Carlos II de Inglaterra llegó a practicar la «medicina de las momias» para curar su enfermedad


Con tal de tener una buena salud, hay quiénes están dispuestos a probarlo todo. Y este fue el caso de la «medicina de las momias», practicada por muchos médicos desde la Edad Media hasta el siglo XIX para tratar diversas dolencias.

Para la élite real y social, comer momias parecía una medicina apropiada para la realeza .(se abre en una pestaña nueva), ya que los médicos afirmaron que la mumia estaba hecha de faraones. La realeza se comía a la realeza”, publicó Live Science.

Según se creía, comer momias, restos humanos molidos y tintados, era la cura para cualquier cosa, desde la peste bubónica hasta el dolor de cabeza.

De ahí los boticarios europeos, ansiosos por utilizar el betún derivado de las momias, dieron origen a un producto que llegó a conocerse como Mumia; el «medicamento» llegó a consolidarse durante siglos como una sustancia medicinal consumida tanto por ricos como pobres.

La Mumia fue usada para tratar una variedad de dolencias. Según la revista Discover, por vía tópica, lo aplicaban en los ojos con cataratas o en la piel con lesiones. Mezclado con vino, era supuestamente bueno para la tos y la falta de aliento.

Mezclado con vinagre, calmaba los dolores lumbares. Una mezcla de menta, mirra y betún servía para aliviar la fiebre cuartana (un tipo de malaria). Y cuando se añadía al yeso, la medicina a partir de restos de las momias traídas de las tumbas egipcias ayudaba a curar heridas y huesos rotos.

Esta horripilante practica llegó a convencer incluso a los más nobles, incluido el rey Carlos II de Inglaterra, Escocia e Irlanda, según explica el profesor Marcus Harmes, de la Universidad de Southern Queensland, Australia, en un artículo publicado en The Conversation.

En 1685, el “monarca alegre” tomó gotas medicinales hechas de cráneos humanos tras sufrir convulsiones. Según afirma Harmes, para los médicos de la corte comer momias parecía una medicina apropiada para la realeza, ya que afirmaban que la momia estaba hecha de faraones.

Los médicos reales también insistieron para que el rey bebiera alcohol de una taza hecha con un cráneo con la esperanza de una curación rápida, aunque estos tratamientos no tuvieron éxito y Carlos II murió cinco días después.

Según publicó la revista médica The Lancet en un artículo titulado “Cráneos humanos utilizados para remedios neurológicos”, en 1695 también se administraron gotas hechas con un cráneo a la moribunda reina María II de Inglaterra, para aliviarle el dolor.

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