El pueblo zulú se encuentra entre conmocionado y triste por la muerte de la reina Mantfombi Dlamini Zulu, la viuda principal del rey Goodwill Zwelithini que hace un mes fue declarada Regente -o monarca interina- hasta que la familia real se pusiera de acuerdo sobre quién sería el próximo rey. La familia real dijo estar “impactada y dolorida” por su repentino fallecimiento.
La reina era de sangre real, ya que fue una de las decenas de hijas del difunto rey Sobhuza II y hermana del actual monarca Mswati III de eSwatini (ex Swazilandia). Conocido como el “León de Swazilandia”, el padre de Mantfombi fue un gobernante absolutista que organizó su enorme harén por puntajes (algunas estimaciones creen que tuvo más de 100) y popularmente se creía que había dejado 600 hijos e innumerables nietos.
Mantfombi fue entregada en matrimonio por su padre al rey Goodwill Zwelithini, descendiente del legendario Chaka -fundador del reino a principios del siglo XIX-, en 1973 y se casó con él cuatro años más tarde, convirtiéndose en su tercera esposa. Una de las clausulas del contrato matrimonial exigía que la hija de Sobhuza II se convirtiera en la “Gran Esposa Real”, una figura de gran influencia dentro de la monarquía zulú, y, por lo tanto, madre del posible sucesor al trono.
La reina tuvo siete hijos, de los cuales el mayor, el príncipe Misuzulu Zulu, suena como el favorito de su fallecido padre y, debido a su doble linaje real, es el más apto para ocupar el trono de la nación zulú, con 11 millones de súbditos. “La lobola [dote matrimonial] de Mantfombi fue pagada por toda la nación zulú. Por lo tanto, ella es la esposa de la nación zulú. Estaba destinada a tener al heredero al trono”, explicó el historiador sudafricano Jabulani Maphalala.
Como Gran Esposa real, una de las funciones de Mantfombi dentro de la familia real era unir a las otras cinco esposas del rey y evitar así las rupturas familiares. Su nombramiento como regente, en marzo, significaba que tendría la última palabra sobre la sucesión real pero su principal papel era evitar las batallas dinásticas por la sucesión al trono.
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