En una dramática carta acusatoria, Laurent de Bélgica afirma ser víctima de «discriminación»


El hermano del rey Felipe reclama ayuda para obtener una compensación del gobierno libio sobre una deuda de 50 millones de euros a su organización Fondo de Desarrollo Sostenible Global.

El príncipe Laurent de Bélgica, que disfruta de una relación tensa con el gobierno de su país después de no haber solicitado autorización para varias intervenciones diplomáticas y económicas, escribió esta semana una dramática carta al primer ministro solicitando su ayuda para obtener una compensación de los libios por su organización sin fines de lucro, el Fondo de Desarrollo Sostenible Global.

En su carta, Laurent le explica al premier Charles Michel que no desea «tener más paciencia» y advierte: «Una vez más, no me dejas otra opción que ejercitarte plenamente». “Los derechos de los litigantes que también son míos”, dice el príncipe en la carta del 24 de enero, insistiendo al premier a que haga mayores “esfuerzos para obtener funcionarios libios, la ejecución de la sentencia”.

Hace una década, el gobierno libio rompió un contrato para un proyecto de reforestación auspiciado por el Fondo presidido por el príncipe Laurent, el hermano menor del rey Felipe de Bélgica y un gran defensor del medio ambiente.

El acuerdo incluía la inversión de 50 millones de euros aportados por este Fondo, pero en 2009, un año después de suscribir el acuerdo, los libros rompieron el trato y se negaron a devolver el dinero. Un tribunal belga falló a favor de la organización sin fines de lucro, pero desde entonces Libia se ha negado a pagar su deuda y el príncipe Laurent ha acusado a las autoridades belgas de no ayudarlo a recuperar el dinero invertido.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Bélgica dijo que había advertido al Fondo dirigido por el príncipe Laurent de “actuar con moderación”, según informó el diario belga Le Soir, ya que muchas empresas belgas están presionando para que se paguen las facturas impagas.

Aunque muchas de esas deudas ya se resolvieron por vía legal, el Fondo Mundial para el Desarrollo Sostenible no ha recibido ninguna compensación en una década. Los abogados de la organización intentaron acceder a los activos libios congelados en Bélgica en 2011, durante la revolución que derrocó al dictador Muammar Khadaffi, pero sin éxito y sin apoyo del gobierno belga, acusa el príncipe.

En la carta, Laurent -de 55 años- señala que dado su estatus, tiene prohibido emprender cualquier actividad normal en los negocios. Sus actividades se limitan a apoyar organizaciones sin fines de lucro que “son muy importantes” para él. Agrega que ya planteó varias veces el asunto al gobierno antes, pero ahora está “harto” de no recibir respuesta.

En esta carta, el hermano del rey afirma ser víctima de «discriminación» y se dirige especialmente al ministro de Relaciones Exteriores, Didier Reynders, a quien pide intervención en la ejecución de la decisión judicial y «hacer los mismos esfuerzos para obtener de los funcionarios libios la ejecución de la sentencia del Tribunal de Justicia».

El primer ministro belga Charles Michel indicó que el gobierno no puede intervenir en nombre del Fondo Mundial para el Desarrollo Sostenible y que las resoluciones de la ONU prohíben el uso de activos libios congelados para compensar en este caso, según informó la cadena radiotelevisiva flamenca VRT. «La ley es la misma para todos y es la corte la que la aplica», respondió el miércoles Michel a la carta del príncipe.

El príncipe Laurent mantiene desde hace muchos años relaciones tirantes con el gobierno belga, que le ha recortado su asignación anual, y casi no tiene trato con su propia familia. El príncipe acusa a todos de discriminarlo, de boicotear su espíritu emprendedor y ponerlo en aprietes económicos.

El gobierno tiene motivos para estar enojado con Laurent, ya que ha participado sin permiso oficial de reuniones diplomáticas y empresariales con gobiernos como el de Khadaffi, el de Turquía y el de China. En 2011, Laurent también viajó sin autorización a la República Democrática del Congo, antigua colonia belga, justo antes de la celebración de comicios en país.

Por si fuera poco, en 2015 el Tribunal de Cuentas belga comprobó que Laurent había calificado como gastos oficiales facturas de supermercado y vacaciones privadas y le pidió la devolución de varios miles de euros. Tras meses de análisis, el Gobierno Federal recortó la asignación del príncipe en un 15 por ciento de su salario, de 308.000 euros anuales, ante lo que Laurent, fiel a su estilo, aseguró que era una “violación de los derechos humanos” y amenazó con ir ante la justicia en Estrasburgo.

En noviembre de 2016 en reclamo hacia el tratamiento que considera “injusto”, asistió a la celebración del Día del Rey en la catedral de Bruselas pero evitó saludar a sus padres, hermana y cuñado frente a las cámaras de televisión. Meses antes había asegurado a la cadena pública RTBF que su familia se comportaba como la “Stasi”, la policía política de la Alemania de Este. “Cuando se trata de servir a una buena causa, me siento motivado, pero ciertamente estoy harto de ser príncipe”, le dijo Laurent a un estudiante belga durante la visita a su escuela.

En 2018, Laurent entró en conflictocon el diputado Peter Buysrogge, del partido N-VA, al que advirtió que denunciaría por difamación si no se disculpaba públicamente por haberlo acusado de fraude. “No me merezco esto, estoy cansado de ser descrito como una persona malvada después de cincuenta años”, afirmó en una entrevista concedida al diario belga Het Nieuwsblad. El legislador había acusado al príncipe de presentar una “declaración de actividad falsa”, informe que tenía que entregar para mantener su dotación económica y para demostrar que no se extralimitó en sus funciones de representación.