El exmonarca, que no tiene fueros tras su abdicación, podría ser multado si se niega a la prueba de ADN ordenada por los tribunales. Su silencio podría ser considerado una confesión.
El rey Alberto de Bélgica se enfrenta a una multa de 5.000 euros diarios (unos 7.500 dólares) por cada día que se niegue a tomar una prueba de paternidad de ADN ordenada por un tribunal para determinar si es el padre de una artista aristocrática. Esto ocurre después de que el exmonarca, de 75 años, haya presentado un recurso ante el Tribunal de Casación, última instancia en la Justicia belga, para evitar someterse a la prueba que debe aclarar si es el padre biológico de Delphine Boël.
El próximo miércoles, la Corte de Apelaciones tomará la decisión: si luego se juzga que la apelación de casación no tiene un efecto suspensivo, los abogados de Boël exigirán una multa de 5.000 euros por día si el rey no entrega el ADN, según informó el diario belga Le Soir. Si el rey continúa negándose, el tribunal también puede considerarlo como una «sospecha de que él es efectivamente el padre de Delphine» y, sobre esa base, reconocer a Boël como su hija.
En un comunicado, el monarca dijo el 2 de febrero de que el recurso contesta la «esencia de las disposiciones» de la demanda de paternidad presentada contra él, lo que incluye la prueba genética para la que la Justicia belga le dio en noviembre un plazo de tres meses para realizarla. La defensa de Alberto II entiende que este recurso de casación tiene también el efecto inmediato de «suspender» la obligación de someterse a la prueba de ADN, por lo que indica que el rey emérito «no se someterá a la prueba mientras el Tribunal de Casación no pronuncie su fallo».

El Tribunal de Casación puede pronunciarse sobre la forma del proceso -y tumbarlo–, pero no sobre el fondo del asunto juzgado. En una instancia anterior, la Justicia belga estableció que la mujer -que reclama desde hace años en los tribunales ser hija fruto de una relación extramatrimonial de Alberto II- no es hija biológica del que figura como su padre legal, Jacques Boël, y reclamó el test de ADN del padre del actual soberano belga para determinar su filiación. En 2013, Jacques Boël ya se sometió a una prueba de paternidad con la que se concluyó que Delphine no era su descendiente, pero los tribunales concluyeron que sí era su padre legal.
La prensa belga informó en noviembre que hubo un intento de conciliación entre Alberto y Delphine antes de que comenzara la batalla legal. La idea rechazada era que Albert escribiría una carta manuscrita admitiendo que Boel era su hija. La carta solo se abriría después de la muerte del monarca, informó la emisora nacional RTBF, y no tendría ningún peso legal. El abogado de la artista dijo que su cliente rechazó la oferta porque era demasiado “vaga”, no tendría control sobre el contenido de la carta y que no le aliviaría su «sufrimiento emocional».
Alberto II, padre del actual rey Felipe, Alberto mantuvo un apasionado romance con la bella esposa de un noble, la baronesa Sybille de Sélys-Longchamps, durante 18 años, cuando su matrimonio con la princesa italiana Paola Ruffo di Calabria naufragaba. Según contó la propia baronesa, el entonces príncipe de Lieja y la princesa Paola estuvieron dos veces al borde del divorcio, pero la marcha atrás de la baronesa frenó el último intento, 15 días antes del anuncio oficial. Los reyes Balduino y Fabiola, lograron encausar a la pareja por el bien de sus tres hijos y del futuro del trono.

Cuando la baronesa estaba a punto de convertirse en la segunda esposa del príncipe Alberto, no soportó más la situación y comunicó a su amante que se iría de Bélgica con su hija Délphine, presunta hija de ambos. “Delphine es una hija del amor (…) Es lo que le dije cuando le conté la verdad a sus 17 años”, dijo la mujer en una entrevista. La historia fue publicada en 1999 en una biografía de Paola, quien seis años antes, tras la muerte del rey Balduino, se había convertido en reina, como esposa de Alberto II. El libro revelaba detalles de los turbulentos años 60, con un matrimonio roto, unos hijos -Felipe, Astrid y Laurent- completamente abandonados por su madre, una amante oficial, planes de divorcio e hijos ilegítimos.
Tras convertirse en una figura reconocida públicamente, Delphine acudió a los tribunales de justicia belgas para reclamar que el rey Alberto reconociera su paternidad, aunque nadie sabe qué esperaba recibir a cambio la artista. Una y otra vez, los jueces rechazaron pronunciarse sobre un tema tan delicado hasta que este año se solicitó al rey, quien abdicó en 2013, un examen de ADN al que todavía no quiso someterse. Mientras los anteriores reyes de los belgas se comportaron decentemente con sus muchos hijos ilegítimos, Delphine fue despreciada por quien, ella asegura, es su padre. Su parecido físico con el rey y con la reina Astrid -madre de Alberto- es sorprendente.
“Los observadores reales belgas han declarado que el Rey, que alguna vez fue muy respetado, conocido por su sentido del humor y su compromiso con su gente, está eclipsando su reinado de 20 años al no reconocer a su propia hija”, dice el sitio online Royal Central. “La popularidad y el respeto por el rey Alberto parecen estar desapareciendo”, agregan, al tiempo que aseguran que muchos belgas lamentan la actitud de exmonarca.
Un belga, citado por el diario inglés The Express, dijo: «¡Es increíble que alguien, como un ex Rey y un modelo a seguir, haga todo lo posible para negar a su propia hija!» Otro belga dijo al periódico: “Debería ser un ejemplo para el país. Que él se haya acostado con otra mujer que no es su propia esposa no es asunto nuestro”. Según una encuesta publicada por Le Soir, para la mayoría de los belgas, especialmente en Flandes y en menor medida en Bruselas, el ex rey debería reconocer a Delphine Boel como su hija.
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