Austria prepara un año 2019 marcado con cientos de eventos de celebración, que incluyen espectáculos de luces, conciertos, musicales y programas infantiles, para recordar la figura del sacro emperador romano germánico Maximiliano, fallecido hace 500 años, el 11 de enero de 1519.
El «Año Maximiliano» recordará la figura del que fuera duque de Borgoña, padre del rey Felipe el Hermoso y abuelo del emperador Carlos V, elogiado por sus creencias católicas, sus estrategias de paz y sus esfuerzos para lograr la paz entre los líderes cristianos y el Imperio Otomano durante su vida. También se le atribuye la organización de matrimonios entre miembros de su familia y personas de diferentes países para evitar guerras y, a la vez, asegurar el poderío futuro de su dinastía, que reinó un imperio “donde el Sol nunca se pone”.
El emperador fue bautizado en la catedral de San Jorge, una basílica ubicada dentro de la academia militar nacional en Wiener Neustadt, en 1459, y también está enterrado allí.
En la ciudad de Wels, donde murió Maximiliano, el “Stadtmuseum Wels” organizará la exposición especial bajo el título «Kaiser Reformer Mensch», que se inaugurará el 21 de marzo por su descendiente, el archiduque Carlos de Habsburgo, y se extenderá hasta el 27 de octubre. La política de poder, las reformas, la caza y los torneos, así como la transfiguración de la persona, se presentan en la exposición, que incluirá actuaciones de invitados, conciertos, un festival medieval y lanzamiento de una moneda conmemorativa.

En Innsbruck, la cuidad más importante del reinado de Maximiliano, habrá una exposición especial en el Museo Goldenes Dachl. Los tiroleses celebrarán al “kaiser” con más de 300 eventos, como un festival de teatro musical y la presentación de los proyectos del Premio Maximiliano para Europa. Mientras tanto, en Wiener Neustadt, Baja Austria, la ciudad donde el cuerpo de Maximiliano fue trasladado tras su muerte y enterrado bajo la escalinata del altar de la capilla de San Jorge, se inaugurará un santuario con una nueva tumba. En la Academia Militar, que se encuentra en el castillo, habrá una exposición sobre la vida de Maximiliano.
Maximiliano fue el hijo del emperador Federico III y para aumentar su poder se casó con María de Borgoña, la hija del difunto duque Carlos el Audaz, que le prometió acceso a regiones ricas como Flandes y Brabante. La duquesa murió en un accidente de caza. El deseo de ser coronado emperador por el Papa después de haber sido elegido rey de romanos le fue negado debido a los franceses, que eran influyentes en el norte de Italia, y a los venecianos hostiles, así que se proclamó en 1508 «Emperador Romano Elegido», que en realidad significaba emperador romano-germánico.
Maximiliano de Habsburgo, tuvo tres esposas -Ana de Bretaña, María de Borgoña y Bianca Sforza- y fue padre de Felipe el Hermoso y abuelo de su sucesor, el emperador Carlos V.
Cuatro años después de enviudar, en 1494, Maximiliano se casa con la italiana Blanca María Sforza, descendiente del rey Juan II de Francia, una mujer aficionada a las compras de lujo que llegó a empeñar su ropa interior para pagar sus deudas. En el momento de este matrimonio Maximiliano ya tenía dos hijos, Felipe el Hermoso (consorte de la reina castellana Juana la Loca) y la archiduquesa Margarita de Austria, casado con el desafortunado hermano de Juana, don Juan de Castilla y Aragón.

Maximiliano murió en Wels, en Austria, en 1519 y debido a que hijo Felipe había fallecido en 1516, le sucedió su nieto, el joven rey Carlos I de España, quien fue proclamado emperador con el nombre de Carlos V. Como acostumbraba desde hacía cuatro años, tenía su ataúd en su equipaje cuando viajaba desde Innsbruck a Wels. Ya en el Reichstag en Augsburgo el año anterior, todo el mundo se había dado cuenta de que el emperador, que aún no tenía 60 años, estaba pálido y notablemente débil. El monarca pudo haber tenido un derrame cerebral aunque finalmente murió de cáncer de colon.
“El hombre, que había pasado décadas en batallas a caballo y montado en torneos riesgosos, tenía que ser llevado a cuestas cada vez más a menudo en los meses previos a su muerte”, contó el periodista austríaco Josef Achleitner. “Una humillación para él, que se había sentido a lo largo de su vida como gobernante universal de la cristiandad, y probablemente también una indicación para someterse a lo inevitable”. “Su cadáver fue rociado con cenizas en Wiener Neustadt, su lugar de nacimiento y residencia de su padre”.