Siguiendo el deseo de los Duques de Sussex, el bisnieto de la reina Isabel II fue bautizado en la intimidad en el castillo de Windsor, pero respetaron costumbres inquebrantables.
S.C.
Una multitud deambuló este sábado, 6 de julio, a lo largo de las calles de la ciudad Windsor, alrededor del castillo del siglo XI donde se llevó a cabo el bautismo de Archie Harrison Mountbatten Windsor, el primogénito de Meghan Markle y el príncipe Harry de Inglaterra, en una ceremonia privada que rompió numerosas tradiciones y siguió otras a rajatabla. Hubo gente que llegó de partes distantes del Reino Unido para participar en lo que parece ser un festival, con carteles y banderas británicas, e incluso estadounidenses, en honor a la otrora actriz Markle.
Muchos esperaron en vano por horas para ver algo de la ceremonias o de sus participantes. Un bautismo a puertas cerradas desató enormes críticas y controversias, pero los padres del pequeño que ya tiene dos meses se mantuvieron firmes. En un momento dado, también se pensó que habría un saludo a la multitud del príncipe Carlos -abuelo del niño- y de la duquesa de Cornualles, pero el helicóptero real que los transportaba aterrizó en el césped dentro de los muros. El príncipe de Gales y la duquesa de Cornualles estuvieron entre los participantes de la ceremonia, junto con William y Kate, y la madre de Meghan, Doria Ragland, así como las dos hermanas de la fallecida princesa Diana, Lady Jane Fellowes y Lady Sarah McCorquodale. Además, según el periódico Evening Satandard, la reina no estuvo presente debido a un compromiso previamente establecido.

En la ceremonia, que tuvo lugar en la Capilla Privada construida por la reina Victoria a mediados del siglo XIX en la fortaleza de Windsor, ni cámaras, ni televisión, ni periodistas, como se acostumbra en la familia real británica, donde los bautismos de los bebés reales siempre son a puertas cerradas. Los padres del pequeño Archie, los duques de Sussex, invitaron a un total de 25 familiares y amigos muy cercanos. Tan poca información han aportado Harry y Meghan, en línea con su habitual secretismo, que ni siquiera se difundió el nombre de los padrinos del primogénito de la pareja, el séptimo en la línea de sucesión a la corona británica. Todo ello ocurre por el deseo de los duques de mantener y educar a su hijo como un «ciudadano privado» pese a que sigue ocupando un puesto en la línea sucesoria al trono.
Pero hubo tradiciones que se respetaron a la perfección. El bebé Archie lució en la ceremonia una réplica exacta del traje encargado por la reina Victoria en 1841 para el bautismo de su hija, la princesa real Victoria -futura reina de Prusia y emperatriz de Alemania-, y que fue confeccionado con seda blanca y una capa de encaje hecha a mano. Ese vestido original fue usado a lo largo de 163 años por 62 bebés de la familia real británica (incluidos los reyes Jorge V, Eduardo VIII, Jorge VI y la reina Isabel II, el príncipe Carlos y sus hijos Guillermo y Harry). El delicado vestido tenía instrucciones de cuidado estricto y tenía que lavarse a mano con agua de manantial después de cada ceremonia, antes de guardarlo en una habitación oscura. Sin embargo, se encontraba en estado muy delicado en 2004, cuando se encargó a Angela Kelly, asesora de vestuario personal de la reina, la creación de una réplica que sería usada por primera vez para el bautismo de Lady Louise Windsor, nieta de la monarca. Kelly trabajó estrechamente con artesanos en Gran Bretaña e Italia para obtener un vestido lo parecido posible del original. Los tres hijos del príncipe Guillermo (Jorge, Carlota y Luis) y todos los bisnietos de Isabel II fueron bautizados con el nuevo traje.

Otra tradición de la Casa de Windsor que los duques de Sussex respetaron fue la del uso de la Fuente de Lirios (o Lily Font), utilizada en losbautizos de la familia real británica durante casi 180 años. Se trata de una obra de valor incalculable fue diseñada en 1840 por el príncipe Alberto, también, para el bautismo de su primera hija. Por entonces, su creación tuvo un costo de £ 189, pero si se vendiera hoy en día sería por cientos de miles o posiblemente millones de dólares. Se trata de una fuente de hoja de plata de color dorado que presenta múltiples querubines tocando arpas, que se conserva tradicionalmente en la Casa de las Joyas de la Torre de Londres y sólo ha salido de Londres una vez, para el bautismo de la princesa Carlota de Cambridge en 2015. Los reyes Eduardo VII, Jorge VI, Eduardo VIII y Jorge VI, la reina Isabel II y todos los hijos y nietos de la monarca fueron bautizados sobre la Lily Font. Sobre esta fuente Archie fue bautizado por el arzobispo de Canterbury con agua del río Jordán, donde fue bautizado Jesucristo según los Evangelios. Una costumbre real que empezó en la época del rey Ricardo ‘Corazón de León’, quien visitó Tierra Santa en 1191, durante las Cruzadas, y llevó desde allí a Inglaterra el agua bendita que se sigue utilizando al día de hoy.