La reina Sofía cumple 82 años: quién fue la desdichada reina que le heredó el nombre


El 2 de noviembre de 1938, a la recién nacida princesa griega iban a llamarla Olga, pero una multitud coreó el nombre de su desafortunada abuela, Sofía de Prusia, hermana del último káiser.

Hace 82 años, el 2 de noviembre de 1938, miles de griegos se acercaron al palacio de la familia real griega para celebrar el nacimiento de una princesa. Se trataba de la primera hija del príncipe heredero Pablo, hermano del entonces rey Jorge II, y de su esposa, la princesa alemana Federica de Hannover. Y hoy la conocemos como Doña Sofía, reina emérita de España.

La pareja de herederos había planeado bautizar a su primogénita con el nombre de Olga, en honor a la primera reina de la dinastía, la gran duquesa Olga Constantinovna de Rusia, pero terminaron cediendo a la voluntad popular, que celebró el nacimiento con gritos de “¡Sofía, Sofía, Sofía!” Efectivamente, los griegos todavía recordaban con tristeza a la reina Sofía, madre del príncipe Pablo y abuela de la princesa recién nacida, que había sufrido en carne propia los avatares de la inestabilidad política del país.

Sofía Dorothea Ulrike Alice, nacida princesa de Prusia en 1870, fue una de las cinco nietas de la reina Victoria de Gran Bretaña que fue soberana consorte en un país europeo. Hija del káiser Federico III y hermana de Guillermo II, último monarca de Alemania, su matrimonio con el príncipe Constantino, de fe ortodoxa, la enfrentó a su familia. La boda de 1889, sin embargo, fue muy celebrada por el pueblo griego, debido a que una antigua leyenda local decía que el país recuperaría gloriosamente sus posesiones de Constantinopla, y el esplendor del Imperio Bizantino sería restaurado el día que un príncipe griego se casara con una princesa del Norte.

Sofía tuvo seis hijos, tres varones y tres mujeres: el mayor sería el rey Jorge II, después de cuyo nacimiento la madre se convirtió a la fe Griega Ortodoxo, para disgusto del káiser Guillermo II; el segundo hijo, el rey Alejandro I, murió trágicamente cuando era muy joven después de ser mordido por un mono rabioso; el tercero sería el rey Pablo I. Sofía y Constantino también tuvieron tres hijas: Helena fue la esposa de Carol II de Rumania; Irene fue duquesa consorte de Aosta al casarse con un descendiente de los reyes de Italia; y Catalina se convirtió en una lady británica por matrimonio.

El reinado de Constantino I y Sofía fue muy caótico. Ascendieron al tono en 1913, después de que el rey Jorge I fuera asesinado. Un año después estalló la Primera Guerra Mundial y puso a la reina Sofía en la mira de la indignación popular debido a su origen alemán. La situación de la familia real se volvió todavía más peligrosa a medida que avanzó la guerra y, por a su negativa a unirse a los Aliados, los reyes y sus hijos fueron expulsados del país. Solo el príncipe Alejandro se quedó Atenas, donde fue entronizado como un rey títere del primer ministro. A Alejandro no se le permitió contactar a su familia a menudo durante su breve y turbulento reinado, lo cual amargó aún más el penoso exilio de Constantino I y Sofía.

Después de la dolorosa muerte de Alejandro I lejos de su familia (solo se permitió la presencia de su abuela, la reina Olga), sus padres fueron invitados a regresar a Grecia para volver a ocupar el trono. Sin embargo, el segundo reinado no fue exitoso debido a la mayor inestabilidad política y el fervor nacionalista de la región. En 1922, Constantino abdicó por segunda vez a favor del príncipe heredero Jorge, quien se convirtió en Jorge II. Constantino y Sofía partieron con escasas poseciones personales rumbo a Italia, donde el ex rey murió el 11 de enero de 1923, con el corazón destrozado por tantas emociones.

Unidos en la desgracia, el rey y la reina Sofía daban desde hacía varios años un conmovedor ejemplo de fidelidad conyugal; pero no siempre había sido así”, escribió el historiador Ghislain de Diesbach. “Se contaba que, de joven, la reina Sofía, que tuvo que quejarse a menudo de los cambios de conducta de su marido, fue a preguntar a su suegro qué actitud convenía adoptar en semejante circunstancia. El viejo rey, cuya vida conyugal no había sido, según parece, del todo irreprochable, le respondió con una sutil sonrisa: ‘Pregúntaselo a tu suegra, ella podrá darte sobre esto los mejores consejos’”.

A la reina Sofía nunca se le permitió regresar a Grecia, desafortunadamente, no logró reconciliarse con su hermano, el ex emperador, que vivía en Holanda. La ex reina de Grecia murió el 13 de enero de 1932 a la edad de sesenta y un años en Frankfurt a causa de un cáncer y su cuerpo fue enviado a Florencia para ser enterrado junto al féretro de su esposo. Mucho después, los restos de Constantino I y Sofía fueron enviados a Grecia para descansar en el Cementerio Real del palacio Tatoi, cerca de Atenas.Ocho años después nació su nieta, Sofía, princesa de Grecia llamada a ser reina de España.

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