Una cronología detallada de lo ocurrido la noche en que el rey Jorge VI murió mientras dormía y la llegada de su hija desde África para convertirse en reina. Ocurrió el 6 de febrero de 1952.
Desde hace tiempo se sabe que la reina Isabel II se Inglaterra se enteró de la muerte de su padre, el rey Jorge VI, durante una visita a Kenia. Pero la verdadera historia de lo que ocurrió el 6 de febrero 1952 apenas ha salido a la luz, 68 años después de que ocurriera.
La historia comienza con Isabel, por entonces princesa, partiendo de Inglaterra el 31 de enero de 1952 para iniciar una visita a aquel país africano en representación de su padre, que desde hacía tiempo tenía problemas cardíacos y pulmonares.
La complicación en la salud del rey Jorge llegó tras el nacimiento del príncipe Carlos, su primer nieto, en 1948. Sus médicos confirmaron que sufría de arteriosclerosis, una forma de trombosis, y ordenaron un largo período de reposo absoluto.
En la primavera de 1949, pareció recuperarse, pero la mejoría fue breve. En marzo de 1951 el rey Jorge VI fue operado por un cáncer de pulmón y, si bien la operación fue un éxito, persistía el riesgo de otra trombosis que probablemente fuera fatal.
Su esposa, la reina Isabel, y su familia, decidieron ocultarlo al rey, y continuaron su ronda interminable de deberes públicos, con la princesa Isabel emprendiendo un importante viaje por Canadá y Estados Unidos.
Cuando regresaron se sintieron muy aliviados al encontrar algo mejorada la salud del rey. Se celebró un Día de Acción de Gracias Nacional el 2 de diciembre de 1951, y la familia real se fue a Sandringham House para pasar la Navidad.
Los Windsor volvieron a Londres brevemente a finales de enero, para que el rey fuera atendido por los médicos y para despedirse de la princesa Isabel y del duque de Edimburgo, que partían en avión para otro largo viaje por África del Este, Australia y Nueva Zelanda. Fue una despedida triste.

Lord Chandos, el Secretario de las Colonias dice: «Recuerdo muy bien la última vez que vi al rey. Cuando la princesa y el príncipe Felipe abandonaron Heathrow con rumbo a Kenia, el rey y la reina fueron a verlos despegar… Me quedé muy sorprendido por la aparición del rey. Yo estaba familiarizado con su aspecto y porte, pero parecía muy alterado y tenso. Tuve una sensación fea, que creció a medida que pasaban los minutos durante la despedida. El rey fue a la azotea del edificio para despedirse. El viento fuerte desordenó su cabello. Tuve el presentimiento de que esta sería la última vez que vería a su hija, y sé que él pensó lo mismo».
A pesar del fuerte viento helado, el rey insistió en permanecer de pie y descubierto frente a la pista del aeropuerto hasta que el avión era apenas un punto en el cielo. En su rostro, efectivamente, el rey y su hija reflejaban la preocupación de que nunca más se verían.
La princesa Isabel y el príncipe Felipe llegaron a Nairobi el 1 de febrero. Fueron recibidos por el Gobernador de Kenya, Sir Philip Mitchell, quien les ofreció una recepción en el jardín de la Casa de Gobierno. Al día siguiente asistieron a un almuerzo cívico y visitó el Parque Nacional de Nairobi. Por la noche, se quedaron en el Sagana Hunting Lodge, un regalo de boda de Sudáfrica. John Jochimsen, de la Oficina Central de Información, uno de los seis fotógrafos de prensa que cubrieron la gira, diría: «Me acuerdo de la princesa muy feliz y despreocupada. Creo que no pensaba en convertirse en reina tan pronto…»
Hyde Park Corner!

