¿Con qué frecuencia los zares se daban un baño baño, qué usaban en lugar de jabón y cuáles fueron los primeros zares rusos que se bañaron?
Por Russia Beyond
Los invitados extranjeros a Rusia en el siglo XVII estaban asombrados por la cantidad de baños públicos y privados que había en Rusia y la frecuencia con la que los rusos se daban un baño, cosa que no era muy usual en el resto de Europa por motivos de salud.
¿Los rusos se bañaron más que los europeos?

Los siglos XIII-XVI fueron el apogeo de la cultura del baño en Europa. Cada ciudad tenía docenas de baños públicos. En 1334, Viena tenía 26 de ellos, había 29 en Frankfurt y 30 en París, pero en los siglos XV y XVI, la mayoría de los baños públicos se habían cerrado, y los europeos se bañaban cada vez con menos frecuencia, incluida la nobleza y la realeza. Había varias razones para esto.
En primer lugar, a partir del siglo XIV la peste negra redujo a la mitad la población de Europa. Después de décadas de muerte, muchas personas sobrevivientes perdieron su deseo de visitar los baños públicos. En segundo lugar, los puntos de vista religiosos protestantes prohibieron el baño de hombres y mujeres juntos y condenaron la desnudez pública como un pecado. Y finalmente, la razón más importante: la Pequeña Edad de Hielo, que duró aproximadamente del siglo XIV al XIX.
Debido al frío, los bosques de Europa disminuyeron considerablemente: todos necesitaban leña para calentar sus hogares. El costo de la leña se disparó, haciendo que bañarse fuera un pasatiempo muy costoso. Sin embargo, esto no afecta mucho a Rusia, que tenía bosques extensos y mucha leña, de modo que los rusos se bañaban tanto como quisieron, generalmente no menos de una vez por semana.
Lejía para el zar


Todos los palacios imperiales tenía baños, cada uno de ellos llamado mylnya (literalmente ‘lavadora‘). Había baños separados para los hombres y las mujeres del palacio, aunque el baño del zar era una instalación mucho más espaciosa y lujosa. La antesala se usaba para descansar antes y después del baño. El suelo estaba cubierto de heno fresco y fragante, y había almohadas esparcidas por el suelo.
Dentro del cuarto de baño, se instalaba una estufa rusa, donde se calentaban las piedras. El agua se calentaba arrojando las piedras a una gran bañera de madera donde el zar se sentaba después. La leña de abedul se usaba para alimentar la estufa, y las ramas de abedul se usaban para masajear: el abedul contiene mucho alquitrán, por lo que los baños rusos también eran hipoalergénicos y estimulaban el sistema inmunológico.
Los zares y las zarinas, y los miembros de la familia real, a veces se lavaban con jabón, pero en el siglo XVII, también comenzó a utilizarse la lejía simple (un hidróxido de metal obtenido tradicionalmente mediante la lixiviación de cenizas) para lavar el cuerpo, y se usaba agua de rosas para lavar el cabello. En gran medida, los hábitos de baño del zar eran los mismos que todos los demás rusos.
El baño del zar era un ritual cortesano

De acuerdo a las tradiciones europeas del siglo XVIII, el baño imperial era una ceremonia pomposa. Pero en el Palacio de Invierno de los emperadores rusos el baño ruso tradicional se fusionó con baños de estilo europeo. El zar Pedro el Grande organizó baños de «estilo combinado» en su palacio Monplaisire (ubicado en Peterhof, en las afueras de San Petersburgo).
La hija de Pedro, la empezatriz Isabel Petrova, tuvo baños a nivel imperial, con pinturas en el techo diseñadas por el artista italiano Antonio Pérezinotti. En la casa de baños del emperador Alejandro I, las paredes de todas las habitaciones estaban decoradas con murales, además de una mesa de trabajo y otros muebles. El baño de la emperatriz Alejandra, esposa de Nicolás I, decorado en estilo mauriciano, tenía 40 metros cuadrados. Su costo fue de aproximadamente 42.000 rublos y el lugar era tan lujoso que en 1834, la zarina celebró allí una gran recepción.

Al zar Nicolás I no le gustaba bañarse muy seguido: por ejemplo, en todo 1833 se lavó en sus habitaciones privadas 11 veces y fue al baño ruso 4 veces, aunque probablemente fue el primer hombre en Rusia que usó una ducha. En la década de 1840, tenía en sus habitaciones un gabinete de 3 metros de altura con un «aparato de lluvia», como dicen los documentos históricos. El gabinete tenía 10 cabezales de ducha en el interior, en la parte superior y a los lados, al igual que las duchas contemporáneas con funciones de jacuzzi. Tomó prestada esta idea en la Inglaterra victoriana, país que visitó en 1844.

Los baños del Palacio de Invierno a menudo se renovaban, ya que los zares tenían diferentes hábitos de baño. Los baños de los hombres solían estar en el sótano, y los baños de las damas reales, en la planta baja. A Alejandro III, quien siempre subrayó sus orígenes y hábitos rusos, le encantaba bañarse acompañado por amigos y funcionarios. Su hijo Nicolás II ordenó la construcción de una piscina de mármol a la que se podía acceder por una escalera desde su despacho. «Salpé de alegría en mi baño y, después del café, me puse a trabajar con los telegramas cansados», escribió Nicolás II en su diario el 1 de enero de 1896.