Sonia, la primera reina plebeya de Noruega, cumplió 85 años con el prestigio intacto

La reina Sonia, consorte del rey Harald V, cumplió 85 años con el prestigio intacto pese a que, en los años 60, se dudó de que aquella joven plebeya, de orígenes burgueses, pudiera ser la reina consorte adecuada en el futuro.

Nacida en Oslo el 4 de julio de 1937, la reina es hija de Dagny (1898-1994) y de Karl August Haraldsen (1889-1959) y fue criada en el barrio de Vinderen en Oslo.

Sonia, una empleada de una tienda de Oslo, conoció al príncipe heredero Harald en 1959, pero su commpromiso tuvo que esperar nueve años hasta que el rey Olav (padre de Harald), el gobierno, el parlamento y la iglesia de Noruega aceptaron que el futuro monarca rompiera la tradición y se casara con una mujer de orígenes plebeyos.

En marzo de 1968 llegó la noticia de que el rey Olav había dado su permiso para que el príncipe heredero se casara, pero el anuncio del compromiso dio lugar a un debate intenso sobre el futuro de la monarquía en Noruega, que había sido fundada por el rey Haakon VII y la reina Maud en 1905.

El 29 de agosto de 1968, la boda tuvo lugar en la Catedral de Oslo y Sonja Haraldsen se convirtió en la Princesa Heredera de Noruega y desde entonces fue bien recibida por los noruegos, que se mostraron orgullosos de la modernidad de su casa real. La pareja tuvo dos hijos, la princesa Martha Luisa y el actual príncipe heredero Haakon.

Sonia se convirtio en la primera reina plebeya de la historia de Noruega en 1991, al morir su suegro Olav V y ascender al trono su esposo, Harald V.

La reina acompañó al rey cuando prestó juramento a la Constitución en el Parlamento el 21 de enero de 1991, siendo además la primera reina consorte de Noruega tras 53 años en que el cargo estuvo vacante (la reina Maud murió en 1938 y la esposa de Olav V, Martha de Suecia, murió antes de que su marido ascendiera al trono).

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El príncipe Guillermo cumple 40 años: su papel en la transición de la monarquía al siglo XXI

Desde que la reina Isabel II, de 96 años, comenzó a reducir sus compromisos oficiales por motivos de salud, su nieto el príncipe Guillermo incrementó su presencia. Cuando la reina faltó al «discurso del trono» que inaugura la nueva sesión parlamentaria en mayo, el joven príncipe acompañó a su padre, príncipe heredero, que sustituyó a la monarca.

Al cumplir 40 años este 21 de junio, Guillermo interviene en decisiones importantes, según la prensa británica, como cuando por ejemplo se opuso a la participación del príncipe Andrés, su controvertido tío sumido en un escándalo sexual, en la tradicional ceremonia de la Orden de la Jarretera en junio.

El duque de Cambridge y su esposa Kate Middleton «son el futuro de la monarquía«, dice el experto de la realeza Richard FitzWilliams, «como lo demuestra su aparición en el balcón (del palacio de Buckingham)» junto a la reina durante las fiestas del jubileo de platino.

Guillermo fue «formateado» por su abuela, una reina «tradicional», durante los almuerzos dominicales con ella en Windsor, cuando estudiaba en el elitista Eton College, señala Marc Roche, autor de varios libros sobre la monarquía británica. Pero también tiene «dada su generación, quizá por la influencia de su madre, una gran sensibilidad hacia la diversidad y la ecología», agrega.

El príncipe no suele mostrar sus sentimientos, pero defendió a la familia real tras la impactante entrevista que dieron su hermano Enrique y su esposa Meghan a la televisión estadounidense, asegurando que no son «racistas» como se les habían acusado.   

El príncipe, sin embargo, reconoce la necesidad de modernizar una institución milenaria para que sobreviva después de Isabel II, cuando la idea de una república gana terreno entre los jóvenes. Esta toma de conciencia se acentuó tras una gira en marzo con Catalina por el Caribe, donde la monarquía fue criticada por sus tintes colonialistas.

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El príncipe Guillermo, el “rey millennial” de Inglaterra, cumple 40 años

El príncipe Guillermo, nieto de la reina Isabel II, cumple 40 años, una etapa importante para esta figura imprescindible de la familia real británica, deseoso de conciliar modernidad y tradición, llamado a convertirse un día en rey.

Nacido el 21 de junio de 1982 y segundo en la línea de sucesión al trono, el duque de Cambridge entra en el club de los cuadragenarios pocos meses después de su esposa Catalina, en enero, con la que forma una pareja muy popular que encarna el futuro de la monarquía.

«Es una etapa muy importante para él porque, junto con su padre, el príncipe Carlos, está aumentando su respaldo a la reina y sigue forjando una identidad como futuro rey», explica el comentarista real Richard FitzWilliams.

«Una de las cosas que preocupan especialmente a Guillermo es la imagen de la monarquía y cómo puede avanzar», quiere convertirla en una institución «relevante» y «contemporánea», agregó.

Con los años, Guillermo se ganó el corazón de los británicos, muchos de los cuales incluso quieren que suceda directamente a su abuela, en lugar del menos popular Carlos, de 73 años. Según el gabinete de sondeos YouGov, es el miembro de la realeza más popular tras Isabel II, con 66% de opiniones favorables.

Dedicado de lleno en su papel de segundo heredero de la corona, Guillermo prevé mudarse con su familia del palacio londinense de Kensington a Adelaide Cottage, una casa de campo de cuatro dormitorios en los terrenos del castillo de Windsor, donde reside ahora Isabel II.

Se trata de una transición importante, que le permitirá acercarse a la reina y reforzará el pequeño núcleo de la familia real en torno a ella.

Pero al tiempo que cumple con sus obligaciones monárquicas, Guillermo también se esfuerza por ofrecer una vida relativamente normal a sus tres hijos de entre 4 y 8 años, después de haber tenido él mismo una infancia marcada por el divorcio de sus padres y la muerte de su madre, la princesa Diana, en un accidente de tráfico en 1997 en París, cuando él tenía 15 años.

El duque se muestra como un hombre moderno, por ejemplo ayudando a sus dos niños mayores con los deberes durante los confinamientos.

También quiere aparecer con alguien cercano al pueblo, como su madre, la fallecida Diana Spencer. En junio se le vio en Londres vendiendo The Big Issue, la revista británica de las personas sin hogar, una causa cercana a su corazón, como también lo son el medio ambiente y la salud mental.

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La duquesa de Gloucester cumplió 76 con elogios a su discreción y “sentido del deber”

Muy pocos conocen a la duquesa de Gloucester. Y es que su nombre, al igual que el de su marido, no son asiduos en los titulares de la prensa. Pero Birgitte van Deurs, de origen danés, es un miembro de la familia real británica muy valorado por la reina Isabel II.

Su Alteza Real aborda su trabajo con gran entusiasmo y sentido del deber”, dice la casa real.

Nacida el 20 de junio de 1946 en Odense (Dinamarca) la duquesa es esposa del príncipe Ricardo, duque de Gloucester, nieto del rey Jorge V y primo hermano de la reina Isabel II. Se casaron en 1972, dos años antes de que el príncipe heredara el ducado de su padre.

Birgitte es un miembro trabajador a tiempo completo de la familia real”, explica la casa real en su sitio web. “Su Alteza Real se enorgullece del trabajo que realiza para sus muchas organizaciones benéficas y organizaciones, así como de sus deberes en apoyo de la reina”.

Madre de tres hijos -Alexander, vizconde de Ulster, lady Rose y lady Davina- la duquesa viaja mucho por el Reino Unido y el extranjero para realizar cientos de compromisos cada año. Muchos están relacionados con las más de 60 organizaciones con las que está conectada, a través de las artes, las fuerzas armadas, el deporte, la salud, el bienestar y la educación.

La duquesa de Gloucester también participa en muchas organizaciones benéficas y fundaciones, que abarcan diversos intereses y causas, que van desde la Lawn Tennis Association hasta The Children’s Society, Friends of St Paul’s Cathedral, Parkinson’s UK, Hope for Youth Northern Ireland y Scottish Opera.

Como miembros de la familia real y en nuestra vida pública, el duque y yo tenemos el enorme privilegio de encontrarnos continuamente con personas muy comprometidas con su trabajo con causas benéficas, muchas personas que son voluntarias, realizan todo tipo de buenas obras, dedican su tiempo, talentos y experiencia”, dijo la duquesa sobre su trabajo.

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Guillermo IV, el más impopular de los reyes británicos, murió hace 185 años

El 20 de junio de 1837, hace 185 años, el rey Guillermo IV de Inglaterra murió en el Castillo de Windsor, siendo el último hombre de la Casa de Hannover que ocupó el trono británico.

A las 5 de la mañana de ese día, el arzobispo de Canterbury y el Lord Chambelán, Francis Conyngham, llegaron al Palacio de Kensington para anunciar a la princesa Victoria que, por la muerte de su tía, ahora era la nueva reina.

Alejada de la vida mundana por su madre, Victoria apenas tenía 18 años y siempre mantuvo buenas relaciones con su tío, aunque opinaba que era “raro, muy raro y extraño”.

