El prestigioso diario estadounidense «The New York Times» dedicó este martes un amplio artículo al último soberano de Rumania, Miguel I, subrayando que tanto en su propia concepción como a los ojos de muchos rumanos, «murió rey». Para este periódico, el gran mérito del rey Miguel es que «a la edad de 22 años tuvo la osadía de arrestar al dictador fascista Ion Antonescu, un títere de Hitler«. «El retorno de las armas contra los poderes del Eje, por decisión del soberano rumano, contribuyó a la reducción de la Segunda Guerra Mundial durante meses y a la salvación de decenas de miles de vidas humanas«, señala el NYT.
Posteriormente, inmediatamente después del final de la guerra, el rey Miguel intentó mantener el sistema de monarquía constitucional, «pero se vio obligado, bajo la amenaza de las armas, a abdicar» y abandonar su tierra natal. El obituario publicado por este periódico relata que la amenaza provino del primer ministro comunista, Petru Groza, quien le dijo al soberano que lo mataría, y que mataría incluso a 1.000 partidarios de la monarquía que se habían reunido ante el palacio real si se negaba a abdicar.
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Después de la caída del comunismo, el ex soberano quiso regresar a Rumania, pero en el primer intento en diciembre de 1990, «el partido elegido en mayo se vio sorprendido por su popularidad y lo prohibió ingresar al país». En los siguientes viajes, relata el NYT, «su ciudadanía y su castillo, aunque no su corona, le fueron devueltos, y el Rey Miguel lo visitó regularmente el país después de eso. En 2011 se dirigió al Parlamento, que ese año le otorgó los mismos derechos que otros ex jefes de estado. Recibió una ovación de pie«.
El obituario relata que «el rey es recordado por distinciones que no eran de su propia creación» y menciona, por ejemplo, que «fue el único hombre que precedió y sucedió a su propio padre como rey». Según el periódico estadounidense, «el rey Miguel siempre consideró que su abdicación forzosa era ilegal» y recuerda las declaraciones que Miguel hizo en una entrevista hace una década: «Fue un chantaje. Dijeron: ‘Si no firmas esto de inmediato, estaremos ‘obligados’ a matar a más de 1.000 estudiantes que tenían en prisión.» «A sus propios ojos», sentencia el NYT, «como a los ojos de muchos rumanos, murió rey».
Lea aquí el obituario publicado por The New York Times