«La corte del sultanato está de luto (…) nuestro sultán Qabus bin Said (…) fue llamado por Dios este viernes», se anunció oficialmente en Mascate.
La corte declaró un luto oficial de tres días y la interrupción de las actividades laborales públicas y privadas. Además, las banderas permanecerán a media asta durante 40 días.
«Es con los corazones llenos de fe en Alá y su Providencia, y con gran pena y profunda tristeza, pero con total satisfacción y sumisión absoluta a la voluntad del Todopoderoso, que la Corte Real de Omán llora a Su Majestad el Sultán Qaboos bin Said», anunció el palacio real de Muscate en el comunicado de defunción del sultán, fallecido a los 79 años y después de 49 en el poder.
Considerado el gobernante más longevo de la región del Golfo Pérsico y uno de los mediadores por excelencia de las últimas décadas en la política internacional, Qaboos, quien ocupaba los cargos de primer ministro, ministro de Exteriores, ministro de Defensa y ministro de Finanzas, regresó al país el 13 de diciembre tras viajar una semana antes a Bélgica para realizarse pruebas médicas por una supuesta recurrencia del cáncer de colon que le fue diagnosticado hace cuatro años. Había realizado varios viajes en los últimos años para recibir tratamiento médico, pero no se proporcionaba información sobre su estado de salud a su regreso al país.
La muerte del sultán pone punto y final a una era en Omán. El fallecido era considerado a todos los efectos un verdadero pilar de la política regional merced a su labor de mediador entre Occidente y las potencias del golfo -como demostró durante la histórica firma del acuerdo nuclear con Irán en 2015 – .El sultán estuvo capacitado para ejercer su influencia merced al poder absoluto que ejerció desde su llegada al poder en un golpe de estado incruento contra su padre, el ultraconservador Said bin Taimur, en julio de 1970, para pasar a gobernar un país, antiguo protectorado británico, en el que la mitad de la población es expatriada.
El mandato del sultán Qabus, a partir de ese momento, se centró en la modernización del país y la construcción de una identidad nacional a partir de una política exterior de neutralidad. El sultán encontró pocos obstáculos durante su mandato y solo especialmente al principio, cuando tuvo que atajar, con la auyuda de las fuerzas especiales de Reino Unido, una revuelta en la provincia de Dhofar, en el sur del país, abanderada por milicias tribales respaldadas por Yemen.
Otra prueba de mandato llegaría en 2011, con la expansión de las revueltas de la Primavera Árabe, que el sultán gestionó con el cese inmediato de algunos de sus ministros percibidos como corruptos. ONG denuncian agresiones e intimidación por parte de las fuerzas de seguridad a los participantes de unas protestas que se saldaron con dos muertos. Las mismas organizaciones denuncian también que Omán, a pesar del proceso modernizador, sigue siendo escenario de represiones contra disidentes y medios de comunicación críticos con las autoridades.
CONDOLENCIAS
Entre los primeros mandatarios en reaccionar a la muerte del sultán se encuentra precisamente el Gobierno británico. El primer ministro, Boris Johnson, expresó su tristeza por el fallecimiento del regente, a quien describió como «un líder sabio y enormemente respetado, que será recordado por su devocion a la hora de convertir a Omán en una nación próspera y estable.
También expresaron sus condolencias los primeros ministros de India y Pakistán, Narendra Modi e Imran Jan. Modi describió al sultán como un «líder visionario y estadista que transformó a Omán en una nación moderna y próspera. Fue un faro de paz para nuestra región y el mundo». Jan, por su parte, lamentó la pérdida de «un amado líder para Omán y aliado y amigo de Pakistán». Como gesto de respeto, Egipto y Jordania han anunciado también que se sumarán al luto de tres días declarado por las autoridades omaníes.