Anna Anderson y otros farsantes que decían ser familiares del último zar


Escribe Irina Síridova / Russia Beyond

Estas cuatro personas trataron de manera desesperada y maniática de probar sus vínculos con la familia real rusa, aunque fue en vano. Afirmaban haber sobrevivido a la ejecución de los Romanov que tuvo lugar en 1918. La verdadera Anastasia murió fusilada con el resto de su familia pero no se pudo confirmar con certeza hasta que se identificaron sus restos en 2008.

Anna Anderson: decía ser la Gran Duquesa Anastasia

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Esta impostora afirmaba ser la cuarta hija, la más joven, de los zares Nicolás II y Alejandra. Aunque pudo engañar a muchas personas de la élite imperial, tras una investigación financiada por el hermano de la zarina se descubrió que era una obrera polaca de nombre Franziska Schanzkowska, que tenía un largo historial de enfermedades mentales.

La historia de ‘Anna’ comenzó en 1920, cuando se intentó suicidar y fue enviada a una centro de salud mental en Berlín. Se negó a dar su nombre. Uno de los pacientes pensó que era la Gran Duquesa y posteriormente inmigrantes rusos apoyaron esta tesis. Dos años después la propia Anna comenzó a decir a la gente que era la Gran Duquesa Anastasia.

En 1928 se mudó a EE UU y comenzó a aprovecharse de la princesa rusa Xenia Gueórguievna, una pariente lejana de la familia Romanov. Aunque tras un intento fallido de probar su sangre azul, Anna volvió a Alemania.

Durante más de 20 años luchó para que los tribunales europeos reconocieran su nombre, pero no lo consiguió. En 1968 volvió a mudarse a EE UU, donde se casó con un hombre rico y consiguió la ciudadanía estadounidense. Anderson falleció en Virgina en 1984 y los test de ADN que se han realizado desde su muerte confirman que no era una Romanov.

Eugenia Smith, también decía ser Anasatasia de Rusia

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Otra infame pretendiente al título de Anastasia fue Eugenia Smith, cuyo nombre real fue Eugenia Drabek Smetisko. En realidad era una artista y escritora de descendencia ucraniana que emigró a EE UU en 1929 desde Bucovina.

Smith apareció de manera inesperada en Chicago en 1963. Presentó un libro a un editor de la ciudad que afirmaba que era un manuscrito que le había entregado la propia Gran Duquesa. El editor le pidió pasar por el detector de mentiras porque dudaba de su historia. No pasó la prueba. De manera extraña, cuando cambió su testimonio y afirmó que ella misma era la Gran Duquesa Anastasia de Rusia pasó el test.

Su Autobiografía de S.A.I Anastasia Nikoláievna de Rusia rememora “su vida” en la familia imperial y cómo escapó a la ejecución de los bolcheviques y es una gran obra de ficción. Eugenia murió en 1997 en Rhode Island (EE UU) y fue enterrada en un monasterio ortodoxo.

3. Marga Boodts, afirmaba ser la Gran Duquesa Olga

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Marga Boodts está considerada como una de las mayores aspirantes a formar parte la familia Romanov. Afirmaba que era Olga, la primera hija del zar Nicolás II.

Apareció por primera vez en Francia, al principio de la Segunda Guerra Mundial. Recolectó mucho dinero para la Gran Duquesa, que afirmaba haber escapado milagrosamente a la ejecución de la familia Romanov. Posteriormente fue arrestada por fraude. Ante un tribunal declaró que era miembro de una clase noble polaca.

Años después Marga volvió a aparecer pero negó cualquier conocimiento de sus actividades fraudulentas previas. Boodts fue capaz de convencer a Nikolaus, heredero del Gran Duque de Oldemburgo, que la apoyó financieramente hasta su muerte.

Se mantuvo en silencio durante años, pero cuando Anna Anderson se hizo famosa ella volvió a hacer una aparición pública. Boodts hizo todo lo posible para destruir la historia de Anna e incluso escribió un libro sobre “su familia” que nunca se llegó a publicar.

Boodts murió en 1976 en Sala Comacina (Italia) en que vivió en soledad hasta el final de sus días, sin querer atender a la prensa.

4. Michael Goleniewski, ¿el último zarévich de Rusia?

Polish Spy Michael Goleniewski

Michael Goleniewski era un oficial y agente de contrainteligencia polaco que colaboró con la KGB a finales de los años 50 mientras trabajaba para los servicios secretos de su país.

Goleniewski se convirtió en un agente triple que pasaba secretos a la CIA y a los servicios de inteligencia de Polonia y la URSS. En enero de 1961 comenzó a trabajar para la CIA, el mismo año que un tribunal polaco lo condenó a muerte.

Un tiempo después mientras estaba trabajando en EE UU aseguró que era el zarévich Alexéi, el hijo más joven y el único chico del zar Nicolás II. Según decía Goleniewski toda la familia seguía viva, aunque hubo muy poca gente que le creyó.

Con el objetivo de probar su sangre azul Goleniewski trató de encontrar a sus hermanas. Tuvo una reunión con la anteriormente mencionada Eugenia Smith, que decía que era su amiga. Smith le devolvió el favor y dijo que Goleniewski era su hermano.

Sin embargo, la documentación de Goleniewski mostraba que había nacido en Polonia 18 años después del zarévich Alexéi. El impostor dijo entonces que era hemofílico (Alexéi había nacido con esa enfermedad) y que por eso parecía más joven de lo que realmente era. Poca gente le creyó y fue expulsado de la CIA por sus mentiras.

Goleniewski sostuvo hasta su muerte en 1993 que era un Romanov pero no tuvo mucha suerte.

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