La princesa rebelde del siglo XX dejó en su testamento la indicación de que sus restos fueran colocados en un sitio muy especial para ella.
La semana se cumplieron 19 años del fallecimiento de la princesa Margarita, todo un ícono de la monarquía británica en el siglo XX. Su muerte angustió profundamente a la reina Isabel II, y se la vio emocionada en el funeral, que tuvo lugar en Windsor unos días después.
La princesa era conocida por por su amor por el tabaco y el alcohol, lo que provocó especulaciones a lo largo de los años de que desarrolló cáncer de pulmón, enfermedad que había conducido a la muerte a su padre en 1952. Sin embargo, Margarita nunca fue diagnosticada con cáncer.

Murió finalmente a los 71 años de edad el 9 de febrero de 2002, tres días después del 50 aniversario de la muerte de su padre, y tras sufrir otro derrame cerebral que resultó en problemas cardíacos. Su féretro reposó solitariamente en la capilla de St. George durante algunos días.
Margarita fue el primer miembro de la familia real británica que es cremado y sus cenizas fueron depositadas en la Capilla Conmemorativa de su padre, el rey Jorge VI (1895-1952), ubicada en un lateral de la Capilla de San Jorge, en el castillo de Windsor.


¿Por qué fue cremado el cuerpo de la princesa Margarita?
Hija menor del rey, la princesa Margarita sostuvo toda su vida que Jorge VI fue el único hombre que la amó verdaderamente. Se asegura que la princesa, que tenía apenas 21 años cuando murió su padre, nunca se recuperó psicológicamente del golpe sufrido en 1952.
La Capilla Conmemorativa contiene una lápida con los nombres de Jorge VI y su esposa, la reina Isabel, Reina Madre. A su lado se encuentra una lápida dedicada a la princesa: “En agradecida memoria a Su alteza Real la Princesa Margarita, Condesa de Snowdon, nacida el 15 de agosto de 1930, muerta el 9 de febrero de 2002”.


Tras realizarse la incineración en el Crematorio Slough (cercano a Windsor) junto a los cuerpos de otros cinco fallecidos, las cenizas de la princesa se colocaron en un ataúd junto al ataúd de su padre, el difunto rey Jorge VI, en la Cripta Real ubicada en el subsuelo de la Capilla de San Jorge.
La ruptura con la tradición real aparentemente reflejaba el deseo de la princesa de reunirse con su amado padre en la muerte, pero se cree que la cremación era la única opción, ya que no hay más espacio en la bóveda real donde está enterrado.