Hace 85 años: la muerte de Jorge V de Inglaterra permanece en el misterio, ¿eutanasia o asesinato?


En los primeros días de 1936, el rey Jorge V de Gran Bretaña se encontraba muy delicado de salud en el palacio de Sandringham. Padecía problemas cardíacos, un enfisema pulmonar y pleuresía. La muerte de su querida hermana, la princesa Victoria, lo había afectado considerablemente, al punto de haber cancelado su participación en la apertura del parlamento, en noviembre. El triste funeral de Victoria fue la última ocasión en que el monarca, de 70 años, apareció en público.

El rey había pasado los últimos años de su vida atormentado por su heredero. Eduardo, príncipe de Gales, poco interesado en los asuntos de Estado, se hallaba absolutamente encandilado por Wallis Simpson, norteamericana y casada por segunda vez. Un posible matrimonio quebrantaría la reputación de la monarquía y el rey, que había conducido victoriosamente al país durante la Guerra Mundial, estaba seguro de que su hijo arruinaría todo: «Cuando yo muera, el muchacho se arruinará en doce meses«.

En la mañana del 20 de enero, los médicos reales estaban absolutamente preocupados. El corazón de Jorge V, que se encontraba en cama desde hacía algunas semanas, estaba fallando. El rey no sobreviviría mucho tiempo. «La larga vida del rey se acerca pacíficamente a su fin«, escribió Lord Bertrand Dawson (1864-1945), médico de la corte, en un comunicado para la prensa. A las 10 de la noche, el rey había ingresado en un coma irreversible y la familia real se reunió en su habitación.

UNA INYECCIÓN LETAL

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Durante más de 50 años, las circunstancias que rodearon la muerte del rey se mantuvieron en el más absoluto secreto en los Archivos Reales del castillo de Windsor. Según los diarios de Lord Dawson, abiertos en 1986, el príncipe de Gales y la reina María le comunicaron su deseo de que no prolongara la vida del rey cuando se encontrara en estado terminal. Pero no se trataba de liberar al monarca de su sufrimiento, sino de «la importancia de que se anunciara la muerte de los diarios matutinos«.

Si el rey moría pasada la medianoche, los diarios matutinos de Londres no tendrían tiempo para comunicar la noticia, y la responsabilidad recaería en los diarios de la tarde, más sensacionalistas. ¡Una deshonra para un rey que había liderado al Imperio a lo largo de las guerras! Obediente, Dawson telefoneó para solicitar al «Times» que retrasara la primera edición del 21 de enero porque la noticia que esperaba todo el Imperio británico estaba a punto de desarrollarse.

«A eso de las 11, era evidente que la última etapa podía durar muchas horas sin que el paciente lo supiera«, se lee en los diarios de Dawson. «Pero en un proceso poco acorde con esa dignidad y esa serenidad que él tanto merecía, y que exigían una breve escena final. Las horas durante las cuales se espera el fin del mecanismo agota a los espectadores y los mantiene tan tensos que no pueden apelar al solaz de la reflexión«.

El arzobispo de Canterbury, Cosmo Gordon Lang, oraba a la cabecera del rey inconsciente. Una vez que el arzobispo se retiró, Lord Dawson preparó las inyecciones letales: «Decidí determinar el fin e inyecté yo mismo 3/4 de gramo de morfina y poco después 1 gramo de cocaína en la vena yugular distendida. Yo mismo porque era evidente de que la enfermera se sentía turbada ante este procedimiento. Aproximadamente un cuarto de hora después la respiración se calmó, el semblante se serenó, pues la lucha física había cesado«.

EL REY HA MUERTO

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La muerte del rey fue certificada a las 23.55 del 20 de enero, exactamente a tiempo para que, a la medianoche, la radio BBC comunicara la noticia y los diarios matutinos la publicaran en sus prestigiosas portadas. Cuando Lord Dawson comprobó que la vida del rey se había extinguido, la reina María besó la frente de su marido y, acercándose a su hijo, se inclinó profundamente. Había iniciado el reinado de Eduardo VIII.

Todo el Imperio pensó que el rey había muerto de forma natural. «Un fin pacífico a medianoche«, titulaba a la mañana siguiente en «Times», considerado el vehículo más apropiado para los anuncios importantes a la nación británica. ¿Se trató de eutanasia? Esta práctica no estaba contemplada por la ley en 1936, de hecho, todavía no ha sido legalizada en Gran Bretaña y, además, debe ser decidida de antemano por el paciente. No hay indicación alguna de que el propio rey haya sido consultado por lo que algunos historiadores afirman que, realidad, Jorge V fue asesinado.

Los diarios de Dawson fueron examinadas por su biógrafo, Francis Watson, cuando preparó un libro que apareció en 1950. A petición de la viuda del médico, el biógrafo omitió cualquier referencia a la eutanasia que había tenido lugar en el castillo de Sandringham. «Quizás debería haberlo incluido en el libro en ese momento«, dijo Watson. «Pero Lady Dawson no lo quiso en el libro y yo estuve de acuerdo. No creí que fuera apropiado«.

ACTO DE MISERICORDIA

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En un discurso pronunciado por Lord Dawson en la Cámara de los Lores, durante un debate parlamentario celebrado diez meses después de la muerte del rey, el médico real habló en contra de un proyecto de ley que habría legalizado la eutanasia, pero lo hizo sin condenarla. En cambio, describió esta práctica como un «acto de misericordia» y argumentó que era mejor dejarlo a la conciencia de los médicos individuales en lugar de los reguladores oficiales.

«Uno debe hacer que el acto de morir sea más suave y pacífico, incluso si implica una reducción de la duración de la vida«, agregó Lord Dawson. «Si no podemos curar por el amor de Dios, hagamos todo lo posible para aliviar el dolor«. «En mi opinión, el rey fue asesinado por Dawson«, dijo Kenneth Rose, un biógrafo de Jorge V. Sir Douglas Black, quien fue presidente del Real Colegio de Médicos, dijo que Lord Dawson parecía haber cometido un acto «malo» por un bien «marginal», es decir, el anuncio de la muerte del rey el «Times».


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