¿Fortuna, títulos, honores, derecho a sucesión? Tras los resultados de las pruebas de ADN, la vida de esta artista podría dar un giro.
Aunque la noticia fue confirmada este 27 de enero, en Bélgica son muchos los que están seguros desde hace muchos años de que el exrey Alberto II es el padre biológico de la arista Delphine Boël. La mujer, de 52 años, es hija de la baronesa Sybille de Selys-Longchamps, quien fuera amante del entonces príncipe Alberto en los años 60. La mujer lleva años afirmando que el exmonarca es, sin dudas, el padre de Delphine, y que se comportó como tal durante su infancia. El 5 de noviembre de 2018, una corte de Bruselas sentenció, tras un examen de ADN, que Jacques Boël, exesposo de la baronesa, no era el padre legal ni biológico de Delphine, tras lo cual se ordenó a Alberto II someterse a la misma prueba.
Ahora que se conocen los resultados del examen de ADN, resta saber cuánto cambiaría la vida de Delphine como una hija del exmonarca. Alberto II, de 84 años, contrajo matrimonio hace 60 años con la princesa de la aristocracia italiana Paola Ruffo Di Calabria, con quien tuvo tres hijos -el actual rey Felipe I, la princesa Astrid y el príncipe Laurent- que al haber nacido dentro de un matrimonio católico en toda regla gozaron desde su nacimiento de los derechos sucesorios al trono belga. Además, son los herederos de la fortuna privada de Alberto II, cuya cifra no fue divulgada.
La artista reconocida como hija biológica del rey Alberto, “tendrá derecho a una cuarta parte de lo que los demás hijos tienen derecho, según la nueva ley belga”, explicó la periodista Martine Dubuisson del diario Le Soir de Bruselas. Delphine Boel, sin embargo, “no tendrá una dotación del Estado, no tendrá derecho de sucesión al Trono belga ya que la Constitución estipula que los herederos, los sucesores del trono deben ser legítimos, por lo tanto, nacidos en el matrimonio”.
Actualmente, la línea sucesoria del rey Felipe I la completan sus cuatro hijos, sus hermanos y sus sobrinos. Sin embargo, en 2014, cuando se le preguntó si Boël podría reclamar el derecho al trono belga, un abogado del rey, Guy Hiernaux, dijo al New York Times que «si se demuestra que es su hija biológica, hipotéticamente podría tomar un título aristocrático», pero para convertirse en un miembro legal de la familia real y reclamar la sucesión al trono primero necesitaría el acuerdo del gobierno belga, cosa totalmente improbable.
Luego se plantea la cuestión del nombre o el título que Delphine podría llevar de ser reconocida como hija biológica del exrey: la dificultad reside en que el nombre original de la casa real belga era Saxe-Coburg-Gotha, ya que el príncipe Leopoldo (1790-1865), de esa casa noble alemana, fue elegido como el primer rey de los belgas en 1815. Sin embargo, después de la Primera Guerra Mundial, en la cual Bélgica combatió contra la Alemania imperial, el rey Alberto I (abuelo de Alberto II) eliminó de su árbol genealógico todos los apelativos dinásticos con connotaciones alemanas, es decir ‘Duques de Sajonia y Príncipes de Sajonia-Coburgo-Gotha’. Por lo tanto, desde 1918, todos los nacidos en la familia real belga son inscriptos en el registro civil sin apellido, y con el único apelativo de príncipes o princesas de Bélgica. Varios sugieren que, de ser reconocida, Delphine podría adoptar el apelativo “van Belgie” (de Bélgica).
El rechazo a esta presunta hija no reconocida de Alberto II es algo inédito en la realeza belga, en cuyo linaje otros reyes sí reconocieron a sus hijos extramatrimoniales. Arcadie Claret, el amor clandestino de Leopoldo I, fue casada con un hombre de confianza del rey que, a la vez, fue enviado rápidamente a una misión en el extranjero dejando a Arcadie en la corte. La conexión del soberano con Arcadie durará veinte años y nacerán dos hijos, que recibieron inmensas fortunas y los títulos de barones en 1862.
El hijo y sucesor de Leopoldo I, Leopoldo II, era un viudo de 60 años cuando se enamoró de Blanche Delacroix, una chica francesa de solo 16 años. El rey la nombró baronesa Vaughan, para disgusto de sus conciudadanos y de la corte, le dio una lujosa casa en Laeken, la villa Van Der Borght. Los dos hijos nacidos de ese romance, Lucien y Philippe, recibieron títulos nobles y parte de la herencia. Leopoldo II se casó con Blanche solo cinco días antes de su muerte pero en cuanto el nuevo rey ascendió al trono, la baronesa tuvo que abandonar el país para siempre, con una gran fortuna en su cuenta bancaria.