El 6 de febrero el rey, que pasaba sus vacaciones invernales en Sandringham (Norfolk) estuvo de muy buen humor la noche anterior, a su regreso de una cacería con su amigo lord Fermoy y otros arrendatarios y agricultores de la finca real, con un total de 20 armas, a través de los campos congelados, el rey y sus amigos cazaron un total de 280 liebres. Pasó la tarde jugando con sus dos nietos, el príncipe Carlos (de 3 años) y la princesa Ana (de 1 año), y cenó con su hija menor, la princesa Margarita. Juntos escucharon un informe de la BBC acerca de Isabel y Felipe, que estaban en un parque de caza en Kenia.
22.30 Hs
El rey Jorge VI se retira a su habitación de Sandringham House (Norfolk), donde la Familia Real acostumbra a pasar el invierno. Se trata de la misma residencia donde nació en 1895, durante el reinado de su bisabuela, la reina Victoria I. Poco después de quedarse dormido, el rey sufre una trombosis coronaria que le quita la vida. Tenía 56 años de edad. Se estima que falleció después de la medianoche, ya que a las 00.00 hs un vigilante observó que el rey cerraba las ventanas de su habitación.
07.30 Hs
El valet real James MacDonald golpea la puerta de la habitación real, para despertar al rey y anunciarle que estaba listo su baño. Al no recibir respuesta a su llamada, ingresa en la habitación del rey y lo encuentra muerto en su cama.
08.00 Hs
Llamado a Sandringham House, el Dr. James Ansell, cirujano de la Familia Real firma el certificado de defunción del rey. Su esposa, la reina Isabel, pidió que se mantuviese una vigilia frente a la puerta de la habitación: «No debe dejárselo solo». Más tarde escribió a su suegra, la reina Mary: «Me enviaron un mensaje que decía que su mayordomo no podía despertarlo. Volé a su habitación, pensando que estaba durmiendo profundamente, se le veía tan apacible… pero luego me di cuenta de lo que había sucedido».
«¿Qué ha pasado?», preguntó el príncipe Carlos (de 3 años) a su niñera Helen Lightbody. «El abuelo se ha ido a dormir para siempre», dijo ella, haciéndole una reverencia, la primera de su vida, al nuevo heredero del trono. El príncipe se convirtió automáticamente en el Duque de Cornualles, Duque de Rothesay, Conde de Garrick, Barón Renfrew, Lord de las Islas y Gran Senescal de Escocia, títulos que le corresponden como heredero del trono. Isabel, en Kenia, tardaría muchas horas más en saber la noticia.
08.45 Hs.
El jefe del Gabinete del rey, Sir Alan Richardson, telefonea a su asistente en Londres, Sir Edward Ford, con la frase en clave que anuncia la muerte del monarca: «HYDE PARK CORNER. Vaya y dígaselo al señor Churchill y la reina Mary [la Madre del rey]». Antes de que un sirviente le diera la noticia, la reina Mary se anticipó: «¿Se trata del rey?». Ese día, la anciana reina escribió en su diario: «Me llevé un susto terrible cuando Cynthia [Colville] vino a verme a las 9.30, después del desayuno, para decirme que mi querido ‘Bertie’ murió mientras dormía la madrugada de hoy». La madre del rey jamás se recuperó de esta muerte. Se la vio cada vez más frágil y retraída durante el año siguiente, falleciendo apenas 13 meses después. En Nueva York, el Duque de Windsor (ex rey Eduardo VIII) se enteró de la muerte de su hermano. Al mismo tiempo se le anunciaba que no sería bienvenida su esposa, la duquesa Wallis, en los funerales del rey. Emprendió viaje urgente a Londres a bordo del buque Queen Mary.
«¿Malas noticias? ¡Las peores!»
09.00 Hs.

Sir Edward llega al número 10 de Downing Street, residencia del Primer Ministro, Sir Winston Churchill: «Tengo malas noticias, primer ministro. El rey murió ayer por la noche. No sé nada más». «¿Malas noticias?», exclama Churchill. «¡Las peores!».
John Colville, secretario privado de Churchill, dijo: «Cuando fui a la habitación del Primer Ministro estaba sentado solo, con lágrimas en los ojos, con la mirada perdida. No prestaba atención ni a sus documentos oficiales ni a los periódicos. No me había dado cuenta de lo mucho que el rey significaba para él. Traté de animarlo diciéndole lo bien que iba a seguir adelante con la nueva reina, pero todo lo que podía decir era que él no la conocía y que era sólo una niña». El primer ministro llama a una reunión extraordinaria de gabinete para discutir los asuntos constitucionales derivados de la muerte del monarca, entre ellas el anuncio a la nueva reina, al pueblo británico y países de la Commonwealth. Hubo preocupación sobre el regreso de la princesa en avión.
10.15 Hs.
Se permite a las agencias nacionales y extranjeras de noticias liberar la confirmación oficial de la muerte del rey Jorge VI:
«Se anunció desde Sandringham a las 10.45 de hoy, 6 de febrero de 1952, que el rey, quien se retiró a descansar la noche anterior en su estado de salud habitual, murió pacíficamente mientras dormía esta mañana».
11.15 Hs.
El locutor de la BBC John Snagge es elegido para dar la noticia a los oyentes de radio en todo el mundo: «Esto es Londres. Es con el mayor dolor que anunciamos…»
11.45 Hs.
Como el telegrama enviado a la princesa Isabel se pierde en algún punto, la presunta heredera -de gira oficial Kenia- no pudo enterarse inmediatamente de su ascensión al trono.