Durante mucho tiempo, antes de ser rey, Guillermo IV, titulado duque de Clarence durante su juventud, fue ridiculizado por todos: la corte, el gobierno y hasta su familia. Fue considerado el más maleducado, irritante y vulgar de los reyes ingleses.

Coronado Rey a los 65 años, en 1830, al morir su hermano mayor Jorge IV, había pasado toda su vida exclusivamente dedicado a jugar, comer, beber y satisfacer sus deseos más bajos.

Durante su juventud se enamoró de una actriz llamada Dorothy Jordan, con la que tuvo la escandalosa cifra de diez hijos ilegítimos, y nunca demostró interés en sus obligaciones reales hasta que, ya en los cincuenta, notó que estaba muy cerca del trono.

A los veinte años envió desde Alemania una desagradable carta a su hermano en la que se quejaba desesperadamente de la falta de mujeres con las que mantener relaciones y decía que se vería forzado a “poner a una mujer cualquiera de la ciudad contra la pared o a tomar una en medio de un desfile”.

En la misma carta, el joven príncipe brindaba “por Inglaterra y por todas las muchachas de Westminster, al menos por aquellas que no me abofetearon ni me pegaron la sífilis…”.

En 1818, el Parlamento lo convenció de dejar a su amante para casarse con una princesa y tener hijos. La elegida fue Adelaida de Sajonia-Meiningen, a la que un contemporáneo definió como «sin dudas la mujer más fea de sus dominios».

Cuando llegó el momento de su coronación, en 1831, Guillermo IV era un hombre obeso con frecuentes estallidos de ira. Bebía sin límites y eructaba en los banquetes de Estado.

Durante mucho tiempo había sido ridiculizado por todos (la corte, la nobleza, su familia incluso), y todos se reían a sus espaldas con el apodo que se le había impuesto: «Coconut», por la forma ovalada de su cabeza.

La reina Adelaida no tuvo hijos sobrevivientes (su única hija había fallecido a la edad de cuatro meses), por lo que el 20 de junio de 1837, al fallecer Guillermo, fue su sobrina la heredera de la corona. La princesa Victoria reinaría durante los siguientes 64 años.

Guillermo IV fue enterrado en la capilla de San Jorge, del castillo de Windsor. La reina Adelaida murió el 2 de diciembre de 1849 y fue enterrada con él.

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Hace 46 años murió Knud de Dinamarca, el príncipe amargado que no pudo ser rey

En la milenaria dinastía danesa, una línea genealógica ininterrumpida conformada por medio centenar de monarcas, la reina Margarita II ocupa un lugar muy especial: es la primera mujer que reina de verdad.

Su predecesora y homónima, Margarita Valdemarsdotter (1353-1412) reinó en nombre de su hijo, Oluf II. Durante siglos, el ascenso de una mujer al trono danés estuvo vetado, hasta que en pleno siglo XX el rey Federico IX dio el primer paso hacia la igualdad sexual.

La nueva “Ley de Sucesión al Trono” promulgada el 27 de marzo de 1953, permitió la sucesión al trono de la princesa Margarita, la mayor de las tres hijas de Federico IX, y desplazó a un segundo lugar al hermano menor del rey.

El rey Christian X con sus hijos, el futuro Federico IX y Knud.

El príncipe destronado

El hermano menor, el príncipe Knud (1900-1976), estaba llamado a ser el siguiente rey danés. De hecho, en 1947 le fue otorgado el título de Príncipe Hereditario, ocupando desde entonces el primer lugar en la sucesión al trono, debido a que el rey Federico IX y la reina Ingrid solo habían tenido tres hijas mujeres.

En 1933 contrajo matrimonio con su prima hermana, la princesa Carolina Matilde (1912-1995), junto a la que llevó una activa vida social, muchas veces en representación de los reyes Federico e Ingrid. El matrimonio tuvo tres hijos. La princesa Elisabeth fue la mayor, nacida en 1935. En 1940 nació el príncipe Ingolf, destinado a ser el siguiente rey. En 1942 nació el príncipe Christian.

Los reyes Christian X y Alejandrina con sus hijos Federico y Knud.


En 1947, al llegar al trono Federico IX, se hizo evidente que la reina Ingrid no tendría más hijos. Los nuevos monarcas tenían tres hijas -Margarita, Benedicta y Ana María- y las leyes danesas indicaban que solo los hombres podían reinar.

Se nombró príncipe heredero a Knud, pero los daneses demandaron que la princesa Margarita fuera la siguiente reina. La necesidad de la nueva ley de sucesión separó al rey Federico de su hermano, y creó entre ellos una rivalidad que duraría toda la vida.

En 1933 Knud se casó con su prima hermana Carolina Mathilde de Dinamarca.


El referéndum de mayo de 1953 en el que la población danesa podía aprobar la sucesión femenina se convirtió en una elección entre la elogiada y muy inteligente familia del rey Federico y la familia del príncipe Knud, ridiculizada por “fea y estúpida”. El referéndum aprobó la nueva Constitución y la Ley de Sucesión recibió el apoyo del electorado.

En una entrevista concedida en 2010, el príncipe Ingolf recordó que fue ridiculizado al día siguiente del referéndum por todos sus compañeros en la escuela: había perdido la posibilidad de ser rey y eso era motivo de burla. La nueva Constitución y la Ley de Sucesión recibieron la aprobación real en un Consejo de Estado que tuvo lugar en el palacio de Christiansborg el 5 de junio de 1953.

Knud y Carolina Mathilde tuvieron tres hijos (Elisabeth, Ingolf y Christian)


Una enemistad que duró décadas

El entonces primer ministro Erik Eriksen dijo más tarde el historiador Tage Kaarsted que el príncipe Knud trató de sabotear la firma de la Constitución que le arrebataría el trono. Al salir de la reunión, el príncipe heredero Knud era apenas el cuarto en la línea de sucesión, por detrás de sus tres sobrinas, lo que consideró una traición por parte de su hermano.

A pesar de que ya no era el heredero de la Corona, se le otorgó el título de “Príncipe Hereditario”, lo que podía parecer irónico, ya que estaba claro que iba a heredar nada. Los hermanos casi no volvieron a hablarse y el príncipe Knud conservó toda su vida el dolor de haber sido despreciado por los daneses.

Knud y Carolina Mathilde tuvieron tres hijos (la princesa Elisabeth, única sobreviviente, y los fallecidos Ingolf y Christian)


“Creo que mis padres sólo vieron al rey Federico y la reina Ingrid cuando se reunían en las actividades oficiales”, recordó el príncipe Ingolf. El rey murió en enero de 1972 y su hermano Knud le sobrevivió unos años. “Le hubiera gustado mucho ser rey durante esos años”, dijo Ingolf, quien agregó que su padre “murió como un hombre amargado” durante el reinado de su sobrina Margarita II.

El príncipe Ingolf perdió su título cuando se casó con una plebeya en 1968 y adoptó el de “Conde de Rosenborg”. Recibe anualmente 1,5 millones de coronas danesas de la Lista Civil, como una especie de “compensación” por haber perdido el trono. Después de la muerte de su padre, sintió que era hora de poner fin al conflicto familiar y se acercó a su prima, la reina Margarita II, muy en contra de la voluntad de su madre.

El conde la convenció de que los problemas de la vieja generación no debían interferir en la relación de la generación joven, y desde entonces Ingolf y sus hermanos apoyaron a la reina en sus labores oficiales. Tras la muerte de Knud en 1976, Carolina Matilde salió poco de su residencia, y su frágil salud le impidió asistir a muchos acontecimientos familiares, pero tuvo tiempo de reconciliarse con la reina Ingrid antes de morir, en 1995.

Quién fue el príncipe Knud. Titulado príncipe hereditario, nació el 27 de julio de 1900 y fue bautizado Knud Christian Frederik Michael. Casado con la princesa Caroline-Mathilde de Dinamarca, prima hermana suya (1912-1995), tuvo tres hijos: la princesa Elisabeth, Ingolf y Christian, que perdieron sus títulos principescos por sus matrimonios, adoptando los títulos de Condes de Rosenborg. La familia vivió durante muchos años en el castillo de Sorgenfri y en Klitgaarden en Skagen. Knud murió el 14 de junio de 1976.

La desdichada reina Sofía de Grecia, bisabuela del rey Felipe VI, nació hace 152 años

Pocas reinas europeas del siglo XX atravesaron tantas penurias como las que le tocó vivir a Sofía de Grecia, una princesa alemana despreciada por su familia que contempló con impotencia varios golpes de Estado, maltratos y tragedias personales.

Se trata de Sofía Dorothea Ulrike Alice, nacida princesa de Prusia el 14 de junio 1870, una de las cinco nietas de la reina Victoria de Gran Bretaña que fue soberana consorte en un país europeo. Fue, además, abuela de los últimos reyes de Grecia y Rumania, de la reina Alejandra de Yugoslavia y de la reina Sofía de España, y por lo tanto, bisabuela del actual monarca, Felipe VI.

Hija del káiser Federico III y hermana de Guillermo II, último monarca de Alemania, su matrimonio con el príncipe Constantino, de fe ortodoxa, la enfrentó a su familia.

