Irene de Holanda cumplió 80 años: de ‘princesa rebelde’ a ‘princesa verde’


En los años 60 causó un escándalo al enamorarse de un príncipe católico. Hoy es una de las ecologistas más célebres de su país.

En su juventud fue la princesa rebelde que rompió las normas dinásticas, en su vejez es una defensora del medio ambiente: se trata de la princesa Irene de Holanda, quien cumplió 80 años este 5 de agosto. La mujer, que casi causó una crisis institucional en los años 60 por enamorarse de un hombre que estaba fuera de los parámetros reales, renunció a su título, a su derecho al trono, y adoptó una vida sin escándalos, por lo que todavía es muy respetada en Holanda. La segunda hija de la reina Juliana y el príncipe Bernardo (ambos fallecidos en 2004) nació en 1939, un año después de su hermana mayor, la princesa Beatriz, y un año antes de que la familia se viera obligada a separarse y exiliarse a causa de la invasión nazi. Irene y Beatriz pasaron sus primeros años de vida en Canadá, donde nació la tercera hermana, la princesa Margarita, y no regresaron a su país sino hasta 1945.

La princesa Irene podría haber jugado un papel preponderante, como segunda hija de la reina Juliana, si no se hubiera enamorado del príncipe español Carlos Hugo de Borbón-Parma. El romance causó un gran escándalo en 1964, ya que el novio era católico: pese a contar con el apoyo de sus padres, el Parlamento -encargado de dar el consentimiento oficial al compromiso- se opondría a una relación con un príncipe católico, ya que la dinastía de los los Orange Nassau pasó a la historia por su lucha contra la supremacía papista en Europa durante siglos. La solución causó un revuelo mediático, una crisis en el gobierno e hizo plantear a la reina Juliana si debía abdicar para no entrar en conflicto con la política: Irene y Carlos Hugo se casaron sin el permiso del Parlamento en Roma.

La princesa adoptó un papel activo en la España regida por el dictador fascista Francisco Franco dentro del “Partido Carlista” que lideraba su esposo y pretendía ocupar el trono en detrimento de los descendientes del rey Alfonso XIII. Pero Irene también asistió a un curso de modelaje y en 1967, el modisto italiano Emilio Pucci la proclamó “la mujer mejor vestida del mundo”. En los años siguientes, la princesa rebelde escribió un libro sobre los derechos de las mujeres y otro sobre las mujeres migrantes. Además, durante una importante manifestación por la paz mundial en 1983 en La Haya, fue una de las oradoras más destacadas, ofreció cursos de desarrollo intuitivo y en 1995 se publicó su primer libro sobre medio ambiente –Diálogo con la naturaleza-, que se convirtió en un éxito de librerías con 85.000 copias vendidas.

Irene afirma ser amante de la naturaleza a causa de su padre, el alemán Bernardo de Lippe-Biesterfeld, uno de los fundadores de la organización conservacionista World Wildlife Fund (WWF), que actualmente tiene como logo un oso panda, el animal favorito del príncipe: “A mi padre le encantaba la naturaleza, primero como cazador y luego, afortunadamente, como fotógrafo”, dijo en una entrevista. “Comenzó a trabajar activamente para proteger a los animales salvajes africanos”.

En 1998 llegó por primera vez a Bergplaas, una reserva natural en el semidesierto Karoo, en el sureste de Sudáfrica, donde compró 5.000 hectáreas de tierra, eliminó todas las cercas y reintrodujo animales que solían vivir allí. Devolvió la tierra a la tierra misma, dijo ella, quien desarrolló cursos que “ofrecen a las personas la oportunidad de conectarse con la naturaleza y su propia naturaleza interior”. Cuando publicó el libro «Bergplaas» en 2016, declaró que quería ser incinerada después de su muerte. Sus cenizas deben esparcirse en su reserva africana. «Es un lugar de curación, me ha dado tanto a mí como a otros. Es salvaje y no puedes esconderte en ningún lugar de ese medio desierto. Te enfrentas a ti mismo. Es real”. La princesa, que pasó tres años allí sola, escuchando el silencio y meditando con los leones, dijo que no le molesta que otros piensen que está loca.


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