El estado del monarca es una cuestión muy sensible y en general es mantenido en secreto, excepto por algunos viajes al extranjero para someterse a controles o tratamientos médicos.
Por D.S.D.
Pocos líderes son tan poderosos y misteriosos como el sultán Qaboos de Omán. Su retrato cuelga según el reglamento de cada escaparate de su pequeño país, que pudo escapar de las tensiones sociales que dominaron Oriente Medio en la última década. Cada seis meses, más o menos, entre episodios de tratamiento contra el cáncer, aparece en televisión para demostrar que todavía está vivo. En su última aparición en mayo, su puño parecía apretado por el dolor.
El sultán regresó este viernes 12 de diciembre a su país país tras viajar a Bélgica la semana pasada para realizarse pruebas médicas, sin que hayan trascendido más detalles por el momento. La ausencia del monarca, de 79 años y uno de los jefes de Estado más antiguos del mundo, despertó la incertidumbre en una monarquía cuyo sistema hereditario es único.
«Con el cuidado de Dios todopoderoso, su Alteza el sultán Qaboos bin Said, que Dios le proteja, ha vuelto al país tras algunos tratamientos y pruebas médicas en Bélgica», dijo la Corte Real en un breve comunicado. «Que Dios todopoderoso proteja a su majestad el sultán y le otorgue una larga vida para que sea siempre una fuente de guía e inspiración para la querida patria y su leal pueblo», agregó, según el diario local Times of Oman.
Bin Said ha realizado varios viajes en los últimos años para recibir tratamiento médico, sin que se haya informado sobre su estado de salud a su regreso al país. Nacido el 18 de noviembre de 1940 en la ciudad de Salalah, Qaboos es el octavo monarca de la dinastía Al Bu Said, establecida por el Imán Ahmed Bin Said en 1741 y la más antigua de toda Arabia, cuyo reinado ha sido continuo desde los últimos tres siglos. El sultán gobierna desde 1970 con un poder absoluto y ocupa los cargos de primer ministro, ministro de Exteriores, ministro de Defensa y ministro de Finanzas, pero tiene otros Ministros que son responsables de los departamentos por poder.

En los últimos años, los repetidos problemas de salud del sultán y sus reiterados viajes a Europa para someterse a tratamiento médico (diversas fuentes indican que es víctima del cáncer de colon) centraron la atención en el hecho de que el monarca, que no tiene descendencia, no tiene un sucesor designado. Existe un profundo misterio en torno a quién nombró el Sultán como su sucesor y esa es una razón suficiente para provocar rumores de sucesión cada vez que el anciano monarca viaja al extranjero para recibir tratamiento.
Qaboos modificó el proceso de elección de su sucesor en 2011. Bajo este plan, el Sultán nombró un consejo para supervisar la aplicación de la Ley Básica del país cuando el trono queda vacante. Según la constitución omaní, el sultán debe escribir una carta designando a un sucesor de la dinastía gobernante, para que se abra en caso de que su familia no pueda acordar su reemplazo dentro de los tres días posteriores a su muerte.
Pero la Ley Básica del sultanato establece ahora que la familia real debería elegir un nuevo sultán dentro de los tres días de la vacante. Si no se llega a un acuerdo, el consejo de defensa de la nación, el jefe de la Corte Suprema y los jefes de las dos cámaras del consejo consultivo harían cumplir la elección de Qaboos y entronizarían a la persona que él designó en su última voluntad.
“Omán necesita un líder fuerte para reparar sus finanzas”, dice el diario The Economist. “El espléndido bienestar (y un apretón de hierro) mantienen apacible a un pueblo rebelde de 4 millones de personas, inactivo. El Sultán calmó las protestas durante la Primavera Árabe de 2011 al reducir el gasto público en un 70% durante los tres años siguientes. Pero como el precio del petróleo se derrumbó en 2014, ya no puede permitírselo. Para empeorar las cosas, los vecinos árabes de Omán están reteniendo ayuda”.
Agregan que el longevo Qaboos podría convertirse en el primer líder de Oriente Medio que pide ayuda al FMI para evitar la tormenta. “Habiendo desperdiciado nuestra riqueza en tiempos de abundancia, el gobierno ahora está haciendo que la gente pague los costos”, se quejó a The Economist un joven activista. Si no se hace nada, los líderes extranjeros temen que el país pueda fragmentarse o sucumbir a otro golpe de palacio.
“La salud de Qaboos ha sido un importante tema de conversación en los círculos estratégicos del Golfo”, explica el International Business Times. “El vacío creado en Omán en su ausencia será difícil de llenar. La región sur de Dhofar se ha mantenido estable durante el reinado de Qaboos, pero la gente no está segura de cómo serán tratados bajo un nuevo líder”.

«Qaboos es un hombre inteligente. Sin embargo, no sé el nombre de su sucesor y si es tan cruel como el padre de Qaboos, consideraremos hacer otra revolución. Muchos todavía tienen un Kalashnikov», dijo un famoso activista por la democracia al Asia Times a principios de este año. Defensores de los derechos humanos denuncian que Omán mantiene estrictas restricciones a la libertad de expresión, que los familiares de los disidentes enfrentan hostigamiento por parte de las autoridades, y la pena de muerte sigue vigente, informó Amnistía Internacional.
Qaboos llegó al poder en 1970, después de derrocar a su padre Said bin Taimur, en un golpe palaciego no sangriento respaldado por los británicos y que tenía como objetivo destituir a su padre Said bin Taimur, que se había vuelto impopular después de su represalia de la revolución de Dhofar. Actualmente, con una fortuna calculada por Forbes en 700 millones de dólares, es uno de los monarcas más acaudalados del planeta.
Al sultán se le atribuye la modernización y desarrollo del país árabe, que no cuenta con grandes reservas de petróleo como otros vecinos del golfo Pérsico. Venerado en Omán, poco se conoce de su vida privada más allá de que nunca se casó ni tuvo hijos, ni señaló entre sus familiares a un posible candidato a sucederle en el trono, al menos de forma pública.
Bajo su reinado, Omán consiguió mantenerse al margen de los conflictos en el golfo y Oriente Medio, y trata de mantener una postura neutral entre el eje suní liderado por Arabia Saudí y el chií, con Teherán a la cabeza. Incluso, el gobierno de Qaboos medió entre sus vecinos enfrentados y trabajó para poner fin al conflicto en el Yemen, y siendo el primer gobierno del golfo Pérsico en establecer lazos de bajo nivel con Israel.
“Qaboos reparó puentes, negoció con los revolucionarios del sur y lanzó reformas económicas sin precedentes con la ayuda de la riqueza petrolera”, explica el International Business Times. “Omán, que no es miembro de la OPEP, produce alrededor de un millón de barriles por día de petróleo, pero el monarca benevolente se ocupó de que la revolución marxista en Dhofar se abordara mediante medidas para erradicar la pobreza y establecer una sociedad más igualitaria”.