, los nuevos reyes se mudaron con sus hijas al Palacio de Buckingham, donde fueron criadas y educadas, con la excepción de los años de guerra cuando fueron enviadas al Castillo de Windsor. En 1960, Margarita se casó con el fotógrafo Tony Armstrong-Jones, años después de que, obligada por el Establishment, la corte y la Iglesia, anunciara dramáticamente que no se casaría con el hombre del que estaba enamorada porque él era divorciado. La renuncia al amor marcaría para siempre el temperamento y el espíritu de la princesa más hermosa del siglo.

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Hace 310 años: Pedro el Grande “robó” una mujer para convertirla en su emperatriz

El 9 de febrero de 1712, hace 310 años, el zar Pedro “El Grande” de Rusia contrajo matrimonio por segunda vez, con Martha Skavronskaya, tras repudiar a su primera mujer, Eudoxia Lupokina. El gran zar y reformador ruso era un ferviente admirador de la belleza femenina, pero incluso las mujeres más encantadoras podían arriesgarse a su desaprobación.

Pedro I de Rusia “adquirió” a su segunda esposa de la misma manera que había conquistado a su amante Anna Mons: se la “robó” príncipe Menshikov. Skavronskaya, una criada de Marienburg, Alemania, había sido capturada por el conde Boris Sheremetev, junto con otros prisioneros, y llevada a su casa. Menshikov se llevó a la bella y afable mujer de Sheremetev, y fue en su casa donde el zar la conoció.

Según François Villebois, un francés que estaba sirviendo en Rusia, Pedro I “miró a Catalina por un tiempo prolongado y, burlándose de ella, dijo que era inteligente. Terminó su discurso humorístico diciéndole que llevara una vela a su habitación cuando ella se fuera a la cama. Era una orden, dijo en tono de broma, pero sin permitir ninguna objeción. Menshikov lo tomó con calma, y ​​la bella mujer, dedicada a su maestro, pasó la noche en la habitación del zar”.

El lugar exacto de su nacimiento y el origen de sus padres aún no se han establecido definitivamente, pero a Pedro eso no le importó.

Envió su nuevo amor a la casa de su hermana Natalia, donde Marta aprendió modales rusos y cortesanos. En 1708, fue bautizada en la Iglesia Ortodoxa Rusa y recibió un nuevo nombre, Catalina. Tres años más tarde, Pedro la declaró su esposa, después de lo cual Catalina, que estaba embarazada de seis meses con otro hijo suyo, acompañó al zar en la dura Campaña de la Verdad, durante la cual ella hizo frente a todas las dificultades de una vida en un campo militar admirablemente, impresionando aún más al zar.

En 1713, estableció la Orden de Santa Catalina en su honor.

Al zar le encantaba ver a gran parte de su esposa. Según un relato contemporáneo, “no hubo un solo desfile militar, lanzamiento de barco, ceremonia o festividad donde ella no estuvo presente … Catalina, segura del corazón de su esposo, se burló de sus frecuentes amores, al igual que Livia con Augusto”. Pedro tampoco tuvo miedo de hablar con ella, pero siempre terminaba con las palabras: «Nada puede compararse contigo». Catalina dio a luz a Pedro 11 hijos, pero la mayoría de ellos murió en la infancia, a excepción de Ana y Elisabeth, quien más tarde se convirtió en la emperatriz Elisabeth Petrovna.

Su idílico amor terminó en 1724, cuando Pedro descubrió el romance de su esposa con Willem Mons, el hermano de Anna. Aficionado a la crueldad y los gestos teatrales, Pedro ordenó que llevaran la cabeza cortada de Willem a Catalina en una bandeja. Se reconciliaron solo poco antes de la muerte del zar y se cree que Pedro murió en sus brazos. Después de su muerte, Catalina se convirtió en la primera mujer que gobernó en Rusia.

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Hace 20 años: ¿de qué murió la princesa Margarita de Inglaterra?

Cuando superó los 50 años de edad, Margarita era apenas una sombra de la princesa esplendorosa de hermosos ojos azules que había encantado al mundo con su tragedia romántica. Los años 90 la vieron ocultarse entre los dramas de la familia Windsor y finalmente falleció en el silencio de un hospital. Pero, ¿cuál fue exactamente la causa de su muerte?

La princesa Margarita era la hija menor del rey Jorge VI y la reina madre Isabel. Murió a los 71 años en 2002.

La princesa Margarita era la hija menor del rey Jorge VI y la reina madre Isabel. Ella era la única hermana de la reina Isabel II y, pese a ser toda su vida un personaje secundario de la monarquía, increíblemente la segunda en la línea del trono después de que su padre se convirtiera en rey y durante toda la Segunda Guerra Mundial. El mundo habló de ella en 1955, cuando anunció dramáticamente que no se casaría con el amor de su vida, Peter Townsend, porque deseaba obedecer la llamada del deber y por fidelidad a su hermana.