La boda de 1889, sin embargo, fue muy celebrada por el pueblo griego, debido a que una antigua leyenda local decía que el país recuperaría gloriosamente sus posesiones de Constantinopla, y el esplendor del Imperio Bizantino sería restaurado el día que un príncipe griego se casara con una princesa del Norte.

Sofía tuvo seis hijos, tres varones y tres mujeres: el mayor sería el rey Jorge II, después de cuyo nacimiento la madre se convirtió a la fe Griega Ortodoxo, para disgusto del káiser Guillermo II; el segundo hijo, el rey Alejandro I, murió trágicamente cuando era muy joven después de ser mordido por un mono rabioso; el tercero sería el rey Pablo I.

Sofía y Constantino también tuvieron tres hijas: Helena fue la esposa de Carol II de Rumania; Irene fue duquesa consorte de Aosta al casarse con un descendiente de los reyes de Italia; y Catalina se convirtió en una lady británica por matrimonio.

El reinado de Constantino I y Sofía fue muy caótico. Ascendieron al tono en 1913, después de que el rey Jorge I fuera asesinado. Un año después estalló la Primera Guerra Mundial y puso a la reina Sofía en la mira de la indignación popular debido a su origen alemán.

La situación de la familia real se volvió todavía más peligrosa a medida que avanzó la guerra y, por a su negativa a unirse a los Aliados, los reyes y sus hijos fueron expulsados del país. Solo el príncipe Alejandro se quedó Atenas, donde fue entronizado como un rey títere del primer ministro. A Alejandro no se le permitió contactar a su familia a menudo durante su breve y turbulento reinado, lo cual amargó aún más el penoso exilio de Constantino I y Sofía.

Después de la dolorosa muerte de Alejandro I lejos de su familia (solo se permitió la presencia de su abuela, la reina Olga), sus padres fueron invitados a regresar a Grecia para volver a ocupar el trono. Sin embargo, el segundo reinado no fue exitoso debido a la mayor inestabilidad política y el fervor nacionalista de la región.

En 1922, el rey abdicó por segunda vez a favor del príncipe heredero Jorge, quien se convirtió en Jorge II. Constantino y Sofía partieron con escasas posesiones personales rumbo a Italia, donde el ex rey murió el 11 de enero de 1923, con el corazón destrozado por tantas emociones.

“Unidos en la desgracia, el rey y la reina Sofía daban desde hacía varios años un conmovedor ejemplo de fidelidad conyugal; pero no siempre había sido así”, escribió el historiador Ghislain de Diesbach.

“Se contaba que, de joven, la reina Sofía, que tuvo que quejarse a menudo de los cambios de conducta de su marido, fue a preguntar a su suegro qué actitud convenía adoptar en semejante circunstancia. El viejo rey, cuya vida conyugal no había sido, según parece, del todo irreprochable, le respondió con una sutil sonrisa: ‘Pregúntaselo a tu suegra, ella podrá darte sobre esto los mejores consejos’”.

A la reina Sofía nunca se le permitió regresar a Grecia, y desafortunadamente no logró reconciliarse con su hermano, el ex káiser, que vivía en Holanda. La ex reina de Grecia murió el 13 de enero de 1932 a la edad de sesenta y un años en Frankfurt a causa de un cáncer y su cuerpo fue enviado a Florencia para ser enterrado junto al féretro de su esposo.

Mucho después, los restos de Constantino I y Sofía fueron enviados a Grecia para descansar en el Cementerio Real del palacio Tatoi, cerca de Atenas. Ocho años después nació su nieta, Sofía, princesa de Grecia llamada a ser reina de España.

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«María de los Pobres»: hace 128 años nació la primera mujer que fue soberana de Luxemburgo

El 14 de junio de 1894, hace 128 años, nació en el Castillo de Berg la princesa María Adelaida, nieta del gran duque Adolfo I de Luxemburgo, hija del futuro gran duque Guillermo IV y primera soberana nacida en suelo luxemburgués desde Juan el Ciego, en 1296.

Guillermo IV (1852-1912), sucedió a su padre en 1905 pero pocos años después sus problemas de salud lo obligaron a nombrar regente a su esposa, la infanta portuguesa doña María Ana de Braganza. Muerto en 1912 sin descendencia masculina, se recurrió a un estatuto familia en virtud del cual se declaraba monarca a María Adelaida como la sucesora.

María Adelaida era, desde la muerte de la emperatriz María Teresa en 1780, la primera mujer en ocupar el trono de Luxemburgo. El discurso de la joven Gran Duquesa durante su ceremonia de juramento reflejó una concepción del papel de Jefa de Estado muy diferente a la de su padre y declaró su interés por los asuntos políticos y sociales.

Inspirada en el lema ‘Judicate Juste!’ del emperador Enrique VII de la Casa de Luxemburgo, declaró: “Es el deseo de juzgar de acuerdo con los requisitos de la justicia y la equidad lo que inspirará todas mis acciones. ¡Solo la ley y el interés general me guiarán!”

“Juzgar con justicia, ¿no es justicia igual para todos, pero también justicia que protege a los humildes ya los débiles? La creciente desigualdad económica entre los hombres es la grave preocupación de nuestro tiempo. La paz social, tan ardientemente deseada, ha sido hasta ahora un ideal elusivo. ¿No es necesario trabajar por el acercamiento y la solidaridad?”

Sin embargo, este discurso muy social también indicó que Marie-Adélaïde quería tener voz en la dirección política que estaba tomando el país. La gran duquesa, devota católica, estaba convencida, ante nada, de ser soberana “por la gracia de Dios”.

Aunque los historiadores coinciden en que en ningún momento María Adelaida excedió sus derechos constitucionales, la mayoría parlamentaria de izquierda (socialdemócratas y liberales) consideró desde el principio del reinado que su intervención activa en la política era contraria al espíritu de la Constitución.

En 1914, las tropas alemanas invadieron el pequeño país, y tanto el Gobierno como la gran duquesa María Adelaida, impotentes, se vieron obligados a aceptar la violación de la neutralidad luxemburguesa.

Los ocupantes alemanes no intervinieron excesivamente en la política interior luxemburguesa, pero María Adelaida decidió participar más directamente en los asuntos políticos, pero, mal aconsejada, quiso imponer un Gobierno de derechas minoritario y se enemistó con la oposición, que la acusó de violar el espíritu de la Constitución.

La gran duquesa recibiendo al káiser de Alemania en palacio en plena guerra se convirtió en un símbolo de la cercanía de la clase política luxemburguesa a las fuerzas invasoras, y los Aliados criticaron duramente la actitud complaciente de Luxemburgo hacia Alemania.

Este país no ha cumplido con su deber y no merece ser mantenido en su estado actual”, protestó el ministro francés Poincaré, mientras el gobierno de Bélgica, a su vez, vio la oportunidad de reiterar sus reclamos sobre el territorio de Luxemburgo.

La tormenta política arreció Luxemburgo tras la guerra. Las fuerzas antimonárquicas y anexionistas se unieron, mientras los socialistas y liberales exigieron que la gran duquesa y su familia fueran despojados de su poder.

María Adelaida fue acusada de haber adoptado una actitud pro-alemana y, tras violentos disturbios antidinásticos, fue sometida a la presión de abdicar. El 9 de enero de 1919 estallaron disturbios revolucionarios en la capital donde la pequeña Compagnie des Volontaires (Compañía de Voluntarios) se amotinó, mientras los liberales y socialistas proclamaban la república. Francia envió tropas a Luxemburgo para restaurar la calma y el orden.

Para apaciguar los llamamientos a la abolición de la Monarquía, la gran duquesa María Adelaida, que estaba soltera y no tenía hijos, decidió abdicar en favor de su hermana menor, la princesa Carlota. El 28 de septiembre de 1919, el 80% de los luxemburgueses votaron en referéndum a favor del mantenimiento de la Monarquía.

María Adelaida abandonó Luxemburgo para ingresar en la orden de las Carmelitas en Módena, con el nombre de “María de los pobres”. Murió, según se dice, de tristeza, en el castillo de Hohenburg (Baviera), tres años más tarde y sus restos fueron trasladados a la catedral de Notre-Dame de Luxemburgo en 1947.

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A 104 años de la ejecución del gran duque Miguel de Rusia, su cuerpo continúa desaparecido

El gran duque Miguel de Rusia, hermano menor del último zar, Nicolás II, fue ejecutado el 13 de junio de 1918 por los revolucionarios que derrocaron a la dinastía Romanov.

Desde entonces, los restos del gran duque han sido buscados intensamente en los alrededores de la ciudad rusa de Perm, cerca de los montes Urales, pero hasta el momento los investigadores no tuvieron éxito.

Miguel Alejandrovich, hijo menor de Alejandro III y la zarina María, fue ‘de jure’ el último zar ruso desde que el 2 de marzo de 1917 Nicolás II abdicó a favor de su hijo Alexis y luego, en nombre de él, a favor de su hermano.

Un día después, Miguel no rechazó por completo la corona, como suele creerse. En cambio, consciente de la «pesada tarea» que le encomendó el zar, emitió una declaración escrita afirmando que la aceptaría solo si ese era “el deseo de nuestro gran pueblo” mostrado “por medio de un plebiscito, a través de sus representantes” en la Asamblea Constituyente.

