Enfoque: a las puertas del trono, el príncipe Mohammed consolida su dominio sobre la sucesión saudita


La detención de cuatro príncipes rivales de la casa Al Saud fue el último capítulo de una guerra fraticida que empañó el gobierno del rey Salman.

El rey Salman de Arabia Saudita reapareció en público este domingo 8 de marzo en la recepción de los embajadores de Arabia Saudí ante Ucrania y ante Uruguay. Las imágenes difundidas por la agencia de noticias oficial SPA son la respuesta de la Casa Real a los rumores difundidos principalmente en redes sociales que ponían en cuestión el buen estado de salud del monarca, de 84 años de edad, y dos días después de que varios príncipes y de decenas de altos cargos del Ministerio del Interior y del Ejército fueran detenidos al descubrirse que tramaban un golpe de Estado. Fuentes del Palacio Real aseguran que el monarca saudita goza de buena salud, lo que parece mostrar que las detenciones fueron realizadas con su visto bueno.

El rey Salman cedió en 2017 gran parte de sus poderes a su hijo, el príncipe heredero, Mohammed bin Salmán, que llegó al poder con promesas de reforma y apertura. Ese mismo año decenas de miembros de la familia real, altos cargos y empresarios fueron detenidos en una ofensiva anticorrupción. Más recientemente ha sido acusado de ordenar el asesinato en Turquía del periodista crítico Jamal Khashoggi en 2018. En su último golpe de poder, Mohamed ordenó el arresto de cuatro príncipes del reino árabe en una nueva purga de opositores: entre ellos se encuentran el príncipe Ahmed bin Abdulaziz (hermano del rey), y el hijo de este último, Nayef bin Ahmed, antiguo jefe de la Inteligencia Militar.

Los otros detenidos son el príncipe Mohamed bin Nayef, sobrino del rey, exministro de Interior y antiguo heredero al trono, y Nawaf bin Nayef, hermano menor del príncipe Nayef, en una operación que podría haber afectado también, pendiente de confirmación, a decenas de altos responsables del Gobierno saudí, según informaron los diarios estadounidenses New York Times y Wall Street Journal. El portal de noticias Middle East Eye, de hecho, eleva a una veintena la cifra de príncipes detenidos. Tras las detenciones, Mohammed Bin Salman ordenó a los príncipes del reino que declararan su lealtad hacia él en las redes sociales. Tres de ellos así lo han hecho.

El expríncipe heredero Mohammed bin Nayef, candidato al trono preferido por Estados Unidos, había desarrollado lazos con las agencias de inteligencia estadounidenses durante años. En 2017, dos años después de ser declarado heredero por el rey Salman, fue destituido y se encontraba bajo arresto domiciliario desde entonces acusado de “traición”. Entre los posibles motivos de estas detenciones se encuentra la avanzada edad del rey, por lo que está intentado minimizar el poder de sus posibles adversarios. Sin embargo, ninguno de los detenidos demostró su intención de querer acceder al trono.

Desde el inicio de las detenciones, fuentes del Gobierno saudita aseguran que el príncipe Mohammed actió «tras perder la paciencia» después de escuchar críticas internas a su gestión. “No se espera una transición de poder inminente”, según las fuentes del Times. Las mismas fuentes aseguran que el rey Salman dio a su hijo el beneplácito para efectuar algunos de los arrestos, y que desde la purga que efectuó en 2017, el poder del príncipe heredero sobre todos los estamentos de seguridad es absoluto, y en modo alguno tenía miedo a un “golpe de estado”, como aseguraron algunos rumores que emergieron tras conocerse las detenciones.

“Parece que MBS (Mohamed bin Salman) está acabando con todos los rivales que le quedan”, explicó al New York Times el experto en Arabia Saudí del Royal United Services Institute, Michael Stephens, quien recordó que al príncipe heredero no le resultará tan sencillo justificar la nueva ronda de detenciones como en 2017. Desde el asesinato de Khashoggi en el consulado saudita de Estambul, la regencia de Arabia Saudita está en el punto de mira de las críticas internacionales, que acusan a Mohammed de haber aprobado personalmente la operación para matar al periodista, un crítico de la familia real Al-Saud. El Gobierno, totalmente dominado por hombres de la casa Al Saud, negó tajantemente estas acusaciones. “El problema es que después del asesinato de Jashogi, la confianza en el reino es muy baja, y nadie se va a creer la narrativa oficial”, explica Stephens.