Al terminar el 12 de mayo de 1937, la entonces princesa escribió un texto que todavía se conserva en el Castillo de Windsor con sus impresiones sobre la ceremonia.
La reina Isabel II de Inglaterra es, a sus 93 años, una de las pocas personas vivas que asistieron a la coronación de su padre, el rey Jorge VI, el 12 de mayo de 1937, hace 82 años. En una ceremonia esplendorosa que buscaba apaciguar la grave crisis institucional que había provocado la abdicación del rey Eduardo VIII, seis meses antes, Jorge VI ya era una figura popular cuando recibió la corona. Su hija mayor, la princesa Isabel, tenia 11 años de edad entonces y fue llevada junto a su hermana Margarita, de 6 años, para presenciar un fragmento de la extensa ceremonia que se celebró en la Abadía de Westminster, Londres.



En un texto escrito a mano en un libro de ejercicios para niños y conservado actualmente en los Archivos Reales del Castillo de Windsor, la princesa Isabel escribió, con una sinceridad refrescante, sus opiniones y recuerdos sobre la ceremonia. Una página de documento, escrita en lápiz rojo, dice: “A mamá y papá, en recuerdo de su coronación. De Lilibet, por sí misma». Al describir el comienzo de la ceremonia de dos horas y media, la princesa escribió: «Nos sentamos y esperamos aproximadamente media hora hasta que comenzó la procesión de mamá. Luego vino papá, muy hermoso con una túnica carmesí y la gorra de Estado. Pensé que todo era muy, muy maravilloso y creo que todos en la Abadía también lo creían», observó Isabel. «Los arcos y columnas en la parte superior estaban cubiertos con una especie de bruma maravillosa cuando coronaron a papá, al menos eso creía». “Cuando mamá fue coronada y todas las mujeres se pusieron las coronas, se veía maravilloso ver los brazos y las coronas flotando en el aire y luego los brazos desaparecen como por arte de magia. También la música era encantadora y la banda, la orquesta y el nuevo órgano tocaron maravillosamente».


Junto a las princesas se encontraba la anciana reina María, quien a sus 70 años había asistido a las coronaciones de tres reyes, habia vivido durante cinco reinados y visto abdicar a uno de sus hijo, y viviría los suficiente como para ver a su nieta, Isabel, en el trono. Haciendo referencia a su abuela, la princesa escribió: «Lo que me pareció extraño fue que Grannie no recordaba mucho de su propia coronación. Pensé que habría permanecido en su mente para siempre». Su crítica continuó: «Al final, la ceremonia se volvió bastante aburrida, ya que eran todas las oraciones. Grannie (su abuela) y yo buscábamos para ver cuántas páginas más llegaban al final, dimos vuelta una más, luego señalé la palabra al final de la página y decíamos ‘Finis’. Ambas nos sonreímos la una a la otra y volvimos a concentrarnos en la ceremonia».


Después, Isabel escribió que ella y su hermana se sirvieron “bocadillos, bollos rellenos, naranjas y limonadas” en un lugar reservado en la abadía antes de partir en procesión. Una vez de regreso en el Palacio de Buckingham para la gran foto, la princesa escribió: “Luego todos fuimos al Balcón donde abajo, millones de personas esperaban». La siguiente sesión de retratos fue menos placentera para la joven princesa, quien recordó:» Después de eso, todos fuimos a ser fotografiados en esas terribles luces». Ochenta años más tarde, en un documental televisivo, la ya nonagenaria reina Isabel II volvió a rememorar la coronación de su padre, «He visto una coronación y he sido la destinataria en otra, lo cual es bastante notable. Es comienzo de la vida de uno, realmente, como soberano”.