Hace 100 años, la princesa Patricia renunció a todo de la misma forma que los duques de Sussex. La duquesa de Kent es otro ejemplo.
En la casa de Windsor, los hijos del monarca tienen el derecho a ser titulados Alteza Real, al igual que sus consortes, los hijos del Príncipe de Gales y sus consortes.
El príncipe Harry de Gran Bretaña su esposa, Meghan, dejarán de utilizar sus tratamientos de “Alteza real” una vez que dejen de ser miembros activos de la Casa de Windsor, aunque la casa real confirmó que continuarán siento titulados “Enrique, duque de Sussex” y “Meghan, duquesa de Sussex”, tal y como sucedió con la princesa Diana (madre de Harry) hace veinticuatro años. Por entonces, tras la sentencia de divorcio firmada en 1996, “Su alteza real, la Princesa de Gales” (título que obtuvo al casarse con el príncipe Carlos en 1981) pasó a ser conocida como “Diana, Princesa de Gales”.
El Palacio de Buckingham dijo en ese momento que Diana había renunciado al estatus de alteza real voluntariamente. La princesa murió solo un año después y el Palacio de Buckingham comenzó a debatir si restaurar su nombre a título póstumo. Pero los funcionarios de la casa real finalmente decidieron no hacerlo, ya que su familia dijo que ello habría estado en contra de sus deseos. En el funeral, su hermano, el conde Spencer, dijo que Diana «no necesitaba un título real para continuar generando su particular marca de magia».

Otro ejemplo de alguien que dejó de utilizar el título de Alteza Real fue Katherine Worsley, esposa del duque de Kent y prima de la reina Isabel II. Su vida es todo un hito: en 1961 se fue la primera mujer plebeya que se casó con un príncipe británico, y en 1994 fue la primera miembro de la monarquía británica en convertirse al catolicismo en más de 400 años. Años después, renunció voluntariamente al tratamiento de Alteza Real, pasando a ser conocida, según sus deseos, como “Katherine, duquesa de Kent” en ocasiones oficiales, y “Katherine Worsley” en su vida privada, pero oficialmente, aún considera todos sus títulos reales.

Un año más tarde la duquesa se retiró oficialmente de la vida pública, renunciando a sus actividades oficiales para vivir en privado en su propio apartamento alquilado. Además, renunció al tratamiento de Alteza Real, y explicó: “No me gusta ser una figura pública y lo digo con mucha humildad. Es mi naturaleza, la forma en que nací. Me gusta hacer las cosas en silencio detrás de las escenas. Soy una persona muy tímida”. A partir de entonces, la duquesa, actualmente de 85 años, acompañó a su marido en las más importantes ceremonias reales, como bodas y funerales, pero en el plano laboral ejerció como profesora de piano y maestra voluntaria.

Ochenta años antes, fue la princesa Patricia de Connaught (prima hermana del rey Jorge V) quien renunció a su estatus como miembro de la familia real, al igual que los duques de Sussex, para tener una vida privada. Jorge V firmó una orden real que le otorgó a su prima “su licencia y autoridad real” para “renunciar al tratamiento de Alteza Real y el título de Princesa de Gran Bretaña e Irlanda” a partir del día de su boda en 1919 con Alexander Ramsay. Sin embargo, Jorge V dijo que no toleraría que su prima se convirtiera en “plebeya”, por lo que permitió que desde entonces se conociera a la princesa como “Lady Patricia Connaught”, un título otorgado para mantener la dignidad real de una persona que era nieta de la reina Victoria y aún ocupaba un lugar en la sucesión al trono.