En el trono desde 1952, Isabel II es la primera monarca británica que celebra un jubileo de platino y la segunda en celebrar jubileos de plata, oro y diamante, celebraciones que reflejaron los cambios de la sociedad británica y su relación con la monarquía.
La década de 1990 estuvo marcada por los problemas familiares.
En 1992, «annus horribilis» en sus propias palabras, estallaron los matrimonios de sus hijos Carlos, Ana y Andrés, y su querido castillo de Windsor sufrió un incendio descomunal.


Pero enfrentó una crisis peor en 1997 cuando la muerte de Diana, ya divorciada de Carlos, estuvo a punto de romper el afecto de los británicos por ella, que un primer momento apareció fría y distante.
Todo esto, y una caída en la popularidad de la familia real, hicieron prever que el evento sería un fracaso, pero no fue así.
Además, el año del jubileo comenzó con malas noticias para la reina: en febrero murió su hermana menor, la princesa Margarita, y dos meses después falleció su madre, la reina madre, a los 101 años. El último adiós de la longeva reina provocó una simpatía renovada hacia Isabel II.
Un concierto pop en los jardines del Palacio de Buckingham ante 12.000 personas fue coronado por el guitarrista de Queen, Brian May, tocando el himno nacional desde el tejado, mientras un millón de personas abarrotaban las calles aledañas.
Entre los artistas figuraron Paul McCartney, Eric Clapton, Tom Jones, Brian Wilson, Shirley Bassey, Rod Stewart, Tony Bennett, Cliff Richard y Ozzy Osbourne. Un avión supersónico Concorde sobrevoló el lugar escoltado por cazas.


«Han sido 50 años muy notables», dijo la reina en un discurso. «Ha habido altibajos, pero cualquiera que recuerde cómo eran las cosas después de esos seis largos años de guerra, aprecia los inmensos cambios que se han logrado desde entonces».
Además de recorrer el Reino Unido durante tres meses, la reina visitó Jamaica, Nueva Zelanda, Australia y Canadá.
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