Pero en plena Guerra Mundial agotando los recursos de Rusia, y los bolcheviques luchando por el poder, la asamblea que Miguel imaginó nunca se llevó a cabo, por lo que, en efecto, fue zar solo por un día o incluso unas horas antes de que se aboliera la monarquía.

El gran duque se encontraba en el palacio imperial de Gatchina, cerca de San Petersburgo, hasta que los bolcheviques lo deportaron a Perm junto a su secretario privado, Nicholas Johnson.

El 13 de junio de 1918, tanto Miguel como Johnson fueron capturados por agentes de la Cheka -el servicio secreto soviético- que los mataron en un lugar hasta ahora nunca identificado.

Miguel fue alcanzado por la primera bala, luego Johnson recibió un disparo y resultó herido de muerte, según relatos de los revolucionarios. Después de acudir en ayuda de Johnson, el herido gran duque recibió un disparo en la cabeza a quemarropa.

Estos asesinatos fueron los primeros de una orgía de ejecuciones contra los miembros de la dinastía Romanov que no lograron escapar a tiempo de Rusia. En total, 18 miembros de la Familia Imperial fueron ejecutados en los siguientes meses, incluidos Nicolás II y sus hijos.

En 2009, el gran duque Miguel y su secretario fueron rehabilitados oficialmente por el gobierno ruso, después de haber sido tildados de “enemigos del pueblo” durante la Revolución.

“El análisis de los materiales de archivo antiguos lleva a la conclusión de que estas personas fueron objeto de persecución en forma de arresto, exilio y vigilancia por parte de la Cheka sin ser acusadas de ningún delito específico, debido a su clase y condición social”, dijeron.

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Hace 350 años nació Pedro el Grande, el zar que cambió Rusia

El 9 de junio de 1672 nació en Moscú el zar Pedro I de Rusia, apodado “el Grande”, hijo del zar Alejo I y de su segunda esposa Natalia Naríshkina. Este miembro de la dinastía Romanov fue uno de los gobernantes más destacados de la historia de Rusia.

Su reinado fue uno de los más largos de la historia de Rusia y se prolongó 42 años y nueve meses, desde 1682 hasta 1725. Sin embargo, falleció a los 52 años de edad. Pedro el Grande es conocido sobre todo como el promotor de San Petersburgo, ciudad que fundó en 1703 y que está muy unida a su fundador. La nueva capital se levantó en un pantano del río Nevá y la intención del zar era acercarse a Occidente, abrir una “ventana a Europa”.

Durante las cuatro décadas de mandato, fueron muchos los cambios en el país. El más destacado es que en 1721 Rusia se convirtió en el Imperio ruso, y el zar Pedro pasó a ser el Emperador Pedro el Grande. Este cambio se produjo tras la victoria en la guerra del Norte, que hizo que Rusia superara a Suecia como potencia dominante en Europa del Este.

La conquista de amplios territorios en la zona del Báltico, el establecimiento de una fortaleza en la región, la creación de un ejército y armada fuertes, hicieron que Rusia pasara a convertirse en una nueva fuerza a tener en cuenta en el Viejo Continente. La guerra del norte terminó en 1721 pero la clave fue la victoria en la batalla de Poltava en 1709.

Y es que Pedro el Grande destacó también por la reorganización del ejército ruso, que renovó siguiendo los estándares europeos de la época y usando tecnología occidental. Fue él quien creó la Armada rusa, y soñó con hacer de su imperio un poder marítimo en el mundo.

Al mismo tiempo, destacó por su fascinación por Occidente. En 1697, Pedro emprendió un viaje de 18 meses con un séquito de 250 personas. La visita a Holanda fue la más influyente de todas. Adquirió conocimientos técnicos, y aprendió cómo vivían los europeos. Pedro trató de llevar costumbres occidentales a Rusia. Obligó a que los hombres se cortaran la barba, llevó arquitectos italianos para construir la capital y cambió el modo de alimentación.

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Hace 100 años: Yugoslavia celebró la primera gran boda real después de la Primera Guerra Mundial

El 8 de junio de 1922, hace 100 años, el rey Alejandro I de Yugoslavia se casó con la princesa María de Rumania, en lo que constituyó el primer gran evento de este tipo en Europa después de la Primera Guerra Mundial y despertó un gran interés mediático.

Su matrimonio tal vez comenzó como un matrimonio de estado, muy a menudo con muchos miembros de la realeza europea de la época, pero fue mucho más que eso”, dijo el príncipe heredero Alejandro de Serbia, nieto de Alejandro I y María.

El jefe de la dinastía Karadjorgevich continuó diciendo: “Su unión trajo mucho bien para nuestro país y la región porque se convirtió en uno de los puentes más fuertes entre dos países y el símbolo de la amistad sincera entre las naciones del Reino de Yugoslavia y el Reino de Rumania”.

“Mucha gente de esa época también dice que, cuando mis abuelos se conocieron, fue amor a primera vista. Amor que superó los límites del interés estatal, amor que fue coronado con respeto mutuo, aprecio y atención, y por supuesto, con sus tres hijos”, finalizó.

La boda del rey Alejandro I y con la princesa María (apodada “Mignon”) fue de una enorme importancia para la dinastía Karadjorgevich, que gobernaba una de las regiones más turbulentas de Europa, precisamente por los lazos de la novia con las grandes cortes de Europa.

La princesa era hija del rey rumano Fernando I considerada una de las princesas más bellas y cultas de Europa en ese momento, aunque sus modales dejaban mucho que desear y preocupaban a su madre, la popular reina María, nieta de la reina Victoria de Inglaterra.

La boda fue propiciada por la reina María de Rumania, una gran estratega política, que esperaba estrechar los lazos de su país con Yugoslavia, un reino en expansión que había sorteado grandes inconvenientes en las primeras décadas del siglo XX.

“De mediana estatura, hombros angostos, pálido y miope, Alejandro era el monarca menos imponente del siglo XX”, escribió Hannah Pakula en una biografía de la reina rumana. “Su apariencia, sin embargo, era engañosa”.

“Muy inteligente, ambicioso y políticamente hábil, Alejandro había tomado las riendas del gobierno serbio de manos de su achacoso padre y de un hermano mayor, desequilibrado, a comienzos de la Primera Guerra Mundial”.

“Cuando aún no había cumplido 30 años, actuando como regente del reino, Alejandro había dirigido personalmente a sus soldados en las heroicas luchas de la guerra. Y había emergido de la Conferencia de Paz de París con sus territorios originarios, además de Croacia, Eslovaquia, partes de Macedonia y la totalidad de Montenegro. En 1921, el rey Alejandro era un poder importante de los Balcanes”.

A la boda asistieron más de 20.000 personas, con la presencia de delegaciones oficiales de todo el mundo. El modesto rey hizo grandes esfuerzos para regalar a su futura reina una diadema y un collar de esmeraldas que habían pertenecido a la bisabuela de Mignon, la consorte del zar Alejandro II de Rusia. Después de la boda, la joven reina exclamó desde el balcón del Palacio Viejo: “¡Os lo agradezco desde el fondo de mi corazón!”.

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Hace 155 años, Francisco José y ‘Sissi’ de Austria fueron coronados reyes de Hungría

El 8 de junio de 1867, hace 155 años, el emperador Francisco José de Austria fue coronado rey de Hungría en una ceremonia esplendorosa en Hungría, junto a su esposa, la emperatriz Isabel, popularmente conocida como “Sissi”.

En la Catedral de San Mateo en Budapest, el monarca recibió la corona real de San Esteban, que conmemora al primer rey cristiano de Hungría, San Esteban (en húngaro, Szent István), quien fue coronado en el año 1000 con una corona enviada por el Papa Silvestre II.

La insignia consta de varias partes que datan de los siglos XI al XIII y es venerada en Hungría como la ‘Corona Sagrada’ (Szent Korona) debido a su profundo simbolismo religioso. Desde 2000 se exhibe en la Sala Hexagonal abovedada del edificio del Parlamento en Budapest.

El príncipe heredero Rodolfo de Habsburgo, de nueve años, relató en un cuaderno la ceremonia de coronación: “En la iglesia había muchos magnates y oficiales, luego comenzó la música y el Primado y muchos obispos católicos y griegos y muchos otros sacerdotes…”.

“Luego vinieron papá y mamá. Mamá se sentó en una especie de trono, y Papá fue al altar, donde se leyó mucho latín… Después, resonaron los tambores y Andrássy y el Primado pusieron la corona en la cabeza de Papá. Luego, el orbe imperial y el cetro fueron puestos en manos de papá”.

El embajador suizo no experimentó la ceremonia de la misma manera que el joven Rodolfo, encontrándola ya no contemporánea en todo su esplendor: “A pesar de su pompa y verdadera magnificencia, toda la procesión dio al observador imparcial la impresión de una mascarada de carnaval… Este vestigio de la Edad Media simplemente no encaja con nuestro tiempo”.

