El exrey Miguel de Rumania, de 96, no se encuentra bien. Su enfermedad y su edad lo mantienen internado en una clínica de Aubonne (Suiza) desde hace mucho tiempo y se cree que está atravesando los últimos días de su larga vida. La agonía del exmonarca rumano se vio ensombrecida aún más por un escándalo familiar que involucra al nieto del rey, Nicholas Medforth-Mills, quien fue denunciado por su familia de haber intentado ingresar violentamente a la residencia de Suiza.
Nicholas es el hijo mayor de la princesa Elena de Rumania y el nieto mayor del rey Miguel. Era un niño cuando acompañó a su abuelo en uno de sus primeros viajes a Rumania después de la caída del comunismo. En 2005, el exrey le otorgó el título de príncipe de Rumania y lo colocó en la línea sucesoria tras su primogénita, la princesa Margarita, quien no ha tenido hijos. El joven Nicholas se transformó en un personaje popular en Rumania, especialmente entre la juventud, por su perfil moderno, deportivo y solidario. Los monárquicos vieron en él la gran esperanza de la restauración.

Sin embargo, en 2015, la casa real rumana sorprendía al emitir un decreto en el que el exrey Miguel despojaba a su nieto de su título y su derecho sucesorio por conflictos de moral y ética. Además, se le exigía que abandonara Rumania. En un comunicado posterior se insinuaban motivos inquietantes que avivaron toda clase de especulaciones: «La familia real y la sociedad rumana de estos tiempos necesitarán un dirigente bajo el signo de la modestia, bien equilibrado, con firmes principios morales y que siempre piense en el servicio a los demás«.
Aunque en un principio se insinuó que el príncipe Nicholas era homosexual, finalmente se admitió la existencia de un presunto hijo no reconocido por él, motivo por el cual la casa real decidió despojarlo de la sucesión. El tema fue confirmado por la princesa Elena, quien a principios de noviembre de este año acusó a su hijo de conducta vergonzosa: «Nicholas no hizo nada para aclarar la paternidad de su supuesto hijo, una niña de casi dos años de edad. Esto demuestra una inaceptable falta de responsabilidad«.
Según la princesa Elena, el rey Miguel despojó a su nieto de la sucesión al trono porque «no tiene las cualidades necesarias para asumir un puesto en la casa real de Rumania«. Refiriéndose a los intentos de Nicholas por ver personalmente a su abuelo en Suiza, Elena dijo: «Las acciones de Nicholas en los últimos días son errores moralmente graves. Mi hijo ha demostrado desprecio por Rumania, su gente y los principios de la casa real«.
Nicholas Medforth-Mills se tomó su tiempo y este 18 de noviembre emitió una extensa carta en la que denuncia falsedades y mentiras en el entorno del rey Miguel. El expríncipe afirma que la aceptación de la retirada de sus títulos publicada en 2015 no está escrita por él ni firmada hasta hora. Asegura, además, que la última vez que vio a su abuelo fue ese año y que, cuando Miguel le preguntó cómo estaban las cosas en Rumania entendió que el exrey no sabía que ya no le permitían quedarse en el país.