La princesa Margaret Rose fue el primer miembro de la familia real británica que nació en Escocia durante más de 300 años. En el momento en que nació, el 21 de agosto de 1930 en el Castillo de Glamis, hogar ancestral de su familia materna, era la cuarta en la línea de sucesión al trono como nieta del rey Jorge V. Pero después de que su tío Eduardo VIII abdicó, a los 6 años Margarita pasó a ser la segunda en la fila del trono, quien tendría que hacerse cargo de la corona si algo imprevisto ocurría con su padre y su hermana mayor.

Última aparición pública de Margarita (der.) en el centenario de su tía la duquesa de Gloucester.

Margarita creyó haber encontrado el amor cuando conoció al fotógrafo de sociedad Antony Armstrong-Jones en 1959, después de enterarse que el Capitán Townsend se había casado con otra mujer. Su esposo fue nombrado conde de Snowdon y vizconde Linley más tarde ese año, y posteriormente nacieron sus dos hijos: Lord Linley, actual Conde Snowdon, nacido en 1961, y Lady Sarah Frances Elizabeth, nacida en 1964. La pareja permaneció casada durante varios años, pero su matrimonio se disolvió en mayo de 1978.

En sus últimos años, la princesa Margarita, víctima de una depresión que la acompañó toda su vida adulta, sufrió graves problemas de salud. Sufrió un derrame cerebral en febrero de 1998 mientras estaba en su casa de vacaciones en la caribeña isla de Mustique y graves quemaduras en los pies durante un accidente en el baño 12 meses después, lo que afectó drásticamente su movilidad. Más tarde requirió apoyo para caminar y en ocasiones apareció públicamente en una silla de ruedas. La princesa tuvo nuevos accidentes cerebrovasculares en 2000 y 2001.

Capilla ardiente de la princesa Margarita en la Capilla de la Reina del palacio de St. James

La salud de Margarita se deterioró rápidamente a medida que el público británica se olvidó de ella. Esto, sin embargo, no le impidió poder emprender algunos compromisos públicos en estos últimos años y continuó apoyando el trabajo de muchas de sus organizaciones benéficas. Sus últimos compromisos públicos fueron una visita al Chelsea Flower Show el 21 de mayo de 2001 y el 80 cumpleaños del príncipe Felipe semanas más tarde. La última aparición pública de la princesa fue en el centésimo cumpleaños de su tía, la princesa Alice, duquesa de Gloucester, en diciembre de 2001.

La princesa era conocida por por su amor por el tabaco y el alcohol, lo que provocó especulaciones a lo largo de los años de que desarrolló cáncer de pulmón, enfermedad que había conducido a la muerte a su padre en 1952. Sin embargo, Margarita nunca fue diagnosticada con cáncer. Murió finalmente a los 71 años de edad el 9 de febrero de 2002, tres días después del 50 aniversario de la muerte de su padre, y tras sufrir otro derrame cerebral que resultó en problemas cardíacos. Su féretro reposó en solitario en la capilla de St. George y sus cenizas fueron depositadas junto a la tumba de su padre.

Serie de fotografías en color revelan el majestuoso funeral de Jorge VI de Inglaterra, hace 70 años

Una serie de fotografías que han permanecido intactas durante 70 años muestran el majestuoso funeral de estado del rey Jorge VI de Gran Bretaña, justo cuando se cumplieron 70 años de su muerte y la entronización de su hija, la reina Isabel II.

Son negativos de película de acetato de cinco por cuatro pulgadas, generalmente tomados con una cámara Speed ​​Graphic”, dijo John Balean, gerente de operaciones del archivo TopFoto.

Fue fantástico descubrir que han sobrevivido más de cien negativos que cubren el período desde la muerte del rey Jorge VI el 6 de febrero de 1952 hasta el funeral del 15 de febrero. Estas imágenes conmovedoras e históricamente importantes no se han visto desde que fueron indexadas hace setenta años”, agregó.

Una de las fotografías, que fueron recientemente coloreadas, muestra a la reina Isabel II, entonces de 25 años, de pie en la Capilla de St. George, del Castillo de Windsor, después de que el ataúd de su padre fuera bajado hacia la cripta real. Unos segundos antes, la nueva reina arrojó tierra sobre el féretro de su padre antes de que desapareciera de su vista.

Otras imágenes muestran a los miles de dolientes que hicieron filas en Londres para rendir su último tributo ante el féretro real, que se expuso al público durante tres días en el Westminster Hall del Parlamento británico. Otras fotos en color muestran el cortejo fúnebre del rey Jorge VI marchando por varias partes de Londres el 15 de febrero.

Tras la repentina abdicación de su hermano mayor, el rey Jorge VI gobernó durante 16 años, desde el 11 de diciembre de 1936 hasta su muerte en 1952. Fue recordado como el rey que ayudó al país durante la Segunda Guerra Mundial, pronunciando conmovedores discursos por radio, superando su conocido tartamudeo.

Los negativos originales de la película de acetato, filmados con una cámara “Speed Graphic”, fueron empaquetados hace 70 años y salieron a la luz por primera vez desde que se encontraron en el archivo de Topfoto, que los recibió de la famosa colección de la Agencia Internacional de Noticias (INP).

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