La prensa logró contactar por primera vez con una tía del rey Felipe, cuyo paradero hasta ahora era desconocido desde que cortó todos los lazos con su país natal.
Marie-Christine de Bélgica, llamada «la princesa desaparecida», fue contactada por primera vez por la prensa belga después de que rompiera sus lazos con su familia. Primera hija del rey Leopoldo III y su esposa esposa, la princesa Lilian, Marie-Christine es la hermanastra del rey Alberto II y, por lo tanto, la tía del rey Felipe. Desde 1980, la princesa reside en los Estados Unidos, aunque no se tenían noticias de ella desde 2007, cuando concedió una entrevista con el diario Laatste Nieuws.

Fue su hermana, la princesa Maria Esmeralda, la única con la que María-Christine quiso mantenerse en contacto desde que abandonó su país. «Marie-Christine no quiere más contacto, ni con la familia, ni con los amigos del pasado. Es su elección”, dijo Esmeralda años atrás. “Ella dice que tiene una nueva vida, algo que me pone triste, pero respeto su decisión. Lo intenté, pero ella realmente no quiere. No puedo obligarla».
Marie-Christine nació el 6 de febrero de 1951 en una Bélgica convulsionada. La pasividad de su padre ante la ocupación nazi le hizo ganar el odio popular, lo que significó que el rey, su esposa y sus hijos pasaron varios años en el exilio. El regreso del rey, en 1950, a Bélgica, desató la llamda Cuestión Real, en el que partidarios y opositores de la monarquía se enfrentaron violentamente al punto de desatar una guerra civil. Cuando la princesa tenía pocos meses de vida, Leopoldo III abdicó al trono dejando en el poder a Balduino, el mayor de sus hijos. La princesa tuvo tres medios hermanos, Josefina-Carlota (futura gran duquesa de Luxemburgo), Balduino y Alberto II; sus hermanos fueron el príncipe Alejandro y la princesa Esmeralda.

Casi cuatro décadas después de haber abandonado los palacios reales, el paradero de Marie-Christine fue revelado por Het Laatste Nieuws, que indica que “su estilo de vida ha cambiado dramáticamente desde que vive en una casa en Sequim, un pueblo de menos de 7.000 personas en el desierto del estado de Washington”. A los 68 años, la princesa –que se declaró en infinidad de veces a favor de la abolición de la monarquía belga– parece haber encontrado la paz con su esposo Jean-Paul Gourgues, después de sus declaraciones impactantes y polémicas.
“Aquellos que llaman al número estadounidense en estos días registrados a nombre de Jean-Paul Gourgues, el esposo de Marie-Christine, invariablemente encuentran un contestador automático que, a diferencia del pasado, nunca es respondido nuevamente”, escribió el periodista Mario Daneels, quien relata que la princesa se alejó de su familia denunciando la crueldad con la que la trató su madre, antigua institutriz de la familia real, y que alguna vez estuvo en bancarrota después de que ella y su marido hubieran apostado (y perdido) su dinero en Las Vegas, bajo prohibición de volver a entrar en sus casinos.

Las últimas declaraciones públicas de la princesa se remontan a 2007, cuando señaló que era mejor abolir la monarquía en Bélgica, país que posiblemente pisó por última vez en 1983. “La princesa solo correspondía ocasionalmente con su hermana Esmeralda y su cuñada Léa, la viuda del hermano Alexander. El resto le perdió la pista”, dijo Daneels.
La princesa Gourgues viven en una casa sencilla de US$ 325.000, de tres dormitorios, con un jardín lleno de árboles frutales al pie de las impresionantes montañas y cerca de los bosques de la reserva natural del mismo nombre. Los campos de lavanda que rodean Sequim le concedieron a esta pequeña localidad el nombre ‘capital de lavanda de América del Norte’. “Parece que la hija perdida de nuestra familia real finalmente ha encontrado la paz, aunque su ruptura con Esmeralda indica que todavía no puede reconciliarse con sus orígenes…”, reflexiona el periodista.