Helena de Gran Bretaña, la princesa victoriana «falta de modales» que trabajó por los derechos de la mujer


Eclipsada por sus hermano, la quinta hija de la reina Victoria fue un personaje digno de ser celebrado y recordado.

Casi 100 años pasaron desde que la princesa Helena de Gran Bretaña falleció tranquilamente en su casa en Londres, después de haber presenciado los reinados de su madre, Victoria, de su hermano Eduardo VII y de su sobrino, Jorge V, además de haber contemplado cómo el apellido alemán de su familia, Sajonia-Coburgo-Gotha, desaparecía para convertirse mágicamente en Windsor en medio de las hostilidades antigermánicas de la Primera Guerra Mundial. Nacida el 25 de mayo de 1846 en el Palacio de Buckingham, Helena fue la quinta de los nueve hijos de la reina Victoria y de su amado esposo, Alberto, quien murió cuando Helena tenía apenas 15 años. «Yo adoraba a papá, lo amaba más que a nada en la tierra», escribió ella.

Fue bautizada como Helena Augusta Victoria, pero rápidamente su padre, el príncipe alemán Alberto, la apodó cariñosamente “Lenchen”. “Cuando era niña, Helena parece haber sido una niña enérgica que mostró un talento artístico, algo que complació a la reina Victoria. A pesar de sus muchos talentos en la música y el arte, su talento eventualmente se vería eclipsado por los de su hermana menor Luisa, talentosa artísticamente”, escribió la historiadora de la realeza Moniek Bloks. “En las primeras etapas de su dolor, la reina Victoria dependió en gran medida de sus hijas para administrar los roles de secretaria dentro del hogar. Helena, sin embargo, fue vista como demasiado emocional para desempeñar un papel significativo, ya que solía romper a llorar”.

Eclipsada por sus hermanas mayores, que estaban destinadas a concertar importantes matrimonios reales, y menos mimada que sus hermanos menores, Helena se convirtió en una adolescente poco atractiva, poco inteligente y poco talentosa, pero aprendió a disfrutar de la vida de forma especial: disfrutaba de horas y horas aire libre, de la naturaleza, del sol y los animales. Su robustez física contradecía algo de una fragilidad interior, que se hizo evidente con la muerte del príncipe Alberto. Sumergida la reina Victoria en una depresión absoluta, las princesas Alicia y Luisa se convirtieron en sus guardianas mientras Lenchen prefería escapar de ese mundo luctuoso que comenzó a rodear a su madre porque sufría mucho. Pero una vez que la princesa Alicia se mudó al gran ducado alemán de Darmstad, después de su matrimonio, Helena asumió el papel de asistente de Victoria, leyendo y respondiendo sus cartas, consolándola en sus momentos de pesar, organizando sus días…

La reina, que ya había decidido que sería su hija menor, Beatriz, la que la acompañaría como secretaria el resto de su vida, comenzó de inmediato a planear el matrimonio de Helena porque la consideraba “muy útil y activa, inteligente y amable”, pero que “no mejora en apariencia y tiene grandes dificultades con su figura y su falta de modales tranquilos y elegantes”. El marido ideal fue encontrado entre las nutridas ramas de la dinastía Schleswig-Holstein que reinaba en Sonderburg-Augustenburg, un príncipe y ex soldado sin dinero, el príncipe Christian, quien era quince años mayor que Helena. La ventaja que este matrimonio tenía, para la reina Victoria, era que su futuro yerno no tenía obligación alguna en el extranjero y por lo tanto podía instalarse en el Reino Unido junto a Helena. La boda se celebró en 1866 en la capilla privada del castillo de Windsor con la asistencia de su madre vestida de luctuoso negro, y a pesar de este comienzo poco romántico, el matrimonio del príncipe y Helena, que a partir de entonces sería titulada la princesa Christian de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Augustenburg, parece haber sido relativamente feliz, produjo seis hijos y duró 51 años hasta la muerte de Christian en 1917.

Durante toda su vida, Helena se destacó por su discreción y la seriedad que puso en la representación de la monarquía. Fue una de las primeras princesas europeas en desarrollar actividades sociales y benéficas, hasta entonces algo inaudito en la realeza. Era muy joven cuando se interesó en la profesión de enfermería infantil convirtió en miembro fundador del Comité de Damas de la Cruz Roja Británica e hizo campaña por el registro de las enfermeras. Además, “Helena también se hizo popular entre los jóvenes, los pobres y los desempleados, ya que su obra de caridad alimentó a 3.000 personas en el duro y amargo invierno y la primavera de 1886”, escribió la historiadora Bloks. Amante de la costura, llegó a ser presidenta de la Royal School of Needlework, y trabajó intensamente en la traducción de obras alemanas al inglés y en la promoción de los derechos sociales de la mujer. Después de la muerte de su madre en 1901, Helena y Christian se retiraron un poco de la vida en la corte y soportaron la triste noticia de la muerte de su hijo mayor, Christian Victor, en la Guerra de los Bóers. Helena murió el 9 de junio de 1923, en Schomberg House, a los 77 años.


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