Nacido hace 81 años en Italia, el padre de Felipe VI queda en la historia como quien devolvió el trono de España a los Borbones y la democracia a los españoles.
La decisión del rey emérito don Juan Carlos de España de abandonar la actividad institucional se hizo efectiva oficialmente a partir de este domingo 2 de junio, cuando se cumplen cinco años desde el anuncio de su abdicación. La fecha fue elegida precisamente por esta efeméride, porque lo cierto es que el exmonarca, de 81 años, no tuvo agenda oficial en las últimas semanas. Su última actividad institucional fue, el día 17 de mayo, la entrega del Premio Órdenes Españolas 2019 al historiador Miguel Ángel Ladero en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, y se espera que no vuelva a ser visto en actividades oficiales. Su última aparición está planeada para este domingo, en la plaza de toros de Aranjuez, en un acto en el que se rendirá homenaje a su madre, María de las Mercedes de Borbón.


De este modo, la intención de Don Juan Carlos de «completar» su «retirada de la vida pública», según la expresión que él mismo utilizó en la carta que escribió a su hijo para comunicarle formalmente su decisión, se traducirá en que no actividad institucional. Sin embargo, sí mantendrá actividades privadas y podrá participar en los actos públicos que considere oportunos, solo que en ellos no tendrá un papel de representación del Estado. Pasaron 70 años desde que, en 1948 y por decisión del dictador Francisco Franco, don Juan Carlos y su hermano, el infante don Alfonso (ambos nacidos en Roma) llegaran a Madrid para ser educados en España. Desde entonces, Juan Carlos tuvo un protagonismo central en la casa de Borbón. En 1969 fue designado heredero de Franco a título de Rey, heredó la jefatura del Estado en 1975, firmó la Constitución democrática en 1979 y reinó como monarca constitucional hasta su abdicación, en 2014.


El Rey Juan Carlos recibe cada año una asignación procedente de la partida de los Presupuestos Generales del Estado destina a la Casa Real, conforme al artículo 65 de la Constitución, que señala que «el Rey recibe de los Presupuestos del Estado una cantidad global para el sostenimiento de su Familia y Casa, y distribuye libremente la misma». En 2018 y en 2019 (puesto que los Presupuestos han sido prorrogados), esa asignación anual asciende a 194.232 euros. Además, desde su abdicación, el Rey dispone de una Secretaría de apoyo, que dirige el Alfonso Sanz Portolés -que es además consejero diplomático de Felipe VI– y, como todos los miembros de la Familia Real, está aforado ante el Tribunal Supremo.
Nacido en el exilio

Nacido el 5 de enero de 1938 en Roma (Italia), el infante don Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias fue nieto del rey exiliado Alfonso XIII. Sus padres fueron el infante don Juan, conde de Barcelona, y doña María de Borbón, princesa de la rama borbónica que reinó en las Dos Sicilias. En el invierno de 1948, a los diez años, escoltado por un duque y un vizconde, llega a la estación de Lisboa para ser educado en España. Este pequeño príncipe «de bucles rubios que lucha visiblemente por retener las lágrimas» toma el tren hacia un país desconocido, España, explica José Luis de Vilallonga en la biografía «El Rey». El dictador Francisco Franco, que gobernaba el país desde su victoria de 1939 en la sangrienta Guerra Civil, había educarlo junto a él. Si su padre Juan de Borbón lo confió a un dictador del que desconfía es porque el pequeño tenía una misión: recuperar un día el trono para su dinastía. Lejos de su familia, la infancia de Juan Carlos está marcada por las misas y los discursos ensalzando la victoria de los franquistas sobre los «comunistas», pero también por las actividades deportivas junto a amigos que lo llaman «Juanito» o «alteza».

