La familia imperial de Japón, la más antigua monarquía de herencia ininterrumpida que todavía existe en el mundo, vio perder este lunes a otro de sus miembros. La princesa Ayako, sobrina del emperador Akihito, contrajo matrimonio por amor y se vio obligada a renunciar a su estatus imperial porque no permite que las mujeres accedan a la línea de sucesión.
La princesa, de 28 años de edad, y Kei Moriya, empleado de 32 años de la empresa naviera «Nippon Yusen K.K.». se unieron en matrimonio en una ceremonia tradicional en el Santuario Meiji de Tokio, casi un año después de conocerse.
La princesa llegó al encuentro de su prometidoluciendo una túnica tradicional llamada «uchiki» externa y un «hakama«, pantalones con pliegues anchos que se atan a la cintura y caen a los tobillos, prendas utilizadas por mujeres de alto rango en ceremonias de la corte desde la Era Heian (que duró desde 794 hasta 1185).
El pasado viernes, Ayako asistió a un ritual shintoista denominada «Kashikodokoro-Koreiden-Shinden-ni-Essuru-no-Gi» (Ceremonia de adoración en los Tres Santuarios del Palacio Imperial del Palacio Imperial) en la que informó sobre sus esponsales a los espíritus de sus antepasados («koshoshin»). El sitio es considerado sagrado, porque según la creencia shinto allí habita el espíritu de la diosa del Sol, Amaterasu O-Mikami, antepasada directa de la familia imperial japonesa.
Para la ocasión, la hija del fallecido príncipe Takamado usó un vestido con una prenda exterior roja llamada «kouchiki«, también una tradición de la Era Heian, además de un peinado tradicional llamado «osuberakashi» y un abanico «hiougi» hecho de ciprés. En el caso del kimono, se trató de un regalo que utilizaron en sus bodas su bisabuela, la emperatriz Teimei, y su abuela, la princesa Yuriko de Mikasa.
Las reglas establecen que las princesas imperiales de Japón que deciden casarse con un ciudadano plebeyo renuncian al título imperial en todos los aspectos. Cómo «compensación», que es bisnieta del emperador Taisho de Japón (1912-1925) recibirá una indemnización de 107 millones de yenes, el equivalente a 840 mil de euros, estrictamente libres de impuestos para poder llevar de ahora en más una vida acorde al nivel en que fue criada.
El esposo de Ayako es un empleado de una empresa de transporte y no tiene padre. A pesar de la disparidad de clases, los dos afirmaron haber sido «flechados» por el amor en la primera reunión, organizada en diciembre pasado por la madre de la princesa, amiga de la familia del futuro esposo.
«La distancia psicológica entre nosotros dos se redujo de manera espontánea», explicó durante la conferencia de presentación oficial a principios de julio, Kei, probablemente debido a una dinámica familiar similar. A principios de este año Kei ya había hecho la propuesta de matrimonio, pero tuvo que esperar hasta abril para el esperadísimo «sí» de Ayako.
La casa imperial japonesa enfrenta desde hace años una crisis relacionada con la sucesión, que no admite mujeres. De los 19 miembros actuales de la familia real, 14 son mujeres, siete de las cuales son solteras y menores de 40 años.
A pesar del drástico cambio demográfico, no emerge nada que sugiera una modificación del estatuto imperial, ni un esbozo de propuesta a tal efecto. El emperador de 84 años completará el proceso de abdicación del trono del Crisantemo el próximo 30 de abril a favor de su hijo mayor, el príncipe heredero Naruhito.
Con la decisión de Ayako, desde el comienzo del milenio son tres las princesas que han renunciado a los emblemas reales para preservar su esfera afectiva, que no está regulado por una práctica que no está en sintonía con los tiempos: en 2005, la princesa Sayako, la única hija mujer de la pareja imperial tuvo que cambiar su nombre, como la princesa Noriko, la hermana mayor de Ayako, ella también se vio obligada a abandonar toda correlación con los títulos del palacio imperial.
Y, sin embargo, todavía se está en fase de preparación para la boda de Mako, la nieta mayor del emperador y la primera hija del príncipe Fumihito y su esposa Kiko, la más conocida entre las princesas de la corte, que en septiembre pasado había anunciado con bombos y platillos su boda en la primavera de este año -con un plebeyo- para luego revisar el plan debido a los errores de evaluación realizados en los preparativos de la ceremonia.
También en este caso, Mako, como Ayako, tendrá que renunciar a sus títulos y prerrogativas imperiales y convertirse a una vida más común. Pero con toda probabilidad, al igual que los orígenes del rango, igualmente noble.-