El enviado además notó la ironía de que Francisco José I fuera coronado por el primer ministro húngaro, el conde Andrássy:

“Da una impresión extremadamente extraña ver la manera en que el hombre cuya sentencia de muerte había firmado el emperador Francisco José en 1849 y cuyo nombre fue clavado en la horca en Pest, ahora, dieciocho años después, coloca la corona en la cabeza del monarca de cuya mayor confianza goza hoy”.

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Hace 150 años, en un lugar llamado Hesse, nació Alix, última Zarina de Rusia

El 6 de junio de 1872, hace 150 años, nació en el gran ducado alemán de Hesse-Darmstadt la princesa que sería la última zarina consorte de Rusia: fue bautizada como la princesa Alix, nieta de la reina Victoria, y se convirtió luego en la emperatriz Alejandra Feodorovna.

El padre del entonces zarévich, el zar Alejandro III, y especialmente su madre la zarina María se opusieron a sus esponsales, ya que esperaban que su heredero tuvieran partidos más favorables. Pero cuando la salud del zar empezó a deteriorarse, aún así dio permiso a su hijo para casarse.

Alix fue bautizada en la ortodoxia con el nombre de Alexandra Feodorovna el 2 de noviembre de 1894, al día siguiente de la muerte del emperador Alejandro III, y su boda con Nicolás tuvo lugar el 26 de noviembre del mismo año.

El principal problema era el nacimiento de un heredero para la familia. Los cuatro primeros descendientes fueron niñas. En 1904 nació el zarévich Alexei, que había heredado la hemofilia de su madre: desde entonces casi toda la vida de la familia zarista estuvo subordinada al cuidado del heredero.

Debido a la enfermedad de su hijo y al deterioro general de la situación del país, Alejandra sufría frecuentes ataques de nervios. En plena Primera Guerra Mundial, ella y sus hijas recibieron formación de enfermería y atendieron a los heridos en el Palacio de Tsárskoe Seló, convertido en hospital.

Cuando los bolcheviques llegaron al poder, la familia real se exilió a Tobolsk y luego a Ekaterimburgo, donde en julio de 1918 Nicolás II fue fusilado junto con su esposa, hijos y sirvientes.

Ochenta años después, sus restos fueron enterrados en la Catedral de Pedro y Pablo de San Petersburgo.

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50 hechos curiosos sobre la coronación de Isabel II, un 2 de junio de hace 69 años

Pocas veces se vio en la historia una ceremonia tan cargada de esplendor y misticismo.

1. La Abadía de Westminster, en Londres, ha sido el escenario de cada coronación desde el año 1066. Antes de la construcción de la abadía, las coronaciones se llevaron a cabo en ciudades como Bath, Oxford y Canterbury.

2. La reina Isabel II fue coronada el 2 de junio de 1953 en Westminster. Es la trigésimo novena soberana que coronada en este templo.

3. Isabel II es la sexta Reina que ha sido coronada en la Abadía de Westminster por derecho propio. La primera fue la reina María Tudor, que fue coronada el 1 de octubre de 1553.

4. Isabel accedió al Trono el 6 de febrero de 1952 por la muerte de su padre, el rey Jorge VI. Ella estaba en Kenia en ese momento y se convirtió en el primer soberano en más de 200 años que ascendió al trono estando en el extranjero.

5. La abuela de la reina, la reina Mary, de 81 años, fue la primera reina en ver un nieto ascender al trono. Sin embargo, murió unos meses antes de la ceremonia de coronación.

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6. El servicio de coronación utilizado por la reina Isabel II proviene de la coronación del rey Edgar en Bath en el año 973. El orden del servicio del siglo XIV fue escrito en latín y fue utilizado hasta la coronación de Isabel I.

7. El Earl Marshal (Conde Mariscal) es el responsable de organizar la coronación. Desde 1386 esta responsabilidad recae en los sucesivos Duques de Norfolk. El 16° duque de Norfolk fue responsable de la coronación de 1953 y también fue responsable del funeral de Sir Winston Churchill (1965) y la investidura del Príncipe de Gales (1969).

8. El «Gold State Coach» fue el encargado de transportar a la reina y el duque de Edimburgo desde el palacio hasta la Abadía. Estaba tirado por ocho caballos llamados Cunningham, Tovey, Noah, Tedder, Eisenhower, White Snow, Tipperary y McCreery.

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9. El ramo de flores que llevaba la reina estaba compuesto por orquídeas y lirios de los valles de Inglaterra, stephanotis de Escocia, orquídeas de Gales y claveles de Irlanda del Norte y la Isla de Man.

10. El duque de Edimburgo, de 31 años, utilizó su uniforme en el viaje hacia y desde la Abadía. Mientras duró la ceremonia, utilizó una corona ducal y una túnica sobre su uniforme.

11. El vestido de la coronación de la reina, diseñado por el diseñador de moda británico Norman Hartnell, fue hecho del satén blanco y bordado con los emblemas del Reino Unido y de la Commonwealth en hilo del oro y de la plata.

12. Desde la coronación, la reina ha usado el vestido de coronación en seis ocasiones, incluyendo la Apertura del Parlamento en Nueva Zelanda y Australia en 1954.

13. Las camareras, los cocineros y los jardineros del Palacio de Buckingham se reunieron en el Gran Salón del Palacio de Buckingham para ver a la reina partir con rumbo a la Abadía de Westminster.

14. El servicio de la coronación comenzó a las 11:15 am y duró casi tres horas.

15. En su camino a la abadía, la reina utilizó la «Diadema de Estado de Jorge IV», confeccionada en 1820 y adornada con figuras de rosas, tréboles y cardos, 1.333 diamantes y 169 perlas.

16. La procesión estaba compuesta por 250 personas, incluyendo líderes de la Iglesia, primeros ministros de la Commonwealth, miembros de la Casa Real, líderes civiles y militares y miembros de la Guardia.

17. El arzobispo de Canterbury es el encargado de dirigir el servicio desde la Conquista en 1066. Por primera vez en 1953, también participó un representante de otra Iglesia, el Moderador de la Iglesia de Escocia.

18. El servicio de coronación se divide en seis partes: el Reconocimiento, el Juramento, la Unción, la Investidura (que incluye la coronación), la Entronización y el Homenaje.

19. El óleo de la Unción se realiza con aceites de naranja, rosas, canela, almizcle y ámbar gris. Generalmente un lote puede usarse durante varias coronaciones, pero en mayo de 1941 una bomba destruyó el frasco, por lo que hubo que fabricar un nuevo óleo.

20. Una de las instalaciones más notables para la coronación fue el anexo en el extremo oeste de la Abadía de Westminster. Esto proporcionaba el espacio necesario en el que las procesiones pudieran formarse sin ser vistas por las multitudes.

21. Durante la investidura, la reina se puso por primera vez el «Colobium Sindonis», una prenda de lino, y luego una túnica de oro llamado «Dalmatic» o «Supertúnica». El Lord Gran Chambelán le presentó las espuelas de oro (símbolo de la caballería), después de lo cual el arzobispo de Canterbury le presentó una espada enjoyada, símbolo del poder. En los brazos se la reina fueron colocados los brazaletes dorados que simbolizan la Sinceridad y Sabiduría. Por último, la reina se puso la estola y el manto dorado y recibió el orbe, el anillo de la coronación, el guante, y luego el cetro.

22. El príncipe Carlos fue el primer niño en ser testigo de la coronación de su madre como coberano. La princesa Ana, de 2 años, no asistió a la ceremonia ya que la consideraban demasiado joven.

23. El Príncipe Carlos recibió una invitación especial de niños pintada a mano para asistir a la coronación de su madre.

24. Un total de 8.251 invitados asistieron a la ceremonia en la Abadía de Westminster.

25. 129 naciones y territorios del Imperio Británico estuvieron oficialmente representados en la coronación.

La reina Isabel II fue coronada el 2 de junio de 1953 en Westminster. Es la trigésimo novena soberana que coronada en este templo.

26. Algunas personas presentes en la Abadía fueron testigos de su cuarta coronación. La princesa María Luisa (nieta de la Reina Victoria) también había visto las coronaciones de Eduardo VII (1902), Jorge V (1911) y Jorge VI (1937).

27. Isabel II fue coronada en el Trono de San Eduardo, conocido también como la «Silla de la Coronación», construido en 1300 para Eduardo I y usado en cada coronación desde entonces. Actualmente se conserva en la abadía de Westminster.

28. La Corona de San Eduardo, hecha en 1661, fue puesta en la cabeza de la reina durante la coronación. Hecha de oro sólido, tiene una altura de 31,5 cm. y pesa aproximadamente 0,91 kg.

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29. Después de la corona, el orbe, también hecho en 1661, es la pieza más importante de las regalías. Es un globo de oro rodeado por una cruz rodeada por una banda de diamantes, esmeraldas, rubíes, zafiros y perlas con una gran amatista en la cumbre.

30. El Anillo de Coronación, conocido como «El anillo de bodas de Inglaterra» fue colocado en el dedo anular de la mano derecha de la reina. Confeccionado para la coronación del rey Guillermo IV en 1831, el anillo se ha usado en cada coronación desde entonces, excepto de la reina Victoria, cuyos dedos eran tan pequeños que el anillo no podía reducirse lo suficientemente.