Isabel Alejandra Mary -nacida el 21 de abril de 1926- se encontraba desde el 31 de enero en una gira oficial por África, acompañada por su marido, el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, su dama de compañía»BoBo» MacDonald, su secretario privado Martin Charteris y por Michael Parker, amigo y asesor personal del duque.
La nueva reina había pasado la noche sobre un árbol en el famoso Hotel Treetops, a unos 30 kilómetros de Sagana, en Kenia. Se trataba de un asombroso edificio construido encima de un árbol enorme que domina una especie de laguna a la que acuden a beber los animales de la selva. Isabel II se convirtió en reina sentada en lo alto de un árbol viendo a los rinocerontes tomando agua del estanque. Casi 400 años antes, otra princesa Isabel estaba sentada debajo de un gran árbol en Hatfield Park, cuando los emisarios de la Corte le anunciaron que se había convertido en la reina, Isabel I.
Los restos de ese árbol siguen en pie y una placa recuerda lo que sucedió allí. Del mismo modo, otra placa fue colocada en el gran árbol mgugu, en cuya cima estaba Isabel II al momento de convertirse en reina. Esa mañana fueron a pescar truchas y después de la comida se retiraron a descansar. El Comandante Michael Parker convenció a la princesa de ver el amanecer sobre la selva. Un águila se cernió sobre él y temieron que pudiera atacarlos: «Nunca pensé en ello hasta más tarde, pero ese fue, más o menos, el momento en que el rey murió«.
La noticia llegó a Kenia mediante un periodista llamado Granville Roberts, quien trabajó en el East African Standard y que estaba cubriendo la visita real. Sus colegas desde Europa le dijero que la agencia Reuters había enviado un cable diciendo simplemente: «El rey ha muerto«. Roberts pidió inmediatamente a una recepcionista a buscar el teniente coronel Charteris para informarle de la noticia. Consultado sobre si el mensaje es correcto, simplemente respondió: «Muy seguro».
Roberts llamó por teléfono a Michael Parker, secretario privado de Felipe para darle la noticia, que fue confirmada más tarde por la radio cuando Parker en sintonía con la BBC.Los asesores de la princesa Isabel necesitaron seis horas para confirmar las noticias que habían legado incompletas por telégrafo. Michael Parker regresó al hotel, donde comunicó la noticia a Lady Pamela Mountbatten (prima de Felipe, que se desempeña como dama de honor), quien, por su parte, informa al duque. «Fue como si se le hubiera caído la mitad del mundo encima», dijo Parker.
Felipe invitó a su esposa a dar un paseo por los alrededores del lodge. Allí en el transcurso de la caminata, le dio la noticia de la muerte de su padre. Cumpliendo con su deber protocolar, Martin Charteris, jefe del personal que los acompaña, toma la caja que contenía los documentos de ascensión al trono, se acerca a la princesa Isabel, se inclina y pregunta qué nombre deseaba a adoptar, pues era necesario firmar los documentos de ascensión al trono.
— «Mi propio nombre, por supuesto», respondió ella. «¿Acaso puedo usar otro?».
— «Correcto. Isabel… Isabel II» -sentenció Charteris.
Muchos años más tarde, Charteris describió así la reacción de la nueva reina: «Me acuerdo de haberla visto poco después de convertirse en reina; muy poco, no llegaría a la hora. No lloraba. Estaba ahí, muy erguida, un poco más roja que de costumbre. Esperando su destino… Con Felipe fue muy distinto. Se sentó a leer el Times con mala cara. Era lo último que quería. Su vida iba a sufrir un cambio radical«.
12.00 Hs.
Las banderas de todo el Imperio Británico son colocadas a media asta. Una multitud comenzó a congregarse en torno a las residencias reales de Londres y otros puntos de la ciudad en silencio. Los diplomáticos establecidos en Londres acudieron al Palacio de Buckingham para ofrecer oficialmente las condolencias de sus respectivas naciones.
«Shauri Mbaya kabisa!» (¡Lo peor ha pasado!)
13.00 Hs.

