Las joyas de la corona portuguesa, obras de arte de oro, esmeraldas o diamantes creadas por los más conocidos orfebres europeos, se exhiben al público por primera vez en el nuevo Museo del Tesoro Real de Lisboa.
Ubicado en Palacio de Ajuda, que fue residencia de la familia real portuguesa en el siglo XIX, el nuevo museo exhibe una colección formada por más de 1.000 obras, con miles de diamantes y piedras preciosas procedentes de Brasil.
«Es una colección muy diversa e intentamos en sus núcleos mostrar en qué contexto eran usadas estas piezas», dijo el director del museo, José Alberto Ribeiro, citado por Swiss Info.
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“El Palacio de Ajuda fue el lugar ideal para crear este museo porque ya albergaba parte de esta colección. Todo el edificio fue diseñado para evitar sorpresas desagradables en cuanto a hurtos o robos”, explicó Ribeiro.
“Luego del trauma del terremoto y maremoto de 1755, la realeza decidió instalarse aquí, lejos del río y en una zona menos expuesta a la actividad sísmica”.
“El objetivo es mostrar un tesoro escondido durante décadas y que pertenece a todos los portugueses. Una colección que se creó durante siglos y que, por razones de seguridad, nunca ha tenido la oportunidad de mostrarse al público desde 1910”.
El collar de la reina consorte de España e infanta portuguesa María Bárbara de Braganza, con diamantes de 24 quilates y dos esmeraldas colombianas clasificadas como «gotas de aceite», y la tiara de la reina María II, de oro, plata, cinco zafiros y 1.400 diamantes, son protagonistas.
Entre las obras más valiosas también se encuentra la corona de oro de Brasil encargada por Juan VI, un toisón también de oro, mantos reales y la tabaquera pedida por José I a la orfebrería de Luis XV de Francia en el siglo XVIII, considerada la más espectacular de las realizadas en Europa, con un peso de casi 30 quilates.
Expuestas en muestras temporales y guardadas en las cajas fuertes del Banco de Portugal hasta ahora, las piezas forman parte del tesoro de la corona y abarcan desde el siglo XVI hasta la caída de la monarquía en Portugal, en 1910.
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Parte del patrimonio real se perdió en el Gran Terremoto de Lisboa, en 1755, en el incendio que destruyó el palacio de madera de los monarcas, en 1794, en robos, guerras y en el traslado de la corte a Brasil, pero aún se conservan piezas únicas.
El Museo del Tesoro Real, con medidas de seguridad extremas, es una gigantesca caja fuerte con puertas blindadas y cristales a prueba de bala a que protegen un espacio de 40 metros de ancho, por 10 de largo y 10 de alto. Su creación costó 31 millones de euros.
La visita se desarrolla en un ambiente oscuro, incluso incómodo según los relatos de algunos visitantes, pero que alternativamente resalta los mayores símbolos del poder real portugués: coronas, cetros, insignias y medallas, además de otros objetos preciosos como pepitas de oro o diamantes del Brasil.
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