31. La cobertura de la BBC de la coronación fue un gran avance para la historia de la radiodifusión. Era el primer servicio televisado y para la mayoría de la gente, era la primera vez que veían un evento en la televisión.

32. 27 millones de personas en el Reino Unido (de los 36 millones de habitantes) vieron la ceremonia en la televisión y 11 millones la escucharon en la radio.

33. Se acreditaron más de 2.000 periodistas y 500 fotógrafos de 92 naciones en la ceremonia.

34. Entre los muchos periodistas extranjeros estaba Jacqueline Bouvier (más tarde la Primera Dama de los Estados Unidos, Jackie Kennedy), que trabajaba para el «Washington Times-Herald» en ese momento.

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35. La ruta de regreso al Palacio fue diseñada para que la procesión pudiera ser vista por la mayor cantidad de gente posible en Londres. La ruta de 7,2 km necesitó un viaje de dos horas para completarse.

36. Muchas personas acamparon en The Mall para echar un vistazo a la procesión, incluyendo una familia que había navegado desde Australia en un ketch para la ocasión. Miles de personas más celebradas en todo el país y la Commonwealth con fiestas callejeras.

37. El Ministerio de Alimentación concedió 82 solicitudes para cocinar bueyes rostizados, una tradición que se mantenía desde varias coronaciones anteriores.

38. La Corona Estatal Imperial, que fue usada por la reina durante su regreso al Palacio de Buckingham, contenía cuatro perlas tradicionalmente creídas para ser los pendientes de la reina Isabel Tudor.

39. En el camino de regreso al Palacio de Buckingham, la reina utilizó la nueva túnica púrpura. Fue creada por 12 costureras de la Real Escuela de Costura, que trabajaron durante 3.500 horas.

40. 30.000 hombres participaron en la procesión: 3.600 de la Armada Real, 16.100 del Ejército y 7.000 de la RAF, 2.000 de la Commonwealth y 500 de las «Colonias». Hubo además 6.700 soldados de reserva y 1.000 oficiales de la policía militar real fueron los encargados de velar por la seguridad en Londres. Otros 7.000 policías fueron llevados de 75 fuerzas provinciales.

41. La reina Salote Tupou III de Tonga, invitada a la ceremonia, se ganó las simpatías de las multitudes negándose a cerrar el techo de su carruaje a pesar de la lluvia.

42. Las decoraciones principales de la ruta procesional se encontraban en The Mall, donde había cuatro arcos de acero tubular de dos arcos, que se iluminaban por la noche. Los arcos fueron levantados en su lugar por gigantes grúas móviles. Vinculando los arcos de la ruta se encontraban las largas filas de patrones montados con coronas de oro y cada uno colgaba con cuatro pancartas escarlatas que llevaban el Monograma Real.

43. La reina apareció con su familia en el balcón del Palacio de Buckingham, que todavía llevaba la Corona del Estado Imperial y los trajes de la ceremonia para saludar a las multitudes animadoras. Isabel II volvió a aparecer en el balcón a las 21.45 para encender las «luces de Londres».

44. El «Coronation Chicken» fue un plato inventado para los invitados extranjeros después de la ceremonia. La comida tenía que prepararse con anticipación y una florista propuso una receta de pollo frío en una salsa de crema de curry con una ensalada bien condimentada de arroz, guisantes verdes y hierbas mezcladas. La receta ganó la aprobación del Ministro de Obras y desde entonces ha sido conocida como «Coronation Chicken».

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45. Numerosas fotografías oficiales fueron tomadas en el Palacio de Buckingham después de la coronación, pero las más memorables son las tomadas por Cecil Beaton.

46. El artista oficial de la coronación fue el polaco Feliks Topolski.

47. Entre los miles de invitados se encontraron la reina de Tonga, el rey de Suazilandia, los príncipes herederos de Noruega, de Laos, de Japón, de Etiopía y de Irak, y príncipes y princesas de las casas reales de Dinamarca, Suecia, Bélgica, Luxemburgo, Mónaco, Liechtenstein, Jordania, Arabia Saudita, Holanda, entre otros.

48. El 2 de junio de 1953, se supo que Edmund Hilary y Tenzing Norgay habían llegado a la cumbre del Monte Everest. La reina presentó a los 14 miembros de la expedición con medallas especiales de la coronación de la edición con la frase adicional «Expedición del Monte Everest».

49. La primera gira en el extranjero que realizó Isabel II tras su coronación fue a Bermuda, Jamaica, Panamá, Fiji, Tonga y Nueva Zelanda a partir de noviembre de 1953. La reina regresó en 1954 a Australia, Ceilán (ahora Sri Lanka) Aden y Uganda – En Britannia de Aden vía Malta y Gibraltar.

50. El 24 de junio de 1953, los honores de Escocia (la corona, el cetro y la espada) fueron llevados antes de la reina en una procesión del palacio de Holyroodhouse a la catedral de St Giles.

Hace 78 años: Carlota, la heredera rebelde de Mónaco, renunció a sus derechos al trono

El 30 de mayo de 1944 la renuncia de la princesa cambió la historia tanto de la dinastía Grimaldi como la del pequeño principado a orillas del Mediterráneo.

El príncipe Luis II de Mónaco (1822-1949), hijo de un matrimonio escandalosamente roto, nunca se casó. Maltratado en su infancia por los duros enfrentamientos que protagonizaron sus padres, creyó conveniente no buscar una esposa. Enlistado en el Ejército francés, recorrió varios puertos hasta conocer en Constantinopla a la hermosa Juliette Louvet, de quien se dice que era hija de una lavandera. Alberto I, padre de Luis, jamás apoyó esa relación y se negó a dar su consentimiento.

Del romance de Luis y Juliette nació en 1898 en Constantinopla una niña, Carlota (Charlotte), quien por decisión de su padre fue llevada a París para recibir una educación digna de la hija de un príncipe. No hay que olvidar que, al no tener Luis hijos, ni hermanos ni tíos, la niña es la única heredera de la dinastía Grimaldi, por lo que el 15 de mayo de 1911, cuando tenía 13 años, se aprobó una ley que la reconoció como hija de Luis.

Al no tener Alberto I más que un solo heredero, Luis, aparecieron en Mónaco otros pretendientes al trono. Uno de ellos era el duque alemán Wilhelm von Urach, miembro de una rama secundaria de la familia real de Württenberg, casado con la princesa Florestine, hija a su vez de Florestan I. El segundo era el francés marqués de Chabrillan, heredero directo de José Grimaldi, hijo del príncipe Honorato III.

Para evitar que un alemán se quedara con la corona de los Grimaldi, el príncipe Alberto I ya en los últimos años de su vida se resignó a adoptar a Carlota, su única nieta, en 1919. La firma de la adopción tuvo lugar en París, con el presidente francés Poncaire y su canciller como testigos, y de esta forma Carlota Louvet Grimaldi se convirtió en la princesa Carlota de Mónaco.

Como heredera legítima del trono, Carlota tuvo que adecuarse a un matrimonio digno, y se casó en 1920 con el conde francés Pierre de Polignac, descendiente de una dama de honor de la reina María Antonieta de Francia. Ese año Carlota dio a luz a su primera hija, la princesa Antonieta, y tres años más tarde a su hijo, el futuro príncipe Rainiero III. En el medio, la muerte de Alberto I había convertido a Carlota en la presunta heredera.

Diez años más tarde, Carlota anunció su divorcio del príncipe Pierre, una noticia que despertó un gran escándalo en Europa. La princesa había abandonado el hogar y a sus hijos para viajar por Europa y curar sus depresiones crónicas, provocadas en parte por haberse casado con un hombre que nunca amó. De Pierre se decía que era homosexual.

Pierre de Polignac era guapo, elegante y refinado, y “su voz tan cultivada que era prácticamente inaudible”, escribió la revista Life en 1947. Los informes decían que el príncipe, un asiduo de los círculos literarios donde pudo cultivar su pasión por la literatura y la poesía, conoció a Jean Cocteau y mantuvo una relación sentimental con Marcel Proust.

El 18 de febrero de 1933 Luis II firmó la ordenanza que rompió definitivamente el matrimonio entre su hija y Pierre y ordenó posteriormente a su ex yerno no volver a Mónaco a menos que quisiera enfrentarse al Ejército monegasco. Pierre se fue a vivir a París y cuando quiso ver a sus hijos iba a una finca en la frontera del principado, con una renta anual de 500.000 francos concedidos como “pensión alimenticia” de parte de Carlota.

Aunque Antonieta y Rainiero quedaron al cuidado de su abuelo, el príncipe Pierre nunca cortó las relaciones con ellos, especialmente con el varón, a quien acompañó a Los Ángeles (EEUU) para pedir la mano de la actriz Grace Kelly.

El 30 de mayo de 1944, la princesa Carlota decidió renunciar a su derecho al trono, con lo cual al morir Luis II, cinco años más tarde, su nieto se convirtió en el príncipe Rainiero III. La antigua heredera retuvo el título de princesa y fue a la universidad en su vida posterior, obteniendo un título en trabajo social fuera de sus deberes reales.