A los 18 años vivió un drama sobre el que Franco decretará silencio: el adolescente mató accidentalmente a su hermano de 14 años por un disparo en la frente mientras manipulaba una arma en casa de sus padres en Portugal, según la biografía «Juan Carlos» del hispanista británico Paul Preston. Formado en las escuelas militares, pasó 27 años en el regazo del «Caudillo» que, aunque pudiera considerarlo como el hijo que nunca tuvo, «devoraba los informes policiales» sobre sus actividades, explica Preston. En 1962, Juan Carlos se casó con la princesa Sofía, hija de los reyes Pablo y Federa de Grecia, a quien había conocido durante un crucero. Siete años después, Franco lo designó como sucesor. Dos días después de la muerte del dictador, el 22 de noviembre de 1975, recuperaba finalmente el trono de su abuelo y se convierte en Juan Carlos I. «Años apareciendo junto a Franco, cabizbajo y mudo, habían suscitado la idea generalizada de que carecía tanto de inteligencia como de valor», señala Preston. «Se le llamaba con sorna Juan Carlos el Breve», apunta, porque nadie tenía esperanzas de que su reinado sobreviviera.

Pero en vez de mantener el orden franquista, el nuevo rey decidió empujar el país hacia la democracia de la mano de un joven y desconocido ministro de la dictadura, Adolfo Suárez, a quien confió la presidencia del gobierno. El partido comunista fue legalizado, los delitos políticos amnistiados y, después de las primeras elecciones libres de 1977, fue aplaudido como «el rey de todos los españoles». Después se erigiría como «el héroe nacional que salva la democracia», según Mendoza. Cuando estalló teóricamente en su nombre un golpe de Estado militar, el 23 de febrero de 1981, el rey lo detiene y, en plena noche, tranquiliza el país apostando por «el proceso democrático».

Pero su vida da un vuelco una noche de 2012, cuando el soberano de 74 años cayó y se fracturó la cadera en Botsuana, donde había ido a cazar elefantes. En medio de las penurias de la crisis económica, los españoles descubren que el safari de lujo fue pagado por un empresario saudita y que junto al rey iba una «amiga íntima» alemana, Corinna Larsen, con quien compartía su vida desde hace años. El escándalo se sumó a un caso de corrupción estallado en la misma época que terminaría arrastrando a su yerno Iñaki Urdangarin (esposo de la infanta Cristina) a la cárcel. Con su reputación dañada, abdica en 2014 «cuando ve que han empezado a saberse en la prensa muchas irregularidades en su vida», como los amoríos de «este Casanova» o las sospechas sobre su fortuna opaca, dice la escritora Pilar Urbano. La novela tiene «un final penoso, bastante triste», dice esta autora de dos biografías sobre la reina Sofía, porque a su «gran reinado» le faltó la «ejemplaridad» que su función exigía.
La carta de despedida

En la carta que dirigió a Felipe VI para anunciar su decisión, el Rey ‘emérito’ detallaba que ha estado «madurando» esta idea desde su 80 cumpleaños, y que se reafirmó en ella «con motivo de la inolvidable conmemoración del 40 Aniversario» de la Constitución en las Cortes Generales, «un acto solemne» y «lleno de emoción» para él. «Me hizo evocar, con orgullo y admiración, el recuerdo de tantas personas que contribuyeron a hacer posible la Transición política y renovar mi sentimiento de permanente gratitud hacia el pueblo español,verdadero artífice y principal protagonista de aquella trascendental etapa de nuestra historia reciente», decía el texto, difundido por el Palacio de la Zarzuela.

Don Juan Carlos precisaba que, aunque desde su abdicación, ha desarrollado actividades institucionales «con el mismo afán de servicio a España y a la Corona» que le inspiraron durante su reinado, cinco años después cree que ha llegado el momento de «pasar una nueva página» de su vida y retirarse definitivamente de la vida pública. «Con una firme y meditada convicción, hoy te expreso mi voluntad y deseo de dar este paso y dejar de desarrollar actividades institucionales, a partir del próximo 2 de junio», señala el texto, añadiendo que toma esta decisión «desde el gran cariño y orgullo de padre» que siente por él y con su «lealtad siempre». En la carta, el ex jefe de Estado se dirige a su hijo como «Majestad, querido Felipe» y se despide: «Un grandísimo abrazo de tu padre».