El palacio de Hampton Court exhibe una réplica fantástica de la corona de Enrique VIII


Los amantes de las joyas de la realeza tienen un nuevo motivo para visitar el antiguo palacio de los Tudor. La original desapareció en la revolución de 1649.

La capilla real del Palacio de Hampton Court, a 22 kms. de Londres, exhibe desde este año una réplica de la magnífica corona del rey Enrique VIII de Inglaterra (1491-1547). Confeccionada para ese monarca de la Casa de Tudor, la corona original fue usada por él particularmente en la fiesta de la Epifanía el 6 de enero, cuando asistía a la Capilla Real con todas sus regalías para ofrecer oro, incienso y mirra en una celebración que conmemora la visita de los Tres Reyes Magos al recién nacido Jesús.

La corona se usó más tarde en las coronaciones de cada uno de los hijos de Enrique VIII: Eduardo VI, María I e Isabel I. A partir de 1603, la corona reposó sobre las cabezas de los dos primeros reyes Estuardo: Jacobo I y Carlos I. En 1649, después de que Carlos I fuera decapitado, está joya, junto con todas las demás regalías de la realeza, fue despojada de sus gemas, para ser vendidas en pequeños lotes por orden del revolucionario Oliver Cromwell. Afortunadamente, los cortesanos de Enrique escribieron inventarios detallados que documentaron el diseño de la corona de forma increíblemente precisa: los documentos incluyen el tamaño y la posición de cada uno de los 344 rubíes, zafiros, esmeraldas, diamantes y perlas, junto con las cinco esculturas que lo decoran.

Un retrato pintado por Daniel Mytens en 1631 del rey Carlos I (descendiente de la hermana menor de Enrique, la princesa Margarita, reina de Escocia), sirve como un registro visual claro de la forma de la corona y los patrones creados por los cientos de joyas y perlas. Harry Collins, Joyero de la reina Isabel II (2007-2012) y su equipo de orfebres expertos pudieron llevar a cabo su propia investigación y, en gran medida utilizando las mismas técnicas que sus predecesores Tudor, crearon una réplica muy precisa de la corona de Enrique VIII en Hampton Court.

La “Tudor Crown Imperial” que ahora se exhibe en Hampton Court fue confeccionada a mano en plata dorada con detalles finos de oro, rubíes, zafiros, esmeraldas, perlas cultivadas y cristal de roca seleccionados para reflejar las diferencias de color y forma que se ven en las joyas medievales existentes, asegurando que la corona se vea lo más espectacular y auténtica posible. Además de las joyas, la corona está adornada con cuatro esculturas en miniatura de santos reales, más una de la Virgen y el Niño. Los santos reales fueron añadidos por Enrique VIII después de la reforma para enfatizar la autoridad del Rey sobre la Iglesia.


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