Carlota asistió a la entronización de su hijo y luego se mudó a una finca en las afueras de París para vivir su vida posterior. Allí ayudó a rehabilitar a los presos y vivió con su amante, un ex ladrón de joyas francés, lo que la convirtió en una figura real bastante singular en sus últimos años. En 1956 asistió a la boda de Rainiero III con Grace Kelly y se la vio muy poco hasta su muerte en 1977.

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Día Mundial del Té: ¿fue una princesa portuguesa quien lo popularizó en Inglaterra?

Los orígenes del té, cuyo Día Mundial se celebra este 21 de mayo, se remontan a hace más de 5.000 años, pero sus contribuciones a la salud, la cultura y el desarrollo socioeconómico siguen siendo relevantes hoy en día.

Actualmente, el té -que tiene numerosos beneficios para la salud por sus propiedades antiinflamatorias y antioxidantes- sustenta a más de 13 millones de personas, pero inicialmente estuvo restringido a la realeza y parece que una princesa portuguesa fue la encargada de popularizarlo.

En 1662 la princesa portuguesa Catalina de Braganza (1638-1705) se casó con el rey Carlos II de Inglaterra y llegó a Londres con una dote muy grande que incluyó mucho dinero (dos millones de coronas portuguesas), especias, joyas y los lucrativos puertos de Tánger y Bombay.

Se cuenta que la princesa llevó también hojas sueltas de té como parte de sus pertenencias personales y una leyenda asegura que las atesoraba en cajas con la leyenda impresa «Transporte de Ervas Aromaticas» (T.E.A.).

La bebida era popular entre la nobleza de Portugal debido a la línea comercial directa con China, pero en Inglaterra las infusiones de hierbas solo se usaban medicinalmente. Catalina estaba acostumbrada a tomar té como parte de su rutina diaria, y continuó haciéndolo en la corte de Londres.

“Cuando Catalina se casó con Carlos, ella fue el centro de atención. Desde su ropa hasta sus muebles eran fuente de conversación en la corte”, cuenta Sarah-Beth Watkins, biógrafa de Catalina. “Al verla tomar té, las señoras empezaron a imitarla”. El hábito fue copiado por la nobleza y de a poco, los ingleses se hicieron adictos al té.

Lea más sobre la vida de Catalina de Braganza, una reina piadosa para el «Monarca Alegre» de Inglaterra

El rey que murió en un taxi de Hamburgo y nadie supo quién era

El 15 de mayo de 1912, los habitantes de Dinamarca despertaban sorprendidos por la noticia de que el rey Federico VIII había muerto de forma inesperada. El rey Federico y su esposa la reina Luisa habían viajado días antes a la ciudad alemana de Hamburgo, donde pasarían un tiempo para dirigirse luego a la Riviera Francesa, donde planeaban descansar para calmar sus enfermedades. Federico VIII estaba acompañado también por sus hijos menores, las princesas Thira y Dagmar, y el príncipe Gustavo.

El monarca, de 69 años, estaba sufriendo de una leve afección cardíaca y viajaba bajo el nombre de incógnico de «Conde Kronberg». La familia real se alojaba en el Hotel Hamburger Hoff, cerca del Jungfernsteg, que ahora es un importante centro comercial de Hamburgo. El hotel estaba ubicado no muy lejos de la elegante calle Schwiegerstrasse, y del «barrio rojo» de Hamburgo, que estaba repleto de burdeles y bares.

Después de la cena, el rey dijo que le gustaría dar un pequeño paseo por la Schwiegerstrasse. A 300 metros del hotel, el rey Federico VIII cayó desplomado en la calle. En sus últimos instantes, el rey fue subido a un taxi y se le preguntó dónde se alojaba, pero la muerte no le permitió dar su nombre. Como no tenía documentos de identidad con él, la policía concluyó por su vestimenta que era un hombre de alcurnia.

La policía llevó el cadáver al hospital municipal, donde las autoridades enviaron el cadáver a una morgue pública donde permaneció, según el New York Times, “olvidado y sin atención durante cinco horas entre otros ocho cuerpos no reconocidos.

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Los médicos declararon que su muerte fue fulminante a causa de una apoplejía, pero nadie conocía la identidad de este distinguido hombre. Eran tiempos en los que las fotografías y los filmes no estaban difundidos popularmente, y no era fácil reconocer a la gente famosa a simple vista.

Al notar que el rey no había regresado al hotel, su valet se dirigió a la jefatura de la policía para dar una descripción exacta del rey para que fuera buscado en restaurantes y burdeles, pensando que Federico VIII había decidido “explorar la ciudad de noche”. Al recibir la descripción, los oficiales recordaron haber llevado a la morgue a un “anciano bien vestido de identidad incierta” que había sido encontrado muerto en una plaza.

LOS REYES MUEREN EN SU CAMA

Tras ser denunciada la desaparición del Rey de Dinamarca, su cuerpo fue reconocido en el depósito de cadáveres y llevado al hotel a las 4 de la mañana, donde fue vestido y acostado dignamente en la cama de su habitación. Dos horas más tarde, la reina Luisa y sus tres hijos fueron despertados con la noticia. Tras haberlo visto partir a pie, tan solo unas horas antes, la reina Luisa recibió el cadáver de quien había sido su marido durante más de cuarenta años.

El Hamburger Hoff izó una bandera danesa a media asta y, antes de viajar con rumbo a Copenhague, la reina emitió una declaración a los ciudadanos de Hamburgo, agradeciéndoles por el amor y los cuidados que habían mostrado a su esposo. Al día siguiente de ser sorprendido con la noticia, el príncipe heredero fue proclamado rey de Dinamarca con el nombre de Christian X. 

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Juan Carlos y Sofía de España cumplieron 60 años de matrimonio separados por 6.000 km

El rey Juan Carlos de España y su esposa, la reina Sofía, cumplieron 60 años de casados, este 12 de mayo, separados por una distancia de 6000 kms.

El rey emérito reside desde agosto de 2020 en el emirato de Abu Dhabi, bajo la protección de la multimillonaria dinastía Al Nahayan, cuyo emir es un amigo cercano del exmonarca.

La reina emérita, entre tanto, continúa viviendo en el Palacio de La Zarzuela, cerca de Madrid, y sigue cumpliendo con actividades oficiales como madre del rey Felipe VI.

Desde la casa real no se ha informado que haya comunicación entre los exmonarcas, que se separaron gradualmente desde la abdicación, en 2014, pero que arrastraban décadas de infelicidad.

El ex rey, de 84 años, recibe visitas en Abu Dhabi, «de los amigos que no le han dado la espalda», según la historiadora francesa Laurence Debray, aunque Sofía y Felipe VI no lo han hecho.

Mientras tanto, su examante Corinna zu Sayn-Wittgenstein, una empresaria danesa, lo demandó por «acoso», en medio de un embrollo financiero con ramificaciones que podrían involucrar incluso al director de los servicios de inteligencia españoles.

Se comprometieron en 1961

El 13 de septiembre de 1961 los reyes Pablo y Federica de Grecia anunciaron el compromiso de su hija mayor con el príncipe español.

La princesa griega y el nieto del rey Alfonso XIII se habían visto en varias ocasiones festivas a finales de los años 50 y finalmente coincidieron en la boda de los duques de Kent en York (Inglaterra) en junio de 1961. Apenas tres meses después, los reyes de los helenos dieron su bendición al matrimonio de su hija.

“El príncipe Constantino de Grecia anunció ayer oficialmente el compromiso matrimonial de su hermana, la princesa Sofía, con el príncipe don Juan Carlos de Borbón, hijo de don Juan y nieto del rey Alfonso XIII. Constantino recibió por teléfono la noticia de su padre, el rey Pablo, que se encuentra actualmente de vacaciones en Lausana. También estaba allí don Juan Carlos”, decía la crónica del diario madrileño ABC, sometido a la censura del régimen franquisyta. “Una vez que fue anunciada la noticia a periódicos y radios locales las baterías de la colina de Lycabetos, Atenas, dispararon salvas para celebrar los acontecimientos”.

Una doble boda real en Atenas

El 14 de mayo de 1962, para satisfacción del dictador español Francisco Franco, la princesa Sofía contrajo matrimonio con don Juan Carlos en una doble ceremonia, católica y ortodoxa, en Atenas. Los reyes de Noruega y Dinamarca, los príncipes de Mónaco y varios futuros monarcas europeos asistieron a la gran celebración en el antiguo palacio real ateniense.

La longeva Victoria Eugenia de Battenberg, abuela de Juan Carlos y reina exiliada de España, también asistió. Las bodas revistieron un esplendor jamás visto en la joven y turbulenta monarquía griega y tiempo después sería utilizadas para acusar a la reina Federica de derrochar el dinero del pueblo griego.

Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias nació el 5 de enero de 1938 en el Hospital Anglo-Americano de Roma como el segundo de los cuatro hijos tenidos por Juan de Borbón y Battenberg (1913-1993) y María de las Mercedes de Borbón-Dos Sicilias y Orleans (1910-2000), futuros condes de Barcelona.

