Preocupa la desaparición de un príncipe saudita, primo del poderoso heredero al trono


El príncipe heredero Mohammed señalado internacionalmente por el descuartizamiento de un periodista, mantiene detenido a su primo, Salman bin Abdulaziz, desde enero de 2018 sin cargos. El Parlamento Europeo busca conocer su paradero.

El 4 enero de 2018, la Fiscalía de Arabia Saudita anunció la detención de 11 príncipes que supuestamente fueron al palacio real para protestar por una nueva reforma impulsada por el poderoso príncipe heredero, Mohammed bin Salmán («MBS»), que los obligó a pagar las facturas de luz y agua de sus palacios. También exigieron una indemnización por la condena a muerte de uno de sus primos, el príncipe Turki bin Saud al Kabir, primer miembro de la familia real condenado a muerte en más de 40 años. «A pesar de informarles de que sus demandas no eran legales, los 11 príncipes se negaron a abandonar el lugar, perturbando la paz y orden público. Los miembros de los servicios de seguridad intervinieron para restaurar el orden y los príncipes fueron arrestados», aseguró el fiscal.

En mayo de 2018 todos fueron liberados, excepto uno. El príncipe Salman bin Abdulaziz bin Salman al Saud, primo de MBS y casado con una hija del antiguo rey Abdallah, fallecido en 2015, lleva más de un año detenido sin cargos conocidos. «Fue una trampa para detenerle», contó un amigo del príncipe, quien agregó: «Alguien de Casa Real llamó a las tres de la mañana. Un grupo de 14 o 15 personas fueron al palacio real, fueron maltratados y detuvieron a 11». El padre del príncipe, Abdulaziz bin Saud, que había sido asesor del fallecido rey Fahd, fue detenido también fue arrestado dos días después, tras haber realizado una serie de llamadas a sus amigos y conocidos de Europa en busca de ayuda para liberar a su hijo. Tampoco fue liberado desde entonces.

El desaparecido príncipe Salman bin Abdulaziz, doctor en Derecho por la Sorbona, vivía en París y no tiene ambiciones políticas.

Algunos organismos internacionales se hicieron eco de la desaparición del príncipe Salman. El eurodiputado socialista Antonio Panzeri, presidente de la Subcomisión de Derechos Humanos de la Eurocámara, está siguiendo de cerca el caso. «La mayoría de los [príncipes] encarceladostienen acusaciones de corrupción, pero este caso es diferente. El príncipe fue llamado en mitad de la noche al palacio y de ahí fue trasladado a la cárcel sin ningún tipo de acusación. Viola todos los derechos humanos», relató. Panzeri y su equipo llevaron el caso del príncipe a varias reuniones y pidieron explicaciones al embajador saudita en Bruselas, pero todavía no han recibido una respuesta. Sin embargo, Panzeri promete seguir presionando. «Queremos hablar de este tema con los tribunales internacionales que se ocupan de esto y queremos hablar con el grupo de trabajo de la ONU sobre detenciones arbitrarias. También queremos hacer una visita en abril a Arabia Saudí para visitar a las mujeres activistas de derechos humanos y nos gustaría ver a algunas de las personas que están detenidas», afirmó.

El desaparecido príncipe Salman, doctor en Derecho por la Sorbona, vivía en París y no tiene ambiciones políticas. Es un rico empresario con una compañía de aviación privada, hoteles y múltiples propiedades e inversiones en Europa y, especialmente, en Arabia Saudita, donde mantenía una colección de coches de lujo, varios palacios y una gran colección de arte. «Las facturas de los palacios no son más de 2.000 dólares al mes. La excusa del arresto por negarse a pagar las facturas es ridícula», indicó su amigo, quien agregó que durante el primer año de su arresto Salman y su padre estuvieron en la misma prisión, la de Al-Hair, pero posteriormente fueron trasladados a otro lugar.

Detenido tras reunión con congresistas demócratas de EE.UU.

El entorno del príncipe cree que el arresto responde en parte a una visita a Estados Unidos en octubre de 2016, en plena campaña electoral, en la que se reunió con los congresistas demócratas Adam Schiff, entonces líder de la minoría en el Comité de Inteligencia del Congreso y actual presidente del mismo comité, y Brad Sherman, a quienes no conocía: «Cuando fue a Los Ángeles no sabía que se iba a reunir con ellos. Un amigo suyo de Los Ángeles se los presentó», contó el amigo. El príncipe Salman estaba intentando crear un grupo de gente rica y poderosa para desarrollar proyectos humanitarios: «Le ofrecieron varias veces un cargo político y lo ha rechazado. No le interesa la política», indica su amigo.

El eurodiputado Panzeri afirma: «Durante una visita a EEUU se reunió con personas del Partido Demócrata, pero si ese es el motivo, es algo intolerable que no podemos aceptar. Él nunca ha tenido ambiciones políticas en su país. No se entiende. Sería una caza de brujas». «No es posible que en un país personas como el príncipe estén en la cárcel durante más de un año sin una acusación formal», añade. Después de la visita a Los Ángeles, el príncipe volvió a París, donde vive con su familia la mayor parte del tiempo, y finalmente viajó a Arabia Saudí en junio de 2017. Allí se reunió con Mohammed bin Salman, que entonces era ministro de Defensa y una semana después se convertiría en príncipe heredero. «La relación entre ambos era buena. Cuando se convirtió en príncipe heredero, empezaron los problemas», afirma Mohammad. Meses después, en noviembre, «MBS» lanzó su gran campaña anticorrupción y comenzó las detenciones masivas.

El amigo del Mohammad está seguro de que la detención del príncipe Abdulaziz, tan solo dos días después de la de su hijo, se debe a las llamadas que realizó para intentar liberar a Salman. Uno de esas llamadas fue a Elie Hatem, un polémico profesor de Derecho, abogado radicado en Francia y asesor de Jean-Marie Le Pen. Sin embargo, la desaparición de estos dos príncipes sauditas (hijo y nieto del primer rey coronado del país) no es un caso único. Tras su llegada al poder como príncipe heredero y gobernante de facto, MBS «autorizó» una campaña secreta para silenciar a personas incómodas con seguimientos, secuestros, detenciones y torturas de ciudadanos saudíes, según publicó recientemente The New York Times. Funcionarios estadounidenses incluso pusieron un nombre a este equipo: Grupo Saudí de Intervención Rápida. El asesinato «premeditado» del periodista Jamal Khashoggi en el consulado saudí en Estambul formó parte de esa campaña. (S.C.)