Después de un paseo emocional en los terrenos de Sagana Lodge con su marido, la princesa Isabel regresó a su habitación. La dama «BoBo» MacDonald y lady Pamela Mountbatten recibieron a la nueva reina con reverencias y abrazos. «Gracias, gracias», dijo Isabel. «¡Siento tanto que nuestro regreso a Inglaterra desbarate los planes de todo el mundo!»
En su escritorio para redactar telegramas de cancelación de los compromisos restantes a los gobiernos de Australia y nueva Zelanda. Envía además telegramas a su madre, su hermana, a su abuela y a sus tíos los Duques de Gloucester. Comienzan los arreglos para que la comitiva real comience el arduo y largo camino de regreso desde las montañas Aberdare hasta Londres.
Martin Charteris convoca una conferencia de prensa para solicitar a los fotógrafos que respetasen la intimidad y no hiciesen fotos de su partida. Los fotógrafos, obedeciendo, se alinearon al borde de un camino y vieron pasar a la nueva reina, con la cámara en la mano izquierda y la mano derecha en el corazón. Solamente existe una fotografía de Isabel II recién convertida en reina, que fue tomada en Kenia:
14.00 Hs.
«Quiso Dios Todopoderoso llevar a su Misericordia a nuestro fallecido y Gracioso Señor Soberano Rey Jorge, de bendita memoria«. Con estas palabras el speaker Morrison suspendió las sesiones de la Cámara de los Comunes en el Parlamento. Antes de esto, el primer ministro Churchill firma en la Cámara sus condolencias: «No podemos en este momento sino más que expresar espontáneamente nuestro dolor«. «Durante estos últimos días«, manifestó Churchill, «el rey caminaba con la muerte, como si la muerte fuera su compañero, un conocido a quien reconoció sin miedo… Yo, que nací en la gloriosa época Victoriana, siento emoción al evocar, una vez más, la oración y el himno: God Save The Queen«.
15.00 Hs.
La nueva reina llega al aeropuerto keniano de Nanyuki para abordar el avión DC3, dispuesto apresuradamente, que la llevaría al avión real. Los habitantes de Kenia se reúnen espontáneamente a lo largo de 40 kilómetros de carreteras y caminos y en los alrededores del aeropuerto al grito de «Shauri Mbaya kabisa!» («¡Lo peor ha pasado!»). La partida del avión real fue demorada por una gran tormenta. «Durante el vielo a Londres se habló poco«, recordó John Dean, miembro de la comitiva. «Yo estaba sentado al lado de BoBo, con la pareja real justo detrás (…). La reina se levantó un par de veces, y al volver a su asiento daba la impresión de haber estado llorando«.
17.00 Hs.
El Consejo de Ascensión al Trono se reúne, como es tradición, en el Salón del Trono del Palacio de St James, Londres, para la proclamación de la Reina Isabel II: «Por la Gracia de Dios, Reina de Gran Bretaña, Irlanda y los dominios británicos más allá de los mares, defensora de la Fe«. Los 150 consejeros privados asistentes -vestidos con trajes medievales escarlata y oro- firman el documento que al otro día sería leído públicamente desde los balcones del palacio por el Rey de Armas de la Jarretera. Se trata de la monarca más joven que ascendía al trono desde Victoria I -que lo hizo en 1837 cuando tenía 18 años- y la séptima mujer reina entre los sucesores de Guillermo el Conquistador.
19.00 Hs.
El presidente de la Cámara de los Comunes vuelve a su banca después de haber jurado lealtad a la nueva monarca para comenzar a oír los juramentos de los demás miembros de su Cámara.
19.15 Hs.
El avión Argonaut BOAC, encargado de llevar de regreso a Londres a la comitiva real, despega del aeropuerto de Entebbe, en Uganda. El gran problema al que se enfrentó la comitiva fue la ausencia de ropa negra para que Isabel vistiera, en señal de duelo.
Pese a que se asegura que el vestido negro que lució Isabel II al bajar del avión formaba parte del equipaje (por si en el viaje los sorprendía la muerte de alguien), en realidad el avión hizo una escala en Libia, norte de África. Desde allí, la comitiva envió un mensaje cifrado a Londres para que en el aeropuerto hubiera un traje negro esperando a la nueva soberana.
La princesa Alicia de Grecia le escribe a su hijo Felipe: «Todos mis pensamientos están con ustedes en esta triste pérdida. Sé lo mucho que significaba tu suegro para ti, y lo mucho que le echarán de menos. Creo que esto significa un gran cambio en sus vidas. Significará mucho sacrificio personal para ti, como soy plenamente consciente, pero todo sacrificio trae su recompensa en forma que no podemos prever«.
21.45 Hs.