El niño recibió el bautismo católico de manos del cardenal Eugenio Pacelli, futuro Papa Pío XII. En 1941, cuando su retoño tenía tres años, don Juan, quien ya era príncipe heredero de la Corona española desde 1933, se convirtió en el cabeza de la Casa Real con motivo de la abdicación de sus derechos dinásticos, poco antes de morir, por su padre, el destronado rey Alfonso XIII.

La princesa Sofía era la hija mayor del rey Pablo y había nacido el 2 de noviembre de 1938. En 1947, a la muerte de su hermano mayor, Jorge II, el príncipe Pablo se convirtió en el quinto rey de los helenos y el único que pudo disfrutar de un reinado pacífico.

Su esposa, Federica, era por nacimiento princesa de Hannover y duquesa de Brunswick y Luneburg, pertenecía a una de las familias reales más antiguas de Europa, descendía del rey Christian IX de Dinamarca y de la reina Victoria de Inglaterra. Era, además, nieta del último emperador alemán, Guillermo II. Sus hermanos menores son Costantino II, último rey, derrocado en 1967, y la princesa Irene.

Los príncipes Juan Carlos y Sofía, ya considerados por el general Franco como sucesores futuros reyes de España, fijaron su residencia en el Palacio de la Zarzuela, en las cercanías de Madrid, y entre 1963 y 1968 tuvieron tres hijos, las infanta Elena y Cristina, y el infante Felipe, príncipe de Asturias y actual rey.

Doña Sofía hubo de renunciar a su fe cristiana ortodoxa y abrazar el catolicismo, que era la religión oficial de España, y en 1975 al prestar juramento su marido, se convirtió en la reina.

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Hace 137 años nació Alicia de Battenberg, la princesa que salvó a una familia judía del Holocausto

Mujer profundamente religiosa, la madre del fallecido duque de Edimburgo sería reconocida formalmente por el Estado de Israel por su valentía al albergar a una madre judía y algunos de sus hijos en la II Guerra Mundial. Nació el 25 de febrero de 1885, hace 137 años.

«Durante mucho tiempo me inspiré en las acciones desinteresadas de mi querida abuela, la princesa Alicia de Grecia, quien en 1943 en la Atenas ocupada por los nazis, salvó a una familia judía llevándolas a su casa y escondiéndolas”, dijo el príncipe Carlos de Inglaterra en el 5ª Foro Mundial del Holocausto celebrado en el centro conmemorativo del Holocausto Yad Vashem de la ciudad de Jerusalén.

A cientos de metros de ese sitio, se encuentra la tumba de su abuela, en el Monte de los Olivos: “Ella tiene un árbol plantado a su nombre aquí en Yad Vashem y se cuenta como uno de los Justos entre las Naciones, un hecho que nos da a mí y a mi familia un orgullo inmenso”, aseguró el príncipe de Gales en la semana en que se cumplen 75 años desde la liberación del mayor campo de concentración del nazismo, el de Auschwitz-Birkenau.

La princesa Alicia de Battenberg nació en el seno de la realeza y murió pobre. Nacida en 1887, fue una de las bisnietas alemanas de la reina Victoria de Inglaterra.

Sorda desde su nacimiento y muy hermosa en su juventud, Alicia se casó con el príncipe Andrés de Grecia en 1903 y tuvo cinco hijos, cuatro princesas (Margarita, Cecilia, Sofía y Teodora) y el príncipe Felipe, el futuro duque de Edimburgo y consorte de la reina Isabel II.

La familia fue llevada al exilio en dos ocasiones en una Grecia que no lograba estabilizarse políticamente, y se vio obligada a pedir asistencia económica a sus parientes europeos debido a la crisis que atravesaban.

Tras ser abandonada por su marido, Alicia fue diagnosticada con esquizofrenia paranoide y pasó un tiempo en un sanatorio después de sufrir una crisis nerviosa. Sigmund Freud fue consultado sobre la salud mental de las princesas, y concluyó que sus delirios fueron el resultado de «frustración sexual». En su libro de memorias «Bubbikins» (el apodo de su hijo), la princesa hace referencia al psicólogo, diciendo: «No era un hombre amable. Estuve allí por poco más de dos años y logré escapar».

Su gran secreto

Después de escapar del asilo, la princesa llevó una existencia nómada y monástica, dejando de tener contacto con su familia durante años. En 1928 se convirtió después en una monja ortodoxa griega mientras vivía en Francia, y regresó a Atenas sola en 1940, viviendo en la residencia de tres pisos de su cuñado.

Durante la Segunda Guerra Mundial, trabajó con la Cruz Roja de Suecia y Suiza para ayudar a los necesitados. Más tarde fundó una orden de monjas conocidas como la Hermandad Cristiana de María y Marta. Gran parte de su dedicación a la fe nació después del gravísimo accidente de avión que le costó la vida a su hija Cecilia, en 1937.

Cuando los nazis entraron en Atenas en 1943, la Hermana Alicia albergó a tres miembros de la familia Cohen. El padre de la familia, el ex parlamentario Haim Cohen, había estado cerca de la familia real hasta que falleció ese año. La princesa Alice no conocía a la esposa de Cohen, Rachel, ni a su hija, Tilde, pero de todos modos los escondió en su residencia ateniense, y más tarde también albergó al hijo de Rachel, Michael.

Yad Vashem dice que la princesa visitaba regularmente a la familia y quería aprender más sobre su fe judía. Muchas veces Alicia no comía los alimentos que el régimen daba a cuentagotas para poder alimentar a los Cohen. En un momento, cuando oficiales de la Gestapo llegaron a la casa para interrogarla, la princesa usó su sordera para evitar responder a sus preguntas.

La propia familia de la princesa Alicia luchó en ambos lados de la Segunda Guerra Mundial. Mientras el joven príncipe Felipe sirvió en la Marina Real Británica, sus tres yernos reales alemanes fueron partidarios de Adolfo Hitler y ocuparon puestos en la jerarquía nazi, que mató a seis millones de judíos. Muchos años después, el príncipe Felipe dijo que no había sabido de la existencia de la familia Cohen sino hasta mucho tiempo después del fallecimiento de su madre.

Sepultada en Jerusalén

“Era casi sorda de piedra y, por lo tanto, algo remota, bastante franca y bastante austera”, dijo el historiador británico Hugo Vickers, autor de una biografía de Alicia.“Fue una santa y, de hecho, era una filántropa. Ella fundó una hermandad de enfermería, escondió a una familia judía durante la guerra y regaló todo lo que poseía”.

“El príncipe Felipe lo adoraba, y él era bueno con ella”, relató Vickers. “A diferencia de lo que dice la serie The Crown, él había estado tratando de que ella viniera a vivir con ellos en Londres durante años. Solo cuando su hija Sofía le dijo que la invitación venía de parte de la reina, ella accedió de inmediato a venir”.

En 1967, después del golpe militar que destronó a la monarquía en Grecia, Alicia voló a Londres por pedido de su nuera, Isabel II, quien la alojó en el Palacio de Buckingham, donde se recluyó. Hugo Vicker recuerda: “Al final de su vida, el público en general apenas recordaba que estaba viva y desconocía en gran medida que estaba en el Palacio de Buckingham”.

Dos años después murió allí y, siguiendo su deseo, su cuerpo fue llevado a la Iglesia ortodoxa rusa de Santa María Magdalena, cuyas cúpulas de cebolla dorada se elevan desde el Monte de los Olivos, a las afueras de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Cerca suyo están las tumba de su tía, la gran duquesa Elisabeth de Rusia, quien también había dedicado su vida a la caridad, fue ejecutada por los bolcheviques en 1918 y fue canonizada como una santa ortodoxa rusa.

La princesa Estelle, la futura reina de Suecia, cumple 10 años

La princesa Estelle de Suecia cumple 10 años este 23 de febrero. Se trata de la hija mayor de la princesa Victoria y nieta mayor del rey Carlos Gustavo de Suecia, y gracias a las igualitarias leyes sucesorias del país nórdico está llamada a ser reina por derecho propio.

Estelle nació el 23 de febrero de 2012, y es la primogénita de la princesa heredera y su esposo, Daniel Westling. El nacimiento de un hermano varón, el príncipe Oscar, cuatro años más tarde, no modificó en absoluto el derecho sucesorio de Estelle, como hubiera ocurrido en otros tiempos.

Un día después del nacimiento de la princesa, el rey Carlos Gustavo anunció ante el Consejo de Estado que la niña recibiría los nombres de Estelle Silvia Ewa Mary y le otorgó, como es tradición, el ducado de Östergötland.

Tres meses más tarde, la niña fue bautizada en la Iglesia del Palacio Real de Estocolmo, en una gran ceremonia en la que actuaron como padrinos el príncipe de Orange (ahora rey de Holanda), el heredero del trono noruego Haakon, la princesa Mary de Dinamarca y dos tíos de Estelle, el príncipe Carlos Felipe y Anna Westling Söderström.

El 21 de agosto de 2018, la princesa Estelle comenzó en la clase de preescolar en la escuela primaria Royal de Campus Manilla. Djurgården en Estocolmo. La niña y su familia residen actualmente en el Castillo de Haga, construido en 1802 por el arquitecto Carl Christoffer Gjörwell a pedido del rey Gustavo IV Adolfo.

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