Obituario: Dina de Jordania, la reina que no pudo reinar (1929-2019)


Fallecida a los 89 años en Amman, fue la primera de las cuatro esposas del rey Hussein, y la única con sangre real, aunque su destino fue dramático.

La princesa Dina bint Abdul-Hamid, la primera de las cuatro esposas del difunto rey Hussein de Jordania, murió este 21 de agosto a los 89 años en Amman y fue sepultada en las Tumbas Reales del palacio real de Raghadan. Su matrimonio con el monarca sólo duró dos años y tuvo una hija, la princesa Alia bint Al-Hussein, aunque su historia es digna de una telenovela: espléndidamente educada, fue reducida a un papel decorativo y silenciada por una suegra poderosa, que no deseaba perder su influencia en la corte. Obligada a abandonar el palacio cuando quedó de manifiesto que no podía dar al rey un hijo varón, pasó las siguientes seis décadas en las sombras. Su historia se parece mucho a la de otra reina de Oriente repudiada y contemporánea suya: la «princesa de los ojos tristes» Soraya de Irán.

Nacida durante la monarquía egipcia en El Cairo, en 1929, a través de la familia de su padre, el emir de La Meca, Dina fue miembro de la dinastía Hachemitas, cuyo linaje se remonta al Profeta Mahoma, por lo que al nacer le fue concedido el título de ‘shariffa’. Al igual que muchos niños de familias aristocráticas árabes, fue enviada a un internado en Inglaterra, y más tarde obtuvo un título en Literatura inglesa de la prestigiosa Universidad de Cambridge, así como un diploma de posgrado en ciencias sociales de Bedford College, Londres. Sofisticada, exquisitamente educada y muy bonita, Dina regresó a El Cairo y comenzó a enseñar literatura y filosofía en la Universidad de la capital egipcia, aunque su carrera universitaria no duró mucho. En 1952, durante un viaje a Londres, conoció al joven rey Hussein bin Talal de Jordania que estudiaba en Inglaterra en ese momento. Seis años menor que ella, el monarca la impresionó, y se mantuvieron en contacto durante los años siguientes disfrutando de algunos encuentros secretos en El Cairo y Londres.

En 1954, la madre del rey, la reina madre Zein (viuda del rey Talal), que tuvo una influencia considerable sobre su hijo, anunció su compromiso con Dina, a quien se consideraba una buena elección de novia: una princesa de sangre hachemita criada con la mejor educación que Occidente era la mejor opción para una reina consorte. La boda se celebró con gran esplendor en el Palacio Al Zahran, una construcción de mármol blanco y rojo propiedad de la reina madre, el 18 de abril de 1955, cuando novia tenía 26 años y el novio, 19. Le costumbre musulmana hizo que la princesa no asistiera a su propia boda, a la que asistieron solamente hombres, pero intervino luego en otras ceremonias, de estilo occidental, que incluyeron la actuación de un famoso cantante egipcio.

Dina tuvo que renunciar a su carrera docente, a su familia y amigos en El Cairo y comenzó una nueva vida en una corte real en la que su suegra reinaba con mano de hierro. El matrimonio estuvo lleno de discordia desde el principio. Hussein creía que su esposa no debería tener un papel político, lo que a la cosmopolita Dina le pareció sofocante. También hubo mucha tensión entre Dina y la reina madre, quien había promovido la boda, pero le molestó que la joven Dina la remplazara como la figura femenina de mayor rango en el reino. La única hija de la pareja nació en 1956, pero para entonces el matrimonio estaba irremediablemente roto, en mayor medida por el tormento que significaba para Dina ser un objeto decorativo de la corte sin oportunidad de trabajar. Un año después, con la situación agravada por la ausencia de un heredero varón, el rey Hussein proclamó su divorcio y Dina perdió su título de Reina. A cambio, en respeto a sus orígenes reales y hachemitas, se le otorgó el rango de Princesa de Jordania.

Tras un doloroso período de separación, a la princesa Alia se le permitió hacer visitas y pasar un tiempo con su madre, quien pasó los próximos años en Egipto, aunque siempre bajo la supervisión de la poderosa reina Zein. Desde 1957, Dina llevó una vida tranquila en El Cairo, donde era tan popular que se bautizó una calle con su nombre, y en 1970 se casó por segunda vez con el teniente coronel Asad Sulayman Abd al-Qadir, un alto funcionario de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). El hombre fue encarcelado por los israelíes en 1982 y la princesa negoció uno de los intercambios de prisioneros más grandes de la historia para liberar a su esposo junto a otras 8.000 personas. Casado en otras tres oportunidades, las siguientes esposas del rey Hussein (la británica Toni Gardiner, la palestina Alia Tuquan y la sirio-inglesa Elizabeth Halaby) gozaron de mayor grado de importancia en la corte y pudieron desarrollar actividades sociales y humanitarias, un papel que a la reina Dina le había sido negado.