Tras los juramentos a la reina, se levanta la sesión del Parlamento. En el Reino Unido, teatros, cines, pubs y restaurantes están vacíos. La BBC suspende sus programas de entretenimiento adhiriendo al luto nacional.
El avión real aterriza en una zona remota del aeropuerto londinense. Allí le es alcanzado el vestido negro a la reina, quien se cambia de ropa rápidamente. Según la historiadora Kitty Kelley, en el momento de aterrizar la reina se asomó por una ventanilla y vio a Churchill al frente de un grupo de hombres de avanzada edad con traje y brazaletes negros. La larga fila de automóviles negros marca Daimler le cortó la respiración: «¡Dios! Han traído el cortejo fúnebre», susurró.
Al descender, Isabel es recibida por el primer ministro Churchill, el ex primer ministro Clement Attlee, el ministro de Relaciones Exteriores Anthony Eden y el duque de Gloucester, tío de Isabel. La comitiva de recibimiento tenía la orden de no inclinarse ni besar la mano de la nueva soberana. «Trágico regreso«, dijo Isabel a Churchill. «Pero el vuelo ha ido bien«. Después de dar las gracias y estrechar las manos de toda la tripulación, Isabel y Felipe suben al Daimler de la familia real rumbo al centro de Londres.

En Clarence House, su residencia, Isabel fue recibida por su abuela, la reina Mary. La joven Isabel se acercó a su abuela como de costumbre, para besarla en ambas mejillas y hacerle una reverencia, pero la reina abuela frunció el entrecejo y negó con la cabeza, afirmando que le correspondía a ella rendir el homenaje.
Vestida de un profundo luto, haciendo caso omiso a su grave artritis, la reina Mary se inclinó profundamente ante su nieta y le dijo: «Tu anciana abuela y fiel súbdita debe ser la primera en besar la mano de Su Majestad». Acto seguido, la anciana reina se incorporó y reprendió a su nieta: «¡Lilibet, tu falda es demasiado corta para ser de luto!».
A los 86 años, Mary (viuda del rey Jorge V) había visto morir a tres hijos y terminar cinco reinados desde la reina Victoria. Fue aquella anciana de ochenta y cinco años quien había establecido las normas del duelo real. Después de haber enterrado a su esposo Jorge VI, en 1936, y a dos de sus cinco hijos, declaró que el negro era el color de la muerte, y debía reservarse a las ocasiones relacionadas con ella. De ahí que las mujeres de la casa de Windsor nunca vistiesen de negro, salvo cuando lo exige el luto.
8 de febrero

Se celebra el Consejo de Ascensión en el Palacio de St. James, ante el cual se presenta Isabel II para anunciar su entronización «a causa de la súbita muerte de mi querido padre«. «Mi corazón está excesivamente agobiado y hoy sólo puedo decirles que siempre trabajaré como lo hizo mi padre en el curso de su reinado, para defender el gobierno constitucional y promover la felicidad y la prosperidad de mis pueblos…»
Su discurso concluyó: «Ruego a Dios que me ayude a afrontar meritoriamente esta pesada tarea que ha recaído sobre mis hombros en una etapa tan temprana de mi vida«.
Lord Chandos: «Cerca de 200 consejeros privados estuvieron presentes en la gran sala junto de la galería de arte. La puerta se abrió, y la reina, vestida de negro, ingresó. De pronto, los miembros del Consejo Privado parecieron infinitamente viejos y grises. La reina dio uno de los discursos más conmovedores que he escuchado, y yo, como muchos otros, casi no pude controlar mis emociones».
Harold Macmillan escribió en su diario: «La encantadora voz con la que pronunció su alocución y cómo se comportó a través de las diversas ceremonias del rito produjo una profunda impresión en todos nosotros».
Vincent Massey, Gobernador General de Canadá, recordó: «Fue una ocasión muy emocionante. La reina, una figura pequeña vestida de luto riguroso, entró en la gran sala por sí misma y, con gran emoción, pero perfectamente controlada, asumió las exigentes tareas que la Constitución prescribe. Sus discursos fueron pronunciados perfectamente. Después de esto, el príncipe Felipe, que estaba en el salón como un Consejero Privado más, dio un paso adelante en silencio y salió con ella por la puerta».
Se realizan las proclamaciones públicas del ascenso al trono de Isabel II en diferentes puntos de Londres: Charing Cross, el Temple, la Bolsa Real, la Torre de Londres y el Ayuntamiento de Middlesex. Los cañonazos retumban a través de Hyde Park.

Ese mismo día, la nueva reina emprendió viaje hacia Sandringham House, en el condado de Norfolk, donde yacía su padre. El féretro permanecía todavía en su habitación del primer piso, custodiado a todas horas por los empleados de la finca, vestidos con los mismos atuendos verdes con que habían acompañado al rey en su cacería del día anterior. Fue el fin de un reinado, y el comienzo otro que ha durado hasta el día de hoy.