Más tarde, Nicholas recibió una carta firmada por el rey: «Se me comunicó fríamente que estaba prohibido desde ese momento antes de vivir o trabajar en Rumania«, asegura en su carta. Además, declara que la carta recibida fue escrita en computadora y se entiende que no pertenecía al rey Miguel. Entre otras cosas, habla del asunto de su hijo no reconocido, de un dinero que le ofrecieron a cambio del exilio y el silencio y de las maquinaciones familiares para deshacerse de él.
«He estado observando durante dos semanas con asombro, pero también tristemente las declaraciones y la información que han dado a la prensa personas que tienen más o menos que ver con lo que significa actualmente la Casa Real de Rumania«, comienza la carta de Nicholas. «Las que se detallan a continuación son cosas que todavía no se conocen, y que he decidido ocultar para respetar a mi abuelo y la mala condición de salud que ha tenido en los últimos tiempos. Ahora, con respeto por mi abuelo, tengo que darlos a conocer«.
Nicholas aclara que la información dada por la casa real a la prensa, en la que se lo acusa de comportamiento inmoral solo tiene por objetivo «dañar injusta y cruelmente» la imagen del rey y lo que él representa para la historia de Rumania. El joven asegura que la declaración de agosto de 2015 sobre la aceptación del retiro del título no fue escrita por él, sino que se vio «obligado» a aceptarlo: «Me negué a firmarlo«.
Sobre su presunta hija, Nicholas asegura que existe una «constante falta de cooperación de la madre».
«Nunca ha habido ningún acuerdo pacto sobre mi partida final de Rumania y la condición de no regresar«, explica Medforth-Mills. «No habría aceptado un exilio como ese. Regresé a Rumania en noviembre de 2015 para resolver la situación con mi supuesto hijo. Debido a la constante falta de cooperación de la madre de mi supuesto hijo, esta situación no ha quedado clara. Hasta el momento, no hay evidencia médica para apoyar las acusaciones de la madre. Por lo tanto, cualquier acusación que me llegue sobre este tema es infundada«.
El expríncipe asegura que le dieron un apoyo financiero, proveniente de los fondos que el Estado rumano destina al mantenimiento de la Casa Real: «Desafortunadamente, ahora me doy cuenta de que me ofrecieron este dinero por otra razón. No fue una ayuda de ningún tipo, sino el precio del exilio, el silencio y la eliminación«. En la carta, además, narra cómo fue el último encuentro que tuvo con su abuelo, en la localidad suiza de Aubonne en 2015, meses después de su destitución como príncipe.
Sobre el estado de salud de su abuelo, de 96 años, Nicholas asegura que sus médicos «no pueden divulgar comunicados públicamente».
«Hablamos sobre nuestras pasiones comunes. Me preguntó, en algún momento, cómo estoy en Rumania y qué proyectos tengo allí. En ese momento, entendí que el rey ni siquiera sabía que yo tenía que irme del país«. Nicholas aclara que esa fue la última vez que vio a su abuelo con vida, y que, como se trató de una conversación privada, no hay testigos que avalen su relato. Más tarde, recibió la mencionada carta de su abuelo en que le prohibía fríamente vivir o trabajar en Rumania.

«Conociéndolo bien y pasando muchos años con él, tengo la convicción de que mi abuelo, el rey Miguel, él mismo un exiliado, no me habría pedido que abandone Rumania definitivamente«, afirma Nicholas. «Si tuviera algo que decirme, me lo habría dicho directamente, como lo hacía siempre. Si quisiera pedirme algo, haría lo posible por preguntarme personalmente y en ningún caso un intermediario. Nuestra relación nunca necesitó intermediarios«.
La casa real rumana prohibió a Nicholas participar en compromisos públicos y en actividades oficiales en las que el gobierno rumano incluye a la familia real. «No puedo entender cómo y con qué autoridad, aparte de una que proviene de las aguas turbulentas de la historia, se puede prohibir que una persona se presente en público. Tal vez la idea de mi aparición en público hubiera abierto los ojos de la gente a los juegos entre bastidores que tenían que permanecer en secreto«.

Contexto
- Miguel I, hijo del rey Carol II de Rumania y la princesa Elena de Grecia, reinó en Rumania entre 1927 y 1930 bajo regencia, y luego entre 1940 y 1947. Ese año fue obligado a abdicar tras la llegada al poder de los comunistas.
- El antiguo monarca, primo de la reina Sofía de España, vivió 50 años exiliado en Versoix (Suiza) con su esposa Ana de Borbón-Parma, con la que tuvo cinco hijas. La reina Ana murió el 1 de agosto de 2016.
- En 1997 el exrey recibió permiso para regresar a Rumania, ocho años después de la ejecución del dictador comunista Nicolae Ceauceuscu. Regresó al país acompañado por su familia y su nieto, Nicholas. El Estado rumano restituyó al rey Miguel parte de su patrimonio, incluidos varios palacios, y le reconoció su condición de ex jefe del Estado y ex soberano.
- Actualmente, un 30 por ciento de los rumanos respalda la reinstauración monárquica en el país. Nicholas (hasta 2015 llamado ‘Nicolae de Rumania’) es el miembro más popular de la familia real. Un proyecto de ley busca ahora otorgar un mayor presupuesto, privilegios y obligaciones oficiales a la casa real.